miércoles, junio 17, 2015

 

AMLO; la farsa nunca sale del closet

Lo he dicho siempre y lo sostengo: Andrés Manuel López Obrador me parece un farsante. Le he reconocido también sus cualidades como líder popular, como gran comunicador de masas, como la figura más relevante de una “izquierda” (sic) mexicana que casi nunca se queda en su sitio. Pero justamente ahí es donde encuentro la farsa del que se dice líder de izquierda. No es algo nuevo, lo he repetido hasta el cansancio los últimos 18 años, los mismos que AMLO lleva en campaña, 16 de los cuales han sido en busca de una Presidencia que se le niega en las urnas, a pesar de su discurso.

 

López Obrador, cuando dejó de ser un incendiario priista tabasqueño (tras componer el himno del PRI), se convirtió en el peor de los demagogos populistas. Siendo jefe de Gobierno del DF le encantaba pasearse en su Tsuru para dar la imagen de austero (aunque, a la postre, viaje en las mismas camionetas que los demás). El Tsuru y el departamento de Copilco como anuncio temprano de la bandera rancia y plana de cualquiera que busque el reflector y el aplauso fácil, teniendo como única estrategia la consigna disfrazada de propuesta. Así fueron los años en que AMLO gobernó el DF. También sus campañas presidenciales de 2006 y 2012. Así se fue del PRD para crear su partido. Insensato y arrogante, asimismo ha perdido y se ha perdido en dos comicios presidenciales. ¿O por qué ahora no reconoce como gran resultado los votos que Morena logró el 7 de junio y sólo se centra en su grito de fraude en las delegaciones que NO ganó?

 

Siempre ha sido arrogante, incapaz de reconocer sus errores (y en minimizar sus victorias, que le parecen pequeñas para sí mismo). Respaldado en el aplauso que recibe en las calles, ha construido una carrera a base del populismo ramplón. Ahora su partido anuncia que en las delegaciones y municipios donde van a gobernar reducirán los sueldos en 50% para destinarlos a un fondo que permita que estudiantes de nivel superior puedan estudiar. Qué bonito suena, una ayuda caída del cielo, dirán. Pero no han detallado a qué instituciones serán inscritos ni cómo pasarán de las aulas a una oferta laboral exitosa. Claro, eso no ha de importarles porque qué complicación, lo que importa es la propuesta fácil. Les importa el qué, nunca el cómo. Los cómos no le reditúan electoralmente. Aún recuerdo cuando, en campaña presidencial, dijo tener la solución para que el crimen organizado dejara en paz las calles, pero esa estrategia sólo la daría a conocer siendo Presidente, dice. Mientras, que la sangre se siga derramando. Así su mezquindad o, más probablemente, su hueco de propuestas. Y ya que mencionamos al cielo líneas arriba, y ahora que en redes sociales el querido Genaro Lozano inició el TT, #AMLOSalDelClóset, vale la pena preguntarnos, por enésima vez, qué tan de izquierda es su movimiento. Lo he dicho siempre: El Peje es un fascista disfrazado de socialista: animales, ambos, del mismo orden, alimentado de fanatismo e ignorancia.

 

Asuntos tan básicos como los derechos de las minorías jamás han sido temas de su agenda. Ni el matrimonio igualitario ni el derecho a decidir. La semana pasada, en una entrevista que concedió al programa El Weso, de nuevo López Obrador se mostró como el profundo intolerante que está mucho más cerca en la más extrema derecha. Lo dije desde que “congeló”, siendo jefe de Gobierno, las iniciativas de derecho a decidir y sociedad de convivencia. Y apenas hoy parecen los colegas darse cuenta.

 

He dicho esto desde hace 18 años. Me dio mucho gusto ver que, en un par de días, mis apreciados Genaro Lozano y Denise Dresser, o el propio Julio Hernández —entre otros—, al fin lo reconocieran. Quince años después, pero como diría el propio Peje, “más vale tarde que nunca”. Siempre me había preguntado cómo mentes que considero inteligentes se veían seducidas por el discurso simplista del gran engañatodos. AMLO no es un líder de izquierda: es más un demagogo disfrazado de falso salvapatrias, adicto a una verborrea que sólo oculta un conservadurismo extremo y todas sus fobias. El neofascismo nunca, nunca, sale del clóset, porque ahí es donde crece...

