sábado, septiembre 30, 2006

 

Justicia social

"... Pocas veces la economía de México ha sido tan sólida y, sin embargo, pocas veces su política se ha visto tan llena de fragilidades. Y es que en nuestro país las bonanzas son bonancibles sólo para algunos, y no llegan a la mayor parte de la población. Eso provoca un malestar social que se vuelve campo propicio a todos los extremismos y violencias. En cierta ocasión, alguien le reprochó a Madero haber iniciado su movimiento revolucionario. Preguntó el interpelante: "-¿A qué una revolución, si el pueblo tiene qué comer?". Contestó don Francisco: "-Los mexicanos no tienen hambre de pan, sino de libertad". Pues bien: se pueden invertir los términos y señalar que ahora el pueblo pobre no tiene hambre de libertad, sino de pan.
 
Por eso, antes de que empezaran las campañas, expresé mi convicción en el sentido de que en la hora actual México necesitaba un gobierno de izquierda, y aun señalé públicamente como mi candidato presidencial al ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano. Lamentablemente, las cosas se fueron por diferente lado. Un grupo de facciosos secuestró la candidatura del PRD y, sin elección interna, de golpe, según es su costumbre, López Obrador se alzó con la postulación. Perdió por su arrogancia, por sus grandes errores y porque provocó un miedo que Cárdenas no habría suscitado. Ahora Felipe Calderón debe afrontar los efectos de la frustración y la mayúscula rabieta de AMLO. Para eso tendrá que abanderar la causa de la justicia social. Empieza a hacerlo con una serie de propuestas concretas que de seguro encontrarán apoyo en los legisladores, excepción hecha de aquellos que aún siguen dispuestos a acompañar hasta la ignominia a López Obrador... "
 
Armando Fuentes Aguirre, Catón, El norte
afacaton@prodigy.com.mx
 

 

Luce su peje-banda



Carlos Marí, El Norte
Centla, Tabasco, México (30 septiembre 2006).- Andrés Manuel López Obrador recibió ayer de pobladores chontales una "banda presidencial" y, ataviado con ella, se comparó con Vicente Guerrero, al señalar que él fue también "víctima de uno de los tantos fraudes" de México.Justo al arribar en una villa con el nombre de Vicente Guerrero, una mujer vestida con traje regional se le acercó de improviso para colocarle una banda con los colores patrios y la leyenda "Presidente legítimo"."¡Muchas felicidades! Usted es nuestro Presidente", le dijo María Magdalena Chablé.Según ella, la banda fue confeccionada con listones de los colores patrios y la leyenda y el águila fueron hechos con lentejuela a mano en una semana.

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Mis comentarios se resumen en la siguiente figura:




viernes, septiembre 29, 2006

 

Izquierda Tiránica

A sabiendas de que la política es más compleja, comenzamos a ver los dos modelos de la izquierda pululando en la política mexicana: la izquierda tiránica callejera y la izquierda democrática institucional algo liberal. La derecha también viene en sus dos versiones, la derecha tiránica militar y la derecha democrática institucional también algo liberal.

Cuando aparece una izquierda tiránica callejera imponiéndose con sus multitudes, entonces provoca la aparición en la escena de la derecha tiránica militar nada liberal. Por ejemplo, la República Española comenzó a ser dominada en las calles por los comunistas y socialistas, apagando las voces racionales de la izquierda democrática institucional. Ante la amenaza de una izquierda tiránica callejera, entonces se hizo presente la derecha tiránica militar encabezada por Franco con todo su salvajismo.

Lo mismo pasó en Alemania entre 1920 y 1930, cuando los sindicatos comunistas y socialistas empezaron a perfilarse en marchas callejeras. Entonces apareció en Alemania la derecha tiránica de Hitler nada liberal, imponiendo en las calles un ejército paralelo formado por las famosas camisas cafés, golpeando y matando a comunistas y socialistas callejeros.

Algo similar también sucedió en Italia, a principios de 1920; la izquierda tiránica callejera empezó a pretender dominar las calles, a los sindicatos, a las empresas y a las instituciones, y eso provocó que la derecha tiránica militar nada liberal se despertara y en voz de Mussolini armara la gran marcha fascista apoderándose de toda Italia.

La izquierda tiránica callejera es la que defiende a Fidel Castro y también vemos el rostro de esa izquierda tiránica en el gobierno de Hugo Chávez. Los líderes que escogen la vereda de una democracia callejera tienen que volverse absolutamente tiránicos, pues se les despierta peligrosa derecha tiránica. Recordemos la tragedia del 2 de octubre del 68.

Allende, desde mi punto de vista, empezó como un gobierno de izquierda democrática institucional. Pero los comunistas y socialistas extremistas impusieron un sistema centralista en toda la línea. Las multitudes "populares" empezaron en 1973 a tomar las calles y empresas por asalto y a confiscar inventarios. Ante la guerra civil inminente brincó la derecha tiránica militar con Pinochet y se acabaron las libertades.

Saco todo esto porque temo que la gente convocada por Andrés Manuel está dispuesta a volverse una multitud desbordada que apoya a un líder que se ha perfilado hacia una izquierda tiránica callejera y que, a la hora de la hora, las ganas del pillaje provoquen ataques multitudinarios.

Cuando su líder infunde odios, rencores y sentimientos de agravio, una multitud se desborda irracional y da pie a que los muchachos más agresivos se conviertan en vándalos y ataquen a las fuerzas del orden, comenzando la batalla campal que todos hemos evitado.

Este desorden es lo que despertaría las fuerzas de la extrema derecha tiránica proclive a la violencia, pues estas fuerzas yacen contenidas en todas las sociedades. Ante el desorden de las multitudes, estas fuerzas se despiertan y tratan de apagar la violencia con mayor violencia.

Felicito a las fuerzas de la izquierda democrática institucional y formal del PRD que todavía no se han rendido a las multitudes de Andrés Manuel. Pero si Andrés Manuel arrasa en el ala izquierda, pienso que puede radicalizar a la parte terrible de la derecha. Segunda llamada, segunda.

Enrique Canales, El Norte 
enriquecss@gmail.com

 

Fin a lo intolerable

 
"...Los malos mexicanos que han convertido en ruinas a Oaxaca no son maestros -muy lejos están de serlo- ni luchadores sociales: son simple y sencillamente delincuentes. Su causa es indefendible no sólo desde el punto de vista laboral, sino ideológico también. No representan a ninguna izquierda, a menos que sea a la más violenta y radical que busca la subversión y el aniquilamiento de las instituciones como vía para instaurar su predominio sobre la Nación. Lo cierto es que algunos de quienes participan en ese reprobable movimiento más parecen maleantes que activistas políticos. Se han apoderado de una ciudad y actúan como sus dueños y señores. Linchan, castigan y maltratan a todo aquel a quien ven como enemigo, y aun se jactan de sus desmanes y violencias. Todos miramos con azoro y pena lo que sucede ahí, y lamentamos que Oaxaca, lugar de belleza y tradiciones, sea ahora una ciudad en ruinas donde privan la anarquía, el temor, la destrucción. Se habla de oscuras fuerzas que manipulan la situación y mueven a los provocadores, y se habla también de la torpeza de la autoridad local y de la debilidad que muestran todas las instancias de poder para poner fin a eso que ya es intolerable. La opinión pública nacional, sin embargo, reclama ya una acción que lleve a la aplicación de la ley y al recto y prudente uso de la fuerza pública como medios para liberar a Oaxaca de quienes ahora la mantienen en secuestro. Si el conflicto se prolonga será sin duda utilizado por aquellos que buscan la desestabilización nacional para lograr sus ambiciones de poder. Evitar más daños a Oaxaca es prevenir que se haga daño a México..."
 
Armando Fuentes Aguirre, Catón, El Norte
afacaton @prodigy.net.mx

jueves, septiembre 28, 2006

 

Un carton vale mas que mil editoriales

Son los mismos, la misma actitud, los mismos razonamientos.

 

La oaxaquización del país: del mito del fraude al de la ingobernabilidad


Quedó clara esta semana la conexión entre la estrategia insurreccional de Oaxaca y la de Amlo, que ya parecía desfallecer entre las deserciones y el desprestigio universal.

La diferencia es de perspectiva: Para Amlo y sus espacios mediáticos se consideró vital exhibir como certificado de supervivencia el tanque de oxígeno que le ofreció la Asamblea Popular del Pueblo (sic) de Oaxaca (APPO) al identificar su meta con la del candidato presidencial derrotado: la de evitar la toma de posesión del Presidente electo en las urnas.

Mientras que la APPO reparó tardíamente en que esa forma de escalar su ofensiva contra la capital de la República y varios estados —la estrategia de oaxaquización del país— está llevando a fortalecer a sus enemigos oaxaqueños.

El más beneficiado fue el gobernador Ulises Ruiz, porque el amago de una APPO a escala nacional está conduciendo a cohesionar con él al entramado institucional del país, ante la amenaza insurreccional.

Y entre los más perjudicados están quienes, desde el PRD, el PAN y el propio PRI, querían ajustar cuentas con el mandatario oaxaqueño y exigían su cabeza desde el discurso de la disociación de la APPO con la “resistencia civil” de Amlo y con cualquiera otra expresión de radicalismo o sedición. Se trataba —juraban— de una oposición local justificable ante el mal gobierno local.

Todo empezó el domingo, como el título de un libro publicado en1963, con ilustraciones de Alberto Beltrán y relatos de Elena Poniatowska sobre la ciudad de México, sus alrededores y algunas ciudades de provincia.

Pero esta vez ocurrió el domingo pasado en el curso del programa de Denissse Maerker en el Canal 4 de Televisa. Allí, el líder de la APPO, Flavio Sosa aterró a la audiencia con sus nada convincentes explicaciones del asalto al hotel donde agredieron a Ricardo Rocha y a los legisladores del estado y con su retórica plenamente asimilada a la de Amlo.

Habló de sus aprestos para la “movilización popular pacífica en la capital del país”; de que “el 2 de julio se retrató el rechazo” al neoliberalismo; de que “este sistema económico ya no lo acepta la sociedad”; de que “es un referéndum lo que pasó el 2 de julio, y la movilización es un cuestionamiento a las leyes obsoletas e instituciones caducas”.

Y todo siguió el lunes, con la advertencia de Jesús López Rodríguez, de la comisión directiva provisional de la APPO, que resultó música celestial para Amlo, pero también era un seguro de vida política para el gobernador Ulises Ruiz, que así veía comprobada —a confesión de parte— la alianza Amlo-APPO contra el resultado electoral: “…no dejaremos a Felipe Calderón tomar posesión como presidente”, exclamó el líder, si no cae Ulises.

La jactancia del connubio Amlo-APPO continuó en la prensa del martes, con la bienvenida y el ofrecimiento de apoyos que el gobierno del DF y el PRD le anticiparon a la marcha oaxaqueña para, con sus integrantes, volver a ocupar con campamentos la ciudad de México, a partir de la próxima semana.

