miércoles, marzo 29, 2023

 

Tragedia migrante

"Los migrantes no son criminales". Carlos Fuentes

¿Por qué tuvieron que morir 38 migrantes en un centro de detención en Ciudad Juárez? Quizá porque a nadie le importa, porque las vidas de los migrantes son baratas.

 

El presidente López Obrador culpó a las propias víctimas: "Esto tuvo que ver con una protesta que ellos iniciaron a partir, suponemos, de que se enteraron que iban a ser deportados, movilizados, y como protesta en la puerta del albergue pusieron colchonetas del albergue y les prendieron fuego, y no imaginaron que esto iba a causar esta terrible desgracia".

 

¿Albergue? ¿Cuál albergue? La Estancia Provisional del Instituto Nacional de Migración en Juárez es una cárcel ilegal, con celdas y barrotes para impedir la huida de los migrantes, que no han cometido más delito que buscar una vida mejor. Calificar esta prisión de albergue es una de esas mentiras que los funcionarios nos dicen constantemente.

 

¿Cuántas veces hemos leído o escuchado que un nuevo grupo de migrantes fue "rescatado" por la Guardia Nacional o por Migración? No nos dicen, sin embargo, por qué los migrantes no quieren ser rescatados. Saben que los agentes de Migración o los militares de la GN no los están "rescatando", sino deteniendo. A los que les va bien los encerrarán en cárceles que llaman "estancias" y los deportarán; otros serán extorsionados o vendidos al crimen organizado; muchas mujeres serán violadas.

 

La tragedia se arrastra desde hace décadas. En San Fernando, Tamaulipas, en agosto de 2010, 72 migrantes, entre ellos 14 mujeres, fueron asesinados por sicarios. El presidente López Obrador aseguró el 24 de agosto de 2020, cuando se cumplieron 10 años de la masacre, que en su gobierno no se protege a nadie ni hay impunidad. Ya los migrantes no son abandonados en camiones, dijo, porque hay revisiones de la Guardia Nacional. "Se puede avanzar sin violar los derechos humanos".

 

Las cifras de migrantes extranjeros, sin embargo, han venido aumentando, y también las de mexicanos que arriesgan la vida para cruzar la frontera. Durante décadas los agentes de migración abusaron de ellos, pero AMLO ofreció una apertura desde antes de asumir la Presidencia. En octubre de 2018 anunció que, "a partir del 1o. de diciembre, vamos a ofrecer empleo, trabajo, a migrantes centroamericanos... No es atender el asunto solo con deportaciones o con medidas de fuerza, sino dando opciones, alternativas". Esta declaración hizo que miles se unieran a las caravanas de migrantes, pero solo algunos recibieron los empleos prometidos, mientras que el cruce a Estados Unidos siguió estando vedado.

 

Ante la tragedia vemos hoy un desvergonzado intento por culpar a otros. Ayer el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, le dijo a Joaquín López Dóriga que la responsabilidad no es de su dependencia, a pesar de que el INM es parte de ella: "Aunque formalmente es la Secretaría de Gobernación, para efectos administrativos, hay un acuerdo al interior del gobierno y es Marcelo, el secretario de Relaciones Exteriores, quien se encarga del tema migratorio".

 

Entiendo que se echen la culpa porque aquel que, en vez de recibir a los migrantes con los brazos abiertos, con empleos y protección, les lanzó la Guardia Nacional y los detuvo en celdas atestadas, amenazándolos con deportarlos, es responsable de la tragedia. Quienes en vez de rescatar a los migrantes los encerraron y los dejaron quemarse en una cárcel clandestina en Juárez fueron omisos en su responsabilidad. Al dejarlos morir cometieron un crimen por el que deben responder.

 

· VIDEO

Una vez más el gobierno se preocupa más por saber quién filtró el video del interior de la cárcel de migración en Juárez que por las víctimas. "Yo repruebo una conducta como esa", dijo el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, pero no se refería a los custodios que dejaron quemar vivos a los "reos", sino a la filtración del video que mostró lo que había ocurrido.

