domingo, abril 26, 2015

 

La Tentación populista 5. Profetas desarmados

Creo que la tentación populista mexicana crecerá en los próximos años. México ha dibujado lo que parece el mapa de una nueva modernización de amplios alcances, cuyos beneficios tardarán en llegar. Mientras maduran, los reformadores estarán en la situación del célebre pasaje del profeta desarmado de Maquiavelo: han afectado grandes intereses sin que haya todavía grandes beneficiados con esas afectaciones.

 

Dice Maquiavelo:

No hay nada más difícil de hacer, ni de resultado más incierto, ni más difícil de gobernar que la introducción de un orden nuevo de cosas porque quien lo introduce tiene como enemigos a todos los que medran del viejo orden y como aliados tibios solo a quienes podrían medrar del nuevo... Sucede entonces que cuando los enemigos del nuevo orden atacan, lo hacen con celo y los otros lo defienden con dudas, y están, junto con su príncipe, en peligro.

 

La modernización mexicana tiene un problema serio de tiempos.

Su segundo problema clave es el de sus medios. Toda modernización, toda gran apertura de oportunidades de inversión y creación de riqueza, produce nuevos ricos y nuevos privilegios. En todas hay cuartos de guerra, cadenas de influencia, preferencias políticas, tratos bajo la mesa.

La pregunta es si la ejecución de estas grandes reformas se verá marcada, deslegitimada, por la corrupción y el capitalismo de los amigos o será una verdadera llamada a la transparencia, la competencia y la productividad.

El tercer problema, desde luego, es el de los resultados. La pregunta clave aquí es si la nueva modernización no servirá solo para crear nuevos empresarios e inversionistas, sino también una oferta masiva de empleos bien pagados.

Subrayo: bien pagados, porque los salarios de la economía formal mexicana, hay que decirlo, son una desgracia pública. Si recuerdo bien una cifra del Inegi, solo 10 por ciento de los mexicanos registrados en el IMSS gana más de 10 mil pesos.

La cantidad y calidad de los empleos dirá si esta nueva modernización es suficientemente incluyente o solo otra de las modernizaciones inconclusas, vieja especialidad mexicana y latinoamericana, de donde han salido históricamente los Perón y los Velasco, últimamente los Chávez, los Morales, los Kirchner y los López Obrador.

 

(6. Ilusión y urgencia de la ley).

 

Héctor Aguilar Camín

hector.aguilarcamin@milenio.com


jueves, abril 23, 2015

 

La tentación populista 4. El piso de AMLO

Con una economía dual excluyente y una política desprestigiada, ¿hay el riesgo mexicano de una tentación populista?

Desde luego que sí, de hecho está ya entre nosotros. Hemos vivido con ella, muy cerca de ella, todos estos años. López Obrador ha estado dos veces a punto de ganar la Presidencia. Y en 2018 estará buscando el triunfo por tercera vez.

Pero la tentación populista mexicana no es el asunto de una persona. Está en el ADN político nacional bajo la forma no de una ideología, sino, como dice Roger Bartra, como “una forma de la cultura política” es decir, “un conjunto articulado de hábitos, tradiciones, símbolos, valores, mediaciones, actitudes, personajes e instituciones.”

El populismo es parte de nuestra cultura política. Tenemos, de hecho, un populismo institucional montado en el gasto público y en la red de exenciones y privilegios fiscales de México.

De un lado tenemos atada al presupuesto, institucionalizada, una extraordinaria diversidad de programas sociales. Es nuestra versión plebeya y clientelar de un estado de bienestar: nuestro populismo disperso que no acaba de convertirse en una institucionalidad sólida, transparente, universal. En un verdadero estado de bienestar.

El populismo no está solo en los políticos y en los gobiernos. Está en la sociedad. Al otro lado del mostrador del gobierno, en la sociedad, hay también una cultura populista y clientelar. Una cultura del clientelismo estatal y de la puja por las rentas del estado.

