lunes, enero 23, 2023

 

Reprobado

Oiga usted, amigo lector, qué pena que al Presidente López lo haya reprobado el Banco Mundial en el tema de crecimiento económico.

 

En la publicación de sus perspectivas Económicas Globales sale a relucir que el desempeño de la economía mexicana será el peor en treinta y seis años.

 

Siendo además la nuestra la de peor desempeño en América Latina.

 

No se puede culpar a la pandemia de nuestro mal desempeño, pues este fenómeno afectó a todas las economías en el periodo medido.

 

Considera el Banco Mundial que la falta de crecimiento económico de México obedece a la falta de estímulos por parte del Gobierno para ayudar a las empresas a resistir los peores embates de la pandemia.

 

Ello agregado a una caída muy fuerte en la inversión pública y privada.

 

"Sin inversión, sin capital, es imposible crecer", explica el Banco Mundial, al tiempo que afirma que a ello se debe que otras economías hayan crecido más durante el mismo periodo.

 

Para que nos demos una idea de lo que realmente significa nuestro pobre desempeño económico, sepan que desde el 2019 hasta el 2024 las proyecciones del Banco Mundial indican que la economía de Brasil crecerá 3.8 veces más que la economía de México y la de Argentina 3.3 veces (y eso que esta última no es ninguna maravilla con la inflación que la aqueja).

 

La evaluación del Banco Mundial resulta lapidaria para la mal llamada 4T, pues ésta no solo reprueba en economía, sino en muchos otros renglones que atañen a las principales responsabilidades primarias del Gobierno.

 

Como ya sabrán, otro militar éste el Coronel Héctor Miguel Vargas Carrillo, fue asesinado en una emboscada del CJNG en Michoacán.

 

Tan solo quince días antes fue acribillado por sicarios el también Coronel Juan José Moreno Urzúa, durante el operativo para capturar a Ovidio Guzmán.

 

Mucho antes, en Zacatecas, asesinaron los sicarios de los Cárteles a un General en Zacatecas.

 

Este deterioro en la seguridad pública no se arregla con diatribas insultantes contra los "conservadores" desde las mañaneras de Palacio Nacional.

 

Como tampoco se resuelven los crímenes especulando por parte del Presidente respecto a los móviles del atentado contra Ciro Gómez Leyva, llamándole autoatentados para desestabilizar su régimen (imputados a los conservadores), sin presentar la más mínima pizca de prueba alguna.

 

Pura cortina de humo especulativa que lo único que logra es TERGIVERSAR la Justicia, empañar la investigación, y crear confusión y distracción.

 

Como verán, estimados lectores, las malas decisiones de Gobierno están concatenadas, si se maneja MAL un tema lo más probable es que se manejen mal todos.

 

Ello porque la óptica con la que se gobierna está distorsionada, porque se mira a México con lentes divisorios que todo lo pintan de color 1950.

 

No se avanza porque se abrazan ideas caducas, viejas, obsoletas, como la de pretender restaurar a PEMEX y a la CFE a su "resplandor" monopólico de los 40´s.

 

Ello cuando el mundo ha avanzado a pasos vertiginosos en el sentido opuesto.

 

Hoy día las petroleras más fuertes, más rentables, más productivas del MUNDO son privadas.

 

Pemex está quebrado, su producción petrolera es RAQUÍTICA: el mismo Presidente había vaticinado cuando llegó al poder que PEMEX estaría ya produciendo dos millones de barriles de crudo diarios.

 

Y NO: sigue estancada en los MISMOS 1.55 millones de barriles diarios que hace cuatro años.

 

Sigue siendo la petrolera más endeudada del planeta y sigue siendo la más ineficiente.

 

Ahora que no hablemos de contaminación: PEMEX y la CFE son empresas que no podrían -quemando combustóleo y carbón- operar en el Primer Mundo por su alto grado de contaminación.

 

No generan bienestar para los mexicanos, pero sí que aportan a los ciudadanos alto malestar, vía enfermedades respiratorias por los cielos sucios que generan.

 

No se toman buenas decisiones en este Gobierno ya que su obsesión es el control político, no el buen Gobierno, de manera que el asaltar y conservar el poder por cualquier vía posible es su mantra: nada más les importa.

 

Dividir a los mexicanos, ahuyentar la inversión, inventar enemigos, generar realidades alternas fundadas en el humo, engañar, desvirtuar, insultar, DIVIDIR, concentrar y centralizan poder: para todo esto se pintan solos.

