viernes, agosto 31, 2007

 

IFE: ¿el San Salvador Atenco de Calderón?

Si el presidente Calderón y el PAN aceptan la remoción de los consejeros del IFE con la consiguiente desaparición del Instituto, estarán cayendo en una trampa política que será, para esta administración, el equivalente al San Salvador Atenco de Vicente Fox, a la decisión de no construir el aeropuerto metropolitano, por la oposición concertada de un grupo militante ligado a otros, armados. En aquella ocasión, con el argumento de la necesidad del diálogo y de no utilizar la legítima violencia del Estado, la administración de Fox dobló las manos y mostró su debilidad. Nunca se volvió a recuperar de ese hecho el Presidente.


Hoy la trampa es similar: nadie duda que el sistema electoral y el político necesitan cambios radicales; tampoco que los partidos y el Congreso sufren una profunda crisis de legitimidad social, pero en el contexto de la reforma electoral en ciernes, se pretende desaparecer el IFE, como una medida para remover a todos sus consejeros con el argumento de que es el Instituto el que debe recuperar legitimidad y asumiendo, de esa manera, que los comicios del año pasado no fueron legítimos. Ese es el verdadero y único mensaje de esa negociación.

El IFE es una institución autónoma, cuyos miembros fueron elegidos por dos tercios de los miembros del Congreso en la pasada Legislatura y hasta 2010. Ahora se argumenta que no hubo unanimidad en la votación, pues tampoco la ha habido en la designación de la mayoría de los integrantes de la Suprema Corte de Justicia, del Tribunal Electoral del Poder Judicial o de los integrantes del Banco de México. ¿Implica ello que, cuando a un grupo de legisladores no les guste una decisión de la Corte, del Tribunal Electoral o de política monetaria, destruirán esas instituciones para remover a sus integrantes?

Sin duda, el IFE cometió algunos errores puntuales; también es verdad que existen personajes en la vida política nacional que podrían tener mayor experiencia que algunos de los actuales consejeros. Pero resulta que éstos son los que eligió el Congreso, es la institución que nos dimos, a un altísimo costo social y político, los mexicanos y resulta, además, que su accionar en los pasados comicios se ciñó estrictamente a la ley, que en la organización y el conteo electorales participaron más de un millón de ciudadanos y otro millón de representantes de los partidos y que ninguno de ellos, incluida la coalición Para el Bien de Todos, presentó prueba alguna de que hubiera vicios de origen o en los comicios. ¿Cuál es entonces la legitimidad que debe recuperar el IFE?

Si el PRD quiere vengarse por la derrota electoral o el grupo priista que respalda al senador Manlio Fabio Beltrones, con sus remanentes del madracismo, quiere ajustar cuentas con Elba Esther Gordillo, es su problema: en última instancia, López Obrador perdió por la enorme cantidad de errores políticos cometidos y, cuando se designó a este consejo, los priistas habían elegido, para bien o para mal, a Elba Esther como su secretaria general y coordinadora parlamentaria. Muchos de quienes ahora abjuran de Gordillo deberían por lo menos recordar que, sin ella, Madrazo jamás hubiera ganado la presidencia del partido y ellos no ocuparían, hoy, esas posiciones. Las cuales, por otra parte, en el caso de los legisladores, son producto de la misma elección que ahora descalifican.

Desaparecer al IFE y remover a sus consejeros es legalmente cuestionable y terminará en la Suprema Corte (¿puede el Congreso votar una reforma constitucional que vaya en contra de los principios de la Carta Magna?), pero ello no puede hacerse sin una reforma constitucional y si el PAN y Nueva Alianza, por lo menos, se oponen a esa decisión, no podrá darse ese paso que implicaría, insistimos, que el presidente Calderón asumiera que su elección no fue legítima y hubo fallas fundamentales en el proceso comicial. La actual administración no se recuperaría jamás de ese golpe.

Se argumentará que, si no se concede la cabeza de los consejeros del IFE, entonces el Congreso o el PRD y el PRI no dejarán gobernar a Felipe Calderón. Es lo mismo que se dijo para no actuar en Atenco. En realidad, de lo que se trata es de hacer política y asumir responsabilidades. ¿Que no habrá reforma fiscal?, será responsabilidad de esos legisladores, quienes además la han convertido en una microrreforma donde, paradójicamente, los que saldrán más damnificados serán los gobernadores del PRI y los del PRD. ¿Que no habrá reforma electoral? Es responsabilidad de los partidos: es algo que debe resolver el Congreso, no el Ejecutivo. ¿Que no habrá reforma en el régimen fiscal de Pemex? Sería una lástima, pero esa, recordemos, es una propuesta del PRI, no del PAN ni del gobierno. ¿Que el gobierno no podrá gobernar? No es verdad: el gobierno federal debe cumplir con su labor: combatir la pobreza, garantizar la seguridad, mejorar la economía, promover los empleos. Hacer que el gobierno funcione eficientemente, que el gabinete cumpla con sus responsabilidades. Allí está la verdadera batalla política, de eso dependerá el futuro de la administración de Calderón. En algunas cosas llegará a acuerdo con sus oposiciones, en otras, no, pero no puede ignorar la legalidad ni paralizar las políticas públicas en busca de consensos falsos.

La opinión pública está siendo distraída con la ceremonia del Informe de Gobierno cuando ello no es sino un procedimiento de forma, donde no debería haber más negociación que atenerse estrictamente a lo que dicen la ley y el reglamento del Congreso (sobre todo cuando más de 70% de los ciudadanos rechazan la posición de impedir la ceremonia) y, en el camino, estamos perdiendo de vista un punto crítico para el futuro del país. Si el PAN y la administración federal aceptan refundar el IFE y remover a sus consejeros, estaríamos ante el San Salvador Atenco del actual sexenio y los costos serían similares.

Jorge Fernández Menéndez

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jueves, agosto 30, 2007

 

Un golpista de corazón

Resulta inconcebible que el vocero de un partido político, en este caso el PRD, no se sentirá representado por su grupo parlamentario si la presidenta de la Mesa Directiva y dirigente del PRD, Ruth Zavaleta, hace el legalmente imprescindible reconocimiento constitucional del presidente Calderón. Claro que lo inconcebible es que un personaje como Gerardo Fernández Noroña sea el secretario de comunicaciones de un partido político, pero ese es otro tema. En cualquier otra fuerza política, si su vocero hubiera declarado que el líder en la Cámara de Diputados, en este caso, Ruth Zavaleta, una mujer con una carrera en la izquierda mucho más antigua y sólida que Fernández Noroña, se había vendido por un "huesito", ya tendría que haber abandonado ese cargo, no sólo por el insulto a la militante, sino también a la mayoría del grupo parlamentario del partido que la eligió para presidir la Mesa Directiva en San Lázaro. Lo que sucede es que Fernández Noroña es un provocador, pero un provocador al servicio de López Obrador, y eso le ha permitido seguir en el cargo.

En realidad, Fernández Noroña representa fielmente a su jefe. Porque más grave que la declaración del vocero perredista ha sido la del ex candidato que, el fin de semana, en Puebla, sostuvo que "el Congreso es un peligro para el pueblo de México", llamó a desconocerlo y pidió a sus legisladores "tomar la tribuna" para evitar que se voten nuevas leyes "en contra del pueblo". En el libro "Calderón presidente, la lucha por el poder" (Grijalbo, 2007), escribimos que en realidad López Obrador es un golpista que no ha tenido la oportunidad de ejercer como tal porque no ha contado con ninguna fuerza armada que lo secunde en ese intento: su desprecio por las instituciones democráticas, llámense Congreso o Poder Judicial; su rechazo a cumplir con la ley; su reemplazo de los votos por las medidas de fuerza, lo convierten en eso: en un golpista que encubre con un discurso populista sus fuertes tendencias autoritarias, profundamente conservadoras. En varias oportunidades se ha refutado esa opinión: incluso, en la presentación del libro, mi amigo Raymundo Riva Palacio, uno de los periodistas más talentosos de México, sostuvo que la mía era una grave exageración (aunque unos minutos después, en un performance fascistoide, un grupo de provocadores intentó reventar la presentación supuestamente defendiendo la causa de López Obrador).