La tentación populista mexicana está en nuestras costumbres públicas. Yo he tratado de resumirlas en un libro, La ceniza y la semilla, refiriéndome a la sociedad mexicana como una sociedad peticionaria. Una sociedad acostumbrada a las generosidades de un gobierno proveedor.

El populismo viejo mexicano ha sido siempre una forma dual, contradictoria, de resistirse por un lado a la modernización que destruye clientelas y, por el otro, de querer subirse a ella, de querer mejorar y progresar por el atajo de lo que en México llamamos mucho tiempo justicia social, es decir la ayuda y los subsidios del Estado.

López Obrador crece sobre este piso histórico y ante los primeros indicios de una nueva modernización inconclusa o insatisfactoria del camino mexicano.

 

(5. Profetas desarmados)

 

Héctor Aguilar Camín

hector.aguilarcamin@milenio.com


 

La tentación populista 3. La mafia en el poder

Revisemos los rasgos del populismo latinoamericano a la luz de la realidad mexicana. México vive una modernización a medias, inacabada en muchos sentidos.

México es también el escenario de una vida democrática que avanza a pasos grandes hacia el desprestigio y el descrédito.

Nuestra economía se ha modernizado pero no ha logrado repartir sus beneficios a la mayoría de la población. Tenemos más que nunca una economía dual:

De un lado la economía Nafta, la economía cuya productividad crece a 6 por ciento anual y del otro la economía interna, por su mayor parte informal, cuya productividad decrece año con año.

Lo excluido de la modernidad y de la formalidad es enorme. Agrego que los salarios de la modernidad son muy bajos, no muy tentadores frente a los ingresos que puede dar la informalidad.

Nuestra democracia funciona, pero no tiene hoy los prestigios que tenía. Yo diría que los partidos y los políticos tienen baja credibilidad y alto desprestigio.

Hay severas dudas sobre su representatividad. El veredicto ciudadano es que representan solo sus intereses políticos, asociados todos a las rentas económicas que puedan producirles.

Nuestra democracia ha encarecido y corrompido extraordinariamente el proceso político. Hay que repetirlo hasta que se oiga: para competir con posibilidades de éxito los candidatos de los partidos deben conseguir dinero ilegal.

El abundante presupuesto público federal ha sido fuente de grandes dispendios, desvíos y endeudamientos de gobiernos estatales a los que les da el dinero la Federación, pero les aprueba el gasto su Congreso local. El proceso político local y las relaciones de los poderes ejecutivos con sus congresos se han corrompido a niveles de picaresca.

Llega mucho dinero también a los municipios. Tenemos fresco el escándalo de corrupción y crimen municipal de Iguala, Guerrero.

Tenemos fresca también las historias de las casas y los conflictos de interés asociados al Presidente y a su círculo de poder más cercano.

La sombra de la corrupción destruye cualquier idea de institucionalidad o de mérito. Y cualquier sombra de respeto a las instituciones o al mérito.

El grito que condensa esto es el de López Obrador: la mafia del poder. El grito es una caricatura, pero la corrupción alcanza niveles de caricatura, corroe por igual la política, la economía y la sociedad.

 

(4. El piso de AMLO)

 

Héctor Aguilar Camín

hector.aguilarcamin@milenio.com


 

La tentación populista 2. Hartazgo y promesa

El populismo, dice Roger Bartra, no es una ideología estructurada, es en realidad una cultura. Tiene ciertas constantes ideológicas, como el estatismo, el nacionalismo, el colectivismo, el capitalismo de estado. Ahora, desde Hugo Chávez, el reeleccionismo.

Tiene también un tono común de discurso: reivindicativo, pobrista, antioligárquico, anticapitalista, normalmente antinorteamericano. Y siempre antigubernamental.

El discurso populista es por excelencia el discurso del movimiento bueno contra el gobierno malo. Prospera en el descrédito de los sistemas políticos vigentes, normalmente sobrepasados por las demandas no satisfechas de la modernización, en alianza con los intereses afectados por esta.