 

Solo que no le pidamos a este Gobierno CRECER la economía, RESTITUIR los cuatro millones de empleos perdidos, imponer la paz y el orden, fortalecer las instituciones de justicia y democráticas:

A eso no se dedica: CONSTRUIR no es lo suyo, lo muy, muy suyo, es DESTRUIR.

 

Fricasé, El Norte

 

 


 

Prohibir todo

"La prohibición va más allá de los límites de la razón porque pretende controlar por legislación los apetitos de un hombre y hace crímenes de cosas que no son crímenes". Abraham Lincoln

PARÍS.- No fumo ni nunca lo he hecho. Se lo atribuyo a que, cuando mi madre nos encontró fumando a los 12 años a mí, a mi hermano y a unos amigos, me dio una cajetilla de cigarrillos y me dijo: "No tienes que esconderte. ¿Quieres fumar? Aquí está una cajetilla. Cuando te la acabes, te doy otra".

 

La verdad es que el sabor del cigarrillo me parecía bastante desagradable, pero el atractivo era hacer algo prohibido. Mi madre terminó con esa atracción. Nunca más he vuelto a fumar. Lo paradójico es que hoy la habrían metido a la cárcel por corrupción de menores.

 

Mi madre era liberal... por lo menos en algunos temas. Mantenía que las personas deberíamos poder hacer lo que quisiéramos, siempre y cuando no causáramos daño a terceros. Quizá por eso yo también me hice liberal. Cuando en 1968, a los 14 años, seguí el movimiento estudiantil francés en los periódicos mexicanos, me enamoré de la frase que alguien pintó en un muro de París: "Prohibido prohibir".

 

Cuando el presidente López Obrador retomó esta frase en algunas de sus conferencias de prensa, y empezó a repetirla, me sentí esperanzado. Los presidentes de México han sido, desde que tengo memoria, conservadores y prohibicionistas. Piensan que tienen un deber moral de prohibir lo que no les gusta o lo que consideran dañino. Varios de mis amigos de la juventud fueron encarcelados por portar o consumir marihuana, un producto natural que utilizaban voluntariamente y que, en todo caso, solo a ellos podía hacerles daño. Siempre me opuse a ese ánimo prohibicionista.

 

El presidente López Obrador, sin embargo, no ha tenido de liberal más que la expresión constante de esa frase. Nunca le ha interesado cumplirla. No ha despenalizado la marihuana, a pesar de que habría sido no sólo fácil sino obligatorio después de que la Suprema Corte de Justicia declaró el 28 de junio de 2021 inconstitucionales los artículos de la Ley General de Salud que la prohibían. No puede argumentar que no tiene los votos para hacerlo en el Congreso, ya que cuenta con una mayoría absoluta que vota con obediencia supina todo lo que manda. En la prohibición de la marihuana, simplemente no ha querido actuar. Pero no solo eso. El presidente ha emitido, además, reglas prohibicionistas en otros productos. Tenemos el caso de la prohibición a que las tiendas exhiban cigarrillos a partir de este pasado 15 de enero. También, paradójicamente, la prohibición de los productos de vapeo, sin importar que estos ayudan a reducir o dejar la adicción a los cigarrillos. Ni siquiera hay una lógica sanitaria detrás de las medidas. Es prohibir por el placer de prohibir.

 

Hay razones para tener una política de salud pública que proteja a los no fumadores del humo de los fumadores. La hemos tenido en México desde hace años, desde los gobiernos "neoliberales", y ha funcionado bastante bien. Lejos han quedado los tiempos en que para ir a divertirse a un bar tenía uno que fumarse el humo de segunda mano de otros. Es sensato también que un gobierno tenga una política que alerte a la población sobre los males de salud que generan el tabaco, la marihuana, el alcohol y otras sustancias, siempre y cuando se sustente en la divulgación de información verificada sobre los daños y no en prohibiciones autoritarias.

 

Lo que está haciendo López Obrador, sin embargo, es muy distinto. Por una parte, se ufana de su supuesto liberalismo y afirma que tiene una filosofía de "Prohibido prohibir, nada por la fuerza"; por la otra, mantiene prohibiciones absurdas que ya existen y les suma otras nuevas. Es una posición iliberal y contradictoria.

DIGNIDAD

No, tampoco fumo marihuana ni uso otras drogas, pero defiendo la libertad de quienes quieren consumirlas. Es igual que con los cigarrillos. La libertad se exige por dignidad, no para favorecer a alguien en especial.

