domingo, mayo 30, 2021

 

La respuesta ciudadana

Cuando León Tolstói llamó a los 350 siervos del condado que heredó, para darles libertad, la respuesta no fue el agradecimiento. Preferían el paternalismo del amo generoso que había hecho escuelas para sus hijos.

 

Todavía hoy, no toda la población prefiere la libertad, aunque la democracia apareció hace milenios.

 

Solón (638-558 a.C.), uno de los Siete Sabios de Grecia, estableció el derecho de auditar a las autoridades. Un poder de los gobernados sobre los gobernantes.

 

Clístenes (570-507 a.C.), otro ateniense, propuso la isonomía: la igualdad de los ciudadanos ante la ley. Además, para resolver conflictos internos de la oligarquía gobernante (a la cual pertenecía), inventó una salida que era algo así como "echar un volado": someter el punto a votación de los ciudadanos.

 

Así nació la democracia, criticada por Aristóteles (384-322 a.C.) como un régimen expuesto a que un demagogo llegue al poder y lo transforme en tiranía.

 

El cristianismo fue democrático mientras no llegó al poder. Constantino (272-337) lo elevó a religión oficial del Imperio romano, un integrismo contrario a la separación. Hubo cristianos que, en vez de someterse, huyeron al desierto, para vivir la libertad cristiana al margen del poder, como ermitaños.

 

La libertad cristiana favoreció el individualismo del Renacimiento, que buscó recuperar valores de la Antigüedad clásica. Lutero (1483-1546) rompió el integrismo a escala imperial con un integrismo de pequeña escala: se alió con príncipes locales que deseaban apartarse del Sacro Imperio Romano. Los primeros colonos ingleses llegaron a América huyendo del integrismo anglicano.

 

En 1776, las colonias británicas rompieron con la monarquía inglesa y se constituyeron en república democrática. En 1789, la Revolución francesa destronó la monarquía e instituyó la república. Pero los mexicanos de entonces eran todavía súbditos. En 1767, fueron reprimidos por un virrey que proclamó: Sepan "que nacieron para callar y obedecer, y no para discurrir ni opinar en los altos asuntos del gobierno".

 

La república democrática fue tardía en México. Hubo intentos fallidos. El de Juárez terminó en reelecciones y dictadura. El de Madero, en asesinato y caos. El más prometedor es el actual, porque tiene bases más sólidas. No los partidos ni la clase política, sino la población que se siente ciudadana.

 

Era mínima (¿miles?) en tiempos de Juárez. Mucho mayor (¿cientos de miles?) en los de Madero. Pero, en las elecciones del año 2000, fueron millones los que llevaron a Fox al poder: no su partido ni su experiencia como gobernador. Votaron contra el PRI, más que a favor del PAN o de Fox. Estaban hartos de la corrupción, y esperaban un cambio.

 

La decepción causada por el PAN, hizo a muchos desear el regreso del PRI, "corruptos, que al menos saben gobernar". Pero Peña Nieto no supo gobernar ni tenía interés en hacerlo.

 

La nueva decepción hizo a muchos creer en López Obrador. Que resultó otro Fox: un dicharachero que no sabe que no sabe.

 

La decepción actual crea una situación peligrosa para el país. Algunos han pensado en la destitución, sin darse cuenta del caos que provocaría el vacío de poder y la lucha entre los aspirantes a la presidencia. Otros, cansados de tanta decepción, piensan en la abstención, sin ver que daría vía libre al pésimo gobierno actual.

 

Lo posible y lo deseable no es destituir ni abstenerse, sino limitar los daños al país en esto y en aquello.

 

La atención pública centrada en la presidencia hace olvidar que, más allá de quién esté a cargo, el país vive por lo que hace la gente, no el presidente.

 

El país se construye o se desmorona en las decisiones buenas o malas sobre una multitud de asuntos que parecen limitados. Hay que dar la pelea por esta y aquella decisión que tiene buenas o malas consecuencias, aunque el asunto parezca menor.

 

Hubo tiempos en que el poder legislativo ni salía en los periódicos, porque era simple correa de trasmisión del ejecutivo. Hubo tiempos en que las elecciones intermedias no eran muy concurridas. Pero, en las de 1997, se gestó el cambio que fructificó en 2000.

