domingo, noviembre 27, 2022

 

Democracia en marcha

La democracia occidental viene de las reformas de Solón y Clístenes en la antigua Atenas.

 

Todo ciudadano ateniense estaba obligado a gobernar, si era elegido. La elección la hacían los oligarcas, poniéndose de acuerdo. Hubo desacuerdos que paralizaron el Gobierno; y, para superarlos, el oligarca Clístenes inventó la solución de someterse al voto ciudadano.

 

Platón y Aristóteles criticaron el voto popular, porque se prestaba a que un demagogo, ofreciendo maravillas a los ciudadanos, llegara al poder y se convirtiera en tirano.

Dos milenios después, la admiración a la cultura griega en el Renacimiento favoreció que la democracia resurgiera como ideal utópico, enriquecido con valores cristianos, en Tomás Moro, Vasco de Quiroga y los colonos ingleses en América. La Revolución francesa enarboló esos valores: libertad, igualdad, fraternidad.

 

En México, el sueño democrático surgió del ejemplo de los Estados Unidos y los libros de Locke, Montesquieu, Rousseau. Pero fue reprimido: Los súbditos "nacieron para callar y obedecer, y no para discutir y opinar en los altos asuntos del gobierno" -declaró el Virrey en 1767.

 

Sin embargo, los vientos liberales inspiraron la Independencia, la Reforma y la Revolución. Hoy mueven a los mexicanos modernos, una minoría cada vez mayor.

En 1910, México tenía 15 millones de habitantes. A diferencia de Francisco I. Madero y sus seguidores, los votantes se sentían súbditos del Señor Presidente, más que ciudadanos. Los verdaderos ciudadanos quizá no llegaban al 1 por ciento de la población: 150 mil.

 

En los tiempos de la Reforma fueron todavía menos. La sociedad era llevada a rastras al progreso por unos cuantos miles de universitarios. Tomaron el poder y el papel evangelizador de misioneros del progreso y redentores del pueblo atrasado, como lo hicieron los líderes religiosos de la Nueva España, y luego los sacerdotes insurgentes Hidalgo y Morelos.

 

En el siglo 19, liberales y conservadores no supieron convivir. Prefirieron matarse que escucharse. Ganaron los liberales, y (contradictoriamente) impusieron lo menos liberal del mundo: el liberalismo como pensamiento único. Los conservadores no sólo fueron derrotados, perdieron el derecho a existir y tuvieron que disfrazarse de liberales para seguir viviendo en México. Lo único políticamente correcto era ser liberal, aunque fuese mentira.

 

Dos Presidentes liberales encarnaron la contradictoria situación. Benito Juárez, que se mantuvo en el poder con repetidas reelecciones, y Porfirio Díaz, que fue su compañero de armas contra la Intervención y las tomó contra su compañero, bajo la bandera de la No Reelección.

 

En el poder, Díaz inventó algo notable (distinto a la represión) para pacificar el país: la República simulada. Un extraño engendro liberal / conservador, socialmente aceptado para vivir en paz.

 

Los revolucionarios Obregón y Calles perfeccionaron la simulación inventando la corrupción como sistema político apaciguador. Fue aceptada socialmente, como un mal menor a la guerra civil.

 

Pero, a medida que aumentaba la población moderna, la simulación y la corrupción fueron perdiendo legitimidad. Los mexicanos modernos: Ernesto Zedillo en el poder, Vicente Fox en la oposición y, sobre todo, los votantes que entendieron de qué se trataba, abrieron las puertas a la democracia.

 

No fue un accidente, sino una larga evolución histórica, que sigue en marcha. Los mexicanos modernos son ahora millones. Y los papeles han cambiado. Hoy, la sociedad es más moderna que su clase política, a la que lleva a rastras al progreso.

 

Todavía hay políticos que desesperadamente tratan de apagar la luz para seguir operando en lo oscurito. Y autoridades que no sienten que dependen de la ley, sino del Señor Presidente. Pero la marcha del 13 de noviembre en defensa de la autonomía del Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, frente al acoso presidencial, sacó la casta de la población moderna.

 

La marcha de multitudes en 50 ciudades del país fue tranquila, ordenada y hasta jubilosa, como puede verse en numerosos videos. Ni basura dejó en las calles, ya no se diga insultos.