Cierre de filas ante la escalada y reflejos tardíos de la APPO
También el domingo, pero en Milenio, la cabeza principal recogía la información de que “Se gestan APPO contra cuatro gobernadores”, tres de ellos perredistas y uno priista, coincidentemente identificados por su disposición a asumir el resultado electoral que le dio el triunfo a Calderón: respectivamente, Pablo Salazar Mendiguchía, de Chiapas; Zeferino Torreblanca, de Guerrero; Lázaro Cárdenas Batel, de Michoacán, y Fidel Herrera, de Veracruz.

Otro signo de identidad Amlo-APPO, difícil de ocultar.
Cerca de mil 700 organizaciones sociales y políticas han decidido emular en todo el país al movimiento de Oaxaca, aterraba la nota de Milenio.

Del mito del fraude electoral, la estrategia de Amlo transita así a la construcción del mito de la ingobernabilidad, a ver si con éste sí logra evitar la toma de posesión del Presidente electo y obligar a una nueva elección.

En la escalada de las APPOs al estilo oaxaqueño, Amlo parece encontrar su punto más fuerte, pero a la vez parecería que la APPO está encontrando allí su punto más débil, en tanto fortalece a su enemigo, el gobernador de Oaxaca, que logra el cierre de filas del México institucional, al exhibir una APPO utilizada por Amlo en su esquema de hacerle la vida imposible al nuevo gobierno.

De allí que Amlo, desde su perspectiva, haya decidido ayer sembrar en los que considera sus legisladores el mensaje de alerta contra la aplicación de la ley y el uso de la fuerza pública contra quienes considera su nueva carne de ingobernabilidad: el movimiento oaxaqueño. Mientras el líder oaxaqueño Flavio Sosa se esmeraba en el noticiario de Ezra Shabot (W Radio) en un discurso de apego a la legalidad y de deslinde con el PRD, tardío y poco convincente tras las evidencias de la semana.  
 
Por: José Carreño Carlón
jose.carreno@uia.mx 



miércoles, septiembre 27, 2006

 

México necio

 
"... A veces les tenemos miedo a las palabras. Mi bisabuela, mamá Gracia, entendía que la palabra "parto" no era para decirse en presencia de doncellas, y cuando rezaba el rosario decía: "Virgen purísima antes del éste, durante el éste y después del éste". Mis pudibundas tías señoritas jamás usaban el común vocablo "huevos": decían "blanquillos". En vez de chorizo -término que les parecía vulgarote- pedían en la tienda "uno tras otro", y "picante" en vez de chile. Ahora cuando se habla de los sucesos de Oaxaca se alude al México "bronco" o, con mayor solemnidad, al México "profundo". Yo digo que en ese caso deberíamos referirnos más bien al México necio.
 
Porque hay un México bárbaro que lo mismo se manifiesta en las violencias de la APPO que en los plantones porrodistas de la Ciudad de México, o en las macheterías de Atenco. Ese México vive de espaldas a la modernidad. (Los mal llamados maestros de Oaxaca cantaron "La Internacional", hágame usted el refabrón cavor. Más actualidad tienen "La Varsoviana" y la "Mamá Carlota"). Es el México del salvajismo disfrazado de reivindicación social; es el México que no se pone a trabajar, que todo lo espera del Gobierno, el Caudillo o la casualidad; es el México de quienes consideran que la ley es zarandaja inútil, y que están convencidos de que con el uso de la fuerza todo se puede conseguir. Es el México de la corrupción; el México de los panchos, los piratas, los panteras y todos los demás pes que medran, sobre todo en el DF, al amparo de la complicidad oficial. Llamemos a las cosas por su nombre. No es "bronco" ese México de la violencia y la ilegalidad: simplemente es vandálico. Y no es "profundo": es simplemente estúpido... "
 
Armando Fuentes Aguirre, Catón, El Norte
afacaton@prodigy.net.mx
 

 

¿Es Cuauhtémoc Cárdenas un traidor?

El conflicto poselectoral quedó atrás cuando el Tribunal falló y nombró Presidente electo. AMLO desconoció a Felipe Calderón y se proclamó presidente legítimo. Esto desfundó al PRD: enfrentó a sus fundadores, cuando ya había partidos partidos y agravó la crisis política del país. Si más de 15 millones votaron como nunca, esta vez no perdieron como siempre.

Por primera vez el PRD ganó la segunda fuerza en el Congreso y tiene seis gobernadores. Pero hoy, se dice, hay que refundarlo. Y el agua que derramó el vaso, lo que llevó a pensar que así debe ser, fue una carta de Cárdenas a Poniatowska. Y esta es otra historia. Porque Elenita dijo que Andrés Manuel López Obrador no ganó por tres razones con nombre y apellido el subcomandante Marcos, Patricia Mercado y Cuauhtémoc Cárdenas. Pero además lo llamó envidioso, calificativo que le dolió, me dijo, porque no se puede juzgar a quien tiene derecho a pensar diferente. Y entonces vino la respuesta pública que todos conocemos.

Y no fue sólo la carta a una mujer admirable. Cárdenas impecable e implacable, hizo el análisis y la crónica de una derrota, enumerando errores, faltas, incongruencia. Le faltó a AMLO, dijo Cárdenas a Poniatowska, pronunciarse por temas fundamentales, y mencionó algunos: el ejercicio pleno de la soberanía, la vigencia del Estado de derecho, los contratos de servicios múltiples de Pemex, la ilegal prisión y extradición de los vascos, la ley de Sensenbrenner, la militarización excesiva de la frontera del lado estadunidense y entre otras más mencionó la falta de tacto y sensibilidad política de AMLO para con la Ley de Sociedades de Convivencia.

Pero además dijo Cárdenas a Elenita que AMLO se equivocó al incorporar al PRD a gente no identificada con los principios y luchas del partido. Y por ignorar a voces que, en su momento, marcaron diferencias y le demandaron a AMLO congruencia.

¿Es Cuauhtémoc Cárdenas, por su derecho a pensar diferente, un traidor? Yo lo que creo es que la capacidad de disentir es parte medular de la autocrítica de la izquierda.

Que si el bien común es principal bandera del PRD, no se puede detener en protagonismos. Y que en momentos de crisis lo primero que debe hacerse es ir en busca de definiciones. Porque hoy lo que hay es un caudillo que por lo menos parece deslindado del PRD. Que si la izquierda privilegia el bien común, en la cúpula las tribus se han puesto trabas. Que la libertad de disentir, como cualquiera otra, debe ser eso, libertad, y no estar sujeta a límites y cotos. El primero en advertirlo y demandarlo, por lo menos pública y explícitamente, fue Alejandro Encinas: el PRD está llamado a examen. Y estoy convencida, la izquierda necesita definición.

Habrá que ver si cuando redefina principios será capaz de moverse en la misma dirección que lo desea la gente que el 2 de julio no dudó en tachar su símbolo.

 

Adela Micha, Excelsior


 

Aleja AMLO inversión.- WEF


Armando Talamantes, El Norte

Cd. de México  (27 septiembre 2006).-  La inmadurez de la clase política mexicana, por su escasez de miras y falta de consensos, quita atractivo para la inversión, advirtió ayer el economista en jefe del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), Augusto López-Claros, refiriéndose en especial a Andrés Manuel López Obrador.

"Llega un momento en que los políticos tienen que madurar y ver las cosas en función de los intereses del País y no de su partido", dijo. "México tiene que entrar en una etapa de maduración política".

"La actitud del señor López Obrador con relación a los resultados de la elección crea una percepción del grado de
desarrollo del País... y lo que se ha visto de México en los últimos dos o tres meses no ha ayudado", expresó en otro momento de la entrevista.
Hora de publicación: 0:38

lunes, septiembre 25, 2006

 

Ser de izquierda ...

 
"Los fantasmas dan más miedo de lejos que de cerca."
 
Nicolás Maquiavelo
 
 
Ser de izquierda no implica ser intolerante ni insultar ni agredir a aquellos que no piensan como uno.

Ser de izquierda no significa rechazar las instituciones de un país o la democracia. En otros países del mundo, la izquierda es una corriente política que construye y fortalece instituciones. Sólo en México, donde subsiste una izquierda contestataria y nihilista, piensa la izquierda que su papel es destruir las instituciones.

Ser de izquierda no quiere decir que hay que abstenerse de utilizar la fuerza pública para mantener el estado de derecho. Los partidos de izquierda que llegan al poder en otros lugares del mundo son muy conscientes de la importancia de impedir violaciones a la ley y no tienen miedo de utilizar la fuerza pública para defender los derechos de los ciudadanos.

Ser de izquierda no tiene por qué llevar a la creación de un gobierno que favorezca a grupos especiales de interés, como sindicatos, vendedores ambulantes, taxistas piratas, invasores de tierras o empresarios que financian campañas electorales. Todo lo contrario, los gobiernos que son realmente de izquierda toman medidas para beneficiar a todo el conjunto de la sociedad. Son los regímenes fascistas y corporativistas, cuya retórica busca parecerse a la de aquellos que provienen de la izquierda, los que actúan para beneficiar solamente a unos cuantos grupos especiales.

Ser de izquierda no significa que uno deba aceptar solamente los resultados de las elecciones que uno gana y rechazar los que uno pierde. La izquierda democrática en el mundo acepta las reglas de los procesos electorales. Cuando sus candidatos pierden comicios, reconocen el resultado y trabajan desde la oposición para promover sus estrategias y políticas de gobierno.

Ser de izquierda no implica exigir el derecho de privatizar las calles para beneficio de unos cuantos. Los gobiernos de izquierda entienden que las vías de comunicación pertenecen a la comunidad y que no pueden entregarse a grupos de poder para promover sus propios intereses económicos o políticos.

Ser de izquierda no le da a uno el derecho de obstaculizar el libre tránsito o la actividad económica de los demás. Por el contrario, la izquierda moderna en el mundo entiende que a toda la sociedad, pero especialmente a los más pobres, les conviene que haya libre tránsito, comercio e inversión productiva. A nadie realmente de izquierda en el mundo se le ocurriría bloquear la actividad económica de una ciudad con el fin de derrocar a un gobierno electo democráticamente.

Ser de izquierda es una responsabilidad enorme. No es un título que uno pueda asumir gratuitamente porque suena mejor en un discurso que decir que uno es de derecha.

Ser de izquierda quiere decir que uno busca combatir la pobreza y la desigualdad social. Que promueve uno políticas que buscan dar a todos, sin importar su situación económica o social al nacer, las mismas oportunidades que aquellos que nacen en una cuna más privilegiada.

Ser de izquierda implica promover una educación más amplia y de mejor calidad para todos, especialmente los más pobres. Quien defiende esta ideología no puede justificar que se deje a aquellos que más necesitan de la educación sin instrucción con el fin de promover los intereses de un grupo gremial.

Ser de izquierda significa respetar la voluntad popular reflejada en las urnas. La verdadera izquierda ha sido demócrata desde hace mucho tiempo. El estalinismo no es realmente de izquierda.

