miércoles, junio 27, 2012

 

México: corrupción, instituciones y voluntarismo

Decir que en México la corrupción es muy frecuente corre el riesgo de resultar una frase tímida. Lo cierto es que se trata de una enfermedad muy grave, extendida por todo el cuerpo social. La corrupción toma muchas formas, pero la más significativa, en lo económico, consiste en vender al público, con provecho propio, un bien o servicio que es propiedad gubernamental.

Los análisis globales indican que la corrupción es más aguda en las naciones subdesarrolladas. En concordancia, la clasificación que elabora Transparencia Internacional (2011) sitúa a México a la mitad de la tabla de los países de América, muy lejos del puntero continental positivo, que es Canadá.

Una lista de los ejemplos de corrupción en México, aunque fuera resumida, llenaría varios tomos voluminosos de una obra dedicada a la patología nacional. Sin mayor pretensión, ofrezco enseguida una muestra modesta: las "mordidas" ordinarias; la "expropiación" de los espacios públicos por parte de los vendedores ambulantes; la "venta" de plazas en las empresas estatales; la cómplice "inflación" del costo de las obras públicas; el suministro de "litros cortos" en las gasolineras; el "coyotaje" en el trámite de todo tipo de permisos; el "compadrazgo" en la provisión de bienes y en la contratación de personal; la "ordeña" de poliductos; etcétera, etcétera.

Frente al fenómeno, la reacción típica de las autoridades y de la sociedad se presenta en dos facetas: la condena moral y la acción policíaca. Ninguna de las dos es eficaz en forma duradera. (¿En qué quedó la sonora "renovación moral de la sociedad" del sexenio de Miguel de la Madrid? En un slogan de campaña. ¿Para qué ha servido, recientemente, la Secretaría de la Función Pública, uno de cuyos propósitos es "inhibir y sancionar las prácticas corruptas"? Para aumentar la burocracia.)

El conjunto de instituciones que caracteriza a una sociedad determina reglas del juego (normas) que, por un lado, establecen límites a las conductas individuales y, por otro, inducen ciertos comportamientos (positivos o negativos). De esa mezcla depende la interacción de los miembros de la comunidad en la economía. La corrupción resulta muy a menudo de un arreglo institucional que propicia el "portarse mal". Esta forma de ver el problema sugiere una solución favorita (creo) entre los economistas. En lugar de exhortaciones éticas y de persecuciones judiciales, lo lógico es reorganizar el gobierno, para reducir (minimizar) los "incentivos perversos". Esto significa diseñar las instituciones (las reglas) de manera que favorezcan las "conductas correctas".

Lo dicho en el párrafo previo puede parecer muy abstracto, pero tiene una traducción sencilla en la práctica. Siguen un par de ilustraciones.

1.- Cuando la economía mexicana estaba absurdamente cerrada a las importaciones (por medio de aranceles exorbitantes, de permisos previos, etcétera) la corrupción plagaba las transacciones del comercio exterior. Para poder internar las mercancías extranjeras al país, el comprador tenía que "estimular" la buena voluntad de algún empleado del gobierno, fuera un alto funcionario en la secretaría correspondiente o un humilde guardia en la frontera. La liberalización comercial eliminó en buena medida la oportunidad para la irregularidad. No cambió la moral de los mexicanos, no reforzó la vigilancia en las aduanas, simplemente achicó la posibilidad de la ganancia ilícita. En otras palabras, creó los incentivos correctos.

2.- En relación con el problema de los "litros cortos", creo que en más de una ocasión he planteado su remedio en estas páginas. No se requieren bombas más modernas ni más inspectores y multas. Todo lo que se necesita es la libre comercialización de la gasolina. Una buena parte del combustible que consumimos en México es importado. ¿Por qué tiene que ser Pemex el único importador y distribuidor? El monopolio se presta de inmediato a la corrupción. En contraste, lo sensato sería permitir que cualquiera pudiera importar la gasolina y abrir una estación de (verdadero) servicio en donde lo juzgara apropiado. La competencia entre los proveedores para atraer clientes evitaría el robo actual. Así de simple.

En lugar de lo anterior, en los vientos electorales que corren flota la idea vaporosa de que la solución de la corrupción consiste en que nuevos líderes, impolutos, den ejemplo de probidad a los míseros mortales. Esto se conoce con el término de voluntarismo, y admite varias acepciones. En política, voluntarista es una teoría, postura o práctica donde la voluntad de los sujetos políticos se considera decisiva. La noción no sólo refleja la soberbia de los proponentes, encaramados en su endeble percha moral, sino también su desconocimiento de la naturaleza humana.

Everardo Elizondo

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Creer que sólo porque AMLO es honesto (algo que no lo creo, hay evidencia de lo opuesto) arreglará el tema de la corrupción sólo con su "voluntarismo" es un simplismo pueril, por no usar otra palabra que se usa en mi rancho. Además, sus propuestas en muchas áreas son en el sentido de incrementar la burocracia (más secretarias), fortalecer a los monopolios públicos (unir PEMEX con CFE y crear de nuevo a LyFC para el SME), además de un aumento de los subsidios (bajar precios a gasolinas y energía eléctrica) y del incremento de aranceles a la importación (fortalecer el mercado interno, proteger la industria nacional, sustituir importaciones). Todo ello conlleva a más incentivos para que haya más corrupción. Lo único que realmente disminuye la corrupción es el libre mercado con mucha competencia. Por eso un gobierno obeso, todo poderoso, con mucha intervención en la economía, simplemente se vuelve muy corrupto.

http://no-al-populismo.blogspot.mx/


domingo, junio 24, 2012

 

El futuro y el PRI

"En ocasiones errado, pero nunca en duda", es una caracterización que fácilmente se podría aplicar al PRI. El partido de la revolución estabilizó al País en el siglo 20, pero nunca logró superar un sistema dedicado íntegra y exclusivamente a la llamada familia revolucionaria, a servir a los intereses del poder y sus negocios. El riesgo de la próxima elección es regresar a ese mundo de complacencia. México requiere un gobierno eficaz y la forma en que evolucionaron los dos gobiernos panistas recientes fue todo menos eso. Pero la solución no reside en un Gobierno en control absoluto del poder.

Los priistas se precian de su capacidad para gobernar. Pero su probada capacidad de ejecución no es lo mismo que un buen gobierno: México tuvo muchas décadas de gobiernos hábiles, pero no buenos gobiernos. De haberlos tenido, el País sería rico y próspero, como Corea u otros países de similar nivel de desarrollo. Requerimos un gobierno eficaz, pero también un buen gobierno. La pregunta es cómo lograr esa combinación.

El PRI que hoy flexiona el músculo no es moderno o visionario. Su vista está concentrada en el espejo retrovisor, en lo que para muchos priistas nunca debió abandonarse. En el mundo idílico del profesor: un Gobierno en control, una sociedad subordinada y una economía en crecimiento. Los 60.

Para el viejo sistema nunca existió la sociedad más que como instrumento manipulable. Esto no implica que se impidiera el crecimiento económico pues la evidencia de lo contrario es enorme, pero sí de que su función objetivo fuera la de servir a los intereses de la familia revolucionaria: mantenerse en el poder y explotarlo para su beneficio. Eso es lo que las mayorías absolutas hacen posible: la imposición.

Cuando el PRI perdió la Presidencia se creó la oportunidad de transformar al sistema político, remontando los traumas previos, pero construyendo sobre lo existente. Lamentablemente, las dos administraciones que sucedieron al PRI (de hecho, las últimas tres) no tuvieron la visión, grandeza o capacidad de trascender lo heredado. Los ciudadanos acabamos con una democracia enclenque que no ha satisfecho las expectativas o cambiado el rumbo del País. La conclusión de muchos es que el problema yace en la ausencia de mayorías legislativas. Yo difiero: el problema yace en la incompetencia de nuestros gobernantes recientes, en su inhabilidad para construir mayorías y transformar al sistema político.

Ese malogro es la principal explicación de la situación actual del PRI. En contraste con los partidos del viejo régimen en otras sociedades, el PRI la tuvo fácil: no tuvo que reformarse para volver a sobresalir en las preferencias electorales. El riesgo ahora es que la sociedad pague los platos rotos.

Más allá de las encuestas y de las diferencias de perspectiva entre jóvenes y viejos -los que vivieron la era del PRI abusivo y los que viven el desconcierto actual-, el País es un gran desorden. La propuesta del PRI para restaurar el orden ha sido convincente: un gobierno eficaz. Pero eficacia no implica un buen gobierno y ésa es la historia del PRI. La incompetencia de los últimos gobiernos impidió sustituir las estructuras e intereses priistas por instituciones funcionales y pesos y contrapesos debidamente estructurados.

Nadie puede dudar que el País requiere un gobierno eficaz. En la era priista, la eficacia estaba casi garantizada porque el sistema era tan fuerte y ubicuo que permitía que malos gobernantes funcionaran efectivamente. Pero desde que el PRI se dividió en los 80, su capacidad de imposición disminuyó. Desde entonces, el éxito de un Gobierno ha dependido de la habilidad política -individual- del Presidente: no es casualidad que entre 1982 y hoy sólo Salinas haya sido efectivo.

En este tiempo el País se ha descentralizado notablemente, pero no contamos con estructuras consolidadas de pesos y contrapesos que den estabilidad y predictibilidad al sistema en su conjunto. Eso es lo que crea tanta incertidumbre: la posibilidad de que el PRI regrese a restaurar el sistema opresivo o que López Obrador destruya lo poco que se ha avanzado. Nuestro problema es de ausencia de contrapesos y eso no se resuelve con un gobierno "eficaz" ni con mayorías absolutas en el Legislativo. México requiere una negociación entre las fuerzas políticas que le dé vida a un cuerpo institucional de pesos y contrapesos y nos lleve a otro estadio de desarrollo.