Pues bien, el ex candidato acaba de confirmarlo una vez más: llama a desconocer al Congreso, a tomar la tribuna para que no siga votando leyes contra "los intereses del pueblo", a imponer otra legalidad. Y eso lo hace un hombre que, hoy, no tiene poder alguno: ¿qué hubiera hecho desde la Presidencia de la República cuando el Congreso no hubiera aprobado lo que él considerara benéfico para los intereses populares? Lo mismo que ahora, desconocer al Congreso y convocar a un constituyente que armara un andamiaje legal a la medida de sus necesidades. Es lo que han hecho Chávez, Evo Morales o Rafael Correa. Con la diferencia de que entonces sí hubiera tenido López Obrador fuerzas armadas que sustentaran su imposición, como ocurre en Venezuela, Bolivia o Ecuador.

Pero el desprecio a las leyes y a las instituciones, incluso las surgidas directamente del voto popular, como el Congreso, trasciende las declaraciones. ¿Cómo explicar que, sólo en 2005, López Obrador y la coalición Por el Bien de Todos hayan recibido 35 millones de pesos de "aportaciones particulares" y no se hayan dignado reportar el origen de las mismas a las autoridades?, ¿cómo explicar que sólo el PRD haya "retenido" ese mismo año más de 63 millones de pesos de IVA y no los haya regresado al fisco?, ¿qué se puede pensar de un movimiento (me resisto a pensar que el PRD como un todo comparte esa posición) y un candidato que hablan de reformas fiscales injustas, de defender a ultranza, incluso por encima de las normas legales, "los intereses populares", al mismo tiempo que evaden al fisco en magnitudes millonarias? Si otros no pagan impuestos, son criminales, si son los suyos los que evaden ese pago, se trata, simplemente, de un complot en su contra. Es una muy peculiar forma de interpretar la honestidad valiente.

Se podrá argumentar que todos los partidos han tenido, de acuerdo con los estudios del IFE que divulgó el lunes Pablo Hiriart en su columna Vida Nacional, fallas fiscales. Pero es difícil comparar los 63 millones del PRD con los poco menos de 200 mil pesos del PAN o el millón de pesos del PRI, sobre todo si se suman los 17 millones retenidos y no pagados al fisco, de Convergencia, por ejemplo. Y estamos hablando de 2005. Todavía no se termina de auditar 2006, con todos sus excesos, incluidos los miles de spots de radio y televisión que no se sabe quién pagó.

En el fondo de la actitud de reventar la política legislativa, de imponer cambios en el IFE, de no llegar a acuerdos ni aprobar leyes, influye, entre otros elementos, el dinero, en este caso el dinero sucio usado en la campaña, incluido el fraude fiscal. La ruptura institucional es una estrategia política, pero es también un arma de defensa. No es la primera vez que la aplica López Obrador: cuando se dieron a conocer los videoescándalos, acusó a todos de complotar en su contra, pero jamás criticó a Gustavo Ponce o más tarde a René Bejarano, que estaban recibiendo dinero ilegal. Es que eran recursos utilizados en su beneficio. Con la famosa historia del desafuero, jamás aceptó que había ignorado una decisión judicial que había sido respaldada hasta por la Suprema Corte. Hubiera podido evitar todo el conflicto con una simple firma en un papel. No lo hizo porque buscó la confrontación: quería demostrar que estaba por encima de los poderes: del Ejecutivo, del Legislativo, del Judicial. Incluso que su manejo ético se rige por parámetros diferentes a los de los demás. La de López Obrador es la historia de un golpista de corazón.

Jorge Fernández Menéndez

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miércoles, agosto 29, 2007

 

El informe que viene

... Ahora estamos en una difícil semana, esa que desembocará en el 1 de septiembre y en el Informe Presidencial cuya realización nos tiene a los capitalinos en estado de terrible angustia y constipación espiritual. Lo más curioso de este caso es que a la gran mayoría lo que menos le importa es el Informe en sí. Es irrelevante. Imaginemos a un diputado del PRD que, nomás por buena gente, le dijera a Felipe: está bien, le concedo una tregua para que me diga ¿qué ha hecho usted a lo largo de sus primeros meses de gobierno?. ¡Defenderme de ustedes, punta de méndigos!, contestaría Felipe a la velocidad de la luz.

Pero no se trata de eso. El deporte de los perredistas no toma en cuenta el contenido del Informe, sino que toda su dudosa gracia consiste en vejar al portador de ese Informe y hacerle la vida imposible en el hipotético caso de que llegara a penetrar en el recinto legislativo que es, por lo visto, como aquel antiguo templo de las vírgenes vestales donde nadie podía penetrar (aquí, favor de imaginar a Martí Batres, a Noroña, ¡y a Pablo Gómez! caracterizados como vírgenes vestales) so pena de hacerse acreedor a la ira popular.

Yo no sé cómo hay alguien que sigue pensando que el 1 de septiembre es el Día del Presidente. De un buen tiempo a esta parte, es el Día del PRD, un partido minoritario, que se esfuerza cada día en ser más minoritario, que puede, sin embargo, avasallar a todas las otras fuerzas políticas del país, aunque sea un día del año.

Fraude, Presidente espurio, mandatario ilegal y mil expresiones más de este tipo se hacen presentes por estos días en el muy primitivo español de los perredistas. Lo más desesperante de ellos es la manera servil y acrítica con la que obedecen a López Obrador que es quien desde fuera los maneja a su antojo, a pesar del hecho insistentemente comprobado de que López Obrador está loco. Eso no les importa. Si él dice fraude es que hubo fraude y se puede uno ahorrar cualquier tipo de comprobación y no reparar en que si en esa elección hubo fraude, varios de los que lo proclaman también resultan fraudulentos y espurios. Éstos son detallitos que no tienen por qué frenar la justa ira popular que se expresa en la varonil actitud del PRD que, a su vez, repite servilmente los desfiguros verbales del loquito de la colina.

Una vez más el país está a merced de AMLO, quien jamás reconocerá un error y quien confiere al complot exterior la causa de todas sus desdichas y todos sus quebrantos. Muchos y muy buenos amigos siguen creyendo en él. Me parece muy respetable; tan respetable como que yo lo considere un esperpento que está dañando gravemente al país.

El 1 de septiembre es el Día del PRD y por extensión el Día de AMLO, rey por un día, y afirmo esto porque el resto de los partidos y de las fuerzas políticas no tienen mayor presencia en este día.

El PRI hace llamados al orden y a la institucionalidad, pero en el fondo se regocija de la infinita novatez, torpeza y primitivismo de aquellos que osaron tirarlos de la silla presidencial.

En cuanto al PAN lo único digno de ser registrado es su infinito candor, su falta de oficio y su condición arrinconada y sacatona. Se supone que militan en el partido del Presidente, pero si delante de ellos, allá en San Lázaro, los perredistas hicieran un sacrificio humano con Felipe, los panistas mirarían todo horrorizados, pero no pasarían de ahí, no pueden, no saben.

Entonces ¿habrá Informe o no habrá Informe? A ciencia cierta muy pocos lo saben hoy, pero seguiremos informando.

