domingo, marzo 03, 2024
Capital humano
"Desde Salinas de Gortari se viene dando toda una política educativa hacia favorecer la privatización del sector educativo para que las transnacionales pudieran llegar a México y tener un capital humano [...] sumiso...". Son las palabras de Marx Arriaga, responsable en este Gobierno de los libros de texto gratuitos. Esto en un interesante debate el martes, muy bien conducido por Joaquín López-Dóriga, con quien fuera secretario de Educación de Peña Nieto, Aurelio Nuño.
Eso de capital humano suena horrendo si se le entiende como un mero insumo para el explotador capitalista. En ese caso no tiene sentido educar en nada útil a las y los jóvenes de un país, salvo a entender las estructuras de dominación. Pero si se contempla desde el punto de vista de quien estudia, seguro prefieren incrementar su capital humano con más conocimientos útiles para encontrar un mejor trabajo.
Este tipo de debates deberían alimentar el proceso electoral. ¿Cuál es el proyecto educativo de las candidatas? Para Morena, lo central es formar personas críticas de las estructuras de dominación e involucrarlos en su comunidad. En la versión defendida por Nuño, "una educación de calidad, que prepare a los niños para desarrollar al máximo sus capacidades humanas, y que tengan todos los elementos para decidir la vida que quieran vivir".
La visión del mundo de Morena no es económicamente sostenible. Sin programas de estudio que desarrollen las capacidades productivas de quienes estudian, no habrá suficiente crecimiento económico, con lo cual no se tendrán los recursos fiscales para pagar los servicios públicos, de por sí rezagados y mucho menos cumplir las promesas de gasto expuestas por Claudia en su arranque de campaña el viernes.
Pero Marx Arriaga tiene razón en una cosa: los sueldos promedio son muy bajos. Pero no porque el trabajador no tenga espíritu de lucha (¿no hubo ya una "revolución de las conciencias"?) sino porque, dadas sus competencias, no tiene muchas alternativas. La ley laboral hoy es más democrática, pero sólo con mejores competencias los trabajadores tendrán salarios significativamente mejores.
Los países con Gobiernos socialdemócratas, como Dinamarca, tienen ciudadanos productivos y a la vez conscientes de sus derechos. Existen reglas laborales que protegen al trabajador, pero pensando siempre en que la empresa debe ser exitosa, por el bien de todos. Los trabajadores tienen derecho a vacaciones, espacios de trabajo seguros, etc., aunque se puede despedir sin mayor penalización a quien no sea necesario. Éste tendrá seguro de desempleo mientras se capacita.
Para el Gobierno de AMLO el lucro es sospechoso. Su reforma eléctrica presentada el 5 de febrero elimina el que las empresas públicas busquen utilidades. Deben regresar a ser entidades estatales, con lo cual puedan justificar cualquier pérdida amparadas en su presunta función social.
En la próxima elección está en juego el modelo de país. Se puede construir uno próspero y justo al mismo tiempo. Para lograr lo primero se requieren individuos, empresas privadas y públicas preocupadas por generar riqueza y con las capacidades para lograrlo. Alguien atrapado en su comunidad sin bases elementales de aritmética y lectura, con escasos o nulos conocimientos de computación o inglés, por más que entienda que hay explotación de los ricos, difícilmente logrará un buen ingreso laboral, salvo si emigra o se dedica al crimen.
Para alcanzar un país justo se requiere un Estado competente para redistribuir. Para los liberales como yo, un elemento fundamental para lograrlo es desarrollar el capital humano, es decir, proveer desde el Estado educación de calidad y buenos servicios de salud a sus habitantes. Desde el modelo de izquierda de Morena, lo central es generar conciencia del mundo injusto en el que viven y distribuir recursos públicos sin condicionarlos a mejorar su capital humano, aunque no dejan de recordarles y presionarlos por quién deben votar.
Carlos Elizondo Mayer-Serra