El País ha cambiado, aunque no siempre para bien: la realidad del poder ya no es de centralización política, sino de dispersión del poder con una enorme concentración en los liderazgos partidistas y los Gobernadores, además de los poderes fácticos. En contraste con la vieja era priista, la multiplicidad de contactos que caracteriza al mexicano promedio con el resto del mundo es impactante. La única razón por la cual el País ha seguido adelante en los últimos 20 ó 30 años es que los mexicanos encontraron formas de funcionar independientemente del Gobierno. Son los resabios del viejo sistema -el del PRI y el de AMLO- los que mantienen atorado al País. No hay a dónde regresar.

El reto del País es desmantelar, definitivamente, la estructura corporativista que persiste en las paraestatales, en el sindicalismo corrupto y en los negocios particulares, muchos de ellos ilícitos, de sus próceres. Afectar las bases de poder priista y sus estructuras de soporte. México requiere consolidar el modelo de apertura -en lo económico y en lo político- y eso implica afectar intereses priistas. La pregunta es si el monstruo puede funcionar rompiéndose las entrañas, y si controlando la Presidencia, el Congreso y el Senado tendría incentivos para hacerlo. Lo dudo.

El mexicano quiere orden, factor que ha fortalecido al PRI en esta contienda. Pero orden sin contenido no es respuesta. Para restaurar el orden y acabar de construir el camino del crecimiento hay que romper con lo que por tantos años fuimos, con el sistema priista. ¿Quién podría lograrlo? Sólo un Presidente con habilidades políticas, pero guiado por el imperativo de construir un acuerdo político con el resto de los partidos. Regresar a la era de mayorías absolutas sería una enorme regresión.

Luis Rubio
www.cidac.org
 

 

Voto Razonado

Vicente Fox no fue el candidato presidencial del entonces jefe del PAN, Felipe Calderón. Seis años después, Calderón no fue el candidato del Presidente Fox. Ni ahora Josefina Vázquez Mota es la candidata del Presidente Calderón. Sin embargo, el PAN logró procesar sus diferendos. Es lo más parecido que tenemos a un partido moderno.

En la tradición arcaica del PRI, el que se movía "no salía en la foto"; y los diferendos frente a la voluntad de arriba terminaban mal. El Presidente De la Madrid impuso al candidato Salinas, a costa de la ruptura que llevó a muchos cuadros a poner casa aparte en el PRD. A su vez, el Presidente Salinas impuso al candidato Colosio, a costa de que lo mataran; y al candidato Zedillo, a costa de que, al llegar a Presidente, se hablara de obligarlo a renunciar.

En el PRD, el caudillismo ha sido permanente en las distintas tribus y en la coalición, dominada primero por Cuauhtémoc Cárdenas y luego por el protegido que lo destronó: Andrés Manuel López Obrador. Marcelo Ebrard, a su vez protegido de López Obrador, no quiso o no pudo imponerse como candidato . Fue lamentable para la alternancia democrática, porque pudo haber llegado a Presidente; y lo deseable no es la recaída en el PRI, ni la permanencia indefinida del PAN, sino la alternancia entre la derecha moderada y la izquierda moderada.

Al Gore hubiera sido un mejor Presidente de Estados Unidos que Bush, y estuvo a punto de serlo en las elecciones del 2000. Hasta se habló de irregularidades que "le robaron" la Presidencia. Pero Gore se negó a que el país pagara el costo de prolongar la incertidumbre, y aceptó su derrota. En cambio, López Obrador no aceptó su derrota en 2006, y decidió que la incertidumbre, los bloqueos de calles y cualquier costo semejante para el País se justificaban, porque lo importante era impedir la Presidencia de Calderón; o, cuando menos, ensuciarla y estorbarla, ya que el "Presidente legítimo" era él. Ahora que vuelve a ser candidato a la Presidencia y parece haber cambiado de actitud, no ha logrado borrar la desconfianza de millones de votantes.

El PAN ha sido un buen partido fuera del poder: mucho mejor que en él. Tenía la imagen del niño bueno pero inepto para la acción práctica, y ha resultado más práctico, pero no tan bueno. No tenía, ni tiene, suficientes cuadros competentes y decentes para gobernar; lo cual hubiera sido secundario, de tener mano dura contra la corrupción, empezando por la propia. Pero no se ha distinguido por eso, frente a los demás partidos. Se ha ganado unas vacaciones fuera del poder, y más al presentar candidatos impresentables como Fernando Larrazabal. El PRD no se queda atrás, cobijando a Dolores Padierna, Martín Esparza y Manuel Bartlett. Ni el Verde ni el Panal, donde Elba Esther Gordillo se cobija con un candidato presentable.

Se comprende el pesimismo de los que sienten que no estamos preparados para la democracia; y que es mejor la Presidencia absoluta. Pero no hay que ser tan pesimistas, ni olvidar las barbaridades de la Presidencia absoluta. La democracia se hace lentamente y desde abajo, fuera de los partidos y fuera del Estado, construyendo una vida pública más autónoma y organismos ciudadanos que obliguen a funcionar debidamente ésta y aquella ventanilla. La sociedad mexicana avanza desde hace décadas, y ahora lleva a rastras una clase política que estrena su libertad del yugo presidencial, la disfruta ampliamente y busca su interés antes que el interés público.

Hay que confiar en el avance social, más que en los partidos. Son poco respetables. Pero, como dicen los rancheros: "Con esos bueyes hay que arar". El voto en blanco es una tentación legítima, pero no es buena idea. Lo razonable es votar por los que estorben menos el desarrollo de la autonomía social. Esto descarta al PRI, con alguna excepción local donde el candidato haga la diferencia; y descarta al Panal, cuya mandamás tiene secuestrada la educación pública.

En el PAN y el PRD hay buenos o aceptables candidatos. Para la Jefatura del DF, el candidato del PRD parece preferible a la candidata del PAN. Para la Presidencia de la República es al revés. Josefina Vázquez Mota (a diferencia de Peña Nieto y López Obrador) no tiene recursos para intentar la restauración del presidencialismo, pero sí para enfrentarse al SNTE y remediar el desastre educativo.

Las grandes centrales sindicales son reliquias de la Presidencia absoluta, y pueden ser cimientos de su restauración. Tarde o temprano, la sociedad mexicana acabará domando a esos dinosaurios que sofocan el desarrollo del País. Pero con los otros candidatos será más tarde que temprano.
 
Gabriel Zaid
 
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Si el candidato de la izquierda hubiese sido Marcelo Ebrard sin duda habría ganado con amplia ventaja. Pero AMLO y sus fanatizados seguidores se montaron en su macho y lo volvieron a lanzar despreciando el dato de que casi el 40% de los ciudadanos lo rechaza tajantemente. AMLO tiene más votos negativos (gente que nunca votaría por él) que votos positivos. En el pecado (AMLO) llevarán la penitencia. Ni hablar, habrá 6 años más de "presidencia legítima".
 

sábado, junio 23, 2012

 

Mi voto

Llegó el momento de decidir: la oportunidad que cada ciudadano tiene de traducir su experiencia y responsabilidad en un voto. Cada contendiente tiene activos y pasivos y cada uno entraña una visión distinta del futuro. Explico aquí mi voto.

En una sociedad abierta, los ciudadanos deciden quién los va a gobernar por medio de una marca en una papeleta, acción que parece pequeña, pero constituye una decisión fundamental: ahí el ciudadano resume sus expectativas para mejorar su vida. Aunque un candidato nos pueda gustar más que otro, lo crucial es saber cuál sabrá responder cuando venga el momento de tomar decisiones en circunstancias de crisis que no son anticipables y no están en un "script". En ese momento lo único que cuenta es la fortaleza de la personalidad y temperamento del Presidente, lo que en inglés se llama "character". No existe traducción perfecta, pero el concepto engloba la entereza, valores y visión de quien está a cargo. Por eso la persona importa.

En estos meses los candidatos nos han saturado de mensajes y discursos. Mucho de eso acabará en el basurero de la historia porque el calor de la contienda genera propuestas e ideas que no siempre son factibles (o deseables) en la realidad del gobernante. Quien gane la elección tendrá que definir objetivos, estrategias y el personal responsable de aplicarlos. Ya hemos visto los costos de equipos pobres y/o leales. Será clave un equipo profesional y excepcionalmente capacitado que rompa los entuertos, sin importar su origen partidista.

El contexto que caracteriza al País requiere habilidades muy particulares. En el momento de mayor cambio y turbulencia en el País y en el mundo (1994-2012), tuvimos tres Presidentes sin habilidades políticas para sumar contrincantes y enfrentar desafíos sin parangón. En los próximos seis años el País tendrá que alcanzar al menos la reconciliación política interna que siente las bases para la construcción de un país de instituciones; y la transformación de las estructuras económicas para eliminar los privilegios, monopolios y fuentes de favoritismo que resultan en tasas tan pobres de crecimiento. ¿Cuál de los candidatos tiene la capacidad y visión para avanzar estos objetivos manteniendo la estabilidad?

Desde mi perspectiva, hay cuatro factores o atributos que definen a la mejor persona para gobernarnos. Primero, valores: sus creencias, visión del mundo y concepción del ciudadano frente al Gobierno. Segundo, su talento ejecutivo: capacidad de definir objetivos, armar equipos, supervisar subalternos y responder cuando las circunstancias cambian. Tercero, habilidad y disposición a negociar con los contrarios. Finalmente, la entereza para mantener la ecuanimidad y claridad de visión para no perder el rumbo.