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Germán Dehesa
Cualquier correspondencia con esta informática columna, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx


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Desprecio

La vida es tiempo, el único bien no renovable con el que contamos, decía Castillo Peraza. Quien desperdicia el tiempo desprecia la vida. Perder el tiempo es perder la vida. Hay quien se da el lujo de que nada ocurra. En quien no tiene necesidades, apremios, urgencias, la actitud es entendible, nunca justificable. Como dijera Víctor Frankl, están enfermos de sólo pensar en sí mismos. Pero en un mundo con tantas carencias, en un país con millones de pobres, como lo es el nuestro, perder el tiempo, despreciar la vida, es un crimen.

Nuestro PIB per cápita es de 8 mil 240 dólares. Si seguimos creciendo al mediocre ritmo que llevamos (ver el espléndido texto "México 2025: el Futuro se Construye Hoy", L. Rubio; O. Azuara; E. Jaime; C. Hernández; Prólogo de Carlos Fernández; CIDAC, 2006), para 2025 llegaríamos a un ingreso de 12 mil 800 dólares, 35 por ciento menos de lo que tiene Corea hoy. Los miserables en México seguirán abundando y todos los que gobiernan serán responsables. En cambio, si creciéramos al 5 por ciento, para la misma fecha, 2025, tendríamos un ingreso equivalente de nuevo al de Corea hoy, que ha dejado de ser pobre. Eso es lo que debiéramos estar discutiendo si de verdad estamos preocupados por los pobres.

La Inversión Extranjera Directa alcanzó en el primer semestre más de 13 mil millones de dólares. Espléndido, pero no se nos olvide que a pesar de esa cifra México ha sido desplazado como destino de la IED. La competencia es feroz y debemos revisar qué debemos hacer para recuperar posiciones. Eso debiéramos estar discutiendo para así arrinconar la miseria. En tan sólo un lustro, el número de bebés se redujo 9.2 por ciento. En contraste, el número de mayores crece al 4 por ciento al año. ¿Qué mecanismos de pensiones vamos a implementar para esos mexicanos que han trabajado toda su vida? ¿Cómo salvar al IMSS que atiende a 45 millones de mexicanos de su crisis financiera? Ésa es la discusión de verdadera justicia que tendríamos que estar abordando todos los días.

Cada año migran 220 mil mexicanos, en su gran mayoría jóvenes. La pérdida de capital humano es dramática. ¿Cómo vamos a crear los empleos que esos mexicanos no están encontrando, aquí en su país? Las familias se quiebran, el País se empobrece con cada migrante. Ésa es la discusión de fondo para lograr un país más justo. Sólo 15 por ciento de los jóvenes de México piensa que la democracia sirve para disminuir las injusticias. Es lógico: estamos hablando de asuntos que en nada tocan su realidad.

Sin recursos frescos, la producción petrolera del país está condenada al declive. Los ingresos petroleros nos dan alrededor de 40 centavos de cada peso recaudado. ¿Qué vamos a hacer para suplir esos ingresos que repercuten en escuelas, hospitales, carreteras, etc.? ¿Qué podemos hacer para mantener el ritmo de producción de energéticos que demanda nuestra economía? Sin energía abundante y a precios razonables no hoy prosperidad posible. Ésa es la verdadera discusión que tiene que ver con los más pobres.

Tres de cada cuatro estudiantes de primaria y secundaria están en riesgo de no terminar sus estudios y 70 por ciento está condenado a no acceder a la educación superior. ¿De dónde vamos a sacar los recursos para brindarles un mejor futuro? Eso sí traería más justicia a México. La pobreza desciende, pero muy lentamente. El drama se concentra en tres entidades del sur del país. ¿Qué puede hacer la Federación para disminuir con mayor rapidez las diferencias, para que los mecanismos de redistribución de la riqueza cumplan mejor su función? Ése debiera ser el debate de todos los días.

En México se incumplen un sinnúmero de pactos internacionales, pactos ratificados por nuestro país, pactos que atañen directamente a los derechos humanos, a los derechos de las minorías y a los derechos políticos fundamentales. ¿Qué estamos haciendo para corregir el brutal desfase? Eso sí podría cambiar el destino de muchos mexicanos.

México se rezaga en las metas de uso de anticonceptivos. Incluso los varones disminuyeron su consumo. Las comunidades indígenas tienen alrededor de 30 años de atraso frente al uso promedio de una mujer con secundaria. El Consejo Nacional de Población lo advierte con toda claridad: no estamos logrando cumplir las metas del Plan Nacional de Población. El número de adolescentes embarazadas anualmente no disminuye, es alrededor de 400 mil. En su gran mayoría se trata de embarazos no deseados que propician relaciones de inestabilidad familiar. ¿Qué debemos hacer para evitar este drama? Por supuesto, de allí surge más iniquidad e injusticia, pero pareciera que nada nos importa.

La tecnología registrada por mexicanos se redujo en alrededor de un 50 por ciento en los últimos 20 años. La tecnología es la mayor fuente de valor agregado, de riqueza de las sociedades del futuro. ¿Qué debemos hacer para fomentarla? Eso debiéramos estar discutiendo. Pero no, parece que todo lo anterior nos tiene sin cuidado. Todo esto debiera ser materia del Informe presidencial, de un momento de reflexión sobre el rumbo que sigue México. No se trata de glorificar ni crucificar a nadie. El objetivo es la reflexión y la rendición de cuentas.

Ha pasado más de un año desde la elección federal. Mismo día, mismos procedimientos, mismas autoridades; 500 diputados electos, 128 senadores, todos en funciones, todos asumiéndose como representantes populares, todos cobrando sus dietas, pero eso sí, los perredistas se reservan el derecho de descalificar a Felipe Calderón simplemente porque así conviene a los intereses de su caudillo. Presidente legítimo, Presidente ilegítimo, Presidente constitucional, ahora ya tenemos tres categorías. La segunda fuerza sólo piensa en sí misma. Qué desperdicio de tiempo, qué desprecio hacia la vida.


Federico Reyes Heroles

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En Macao se acaba de aprobar un plan para que la ciudad se convierta en Las Vegas mundial. Se invertirán más de 15 mil millones de dólares en casinos, hoteles e infraestructura. En Honduras, los campesinos pasaron de tener ingresos de 300 USD por hectárea a 2000 USD sembrando maíz transgénico que su Congreso autorizó.

¿Qué esta pasando en México? Los legisladores llevan un mes discutiendo si habrá o no informe presidencial y si Calderón va o no al recinto legislativo y dónde y cómo entrega su informe. Mientras tanto, los pobres siguen sufriendo hambre, y las inversiones productivas, esas que generan empleos y riqueza, se van para otros lados. ¿Quién es el que empobrece a México? ¿A quiénes les conviene seguir administrando la pobreza?

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martes, agosto 28, 2007

 

10 mandamientos del PRD

Les comparto el cartón de Paco Calderón publicado el pasado domingo en distintos medios.
La representación de Noroña fue lo mejor.

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lunes, agosto 27, 2007

 

De la catapulta al lastre

Nadie ha hecho tanto por su partido como Andrés Manuel López Obrador. Nadie le ha sido tan gravoso a su partido como López Obrador. El político tabasqueño multiplicó la votación del PRD, lo convirtió en fuerza ganadora en la mitad del país, lo inventó donde apenas existía y lo dejó a un paso de conquistar la Presidencia. Gracias a él, la segunda bancada más numerosa en la Cámara de Diputados es perredista. Gracias a él, su partido sigue gobernando la capital del país. Un simple vistazo a la historia reciente de nuestras elecciones dará cuenta de la catapulta que fue para su partido. Un portentoso ascenso electoral.

Después de las elecciones, el trampolín parece, más bien, un lastre. No me refiero a las votaciones que se han sucedido después de julio del 2006. La actitud del ex candidato presidencial frente a las instituciones pudo haber sido dañina para el PRD pero, en general, se imponen en cada votación las circunstancias locales. La rémora de López Obrador se percibe, sobre todo, en el gravísimo retroceso discursivo de su partido.