Los movimientos populistas se nutren del descrédito de los partidos políticos y de la ineficacia de los gobiernos. Diría más: del descrédito de la política y de los políticos.

Su promesa esencial es una reivindicación de derechos escritos y no escritos: derecho a la igualdad y a la justicia, a los beneficios del desarrollo, a la representación política, a la política misma.

En su última expresión instrumental, el populismo es una puja de clientelas excluidas por espacios políticos y rentas del Estado.

Su instrumento por excelencia es la creación de clientelas de beneficiarios.

Lo característico de los movimientos populistas es introducir nuevas clientelas al erario. Por ello terminan con frecuencia en crisis fiscales que se llevan todo lo ganado.

Característico también es el discurso antiinstitucional y la encarnación del movimiento en un líder carismático que habla al pueblo por encima y a pesar de las instituciones.

El populismo es entonces la tentación política permanente de sociedades desintegradas, con desarrollos desiguales, con instituciones políticas desprestigiadas.

Es decir, es el resultado de una economía que deja fuera contingentes enormes. Y de una política que no es suficientemente incluyente. Como las nuestras, las de América Latina. Véanse solo las cifras de pobreza de las dos economías mayores del continente: México y Brasil.

Entonces, lo primero que hay que entender de la tentación histórica del populismo es que nace de la realidad misma, de la realidad insatisfecha.

El populismo es una respuesta, mala pero una respuesta a las modernizaciones incompletas que destruyen lo viejo sin incorporarlo.

 

(3. La mafia en el poder)

 

Héctor Aguilar Camín

hector.aguilarcamin@milenio.com


 

La tentación populista 1. Orígenes

Invitado a hablar a una comunidad de empresarios sobre los riesgos del populismo, propuse usar no solo la palabra “riesgo”, sino también la palabra “tentación”.

Porque, social y políticamente hablando, el populismo no es solo algo que muchos temen como un riesgo, sino también algo que muchos otros ansían como una tentación.

El populismo es una continua tentación de la política latinoamericana, porque suele surgir de un hecho histórico también frecuente en nuestras sociedades: el de modernizaciones inconclusas.

Los sociólogos latinoamericanos han entendido y descrito bien esto: el populismo es una especialidad de la política latinoamericana porque las modernizaciones inconclusas son una especialidad de América Latina.

Las modernizaciones inconclusas: procesos de desarrollo trunco o incompleto. Grandes transformaciones de la economía y de la sociedad que terminan dejando fuera más de lo que incluyen.

Son grandes cambios que desacomodan todo, pero no incluyen a todos. Queda fuera de sus beneficios una masa heterogénea descolocada de sus antiguos referentes: viejas reglas, viejos negocios, masas urbanas empobrecidas, minorías étnicas marginadas, antiguos oficios, restos de la economía tradicional.

Piénsese en el gigantesco reacomodo que fue el proceso de industrialización y urbanización de los años 50, 60, 70, del siglo pasado. O en los reacomodos que ha traído la globalización de las décadas recientes. O en los cambios tecnológicos del último cuarto de siglo.

Esto es lo único verdaderamente común a los populismos latinoamericanos: todos son intentos políticos de dar respuesta a la diversidad de lo excluido, lo insatisfecho, lo marginado, esas consistentes mayorías desprovistas que pueden uniformarse en la palabra “pueblo”, un concepto vacío pero de extraordinarias resonancias emotivas, justicieras, originarias.

No es casual que dos valores constantes en el discurso populista sean de un lado la estimulación del resentimiento social, del otro la promesa de revancha.

El populismo es una respuesta política a estos contingentes desplazados del desarrollo. Una forma de organizar sus demandas de inclusión política y económica. Una forma de exigir mayor parte en los bienes privados y en las rentas públicas.