Mi voto es para quien reúne estos atributos. En cuanto a valores, cree en la libertad de las personas como esencia de la vida, respeta creencias y preferencias distintas a las suyas, tiene una profunda preocupación por la pobreza y la desigualdad y sabe que sólo sumando -una coalición- y construyendo instituciones se puede construir para el futuro. Su ética es la de una ciudadana que entró como adulto a la política y que separa lo propio de lo público con una nitidez sin parangón. Tiene una particular convicción que es la de la igualdad de oportunidades para todos, comenzando por los que llegan con mayores desventajas a la vida.

En la década pasada, observé a Josefina Vázquez Mota como Secretaria de Desarrollo Social, de Educación y como líder de su bancada: en cada puesto mostró una impactante capacidad ejecutiva, superior a la de Calderón. Como jefa supo armar los mejores equipos, se deshizo de quienes no funcionaban, exigía cuentas precisas y no tenía problema de trabajar con gente más capaz que ella. La imagino invitando a su equipo a los mejores, al margen de partido o ideología: quienes sumen y puedan resolver los problemas del País. No es experta en todo y por eso busca al mejor talento, sin limitarse al que está en su grupo cercano. Cuando no conoce un tema, pregunta y tiene una prodigiosa capacidad para entender y actuar.

En la SEP mostró capacidad negociadora y no tuvo dificultad para entenderse con la líder magisterial y llevarla a una reforma innovadora: fin a la venta de plazas y compensación a los maestros en función del desempeño de los niños en exámenes estandarizados, ambos anatema para el sindicato. Cuando los huracanes, conoció la pobreza y desesperanza agudas y se abocó a resolver las causas, no sólo a atenuar los síntomas: cambió e institucionalizó Oportunidades y eliminó la politización en el reparto de víveres y otros apoyos.

Entró a la política como ciudadana y no ha dejado de serlo. Entiende el estado de ánimo del País y lo que ha logrado ha sido producto de su esfuerzo, capacidad, sensibilidad y visión. No es dogmática y es una persona con sentido común.

Conocí a Josefina hace más de 20 años porque un día la escuché en el radio y la busqué para invitarla a incorporarse a mi institución (no aceptó). La he visto en momentos de éxito y de dificultad. Jamás perdió la brújula. Siempre, hasta en las peores, supo reagruparse y seguir adelante. Como todos, tiene falibilidades, pero su historia muestra enorme capacidad de aprendizaje y autocontrol. Detrás de su sonrisa hay una política que calcula y ha demostrado capacidad para decidir, torcer brazos y sumar a sus interlocutores, hasta a los más difíciles. Lo que muchos interpretan como suavidad es una disposición a escuchar y a sumar: dominó al Congreso e hizo posible la aprobación de prácticamente toda la agenda del Presidente. No teme a los asuntos más peligrosos. Cuando actúa, nadie la para.

Los tres contendientes tienen cualidades y experiencias valiosas. Pero estoy convencido de que sólo ella reúne la mejor combinación de atributos, capacidades y visión. También tengo la certeza de que sólo ella tiene la capacidad de nombrar al equipo más capaz de resolver los problemas de seguridad, economía, empleo y estructura institucional porque no tiene miedo de invitar a quienes tengan las habilidades y darles todo su apoyo. Ya es tiempo de que tengamos en la Presidencia a alguien con los pantalones bien puestos.

Luis Rubio
www.cidac.org

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lunes, junio 18, 2012

 

Grecia: corrupción y populismo

Escribí este artículo antes de conocer el resultado de las elecciones de ayer en Grecia. Como quiera, el viernes no había mucho margen para el optimismo. Si a fin de cuentas ganaron los moderados, tendrán que volver a la mesa de negociaciones para reprogramar los ajustes fiscales que condicionan el paquete de apoyo a la calamitosa economía nacional. Si ganaron los de la izquierda populista (SYRIZA), lo más probable es que el país tenga que abandonar la eurozona, quizá en medio del desorden.

Los de SYRIZA creen, como es común entre los populistas, que la corrupción es la causa de todas las dolencias de su país. Desde luego, la corrupción es un mal de por sí, pero me parece que el diagnóstico está equivocado, aunque sea muy eficaz en las urnas -como sabemos muy bien en América Latina.

He señalado en otras ocasiones que la opinión de los enterados consiste en ubicar el origen de la crisis europea en un mal diseño económico. Específicamente, en el hecho de que se trata de una unión monetaria sin una correspondiente unión fiscal. Así pues, los países tuvieron disciplina monetaria (y estabilidad cambiaria), pero con desorden fiscal (y financiero). La combinación probó ser insostenible en la práctica, tal como advirtieron sus críticos hace muchos años.

El rezago económico de Grecia dentro de la eurozona se explica por la ausencia de las instituciones adecuadas. La teoría moderna de la economía política del desarrollo (por ejemplo, en D. Acemoglu, Introduction to Modern Economic Growth) sitúa el problema del atraso económico en la existencia de un arreglo institucional inapropiado, que permite la generación de 'rentas' para un grupo privilegiado, pero que obstaculiza la innovación (en todos sentidos) y, por tanto, estanca la productividad y el aumento del ingreso para el grueso de la población. De ello resultan tanto la desigual distribución del ingreso y de la riqueza como la persistencia de la pobreza (por cierto, características seculares de América Latina). La experiencia confirma dichas ideas, tal como se revisa en el extraordinario libro reciente de M. Spence (The Next Convergence). La corrupción es una manifestación del desarreglo social, no su causa.


CORRUPCIÓN Y POPULISMO: UN EJEMPLO

Por lo común, los populistas no sólo denuncian la corrupción sino que ofrecen, obviamente, combatirla. Sin embargo, la paradoja es que sus políticas tienden frecuentemente a propiciarla. Y no es difícil encontrar la razón. El populismo económico cree que los principales males comunitarios pueden remediarse aumentando la intervención del Estado en la sociedad, la cual adopta muchas formas. Una de ellas consiste en establecer controles de los precios de algunos bienes y servicios, de ciertos insumos de la producción, y de varios activos financieros. En unos casos, se trata de 'proteger al consumidor'; en otros, de 'estimular al productor'; o bien, de 'controlar la especulación'.

Para que tengan sentido, los controles en cuestión tienen que abrir una brecha entre el precio de mercado y el precio oficial. A veces, el precio de mercado le parece 'muy alto' al gobernante y, entonces, impone un 'tope'; otras, lo juzga 'muy bajo' y, por tanto, establece un 'piso'. Y ahí aparece, fatalmente, la oportunidad para la corrupción. Siempre que hay una ganancia potencial, producto de una disparidad significativa entre lo que determina la fuerza de la realidad y lo que impone el arbitrio de la autoridad, es seguro que alguien la va a aprovechar. Desde luego, eso no ocurriría si el mundo estuviera poblado por ángeles, pero los humanos somos frágiles -algunos más que otros.

Además, hay que recordar que el control de precios manda señales equivocadas tanto a los consumidores como a los productores, distorsionando sus decisiones. Supongamos que se abarata artificialmente el crédito (se reduce la tasa de interés, como se hizo en Estados Unidos). Con ello, se induce una demanda excesiva, por ejemplo, de viviendas. El mercado responde con una expansión anormal del sector inmobiliario. Se observa un auge extraordinario (moteado seguramente con conductas inescrupulosas). Sin embargo, dado que el dinamismo se sustenta en una base ficticia, termina a fin de cuentas en un colapso.

La crisis ha favorecido la vigorización del populismo, acompañado de dos políticas muy socorridas en tiempos difíciles: el proteccionismo y el paternalismo. Dicha trilogía conforma lo que un amigo mío llama 'las tres pes ilusorias'. Hay que suponer que quienes la proponen tienen buenas intenciones. La ironía es que puede significar una 'solución' peor que el problema.

 

Everardo Elizondo

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AMLO engaña cuando dice que, cómo supuestamente él es honesto, con acabar con la corrupción se acabarían todos los males de México. No es así. Definitivamente la corrupción es un problema grave que hay que atacar, pero la forma que propone AMLO, más controles estatales, más burocracia, solo agravará el problema de corrupción. Definitivamente AMLO no es más que un PRIista con ideología setentera: populista, autoritario, paternalista y mercantilista (proteccionista). Con esa combinación en el mediano plazo tendremos una crisis como las que tuvimos en los 70's, 80's y 90's. Y EPN no es tan diferente. Por eso EPN y AMLO no merecen el voto.

 


domingo, junio 17, 2012

 

No hay "otros datos"

Los candidatos y sus seguidores pueden bombardear a los votantes con sus apreciaciones subjetivas del debate y la campaña, pero la realidad sigue ahí. Antes que nada, la realidad económica, de la cual depende el bienestar de los ciudadanos, la posibilidad de reducir los índices de pobreza, de aumentar el empleo y los salarios, y apuntalar el crecimiento y la modernidad del País. Todos los candidatos han hecho promesas económicas, pero sólo López Obrador insiste en transformar, con base en sus "propios datos", lo que él llama un sistema "caduco y neoliberal".

AMLO puede afirmar que la política económica que se ha aplicado en México desde el Gobierno de De la Madrid "no ha funcionado". Desafortunadamente para él, la realidad sigue ahí. La economía no ha ocupado el lugar de honor en la campaña, precisamente porque no padece la "crisis profunda" que proclama AMLO. Esa política económica que él rechaza nos permitió sortear la crisis financiera del 2008 -mientras el PNB de otros países como Rusia se desplomaba- y mantener la salud de las finanzas públicas.