En ausencia de pruebas concretas sobre el fraude, López Obrador ha recurrido a la narrativa fantástica de la conspiración. Quienes lo siguen coinciden en tal acto de fe. No pueden ofrecer datos, evidencias, ni razones de que se haya falseado el voto. Sin embargo, están convencido de ello, lo saben, lo sienten. El PRD se ha convertido por ello en una congregación de fieles que no puede poner en duda la verdad revelada. López Obrador ya no se toma la molestia de explicar su alegato, simplemente repite que un oscuro poder le robó la Presidencia. Cualquier dato, cualquier rumor, cualquier chisme es usado por él como demostración plena del conjuro.

Su reciente comparecencia ante el congreso del PRD es una muestra de la curiosa lógica del caudillo. Los adjetivos que emplea no describen una crisis política, sino una posesión satánica. Grotesca, descompuesta, impune, envilecida política. Todas las órbitas institucionales han quedado poseídas por el espíritu del Mal. El Ejecutivo es un usurpador. Las instituciones han sido envilecidas a tal punto que son sólo la careta de una mafia. Los miembros del Poder Judicial son encubridores que carecen de cualquier autoridad moral. Los medios de comunicación forman parte del mismo estercolero. A excepción de algunos medios favorables a su causa, son simples instrumentos de control y manipulación de la opinión pública. Frente a la posesión, López Obrador no llama a la actividad política. Convoca a su partido para convertirse en exorcista. Un aparato para conjurar los malignos espíritus que se han apoderado de la nación.

Hay visibles diferencias dentro del PRD. Es natural que así sea. Todos los partidos tienen sus grupos y sus pleitos. Los medios de comunicación se han concentrado, por su parte, en las controversias y las rivalidades dentro del PRD. Les gusta hablar de tribus, remarcar su indocilidad y su violencia verbal. Subrayan por eso los gritos y las amenazas; las descalificaciones y los insultos. También es natural que sea así: los medios adoran la reyerta.

Yo subrayaría lo contrario: el gran acuerdo que hay en el PRD. Nadie se atreve a mencionar ahí dentro la inmensa farsa del "fraude". No hay un sólo actor dentro del partido que sea capaz de ponerle nombre al engaño lopezobradorista que comenzó la madrugada del 3 de julio del año pasado. Algunos cuestionan tímidamente la campaña o la estrategia electoral. Pero nadie es capaz de levantar la voz para nombrar la verdad y reconocer que perdieron la elección. Así, la quinta resolución del Congreso Nacional Extraordinaria del PRD declara enfáticamente que "bajo ninguna circunstancia lo reconocerá como Presidente de México y que no habrá diálogo ni negociación alguna con él".

Las diferencias que haya dentro del PRD me parecen intrascendentes frente a esta coincidencia central. El PRD unánimemente se dispone a desconocer la realidad, a darle la espalda a las circunstancias y seguir en el aislamiento de su fe. Se puede adornar esta ceguera con el vocabulario incendiario de quienes sueñan con una agudización de las contradicciones tal que lleve finalmente al cambio auténtico. Se puede también tapizar esa ceguera con una ambigua apelación a las instituciones y la vía electoral. Lo relevante es que ambas siguen el engaño central: la fe (pues su convicción no se funda en prueba o razón) en el fraude.

El secuestro del imaginario lopezobradorista es pleno. Ni los sectores más distantes al liderazgo de López Obrador se atreven a encarar el núcleo de su engaño. ¿Qué tan nueva puede ser una izquierda que dice para dar prueba de lealtad al prohombre que ellos no van a "entregar legitimidades"? La expresión es de Carlos Navarrete y vale la pena detenerse en ella porque proviene del ala moderada del partido. Con todo orgullo, Navarrete advierte que los legisladores del PRD no otorgarán legitimidad a "ese personaje" que es Felipe Calderón. El pequeño problema es que a los partidos no corresponde esa tarea. No son las partes las que confieren o retiran el título de legitimidad a las autoridades constitucionales. Si los partidos son en verdad democráticos, entienden que corresponde a los órganos arbitrales definir a quien corresponde el encargo ejecutivo o la representación congresional.

El PRD cayó completo en la trampa de López Obrador. Nadie dentro lo encaró a tiempo. Por eso asume un discurso que no tiene asidero en el mundo real como postura oficial. Negando su propio sitio en el presente, se tragó la idea de que México es una dictadura dominada por fuerzas oscuras, donde no hay instituciones de la diversidad ni votaciones creíbles. Así, el PRD se debate entre dos versiones del mismo solipsismo: el mundo es sólo lo que yo quiero que sea.

Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com

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domingo, agosto 26, 2007

 

¿Por qué (tendríamos una izquierda moderna)?

¿Por qué no tenemos una izquierda moderna y democrática. A diferencia de Chile o España, las corrientes zurdas son arcaicas o, cuando menos, no representan una alternativa viable en nuestro país. Han pasado 18 años desde la fundación del Partido de la Revolución Democrática y el cambio no llega. No sólo eso. Si López Obrador hubiese ganado la Presidencia de la República se habría producido un enorme retroceso. El PRD habría quedado bajo la férula de un priista de viejo corte y el país sometido a un liderazgo estilo Chávez. No ocurrió de milagro. Pero el peligro no ha pasado. AMLO no está muerto ni enterrado. Su sombra aún paraliza a los perredistas.

¿Dónde están los genes, o los resortes, de ese entrampamiento? Para responder esta pregunta hay que analizar las distintas corrientes y afluentes de lo que en México llamamos izquierda. Veamos.

La tradición priista, nacionalista-revolucionaria, que confluyó en la fundación del PRD, es eminentemente autoritaria. Los priistas nunca creyeron en el sufragio efectivo como fuente del poder y como principio legitimador. Se asumían como la vanguardia de un movimiento revolucionario. Salvaguardar la soberanía nacional y asegurar la prosperidad de los obreros, los campesinos y las clases medias eran su santo y seña. El poder se sometía formal, pero no realmente, al veredicto de las urnas.

La tradición socialista (marxista-leninista) en todas sus variantes era igualmente autoritaria. Las urnas, la democracia formal, burguesa, no eran un método revolucionario ni un valor en sí mismo. Marx y Lenin estaban convencidos de que la igualdad formal, la de los ciudadanos, era un engaño que debía ser sustituido por la organización revolucionaria al estilo de la Comuna de París o de los soviets en Rusia. Lenin y Trotsky fueron más allá. El Partido Comunista debía conducir al proletariado a la victoria y en la construcción del nuevo orden. Su liderazgo no debía jamás someterse a las urnas.

Los priistas de izquierda y los socialistas de corte marxista-leninista (en sus distintas versiones trotskysta, maoísta, guevarista, et alii) coincidieron en 1989 en varias cuestiones: primero, la preeminencia del Estado sobre la sociedad y la economía. La Revolución Mexicana contenía avances que no había que echar por la borda. Notablemente: las empresas públicas, el sindicalismo, el movimiento agrario y el proteccionismo económico. Segundo, desconfiaban de la economía de mercado y del capitalismo. El individualismo económico era condenable. Tercero, "apostaban" por la democracia sin gran convicción. O en todo caso, se asumían como la encarnación histórica de la voluntad mayoritaria del pueblo.

Las corrientes radicales, las que siguen creyendo en la revolución violenta, en la vanguardia revolucionaria y en la dictadura del proletariado son una versión trasnochada de la izquierda de los años 60 y 70. En su calendario nunca cayó el Muro de Berlín ni desapareció la Unión Soviética ni se colapsó el régimen de Enver Hoxha en Albania. El marxismo-leninismo-stalinismo, etcétera, sigue siendo la doctrina revolucionaria que permitirá alcanzar el poder, aniquilar a la burguesía, y construir el nuevo orden socialista. ¡Revolución o muerte, venceremos! Es la consigna del EPR y otros movimientos.

