viernes, agosto 25, 2023

 

Ceiba o sembrador

En la academia de primer nivel hay dos tipos de profesores estrella. Las ceibas y quienes siembran por doquier. En vida, ambos acumulan enorme reconocimiento y poder. Pero es mucho más probable que las ideas y proyectos de los segundos trasciendan. Lo mismo ocurre en la política.

 

Todos conocemos ceibas académicas. Grandes santones -casi siempre hombres- con egos interminables y palabrería sin acabar. No importa el tema, ellos saben y sólo su opinión cuenta. Quienes cuestionan acaban sin plaza.

 

En general, las ceibas tuvieron una o dos ideas importantes en su juventud y las repiten y defienden a morir el resto de sus largas vidas. No necesitan escuchar o aprender de nadie. Cada libro, cada curso, es refrito de más de lo mismo. Atraen a mediocres, no crean escuela.

 

Después de muertos no hay quien tenga el prestigio para mantener la catedral académica que antes parecía tan importante. Sus ideas, su proyecto, acaban en deteriorada y abandonada tumba.

 

Hay otro tipo de maestro, quien deliberadamente busca espacios donde es él quien más tiene por aprender. Escucha mucho. Habla solo cuando sabe. Se deleita cuando atrae a una alumna más lista que él. Si sus alumnos se vuelven más trascendentes, si tumban sus tesis con mejores ideas, el viejo profesor lo celebra.

 

Su poder e impacto trasciende porque supo escuchar, aprender, crear lo nuevo, sembrar más inteligencia. Sus ideas derivan escuela que crece, evoluciona y se fortalece. Profesor más humilde y generoso, por eso es admirado, querido y trascendente.

 

En política también hay ceibas y sembradores. El lío es que mientras más poderoso te vuelves, más es la tentación de volverse ceiba.

 

El poder es canijo; mientras más tiene uno, más se la cree. La poción que buscaba Ponce de León existe. A diferencia de nosotros, los meros mortales, la Presidencia hace que el susodicho se crea cada día más joven, bien parecido, chistoso, listo.

 

En México, los Presidentes acaban sintiéndose genios invencibles e inmortales. Acumulan poder, hasta el quinto año. Y justo antes del destape, el Tlatoani decide que sus ideas y proyectos son tan importantes y trascendentes que tiene que asegurar su continuidad cueste lo que cueste.

 

Nadie lo puede sustituir o igualar. Olvídate de superar. Imposible. Por ende, el Tlatoani en curso se dice a sí mismo: "Mismísimo, nadie como yo. No quiero, pero, por el bien de la Patria, tengo que nombrar a alguien servil, no demasiado inteligente o independiente, alguien que me escuche, para poder seguir mi gran proyecto".

 

Pero en la academia y en la política la estrategia ceiba no dura. Si el Tlatoani se rodeó de gutierritos incompetentes y serviles, si no hay quien sepa construir o crecer, el proyecto, el país, se colapsa. Véase por ejemplo Musk/Twitter, Putin/Rusia, Castro/Cuba... y uno que otro ex Presidente mexicano.

 

El poder presidencial no se comparte. Hay un Presidente y mientras más débil es el sucesor, mientras más le deba al anterior, más brutal tiene que ser el quiebre con su antecesor. Lección obvia. Lección que se repite y repite una y otra vez.

 

Pero no la aprendió Díaz Ordaz, quien acabó cargando tantísimos muertos. Ni Echeverría, glorioso embajador en Fiji. Ni López Portillo, preso en la Colina del Perro. Ni Salinas, en huelga de hambre en maldita vecindad.

 

Mientras más débil el sucesor, mientras menos poder y talento propio posee, más brutal es el deslinde. La ceiba no entiende que quien sabe, quien puede crecer solo, quien tiende a cometer menos errores de diciembre, no tiene que destruir todo lo anterior para ponerse la banda.

 

Un sucesor competente, con poder propio, es la mejor garantía de continuidad y de que se aprecie lo que construyó el anterior. Si mejora la economía y la seguridad, si al sucesor le va mejor, la figura histórica del anterior crece. Pero si se ignora a quien sabe construir y resolver grandes problemas, y se nombra a un servil incompetente, a alguien que "se pueda orientar para mantener el proyecto", el resultado siempre es el mismo. Exilio, desdén y odio. Se vuelve imposible dar la cara en un restaurante.

 

Y es así como los Tlatoanis acaban igual que Trump. Locos de poder, exiliados en sus casas, torturados por quienes fueron alguna vez sus pequeños incondicionales. No supieron promover a sus pares. Promovieron a sus enanos.