En el terreno económico, no hay agencias fantasmales que proporcionen los datos incomprobables a los que AMLO es tan afecto cuando se trata de desmentir y confundir a sus críticos. En la realidad económica sólo cuentan las cifras de instituciones como Hacienda y el Banco de México.

La política económica de las últimas dos décadas ha mantenido un tipo de cambio estable y nos ha librado del ciclo de devaluaciones en el que nos hundió el populismo económico de los años 70, al que tanto se parecen las propuestas de AMLO. La inflación, que golpea antes que nadie a los pobres, se ha mantenido baja: en 2011 fue de 3.85 por ciento (ligeramente alta, pero a años luz de las tasas inflacionarias de dos o tres dígitos que padecen las economías en "crisis profunda"). En 2011, el déficit presupuestal fue de apenas 2.5 por ciento .De acuerdo con los datos del primer trimestre, este año será menor. Y a pesar del clima de violencia la inversión extranjera ha crecido (en 2011 fue de casi 50 mil millones de dólares; entre enero y mayo de este año alcanzó la cifra de 20.2 miles de millones de dólares). Para no hablar de las reservas que han alcanzado un récord histórico: 155.4 miles de millones de dólares.

México ha crecido poco, es cierto. Pero esa baja tasa de crecimiento se debe en gran parte a que no se han aplicado las reformas (fiscal, energética y laboral) que el País necesita. Los otros candidatos se han comprometido a adoptarlas -una o todas. Para López Obrador son anatema. De acuerdo con "sus datos" -dijo en "Tercer Grado"- son los países que han aplicado reformas estructurales los que no crecen. Sus "datos" están equivocados. Son los países sin reformas -algunos tan ricos como Japón o Francia- los que se han estancado. Y son aquellos que han emprendido el camino de las reformas (China, Corea del Sur, Chile y hasta Perú) los que han crecido a tasas envidiables. Si México aplicara las reformas que necesita, el PNB crecería un 2.5 por ciento más cada año (estos datos tampoco son míos, sino de The Economist).

Por todo ello, es bueno que diversos funcionarios hayan desmentido las cifras y cálculos que AMLO ha repetido hasta el cansancio. No podrá recaudar 300 mil millones reduciendo sueldos de burócratas y el gasto corriente. Sus cifras están infladas y abarcan organismos autónomos (como el IFE, la CNDH) e instituciones de los gobiernos estatales, que están fuera de la injerencia del Ejecutivo. Tampoco obtendrá los otros 300 mil que pretende extraer de la lucha contra corrupción: para empezar, porque el cálculo de lo que le cuesta al País la corrupción es una mera estimación, y para terminar, porque el dinero que se gasta en corrupción volverá a los bolsillos de quienes corrompen y no al erario público.

Con AMLO no habrá tampoco ninguna cooperación externa para el desarrollo. Según él, el mundo no existe. Dejemos a un lado la única propuesta (utópica) de política exterior que pudo articular López Obrador en el debate: ni él ni nadie "convencerá" al electorado norteamericano para promover el desarrollo de México a cambio de nada. Y ninguno de los países que han crecido notablemente en las últimas décadas ha esperado a consolidar tasas razonables de crecimiento interno, para emprender después campañas en el exterior que coloquen sus productos en otros mercados y atraigan inversiones y tecnología. En el mundo globalizado de hoy, que López Obrador ni siquiera vislumbra, las potencias emergentes aprovechan las oportunidades que el mundo les ofrece, al mismo tiempo que aplican reformas, y abren y liberalizan sus economías.

Si López Obrador es electo y se empeña en subsidiar precios, regalar dinero y construir desde trenes bala hasta refinerías sin ingresos suficientes, se dispararán el gasto público y el déficit presupuestal. Entonces sí los mexicanos visitaremos Atenas sin necesidad de tomar el avión.

Isabel Turrent

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Los datos "duros" ahí están, para el que los busque y quiera verlos. ¿Cómo puede alguien autocalificarse de "honesto" si miente en las cifras, los datos, que dice? ¿Cómo puede ser honesto si cambia las cifras para engañar al electorado? La realidad es que AMLO y EPN representan lo mismo: al PRI corrupto, populista, autoritario, sin transparencia. AMLO con ideología setentera, EPN con la del PRI salinista de los 90's. Al final de cuentas ambos condujeron a crisis y pobreza.

 


sábado, junio 16, 2012

 

10 razones

10 razones, suficientes por sí mismas, para NO votar por AMLO:
 
1.- Regresarle LyFC al SME
2.- Unir PEMEX y CFE en una empresa
3.- Aumentar el subsidio a las gasolinas
4.- Aumentar el subsidio a la luz
5.- Usar el 50% de las AFORES en proyectos del gobierno
6.- No hacer una reforma laboral más flexible
7.- Invertir en 5 refinerías
8.- Quitar el IDE
9.- Quitar el IETU sin hacer reforma fiscal
10.- Acuartelar a las fuerzas armadas a los 6 meses
 
Y nada de esto lo escuché de los chayoteros de Loret de Mola o del "juay de rito". Lo leí en sus propuestas y escuché de su propia boca en sus discursos.
Por eso AMLO es peor que el PRI en propuestas económicas.
 
Y no se confundan, no votaré por EPN. El que gane entre EPN o AMLO empinará al país, y ninguno tendrá mi voto pues no los avalo. Me lavo las manos.

 

Recrear la izquierda

Faltan dos semanas y un día para las elecciones presidenciales de México. La mayoría de las encuestas dicen que entre el 20 y 25 por ciento del electorado sigue indeciso.

Su vacilación no es para menos. Los mexicanos nos vemos obligados a elegir entre un corrupto con cara bonita, una mujer sin posibilidades reales de ganar y un demagogo que promete como si creyera en Santa Clos.

Desconfiados del PRI, hartos del PAN y escépticos del PRD, los 79 millones 454 mil 802 mexicanos registrados para votar pronto tendremos que tachar la opción menos mala.

Como dijo Denise Dresser en una conferencia en Cancún: "Busquen la fruta menos podrida, vayan a las urnas, tápense la nariz y voten".

Independientemente del resultado el 1 de julio, lo que México necesita es una izquierda moderna, inteligente y libre de rencores obsoletos.

Hace falta una opción atractiva para los votantes deseosos de encontrar en la boleta presidencial a un representante de las corrientes social-demócratas como las que caracterizaron José Luis Rodríguez Zapatero en España, Michelle Bachelet en Chile y Lula da Silva en Brasil.

El PRD debe renovarse. Conquistar las urnas desde una posición que deje de culpar a "los complots" y "las mafias" de cada fracaso electoral. Que elimine de su léxico los términos "Presidente legítimo" y "Presidente espurio", pero sobre todo que elimine el presidencialismo.

Una izquierda sin dogmas ni populismos ni radicalismos. Que se encuentre en las calles, pero también en las oficinas, escuelas y hogares. Que deje de anclarse en una sola persona.

"Aparento más edad. Tengo nada más 58 años. Lo que pasa es que estoy aflojado en terracería", dijo Andrés Manuel López Obrador durante el segundo debate presidencial.

Bastante traqueteado, agotado, él mismo reconoce su desgaste.

Propone restablecer la ineficiente Compañía Luz y Fuerza del Centro que nos costaba alrededor de 3 mil millones de dólares anuales y Felipe Calderón logró liquidar. Sacrifica las finanzas del País a cambio de votos de millones de electricistas. Un regreso al pasado con tal de ganar.

Junto con sus incondicionales Diputados del PRD, se manifiesta en contra de las reformas laborales que le otorgarían poder al obrero y se lo quitarían al líder sindical.

Rechaza cambios estructurales que generarían más empleos, crecimiento, y por lo tanto menos pobreza, como sería la apertura del monopolio petrolero.

El domingo pasado prometió crecer al 6 por ciento anual, crear un millón 200 mil nuevos puestos de trabajo al año y "becas para todos". Un mundo feliz.

Pero de la cuchara a la boca se cae la sopa. Desde una izquierda rupturista con las instituciones, proveniente del nacionalismo revolucionario de los años 70 y basada en la idea de un Estado paternalista, sus palabras suenan simplemente como sueños guajiros.

De acuerdo al Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), la población en pobreza incrementó de 44.5 a 46.2 por ciento entre 2008 y 2010. Solamente en dos años, 3.2 millones de mexicanos que no eran pobres ahora ya lo son.

Después de Chile, México tiene la desigualdad más alta de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), según datos del 2011 de este organismo.

Las gráficas de la OCDE muestran que la distribución inequitativa del ingreso creció desde mediados de los 80 hasta finales del 2000, justo cuando aún gobernaba el PRI. Durante los sexenios del PAN, la diferencia entre la población disminuyó, pero a un ritmo paulatino y poco palpable.

Urge agilizar la erradicación de la pobreza y crear condiciones de bienestar para todos a través de un modelo de gobierno que haga de los más humildes su prioridad.

"Las mayorías son fluidas y pueden moverse a la izquierda; pero sólo si la izquierda se mueve hacia el centro", escribió Carlos Fuentes para El País después de las elecciones presidenciales de 1994 cuando Ernesto Zedillo obtuvo la victoria.

Dieciocho años más tarde, tres sexenios después y con una nueva elección en puerta, su frase sigue vigente. El PRD sigue igual, las caras son las mismas.

Tendremos que esperar hasta el 2018 para posiblemente vislumbrar la izquierda que México tanto necesita.