 

Sergio Sarmiento

 


martes, marzo 28, 2023

 

Mundo complicado

Mundo complicado

Aunque estamos concentrados en lo que ocurre en México, el resto del mundo se está moviendo, y mucho.

 

Primero, Xi Jinping está moviéndose, una vez que logró concentrar todo el poder en sus manos. Fue a visitar a Putin, al día siguiente de que éste fue calificado como criminal de guerra por la Corte Internacional de La Haya, y dejó muy claro quién manda. Rusia es ahora un aliado menor de China. Sigo pensando que es posible que Rusia no sobreviva el grave error de Putin, invadir Ucrania.

 

Conviene recordar (ya lo hemos hecho) que Rusia es en realidad un imperio colonial construido en el siglo XVII, en un proceso que los historiadores llaman “rusificación”. En el extremo oriental, ocuparon territorios manchúes que China ahora considera parte suya, con mucha más razón de la que Rusia utilizó en el caso de Ucrania. En medio, los territorios siberianos de Asia Central, muy despoblados, que han sido utilizados por la Rusia europea para obtener materias primas, no son nada fáciles de defender por una Rusia que ha sacrificado su ejército en la invasión a Ucrania.

 

Al respecto, la ofensiva de invierno de Rusia fue un fracaso, y ahora se espera el movimiento contrario: ofensiva de primavera de Ucrania. Con un ejército más motivado, y con equipo proveniente de Occidente, Ucrania puede hacerle pasar un muy mal rato a los rusos, desorganizados, sin capacitación, y reviviendo equipos de hace muchas décadas.

 

Por si fuese poco, Suecia y Finlandia han decidido ya ingresar a la OTAN, y Turquía retiró su objeción. Hay incluso quien cree que la invasión de Putin está provocando el resurgimiento de Europa, especialmente en el tema militar, que habían dejado de lado porque podían depender de Estados Unidos. Las amenazas de Trump hace unos años, y ahora la mucho más tangible amenaza rusa, los han convencido de cambiar curso.

 

En Turquía hay elecciones, y Erdogan enfrenta serias dificultades. Aunque la economía turca ha tenido buenos años, recientemente la inflación ha sido extraordinaria (dos dígitos, más cerca de pasar a tres que de regresar a uno) y ahora se sumó el terremoto reciente. Una combinación que en México, a mediados de los ochenta, inició el proceso de derrumbe del viejo PRI. No es claro qué pueda ocurrir, porque Erdogan ha construido casi una teocracia con su base electoral en Capadocia y Ankara.

 

Cerca de ahí, otro autócrata está poniendo en riesgo a su país. Benjamín Netanyahu, líder de la derecha israelí desde hace buen tiempo, en un nuevo período como primer ministro, decidió irse por completo rumbo a la dictadura, y promovió una reforma para eliminar la independencia del Poder Judicial. La oposición rechaza ese movimiento, y en su misma coalición no están convencidos. Su secretario de Defensa, Yoav Galland, hizo pública su oposición a la reforma, y fue despedido ayer por Netanyahu. Hay manifestaciones públicas multitudinarias desde hace una semana.

 

Como debe ser claro, los líderes autoritarios no tienen un espacio definido en el espectro político. Pueden ser de izquierda o derecha sin ninguna dificultad. Los que suelen calificarse “de derecha” acostumbran aprovechar la religión para legitimarse, como es el caso de Erdogan, Netanyahu o Narendra Modi en la India, que en esta semana promovió la expulsión de Rahoul Gandhi del Congreso de su país. Putin, que deberíamos también considerar de derecha, no hace mucho uso de la religión, pero tampoco la menosprecia. Recuerde que uno de los patriarcas de la Iglesia Ortodoxa Rusa ha sido fundamental en convencer a los rusos del carácter divino de la invasión a Ucrania.