 

En cambio, los insultos del Señor Presidente fueron un triste espectáculo. Y más aún mimetizar la marcha ciudadana, en vez de escucharla.

 

Gabriel Zaid

 


 

Movilizar

Gobiernos con una retórica similar a la de AMLO se la pasan exigiendo movilizaciones a su favor. Hugo Chávez era un profesional en la materia. AMLO, no. Después de la marcha de Frena del 3 de octubre del 2020, la mayor abiertamente contra el Gobierno hasta ese momento, simpatizantes de AMLO, sin su respaldo, respondieron con la llamada "marcha del millón", en la que juntaron solamente unas 3 mil personas.

 

Dar apoyos económicos sin pedir mucho a cambio ha sido la lógica del actual Gobierno. Antes, la política social era focalizada. Se hacía un gran esfuerzo por concentrar el gasto social en los más pobres. Es complicado saber quiénes merecen ese apoyo. Se requieren recursos para buscarlos y validar su ingreso. Entre dos familias muy similares, una puede terminar recibiendo apoyos y otra no. En contraste, AMLO les da en principio a todos, aunque como no se busca a los más pobres, muchos de éstos no se enteran, por ejemplo, que existe una pensión universal y no la cobran. Esto no es costoso políticamente para el Gobierno, pues los más marginados no suelen ni tener credencial para votar.

 

En el pasado, el principal apoyo económico a los más pobres estaba condicionado a que sus hijos e hijas fueran a la escuela y al centro de salud. Técnicamente era correcto, pero paternalista y molesto para quienes recibían el apoyo. Correcto, pues para que no fuera meramente asistencialista, como lo es ahora, se buscaba un cambio de comportamiento para que las siguientes generaciones pudieran tener una mejor oportunidad laboral. Ingenuo, pues la calidad de esos servicios públicos ha sido tan baja que su uso no hace gran diferencia. Ingenuo también porque el mercado de trabajo en México no crece lo suficiente como para cambiar de forma relevante el ingreso laboral de quien termine la secundaria. Más ingenuo aún, no darlo como un regalo a nombre del Presidente, como ahora, que son derechos consagrados en la Constitución, pero con un mensaje claro: son gracias a AMLO. Si perdiera Morena se suspenderían.

 

Tras las marchas ciudadanas de hace quince días, AMLO ha decidido finalmente movilizar a sus bases, hasta ahora poco exigidas salvo en los días de votación. La del domingo antepasado fue una marcha descentralizada, tanto en su organización como territorialmente. La de hoy es una decisión del Presidente, encabezada por él y quienes tienen puestos importantes en el Gobierno y en Morena. No recuerdo una marcha conducida por el propio jefe del Ejecutivo. Estará concentrada en la CDMX. A la gran mayoría se le debe de proveer transporte, alimentos, gorras... Esto cuesta y mucho, aunque nadie sabe cuánto ni quién paga.

 

Una gran mayoría serán acarreados, en el sentido estricto del término. Les ponen carro para traerlos. No sabemos cuántos vendrán por el miedo de perder recursos de algún programa social o un empleo en el caso de los burócratas. La información anecdótica mostrará que hay bastante de eso, pero también mucho entusiasmo.

Ahora bien, si se les diera la opción de recibir el dinero utilizado para movilizarlos y alimentarlos para pasar un domingo de Mundial en el Zócalo, ¿cuántos escogerían ver un partido con algo de efectivo extra en la bolsa? Nadie sabe, pero no tienen esa opción.

 

Organizar marchas desde el poder siempre es engañoso. AMLO es un Presidente popular y hoy pretende dar un mensaje de qué significa la transformación puesta en práctica por su Gobierno. Veremos si realmente emociona a quienes AMLO les prometió en campaña un crecimiento anual del 4 por ciento y una disminución visible de la inseguridad y que saben que eso no ha ocurrido.

 

Desde el poder la realidad se nubla y esconde. Los organizadores seguramente quedarán felices de ver tanta gente, aunque no sabrán cuánto apoyo real tiene AMLO, solo cuán potente es la maquinaria movilizadora. Saben también muy bien cuántos se reunieron hace 15 días de forma mucho más espontánea.