 

Sergio Sarmiento

 

 


domingo, enero 15, 2023

 

Regresar o cambiar

La discusión que el País debería estar teniendo es qué sigue después de este Gobierno. Algunos proponen que con regresar a lo que había antes todo se resuelve; otros pretenden hacer tabula rasa -borrar todo- para comenzar de nuevo. Donde sea que uno se encuentre entre estos extremos, en 2024 el País se encontrará en condiciones por demás precarias.

 

La primera certeza es que no hay hacia dónde regresar. La ciudadanía votó mayoritariamente por reprobar lo que existía luego de darle una oportunidad adicional al PAN (2006) y una más al PRI (2012). AMLO ganó en 2018 porque la gente estaba harta de promesas sin resultados satisfactorios para todos. Nadie puede dudar que en las pasadas décadas se lograron cosas por demás favorables que parecían imposibles sólo unos años atrás, pero igual de absurdo sería dejar de reconocer que los resultados no fueron siempre benignos y que en el camino se habían acumulado demasiados resentimientos. Negar estas circunstancias elementales sería otro disparate más.

 

Una segunda certeza es que el futuro no le pertenece a nadie en lo particular, comenzando por el Presidente y sus acólitos. El futuro no lo puede desarrollar un pequeño grupo, por poderoso que sea, cualquiera que fuere su ideología o posición social. El futuro es por definición una construcción social y, por lo tanto, le pertenece a la ciudadanía en su conjunto. Son sus acciones individuales que, al sumarse, producen la sociedad que se va construyendo. Se hace camino al andar.

 

Finalmente, una tercera certeza es que la estabilidad, funcionalidad, crecimiento y desarrollo de una sociedad y su economía requieren anclas firmes que creen circunstancias que satisfagan al menos dos criterios: uno es que protejan los derechos de la ciudadanía y sus intereses. Es decir, que creen mecanismos institucionales de acceso y participación en la toma de decisiones y establezcan procedimientos para solucionar disputas a través de métodos conocidos y accesibles a todos, no como los actuales que niegan la justicia a la mayoría. En una palabra, toda la sociedad debe sentirse parte del entramado social, y no, como AMLO demostró, una sociedad dividida, buena parte de esta alienada de los avances y éxitos que sí se han dado en parte de la sociedad y la economía. El otro criterio es que los mecanismos de redistribución de la riqueza deben ser transparentes, técnicamente desarrollados y sujetos a auditoría, de tal suerte que el erario no se utilice para promociones personales ni se distraigan recursos públicos para el enriquecimiento de quienes se encuentran (temporalmente) en el poder.

 

El problema de México no es "técnico", o sea, no radica en contar con la mejor legislación para esto o la estrategia más adecuada para lo otro. Todos esos factores son obviamente necesarios, pero también asequibles. Los problemas de México no surgen de la carencia de leyes o abogados y legisladores capacitados para redactarlas y mejorarlas; lo mismo se puede decir de profesionales competentes para administrar la hacienda pública, la justicia o las estrategias de política pública que serían susceptibles de reparar los problemas o construir nuevas realidades. A lo largo del último siglo los mexicanos hemos atestiguado la presencia de funcionarios excepcionalmente dotados y visionarios en paralelo con otros torpes, incompetentes y destructivos. El problema no es de capacidades, sino de ausencia de límites. Por ello, el desafío radica en que la ciudadanía obligue a los políticos a que actúen dentro de marcos institucionales acotados. Y ese es un reto político, de poder.

 

Regresar o cambiar no es la disyuntiva que enfrenta la ciudadanía mexicana. Su verdadero dilema yace en romper con las amarras que le impone una estructura política que le confiere excesivo poder a una persona, tanto así que con su mera labia puede desmantelar instituciones, cancelar proyectos de enorme calado (y costo) o iniciar procesos igual económicos que penales contra quien le plazca. Cuatro años de estas fechorías han hecho evidente que la construcción institucional de las pasadas décadas fue una mera fachada no porque (necesariamente) así lo pensaran sus autores, sino porque nunca comprendieron, y por lo tanto no calcularon, la realidad del poder que concentra la Presidencia. O, en términos benignos, porque supusieron que nadie vendría a destruirlo todo como razón de ser.