 

Hablando de líderes autoritarios de derecha, Donald Trump continúa en su intento de regresar a la presidencia. En el mitin realizado este domingo pasado en Waco, Texas, fue capaz incluso de proyectar un video ensalzando a los participantes en el ataque al Capitolio el 6 de enero de 2021.

 

En Europa Occidental no tenemos líderes de este tipo… todavía. Preocupa, en el caso de España, el avance de una fuerza similar al populismo izquierdista latinoamericano, al amparo del PSOE, que sigue teniendo la presidencia del país. En el caso de Francia, la preocupación resulta de las medidas que impulsa el presidente Macron, que promueve una reforma de pensiones (pasar la edad de jubilación de 62 a 64 años) que los franceses no quieren. En Francia, el presidente tiene un gran poder, como no ocurre en ningún otro país. Gracias a ello, ha podido pasar su reforma, pero está perdiendo la calle. No es claro si eso abrirá el espacio a un líder autoritario de derecha o izquierda, porque Marine Le Pen y Jean Luc Melenchon, de cada lado del espectro, están muy deteriorados políticamente. Tal vez por eso Macron no se preocupa, pero hay muchos ejemplos de este tipo de fallas de estimación.

 

Con base en esta rápida perspectiva internacional, creo que es más fácil entender por qué México no llama mucho la atención en el mundo. Tenemos un presidente que no se diferencia mucho de los autócratas mencionados, de manera que si Turquía lleva 20 años con Erdogan, o Rusia con Putin, o si en Israel el Ejecutivo está destruyendo al Judicial, no hay necesidad de voltear a ver a México. Esos países, con mayor presencia global, sufren de lo mismo que nosotros.

 

México es importante para este continente. Para Estados Unidos, porque le garantiza su propia seguridad nacional; para América Latina, porque sirve de contención frente a Estados Unidos. Ahora mismo, el subcontinente está plagado de gobiernos del mismo corte que el nuestro. En Chile, donde el presidente ha resultado bastante moderado, las fuerzas que lo llevaron al poder no lo son, y el conflicto continúa; en Bolivia ya llegaron al extremo de expropiar los fondos individuales de pensiones; en Perú no logran gobernabilidad; en Colombia, Petro parece aplicar la misma receta que López Obrador. Finalmente, en Brasil, Lula no está resultando mejor que en sus gobiernos previos, sino peor. Parece convencido de optar por un camino radical.

 

Con ese vecindario, Estados Unidos realmente está preocupado de lo que pasa en México. No porque quieran tener un gobierno u otro, sino porque la posible inestabilidad y la ya presente inseguridad son una seria amenaza para ellos. Ya estamos metidos en la campaña presidencial de ese país: los Republicanos nos utilizan para golpear al gobierno de Biden por la migración, mientras que los Demócratas nos culpan del problema de drogas. Traemos además conflictos con grupos económicos relevantes en ese país, tanto por el tema energético como por el maíz. El secretario de Estado, Antony Blinken, dijo en una audiencia del Senado que efectivamente nuestro gobierno no controla todo el territorio, mientras que la DEA afirmó, en un boletín, que las mayores amenazas que ellos ven para Estados Unidos son los cárteles de Sinaloa y Jalisco.

 

En ese contexto, al interior del país tenemos una lucha por la democracia. López Obrador está decidido a acabar con ese tipo de sistema económico, para instaurar uno de corte autoritario. Pensaría uno en una especie de regreso del PRI, considerando el historial del presidente, pero eso es imposible. El PRI tenía una disciplina, construida en varias décadas, de la que carece Morena. Más importante aún, lo que López Obrador ha preparado es el régimen de un solo hombre, que es él. Puesto que ya no pudo cambiar la Constitución y reelegirse, intenta colocar a un títere para seguir mandando. El títere es Claudia, como se sabe.