 

Carlos Elizondo Mayer-Serra

 

 


jueves, noviembre 17, 2022

 

El agua en la Coca-Cola

Recientemente me compartieron por un grupo de whatsapp ésta imagen con esos datos. Ya había visto/recibido imágenes parecidas en el pasado, pero ahora si me quise dar el tiempo de comentar al respecto.

 

De entrada, si buscan páginas en internet con información sobre la "huella del agua" (water footprint) verán que en apariencia la información es correcta, los cálculos indican que para producir 1 litro de coca cola se requieren ~70 litros de agua.

 

Lo que éstas imágenes no te dicen, y quienes las comparten no lo saben, no investigan, no se informan, es que TODOS los productos que usamos, alimentos que consumimos, usan agua en mayor o menor medida.

 

El dato es tendencioso, por decir lo menos, porque la intención no es que seas más cuidadoso con el consumo del agua en general, sino que es un ataque directo a una empresa, a una marca, en particular. ¿por qué usar a la Coca-Cola y no a Pepsi o a otros productos similares?

 

De entrada, no aclaran que ese consumo de agua NO sucede en el proceso productivo final de la Coca-Cola, en su embotellado. Sino que están sumando todo el uso de agua que se requirió para producir todas las materias primas. Y, cuando uno investiga un poco más a profundidad, te das cuenta que el 89% de esos 70 litros de agua se usaron en el proceso agrícola de la caña de azúcar, para producir el azúcar que lleva la Coca. ¿Por qué no mencionan eso y si mencionan los 7 litros del plástico de la botella?

 

Y esos 7 litros de agua para la botella de plástico tampoco son en el proceso de inyección y soplado de la botella, sino que es toda el agua que se usó para la exploración, extracción, refinación y petroquímica secundaria para producir el PET, que dicho sea de paso es el plástico más reciclado.

 

Pero sigamos profundizando en el tema. Entonces, si el problema de consumir Coca-Cola es el azúcar que lleva y el plástico, ¿si podemos consumir Coca Light o Coca Zero en botella de vidrio?

 

Desde hace mucho tiempo Coca-Cola ha ampliado mucho su catálogo de productos, muchos de ellos sin azúcar y no todos son en botellas de plástico. La imagen haría más sentido si criticaran específicamente el consumo del azúcar, y no enfocarse en una empresa privada. Pero realmente esa es la molestia de fondo de quien hizo la imagen y muchos de los que la compartieron, el odio a las empresas privadas.

 

Y es que si nos enfocamos en el azúcar tampoco vamos a terminar. De entrada el cultivo de la caña de azúcar provee sustento a millones de familias en todo el mundo. Endulza no solo refrescos procesados, sino también el pan, pasteles, golosinas, y las bebidas de frutas, como la limonada, que la mayoría disfrutamos.

 

Entonces, el problema no es cuidar el agua criticando a la Coca-Cola, sino simplemente verter odio a una empresa privada mostrando las incongruencias al no señalar todos los demás alimentos que usan azúcar.

 

Es como las etiquetas que el gobierno en turno obligó a poner a los alimentos procesados, señalando exceso de grasas, azúcares, sodio, etc. Pero al mismo tiempo no se hace nada con todos los alimentos que se consumen en casa o la calle, tacos, garnachas, todo frito y grasoso, bebidas endulzadas con azúcar en casa, echándole medio litro de aceite a los guisos y fritangas, etc.

 

No, tampoco el problema es el azúcar en específico, sino los malos hábitos de muchos individuos que no se cuidan, que consumen calorías sin tener actividad física suficiente que la justifique. Entonces, el problema no son las "malditas empresas" que nos obligan a punta de pistola a consumir sus productos, sino la decisión individual de cada persona.

 

Pero es más fácil echarle la culpa a otros, sobre todo a las "malditas empresas", que asumir nuestra responsabilidad individual, ¿verdad? Y por eso la mayoría es presa fácil del discurso, de la narrativa dominante, donde políticos y burócratas consideran al ciudadano como un niño que hay que cuidar de sí mismo.

 

Pero la trampa está en que con esa actitud ellos garantizan siempre tener su empleo, pegados a la ubre del Erario, aumentando impuestos, creando oficinas y dependencias que no resuelven problemas, solo los administran.

 

Cada vez que un "ciudadano" expresa la idea de "que el gobierno haga algo" ante cualquier problema o situación social, simplemente está aumentando el tamaño de los gobiernos, aumentando la burocracia, permitiendo que una minoría siga extrayendo rentas del resto de la sociedad productiva.