 

El tema no es nuevo: se remonta a las reformas constitucionales emprendidas en 1933, cuyo objetivo fue fortalecer a la Presidencia eliminando tanto a la Suprema Corte y al Legislativo como contrapesos efectivos. En el camino, el "sistema" que tantos años de estabilidad le confirió al País tuvo por consecuencia convertirse en un impedimento al desarrollo natural de la ciudadanía, con todo lo que eso implica: un sistema educativo dedicado al control en lugar de al desarrollo; una economía con excesivos entes dominantes, comenzando por los estatales; y un sistema judicial subordinado al Poder Ejecutivo. En suma, una Presidencia demasiado poderosa con gran capacidad de acción positiva, pero igual propensión a la destrucción.

 

El reto que viene será mucho mayor al que cualquier mexicano vivo haya conocido. Más vale irnos preparando.

 

Luis Rubio

 


viernes, enero 13, 2023

 

Quiebra

La ministra obtuvo su título de licenciatura plagiando su tesis. Esto ya no es motivo de sospecha, sino un hecho confirmado por la facultad que emitió ese título. Responde el Presidente que eso es politiquería.

 

El Metro ha sufrido tres accidentes con víctimas mortales en la actual administración. Sólo había ocurrido uno en toda la historia previa del Sistema de Transporte Colectivo. La respuesta es llevar a la Guardia Nacional al Metro, porque sospechan sabotaje.

 

La victimización ha sido una estrategia muy exitosa de López Obrador, ahora copiada por todos sus colaboradores. Puesto que todas sus políticas fracasan, lo único que les queda es escurrir el bulto, culpar a otros y tratar de ganar convirtiéndose en víctimas. El contraste lo obtienen apropiándose de buenas noticias, que enarbolan como si fuesen resultado de sus acciones.

 

Si la inflación crece, se debe al resto del mundo. Si por ello suben las tasas de interés, es culpa de los demás. Si gracias a ello el peso se aprecia, entonces ésa es una clara señal de lo bien que está la economía.

 

Si en la pandemia no se aplicaron programas de apoyo, celebran que no creció la deuda. Como ésta sí creció, y mucho, nos dicen que han sido responsables con las finanzas públicas. Puesto que eso ha ocurrido destruyendo programas sociales, como las estancias infantiles, las escuelas de tiempo completo, el programa de vacunación, la dotación de medicamentos, entonces descalifican a quienes reclaman y les llaman “golpistas”.

 

Si el consumo nacional se sostiene gracias a las remesas, celebran su crecimiento. Cuando se les recuerda que eso se debe a la expulsión de mexicanos y a los programas de apoyo que sí existieron en Estados Unidos, entonces piden que ese país financie a América Latina. Cuando desde allá nos mandan 30 mil migrantes mensuales, sin embargo, no les pedimos recursos para ellos, sino que nos hagan el favor de aterrizar en la central avionera.

 

Cuando alguien está en la oposición, el victimismo es sin duda una gran estrategia. Se puede uno asumir siempre como el débil, el golpeado, y con ello obtener el apoyo de millones que se sienten identificados. Cuando se está en el gobierno, asumirse como víctima es un embuste. Y cuando ese gobierno ha concentrado todo el poder en una persona, que es la que dice sufrir, se trata de un absurdo.

 

Cuánto tiempo tardan las personas en notar el absurdo depende de muchos factores, pero especialmente de dos: que puedan ver, y procesar, otra información, y que estén dispuestos a corregir sus creencias previas. Para evitar lo primero, desde el gobierno se produce un show propagandístico todos los días, que es transmitido y repetido por diversas televisoras, especialmente las del mismo gobierno. Poco a poco, sin embargo, la información ha fluido.

 

Pero es más importante la disposición de las personas a corregir su posición anterior. Eso no ocurre simplemente ofreciéndoles otros datos, sino que responde esencialmente a una percepción diferente de las personas. Cuando la realidad no se parece mucho a lo que ellos pensaban, es cuando cambian su perspectiva. Eso es lo que se llama “disonancia cognitiva”, término frecuentemente muy mal utilizado.

 

Si la realidad (el Metro, la compra, las medicinas, el aeropuerto, la seguridad) no coincide con la propaganda, esa disonancia obliga a reconsiderar la manera en que se interpreta aquélla. Es entonces cuando la “ilusión monetaria” de la que hablábamos el miércoles, se derrumba. La forma en que reacciona el gobierno (militares al Metro, ataque a la UNAM) acelera este proceso. Por eso recordaba una frase de Hemingway hace unos días, en referencia a la quiebra: ocurrió muy poco a poco, y de pronto, de golpe.