Ser de izquierda implica aplicar políticas económicas sensatas que promuevan la inversión, el crecimiento y la creación de empleos. Obliga también a mantener una tasa de inflación reducida para evitar el deterioro del poder de compra de los ingresos de quienes menos tienen.

Ser de izquierda quiere decir que uno se esfuerza por construir una sociedad mejor en el futuro y no por destruir o mandar al diablo a la sociedad del presente.

Por todas estas razones, y muchas más, me queda claro que muchos de los políticos en nuestro país que dicen ser de izquierda simplemente no lo son. Tenemos una izquierda que hunde sus raíces en el estalinismo, en el autoritarismo, en el corporativismo del viejo PRI, pero que difícilmente está dispuesta a seguir las reglas y las ilusiones de la izquierda moderna, de la izquierda demócrata, de la izquierda que hemos visto prosperar en España, en Francia, en Chile y en otros países más.

Ser de izquierda es un privilegio, pero también una obligación. Pero nuestra izquierda mexicana, con pocas excepciones, simplemente no es de izquierda.

Sergio Sarmiento, El Norte 
sarmiento.jaquemate@gmail.com

 

La izquierda que extraña Carlos Slim

Quien conozca a Carlos Slim sabe que no es un teórico sofisticado. Es más bien un hombre práctico y pragmático.

Desde hace 4 ó 5 años, cuando López Obrador ya no era bien visto por muchos empresarios, Slim no le hizo el feo y encabezó proyectos de inversión inmobiliaria en el centro de la Ciudad de México.

El controversial empresario mexicano, catalogado en el número tres de los hombres más ricos del mundo por la revista Forbes, tenía un punto de identificación con las propuestas de López Obrador.

Slim se convirtió desde hace años en un crítico de las políticas económicas, que no propiciaron el desarrollo de un mercado interno robusto. También fue -sobre todo en privado- sumamente cáustico con el rescate bancario y los privilegios que los nuevos banqueros tuvieron luego de la crisis de 1995.

En ese entonces, AMLO, como Jefe de Gobierno del Distrito Federal, gustaba de ostentar la buena relación que guardaba con el empresario.

El ahora presidente honorario de Telmex acarició la idea de que pudiera llegar al Gobierno una izquierda moderna y moderada en cuanto a su orientación a las políticas liberales, que tuviera como visión el desarrollo del mercado interno así como la consolidación de los grupos empresariales nacionales que le hicieran frente a la ofensiva de las empresas extranjeras.

Como gobernante de la Ciudad, AMLO no sólo cultivó la buena relación con Slim sino también con otros empresarios, especialmente con inversionistas inmobiliarios, sobre todo de la comunidad judía de México, que pudieron desarrollar muy buenos negocios en la capital. Pregunten a Reichman.

Sin embargo, específicamente con Slim, la distancia se empezó a hacer manifiesta sobre todo cuando arrancó la campaña y claramente después del 2 de julio.

La negativa a suscribir el Pacto de Chapultepec marcó claramente esa distancia.

El discurso que pronunció Slim la semana pasada, en la reunión organizada por Forbes, puso de manifiesto su inconformidad con la visión de quien fue su aliado en algún momento.

La izquierda que surgió de las elecciones se ha convertido en una corriente política radicalizada que ya no es el contrapeso adecuado a la visión liberal predominante en el Gobierno, el actual y el próximo.

La izquierda promotora de las grandes obras de infraestructura, interesada en la educación y en la promoción de las empresas nacionales, pareciera estar quedando como una reminiscencia.

Quizás por ello, personajes como el Presidente de Perú, Alan García (con sus posiciones actuales), son el ejemplo de la izquierda que le hubiera gustado ver gobernando México.

Ya nadie pensaba que AMLO tuviera el respaldo de Slim a estas alturas, pero fue muy significativo el hecho de que le haya criticado de manera muy clara y directa como lo hizo.

Aunque las operaciones de Telmex y otras de sus empresas son cada vez más internacionales, el motor del crecimiento sigue radicado principalmente en México.

Es tema de controversia la posición de privilegio que tiene Telmex en nuestro País, lo que le ha permitido obtener rentas que le han financiado adquisiciones en América Latina, pero el hecho innegable es que ha convertido esas rentas en activos que le darán ingresos en el futuro.

Otros han tenido esas rentas en otros sectores y se han sentado en ellas. En ese sentido, la crítica que le hizo a la izquierda es para que las personas inteligentes del PRD la analicen.

Conforme pasan las semanas se aprecia mejor el dilema que tiene la izquierda en México y los planteamientos de Slim apuntan a ese desafío.

Una posibilidad es que el PRD vuelva a formular las propuestas y los programas que le trajeron el respaldo de personajes como Slim.

La otra opción es que los "Panchos Villas" y compañía se conviertan en el prototipo del perredista y con ello ahuyenten a los que quisieran una corriente política con la mirada puesta en el siglo XXI y no en el siglo XIX, cuestión de ubicación.

Los políticos del PRD y los muchos advenedizos que se adhirieron a AMLO con la esperanza de alcanzar el poder tienen la palabra. Una opción es regresar a la izquierda a su votación histórica del 17 al 18 por ciento y allí dejarla o consolidar una corriente que responda a los desafíos del presente y sea una fuerza con posibilidades de ganar cada elección en la que compita.

Quizás lo que Slim olvidó en su crítica a la izquierda radical fue el "encanto de perder", que por décadas le dio identidad a los militantes socialistas y comunistas, que se encontraban el sentido de su vida en ser marginados, mártires o presos, y que nada temían tanto como ganar.

¿Serán de nuevo el prototipo a seguir?

Enrique Quintana, El Norte 
enrique.quintana@reforma.com

domingo, septiembre 24, 2006

 

Poder

La disputa por el poder que vive la política mexicana no es novedosa. De hecho, nuestra historia política es la historia de la lucha por el poder a costa de lo que sea sin importar los medios. Durante buena parte de los primeros cien años como nación independiente, México fue el escenario de una lucha cruda, directa y abierta. Si a finales del Siglo 19 y a lo largo de la era priista la situación fue de relativa calma, se explica por la institucionalización del poder y el establecimiento de reglas para el acceso al mismo. La reciente contienda reabrió la caja de Pandora y estamos de vuelta en el comienzo. Pero el devenir dependerá mucho más del gobierno de Felipe Calderón que del escándalo en la calle.

El lanzamiento de la Convención Nacional Democrática (CND) es un modelo creativo de búsqueda del poder. En lugar de proponer un golpe de Estado o una revuelta a la usanza del Siglo 19, lo que plantea es el desconocimiento del Gobierno, la postulación de un Presidente "-legítimo" y el inicio de una serie de actos de campaña en todo el País. Es decir, el objetivo de lograr el poder por un medio distinto al electoral se arropa con una vestimenta que suena a civilizada y, por el hecho de no ser violenta, pretende no ser objetada por nadie. Pero en el fondo, es evidente que se trata de una sublevación no violenta contra el poder legítimamente constituido. De hecho, es posible especular que si las encuestas para la contienda presidencial hubieran sido menos favorables a AMLO, quizá se hubiera dado la ruptura desde tiempo antes de las elecciones.

Ahora, el País se encuentra frente a hechos consumados que deben ser resueltos. Tenemos un Presidente electo y un Presidente autonombrado. Si bien uno goza del reconocimiento general de la abrumadora mayoría de la población y el otro no, la historia y la poca legitimidad de que gozan las instituciones sugiere que el devenir de este conflicto dependerá de la habilidad que cada uno demuestre para construir su propia legitimidad y de la forma en que conduzcan su propio actuar personal. De entrada, uno podría suponer que quien controla el aparato de gobierno tiene ventaja en este tipo de disputas, pero en una era de extraordinaria fragilidad institucional y con fuentes de poder tan dispersas, la historia no está escrita. Si a lo anterior se agrega el tamaño del desafío que enfrenta el País para ajustarse a la cambiante realidad económica internacional, resulta evidente que se avecinan años complejos.

El fin de la era priista no llegó cuando el partido perdió la Presidencia. El primer gobierno no priista de la era moderna mantuvo intacto todo el andamiaje institucional y conservó incólumes las estructuras del poder de aquel régimen. Todo esto favoreció el deterioro sistemático de la vida política nacional, impidió que se avanzara una agenda de reforma económica y erosionó el potencial para construir una democracia moderna.

El Presidente Calderón tendrá así que responder a dos retos monumentales: primero, el de consolidarse en la Presidencia, lo que implica darle una salida al movimiento que AMLO ha emprendido. De no hacerlo, su permanencia en el poder estará en entredicho. Segundo, el de impulsar la agenda de transformación tanto económica como política que el gobierno saliente fue incapaz de concebir, mucho menos de postular.

Bien encaminada, la percepción de crisis puede generar un sentido de urgencia que, a su vez, se traduzca en oportunidad. Aunque la política mexicana no es muy democrática ni plenamente institucional, un movimiento antisistémico como el propuesto por la CND constituye una amenaza para todos los partidos políticos y, en general, para toda la sociedad. Ciertamente, las estructuras de poder en el País son responsables de lo que existe, igual lo bueno y lo malo, y la única posibilidad de desarticular un movimiento antisistémico es mediante una hábil conjunción de dos estrategias: una orientada a cambiar la realidad y la otra a marginar el movimiento, aislarlo y darle una salida final.

Cambiar la realidad implica, por el lado económico, eliminar obstáculos al crecimiento y generar mecanismos para atacar directamente las causas de la pobreza. Por el lado político entrañaría la reconstrucción del andamiaje institucional a fin de que éste represente mejor a la ciudadanía, establezca pesos y contrapesos efectivos, limite la capacidad de daño de la política y los políticos a la sociedad y enfrente el problema de la criminalidad y el narco de manera directa. Un gobierno que logre avanzar de manera decidida en estos frentes habrá eliminado las causas de apoyo popular al movimiento que comenzó su búsqueda del poder por medios electorales y ahora constituye un movimiento que desafía las instituciones.

Pero el movimiento que comienza a cobrar forma ya tiene una lógica propia, independiente de las fuentes de apoyo popular que cultivó a lo largo de la campaña electoral. De hecho, uno de los cambios más perceptibles que se dieron en paralelo con el plantón de Reforma y el Zócalo fue que AMLO decidió dar la espalda al apoyo popular para volcarse hacia los grupos de choque que ahora le acompañan y le son más apropiados para una estrategia de lucha en las calles fuera de los marcos institucionales.

Desde esta perspectiva, marginar el movimiento que formalmente inició la semana pasada implicará una sagaz combinación de habilidad política, cooptación de liderazgos y apoyos, así como del uso de todos los recursos al alcance del Gobierno. El objetivo no puede y no debe ser reprimir, pero sí aislar el movimiento y darle una salida. La alternativa sería poner en peligro la estabilidad del País y la viabilidad de la sociedad mexicana.