El EZLN pertenece a esa tradición. Por eso sus primeras proclamas llamaban a la toma del poder y a la destrucción del Estado y el Ejército burgueses. Pero con el paso del tiempo, muy rápido a decir verdad, cambiaron de piel. Los valores, los usos y las costumbres de las sociedades premodernas, indígenas, se constituyeron en su nueva identidad. Fue un paso atrás en doble sentido. Echaron por la borda las reflexiones de Marx sobre el capitalismo y la modernidad. Anclaron la crítica de la democracia formal y de la economía de mercado en el pasado. La revolución le cedió el paso y el bastón de mando a un movimiento restaurador. La comunidad sobre el individuo y los usos y costumbres sobre la razón.

En México no ha habido una tradición socialdemócrata. ¿Qué se entiende por socialdemocracia? La corriente socialista europea, ajena al marxismo-leninismo, al socialismo real, que reivindicó tres principios fundamentales: 1) la eficacia de la economía de mercado y el abandono de la planificación estatista; 2) la renuncia a la violencia y la adopción de la competencia electoral como la única vía legitima de acceso al poder; 3) la crítica de los sistemas totalitarios (socialismo real) y la defensa de la democracia y el estado de derecho como valores en sí mismos. En suma, el abandono total y radical de las ideas de Marx y de Lenin.

En México, ya lo dije, esa tradición está ausente o es minoritaria. La reciente formación de Alternativa Socialdemócrata es innovadora. Pero ese pequeño embrión no acaba de tomar forma ni de nacer. Primero, porque los conflictos internos los consumen. Y segundo, porque están apostando a conquistar y ocupar un pequeño nicho de mercado (la defensa de los derechos de las minorías -muy respetable, por cierto), sin asumirse como un proyecto de largo alcance y aliento. Su comportamiento y su estrategia equivalen al reconocimiento de que la socialdemocracia nunca ha tenido ni tendrá la voz cantante en la izquierda mexicana.

Para acabar de documentar el pesimismo sobre el futuro de la izquierda en México hay que consignar un hecho adicional: los movimientos y las corrientes zurdas probaron las mieles del poder antes de emprender una reforma ideológica e intelectual. Esto derivó en un pragmatismo y oportunismo ramplones. Todos ellos saben que las curules, los gobiernos estatales y municipales se traducen en ingresos y emolumentos. Basta con referirse al presupuesto de la Ciudad de México, superior a los 80 mil millones de pesos. Amén de los salarios y las prebendas de los diputados y los senadores. ¿Qué ideología o principios pueden competir contra esos cálculos? Ninguno. Por eso AMLO sigue teniendo una enorme ascendencia: su imagen representa no la esperanza del cambio, sino la posibilidad de alcanzar el gran y jugoso hueso de la Presidencia de la República.

Por último, las izquierdas, todas ellas, con contadas excepciones, son alérgicas a la crítica y a la autocrítica. Sus herramientas conceptuales operan en sentido inverso. El pensamiento cerrado no duda ni se interroga, sospecha y denuncia. Amén de que los liderazgos autoritarios han encarecido la práctica: aquel que critica o alza la voz es inmolado en el altar de AMLO.

Vuelvo al principio y me corrijo: con ese pasado y contexto, ¡por qué habríamos de tener una izquierda moderna y democrática!


Jaime Sánchez Susarrey

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sábado, agosto 25, 2007

 

El ciclón de la democracia

"... No sé si en cosas de política los símiles y las metáforas puedan tener aplicación. Si la tuviesen yo diría que la democracia en México se parece a los ciclones que periódicamente se abaten sobre el territorio nacional. Esos meteoros presentan riesgos, causan daño, pero a final de cuentas los beneficios que dejan son mayores: traen consigo las lluvias que colman las presas, llenan los lagos y lagunas, enriquecen los cauces de los ríos y llevan a todas partes la bendición del agua.

Así en la democracia que todavía estamos estrenando. Las zapatetas y escándalos del PRD hacen daño, destruyen. Ni a la corta ni a la larga se ve algún beneficio que puedan aportar los empecinamientos irreductibles de los perredistas; su sujeción a un caudillaje estéril que sólo opera al interior de su partido; su dogmatismo y cerrazón al diálogo; sus violencias verbales, y las físicas. Tales son los males que ha traído consigo ese inédito ciclón llamado democracia. Pero a la larga los bienes que con él vendrán serán mayores. Pasará el riesgo, los daños desaparecerán, y quedarán los frutos que derivan del ejercicio democrático fincado en la aspiración de conseguir el bien público mediante la participación libre, honesta, consciente y ordenada de los ciudadanos en los asuntos de la comunidad... "

Armando Fuentes Aguirre
afacaton@prodigy.net.mx

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viernes, agosto 24, 2007

 

IED, ¿Muy bien?

Funcionarios de la Secretaría de Economía señalaron en días pasados que durante el primer semestre del año se canalizaron, hacia la economía mexicana, 13 mil 244 millones de dólares de inversión extranjera directa, IED, siendo así que "el primer semestre de 2007 representa el mejor inicio de año en la historia, en materia de captación de flujos de inversión foránea", tal y como lo afirmó Carlos Arce Macías, subsecretario de Normatividad, Inversión Extranjera y Prácticas Comerciales Internacionales de la mentada Secretaría. Los medios de comunicación no se hicieron del rogar, y dieron la noticia, más o menos, de esta manera: "Establece marca histórica la inversión extranjera directa en México: nunca antes, para el primer semestre del primer año de gobierno, se había alcanzado una cifra parecida", todo lo cual es verdad, pero no toda la verdad.

Comparemos. Durante el primer semestre del primer año del gobierno de Salinas de Gortari, la IED sumó 1 mil 496 millones de dólares; a lo largo del mismo período de las administraciones de Zedillo y Fox las cifras fueron, respectivamente, 4 mil 896 y 8 mil 635 millones de dólares. ¿Cuánto se acumuló de IED, entre enero y junio pasados, primer semestre del primer año del sexenio de Calderón? Los ya citados 13 mil 244 millones de dólares. Vistas así las cosas tenemos que, efectivamente, nunca antes para el primer semestre, del primer año de sexenio, se había captado tanta IED. Es por ello que se habla de un récord , todo lo cual es verdad, pero no toda la verdad, sobre todo si queremos conocer más allá de la cifra total, cómo se ha comportado ese tipo de inversión, para lo cual debemos comparar, no el monto total de IED, sino su crecimiento.

Durante el primer semestre del primer año del gobierno de Zedillo, comparada con el primer semestre del primer año del gobierno de Salinas de Gortari, la IED creció 227 por ciento; a lo largo del primer semestre del primer año del gobierno de Fox, comparada con el mismo período del gobierno de Zedillo, la IED registró un crecimiento de 76 puntos porcentuales; durante el primer semestre del primer año del gobierno de Calderón comparada con el primer semestre, del primer año, del gobierno foxista, la IED aumentó 53 por ciento, lo cual quiere decir, uno, que la IED, al menos en el primer semestre, del primer año, de cada sexenio, ha seguido creciendo (bueno) y, dos, que lo ha hecho a tasa decreciente: 227, 76 y 53 por ciento, respectivamente (malo).