 

Macario Schettino

 


lunes, enero 02, 2023

 

Tiranía del 'spin'

En México, creímos que las viejas tiranías eran obsoletas. Habíamos sacado al PRI de Los Pinos, logrado la alternancia, modernizado algunas instituciones, construido algunos contrapesos. Pero los últimos cuatro años de lopezobradorismo han enterrado la exuberancia efímera de los 90, e inaugurado una nueva era de recesión democrática.

 

No sabemos exactamente cómo nombrar a López Obrador, ya que las categorías existentes parecen insatisfactorias. Al examinar la pantomima democrática que encabeza, la mitad del País lo tilda de tirano o emperador o sultán o priista, cuando quizás la frase que mejor lo describe es "maestro del engaño". Alguien que a lo largo de su vida política ha logrado mantener apoyos al esconder su verdadera naturaleza. Y lamentablemente es una naturaleza autoritaria.

 

AMLO encarna un nuevo modelo cuyo objetivo es similar al de los viejos autócratas: monopolizar el poder político, a cualquier costo. Pero no usa la represión, no desaparece a sus oponentes, no ejecuta a sus críticos. No es necesario hacerlo.

 

Como argumentan Sergei Guriev y Daniel Treisman en "Spin Dictators: The Changing Face of Tyranny in the 21st Century", los hombres fuertes de la actualidad no tienen que aterrorizar a la población; basta con rehacer sus creencias sobre el mundo. Y AMLO engaña lo suficiente como para obtener complacencia o hasta apoyo entusiasta. En lugar de usar la violencia, recurre a la manipulación. Es ejemplo de un tipo de líder emergente a lo largo del mundo: el tirano del "spin".

 

Todo dictador del "spin" intimida a los ciudadanos con propaganda que transmite poder y resolución. Los elementos centrales de la pauta que recorre el mundo -y que AMLO emula- son la manipulación mediática/discursiva, la manufactura de la popularidad, y la simulación democrática.

 

Se trata de crear ilusiones y promoverlas como realidades. Yasmín Esquivel es una mujer honorable, Alejandro Gertz es un hombre probo, el AIFA es uno de los mejores aeropuertos del mundo, Dos Bocas asegurará la soberanía energética, los periodistas son traidores a la Patria, Claudia Sheinbaum no viola la ley con su pre-pre-pre-precampaña adelantada, México pronto tendrá un sistema de salud como Dinamarca, y el PRI robó más.

 

Si algo sale mal es por culpa de los conservadores complotistas que sabotean la transformación y no aman al pueblo. AMLO gobierna a base de exaltar lo mediocre, inaugurar lo inacabado, promover falsas disyuntivas, y volver a la política un juego suma cero. Él contra los enemigos del pueblo. Él mejor que las pseudo-alternativas. Él menos saqueador y mentiroso que los saqueadores y mentirosos de antes.

 

Así enmarca los temas, así aniquila a sus adversarios, así avanza su agenda. Vanagloriándose del amor que le tienen, tan parecido al que recibió Putin, cuya popularidad nunca bajó del 60 por ciento más de veinte años. Y López Obrador usa ese amor para armar consultas populares, convocar a marchas, desmantelar instituciones, justificar medidas inconstitucionales, imponer a incondicionales en el aparato del Estado, y militarizar a México. Pero debajo de la democracia simulada se asoma cada vez más una democracia amenazada.

 

Amenazada por demasiadas personas que han reemplazado la lealtad a una ideología progresista, por la lealtad a un hombre que no lo es. El culto a la personalidad obliga a que todos "vivan dentro de la mentira", como lo decía Václav Havel, cuando era disidente. El culto a la personalidad convierte a "todos en mentirosos", porque preocupa más demostrar lealtad que compromiso con la verdad. Y quienes han sucumbido al "spin", repetirán las falsedades más simples y más memorables, porque AMLO los ha instruido a entender al país en sus términos.

 

La "tiranía del spin" también se nutre de una oposición desacreditada y dividida que facilita los abusos y la usurpación del poder, porque no ofrece ejercerlo mejor. Una oposición que con frecuencia no lo es, por los pactos que hace, los votos que vende, los intercambios que está dispuesta a hacer para seguir rotándose en el poder.

 

Hoy la resistencia real proviene de ciudadanos informados que rehúsan ser manipulados, de feministas enfurecidas que rechazan la militarización machista, de medios que hacen su trabajo, aunque enfrenten el idioma de la intimidación. Ahí yace la esperanza en 2023: la capacidad para ver un hilo de luz entre tanta oscuridad.

 

Denise Dresser

 


This page is powered by Blogger. Isn't yours?