 

Yuriria Sierra

http://www.excelsior.com.mx/opinion/yuriria-sierra/2015/06/17/1029896


lunes, junio 15, 2015

 

¿Cuál izquierda? (populismo conservador)

La frase lo revela todo. Quién es y será Andrés Manuel López Obrador. Cómo es y será el partido que lidera. Alguien que afirma sin empacho: "Legalizar aborto y matrimonios gay, con respeto, no es tan importante...". Pues sí, no es tan importante si uno no es mujer o gay o minoría o progresista demócrata que defiende los derechos humanos.

 

No es tan importante promover derechos fundamentales si lo que López Obrador quiere es liderar un movimiento cuya única propuesta es combatir la corrupción. No es tan importante pensar en qué hace funcionar a la democracia incluyente, liberal y tolerante si uno no cree en ella.

 

Como no lo hace AMLO y muchos de los que votaron por él. El que se dice líder del proyecto progresista en el País dista de serlo y muchos de sus colaboradores también.

 

He allí al presidente nacional de Morena -Martí Batres- llamando "traidores a la patria", "vendidos al PRI", "reaccionarios", "derechistas disfrazados" y "panistas de clóset" a quienes anularon su voto. He allí a Morena en sexto lugar de los partidos cuyos candidatos entregaron su currículum al INE para cumplir con una obligación de transparencia.

 

He allí a AMLO ofreciendo "consultar a los ciudadanos" en temas "muy polémicos" como si los derechos de las mujeres se decidieran por referéndum. He allí una plataforma partidista indistinguible en sus planteamientos y su retórica de lo que ofrecían sus adversarios. Plataforma de lugares comunes por la cual votaron tantos ciudadanos pensando que era la única opción. La alternativa honesta. La alternativa de la izquierda "verdadera".

 

Pues si ésa es la izquierda verdadera, habrá que rechazarla. Rehuirla. Denunciar su intolerancia y su ignorancia. Reprochar que sus fobias se vuelvan posiciones partidistas. Recordar a López Obrador pidiendo el voto a mano alzada -de manera profundamente antidemocrática- en el Zócalo para elegir su Presidencia legítima.

 

Recordar a Jesusa Rodríguez gritando a través de un megáfono los nombres de los periodistas "traidores" para que fueran linchados por "el pueblo", o después recibieran amenazas de muerte como fue mi caso. Recordar que la agenda progresista que incluye la legalización del aborto y los matrimonios gay triunfó durante el periodo de Marcelo Ebrard, al cual Morena ahora denosta por corrupto.

 

Y pelear para que Morena no se vuelva aquello que el PRD enarboló en el DF cuando López Obrador gobernó allí. El partido de lo que Roger Bartra llamó el "populismo conservador". Populista porque su base es la relación del jefe con "su pueblo", al margen de las instituciones democráticas de representación. Conservador porque preserva o restaura formas e ideas propias del nacionalismo revolucionario.

 

Por ello los "spots" electorales de Morena no presentaban un proyecto progresista impulsado sino a un AMLO pidiendo que confiáramos en él. Por ello la única agenda legislativa que tiene Morena es tumbar las reformas estructurales de tajo, como si algunas no fueran indispensables o necesarias o modificables por una izquierda moderna.

 

Pero el anacronismo de AMLO sigue allí, apoyado por una densa red clientelar calcada sobre la red de mediaciones que construyó el PRI en el País y en la ciudad. El atavismo de AMLO permanece gracias a quienes piensan que es progresista e izquierdista, incluyendo una parte de la intelectualidad -que como bien lo señaló Bartra- ha perdido el equilibrio y la independencia.

 

Aquellos que miran a AMLO de manera acrítica o esquivan la mirada cuando demuestra en realidad quién es y qué piensa. Aquellos que al hacerlo contribuyen a perder la posibilidad de contar con una izquierda moderna y racional. Aquellos que participan en la desmodernización de la izquierda.

 

Una "izquierda" que deja de ser progresista cuando coloca su destino en manos de un solo hombre, en un líder providencial por más incorruptible que sea. Una "izquierda" que descalifica y lincha en vez de debatir ideas y reformas, proyectos y políticas públicas, medios y fines.

 

Una "izquierda" que ve a la socialdemocracia como una traición en lugar de la única manera de ser electoralmente viable. Una "izquierda" peleada con el mercado que le apuesta todo a la benevolencia del Estado, incapaz de articular cómo va a crear riqueza para después repartirla mejor.

 

Antimoderna, antiglobalista, sin una propuesta de futuro viable, creíble, convincente más allá de la definición de AMLO: "Ser de izquierda significa dos cosas básicamente, o sea: ser honesto y tener buenos sentimientos". Si eso es realmente lo que significa ser de izquierda con razón no existe en México.

 

Denise Dresser

 

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