Celina Canales
canalescelina@gmail.com
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AMLO y los partidos que lo respaldan: PRD, PT y MC, NO representan una verdadera izquierda progresista y moderna. Siguen anclados en discursos trasnochados de lucha de clases, populismo, paternalismo y nacionalismo setentero. Muchos creen que AMLO representa el cambio, pero criticar las mañas del PRI y del PAN no significa que seas un cambio para bien. Regresar a las políticas populistas, paternalistas, y mercantilistas que ya se aplicaron en México en la docena trágica (1970 a 1982) no es un cambio para bien. Es un regreso a la peor época del PRI, al PRI de Echeverría y de López Portillo.

viernes, junio 15, 2012

 

¿Votar por AMLO?

Quien vote por AMLO habrá olvidado que fue quien tomó por la fuerza pozos petroleros; que siendo tabasqueño, manipuló dolosamente como candidato espurio una residencia legal inexistente para poder ser electo jefe de Gobierno.

Sí, sí, el que mandó "al diablo" a las instituciones cuando la voluntad mayoritaria no lo favoreció con su voto en 2006.

El mismo que intentó asestar un golpe de Estado al tratar de impedir la toma de posesión del presidente Calderón, acción ilícita que lo podría haber convertido en un golpista como Chávez o Castro.

Ahí está el político troglodita que bloqueó Reforma para provocar, entre otros daños, el cierre de empresas y la pérdida de empleos, los mismos que supuestamente deseaba crear y preservar.

¿Este político incendiario, que se cruzó el pecho con la banda presidencial en un acto de paranoia aguda, de repente se transformó en carmelita descalza y ahora sí respetará los supremos intereses de la nación por los que todos debemos luchar?

Quien vote por AMLO habrá perdido de vista que durante su catastrófica gestión al frente del DF, la capital fue calificada como la entidad más peligrosa del país, la que tuvo los peores índices de desempleo, la que viviera las marchas callejeras organizadas por una dolorosa ciudadanía, de la que el déspota se burló al llamarla "pirruris" por el hecho de demandar el respeto y la seguridad que el hampa nos había arrebatado.

¿Votar acaso por quien con "Honestidad Valiente" escondió en un fideicomiso el costo real del segundo piso; el indiscutible protector de la pandilla de los Bejaranos; el mismo que miente al responder con qué recursos recorrió cinco veces el país con personal, viáticos, templetes y acarreados, y que se niega a aclarar de dónde provinieron los mil millones de pesos depositados en la fundación mejor llamada "Honestidad Corrupta"?

Quien vote por AMLO ignorará que la única forma de rescatar a los pobres de la miseria es a través de la creación de empleos productivos sin aumentar la ya escandalosa obesidad de la planta burocrática, en lugar de promover la contratación de los ex trabajadores de Luz y Fuerza, otra banda de presupuestívoros que tal vez lo ayudaron a financiar su campaña con fondos negros.

¿Cómo votar por AMLO si éste se niega a instrumentar las reformas estructurales, las de la modernidad económica y social con las que el país podría crecer a tasas superiores a 6 por ciento? ¿Cómo votar por quien pretende gobernar con recetas sacadas de la basura?

¿De dónde pretenderá sacar los cientos de miles de millones de dólares necesarios para crear 7 millones de empleos, si cuando los mercados percibieron su arribo al poder, el tipo de cambio se disparó a 14.60 pesos por dólar, sin olvidar el efecto colateral del euro?

Solo los empresarios ingenuos, ignorantes o suicidas creen en él. Sé de varios de sus colegas que irían a escupir en su tumba...

¡Imposible votar por AMLO mientras no suscriba el pacto ciudadano que lo obligue a controlar al "pueblo" para que no incendie el país si el electorado no le otorga su confianza!

Votar por AMLO equivale a darnos un tiro en el paladar...

Francisco Martín Moreno
15 de junio de 2012


jueves, junio 14, 2012

 

Reformas estructurales

Leo con tristeza en la sección de Cartas a El Norte que hay mucho desconocimiento de la gente sobre las Reformas Estructurales que México necesita. Esa desinformación ha sido promovida por AMLO y su equipo diciendo que son para beneficiar a ricos y extranjeros. Incluso un lector dijo que era "una falacia" poner como prioridad a esas reformas pues "sin la disminución de la pobreza y sin una democracia consolidada" esos cambios no eran propuestas realistas.
 
Esas reformas estructurales que tanto urgen son precisamente para consolidar la democracia (Reforma Política) y para reducir la pobreza mediante el único camino efectivo que existe: crecimiento económico con inversión productiva que genere más y mejores empleos, que se logrará con las reformas laboral, fiscal integral y energética. Regalando dinero del Erario, dádivas populistas, nunca acabará con la pobreza. El magro crecimiento económico de los últimos 15 años se debe precisamente a la falta de esas reformas estructurales que son el medio para reducir la pobreza de manera sostenida. El populismo mercantilista setentero de López Obrador sólo causará crisis como las que tuvimos en los 70's, 80's y 90's.
 
 

 

Parecido a Lula o a Chávez

A los seguidores de AMLO les molesta que se le compare a Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, y dicen que AMLO será como Luiz Inacio "Lula" Da Silva ex presidente de Brasil. Obviamente la gestión de Chávez ha sido pésima, con inflaciones altísimas, escasez de alimentos, incremento del crimen, racionamiento de electricidad, expropiaciones y mucho más, causadas por su populismo y autoritarismo. Con Lula Brasil tuvo crecimiento económico y quedó reconocido en todo el mundo.
 
Es fácil saber a quién se parece más AMLO, simplemente basta ver su propuesta en materia energética, específicamente PEMEX, y veremos que AMLO se parece más a Chávez con sus ideas de que el Estado controle todo, y no a Lula que no dio marcha atrás a la reforma estructural de su antecesor, Cardoso, que permitió que Petrobras cotice en bolsa, reciba inversiones privadas y pueda tener asociaciones con otras empresas privadas nacionales o extranjeras. A todo eso se opone AMLO. ¿A quién se parece más entonces?
 

domingo, junio 10, 2012

 

Por quien pienso votar

Al igual que en el 2006 nuevamente me encuentro en un dilema personal para decidir mi voto. Para la elección del 2000 desde años antes sabía que mi voto sería un "voto útil" para sacar al PRI de Los Pinos. Hubiera sido genial que PAN y PRD se aliaran para lograr ese propósito. De hecho tuvieron negociaciones y ya hasta habían definido una plataforma común, un plan de gobierno de transición post-PRI, pero donde "torció la puerca el rabo" fue en el método de elección del candidato que abanderaría dicha alianza. Cuauhtémoc Cárdenas no quiso aceptar el método de usar encuestas pues sabía que Vicente Fox le llevaba mucha venta. En otras palabras, el PRD quería la alianza sólo si su candidato la dirigía. Y el PAN estaba en el mismo tenor. Resultado: cada quien por su lado y ni modo, a votar de manera útil para sacar al PRI de la presidencia.

En el 2005, después de ver pasar un sexenio de inmovilidad y mezquindad política, había decidido anular mi voto. Incluso fundé un grupo en internet e hice una página para promover el voto nulo. Sin embargo, para diciembre del 2005, cuando ya se había definido los candidatos de los partidos principales, y sobre todo cuando empecé a revisar y analizar las propuestas e ideas de AMLO, me di cuenta que López representaba la peor opción para México. Y no sólo eso, sino que llevaba la delantera en las encuestas. Fue así como inicié una campaña para mostrar que AMLO era un peligro para México en diciembre del 2005, mucho antes de que el PAN y Solá la iniciaran.

En el 2006 voté por Calderón no porque creyera que él sería el presidente del empleo o porque iba a solucionar todos los problemas de México. Para nada. De hecho desde finales de 1999 yo dije que ganara quien ganara en el 2000 no tendría mayoría en el Congreso y por ende sería muy difícil que implementara los cambios que todos prometen en campaña. Por eso la decepción del gobierno foxista que muchos tuvieron, no lo fue para mí. Lo mismo con Calderón, sabía que al votar por él, si ganaba, no tendría mayoría en el Congreso y no podría cumplir casi nada de sus promesas. No, yo voté por Calderón nuevamente como "voto útil" pero para que no ganara AMLO. Y es que una cosa es no poder hacer las reformas estructurales liberales que el país necesita, y otra es que gane alguien populista que desde el poder económico y legal de la presidencia eche a perder la estabilidad macroeconómica que tenemos.

Para este 2012, nuevamente la partidocracia nos presenta candidatos muy por debajo del tamaño del reto, de lo que México necesita. Anular el voto nuevamente era una opción atractiva para darme paz mental al ejercer mi derecho. Pero anular el voto, que es mucho mejor que el abstencionismo, tampoco lograría nada. Si, me daría la tranquilidad de que no apruebo a la partidocracia que tenemos, que no valido el sistema. Pero nada más. El voto nulo no está legislado y sólo aumenta el peso proporcional del partido que más voto duro tiene, que más recursos invierte para acarrear a sus incondicionales. Paradójicamente el voto nulo fortalece a la partidocracia, a los 3 partidos grandes. Quizá si pueda acabar con partidos parásitos, a la chiquillada como el PVEM, PANAL, PT, o MC, que son empresas con fines de lucro de sus dirigentes, más que partidos. Pero PRD, PRI y PAN salen fortalecidos cuando se anula el voto, y más el PRI.