Lo anterior no es excesivo. La idea de crear un movimiento democrático suena romántica y motivadora, pero no deja de ser atentatorio contra todos los logros que la sociedad mexicana ha tenido a lo largo del tiempo. Sin duda, ninguno de esos logros es suficiente, toda vez que la economía se encuentra estancada, la pobreza sigue aquejando a grandes proporciones de la población y las estructuras económicas, políticas y sindicales que existen no hacen sino preservar el statu quo. Pero, al mismo tiempo, la alternativa no es regresar al Siglo 19, una centuria de inestabilidad donde el progreso fue magro y la pobreza generalizada.

En política todos los momentos parecen decisivos, pero pocos realmente lo son. El momento actual podría ser el comienzo de una gran transformación nacional, pero también el de otra oportunidad perdida. A final de cuentas, el camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.

 Luis Rubio, El Norte
www.cidac.org

 

Ópera bufa

 
¿Por qué no estoy de acuerdo con Andrés Manuel López Obrador y la Convención Nacional Democrática?

Me formulé esa pregunta mientras veía en el televisor la multitud reunida en el Zócalo capitalino. Me la vuelvo a hacer ahora. La respuesta es la misma.

¿Coincido con la denuncia sobre la pobreza y la desigualdad que padece nuestro país? Desde luego.

¿Concuerdo con el propósito de hacer de México una nación libre, igualitaria y justa? Por supuesto.

Entonces, ¿qué me lleva a disentir del político tabasqueño y de quienes integran una alianza para apoyarlo?

Varias razones fundamentan mi postura. Tienen que ver con el derecho, la política y la ética. Explico.

Comienzo anotando consideraciones jurídicas. Invocar el artículo 39 de la Constitución para convocar a la Convención es improcedente.

Dicha norma consagra el principio de que "la soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo" (Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos).

Pero el numeral 41 de la Ley Suprema aclara: "El pueblo ejerce su soberanía por medio de los Poderes de la Unión... y por los de los Estados".

Ello significa que, aunque de modo sustancial y primario la soberanía reside en el pueblo, el ejercicio de ésta compete a representantes, es decir, a autoridades federales y estatales.

El artículo 39 postula que "el pueblo tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno".

Sin embargo, la Carta Magna, en el numeral 136, es enfática: "Esta Constitución no perderá su fuerza y vigor, aun cuando por alguna rebelión se interrumpa su observancia".

Lo anterior implica que el orden constitucional no debe ser vulnerado y que sólo el pueblo, no una asamblea minoritaria como la que se reunió el sábado pasado, tiene la facultad de cambiar la forma de gobierno.

Sigo con motivos políticos. Aludir a la democracia para designar a Andrés Manuel López Obrador como "Presidente Legítimo de México" es un contrasentido.

El modelo democrático presupone, no cabe la menor duda, un gobierno fincado en el poder popular.

No obstante, el régimen constitucional-pluralista se basa en el respeto a la libertad dentro del marco del Estado de derecho.

Y la designación de un "Presidente" por un órgano desprovisto de facultades para hacerlo representa una violación al orden normativo.

Termino con razones axiológicas. Calificar a las autoridades legalmente electas como integrantes de una "República simulada" es una inconsecuencia.

No es consistente invocar la Ley Suprema para desconocer a quien fue declarado Presidente electo por la instancia constitucionalmente competente.

No es congruente aceptar los resultados de los comicios en lo que respecta a senadurías y diputaciones y rechazarlos en lo que toca al Poder Ejecutivo.

Una y otra posiciones revelan contradicciones insalvables y, en el fondo, olvido del más elemental sentido ético.

Todo ello cuando el Presidente Vicente Fox baja la cortina, el Presidente electo Felipe Calderón no levanta el vuelo y la embarcación nacional muestra signos de hacer agua. ¿Quién tomará el toro por los cuernos?

¿Por qué no estoy de acuerdo? La Convención Nacional Democrática designó a Andrés Manuel López Obrador "Presidente Legítimo de México" y ese acuerdo viola principios jurídicos, políticos y axiológicos. Dicha acción es ridícula e irresponsable. Y, si no fuera porque pone en riesgo la estabilidad del País, sería apenas una grotesca ópera bufa.

Gerardo Puertas Gómez, El Norte 
gerardo_pg@terra.com.mx

sábado, septiembre 23, 2006

 

Pide Fuentes a AMLO dejarse de payasadas

Mónica Delgado, El Norte
Corresponsal
 
PARÍS.- El escritor Carlos Fuentes calificó de error el que Andrés Manuel López Obrador se haya proclamado "Presidente legítimo", y le sugirió dejar las "payasadas".

"López Obrador tiene todavía la gran oportunidad de encabezar un movimiento popular de izquierda que le haga la oposición al gobierno de Felipe Calderón, pero con seriedad, no con payasadas", señaló.

"Para payaso tenemos bastante con Chávez en el hemisferio, no necesitamos otro payaso", agregó Fuentes, al término de una conferencia en la Casa de América Latina.

Señaló que la designación como "Presidente legítimo" de López Obrador y la creación de un "Gobierno paralelo" perjudica al tabasqueño y al PRD.

"No le hace bien a López Obrador porque lo descalifica para seguir en un movimiento político tan importante como lo es el de la izquierda. También descalifica a todos los miembros del PRD que fueron electos para la Cámara de Diputados, el Senado, el Gobierno del DF y los gobiernos de los estados", estimó.

El escritor se manifestó también porque el Presidente electo, Felipe Calderón, acepte una agenda que puede que no sea precisamente la suya, pero que va a tener que negociar con la oposición, en el Congreso, en los medios, en las distintas instancias del poder.

viernes, septiembre 22, 2006

 

Headhunter

Excelente cartón de Paco Calderón, publicado en muchos medios el día de hoy.

 

¿Izquierda radical?

 

No se hicieron esperar las reacciones a lo planteado por el empresario más importante de México, Carlos Slim, en el sentido de que la izquierda en México se ha radicalizado, lo que debilita a la propia izquierda.

Representantes del Partido de la Revolución Democrática, como Alejandro Encinas, jefe del Gobierno capitalino, y Carlos Navarrete, líder de su partido en el Senado, no creen en dicha radicalización y exponen que la de su partido es una izquierda moderna, incluyente -pues da entrada a los empresarios- y es, además, propositiva.

Qué bien que se esté pensando así. México necesita una izquierda con esas características, fuerte y sólida, que sea un contrapeso al resto de las fuerzas sociales en el país, porque eso enriquecerá el espectro político nacional. Sin embargo, estos sensatos pronunciamientos ciertamente, como lo señaló Slim, no se corresponden con las facetas más agudas de la reciente movilización postelectoral promovida por la coalición Por el Bien de Todos, donde incluso se atentó contra los logros del gobierno capitalino que encabezó Andrés Manuel López Obrador, al generar un grave problema económico a la zona de la ciudad de México que él mismo ayudó a desarrollar.

La crispación e incertidumbre social generada por estas movilizaciones, los discursos del todo o nada, la constante amenaza de mayores daños a la ciudadanía, el exhorto a no dialogar con el gobierno ni con los interlocutores considerados "espurios", los llamados a no reconocer a las instituciones son elementos que abonan en favor de la tesis de Slim y que deben ser tomados en cuenta para no ser repetidos por quienes sí tienen en su agenda el propósito de construir una izquierda moderna -no dócil, como se insinuó-, sino en verdad incluyente y que sepa echar mano de la política para lograr sus fines.

Así fue, por este camino, como la izquierda mexicana pasó de estar proscrita, en los años 40 y 50, a ganar espacios electorales importantes en el país. Así debe seguir. El país no aguanta una izquierda imprudente que todo lo rechaza y nada acepta. El país tiene fuertes requerimientos de empleo, de desarrollo, de crecimiento, de competitividad, lo que sólo se puede conseguir por la vía de la estabilidad económica y el acuerdo social con los empresarios, los obreros, los campesinos y las burocracias.

Podrá haber diferencias de matiz en el énfasis que cada fuerza social o actor político pretenda imprimir a los cambios que el país necesita. De hecho la radiografía electoral del país, representada, por ejemplo, en la distribución de los partidos en el Congreso de la Unión, habla de una nación plural, con tres fuerzas mayoritarias, con tres proyectos de nación distintos -porque así es la sociedad mexicana-, que obligadamente tienen que ponerse de acuerdo para avanzar. No hay de otra. Nadie ganará por la fuerza ni imponiendo posiciones.

El ingeniero Slim criticó al PRD por tomar la ciudad que gobierna, pero no descartó a la izquierda como interlocutor necesario en la sociedad. Lo importante será que la visión del empresariado mexicano expresada por él, sea analizada, evaluada y tomada en cuenta por todos los partidos políticos, para encontrar salidas constructivas al impasse nacional generado por esta radicalización del movimiento social abanderado por el PRD.

EDITORIAL DE EL UNIVERSAL
22 de septiembre de 2006


jueves, septiembre 21, 2006

 

Chávez, el espejo internacional de AMLO

 

Muchos electores de López Obrador se han sorprendido y desilusionado por las actitudes del ex candidato después del dos de julio, observando por primera vez el verdadero rostro de un personaje que en el pasado creían estigmatizado por apenas un puñado de analistas. Muchos de esos electores han comprobado que el retrato era real y si hoy hubiera elecciones, todas las encuestas señalan que López Obrador ha logrado regresar a la media histórica del PRD: aproximadamente un 20 por ciento.

En ese capítulo de creer que mucho de lo que se decía del entonces candidato era por lo menos una exageración, se incluía el capítulo Chávez. Cuando se comparaba a López Obrador con el gobernante venezolano se decía que no era para tanto, que en realidad cuando gobernara sería diferente. Cuando algunos pocos asegurábamos que el gobierno venezolano estaba interviniendo en el proceso político en México, que financiaba agrupaciones e indirectamente campañas y candidatos, que movía sus piezas para respaldar ilegalmente a López Obrador, se decía, una vez más que era, por lo menos una exageración. Esa máscara hoy también ha caído: el apoyo de Chávez a López Obrador es evidente y público, a un nivel tal que el venezolano es un único gobernante del mundo que ha rechazado el resultado electoral en México, que asegura que le “robaron” la elección a su socio e incluso, pensando que nuestro país es alguna extraña república bananera, asegura que estaba analizando llegar a México para asistir a la “toma de posesión” de López, algo descartado ya por la SRE.

No deja de ser por lo menos absurdo que quien afirme tales cosas sea un golpista, un antidemócrata consumado que sólo cree en las elecciones si le dan un respaldo absoluto, que se ha cansado de cometer fraudes electorales y que ya ha elaborado una constitución a su medida para perpetuarse en el poder, jugando cada día más con la idea de construir un partido único (en los hechos ha asfixiado tanto a todas las oposiciones que está a punto de lograrlo y hoy en el congreso todos los legisladores son “chavistas”); un hombre que ha perseguido a los medios independientes, que los ha expropiado para transformar a su propia cadena de prensa, radio y televisión como la más importante, casi hegemónica del país. Un hombre que con su irracional diplomacia petrolera, está dilapidando la principal riqueza de su país invirtiendo en planes faraónicos alrededor del mundo sin posibilidad de recuperación, mientras su gente se debate entre el crecimiento de la extrema pobreza y el narcotráfico, un fenómeno que Chávez no combate con la excusa del enfrentamiento con Estados Unidos y su amistad con las FARC.