Reconociendo que entre enero y junio se alcanzó la mayor cantidad de dólares de IED, para un primer semestre, de un primer año, de cualquier sexenio, no puedo dejar de preguntar cuánto más captaremos si elevamos la competitividad del país, definida como la capacidad de una nación para atraer, retener y multiplicar capitales, competitividad que en México deja mucho que desear, tal y como lo muestran los resultados del Anuario Mundial de Competitividad, del Instituto Internacional para el Desarrollo Gerencial: entre 50 naciones México ocupa, en materia de competitividad, el lugar 47, y su calificación, en escala de 0 a 10, es 4.5. Ocupamos uno de los últimos lugares y con calificación reprobatoria. ¿Quiénes son nuestros vecinos? Por debajo de nosotros, ocupando los tres últimos lugares de la lista están Turquía, Brasil y Sudáfrica; por arriba de nosotros, en los lugares 46, 45 y 44, encontramos a Ucrania, Filipinas y Rumania, todos ellos países muy respetables, pero ninguno de ellos ejemplo de progreso económico.

Insisto: ¿cuánta más IED no seríamos capaces de captar si, de una buena vez por todas, elevamos la competitividad del país, para lo cual lo primero que hay que hacer es cambiar las reglas del juego y abrir todos los mercados, y todos los sectores de la actividad económica, a todo aquel que quiera participar? ¿Por qué demonios, a los responsables de hacerlo, en primer lugar los legisladores, les resulta tan difícil de entender?

Arturo Damm
arturodamm@prodigy.net.mx

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jueves, agosto 23, 2007

 

Something rather exciting is happening in Latin America


MUCH of the news coming out of Latin America in recent years has been of radical populists proclaiming “revolution” or, as Venezuela's Hugo Chávez would have it, “21st century socialism”. In their widely propagated caricature, a tiny white elite in Latin America oppresses an indigenous majority whose poverty has been exacerbated by the free-market reforms imposed by the IMF and the United States.

So it might be hard to believe that in many countries in the region, and especially in Brazil and Mexico, Latin America's two giants, things are in fact going better today than they have done since the mid-1970s. The region is in its fourth successive year of economic growth averaging a steady 5%. In most places inflation is in low single digits. And for the first time in memory, growth has gone hand-in-hand with a current-account surplus, holding out hope that it will not be scotched by a habitual Latin American balance-of-payments crunch.

What is more, financial stability and faster growth are starting to transform social conditions with astonishing speed. The number of people living in poverty is falling, not only because of growth but also thanks to the social policies of reforming democratic governments. The incomes of the poor are rising faster than those of the rich in Brazil (where income inequality is at its least extreme for a generation) and in Mexico.

In both these countries a new lower-middle class is emerging from poverty (see article). Low inflation, achieved through more disciplined public finances and trade liberalisation, has brought falling interest rates. Credit has at last returned. So these new consumers are buying cars and DVD players or taking out mortgages. No wonder Latin Americans are in an optimistic mood: earlier this year a poll by the Pew Global Attitudes Project found a greater increase in personal satisfaction in Brazil and Mexico over the past five years than in any of the other 45 countries it surveyed.

Keep inflation low and fix the schools

So if things are going so well, why have radical populists and leftists done well in recent elections? Look closer: they have in fact failed to carry all before them. Out of a dozen presidential elections in the region in the 13 months to last December, the radicals won only four. Moderate governments, of centre-left or centre-right, are in charge in most countries.
That said, politics sometimes lags economics. Even as things started to improve, many Latin Americans were in surly mood because they had suffered through five years of stagnation or worse between 1998 and 2003. Besides, the progress is not uniform. In some of the smaller and poorer countries, the populists' caricature has a grain of truth to it. That is why Mr Chávez has friends in places like Bolivia and Ecuador.

But the important point is that the course upon which most Latin American countries are set -of democracy and open-market economies- is finally bearing fruit. The new middle class in countries like Brazil and Mexico derives its income from the private sector, not from public employment. There lies the big difference with Mr Chávez's Venezuela, where falling poverty depends almost entirely on a vast increase in public spending, and is thus hostage to the oil price.

Of course plenty of caveats are in order. The first is that it is not just in Venezuela that growth has been underpinned by higher prices for commodity exports. Nevertheless, in many other countries export-growth is broad-based. With China and India industrialising, it is unlikely that commodities will be as cheap as in the 1990s any time soon. A second obvious worry is that the current financial-market flap will end up making a serious dent in the growth of the world economy. But -mirabile dictu- thanks to its current-account surplus Latin America is not in the front line of this particular market panic.

Another caveat is that for all its recent progress, Latin America remains a long way from enjoying widespread affluence. In the region as a whole, some 38.5% of people remain poor according to national definitions. The gains are still fragile. But the lessons for governments are clear. To bolster the new middle class, it is crucial to keep inflation low. So is improving the shoddy education imparted in the region's schools and universities. And businesses in the region are still held back by lack of transport infrastructure and an excess of red tape.

The commodity bonanza won't last forever, so now is the time to fix these things. Do so and Latin America's democracies could turn an important corner, in which inequality, poverty and populism give way to prosperous middle-class democracies where the majority has an interest in stability.
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Tomado del Economist

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lunes, agosto 20, 2007

 

PRD, los mismo errores

"...El resultado del congreso perredista evidencia que los dioses ciegan a quienes quieren perder. No sé qué extraño dios quiera hacer que el PRD caiga aún más de lo que ha caído ya, pero el caso es que el perredismo se empecina en los mismos errores que lo han llevado al estado de postración en que se encuentra hoy. Ninguna enseñanza útil han sacado los perredistas de los recientes descalabros electorales que han sufrido; siguen culpando a fuerzas oscuras -el eterno "compló"- de los daños que ellos mismos se han causado. La aparente unidad mostrada por las pugnaces tribus perredistas es sólo disfraz forzado por las circunstancias.

La verdad es que todos los grupos están a punto del enfrentamiento, y sólo el miedo a ser tildados de traidores detiene a algunos militantes en su anhelo por cortar sus ataduras con el lópezobradorismo y buscar nuevos caminos que se aparten del ya gastado discurso lamedor de heridas. En ese contexto, el abrazo que se dieron Ebrard y AMLO fue sólo un medio abrazo. Y es que ahora los dos aspiran a lo mismo. El ex candidato perredista piensa que puede -y debe- ser otra vez el candidato. Por su parte, Ebrard, con su mentor Camacho y sus adictos, supone que López Obrador es ya cartucho quemado, y que ahora le toca el turno a él. Hoy por hoy los dos se usan mutuamente; pero día llegará en que su unión se haga imposible, a menos que uno de ellos ceda en su pretensión, lo cual se antoja cosa muy difícil. Al tiempo..."

Armando Fuentes Aguirre
afacaton@prodigy.net.mx

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miércoles, agosto 15, 2007

 

Nuevo billete ...

Les comparto el cartón de Paco Calderón publicado el día de hoy en distinto medios. Hasta por el cambio de los billetes se quejan, ya es parte del compló.... no ma...nchen ....

Saludos

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martes, agosto 14, 2007

 

Envidias y Odios

El gran fracaso del comunismo se debió a una falla en la educación "proletaria" que debía lograr la creación de la sociedad justa donde todos cooperaran de acuerdo con su capacidad y recibieran de acuerdo con su necesidad.

Nomás que al buenazo de Marx le pasó de noche que los hombres no somos justos, que nadie en su sano juicio está dispuesto a conformarse con lo que le corresponde. Todos queremos mucho más de lo que nuestros esfuerzos merecen: queremos lo que nuestros sueños prometen. Y la realidad onírica -ya lo sabía Freud- suele ser mucho más generosa que la real.

Por eso, cuando no obtenemos lo que creemos merecer, sentimos rencor y envidia contra los que, por la buena o la mala, tienen lo que nosotros anhelamos.

Aclaro que esto no me lo saqué de la manga. Lo dice Marx mismo, pues justo para "reeducar" a la raza creó esa etapa intermedia entre capitalismo y comunismo llamada la dictadura del proletariado, donde la sangre iba a correr para purificarnos de nuestro capital pecado (¡wow, Das Kapital en verso!).