Muchos de mis conocidos quieren decidir su voto en base a qué partido y/o candidato es más corrupto. Si la única variable de decisión es la corrupción, la única respuesta posible es anular el voto. Hay casos de corrupción en todos lados: PAN, PRI, PRD, PVEM, PANAL, PT y MC. Nadie se salva. Ni AMLO que se las da de muy honesto y que basa su oferta política en una lucha contra la corrupción se libra de personajes corruptos a su alrededor: Bejarano, Padierna, Sheinbaum, Monreal, Godoy, Bartlett y hasta el reciente escándalo del "charolazo" de 6 millones de dólares para su campaña a cambio de favores futuros. Así que quien diga que votará por cual o tal candidato porque es el menos corrupto, simplemente se auto engaña.

Por eso decidí incluir más variables a mi decisión partiendo de las siguientes preguntas: ¿Qué modelo de país quiero? ¿Qué me gustaría que se hiciera con PEMEX, CFE, y otras paraestatales? ¿Estoy a favor o en contra de los subsidios? ¿Qué tipo de reforma laboral creo que ayudaría al crecimiento económico del país? ¿Qué sistema fiscal debería tener México para financiar el aparato gubernamental pero promoviendo la inversión y el empleo? ¿Quiero que sigan el Ejército y la Marina en las calles combatiendo al crimen organizado o que sean acuartelados? Entre otras.

Para lo anterior ya había hecho un ejercicio para identificar mi ideología persona. Sabía que era liberal, pero no sabía a que grado. En esta página www.testpolitico.com podrán saber su ideología personal. Es de España, y por ende al final compara el resultado con los partidos en aquel país, sin embargo lo que importa es dónde quedas en el plano bidimensional ideológico, que no es el clásico unidimensional de sólo izquierda, centro o derecha, sino que incluye al liberalismo en otro eje.

Después de eso me di a la tarea de leer las propuestas de los candidatos y analizar desde mi perspectiva cuáles pudieran ser viables y de mejora para el país. Y sin idealizar ninguna pues, como dije, gane quien gane no tendrá mayoría en el Congreso. Pero lo que sí hará el que gane, desde el poder económico, político y legal que tiene el Presidente, será poner la agenda a debatir del país. Y algo se aprobará, quizá no lo propuesto originalmente, modificado por los legisladores. Pero eso que se apruebe muy probablemente será en la dirección, en el rumbo, que la agenda presidencial dicte con sus iniciativas.

Hay una página en internet que confronta de manera rápida y sencilla las ideas de cada persona con las propuestas de los candidatos y el resultado lo pone en un mapa bidimensional, no sólo de izquierda o derecha económicas, sino también de liberalismo o conservadurismo social. www.brujulapresidencial.mx es un excelente ejercicio para que aquellos que están indecisos y quieren definir la mejor propuesta con su forma personal de ver las cosas.

Al igual que con www.testpolitico.com en la página de www.brujulapresidencial.mx salí liberal tanto en lo económico como en lo social. Al comparar mis ideas con las de los candidatos mi mayor afinidad fue con Quadri, algo que ya había identificado desde el primer debate. Sin embargo, Quadri no tiene posibilidades reales de ganar, y lo peor es que un voto a Quadri es un voto para que el PANAL, partido particular del SNTE y de Elba Esther Gordillo, mantenga el registro y siga recibiendo 240 millones de pesos anuales del Erario, de nuestros impuestos, para los fines de ese sindicato y su corrupta lideresa. Así que, a pesar de la afinidad ideológica, no puedo votar por Quadri.

La segunda opción en cuanto a cercanía del modelo de país que yo quiero, que a lo largo de los años he visto, analizado, y concluido que sería lo mejor para el país, es Josefina Vázquez Mota. El mayor puntaje fue en el liberalismo económico que el PAN y JVM promueven desde hace muchos años, aunque difiero de ese partido en muchas cosas en la parte social. En tercer lugar quedó Enrique Peña Nieto del PRI, pero ya bastante alejado de mi visión del país. El PRI, a pesar de que EPN promete implementar reformas estructurales, la verdad es que éstas desde la perspectiva del PRI están lejos de lo que el país necesita.

Y en cuarto lugar y totalmente opuesto a mi visión del país quedo AMLO. Algo que ya sabía desde 2005. AMLO representa a la ideología del viejo PRI, pero a la peor de ellas, a la de los 70's. Autoritaria, mesiánica y mercantilista como el PRI de Echeverría y populista como el PRI de López Portillo. No en balde AMLO siempre dice en sus discursos que "México tomó el rumbo equivocado en 1983, hace 29 años" precisamente cuando JoLoPo dejó el poder. Y ese es otro de los tantos ejemplos de incongruencia de AMLO, pues fue precisamente en 1983 cuando él le hizo un himno al PRI.

Hoy, a menos de un mes de las elecciones del 1º de julio, he decidido votar por Josefina Vázquez Mota, por el PAN. Y lo hago convencido de que JVM, si es que gana, no hará grandes cambios como no los hicieron Fox y Calderon, pero sé que con ella la agenda del debate nacional que se da en el círculo rojo (intelectuales y medios) pero sobre todo en el Congreso, girará en torno a una agenda liberal en lo económico. También sé que las probabilidades son muy altas de que el Gobierno Federal siga manteniendo la prudencia fiscal de los últimos 15 años que nos han dado estabilidad macroeconómica, tasas de interés bajas, acceso a créditos hipotecarios, automotrices, y para el consumo, como nunca en la historia del país, anterior a 1997, habíamos tenido. Las probabilidades de que con EPN o AMLO se incremente aún más el gasto burocrático, la deuda, y con ello aumente la inflación y vengan las devaluaciones es mayor. Con EPN lo sabemos por cómo gobernó el EDOMEX y cómo administran los gobernadores PRIístas como Medina, Moreira o Herrera. Con AMLO lo sabemos porque así es la forma de ver las cosas de la izquierda y porque todo lo que AMLO promete no podrá ser financiado más que con deuda.

Votaré por JVM y el PAN porque con ellos estoy seguro de que mantendrán a las Fuerzas Armadas en el combate al crimen organizado. No me gusta ver a los militares en las calles, pero me gusta menos ver convoys de criminales circulando con total impunidad por las mismas, mientras las policías estatales y municipales se hacen de la vista gorda y hasta se coluden con ellos, y los gobernadores y alcaldes se dedican a gastar el Erario, a endeudarse, y simplemente placearse cortando listones de obras hechas en sin transparencia y con dinero de mis impuestos.

Finalmente, votaré por JVM y el PAN no porque sean los mejores, es obvio que adolecen de las mismas prácticas corruptas que el PRI y el PRD. Votaré por JVM porque es la menos peor, y más que nada como voto útil para impedir que EPN y su PRI salinista de los 90's, o AMLO y su PRI de los 70's, lleguen al poder.


 

Todo lo que ha cambiado

En el debate de esta noche, los candidatos podrán mostrarse como son, presentar sus propuestas y darse "hasta con la cubeta". Además, gracias a la demanda de los estudiantes, lo harán con una amplia cobertura nacional. Todo lo cual me ha hecho pensar cuánto ha cambiado el País desde el trágico 10 de junio de 1971, Jueves de Corpus, que mi generación no podrá olvidar.

Algunos de los líderes del movimiento del 68 acababan de salir de la cárcel, no por un acto de justicia, sino por la gracia del "Señor Presidente". Para mostrar que el impulso de libertad seguía vivo, se convocó a una marcha, la primera desde la matanza de Tlatelolco. De pronto, cuando la manifestación avanzaba por la Avenida San Cosme, fue atacada por unos misteriosos jóvenes armados con varas de Kendo, que lanzaban piedras sobre los ventanales y aparadores al grito de "¡Viva el Ché Guevara!".

Eran los famosos "Halcones", grupo de choque de supuestos "estudiantes" entrenado especialmente por el Gobierno para reprimir estudiantes. Los golpeaban y subían a unas camionetas sin placas, con rumbo desconocido. Varios tanques antimotines apoyaban la operación. Las ráfagas de metralleta tardaron horas en acallarse. Al atardecer, los "Halcones" revisaban los camiones de pasajeros pistola en mano para atrapar a los manifestantes. Por la noche, entraron al Hospital Rubén Leñero para ultimarlos. Nadie supo el número de heridos y muertos. El Presidente Echeverría prometió una investigación que nunca se realizó.

Ése era el México de la Presidencia Imperial, cuando el Presidente tenía el monopolio de la violencia legítima y de la violencia impune. Además de los inmensos poderes (políticos, económicos, militares, diplomáticos) que detentaba constitucionalmente, el Presidente imperaba como un sol sobre los planetas que giraban en torno suyo.

Los poderes formales (Congreso, Suprema Corte, los Gobernadores, los Presidentes Municipales) dependían del Presidente. Los burócratas, buena parte de los obreros sindicalizados y las uniones campesinas congregadas en el PRI se subordinaban al Presidente. Los empresarios y la Iglesia tomaban en cuenta las directrices del Presidente. Las empresas descentralizadas y paraestatales obedecían los lineamientos del Presidente. La Hacienda Pública y el Banco de México se manejaban discrecionalmente desde Los Pinos. Los medios de comunicación masiva eran soldados del Presidente. El Gobierno organizaba las elecciones y el PRI (con su infinita alquimia) las ganaba de todas, todas. Sólo algunos periódicos, revistas y casas editoriales eran independientes. La única oposición democrática era la que desde 1939 ejercía el PAN. La oposición revolucionaria de izquierda se refugió mayormente en la Academia o se fue a la sierra.