Don Hugo ha demostrado ser un aliado de hierro de la causa de López Obrador al tiempo que recibe la estafeta como líder del Tercer Mundo de ese otro demócrata llamado Fidel Castro (es lo menos que podía hacer Castro: Venezuela subsidia hoy a la isla en un porcentaje mayor de lo que lo hacía la URSS antes de la caída del campo socialista) y concreta otra alianza estratégica con el no menos democrático régimen iraní, para construir una coalición anti Estados Unidos mundial. Han llegado a tal grado los delirios del señor Chávez que el pasado 11 de septiembre aseguró, en televisión y cadena nacional, que la administración Bush era en realidad la que había organizado y realizado los ataques contra el World Trade Center y que, como le parecía sospechoso que las Torres Gemelas se hubieran derrumbado en apenas nueve segundos, éstas, seguramente habían sido dinamitadas por el propio gobierno de los Estados Unidos. ¿Qué se puede argumentar ante un mitómano de ese tamaño cuando, al mismo tiempo asegura, con la misma convicción, que en México le robaron la elección a su amigo Andrés Manuel?

En todo caso, lo que deberíamos analizar es, una vez más, cuál hubiera sido, hoy, la situación internacional de nuestro país si efectivamente López Obrador hubiera ganado las elecciones. Venezuela puede mantener su discurso antiestadounidense mientras le sigue vendiendo petróleo a Washington, porque la coyuntura y la geografía lo ayudan. Pero ¿qué sucedería si un país como México, con más de tres mil kilómetros de frontera común con Estados Unidos, con la frontera más transitada del mundo, con doce millones de paisanos que viven del otro lado y que envían 20 mil millones de dólares anuales a sus familias, con el segundo intercambio comercial más alto del mundo con la propia Unión Americana, que supera en decenas de veces todo el comercio de Venezuela con el mundo, adoptara la política internacional de Chávez?¿Se imagina usted al “presidente” López Obrador en estos días acusando, como Chávez, al gobierno de Estados Unidos no sólo de ser un peligro para el mundo, sino además, de haber dinamitado las Torres Gemelas para inventarse un atentado; a López en La Habana visitando a Castro en el hospital y reconociéndolo como su padre político; reunido con el presidente de Irán prometiéndole apoyo y respaldo a su programa nuclear rechazado por todo Occidente o apoyando a Corea del Norte en el propósito de tener una bomba nuclear con misiles de largo alcance?¿usted cree que en Washington estarían viendo sólo con una mezcla de preocupación e irritación al “nuevo gobierno” de López Obrador como hacen hoy con el de Chávez? Hubiera sido un desastre y no en vano, en su ya conocida carta, Cárdenas destaca tanto la ignorancia de López Obrador en estos temas.

Y queda como pregunta: ¿seguirá permitiendo el gobierno federal la presencia de centenares de supuestos maestros y médicos cubanos en Oaxaca, en Guerrero y en Michoacán, tres estados, por cierto, con graves desafíos a su estabilidad interna?¿tolerará los intercambios del gobierno de Chávez con autoridades como las de Carrillo Puerto en Quintana Roo o el financiamiento a organizaciones en el DF?

Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico Excelsior Fecha: Jueves, 21 de Septiembre de 2006


 

Superioridad Moral ...

Todos los conocemos. Nos hemos topado con ellos. Los hemos visto actuar con un aplomo y una seguridad envidiables. Se trata de aquellos que se sienten superiores al resto de los mortales. Pero no cualquier superioridad: no los más fuertes o los más rápidos, no los más trabajadores o los más creativos; sino los que piensan y actúan como si fueran superiores en términos morales. Aquellos que se creen mejores que los demás y ven al resto de la humanidad con desdén, desde arriba, con un inmenso orgullo y una patética arrogancia.

Suelen sentirse así por diversos motivos (no hay pretensión alguna de exhaustividad en la siguiente enumeración): porque encarnan una religión que consideran la única, la auténtica; porque son parte de una causa que les parece la más relevante, la que le da sentido a la vida; porque comparten una ideología que supera -según ellos- al resto; porque representan las auténticas causas del pueblo y se alimentan de sus pulsiones y necesidades. Son aquellos que por pertenecer a un grupo, una organización o una corriente, ostentan de manera rutinaria pero enfática su superioridad moral.

Fuera de su círculo, lo único que encuentran son intereses aviesos, objetivos mezquinos, causas deleznables. Son aquellos que exaltan lo propio y abominan lo ajeno; una corte que se atribuye todas las virtudes y es incapaz de reconocer algún mérito en todo aquel que no comparta sus convicciones. Son los que construyen un "nosotros" superior y un los "otros" inferior y perverso.

En política hay que temer a las derivaciones del comportamiento de quienes están poseídos por el síndrome de superioridad moral, porque suelen no estar capacitados para vivir y convivir con "los otros". Porque si en ellos encarnan las causas justas, las aspiraciones del pueblo, las verdades incontrovertibles, no tendrán paciencia ni ganas ni necesidad ética para contemporizar con la injusticia, las mentiras y los errores del antipueblo. Por supuesto, esos calificativos son de ellos. Y son las anteojeras que les ayudan a explicarse y explicar la dinámica "profunda" de la contienda política.

Esa fórmula es incapaz de ver en el debate y la lucha política diagnósticos distintos, intereses encontrados, valores que ponen en acto aspiraciones diversas, verdades relativas, maniobras de los contendientes, sino que todo ello es filtrado a través de una lente que sólo percibe una contienda entre el Bien y el Mal en términos absolutos. Sobra decir que el Bien -sin mediaciones- son ellos.

Esa forma de ser sirve para cohesionar al grupo, para animarlo, para ofrecerle un sentido a su acción y en ocasiones a la vida misma, para vivir la política con altas dosis de excitación y sentido de trascendencia, pero para lo que no sirve, para lo que está incapacitado, es para convivir con "los otros". Puesto que por definición son inferiores en términos morales, ¿para qué tomarlos en cuenta?, ¿para qué dialogar con ellos?

La supuesta superioridad moral es expansiva, seductora. No son pocos los que desean ingresar al selecto círculo y por supuesto el grupo ejerce sobre ellos una atracción irresistible. Se vive una especie de hipnosis colectiva. Algunos de ellos desean ser vistos con pasmo admirativo. Dado que son superiores reclaman un tratamiento reverencial.

Sobra decir que se trata de pulsiones profundamente antidemocráticas, porque la democracia supone precisamente lo contrario: que la diversidad de ideologías, sensibilidades, diagnósticos, propuestas, intereses, son el auténtico capital de una sociedad, y que tratar de homogeneizarla no es sólo antinatural, sino profundamente costoso para esa misma sociedad. Pero para quien está poseído del espíritu de la superioridad moral, todo aquello que no embone con sus pulsiones debe ser combatido y destruido.

El sentimiento de superioridad moral aparece entre letrados e iletrados, entre hombres y mujeres, entre direcciones y bases, es decir, no respeta sexo, escolaridad, jerarquía política. Es un modo de concebirse y de ser que desata de manera natural una cauda de soberbia, desdén, autosuficiencia y desprecio. Se trata de los perdonavidas que lo son porque invariablemente se encuentran del lado justo de los conflictos que por supuesto son sencillos, transparentes, elementales, como un dulce cuento de Cachirulo contra Fanfarrón.

Ese reduccionismo infantil es connatural a la superioridad moral. Porque para estar afinado en ese sentimiento es imprescindible simplificar los fenómenos, reducir la complejidad a un esquema elemental, ubicar al bien y al mal en bandos claramente diferenciados, estáticos y permanentes. Como una historia contada por un niño de seis años. La explicación debe ser armónica, sin aristas ni ambigüedades. Y es más: los acontecimientos subversivos de sus esquemas suelen no sacudirlos.

La superioridad moral reclama de altos grados de rigidez y de filtros mentales de tal magnitud que pueden prescindir de las evidencias. Una corruptela, una serie de mentiras o una indignidad de los suyos puede ser negada o exorcizada; que al final "una golondrina no hace verano". Su sistema de resistencias no es fácil de vulnerar, menos con unas tristes evidencias de esa sustancia tan moldeable que genéricamente llamamos "realidad". Un mismo acto cometido por ellos o por los otros tiene un significado distinto. Lo que en los otros es inaceptable en ellos es legítimo.

El problema mayor es que no sólo son de difícil trato, no sólo hacen pesadas las relaciones personales, sino que cuando son significativos en el mundo de la política, pueden erosionar -a nombre de su superioridad moral- el trato entre iguales que supone la vida en democracia.
 
José Woldenberg, El Norte
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Cualquier similitud con cierto grupo político mexicano, minoritario, que esta dando mucha lata al resto de la sociedad, heterogenea, mexicana, es mera coincidencia.
 


 

¿Por qué perdió?

 
Si hubiera apostado sobre el resultado de la elección presidencial, hubiera perdido una lana. El candidato del PRD no me despertaba simpatía, pero mi percepción era que AMLO tenía la mayoría de votos en la bolsa. Para bien de México, mis intuiciones estuvieron equivocadas. No estaba solo en mi error. Millones de conciudadanos festejaban o se asustaban ante la inminencia de que el Peje despachara desde Los Pinos. Hoy las predicciones erradas pertenecen a la historia. Felipe Calderón ganó la elección y es Presidente electo. ¿Por qué la victoria del Peje se tornó en un espejismo? ¿Por qué un candidato que estuvo tres años en la cresta de las encuestas acabó en segundo lugar? La izquierda mexicana jamás podrá ganar una elección presidencial si no responde con serenidad a estas preguntas.

Reconocer una derrota implica aceptar las culpas de uno y los aciertos ajenos. La mitología del fraude electoral permite enfrentar el fracaso del 2 de julio, sin pasar por el doloroso proceso de la autocrítica: "Nuestro candidato y su consistencia moral son indestructibles, sólo perdimos porque nos hicieron trampa." La fábula del chanchullo en los comicios tiene una clasificación específica en la ciencia que inventó el doctor Freud. La evasión psicológica es un mecanismo de defensa, donde la mente del paciente suprime ideas y recuerdos dolorosos para almacenarlos en el oscuro del subconsciente. "El fracaso del Peje no se debe a la ausencia del primer debate presidencial, a los insultos contra Vicente Fox o su asociación con un dino-sector del PRI." Todos estos yerros sólo podrán ser reconocidos después de varias horas en el diván. Interpretar el resultado del 2 de julio como un engaño es mucho menos doloroso que asumirlo como un fracaso en la estrategia de campaña.