Es durante esta etapa que ricos y pobres por igual debían aprender a ser generosos en su esfuerzo y parcos en su consumo. Nomás que al pobre de Carlitos también le pasó de noche que la justicia y generosidad no se inculcan a golpe y porrazo, pues pertenecen al dominio del corazón y, como todo lo que ahí arraiga (odio incluido), lo suyo es el lento e imperceptible desarrollo de lo orgánico.

De este fracaso reeducativo nace la virulencia verbal e injusticia racional de muchos dirigentes de la izquierda tradicional que, sin hacer siquiera un somero análisis para distinguir a quienes obtuvieron lo que tienen por vía del trabajo honesto y quienes se beneficiaron de la transa o el cuatachismo, suelen meterlos a todos en la misma envidiosa bolsa de "enemigos del clase" -tachándolos de "burgueses", "ricos", "liberales avispados"- y demás banalidades mentales que caracterizan a los líderes de la izquierda radical (y sus voceros).

Más allá de lo tropical y folclórico de estas expresiones, la generalización no es gratuita: esas "etiquetas morales" que, una vez puestas en curso por algún caudillo, tan felizmente regurgitan los intelectuales de izquierda (contra su deber de desmenuzar y distinguir la verdad de la propaganda) tienen un fin preciso: convertir la envidia natural en odio irracional.

No por nada el primer líder de la izquierda radical que se dio cuenta del fracaso de la reeducación comunista, Vladimir Illych Lenin, solía decir: "contra los cuerpos, la violencia. Contra las conciencias, la mentira".

Porque me van a perdonar mis colegas zurdos, pero no protestar este tipo de generalizaciones que exponen a toda creación de riqueza y a toda diferencia intelectual al desprecio popular es, ni Marx ni menos, una mentira.

De hecho, es la peor de todas las mentiras, puesto que conduce -tarde o temprano- a la intolerancia, la violencia y los crímenes de odio. El siglo 20 -ya lo deberíamos saber- es la historia de las funestas consecuencias que sufren millones de inocentes (burgueses, judíos, bosnios) cuando a los intelectuales les da por hacerse de la vista gorda ante los arrebatos verbales de sus ídolos.

Auschwitz, el Gulag y las fosas comunes de Sbrenica fueron posibles gracias a la cobardía de quienes, teniendo el deber moral de denunciar la irresponsabilidad verbal de líderes y caudillos, prefirieron aplaudirles o hacer mutis por simpatía.

Que quede claro: ni abogo por una prensa monolítica que aplauda al Gobierno, ni niego que exista la libertad de expresión. Pero de la misma forma que quienes vivimos de las ideas no podemos ser acríticos con el status quo, tampoco podemos ser paleros de quienes proponen su destrucción.

Lo nuestro nunca debe ser romper la concordia haciendo eco de la demagogia (irresponsabilidad intelectual) e insultos de los líderes políticos del partido que sea; lo nuestro debe ser el largo, respetuoso e imperfecto intercambio de razones que los griegos llamaron diálogo (de dias/dividir y logos/razón). Porque como bien dijo Primo Levi: "si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará? Y si no es ahora, ¿cuándo?".

Claudia Ruiz Arriola
sherpa01@gmail.com

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viernes, agosto 10, 2007

 

Tonterías populistas

La visita del Presidente de Argentina Nestor Kirchner ocupó los espacios de noticias en nuestro País la semana pasada, llamando la atención su ofrecimiento de servir de puente para mejorar las relaciones de nuestro País con el Presidente de Venezuela Hugo Chávez.

No me extraña su oferta, ya que el perfil de ambos políticos es muy similar, en particular por sus acciones de política económica, que les han funcionado por más tiempo del normalmente posible, no por sus buenos oficios, sino por el enorme golpe de suerte que ha sido, para Argentina la demanda de soya y otros productos agrícolas por parte de China, y para Venezuela el elevado precio del petróleo.

Esa buena fortuna esconde temporalmente sus tonterías en el manejo de sus economías, pero tarde o temprano sus torpezas se traducirán en condiciones económicas desalentadoras. Conviene, en este sentido, comentar las acciones que para abatir la inflación aplican estos gobernantes populistas, quienes evidentemente no aprenden las lecciones de la historia.

Hugo Chávez, en otra de sus muchas tonterías, decidió hace tiempo que la inflación creciente en su país se podía abatir con controles de precios y subsidios, pero al no poder contenerla de esa manera, optó recientemente por reducir la tasa del Impuesto al Valor Agregado (IVA), que pasó del 11 al 9 por ciento durante el mes de julio.

Ello explica que los precios al consumidor ese mes hayan registrado el menor incremento (0.5 por ciento) en los pasados cuatro meses, y que la inflación anual se haya contraído de 19.4 por ciento en junio a 17.2 por ciento en julio.

La inflación, lamentablemente para los políticos populistas, es en todo tiempo y lugar un fenómeno monetario, que se refleja en un crecimiento acelerado de la demanda, imposible de corregir con medidas que la estimulan más. Es cierto que el impacto inmediato de una disminución del IVA fue reducir el ritmo de crecimiento de los precios en el mes de julio, pero es el resultado natural de una reducción de una sola vez en la tasa impositiva, mientras que la inflación es un proceso de alza sostenida y continua de precios.

La reducción de los impuestos, al igual que la proliferación de subsidios y controles de precios, atiza la demanda interna en Venezuela, lo que se traducirá muy pronto en mayores presiones inflacionarias, no sin antes haber distorsionado sobremanera las señales que reciben las personas y las empresas para la asignación de recursos en esa economía.

El Presidente Kirchner es el gemelo económico de Chávez. El año pasado, la inflación de Argentina fue la segunda más alta (9.8 por ciento) después de la de Venezuela (17 por ciento). Ello explica porqué Kirchner, al igual que su contraparte venezolana, es un firme creyente en los controles de precios y en la alquimia estadística como mecanismos para controlar las presiones inflacionarias que su dispendio ha propiciado en Argentina.

El Gobierno de Argentina festina que la inflación ha descendido en los dos últimos meses, pero en gran parte se debe a los controles de precios y al hecho de que, sospechosamente, cambió al tecnócrata encargado de la medición del Índice de Precios al Consumidor (IPC) por un político, quien, de acuerdo a diversos sectores argentinos, modificó la forma en que se calcula la inflación dando más peso a los productos controlados.

Kirchner, además, tiene un interés particular en que los datos de inflación sean atractivos, ya que sus promesas de reducción de pobreza y mejoría del poder de compra de la población se miden con el IPC, y pueden tener repercusiones determinantes en el resultado de las elecciones presidenciales, donde colocó a su esposa como la candidata oficial.

Los controles de precios, incapaces en el mediano plazo para contener las presiones inflacionarias, han generado otros problemas serios en Argentina. En particular, la congelación de precios de servicios públicos desde el año 2002, redujo el atractivo de estos negocios, debido a la elevada inflación argentina, por lo que en estos meses el Gobierno argentino recurrió al racionamiento del servicio eléctrico y del gas natural.

Sin una liberación de precios, no habrá nuevas inversiones; pero permitir un alza de los mismos dejaría al descubierto la dimensión del problema inflacionario argentino, lo que sería imposible de esconder aun con la mejor alquimia política. Por consiguiente, la flexibilidad de precios no es un curso de acción para el Gobierno argentino en un año electoral.

La respuesta inmediata de Kirchner, espejo fiel de los populistas latinoamericanos, es culpar a las empresas de no realizar nuevas inversiones, cuando esos problemas se deben al evidente fracaso de su política de controles. Más de 10 empresas extranjeras, incluyendo France´s Suez SA y Nacional Gris Plc de Inglaterra abandonaron sus operaciones argentinas en los últimos cuatro años ante la perspectiva de que con los controles no recuperarían sus inversiones.