 

El problema es que Claudia no es una gran candidata, y que Morena no ha podido superar (de forma consistente y a nivel nacional) el 40% del voto, ya considerando al PT. Con ese nivel, cualquier caída implicaría perder la elección, o incluso si lograsen mantenerse, si enfrente se constituye una coalición suficientemente grande. López Obrador no quiere riesgos, y prefiere que no haya elección, propiamente hablando. Por eso su afán destructor con el INE.

 

Al respecto, su primera opción, la reforma Constitucional, fracasó. Aplicaron entonces la misma receta de la ley eléctrica y de la Guardia Nacional, y le llamaron Plan B: cambiar leyes de forma inconstitucional, y esperar que la Corte los dejara pasar. Eso ya no ocurrió, y el Plan B ha fracasado. Proceden ahora al plan C, poner cuatro consejeros a modo. Eso ya no lo lograron, porque al menos uno de ellos no será dependiente del presidente (según las quintetas publicadas en redes el domingo por la tarde). De las otras tres, parece muy probable que la presidenta del INE sea morenista, y las otras dos se tiene una probabilidad 50/50.

 

En principio, esta selección de consejeros no es tan diferente de lo ocurrido en otras ocasiones. Una coalición que tiene la mitad de la Cámara tiene razón en exigir la mitad de los consejeros. La diferencia con ocasiones previas es que ahora no se trata de consejeros con simpatía, sino de militantes del partido. En cualquier caso, no van a controlar al INE, y posiblemente ni siquiera el Consejo General, aunque tengan a la presidenta.

 

Quedan entonces dos pasos más: uno es quitarle el presupuesto al INE para 2024, pero eso exige que mantengan mayoría en la Cámara para noviembre, y eso no es seguro. Si el PVEM decide separarse de la coalición presidencial, no tienen mayoría. Y puede ser que eso ocurra, al menos para ese caso específico.

 

El último paso es el ya conocido de López Obrador: no aceptar la derrota. En eso se parecería a Trump y Bolsonaro, que perdieron su reelección e hicieron berrinche. Ambos fueron controlados, en parte gracias a las fuerzas armadas de sus países. Creo que aquí ocurrirá lo mismo. El ejército mexicano no tiene por qué sacrificarse para mantener el ego de López Obrador, que además ya les ha dado todo lo que podría darles.

 

De aquí podemos concluir que lo más probable es que morena pierda la presidencia en 2024, López Obrador se regrese a ser un opositor odioso, y cada grupo morenista buscará sobrevivir como pueda. En el año y meses que faltan para ello, estaremos continuamente enfrentados. Al final, es probable que haya el espacio para plantearnos una nueva forma de gobierno, pero eso habrá que pensarlo después.

 

Macario Schettino

 


miércoles, marzo 22, 2023

 

Autosuficiencia

"Si producimos en México lo que consumimos, nos van a hacer lo que el viento a Juárez". Andrés Manuel López Obrador

 

Buscar la autosuficiencia energética proyecta una imagen nacionalista que sin duda tiene beneficios políticos, pero los objetivos para nuestro país deberían ser otros, como mejorar el bienestar de la gente, elevar la rentabilidad de las empresas energéticas o reducir las emisiones contaminantes. El presidente López Obrador, sin embargo, tiene un concepto de la economía tomado de los años setenta. Por eso está obsesionado con la autosuficiencia.

 

Lo dijo en su discurso inaugural del Zócalo el 1o. de diciembre de 2018: "Se rehabilitarán las seis refinerías existentes y se iniciará, en unos días más, la construcción de una nueva refinería en Dos Bocas, Paraíso, Tabasco, para lograr que en tres años se produzca en México toda la gasolina que consumimos". El plazo de tres años no se ha cumplido, pero eso no impidió que este 18 de marzo declarara: "Se está garantizando la soberanía petrolera; el año próximo no vamos a comprar gasolina ni diésel, ni otros petrolíferos en el extranjero".