Otra manera de evadir el lastimoso juicio del espejo es buscarse algún chivo para expiar las propias metidas de pata. En un texto en La Jornada, Elena Poniatowska señala al encapuchado Marcos, a Patricia Mercado y a Cuahutémoc Cárdenas como responsables de la votación insuficiente de AMLO. La escritora da voz al espíritu de linchamiento contra cualquier militante de izquierda que se atreva a disentir del caudillo perredista. La responsabilidad de la derrota no es del emisario de la esperanza, sino de aquellos que no lo apoyaron incondicionalmente.

Existen docenas de teorías, complementarias y excluyentes, para explicar la derrota del Peje. Va a continuación mi explicación favorita. López Obrador perdió la elección porque nunca entendió las consecuencias políticas y sociales de la estabilidad económica. Entre 1970 y 1995, las crisis sexenales eran un hecho de la vida, como el frío en el invierno. Las olas de devaluaciones e inflaciones galopantes encogieron a la clase media y empobrecieron a millones. El gobierno de Fox es el primer periodo sexenal sin crisis económica desde tiempos de Díaz Ordaz. Las ventajas de la estabilidad económica están a la vista. Durante 2005 se vendieron más de 1 millón de coches nuevos en el país y a lo largo del sexenio 3 millones de familias compraron casa propia. Este grupo de mexicanos tiene licencias de conducir, títulos de propiedad y credencial de elector. Por primera vez en 30 años la clase media creció de tamaño.

Estos mexicanos tienen un miedo natural a perder su nuevo estatus. Sus parientes o amigos que apenas están ahorrando para el enganche de su primer coche o su departamento, tienen ilusión de ingresar a esta sociedad de propietarios. El encuestador Daniel Lund sostiene que los miedos y aspiraciones de una emergente clase media determinaron el resultado de la elección. El discurso de AMLO no se ajustó al contexto de una década de estabilidad en las finanzas nacionales. El rayo de arrogancia creyó entender a México entero pero apenas comprendió a una parte. AMLO leyó con claridad la frustración de 14 millones de mexicanos que no han obtenido ni beneficio ni esperanza por el rumbo de la economía, pero esos votos no fueron suficientes. Felipe Calderón se convirtió en una opción que inspiraba mayor seguridad, pero el candidato del PAN no ganó la elección presidencial, el Peje se derrotó solo.
 
Juan E. Pardinas, Reforma, 17 de septiembre

miércoles, septiembre 20, 2006

 

Dejan a AMLO 41 diputados perredistas

Por: NOTIMEX, Miércoles, 20 de Septiembre de 2006
 
Un diputado federal perredista explicó que como él hay unos 40 diputados federales del PRD que no estan de acuerdo con las acciones que encabeza López Obrador.

México, D.F. Una cartulina con la leyenda: “Yo pienso igual que Cárdenas” marcó el inicio del virtual distanciamiento de diputados federales del Partido de la Revolución Democrática (PRD) con el movimiento que encabeza Andrés Manuel López Obrador.

En plena sesión en el Palacio Legislativo de San Lázaro, perredista Francisco Santos Arreola sacó de su curul la cartulina, ante la sorpresa de propios y extraños, donde “marca su raya” de las acciones que encabeza el político tabasqueño.

En entrevista explicó que “como yo hay por lo menos unos 40 diputados federales del PRD que no estamos ya de acuerdo con las acciones que encabeza Andrés Manuel, pero aún no se animan a decirlo públicamente por las críticas que recibirán”.

Destacó que en lo personal acata el fallo del Tribunal Electoral que otorgó el triunfo a Felipe Calderón Hinojosa y “de ninguna manera me voy a subir a la tribuna para impedir la ceremonia y la transmisión de poderes el próximo 1 de diciembre”.

El legislador federal por el municipio de Cuautitlán, agregó que coincide con las críticas vertidas por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano en torno al error de López Obrador de autonombrarse “presidente legítimo”.

“Creo que López Obrador en muchos momentos ha sido soberbio, cuando decía que era indestructible, que no era necesario ir al primer debate.

Se cometieron varios errores”, opinó. Señaló que como legislador federal juró respetar la Constitución Política mexicana y por ende acata el fallo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que otorga el triunfo a Calderón Hinojosa.

“Yo sé que hay muchos compañeros que como yo no comulgan ya con las acciones de Andrés Manuel y tarde o temprano la gente más mesurada del PRD habremos de vencer los radicalismos”, sostuvo.

Comentó que si bien llegó al PRD por invitación de López Obrador hace un año finalmente se debe a sus electores, quienes le criticaron la toma de la tribuna del 1 de septiembre y que le han exigido congruencia con el respeto a las instituciones y a las leyes.

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Ya empezaron a saltar las pulgas. Ya era hora. Parecía increíble que hubiera tanta gente fanatizada con AMLO. Tenía que aparecer la corduda tarde o temprano.


 

Cría cuervos y te sacarán los ojos

Lo más incongruente (hilarante también) de todo esto, del linchamiento de Cárdenas por parte de los AMLOfílicos, es que hace 6, 12 y 18 años la gran mayoría de ellos, por no decir todos, votaron por Cárdenas. Hace 6 años defendieron a capa y espada a Cárdenas.

Hoy ya tienen un nuevo mesías a quien seguir, a quien adorar. ¿Dónde quedo la autocrítica al interior de la "izquierda" mexicana? Yo creo que nunca ha existido. Precisamente por eso no han evolucionado y todavía tienen pensamientos marxistas que hace más de 30 años caducaron. Siguen siendo revolucionarios románticos. Y ese romanticismo revolucionario es lo que AMLO les da.

Siguen sin entender que la mayoría de los mexicanos no pensamos así, no pensamos dentro de la reducida, maniquea, caja de la geometría política unidimensional (solo izquierda y derecha). Sólo alrededor del 10% de la población es empática con su manera de ver las cosas. Y si siguen con ese comportamiento, sin evolucionar, nunca llegarán al poder. Al menos no por los votos. Y quizá ya se dieron cuenta de eso y precisamente por eso están haciendo lo que están haciendo: renegar de las instituciones. Pero eso si, cobrando sus dietas en el Congreso, recibiendo sus prerrogativas como partidos políticos del IFE, del Erario, de nuestros impuestos. Exprimiendo el Erario del DF. Hipócritas.

martes, septiembre 19, 2006

 

Un Mussolini tropicalizado

Hay diferentes maneras de hacer el ridículo, casi todas ellas exploradas con anterioridad, pero la de López Obrador el sábado en el Zócalo capitalino rebasa, con mucho, a la de varios de sus numerosos antecesores en la vida política nacional.

Decíamos la semana pasada que la llamada Convención Nacional Democrática, en principio de cuentas no era ninguna de las tres cosas: no era una convención porque no había delegados representativos: cualquiera que se presentara como delegado, aunque fuera de sí mismo, era inmediatamente registrado y ahí quedaron en la portada de los periódicos los payasos con sus gafetes de delegados; no era nacional, porque en el resto del país, fuera de la Ciudad de México (donde el clientelismo y la manipulación del gobierno local operan ya fuera de toda discreción), la CND y el lopezobradorismo simplemente son una historia lejana e incomprensible; y mucho menos era democrática: en realidad, fue un acto de corte, diseño y concepto fascistoide, donde no se permitió a nadie discutir nada; donde las resoluciones fueron entregadas a los asistentes antes de que comenzara el mitin, en el cual en apenas 28 minutos se aprobó todo lo que propuso López Obrador, incluido el nombramiento de "presidente legítimo" (un paso golpista más que lo acerca, como siempre ocurre con este personaje, al autoritarismo de derecha); incluso los pocos que se atrevieron a intentar votar a mano alzada en contra de esa designación fueron intimidados para que olvidaran esa pretensión; se montó (en forma particularmente cobarde y con pleno respaldo de López Obrador) una campaña de insultos para Cuauhtémoc Cárdenas y cualquier disidente.

López Obrador no recuerda a ningún líder de izquierda conocido, pero sí a viejos y nuevos líderes fascistas o neofascistas. A Michelángelo Bovero, por ejemplo, en el excelente ensayo que publicó hace un par de semanas en Excélsior, su forma de no aceptar la derrota le recuerda a Silvio Berlusconi. Agrega Bovero que "no siempre, aun cuando sea formalmente legítima, una protesta tiene motivaciones y fines aceptables desde un punto de vista democrático. A veces puede representar un peligro para la salud de la democracia... la decisión de una multitud que responde a las preguntas del líder con un sí o un no, que aprueba levantando la mano, no es una decisión democrática. Es más bien equiparable a la aclamación, que constituye (según decía Bobbio) precisamente la antítesis de la democracia... a quien conoce la historia del siglo XX italiano la imagen de una multitud que responde ‘¡¡¡sí!!!’ a la pregunta del líder, evoca terribles recuerdos". En otras palabras: a Bovero la forma de hacer política de López Obrador le recuerda a Mussolini y cuando veíamos el sábado a Elena Poniatowska llamando "líder" a López Obrador y olvidando cualquier sentido crítico con respecto al movimiento del que forma parte, nos recordaba a un Charles Maurras tropicalizado.

El fascismo, dice el maestro de Bovero, Norberto Bobbio, en su Diccionario político, "es una ideología de crisis" y nace como respuesta a "la falta de integración, bajo diversos aspectos, entre muchos individuos y los modelos institucionales constituidos". Cuando nos preguntamos cuál es el sentido de esta movilización post 2 de julio del lopezobradorismo, de las asambleas informativas, los plantones, la CND, la autodesignación como "presidente legítimo", la respuesta que tenemos de algunos dirigentes del movimiento es que, si no realizan esas acciones, desaparecerían de la opinión publicada, lo cual es falso: si López Obrador hubiera aceptado el resultado electoral pero hubiera exigido toda una agenda de reformas políticas y sociales al próximo gobierno, sin duda estaría en los medios, hubiera mantenido o aumentado su popularidad y hubiera contribuido a la consolidación democrática, pero hizo todo lo contrario y ha perdido presencia en los medios y popularidad, al tiempo que se ha colocado como enemigo de las instituciones democráticas. Sin embargo, la respuesta está en el propio Mussolini, convencido de que "la primacía le corresponde a la acción, aun cuando esté equivocada. Lo negativo, el eterno inmóvil, es condenación. Yo estoy de parte del movimiento. Yo soy un marchista". ¿Y las marchas desde Tabasco, las marchas capitalinas, el plantón, no convierten al autoproclamado presidente legítimo también en un marchista, no está dando primacía al movimiento y a la acción por encima de la razón?

El concepto de movimiento es clave para estas formas políticas que en América Latina han tenido exponentes tan destacados como Juan Perón o Getulio Vargas en la posguerra o Hugo Chávez en la actualidad. Por eso el partido del que surge el líder debe disolverse en el movimiento. Por eso el Frente que se integró el sábado tiene como objetivo diluir en él al PRD, porque el partido se convierte en un estorbo para el liderazgo unipersonal: así ocurrió con todos esos movimientos similares, del pasado o del presente. Giran política e ideológicamente sólo en torno al líder, no admiten disidencias ni debates. Perón, Vargas, Chávez, Castro, desaparecieron o se enfrentaron a los grupos o partidos políticos organizados que los llevaron al poder y crearon su propio movimiento, con indefiniciones tan grandes, tan amplias, que permiten cualquier maroma política del líder. Decía Mussolini: "Los prejuicios son mallas de hierro o de oropel. No tenemos el prejuicio republicano ni el monárquico, no tenemos el prejuicio católico, socialista o antisocialista. Somos cuestionadores, activistas, realizadores".