Después de aquel 10 de junio, buena parte del establishment intelectual defendió al Presidente. Fernando Benítez declaró que México tenía un dilema: "O Echeverría o el fascismo", y Carlos Fuentes escribió que no apoyar a Echeverría era "un crimen histórico". De inmediato, Gabriel Zaid mandó a Carlos Monsiváis (director del suplemento La Cultura en México, de Siempre!) un artículo que incluía la frase: "El único criminal histórico de México es Luis Echeverría". Monsiváis optó por no publicarlo y Zaid dejó de escribir en Siempre! Por eso fue tan importante que el viejo de la tribu, Daniel Cosío Villegas, criticara públicamente a Echeverría y al régimen, desde los valores y principios de la democracia liberal.

Cuarenta y un años más tarde, México ha cambiado porque adoptó los valores y principios de la democracia liberal. La Presidencia Imperial ha desaparecido. El Presidente sólo puede hacer uso (bueno o malo) de sus poderes constitucionales. Hay genuina división de poderes: el Congreso es independiente y la Suprema Corte es autónoma. El federalismo se ha vuelto real: los Gobernadores son sus propios dueños, y si hacen un uso "imperial", corrupto e impune de su poder local, al menos corren el riesgo (que no ocurría antes) de que la prensa o sus adversarios los descubran.

Los grandes sindicatos del sector público no son transparentes ni democráticos, pero tampoco obedecen ya al Presidente. Los grupos empresariales operan con mayor independencia del Estado, la Iglesia actúa sin ataduras, y los medios de comunicación gozan de la más plena libertad de expresión. Si algunos empresarios y sindicatos abusan de la libertad (con prácticas monopólicas) y los medios masivos hacen lo mismo (con prácticas poco transparentes), las leyes deben acotarlos.

Cuarenta y un años más tarde, un instituto ciudadano autónomo maneja las elecciones. Un millón de vecinos intervienen en el conteo. La oposición al Gobierno en turno es mayoritaria. La ejercen el PRI, el PRD y los otros partidos. Y la ejercen revistas, periódicos, estaciones de radio, comunicadores, periodistas, académicos, intelectuales, estudiantes, grupos de la sociedad civil y las redes sociales, ese ejército creciente multitudinario, muchas veces intolerante, que sin embargo sirve a la libertad.

Gane quien gane en el debate de hoy, gane quien gane el 1 de julio, hay que cuidar el edificio de la democracia que tanto ha costado construir. Lo que nos queda es mejorar y modificar ese edificio, pero no minarlo y menos derruirlo. A quienes no se han enterado hay que recordárselos: Díaz Ordaz ha muerto y Echeverría ha sido juzgado por los tribunales. Este 10 de junio, sencillamente, no es aquél.

Enrique Krauze

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Es AMLO quien con su obsesión por el poder quiere destruir las instituciones (perfectibles) que tenemos. Su intolerancia y autoritarismo, como el de Echeverría, sólo permiten un resultado viable: que él gane. Si no gana, es que hubo fraude. Y sólo él decide si las elecciones son limpias. Si eso hace ahora como candidato, ¿qué no hará como Presidente del país?


 


sábado, junio 09, 2012

 

El linchamiento

Javier Sicilia y las víctimas integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se reunieron el lunes 28 de mayo con los candidatos a la Presidencia de la República. El poeta abrió el encuentro con discursos particularmente duros. Pero a todos los trató con el mismo rasero.

A Vázquez Mota: "Para muchos, usted significa la continuidad de una política que nos ha sumido en el horror, la miseria y el despojo, el señalamiento duro a las corrupciones de los otros partidos pero la incapacidad autocrítica para ver las del suyo... Usted representa un partido que después de 12 años deja como una de sus herencias un inmenso camposanto como patria".

A Peña Nieto: "Para muchos, usted representa el regreso al pasado, es decir, el regreso al origen de la corrupción de las instituciones que hoy se desborda por todas partes... Representa también el voto corrompido, el voto comprado, el voto no ciudadano, el de la miseria moral y el de la arrogancia y los intereses de los monopolios de la comunicación".

A López Obrador: "Para muchos, usted significa la intolerancia, la sordera, la confrontación -en contra de lo que pregona su República Amorosa- con aquellos que no se le parecen o no comparten sus opiniones; significa el resentimiento político, la revancha, sin matices, contra lo que fueron las elecciones del 2006, el mesianismo y la incapacidad autocrítica para señalar y castigar las corrupciones de muchos miembros de su partido...".

A Quadri: "Para muchos, usted significa la usurpación de las candidaturas ciudadanas -que nos negaron junto con la Reforma Política-, la arrogancia y una doble moral que pretende reivindicar el liberalismo y criticar los monopolios mientras usted sostiene su campaña apoyado en la mafia de una cacique...".

Todos los candidatos aguantaron vara, salvo uno: López Obrador. Sin hacer referencia a las víctimas y sus testimonios, AMLO fue a lo suyo: reclamó a Sicilia que lo metiera en el mismo saco con los otros candidatos y señaló que la promoción del voto nulo, que supuestamente hace el poeta, beneficia al PRIAN.

Lo acusó, en pocas palabras, de hacerle el juego a la mafia en el poder. La respuesta de Sicilia fue inmediata: "Yo no he llamado a no votar. Ni he promovido el voto blanco, he hablado de mi posición y sí voy a ir a las urnas a poner el voto en blanco. Si ustedes creen que yo declaro una frase de mi posición porque estoy orientando a la ciudadanía, entonces ustedes creen que la ciudadanía es imbécil".

Y agregó algo que irritó aún más al ex apóstol de la República Amorosa: "Si hablamos de hostigamiento y amor, quiero enseñarle que he sido hostigado por sus correligionarios: es a fuerza con ustedes o a fuerza... veo muchas gentes que lo apoyan con espíritu fascista".

A partir de ahí se desató en las redes sociales una campaña de linchamiento. Entre las atrocidades que se escribieron hay una particularmente ilustrativa en Facebook: "¡Qué bueno que te mataron a tu hijo, viejo asqueroso!".

Ese mismo lunes 28 por la noche, Carmen Aristegui entrevistó a Javier Sicilia en CNN ( http://www.youtube.com/watch?v=XklnjsRND1o ). Allí el poeta fue más preciso en sus señalamientos: "Cuando rompimos el diálogo con los legisladores porque faltaron a su palabra y lo abrimos con una marcha hacia Los Pinos no le fueron a gritar al Presidente, me fueron a gritar a mí: ¡Con besos y abrazos no se paran los madrazos!".

Y en esa misma entrevista formuló su definición de López Obrador. Ante la pregunta de Aristegui de si el voto en blanco se había convertido en un pleito con la izquierda, Sicilia fue contundente: "Yo no sé, yo no sé si llamar de izquierda a López Obrador, yo a lo mejor lo llamaría un PRI, el viejo PRI nacionalista, lleno de algunas gentes de izquierda, pero para mí no representa la izquierda".

La intolerancia de López Obrador y sus seguidores es manifiesta. El rayito de esperanza no sólo no contiene a su jauría, Aguilar Camín dixit, sino la alienta y azuza. Fue lo que hizo en el Castillo de Chapultepec contra Javier Sicilia. Y fue lo mismo que hizo hace seis años con Patricia Mercado, a quien Elena Poniatowska y Carlos Monsiváis tacharon de esquirola.

El hecho es que el Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad se ha reunido con el Presidente Calderón, con Josefina Vázquez Mota, con Enrique Peña Nieto y con Gabriel Quadri. A todos ellos les dijo en tono duro y claro lo que piensa.

Pero hasta ahora el poeta no ha sido hostigado por el Gobierno de la República ni por los panistas ni por los priistas ni por los maestros afiliados al SNTE. No, el hostigamiento y el linchamiento provienen de la filas de la "izquierda".

Y ese mismo mecanismo intimidatorio se aplica a todo aquel que ose criticar o mostrar sus diferencias con el Mesías. El maniqueísmo, descrito con precisión por Sicilia, es muy simple: o estás conmigo o estás contra mí. Pero si estas contra mí, estás contra el pueblo. ¡Cerdo asqueroso!

La pregunta elemental a formularse es la siguiente: si esta intolerancia la practican hoy, que están en campaña y buscan el voto de los ciudadanos, ¿qué es lo que harán y cómo se comportarán si efectivamente llegan a la Presidencia de la República?

Por lo pronto ya sabemos que la República Amorosa fue una gran impostura. Y también sabemos, porque ya lo dijo públicamente, que primero le harán guerra sucia, y si ésta no prospera, fraguarán un fraude electoral.

Así que estamos en la misma ruta de hace seis años. O AMLO gana, y así nos va a ir, o habrá un conflicto postelectoral. Ya lo gritaron los #YoSoy132: ¡si hay imposición, habrá revolución!

¿Y a eso le llaman la primavera mexicana?

Jaime Sánchez Susarrey

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¿Ese es el presidente que quieres para México? Autoritario, mesiánico, que no tiene autocrítica, que no acepta haber cometido errores, que cree que sólo él tiene la verdad. Que si no gana es que le hicieron fraude, que el único resultado aceptable es que él gane. El Poder Ejecutivo en México todavía tiene legalmente mucho poder. Lo menos que quiero es un líder mesiánico como AMLO en Los Pinos.