No nos extrañemos que el siguiente paso de Kirchner, en un afán de garantizar el triunfo de su esposa en las elecciones presidenciales, sea la expropiación de las empresas energéticas. Esto lo dejó entrever el 29 de junio pasado en una reunión regional en Paraguay, donde declaró que "muchas veces hemos notado que hay problemas con la forma en que estas empresas se administran y, poco a poco, están agotando nuestra paciencia".

México tiene sus propios problemas, pero nada hay que emular de las prácticas económicas de estos dos Presidentes populistas, por lo que conviene hacer caso omiso a las sugerencias de Kirchner y mantener una sana distancia de esos Gobiernos. Los trastornos inflacionarios actuales no han hecho mayores estragos en sus economías por la bonanza de sus exportaciones, fruto de eventos externos. En el momento que se agote o revierta este beneficio se podrá ver la dimensión completa de los daños ocasionados.


Salvador Kalifa

Doctor en economía y consultor económico y financiero.
salvadorkalifa@prodigy.net.mx

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jueves, agosto 09, 2007

 

Lula, Petrobras y AMLO

"Aunque se trate de un gobierno de izquierda, aunque se trate del presidente Lula, desde aquí le decimos: no vamos a permitir la privatización de Pemex en ninguna de sus modalidades".
Andrés Manuel López Obrador

Si alguna duda cabía de que el ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador se encuentra desfasado de la izquierda moderna, ahí están para comprobarlo sus declaraciones de Tampico de este domingo 5 de agosto.

López Obrador cuestionó que Lula, un Presidente de izquierda, haya llegado a México a firmar un acuerdo de colaboración energética entre Petrobras y Pemex. Según el tabasqueño, "han filtrado de que (sic) van a firmar un convenio para llevar a cabo la explotación del petróleo bajo acuerdos de riesgo". Esto, según el político tabasqueño, sería una violación a la ley y además resultaría innecesario porque "a estas alturas, por las exploraciones que han habido (sic), ya se sabe dónde hay petróleo en nuestro país, y no hay ningún riesgo".

La visión sobre la supuesta facilidad para encontrar yacimientos petrolíferos susceptibles de explotación comercial es sumamente ingenua, pero lo que ya no es ingenuo sino dogmático es pensar que cualquier tipo de colaboración entre Pemex y otra empresa significa una "privatización" que debe ser rechazada con la bandera del nacionalismo en la mano.

Qué lástima que López Obrador, en lugar de criticar por criticar, no haya aprovechado la visita de Lula para entender cómo se maneja una empresa estatal en un gobierno de izquierda moderna.

Brasil es una nación que, a pesar de su abundancia de recursos naturales, fue durante mucho tiempo deficitaria en petróleo. Petrobras, creada en 1953 por el gobierno de Getúlio Vargas, trató de garantizar las necesidades energéticas del país en estas condiciones. Durante décadas fue un monopolio, pero en 1997 el gobierno brasileño decidió abrir, cuando menos parcialmente, el mercado petrolero. El resultado ha sido positivo tanto para Petrobras como para Brasil.

El Gobierno federal brasileño no tiene ya el total de las acciones de Petrobras. De hecho, su participación en la firma es de apenas un 32 por ciento. Los inversionistas privados extranjeros, con un capital de 39 por ciento, poseen más acciones que el gobierno. Éste, sin embargo, cuenta con el 56 por ciento de las acciones con derecho a voto, lo cual le da el control efectivo de las decisiones sin por ello renunciar a los beneficios de los capitales privados y extranjeros.

Al contrario de Pemex, a la cual se le limitan las coinversiones, Petrobras tiene proyectos conjuntos con decenas de empresas privadas o públicas tanto en territorio brasileño como en el extranjero. Si bien hasta 1997 Petrobras tenía un monopolio sobre la exploración y la explotación petroleras, hoy más de 50 empresas participan en este campo.

La diversificación ha sido muy beneficiosa para Brasil. Lejos de afectar la soberanía nacional, la ha fortalecido. En los años 70, el país padecía un déficit crónico que lo obligaba a importar grandes cantidades de petróleo crudo con precios crecientes que estaban postrando la economía nacional. La solución que se buscó entonces fue promover el consumo de etanol en lugar de gasolina, pero esto hizo más costoso el combustible y redujo la competitividad del país. Mucho más eficiente ha sido ahora la apertura. Actualmente Brasil es ya el décimoquinto país petrolero del mundo, con una producción de 2 millones de barriles diarios; su consumo, de 1.6 millones, le deja un margen de exportación.

Los brasileños se han hecho particularmente expertos en la exploración y producción de petróleo en aguas profundas. Pese a lo que piensa Andrés Manuel, encontrar yacimientos en alta mar y desarrollarlos rentablemente no es nada fácil. Se requiere de una experiencia y de una tecnología que México simple y sencillamente no tiene.

En el campo de las refinerías de gasolina, en que la participación de la iniciativa privada en Brasil es también muy importante, Petrobras tiene también mucho que aportar a México. Como bien lo dijo el Presidente Calderón, "mientras México sigue importando gasolina, a pesar de ser un país petrolero, Petrobras está no sólo produciendo, sino está exportando gasolinas hechas en Brasil".

López Obrador no debería molestarse tanto con los mandatarios de izquierda, cómo Bachelet, Zapatero o Lula, que visitan a ese Presidente que él dice que no es Presidente porque no es legítimo como él. Debería más bien prestarles atención a quienes están venciendo a la pobreza en sus países. Un político realmente de izquierda debería estar estudiando el caso exitoso de Petrobras, en lugar de pedirle a Lula que no permita que la mayor petrolera de Brasil contamine con su buen ejemplo a nuestro tullido monopolio petrolero.

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sábado, agosto 04, 2007

 

Enfrenta reforma al PRD y AMLO

Según testigos, las juntas que convoca López Obrador con los coordinadores del FAP se han convertido en debates y discusiones

Emiliano Ruiz, El Norte


Cd. de México (4/8/2007).- La discusión sobre la reforma fiscal está enfrentando entre sí al ex candidato perredista a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador, y a los coordinadores parlamentarios del PRD.

Mientras el autodenominado "presidente legítimo" insiste en que los legisladores del Frente Amplio Progresista no deben siquiera discutir, mucho menos aprobar, cualquier iniciativa del Presidente Felipe Calderón porque lo legitimaría, los coordinadores se han opuesto.

Según testigos, las juntas que convoca López Obrador los lunes con los coordinadores del FAP, Porfirio Muñoz Ledo y Manuel Camacho, se han convertido en debates y discusiones.

En julio, cuando se abrió la discusión sobre la reforma fiscal, López Obrador se opuso a que el PRD o el FAP presentaran una propuesta propia.

Carlos Navarrete, coordinador perredista en el Senado, replicó que si como representantes populares asumían una posición de no negociar nada, estarían cayendo en la "no política".

Le preguntó, según asistentes, si tenía que votar en contra de la reforma aun si incluía propuestas de izquierda.

"Hay que votar en contra", narraron que le respondió el ex candidato.

"Lo siento mucho", le habría dicho, según testigos, Javier González, coordinador de los Diputados perredistas.

"No coincido en eso contigo, tenemos estatutos y nos regimos por ellos".

En respuesta, López Obrador amenazó con dejar de hablarles si aprobaban la reforma del Gobierno, advertencia que hizo pública la semana pasada en una gira por Tlaxcala.
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El PG sigue dando muestras, señales, de que no nos equivocábamos quienes dijimos que él era la peor opción para México. Ya ni sus propios compañeros de partido lo aguantan.

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