El objetivo primero, por lo tanto, es desaparecer al Partido de la Revolución Democrática y diluirlo en el Frente. ¿Y qué mejor demostración para ello que los acompañantes de López Obrador en el templete del Zócalo el sábado?, ¿cuántos dirigentes de izquierda, del perredismo real, estaban allí avalando su futura liquidación? 

 Jorge Fernández Menéndez, Excélsior 

 

De la izquierda

"El camino de la confrontación, de romper y no respetar un orden constitucional, no dará los mejores resultados para el País."
 Cuauhtémoc Cárdenas
  
A primera vista, la izquierda mexicana parecería estar unida en torno a Andrés Manuel López Obrador. Todos los integrantes del PRD repiten, con entusiasmo y aparente convicción, el dogma de que hubo un fraude en las elecciones del 2 de julio y que por lo tanto hay que repudiar las instituciones del País. Se ha creado también un Frente Amplio Progresista que busca preservar la unidad que en la campaña tuvieron los partidos de la coalición Por el Bien de Todos.

Nadie en la llamada Convención Nacional Democrática se atrevió a cuestionar la monárquica proclamación de Andrés Manuel López Obrador como "Presidente legítimo de México". Y cuando Elena Poniatowska mencionó en la Convención el nombre de Cuauhtémoc Cárdenas, los participantes respondieron de inmediato con chiflidos, abucheos y acusaciones de "traidor".

Sin embargo, las voces disidentes de la izquierda empiezan a surgir en distintos puntos y podrían con el tiempo convertirse en avalancha. Cárdenas ha sido hasta ahora el más abierto y congruente crítico de López Obrador desde la izquierda. En su primera entrevista a un medio de comunicación desde las elecciones del 2 de julio, la cual se publicó ayer, le dijo a Joaquim Ibarz, corresponsal de La Vanguardia de Barcelona, que el nombramiento de López Obrador como Presidente de México en una votación a mano alzada "es un grave error, que puede tener un alto costo para el PRD y para el movimiento democrático... Hay que respetar las instituciones. El camino de la confrontación, de romper y no respetar un orden constitucional, no dará los mejores resultados para el País".

En el número de septiembre de la revista Letras Libres, el prestigiado investigador emérito de la UNAM, Roger Bartra, integrante de esa generación que llevó al Partido Comunista a la democracia, afirma en el ensayo "Fango sobre la democracia" que "el candidato de la izquierda populista ha volcado un inmenso alud de lodo sobre las elecciones presidenciales más transparentes y auténticas que ha habido en México. No ha aceptado su derrota, ha denunciado un inmenso fraude, sin probarlo, y ha rechazado las decisiones del Tribunal Electoral".

López Obrador, según Bartra, no es un hombre de izquierda, sino un representante de un "populismo conservador": "Populismo porque su base es la relación del jefe con 'su' pueblo, al margen de las instituciones democráticas de representación... Conservador porque se propone preservar o restaurar formas de poder e ideas propias de nuestro antiguo régimen, el autoritarismo revolucionario que dominó a México durante siete décadas."
 
López Obrador parece haber perdido contacto no sólo con las instituciones democráticas, sino incluso con las más racionales convenciones republicanas. Su proclamación como "Presidente legítimo de México" en un voto a mano alzada en una asamblea de simpatizantes puede parecer una burla o una parodia. Lo increíble es que tanto López Obrador como muchos de sus seguidores se la han tomado en serio. Quizá por eso el diario El País, usualmente asociado con los socialistas españoles, le señalaba ayer a López Obrador que su comportamiento ha pasado "del esperpento a la amenaza real para las instituciones políticas de México".

Según el editorial de ese periódico titulado "De mal en peor", el tabasqueño está siguiendo el camino de los líderes de Venezuela y Bolivia que buscan "perpetuar o ampliar las presidencias actuales sin pasar por las unas. Son la excrecencia de actitudes caudillistas o de simple desprecio a las reglas más elementales que deben respetar todos los partidos democráticos: el ganador, por el margen que sea, gobierna".

Algunos izquierdistas mexicanos que durante años defendieron la vía democrática para alcanzar el poder hoy prefieren cerrar los ojos a los abusos del cacique. Amalia García, Jesús Ortega y Carlos Navarrete son tres ejemplos de perredistas que hasta ahora habían mantenido posiciones socialdemócratas, pero que ahora aplauden las posiciones antidemocráticas de López Obrador. Es difícil saber si lo hacen por temor a un linchamiento como el que ha sufrido Cárdenas o si, como Andrés Manuel, siempre ocultaron detrás de un barniz democrático sus verdaderas posiciones autoritarias.

Roger Bartra se pregunta en su ensayo de Letras Libres: "¿Cuántas escenas de bochornoso resentimiento tendremos que soportar antes de que las corrientes más sensatas de la izquierda logren frenar a su cacique? Espero que, en la izquierda, intervengan sus líderes más democráticos, sus gobernadores más sensibles, sus aliados más inteligentes y sus intelectuales más críticos. Si no logran cambiar el curso de la confrontación, se enfrentarán al sólido muro de una coalición que representará a la inmensa mayoría de los ciudadanos, y la izquierda seguirá pataleando tercamente como un chivo en la cristalería de la democracia".
 
Magú
Hay otra voz que insiste en defender públicamente los principios democráticos de la izquierda: es el caricaturista Magú. En las páginas de La Jornada señalaba ayer: "La izquierda luchó años y años para llegar al poder por la vía de las elecciones... Hoy le bastó una votación económica para llegar a la Presidencia". En la caricatura aparece una imagen de López Obrador que dice: "Aquí los algoritmos de Hildebrando y las inconsistencias de Ugalde nos pelan los dientes".

Sergio Sarmiento, El Norte 
sarmiento.jaquemate@gmail.com

 

La tragedia

¿Qué seriedad tiene lo que digan o no los diputados o senadores del PRD?

En el camino

La farsa del zócalo el 16 de septiembre no sólo sirvió para la proclama del "presidente legítimo", sino que fue la señal de partida para una estrategia que se analizó en días pasados entre las bancadas del PAN y del PRI al Congreso, y que recibió la bendición precisamente del zócalo, al concluir los trabajos de la llamada convención nacional democrática. Es decir, en los próximos tres años se conformará un bloque entre cinco de las ocho fuerzas representadas en el Congreso y que trabajarán sin el PRD. Así, todas las reformas propuestas, sean por el Ejecutivo o por el Legislativo, serán discutidas, analizadas, negociadas y aprobadas por las bancadas del PAN, PRI, PVEM, Panal y Alternativa. Se espera, en esa misma lógica, que con el correr de los meses las dirigencias de los partidos del Trabajo y Convergencia regresen "a lo suyo" -en palabras de los propios legisladores-, que no es otra cosa que mercadear sus posiciones al mejor postor.

Lo interesante del asunto es que la proclama del "legítimo" le dio a PRI y PAN la coartada perfecta para dejar fuera de los trabajos parlamentarios de la 60 Legislatura al partido de la izquierda institucional, el PRD, a pesar de su histórica fuerza en el Congreso -segunda bancada más numerosa en la Cámara de Diputados y tercera en la de Senadores-, con lo que se confirmará que el caudillo habrá dilapidado su capital político. Pero no se trata sólo de una ocurrencia, sino de una decisión que ya incluye una estrategia mediática para explicar las razones políticas de la marginación del PRD. En pocas palabras, con las acciones del "legítimo" se expondrá a los ciudadanos la razón por la que esa fuerza política se quedará fuera de las decisiones en el Congreso. En síntesis, se esgrimirá una suerte de automarginación, ya que las bancadas del PRD en diputados y senadores obedecerán más al "gobierno itinerante" que al gobierno constitucional.

El asunto, empero, tiene mucho más de fondo. Resulta que al convertirse en los principales impulsores del "gobierno legítimo", los diputados y senadores del PRD perdieron toda capacidad de diálogo, negociación y acuerdo. ¿Por qué? Porque nadie en San Lázaro o Xicoténcatl los tomará en serio, estará dispuesto a pacto o acuerdo alguno, por la sencilla razón de que no representan a los electores que los llevaron al cargo, tampoco representan al partido en cuyas siglas se agrupan. Representan, simple y llanamente, a un poder fáctico, formado al margen de las instituciones y que desconoce al Congreso constitucionalmente establecido.

Y no les falta razón a los diputados de PAN, PRI, PVEM, Panal y Alternativa, sobre todo porque la estrategia de esquizofrenia en la que ha entrado el PRD, literalmente lo convierte en un partido sin pies ni cabeza, convertido en movimiento social en rebeldía, encabezado por un caudillo que ha declarado la guerra al diálogo, el acuerdo, la negociación y a toda posibilidad a la política. Frente a esa realidad surge una pregunta obligada: ¿qué capacidad de maniobra, de negociación, de acuerdo, tendrán las bancadas del PRD en diputados y senadores? Peor aún, el problema se agrava si se toma en cuenta que la legitimidad, confianza y credibilidad ciudadana en los diputados y senadores del PRD sufrió una severa merma luego de la proclama del "legítimo" -según sondeos elaborados por los grupos parlamentarios-, lo que reducirá no sólo su influencia sino la confianza de los ciudadanos.

Frente a la situación que se vive entre el PRD y su "presidente legítimo", en los círculos políticos se hace una serie de preguntas que parece en broma, pero que son en serio, muy serias: ¿quién manda en el PRD? ¿Con quién se puede dialogar de ese partido? ¿Quién tiene capacidad no sólo de diálogo, sino para responder por tal o cual acuerdo? ¿A qué ventanilla se tendrá que acudir? ¿Qué seriedad tiene lo que digan o no los diputados o senadores del PRD?, sobre todo si todo acuerdo puede ser descalificado en la plaza. La crisis que vive ese partido parece avanzar hacia el espacio de una tragedia, porque en los meses previos al 2 de julio los perredistas depositaron todo su capital político en un solo hombre, el caudillo, al que obedecían ciegamente.

Pero frente a la nueva realidad, en donde el PRD tiene un pie en el Congreso, otro en los gobiernos estatales -incluido el del DF-, y otro en su "gobierno legítimo", en los hechos no hay estructura partidista ni mando alguno capaz de moverse en ese trípode político-social-rebelión en que se ha metido el partido. Y es que se debe recordar que el caudillo impuso a la actual dirigencia del PRD, pero los nuevos coordinadores parlamentarios no la respetan, y al mismo tiempo apoyan al "legítimo", en tanto que se niegan al diálogo en el Congreso. Es una tragedia que opera contra la izquierda. Y parecen tener razón los que auguraban que el objetivo del caudillo era la destrucción del PRD. Al tiempo.