Y lo peor del peje, ya lo he dicho antes, no es el peje en sí mismo, son sus fanáticos seguidores que son fascistas en su actuar. Lo que un líder mesiánico necesita es que una minoría fanatizada sea su carne de cañón. Con un 10% de la población que le crea sin reservas, que lo idolatre, con eso puede tomar calles, bloquear al Congreso, y hacer con el país lo que quiera. Al tiempo.


viernes, junio 08, 2012

 

AMLO, fraude y honestidad

¿Qué posibilidades existen de que haya un fraude electoral el próximo primero de julio? En realidad, prácticamente ninguna. Los controles impuestos por las autoridades electorales, de todo tipo, la presencia de los partidos y sus representantes, la de los observadores y los medios, impiden que haya un fraude electoral. Tampoco lo hubo en 2006: la diferencia de medio punto porcentual entre Felipe Calderón y Andrés Manuel López Obrador fue eso, una diferencia de medio punto que se dio en medio de los mismos controles y observadores que existen hoy. No hubo el conteo voto por voto, pero se abrieron todos y cada uno de los paquetes electorales que la coalición que respalda a López Obrador solicitó al TEPJF que se abrieran y el resultado no se modificó. Un resultado que coincidió con el PREP y con el conteo rápido y con las encuestas, incluso la de López Obrador en la noche de las elecciones cuando, como lo reveló en su libro Carlos Tello (lo que disparó la ira de AMLO), fue informado de que había perdido por un punto.

Cuando Andrés Manuel insiste ahora en el fraude de 2006 está mintiendo y está socavando su machacona insistencia en su honestidad (dime de qué presumes y te diré de qué careces, decían las abuelitas). Al no respaldar, sea cual fuere, el resultado y las instituciones electorales y al pedir "a los intelectuales" que "lo ayuden a que no haya fraude", en realidad está diciendo que, si no gana, no respetará los resultados.

Las encuestas demuestran que las elecciones están hoy mucho más lejos de las posibilidades de López Obrador que hace seis años. Salvo la controvertida de Reforma, todas las encuestas coinciden en que la distancia entre Enrique Peña Nieto y López Obrador gira en torno a los diez y los 14 puntos, como la de Excélsior, publicada ayer, y que AMLO está empatado o con uno o dos puntos de ventaja respecto de Josefina Vázquez Mota.

El candidato de la coalición de izquierda podrá decir lo que quiera, pero sus declaraciones de ayer, de que "lo atacan porque ya va ganando", tienen la misma verosimilitud que sus declaraciones de hace seis años, acerca de que él tenía una encuesta que le daba diez puntos de ventaja.

Con Andrés Manuel es muy difícil confrontar ideas, opinar diferente, por la sencilla razón de que no acepta que alguien lo contradiga, pero incluso no es capaz de reconocer los hechos como tales. Todo lo reduce a una guerra sucia, a su honestidad, a que él es diferente a los demás políticos. El miércoles en Tercer Grado me volvió a asombrar que dijera (y que ninguno de los amigos que estaban en el pánel lo cuestionara) que él "no era un hombre de poder, que el poder no le interesaba". Una declaración extraordinaria para un hombre que a los 17 años se afilió, en plena represión echeverrista contra los estudiantes, al PRI; que fue funcionario priista en Tabasco y presidente del partido en esa misma entidad (además de componer el Himno del PRI tabasqueño); que renunció al PRI porque no fue presidente municipal de Macuspana, para irse al naciente PRD; que fue dos veces candidato a gobernador; que fue presidente nacional del PRD; jefe de Gobierno del DF; candidato presidencial en 2006; que luego se proclamó presidente legítimo y ahora vuelve a ser candidato presidencial. Para alguien que no aspira al poder ni lo busca, no está nada mal, sobre todo considerando que Andrés Manuel no ha tenido en su vida adulta un solo trabajo en el sector privado, académico o como profesional independiente. Sólo ha trabajado de político.

Lo que sí sabemos, y lo que no asombra, es que cada vez que es cuestionado o criticado, López Obrador recurre a la intolerancia o a ignorar a sus interlocutores. Puede hablar de la honestidad de su gobierno al comprar unos vagones de tren, pero oculta, como secreto de Estado, el costo de sus segundos pisos; puede reconocer que la cena de la charola sí se realizó, pero decir que él no sabía de ella y ni siquiera descalifica a quienes estuvieron allí. Que el señor Adolfo Hellmund estuvo allí y que pidió seis millones de dólares para la campaña de su jefe, ¿se imagina usted los negocios que podría hacer este señor como secretario de Energía? ¿No tendría que haber hecho López Obrador por lo menos lo que hizo Miguel Mancera: una denuncia de hechos ante la Procuraduría para deslindarse de un delito electoral?). Puede decir que combatió a la corrupción, pero ahí siguen René Bejarano, uno de sus principales operadores electorales y su esposa, Dolores Padierna, secretaria general del PRD; puede decir que no conoce al ex gobernador Narciso Agúndez a pesar de que hay innumerables fotos de ambos juntos y Baja California Sur era su lugar de reposo durante semanas en el sexenio de Agúndez.

A López Obrador, por estos y otros temas, lo van a atacar el domingo en el debate, pero no se trata de guerra sucia: se trata de confrontar a un candidato sobre lo que dice con lo que hace.

Jorge Fernández Menéndez

 


martes, junio 05, 2012

 

Izquierda real

"La gente supone que el pleito será entre izquierda y derecha, pero siempre es entre los razonables y los imbéciles". Jimmy Wales

Cómo me gustaría que en México hubiera una verdadera izquierda, una izquierda comprometida con el combate a la pobreza, con generar una mayor prosperidad, con asegurar una sociedad con igualdad de oportunidades.

En lugar de eso tenemos una izquierda que construye segundos pisos para los automóviles, que defiende los subsidios a la gasolina para beneficiar a los más ricos, que organiza conciertos y festivales, pero no invierte en agua para los pobres, que se alía con sindicatos que han destruido a empresas públicas como Luz y Fuerza, que protege a líderes sindicales que han robado dinero a los mineros y que han privatizado la educación pública, que se opone a una apertura del monopolio petrolero que beneficiaría a los pobres, que regala dinero para comprar votos, pero que no crea condiciones para la inversión y la generación de empleos, que promueve y protege marchas y plantones que terminan afectando a los trabajadores.

La izquierda real, la que realmente conserva sus ideales, la que ha demostrado eficacia en disminuir la pobreza, es distinta. Yo en lo personal me inclino por la que impulsaba Felipe González, el socialista que presidió el Gobierno español de 1982 a 1996 y que sentó las bases para el mayor desarrollo económico en la historia de ese país.

Felipe González hizo todo aquello a lo que se opone la izquierda mexicana: eliminó los controles de cambios, integró a España en la Comunidad Económica Europea, globalizó la economía del país, privatizó -él sí privatizó, no simplemente abrió las puertas a la inversión privada- las empresas petroleras y de electricidad y promovió la inversión privada y la generación de empleos.

¿Cómo combatió entonces la pobreza? No lo hizo cobrando impuestos excesivos a los ricos para repartir dinero entre los pobres, sino a través de la generación de empleos y de la inversión en infraestructura y en educación. Con estas políticas abrió mayores oportunidades económicas para todos. También logró una reducción significativa de la pobreza y una mejoría en la distribución de la riqueza (que son cosas distintas).

Ricardo Lagos, también socialista, fue Presidente de Chile de 2000 a 2006. Él también mantuvo políticas económicas de mercado que promovieron la inversión y la prosperidad del país. Cuando en una entrevista le pregunté por qué mantenía un presupuesto equilibrado, a pesar de la idea de muchos de que lo natural para un gobernante de izquierda era incurrir en un déficit, él me respondió: "Que no me digan que un presupuesto equilibrado es una posición de derecha o de izquierda: un presupuesto equilibrado es una exigencia de una economía bien administrada".

Tony Blair fue un Primer Ministro controvertido en el Reino Unido, sobre todo por su apoyo a la guerra de Iraq impulsada por el Presidente de los Estados Unidos, George W. Bush. En materia económica, sin embargo, le dio independencia al Banco de Inglaterra e impulsó una política de promoción a la inversión privada que produjo un crecimiento importante entre 1997 y 2007, los años de su gobierno.

¿Cuál es la verdadera izquierda? No es a mi juicio la que promueven los políticos mexicanos que dicen ser progresistas, pero que buscan cerrar la economía, fortalecer los monopolios gubernamentales, apoyar a sindicatos corruptos, obstaculizar la inversión y cerrar las puertas a la generación de empleos.

La razón de ser de la izquierda es combatir la pobreza y dar mejores oportunidades a todos. Las políticas que promueve la izquierda mexicana son en cambio populistas: buscan ganar votos y conquistar el poder, pero no generar condiciones económicas para crear empleos y oportunidades para los pobres.

Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
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Por la ideología y las acciones de gobierno que implementó en España, yo defino a Felipe González como un liberal en todos los sentidos, más que de una simple izquierda. Pero independientemente de eso, el hecho es que en México no tenemos una verdadera izquierda liberal, progresista y pragmática como lo fue la que encabezó Felipe González en España por muchos años. Lo que tenemos es una escisión del PRI mezclada con gente con ideas comunistas fascistoides, con la clásica y trasnochada idea de la lucha de clases.
 
AMLO sigue siendo un PRIísta, resentido porque no ha tenido acceso al poder, salvo los 6 años como jefe de gobierno del DF, que los usó como trampolín para intentar llegar a la presidencia. Las propuestas de AMLO son las mismas que las de la peor época del PRI, de la docena trágica, del periodo entre 1970 y 1982 gobernados por Echeverría y López Portillo. Es una ideología populista autoritaria con ideas mercantilistas en el plano internacional. Implementar esas propuestas llevarían a México a la ruina como lo estuvimos toda la década de los 80's por la irresponsabilidad de los 70's.
 
Por eso AMLO fue, es y seguirá siendo un peligro para México. Bien lo dijo Javier Sicilia, AMLO está rodeado de fascismo y si llega al poder lo pondrá en práctica con todo el poder que todavía tiene el Ejecutivo Federal.


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