 

No tiene sentido buscar una autosuficiencia que podría resultar muy cara. ¿Por qué? Porque Pemex gana dinero en producción y exportación de petróleo crudo, que el Presidente quiere eliminar, pero pierde en refinación.

 

El 29.5 por ciento del producto de las refinerías mexicanas en enero de 2023 fue combustóleo, el cual se ha quedado sin mercado internacional porque ya ni a los barcos se les permite usarlo por su contaminación. En México, sin embargo, la Comisión Federal de Electricidad lo emplea para generar electricidad. Tanto la refinación como la generación con combustóleo emiten gases contaminantes, como lo saben los habitantes de la Ciudad de México y Monterrey por su cercanía con las plantas de Tula y Cadereyta.

 

Si bien el Presidente y el director general de Pemex, Octavio Romero, se han comprometido con la autosuficiencia, ya no para 2021, pero sí para 2024, el plan de negocios 2023-2027 de Pemex señala: "La producción del escenario base de gasolinas permitirá reducir la dependencia de la importación por parte de Pemex pasando de 60 por ciento en 2022 a 22 por ciento en 2027". Incluso si se considera como nacional la producción de Deer Park, pese a que está en Texas, la importación sería de 5 por ciento.

 

La balanza comercial petrolera, antes superavitaria, es hoy fuertemente deficitaria. En 2022, las exportaciones petroleras mexicanas fueron de 39,212.2 millones de dólares, mientras que las importaciones se elevaron a 74,114.4 millones. El déficit es de 34,902.2 millones. La autosuficiencia debería eliminar este déficit, pero pretender que pueda ocurrir en 2024 es una falsedad... o ingenuidad.

 

El énfasis en la autosuficiencia en gasolina puede generar pérdidas y aumentar la deuda de Pemex. En 2019, 2020 y 2021 la empresa acumuló pérdidas por 881,800 millones de pesos, según Manuel Molano de El Financiero. En 2022 tuvo una utilidad neta de 23,500 millones de pesos, que no compensa las pérdidas anteriores. La actividad que más pierde es la refinación. Aumentarla complicará la situación financiera de la petrolera más endeudada del mundo. Al cierre de 2022 la empresa tenía un patrimonio negativo en 1.8 billones de pesos. Contablemente, está quebrada.

 

La solución no radica en la autosuficiencia al costo que sea, sino en mejorar la rentabilidad. No ayuda elevar la capacidad de refinación; hay que privilegiar las actividades más rentables, como la exportación de crudo. Buscar la autosuficiencia en gasolina en una empresa quebrada por la refinación es como tratar de detener una hemorragia con un remedio para la gripe.

 

· VIEJO CORREDOR

El corredor interoceánico es un viejo proyecto. El primero en proponerlo fue Luis Echeverría, pero nunca se ha concretado porque no es rentable. Mientras no lo sea, todo el dinero que los gobiernos gasten en él seguirá esfumándose.

 

Sergio Sarmiento

 

 


lunes, marzo 13, 2023

 

La voz del poder

La voz del poder no es una voz más en la conversación pública. La voz del poderoso carga, inevitablemente, una dimensión impositiva.

 

La primera imposición es obvia: tan pronto se emite, la palabra del poder es una orden para todos los subordinados. Las expresiones del Presidente definen el rumbo de la administración. Los sermones matinales no son simples mecanismos de comunicación que explican y defienden decisiones que se toman en otra parte.

 

Hasta la explicación más superficial se convierte en interpretación oficial del mundo. La conferencia diaria tendrá formato de kermés, pero es el ámbito privilegiado de decisión en este Gobierno.

 

La voz presidencial emplea los recursos del Ejecutivo para hacerse oír. Se envuelve de los símbolos del Estado y de la nación. Se proyecta, de manera intimidante, desde la sede presidencial. Se le difunde con todos los recursos públicos. Con nuestros impuestos financiamos el circo diario que es tomado por el oficialismo como revelación de infinita sabiduría.