Que en cualquier momento podría intervenir la fuerza pública en Oaxaca... Circula en internet que lo bueno del legítimo es que no se podrá reelegir en 2012.

 

Ricardo Alemán, El Universal

aleman2@prodigy.net.mx


 

Sonrie, ¡ya empaté!

Buen dia a todos!

Les comparto el cartón de Paco Calderón publicado hoy en diversos medios:
http://pacocalderon.net/xoops/uploads/photos/1756.jpg

2006/09/19  ¡Sonríe, ya empaté!

Los productos patito, piratas, mal hechos, al a'i se va, son muy comunes en México. Es esa parte de nuestra idiosincrasia que nos tiene amarrados al pasado, al tercermundismo. Ahí esta la causa raíz de nuestros problemas. No son los políticos, pues al final de cuentas los políticos son parte de la sociedad, salen de entre nosotros. Somos todos que no ponemos nuestro granito de arena. Eso es lo que representa la república patito de AMLO, el pasado, el maniqueísmo, la intolerancia, la antidemocracia.

Yo ya estoy HARTO de AMLO, ¿y tú, qué estás haciendo para evitar que esta gente se adueñe del país?

Ya basta de ser ciudadanos patito, ¿no creen?

Dany Osiel Portales Castro
Monterrey, NL, México

http://editorial-danyportales.blogspot.com/

"Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio" (Albert Einstein)

"La vida es muy peligrosa. No para las personas que se hacen el mal, sino por las que se sientan a ver lo que pasa". (Albert Einstein)

"La inteligencia de un ser humano se mide exactamente por la cantidad de felicidad que éste pueda crear para él y para los demás" (Germán Dehesa)

"El castigo que los hombres buenos tienen que pagar por no estar interesados en la política es ser gobernados por hombres peores que ellos mismos" (Platón)





 

Lupa Ciudadana, ¿qué sigue?

Fernando García Ramírez

http://www.lupaciudadana.com.mx

La primera etapa de Lupa Ciudadana (dedicada a crear una memoria crítica de las declaraciones y promesas de los candidatos a la Presidencia de la República) ha llegado a su fin. Debido a la coyuntura inédita que vivió nuestro país (un candidato impugnó, a través del Tribunal Federal Electoral del Poder Judicial, los resultados de la elección, y el Tribunal falló en contra de sus impugnaciones), ampliamos la cobertura y cubrimos el conflicto postelectoral: publicamos las declaraciones de los todavía candidatos del PAN y la Coalición por el Bien de Todos, así como las declaraciones más importantes de los principales actores (dirigentes, voceros, etc.) de ambos partidos; todos los documentos (desplegados, anuncios, cartas) que se generaron durante la controversia; los principales argumentos impugnadores (así como sus contraargumentos); y las opiniones de los más destacados escritores, intelectuales y editorialistas sobre el proceso postelectoral. Todo este material –los discursos de campaña y sus evaluaciones, y el seguimiento del conflicto postelectoral- se podrá consultar permanentemente en esta página web. Pretendemos con ello crear una memoria crítica, de interés para los estudiosos, pero también para todo aquel ciudadano que quiera cotejar las declaraciones futuras de los actores políticos con lo que anteriormente dijeron. Es tarea de la ciudadanía impedir la impunidad declarativa: México debe dejar de ser un país sin memoria. 


    ¿Qué sigue? Nuestra labor –de vigilancia de los poderes públicos- apenas comienza. En los próximos meses lanzaremos, alojados en este mismo portal web, los siguientes proyectos: Lupa Ciudadana Poder Legislativo (que dará seguimiento crítico, desde el 1° de noviembre, a los quehaceres de los 500 diputados federales y los 132 senadores de la República); Lupa Ciudadana Poder Ejecutivo (que recogerá, desde el 1° de diciembre, todas las declaraciones, y hará la crítica de las mismas, del titular de la Presidencia y de sus principales Secretarios de Estado); y Lupa Ciudadana Distrito Federal (que, desde el 4 de diciembre, se encargará de hacer un registro crítico de las declaraciones del Jefe de Gobierno del Distrito Federal y de sus principales colaboradores).


    Cada uno de estos proyectos perseguirá el mismo fin: vigilar a los poderes públicos, brindar a la ciudadanía instrumentos para que vaya acotando la discrecionalidad con la que actúa nuestra clase política. Nuestro objetivo –consolidar y ampliar los cauces de nuestra democracia- se verá cumplido si una ciudadanía activa hace suyo este sitio. Para cumplir dicho objetivo, Lupa Ciudadana enfatizará el contacto directo con sus usuarios, hará más interactivas sus funciones; se propone, en fin, brindar un servicio a la ciudadanía, fortalecer sus cimientos.


    Mientras trabajamos en la preparación de las siguientes etapas, Lupa Ciudadana brindará el seguimiento de las declaraciones del presidente electo, Felipe Calderón Hinojosa, sin soslayar por ello las participaciones del ex candidato Andrés Manuel López Obrador. Lo hacemos en el ánimo de no excluir a  nadie, bajo el supuesto de que entre todos –titulares y opositores- construiremos un mejor país.


lunes, septiembre 18, 2006

 

El mesías y el dictador, el abrazo videograbado

 
Imaginemos por un momento que un hombre de negocios mexicanos, que acusa a fuerzas gubernamentales de estar chantajeándolo, fuera a Medio Oriente, a Irak por ejemplo, para escapar de esas persecusiones. Al llegar, pese a que tiene todos sus papeles en regla, es ilegalmente detenido por las fuerzas de seguridad y recluido en una mazmorra tipo Abu Grihab. Allí está incomunicado durante semanas, despojado de todas sus pertenencias, no se le permiten contactos con el exterior y menos aún un abogado defensor; allí es sometido a torturas físicas y psicológicas. Los carceleros en medio de todo eso le ofrecen un trato: para quedar bien con un amigo, adversario del detenido, quieren filmar su “declaración” donde repite, textual, la versión que su enemigo. La filmación se hace, incluso se graban hasta los ensayos del “interrogatorio” y queda finalmente, un paquete de más de 40 horas ilegales de “confesiones” arrancadas bajo presión. Pero los carceleros no cumplen su palabra e ilegalmente, una vez más, lo envían a su país de origen, donde es encarcelado por sus propios enemigos, y una vez más incomunicado, se le prohíbe cualquier contacto con los medios para hacer llegar su versión de los hechos y la justicia se ensaña con él aunque no tiene elementos para culparlo. De todas maneras, logra explicar públicamente cómo se obtuvieron esas grabaciones, qué le habían pedido que dijera y cuál fue el objetivo de sus captores al realizarlas.

Pasan más de dos años, sigue encarcelado y sin contactos con los medios, su familia, incluso, es objeto de un atentado que las propias autoridades encargadas de investigarlo tratan de desvirtuar cuando anuncia que podría dar a conocer más información sobre las corruptelas de las mismas. Y repentinamente, cuando sus enemigos políticos están a punto de entrar en una debacle total, resucitan el viejo video, pero lo presentan tan mal que es evidente la edición, la manipulación, los recortes de distintos momentos del larguísimo interrogatorio, de forma tal que de las 40 horas quedan sólo 10 minutos mal editados. Y eso es presentado como prueba irrefutable para demostrar que hubo un complot contra los sufridos enemigos del empresario detenido.

Si eso ocurriera, los defensores permanentes de las buenas causas se alzarían; reclamarían por la violación de los derechos humanos del perseguido; rechazarían cualquier evidencia obtenida ilegalmente, bajo prisión, coacción y tortura de un detenido político, acción ejercida, además, por un gobierno dictatorial y reclamarían con enjundia la libertad del detenido. Pero como ese detenido se llama Carlos Ahumada, como sus perseguidores están encabezados por López Obrador, como los corruptos de la historia son sus principales operadores; como la dictadura que detuvo y torturó a Ahumada es la de Fidel Castro y no el gobierno estadounidense, y como López Obrador está desesperado no sólo porque perdió las elecciones sino porque todo su tinglado se está hundiendo, surge, llegada de La Habana vía Caracas, la cinta para tratar de salvar algo. Y algunos medios, que también están tratando de salvar sus pertenencias del naufragio, se prestan a divulgarla en forma acrítica.

Si se tuviera que presentar una sola prueba de que López Obrador es cualquier cosa menos un político progresista y tolerante, allí estaría su actitud ante las denuncias de Ahumada: a todos sus colaboradores corruptos, desde Gustavo Ponce Meléndez hasta René Bejarano y Carlos Imaz, los apoyó, a uno lo ayudó a escapar, a los otros no los persiguió y le dio la libertad, a sus esposas les dio cargos privilegiados en el gobierno, a sus seguidores los colocó entre los más fieles. Jamás le ha reclamado, siquiera, que digan qué hicieron con el dinero que recibieron. Ahumada, puede ser culpable o inocente, pero se lo ha perseguido como sólo pueden hacerlo los inquisidores, los que persiguen consideran que se ha violado la fe. López Obrador, que se compara modestamente con Jesús, Gandhi y Luther King, se parece más a Torquemada: ha permitido que ilegalmente entren al reclusorio los medios “amigos” para fotografiar en paños menores a Ahumada, pero nos ha prohibido a los periodistas que hemos solicitado una entrevista con él (o él con nosotros, en forma destacada a Ciro Gómez Leyva y a quien esto escribe) realizarla. Es un prisionero que a dos años y medio de su detención sigue incomunicado y que no ha podido dar su versión de los hechos, mientras que López Obrador y sus incondicionales siguen utilizando material ilegal, producto de una detención también ilegal (incluso para los niveles de la dictadura cubana), que sólo puede provenir de la isla como una forma de intervenir en los asuntos internos de México.

Es vergonzoso que las autoridades del DF sigan siendo parte de esta maquinación digna de un gobierno totalitario; que mantengan incomunicado de esta manera a un preso obviamente político; que López Obrador quiera utilizar este tipo de cintas, con ese origen, para tratar de levantar su deteriorada imagen, aunque después de dos años y medio ni siquiera nos ha dicho en qué utilizaron él y los suyos ese dinero y si estaban extorsionando a Ahumada, como él dice, y si éste “sólo” los estaba corrompiendo; que el gobierno cubano siga interviniendo de una forma tan obvia en nuestra vida política y que alguno de los seguidores de Fidel todavía se quejen de que la administración Fox no envió “una nota diplomática preguntando por la evolución de la salud de Fidel” (sic); que algunos medios utilicen en forma acrítica, fuera de contexto, sin cuestionamiento alguno, una información que manipulada y obtenida bajo coerción. Es la mejor muestra del deterioro ético de una corriente política que alguna vez se dijo progresista y de izquierda. ¿Qué esperan para regresar a los cauces que le dieron prestigio y legitimidad moral en el pasado?

Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico Excelsior Fecha: Lunes, 21 de Agosto de 2006


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