 

Juan Enríquez Cabot

 


domingo, agosto 20, 2023

 

Costos

En los tempranos 90, pasada la caída del Muro de Berlín, Enrique Krauze exploraba las implicaciones de esos sucesos sobre los países latinoamericanos, llegando a la conclusión, cito de memoria, que el último stalinista no moriría en la URSS, sino en algún cubículo universitario en América Latina. En lo único que erró fue en la sede: los últimos stalinistas están en el Palacio Nacional de México y en sus equivalentes en otras naciones al sur del continente. El mesianismo que caracteriza a esta ola de gobernantes y sus séquitos es tardío, aberrante y nostálgico, pero no por eso menos poderoso. Y dañino.

 

Victor Sebestyen ("The Russian Revolution"), historiador originario de Hungría, escribe que "Los hombres y mujeres que hicieron la Revolución Rusa querían cambiar al mundo... La intención al principio pudo haber sido derrocar a un zar y una dinastía que había gobernado Rusia durante tres siglos como una autocracia... Pero fue mucho más allá... su fe era nada menos la de perfeccionar a la humanidad y poner fin a la explotación de un grupo de personas -una clase- por otra... El atractivo del comunismo era religioso, espiritual y el partido era la Iglesia... Trotsky escribió: 'Que las futuras generaciones de personas limpien la vida de todo el mal, la opresión y la violencia y disfrutarla al máximo'. La escala mesiánica de la ambición de los bolcheviques hizo que la escala de su fracaso fuera tan grande e impactante".

 

La Unión Soviética no se colapsó porque era una buena idea mal implementada, como muchos socialistas argumentan, sino porque era una mala idea que choca(ba) con la naturaleza humana. Peor, para llevarla a la práctica, los bolcheviques recurrieron a un régimen de terror que consistió, en palabras de Robert Conquest, otro historiador de la URSS, más en una pesadilla que en un sueño. Aunque (afortunadamente) el plan de "nuestros" mesiánicos es menos violento que el de los que los inspiran, la necedad de negar la naturaleza humana está siempre presente en su manera de actuar, como lo ilustra su política de ciencia, los libros de texto y, en general, su visión de excluir a los ciudadanos de las diversas tareas y actividades del quehacer nacional.

 

Ahora que comienza el ocaso de esta Administración, es inexorable evaluar los costos de un proyecto que no cuajó (afortunadamente) porque no empataba con la realidad del siglo XXI, porque no contaba con la creatividad natural del mexicano (el famoso milusos), porque la economía es infinitamente más compleja, profunda y exitosa de lo que el Gobierno contemplaba y, por sobre todo, porque era una pésima idea. Además, como ilustra la forma en que se construyeron los nuevos libros de texto -por gente enfocada en preservar una visión del mundo que choca con la realidad que le tocará vivir a esos niños cuando sean adultos, además del afán revanchista-, el proyecto ni siquiera tenía un objetivo de desarrollo, sino un mesianismo cuyo único propósito es electoral: que todo mundo, los adultos de hoy y -a través del adoctrinamiento de los niños- los adultos del futuro, vote por Morena.

 

El mesianismo del proyecto se evidencia en la expectativa de una transformación cabal sin que haya que hacer nada para construirlo, excepto, quizá, polarizar, descalificar y atacar. El anverso de esa moneda es la pequeñez del objetivo: permanecer en el poder. El contraste entre la retórica maximalista y la vileza del propósito habla por sí mismo.

 

Pero nada de eso reduce el daño o las consecuencias. Primero que nada, se encuentra la oportunidad perdida: todo el tiempo y recursos que se desperdiciaron en lugar de emplearse en la construcción de un futuro mejor. Luego viene la destrucción -literalmente- de activos como un aeropuerto idóneo a las necesidades de un país que aspira a crecer y disfrutar la vida y, sobre todo, a que sus hijos gocen de la prosperidad que cada vez más mexicanos otean y que demasiados Gobiernos han ignorado lo imperativo de allanar el camino en esa dirección (como lidiar inteligente, pero efectivamente, con el crimen organizado, la extorsión y los cacicazgos opuestos al progreso que proliferan sobre todo en el sur del País). Finalmente, quizá el mayor de los daños, está la estulticia de pretender ir contra las probadas recetas para el desarrollo que caracterizan a naciones tan diversas como Canadá, Vietnam, China y España.