 

La voz presidencial no es equivalente a las páginas de un diario, el manifiesto de un grupo social, la postura de una figura pública. Por eso merece trato distinto. La expresión debe tener libertades anchísimas. Pero la expresión del poder debe regirse por un código especial.

 

Entiendo que debe haber lugar para la crítica severa, para la burla, para el cuestionamiento de los dogmas más extendidos. No debe establecerse nunca un tribunal de la verdad que decrete lo que es falso. Sigo pensando que la mejor respuesta a la publicación de una idea ridícula es la exhibición de su absurdo. Creo que ese derecho de la crítica llega a incluir el derecho a ofender. Una caricatura que no hiere es una viñeta.

 

Pero el discurso que se emite desde el Estado no es cualquier discurso. No lo es porque lo financiamos todos con nuestros recursos, porque transmite decisiones y, sobre todo, porque, como mecanismo de poder, altera la esfera de los derechos de la gente.

 

El discurso presidencial tiene efectos inhibitorios de la libertad de expresión. Emplear el púlpito presidencial para agredir a los críticos, usar la plataforma del Estado para injuriar a la prensa independiente, hablar desde el Palacio Nacional para difamar a todo aquel que se separa de la línea oficial afecta las condiciones en las que debe desarrollarse la discusión libre.

 

He dicho que desde la Presidencia se agrede, se injuria, se difama. Resalto que, desde ahí, no se debate. No hemos encontrado réplica a los cuestionamientos de la prensa, no hemos escuchado la presentación de datos que contradigan la versión de la crítica. Lo que escuchamos de lunes a viernes es una descarga de insultos furiosos.

 

La réplica implicaría el respeto elemental que hay a la discrepancia. La consideración de que la voz del otro merece ser escuchada y que los argumentos del otro exigen contestación razonada. Pero ese respeto no se asoma por ningún lado. Lo que se observa es el intento de demonizar la crítica. Los críticos son agentes del extranjero, los críticos son moralmente repulsivos, los críticos son traidores que continúan una larga historia de traiciones, los críticos no pertenecen al verdadero pueblo.

 

La voz presidencial tiene propósitos explícitamente punitivos. El hombre que descree de la ley apuesta por el castigo fulminante de la opinión pública. Eso es lo que busca: estigmatización de la crítica.

 

Se habla desde el Palacio Nacional con el propósito declarado de que el grupo de sus enemigos preferidos pierda toda honorabilidad. El Presidente condensa odios y los proyecta contra las voces independientes. Se nos invita a ser espectadores de fusilamientos simbólicos.

 

En la palabra presidencial no vemos el ejercicio de un derecho, sino el abuso de un poder. La libertad de expresión no se coarta solamente a través de la censura. También se limita a través del hostigamiento sistemático. Ése es el enorme mérito de la demanda que Denise Dresser ha presentado contra el Presidente de la República.

 

La palabra presidencial es un recurso poderosísimo que debe emplearse con responsabilidad. Si puede convocar, también aplasta. Si es capaz de construir un relato que entusiasme, también puede envenenarnos y arropar la violencia. La difamación no es facultad presidencial.

 

Jesús Silva-Herzog Márquez

 

 


 

Gobierno espía

Bastó una periodista profesional para constatar que el emperador está desnudo. Bastó una mujer con temple para dejar al Presidente destemplado. En una mañanera histórica, Nayeli Roldán confrontó a López Obrador sobre el espionaje ilegal del Ejército, sacándolo de sus casillas, y orillándolo a mentir sobre algo que está empeñado en encubrir.

 

Como lo han documentado rigurosamente The New York Times, Animal Político, Proceso y Aristegui Noticias, la "Cuarta Transformación" espía a ciudadanos mexicanos tal como lo hacía el Gobierno de Peña Nieto: con el malware Pegasus, al margen de la ley, sin rendición de cuentas, abusivamente.