 

Finalmente, hablando en específico del problema del agua, es falso que el agua se esté agotando como muchos lo quieren hacer creer. Agua hay mucha, lo que ya no hay en cantidades suficientes para 8 mil millones de personas es agua limpia, barata, 24/7 con buena presión en nuestras casas.

 

Pero agua hay mucha en el mar, si, es salada, pero ahí está. Y la molécula de agua no se descompone ni desaparece. Pero eso si, es muy caro hacerla potable. Pero si realmente queremos cuidarla debemos empezamos a reflejar el costo de llevarla limpia a nuestras casas.

 

Pero a los políticos no les gusta eso, porque por décadas han adoctrinado a la mayoría de la gente haciéndoles creer que el agua es un derecho humano y que todos merecemos tenerla casi gratis. ¿Quién va a pagar entonces por limpiarla y llevarla a nuestras casas?

 

No, es más fácil agarrar dinero del Erario hoy, darla casi gratis, y patear el problema 5 o 10 años hacia adelante a ver quién al final acepta la realidad.

 

#aguzados #estadolovers

 

 

 


lunes, noviembre 14, 2022

 

Símbolo

El cuento del oficialismo se basa en la negación de la experiencia política reciente. No la crítica a la transición democrática, sino su negación. La transición no ocurrió, dicen. Fue una farsa. Es necesario encerrarse en el hermetismo de la ideología para negar las muchas pruebas del cambio histórico que vivimos al arranque del siglo.

 

¿Cómo negar las alternancias en la Presidencia y las Gubernaturas? ¿Cómo desentenderse de los Gobiernos de minoría que contrastaban de manera tan notoria con aquel presidencialismo omnipotente? No es fácil decir que la transición no ocurrió cuando el pluralismo se convirtió en el escenario cotidiano de la política. ¿No tenemos fresco el recuerdo del desacuerdo entre Poderes?

 

En el Congreso era frecuente el rechazo de las iniciativas presidenciales; la Corte declaró la inconstitucionalidad de múltiples decisiones políticas; hay incontables ejemplos de sanciones y multas del árbitro electoral a los partidos políticos. Es la historia reciente, la experiencia fresca del pluralismo lo que el régimen pretende negar.

 

El discurso oficial es, en efecto, negacionista. Niega que el País, en términos políticos, terminó exitosamente el siglo 20. Le dio base institucional al pluralismo. Nos hizo vivir en la incertidumbre de la competencia. Terminó con el presidencialismo autoritario. Echó a andar la torpe maquinaria de los contrapesos. No fundó un régimen perfecto; no inauguró eficacia, ni legalidad, pero asentó un pluralismo que no habíamos conocido antes. Al abrigo de un órgano imparcial, México vivió la experiencia democrática.

 

El régimen niega lo que los ojos nos han mostrado desde el 2000 o, para ser más precisos, desde 1997. Los Gobiernos pierden elecciones. Hay condiciones para derrotar a las mayorías de ayer y para confrontar las ambiciones de hoy. Quienes son Gobierno en una parte son oposición en otra. El partido que ocupa el Ejecutivo se ve obligado a negociar con un Congreso opositor. La legitimidad de las oposiciones es la base del pluralismo. Se reconoció, no solamente en las leyes, sino también en el diálogo. Nadie se atrevía a declararse depositario exclusivo de la razón histórica, de la moral pública, de la voluntad del Pueblo. La democracia supone un pudor que el populismo desconoce.

 

Quienes ayer salieron a las calles no están dispuestos a tragarse el cuento oficial. No aceptan que el árbitro sea propiedad de quienes ganaron la última elección. Cuidan que la política siga siendo un juego abierto para mantener la vigilancia, para recoger la diversidad, para aplicar castigos y oxigenar la representación. El INE hizo posible este dinamismo.

 

Lejos de ser una institución perfecta, ha sido reflejo de la diversidad y plataforma de la diversidad. Pueden hacerse muchas críticas al órgano, pero hay que decir que ninguna fuerza política lo ha capturado, ningún partido político lo ha convertido en su instrumento.