 

En las del 6 de junio, esto puede repetirse. Basta con que el oficialismo pierda el control del legislativo, aunque siga teniendo el mayor número de legisladores.

 

La respuesta ciudadana a un sexenio anticiudadano no debe ser la abstención, sino el voto de castigo. Abstenerse no sería inteligente ni responsable.

 

Gabriel Zaid


domingo, mayo 09, 2021

 

Malobra pública

El muy lamentable desplome de un segmento de la vía elevada de la ruta 12 del Metro en la Ciudad de México, que ha cobrado la vida de 26 personas y dejó decenas de heridos, debe llamarnos a la reflexión sobre la forma de hacer obra pública en México, práctica que, de no corregirse, seguirá generando accidentes mortales.

 

Lo primero que hay que subrayar es que en México el interés del político suele estar encima del criterio técnico y del interés comunitario. Quienes hacen obra privada y pública coinciden en que los proyectos públicos muchas veces nacen viciados. La secuencia de una obra gubernamental de gran calado, como las líneas del Metro, un aeropuerto, una refinería, deberían primero tener un proyecto ejecutivo con sus diferentes estudios de impacto, luego debería convocarse a los diferentes constructores para establecer no sólo el precio sino el tiempo necesario para construir la obra.

 

En la práctica, la cola mueve al perro. Un político declara: "Vamos a hacer tal obra y estará lista en tal fecha, ¡me canso ganso!" y a partir de ahí (con un plazo y condiciones caprichosas), inicia el proceso. El resultado es que se inauguran obras incompletas o mal terminadas. Al político común le interesa primero su carrera, luego (quizás) solucionar un problema a la comunidad. En medio de la construcción surgen además una serie de inconvenientes. Cuando un gobierno contrata a los más baratos, los grandes constructores bajan los precios (con serias afectaciones a la calidad) subcontratando empresas de menor capacidad técnica, para cumplir requisitos que arrastran presiones de tiempo y costo. El resultado arroja trabajos defectuosos.

 

Quienes saben de estructuras sugieren que el colapso de la trabe de la Línea 12 se debe a una cadena de eventos, producto de malas decisiones, atribuibles a los diseñadores estructurales y a los constructores: un deficiente diseño, una construcción muy defectuosa, donde -particularmente- las soldaduras tienen un papel crítico. Otro factor incide en las potenciales tragedias: la austeridad gubernamental. El Presidente declaró que esta parquedad no afectó en el accidente, afirma, ufano, que presupuesto para mantenimiento hay. Lo que no ve el mandatario es que la política de austeridad afecta no sólo en el mantenimiento sino desde la selección y contratación de constructores (escoger el precio bajo no siempre es inteligente).

 

El accidente en el Metro sugiere que políticos irresponsables y grandes constructoras voraces son una pésima mancuerna para el interés nacional. Hay constructores que rechazan ser parte de este juego perverso y no participan en proyectos donde avizoran malas prácticas por parte de constructores privados y servidores públicos.

 

La desgracia en la Línea 12 es una factura para la corriente que gobierna la Ciudad de México desde hace casi 25 años. No me sorprende que, en una postura cínica (que los pinta de cuerpo entero), los legisladores de Morena y sus partidos aliados se opusieran a crear una comisión investigadora por el percance. Los mueve su interés mezquino, no el del pueblo. ¿Puede haber farsa más grande que la de quienes dicen defender el interés popular?

 

Otro asunto complica más las cosas. El mandamás de la autollamada Cuarta Transformación privilegia colocar en puestos de decisiones importantes a gente de su confianza, supuestamente honestos, aunque ineptos. Tenemos entonces una fórmula del desastre: interés del político sobre el interés de la gente, más austeridad, más corrupción, más ineptitud, igual a una pésima ejecución de obra, donde "calidad" es una palabra de siete letras.

 

Si se hace un peritaje serio sobre las causas de lo ocurrido, saldrán salpicados políticos y constructores privados. El accidente, irremediablemente, pone los reflectores en las obras icónicas de este sexenio, donde hay sobrados elementos por parte de especialistas para prever que terminar el nuevo aeropuerto en Santa Lucía, la refinería en Dos Bocas y el Tren Maya, en las fechas que ha prometido el Presidente, es extremadamente complicado bajo criterios de calidad y desempeño.