 

Y con un agravante más: el espionaje ya no está en manos de civiles, sino de militares, que actúan a su libre albedrío, por encima del Presidente. Él ni siquiera parece saber qué están haciendo, pero los defiende. Paso tras paso, construye su propia versión del Gobierno Espía, y permite el surgimiento de un Estado Militar.

 

Los hechos son incontrovertibles, aunque el Presidente niegue, evada o intente desacreditar a periodistas que lo exhibieron. Existe documentación sobre cómo el Ejército recurrió a Pegasus para intervenir los teléfonos celulares de quienes denunciaron las ejecuciones extrajudiciales cometidas por militares en Nuevo Laredo.

 

Ese mismo equipo Pegasus que el Gobierno había negado tener. Ese mismo Pegasus que había sido usado para espiar a Carmen Aristegui, al Centro Tlachinollan, y a un grupo de activistas y periodistas en el sexenio pasado. Ese mismo Pegasus, cuya utilización ilegal AMLO había criticado como "inmoral", hace apenas unos años, antes de que el otrora luchador social se pasara al lado oscuro de la fuerza.

 

Atrás quedó la promesa de campaña sobre el fin del espionaje. Ahora lo ilegal se vuelve legítimo, el espionaje es rebautizado como "inteligencia/investigación", el CISEN es reemplazado por un órgano secreto llamado Centro Militar de Inteligencia, los defensores de derechos humanos son cómplices del narcotráfico, y los periodistas que exhiben el escándalo lo hacen por corruptos.

 

Pero los señalamientos de Nayeli Roldán expusieron, una por una, las contradicciones de un Presidente que no sabía cómo responder. Dijo que la "inteligencia" llevada a cabo por el Ejército no es ilegal, y Nayeli le recordó que la Sedena no tiene facultad para espiar.

 

Argumentó que "nosotros no espiamos a nadie", aunque en este sexenio ya se ha verificado lo contrario, en el caso de Ricardo Raphael, y tantos más. Afirmó que el espiado -Raymundo Ramos, defensor de derechos humanos- "tiene vínculos con el narco", aunque esa aseveración no se ha comprobado, y es difamatoria.

 

No sabía contestar a la pregunta sobre la diferencia entre "inteligencia" y "espionaje", rechazó que el General Audomaro Martínez, titular del Centro Nacional de Inteligencia, rindiera cuentas sobre el espionaje en la mañanera, y -sabiéndose acorralado- recurrió al guion gastado de siempre: agredir a la reportera, desacreditar a los medios que le molestan, y tratar de minimizar el mensaje, matando al mensajero.

 

Más allá de las maromas mañaneras, la seriedad del tema debería sacudir al Congreso, impactar a la sociedad, y llevar a la Suprema Corte a imponer controles, ahora que discutirá acciones de inconstitucionalidad contra la militarización.

 

Con o sin el conocimiento del Presidente, las Fuerzas Armadas están espiando a civiles. Con o sin el conocimiento del Presidente, las Fuerzas Armadas están violando la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal y la Ley de Seguridad Nacional, donde claramente se establece que las labores de inteligencia deben quedar a cargo de autoridades civiles, y que toda intervención de celulares debe tener autorización de un juez.

 

Desechable el argumento de que el fin justifica los medios y todo se vale para enfrentar al crimen. Al infectar el celular de Raymundo Ramos y otros, el Ejército no estaba recolectando inteligencia para combatir al narcotráfico; estaba espiando a civiles para protegerse a sí mismo.

 

El legado más duradero de López Obrador será el más tóxico. Un nuevo poder fáctico que se erige -supremo e intocable- arriba de todos los demás, incluyendo a AMLO. Porque es grave que el Presidente sepa del espionaje del Ejército y lo justifique.

 

Pero sería aún más grave que no lo hubiera sabido, y que las Fuerzas Armadas actúen como quieran, cuando quieran. En pocas palabras, militarización mata transformación.