 

México se encuentra en un momento único de la historia de la humanidad: la tecnología ha favorecido la integración económica entre naciones, la geografía nos ha regalado el acceso al mayor mercado del mundo y la geopolítica creó la oportunidad de recibir cientos de billones de dólares de inversiones, con el consecuente potencial de creación de riqueza, empleos y, en una palabra, futuro. Todo lo que falta, como decía el anuncio, es ponernos las pilas para aprovechar el goteo del nearshoring en una cascada de inversiones.

 

El mesianismo de este Gobierno se ha empeñado en cancelar la oportunidad con su estrategia política y su criminal debilitamiento del sector salud y educativo, su ataque al Poder Judicial y la destrucción de la infraestructura. Lo que no ha destruido es la aspiración a un México mejor y ahí radica la oportunidad real porque esa, en contraste con los otros elementos, no depende del Gobierno.

 

Luis Rubio

 

 


lunes, agosto 07, 2023

 

Libros sin humanismo

Libros sin humanismo

"El humanismo parte del individuo y en este proyecto la SEP se niega radicalmente al individuo para reivindicar la comunidad". Gilberto Guevara Niebla

 

Crecí en los 60 con la primera generación de libros de la SEP, elaborados bajo la tutela de Jaime Torres Bodet. Los leía tan pronto los recibía; los entendía bien, aprendía; me preparaban para los cursos del año; estaban redactados de manera adecuada para un niño de mi edad; no recuerdo que hayan tenido sesgos políticos; eran abiertos y equilibrados, realmente humanistas.

No es fácil hacer libros de texto. Los especialistas disputan constantemente sobre los contenidos. Apenas una década después de los de Torres Bodet, Luis Echeverría lanzó una reforma educativa que culminó con la Ley Federal de Educación de 1974 y la elaboración de nuevos libros.

 

No me preocupa que haya debate; en una sociedad libre, siempre habrá discusiones sobre los contenidos de los libros escolares. Me inquieta que los nuevos hayan sido elaborados en secreto, con información reservada durante cinco años. Algo quieren ocultar quienes los hicieron.

 

Los expertos ya han cuestionado muchos aspectos de los nuevos libros. Nos dicen que fragmentan el conocimiento y lo presentan en una serie de viñetas que mezclan sin hilo conductor todo tipo de información. Ya no hay libros de matemáticas, de español o de ciencias naturales.

 

En "Nuestros Saberes", volumen para primero de primaria, al capítulo sobre "Autoridades", que nos dice que "es importante señalar que los seres humanos tienen libertades, pero éstas no están por encima de las reglas y los acuerdos", le sigue otro sobre "Características de la conversación cotidiana", cuyo propósito parece ser decirnos que expresiones como "Sal para afuera" y "Subir para arriba" son correctas.

 

Incluye un recuadro, incomprensible para un niño de primero de primaria, que señala: "Esta /s/ busca regularizar la forma del pretérito perfecto simple al del resto de los verbos en segunda persona". En otras palabras, no es incorrecto pronunciar "dijistes", como López Obrador.

 

En "Múltiples Lenguajes" se encuentra un capítulo sobre Nacho López, el fotógrafo, a quien admiro, pero no veo como protagonista de un libro de texto de primero de primaria, seguido de otro sobre el "Axolote, el sonriente anfibio mexicano".

 

El contenido científico y matemático es escaso y débil; preocupa en un mundo en el que la ciencia y la tecnología son cada vez más importantes. Es una decisión y no un olvido.

 

El "Libro sin Recetas para la Maestra y el Maestro, Fase Tres" advierte que "este nuevo sujeto, el animal laborans, ha perdido el rumbo y no es capaz de reconocer las prácticas de poder y control que se ejercen sobre él... Acepta ser su propio verdugo, asumiendo dinámicas de autoexplotación para alcanzar el rendimiento óptimo que le garantice el éxito en este sistema de consumo". Los nuevos libros critican a ese individuo que se esfuerza con su trabajo para mejorar y alaban los "saberes comunitarios heredados".

 

El Presidente dice que estos nuevos libros tienen "muy buenos contenidos", "científicos y humanistas". Gilberto Guevara Niebla, preso político en 1968, Subsecretario de Educación en 1992-1993 y 2018-2019, tiene otros datos: "Lo que la SEP busca es acabar con la educación moderna que tenemos, a la que califica de 'neoliberal', y sustituirla por una 'educación popular' que corresponda con el discurso populista de López Obrador".

 

El humanismo está ausente, "si entendemos por eso el principio de que todos somos iguales". Los libros combaten "el egoísmo, el aspiracionismo"; promueven una sociedad regida por la colectividad, rechazan al individuo y al humanismo.