 

Hay que subrayarlo. La democracia elemental es una novedad histórica. Sólo con el IFE y con el INE hemos visto alternancias. ¿Qué razón habría para desprendernos de ese patrimonio que tantos reconocen como común? Al árbitro de hoy lo reconocen ganadores y perdedores de los últimos veinte años. Lo respeta la gente como la institución civil más apreciada. Sólo el régimen desconoce su aportación histórica y lo sueña sometido.

 

"El INE no se toca" fue el grito unificante. Podría parecer excesivo, antidemocrático incluso, el llamado a tratar a una institución como intocable. Pero la fórmula reconoce su carácter de símbolo. El emblema de la transición. Viejo proyecto de oposiciones de izquierda y derecha, producto de largas y complejas negociaciones, resultado de delicados equilibrios.

 

Al exigirle al régimen que no toque al árbitro, se revela una nueva dimensión de la rivalidad política. La defensa del INE confronta el núcleo del relato populista. La transición no fue una farsa. El caudillo no es el padre de la democracia sino su mayor amenaza. La experiencia pluralista de los últimos lustros pudo haber sido, en muchos ámbitos, frustrante, pero fue real, profunda. Y merece defensa.

 

El pluralismo que floreció al amparo del INE fue el fin del personalismo autoritario. La ciudadanía que ha salido a la defensa del órgano electoral no acepta que la democracia sea un paréntesis entre dos versiones del autoritarismo.

 

Jesús Silva-Herzog Márquez

 

 


sábado, noviembre 12, 2022

 

La manzana envenenada

Dicen que quieren que "el pueblo" elija a los consejeros, que eso es más democrático, pero es una trampa, una manzana envenenada. Explico:

Quienes ya leímos la propuesta vemos que proponen que los consejeros sean elegidos votados por la ciudadanía. Eso parece muy bonito y correcto, ¿verdad? Pero lo que no te comentan en público es que se elegirían entre 60 candidatos!!

¿Te imaginas una boleta electoral con 60 nombres? Siendo realistas, honestos, ¿el promedio de ciudadano va a leer una boleta con 60 nombres? ¿Cuántas páginas tendría esa boleta? ¿En qué orden aparecerían? ¿Alfabético, por nombre o apellido?

 

La propuesta dice que los 3 poderes propondrían a los candidatos. El presidente propondría 20 personas. El Congreso otros 20. Y el Poder Judicial otros 20. ¿Alguien duda que los 20 propuestos por López serían personas afines a él? ¿Qué perfil tienen los que propuso para la CFE, PEMEX, IMSS, BANXICO, SAT, SCJN, etc.? ¿90% “honestidad” y 10% capacidad?

 

Luego, Morena tiene mayoría simple en el Congreso en ambas cámaras. Por ende, los 20 candidatos propuestos por el Congreso serían también simpatizantes de Morena, de López. ¿O alguien cree que serían independientes?

 

Y, finalmente, en la SCJN el presidente de la suprema y otros 4 magistrados son aliados de López. Quizá los 20 no serían incondicionales de López, pero fácilmente la mitad si.

 

Conclusión, es altamente probable que ~50 de los 60 candidatos a consejeros del INEC sean leales a Morena y López. Por ende, la probabilidad que los 7 nuevos consejeros sean todos afines a ellos es altísima.

 

Pero eso no es todo. ¿Acaso alguien duda que Morena y todo su aparato de acarreo en todo el país no harían campaña para que ganen específicamente 7 que ellos quieran? ¿No andarían los “siervos de la Nación” haciendo campaña? ¿Los delegados y demás chayoteros en redes sociales haciendo campaña?

 

No basta con que la Ley diga que el INEC tendrá autonomía. Se requieren mecanismos que garanticen que los consejeros que lleguen, que sean elegidos en voto popular, tengan autonomía. En ese procedimiento que proponen, amañado, llegarán mayoritariamente los afines al partido en el poder.

Esa es la trampa.

 

Si, los consejeros actuales fueron elegidos por las cúpulas partidistas, pero en esa negociación de cuotas, nadie se llevó la mayoría. Y entre ellos mismos descartaron a los que tenían perfil partidista, fueron vetados en el proceso. Parece que no, pero los incentivos de los políticos que están forzados a negociar, fue por perfiles más neutrales. Tan es así, que desde el IFE de los 90’s, hasta el INE actual, hemos tenido alternancia. Con el primer IFE el PRI perdió mayoría en la cámara de diputados en 1997 y luego la presidencia en el 2000.