 

El tiempo dirá si la prisa por cumplir los caprichos presidenciales es una bomba de tiempo que cobrará vidas humanas. Aunque eso sí, foto con corte de listón habrá.

 

Eduardo Caccia

 


sábado, mayo 08, 2021

 

¿Primero los pobres?

Ya chole con ese cuento de que "no somos iguales". Es evidente que son igualitos a los anteriores Gobiernos.

 

Cualquier mexicano con dos dedos de frente se da cuenta que el Presidente, sus funcionarios de primer nivel y la Jefa de Gobierno de la CDMX, tienen los mismos vicios del pasado.

 

La negligencia criminal en la Línea 12 del Metro nos muestra el terrible descuido y la desatención a las quejas y reportes que había sobre el deterioro de esta vía.

 

La Línea 12, inaugurada en la gestión capitalina de Marcelo Ebrard, inició con graves problemas, pues el entonces Jefe de Gobierno dio el banderazo de salida con premura, aun conociendo los numerosos errores en su construcción. Le ganó el lucimiento personal y hoy vemos las trágicas consecuencias.

 

Durante estos tres últimos años se ha hecho caso omiso a los reclamos de los usuarios, y de gente que en redes sociales denunciaron los daños en la infraestructura con fotos de las visibles grietas en las trabes de la vía. Es decir, eso era una bomba de tiempo, una trampa mortal.

 

¿Acaso esta tragedia anunciada se debe a los ahorros mal entendidos del Presidente?, pues este suceso retrata la negligencia, irresponsabilidad y sumisión de altos funcionarios.

 

Como señal de respeto y solidaridad para con los deudos, así como con las personas que aún siguen hospitalizadas -algunos con lesiones que les acompañarán de por vida-, la directora del Metro de la CDMX, Florencia Serranía, debe renunciar para dar paso a las investigaciones.

 

La indagatoria debe ser clara y contundente sin que nadie meta mano, pero ya se están removiendo escombros del lugar de los hechos, seguramente para cubrir a los responsables. Los estudios de peritajes los pagará el mismo Gobierno y "money talks" (dinerito habla, o lo que es lo mismo: el que paga manda), así que ya sabrá cuál será el dictamen.

 

¿Podrán engañar a un pueblo lleno de rabia? La mayor parte de los 5 millones de personas que se movilizan en el Metro lo hacen porque es la alternativa más barata que hay.

 

Hoy nos invade la rabia al ver la falta de empatía de la 4T. ¿Este Gobierno es insensible ante las estrujantes escenas de los deudos de las víctimas, haciendo coperacha para enterrar a sus muertos?

 

Igualmente, los familiares de heridos se quejan en las puertas de los hospitales de que no hay insumos para operar, curar o atender a sus seres queridos.

 

Hay una falta de empatía gubernamental nunca antes vista. ¡Ni siquiera se molestan en visitar a las víctimas!, cuando de alguna manera esta tragedia ocurrió por omisiones y errores de una dependencia de gobierno.

 

Es irónico que este suceso tan doloroso haya sucedido en una zona de clase media baja en donde impera la pobreza. ¿Dónde quedó ese Gobierno que de lunes a domingo afirma que "Primero los Pobres"?

 

La coordinadora de los Diputados del PRD, Verónica Juárez Piña, bien señala que el Presidente busca crear una cortina de humo con inverosímiles acusaciones de que en Estados Unidos tiene actitud golpista contra México al apoyar financieramente a Mexicanos Contra la Corrupción y la Impunidad.

 

Y en la mañanera de ayer, AMLO volvió a acusar a la prensa argumentado que, con el dinero que manda Estados Unidos, se compra a la prensa mexicana, obviamente la prensa que crítica y no complaciente con él.

 

El Tlatoani nuevamente se muestra como un perverso mago que trata de desaparecer de la agenda nacional cualquier tema que distorsione sus metas porque sabe que la tragedia de la Línea 12 pondrá en graves apuros a Morena en la elección de junio.

 

Pero también debe saber que con estos trucos ya no nos engaña tan fácilmente. Ahora la 4T se topará con pared si no se ofrece una explicación transparente, si no se castiga a los reales responsables (no chivos expiatorios) y, en este caso, si no se promueven cambios que ofrezcan seguridad a los usuarios del Metro.

 

Irma Martínez

 


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