 

(2. Hartazgo y promesa)

 

Héctor Aguilar Camín

http://www.milenio.com/firmas/hector_aguilar_camin_dia-con-dia/tentacion-populista-Origenes_18_503529683.html


sábado, abril 04, 2015

 

Racionar el agua

"La primera lección de la economía es la escasez... La primera lección de la política es no hacer caso a la primera lección de la economía". Thomas Sowell

 

SAN DIEGO.- Mientras el centro y el este de Estados Unidos han sufrido este año impresionantes nevadas, California está padeciendo su peor sequía en los últimos 120 años, el tiempo en que ha habido registros.

 

El estado no ha tenido virtualmente ninguna precipitación en los últimos cuatro años. El equivalente de agua en la nieve de la Sierra Nevada y otras montañas que surten a buena parte del estado se encuentra a niveles de sólo 5 por ciento de lo habitual.

 

Este 1 de abril el Gobernador demócrata Jerry Brown ordenó un sistema de racionamiento que busca reducir el consumo en 25 por ciento en los próximos nueve meses. Es la primera vez en la historia del estado que se ordena un racionamiento para el agua.

 

El esquema establece principalmente restricciones al riego de jardines y parques en escuelas, universidades, cementerios y áreas públicas así como en campos de golf, pero sólo en algunos casos pide a las administraciones locales que revisen sus esquemas de precios.

 

¿Tendrá éxito el racionamiento? Casi le puedo asegurar que no. El sistema está hecho para tener un impacto político, para ganar votos para el Gobernador, pero no para disminuir el consumo. Lo que ocurra en California, a propósito, nos debe importar a los mexicanos porque muchas regiones de nuestro país sufren también de una gran escasez de agua.

 

La historia demuestra que los sistemas de racionamientos sólo tienen éxito, si acaso, durante periodos muy cortos. En muy poco tiempo los seres humanos desarrollan formas de violarlos. Un sistema libre de precios, en cambio, regula de manera eficaz en el largo plazo el consumo de cualquier producto.

 

En su libro "Basic Economics: A Common Sense Guide to the Economy", Thomas Sowell recuerda el sitio de Amberes, la ciudad de Flandes, por el Ejército español en el siglo 16. Las tropas españolas redujeron la provisión de alimentos, pero al subir los precios se generaron incentivos para el contrabando de productos, lo que mantuvo el abasto y permitió a los pobladores resistir el sitio. Sólo cuando las autoridades establecieron controles de precios dejó de haber alimentos y Amberes tuvo que rendirse por hambre.

 

Si el Gobierno de California realmente quisiera derrotar a la escasez de agua, debería establecer un sistema libre de precios. Racionar el agua en jardines no es solución. Las granjas de California son las mayores usuarias de líquido y subsisten, a pesar de la aridez del estado, gracias a un sistema que les garantiza la provisión de agua a precios subsidiados.

 

Un sistema de precios libres para todos generaría recursos para mejorar la infraestructura de transporte y extracción de agua y llevaría incluso a nuevas técnicas como la desalinización del agua marina que sólo son posibles cuando el precio alcanza niveles muy altos. También desmotivaría aquella producción agrícola que por su consumo de agua ya no tiene lugar en un estado tan seco.

 

Un ejemplo de la eficacia del sistema de precios lo vemos en el petróleo. La creación de una escasez artificial por los países de la OPEP sólo sirvió para generar incentivos para nuevas tecnologías de producción en países con sistemas de precios libres como Estados Unidos.

 

La escasez de agua es un problema real que no va a desaparecer. Lo más probable es que empeore por el calentamiento global. Necesitamos por lo tanto soluciones reales.

 

El racionamiento no sirve más que para convencer a los electores de que el gobernante se preocupa por el problema. Quizá genere votos, pero no logrará un mejor uso del agua.

 

La verdadera y única solución es establecer un sistema de precios libres, sin subsidios ni tratos especiales ni a agricultores ni a nadie más, que cambie de fondo los patrones de consumo del agua.

PIPAS PARA LOS POBRES

La falta de un sistema real de precios del agua en la Ciudad de México es responsable de que los pobres, que reciben agua en pipas, paguen mucho más por el agua que los ricos.

 

Sergio Sarmiento

www.sergiosarmiento.com  

 


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