 

Entre PRI y PRD, la oposición, pidieron reforma después del 2000 y lo lograron. En el 2006 estuvo reñida y a pesar de que un mal perdedor no aceptó, las instituciones funcionaron. Y luego, ese perdedor presionó por cambios electorales. Se le concedieron. Volvió a perder el 2012. Volvió a pedir cambios después y así nació el INE. Y con este INE, con Lorenzo Córdova al frente, es como ganó y han ganado casi todo. Y aun así no están conformes. Quieren el control total.

No se los vamos a permitir.

 


miércoles, noviembre 09, 2022

 

Odio del pacifista

"El odio no puede expulsar el odio, solo el amor lo puede hacer". Martin Luther King, Jr.

Para un político que afirma "yo no odio, soy pacifista", "soy feliz", la manera en que el Presidente López Obrador se refiere a quienes tienen ideas distintas a las suyas es extraordinariamente virulenta.

 

Nada más este lunes 7 de noviembre se refirió a quienes quieren participar en la marcha por la democracia del 13 de noviembre como "muy corruptos, muy rateros", "una cúpula de poder económico y político con achichincles, voceros y despistados, aspiracionistas que buscan llegar a ser fifís", "todos esos, aunque vayan a misa los domingos, no le tienen amor al pueblo, y son racistas en su mayoría, clasistas y muy hipócritas".

 

Me imagino el rechazo de la sociedad si cualquier otro Presidente se hubiera expresado así de sus opositores. En el México de hoy, sin embargo, esto es apenas un día normal de vituperios desde la mañanera. Una de las funciones políticas del Presidente es, al parecer, repartir calificativos de odio a quienes piensan distinto.

 

México no es el único país en el que esto está ocurriendo. Donald Trump hizo igualmente costumbre lanzar descalificaciones e insultos contra opositores y críticos. Jair Bolsonaro lo hizo en Brasil. En Europa y Latinoamérica han proliferado también los populistas intolerantes y agresivos.

 

Lo peor es que políticamente funciona. Si bien Bolsonaro perdió una cerrada elección presidencial este 30 de octubre frente a Luiz Inácio Lula da Silva, que mantuvo siempre una actitud respetuosa hacia su rival, los aliados de Bolsonaro conservaron el control del Congreso y de muchos Gobiernos estatales.

 

El errático régimen de Bolsonaro y su irresponsable manejo de la pandemia no fueron suficientes para acabar con su movimiento. Hoy está en posición de hacerle la vida imposible a Lula, y de aspirar a regresar al Palacio de Planalto más adelante.

 

Trump cometió faltas muy graves como Presidente de Estados Unidos. Ejerció el poder de manera autoritaria e hizo caso omiso de las leyes. Desde antes de las elecciones de 2020 anunció que no reconocería una derrota y desde entonces ha promovido la mentira de que perdió por un fraude.

 

Presionó abiertamente a los responsables de los recuentos electorales, como al Secretario de Estado de Georgia, para que le consiguieran votos que no recibió. Lo peor fue cuando el 6 de enero de 2021 azuzó a una multitud para tomar con violencia el Capitolio en un intento por revertir la ratificación del voto del Colegio Electoral.

 

Presionó abiertamente al Vicepresidente Mike Pence para que votara contra la ratificación, pero éste se negó. Pese a todo, Trump es el aspirante más popular para la candidatura presidencial republicana de 2024, y si se enfrentara nuevamente a Biden en una elección presidencial podría ganar.

 

El caso de López Obrador es también muy claro. Las descalificaciones e insultos a quienes piensan diferente no sólo no han afectado su popularidad, sino que la han fortalecido. Hay razones para pensar, incluso, que el Presidente le ha recomendado al Secretario de Gobernación, Adán Augusto López, que sea más agresivo y descalifique a la oposición para volverse más popular. La fórmula parece estar funcionando.

 

Es lamentable que insultar a los opositores tenga tan buenos rendimientos políticos. Hay quien piensa que esta intolerancia es fruto de las redes sociales. No lo sé. Pero es claro que a López Obrador, quien se precia de ser un pacifista que vive sin odios, le gusta repartir odio entre quienes tienen puntos de vista diferentes a los suyos.