 

Denise Dresser

 


viernes, marzo 03, 2023

 

El mejor y el peor

El mejor y el peor

"Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos". Charles Dickens

Por una parte, podemos decir con el Presidente López Obrador que nos está yendo bien, requetebién.

 

El peso mexicano fue en febrero la divisa con mejor desempeño frente al dólar entre las principales del mundo. Tuvo un avance de 2.72 por ciento mientras que la libra esterlina cayó 2.15 por ciento, el dólar canadiense 2.41, el euro 2.58 y el won coreano 7.42 (Gabriela Siller). Las remesas, por otra parte, siguen aumentando.

 

La inversión para la nueva planta de Tesla, 5 mil millones de dólares, es muy importante, aunque representa apenas una décima parte de las remesas que, en 2022, alcanzaron 58 mil 497 millones de dólares. También BMW ha anunciado una inversión de más de 800 millones de dólares para producir autos eléctricos. El nearshoring está haciendo su magia.

 

¿Por qué, entonces, la Secretaría de Hacienda está previendo un crecimiento de sólo 3 por ciento en 2023? Y el Banco de México, ¿por qué ha bajado su proyección de 1.8 a 1.6 por ciento? Una expansión de 1.6 no es lo que podría uno esperar de un país de éxito. Irlanda, por ejemplo, registró en 2022 un crecimiento de 12.2 por ciento; eso sí es requetebién.

 

Varias razones explican el mediocre desempeño económico en un país que, con el T-MEC, el nearshoring y las remesas, debería estar creciendo a una tasa de por lo menos 4 o 5 por ciento anual.

 

A pesar de las inversiones de ocho columnas, la verdad es que la inversión general sigue decepcionando. Si bien el Producto Interno Bruto está regresando ya, tardíamente, a los niveles previos a la pandemia y al inicio de este Gobierno, la inversión fija bruta sigue rezagada.

 

Dos grandes proyectos, como el de Tesla y el de BMW, no compensan las inversiones que miles de empresas pequeñas y medianas no están pudiendo realizar, por la burocracia gubernamental o por otras razones.

 

La inversión fija bruta fue de 21.4 por ciento del PIB en el tercer trimestre de 2022, según cálculos de México ¿Cómo Vamos? Es una cifra insuficiente. El objetivo desde hace años ha sido de 24 por ciento, pero no lo hemos alcanzado. La inversión pública se mantiene en niveles históricamente reducidos.

 

A la gente común y corriente, por supuesto, las cifras de la macroeconomía poco le importan. La inflación es su principal preocupación o, más bien, "lo caro que está todo". El precio de la tortilla alcanza 30 pesos por kilo en algunos lugares del país y el kilo del huevo está cerca de los 60 en Ecatepec.

 

Los acuerdos corporativistas para que las grandes comercializadores ofrezcan descuentos en unos cuantos productos no han servido para frenar la inflación, que se ubicó en 7.76 por ciento en la primera quincena de febrero, con los alimentos y bebidas en un preocupante 13.88 por ciento.

 

A pesar de los aumentos al salario mínimo y de los programas de apoyo del gobierno, cada vez más familias caen de la clase media a la pobreza. Quizá sea parte del plan, porque nos dicen que los pobres son más leales al gobierno que la clase media.

 

La estabilidad del peso es un logro; es cierto que ayuda a algunos y perjudica a otros, como a los exportadores y a los beneficiarios de las remesas, que reciben menos pesos por sus dólares, pero una devaluación brusca suele ir acompañada de una crisis financiera.

 

Sin embargo, el crecimiento que tenemos es decepcionante ante las grandes oportunidades que el nearshoring y las remesas están trayendo a nuestro país. Si queremos realmente un país con menos pobreza, necesitaremos políticas que promuevan la inversión, y no que la ahoguen en trámites, restricciones y corrupción. Entonces sí nos irá requetebién.

 

Sergio Sarmiento

 


This page is powered by Blogger. Isn't yours?