 

BARTRA

Es y ha sido siempre un pensador de izquierda. Que AMLO considere a Roger Bartra como un "ideólogo abierto... del bloque conservador" revela lo lejano que está él mismo de la izquierda democrática. Que afirme que Krauze "lo convenció", exhibe su intolerancia, como si nadie pudiera llegar por sí mismo a conclusiones diferentes a las suyas.

 

Sergio Sarmiento

 


domingo, noviembre 06, 2022

 

La tribu

La llegada del internet a amplios segmentos de la población presagiaba más y mejor información para el consumidor y el votante. Esto permitiría tener mercados más eficientes y Gobiernos más cercanos a la voluntad popular.

 

El consumidor sí ha ganado. Puede comparar precios y calidad de los productos con mayor facilidad, aunque esto ha ido cambiando: los grandes proveedores de servicios como Amazon priorizan la información del oferente con dinero para anunciarse.

 

Para el votante el internet tuvo el efecto contrario. En un mundo ya de por sí complicado por mayores tensiones sociales derivadas de la crisis del 2009, se erosionaron los referentes informativos prestigiosos y creíbles para una gran mayoría de los votantes. Antes, una nota comprometedora para un político corrupto en algún medio nacional era devastadora. Ahora, se vive en burbujas informativas y los políticos han aprendido a usar las plataformas digitales para llegar a sus votantes con cualquier cuento.

 

Si Nixon renunció cuando se reveló su mentira en el caso Watergate, Trump ha pagado un costo relativamente bajo tras haberse demostrado su participación en la turba del 6 de enero del 2021 en su esfuerzo por evitar la llegada al poder de Joe Biden. El 61 por ciento de los republicanos está convencido del cuento del fraude electoral en contra de Trump.

 

Pasado mañana en Estados Unidos habrá elecciones. Podrá ganar una camada de republicanos pregoneros del cuento del fraude. No solo está en juego el Poder Legislativo, sino que los republicanos han desplegado una cuidadosa estrategia para colocar en posiciones clave en el control del descentralizado sistema electoral de ese país a creyentes del fraude. Su objetivo es cometer uno si en la siguiente elección presidencial los republicanos pierden.

 

La democracia requiere un mínimo de decencia, acuerdo en ciertos valores fundamentales y un electorado con una base común de información veraz. Cada vez estamos más lejos de estos principios. Todo se mira desde la pertenencia y lealtad a la tribu.

 

En esta semana se anunció un buen dato económico para nuestro país: el PIB del tercer trimestre creció 4.3 respecto al mismo del año anterior. La tribu de Morena lo celebró como si hubieran ganado el Mundial. No saben o deciden no creer que la economía de México sigue siendo la más rezagada de toda América respecto al nivel previo a la pandemia.

 

La polarización complica las decisiones de largo plazo necesarias para un mejor futuro. Todo es visto en función de lo dicho por el líder de la tribu. Si antes la militarización era considerada mala por los morenistas, ahora es buena, o ni siquiera es tal porque el jefe de las Fuerzas Armadas es AMLO.

 

Polarizar ayuda a llevar la conversación lejos de los problemas del país. Apuntalado en mucha represión contra los disidentes y en el cuento del embargo de Estados Unidos a Cuba (que no es bloqueo, pueden llegar mercancías de otros países), el castrismo ha gobernado más de 60 años desde la pobreza creciente de su población.

 

Los líderes capaces de transformar para bien a un país deben trascender a la tribu. Brasil está mucho más polarizado que México en el 2018. ¿El recién electo Lula intentará construir una política más incluyente y, por lo mismo, mejor para su país?

 

AMLO, con la contundencia de su victoria, tenía todo para gobernar para todos los mexicanos, como prometió el día de su triunfo. No lo hizo. Polarizar le ha funcionado en términos de su base electoral, sobre todo si se ve a la luz de todas sus promesas incumplidas.

 

Con todo, México no enfrenta grandes divisiones ideológicas, como Estados Unidos, sino en torno a la persona de AMLO. De cara al 2024, todos los aspirantes, no sólo los de la oposición, deberán decidir si les conviene polarizar. Para Bolsonaro fue la forma de derrotar en el 2018 al PT. Esa polarización no ha sido buena para Brasil. Al final ni siquiera para Bolsonaro.

 

Carlos Elizondo Mayer-Serra

 

 


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