 

Sergio Sarmiento

 

 


domingo, agosto 06, 2023

 

El proyecto

En la elección del 2024 está en juego el proyecto de la 4T. Esto afirman regularmente las itinerantes corcholatas.

¿Qué estaría realmente en riesgo? No los apoyos sociales. Salvo el vociferante Fox, nadie desea quitarlos. Xóchitl Gálvez saltó al ruedo porque AMLO la acusó de quererlos eliminar, a pesar de que ella votó a favor de la reforma constitucional en la materia.

 

El mayor logro de este Gobierno ha sido subir los salarios reales. El salario medio de cotización del IMSS ha subido 21 por ciento del 2018 al primer trimestre del 2023. Ganaron el debate de aumentar los salarios mínimos.

 

El reto es generar empleos formales. Se han creado a nivel nacional un millón 800 mil en lo que va del sexenio, un crecimiento de solo 9 por ciento, impulsado por los estados del norte del País. En la CDMX se han generado únicamente 24 mil 600. Esto a pesar de la reforma del outsourcing. En el primer semestre de este año todo el crecimiento neto de empleos fue en la informalidad.

 

La 4T no tiene como proyecto crear empleos formales. Su base electoral son los trabajadores informales, no los "aspiracionistas" que desean educarse mejor para buscar un buen empleo formal y mejorar su nivel de vida. Por eso el Gobierno se da el lujo de obstaculizar la inversión privada.

 

El proyecto de la 4T no prioriza ofrecer servicios públicos de calidad a los más pobres. Está la promesa, por supuesto, en eso son buenos. No el interés político, ni el presupuestal, ni la estrategia para lograrlo. El gasto público en salud ha caído 8.9 por ciento entre mayo de 2018 y mayo de 2023. Sigue habiendo un desabasto importante de medicinas en los hospitales públicos.

 

La educación pública tampoco le importa mucho a este Gobierno. México es de los pocos países que tras la pandemia no estableció un programa nacional de apoyo al rezago estudiantil. Les importa hacer libros de texto para "concientizar" socialmente al estudiante, sin importar si la enseñanza matemática se reduce. Ese es el proyecto.

Para AMLO, el proyecto de transformación ha sido hablar de sus obras y en nombre de los pobres. Ahí sí hay atención presidencial y sí que gastan... El Tren Maya ha costado hasta ahora, incluido lo presupuestado para este año, 350 mil millones de pesos; con estos recursos el gasto en salud para este año podría ser 88 por ciento superior al presupuestado.

 

Marcelo Ebrard prometió que, de llegar al poder, crearía una Secretaría de la 4T para consolidar el legado de este Gobierno, es decir, salvaguardar las obras de AMLO, su política social y la austeridad republicana. Ese es el proyecto.

 

Incluyó también garantizar "el código de ética de las personas servidoras públicas". Esta es la crítica más socorrida contra Xóchitl Gálvez: quieren regresar a gobernar los transas del pasado. ¿Son diferentes los de hoy? Los escándalos de corrupción de este Gobierno compiten bien con los del pasado. Su cinismo los supera.

 

La mayor diferencia es la enorme credibilidad de AMLO frente a la de Peña Nieto. Pero eso termina siendo un gran obstáculo para combatir la corrupción. Basta que AMLO defienda a alguien de su equipo para exonerarlo. En palabras de Max Weber: "Preferimos que ocupen los cargos personas a las que podemos escupir, en vez de tener una casta de funcionarios que nos escupan a nosotros". En este caso no son ya una casta de funcionarios, es un líder carismático quien decide sobre el bien y el mal.

 

AMLO lo ha dicho con claridad. El proyecto consiste en mantenerse en el poder y sin contrapesos. Si en el 2024 ganan el Congreso con mayoría calificada, propondrán una reforma para elegir mediante voto popular a los ministros de la Corte y a los consejeros del INE. Significa que la mayoría morenista controlaría al Poder Judicial y al órgano electoral. El ciudadano tendrá que decidir en el 2024 si eso quiere.

 

Carlos Elizondo  Mayer-Serna

 


 

Contradicciones

Contradicciones

La "paradoja del mentiroso" es uno de los enigmas más divertidos de la lógica: si una persona dice que está mintiendo, probablemente expresa una verdad, lo que implica que el mentiroso acaba de mentir. En el México de hoy las mentiras se convierten en verdades, la corrupción se purifica y la impunidad florece, confundiendo tanto a quienes cuentan la historia como a quienes la viven: contradicciones interminables.

 

La narrativa, con todas las falsedades que por ahí transcurren, no es otra cosa que una permanente construcción de mitos, con un fuerte componente de odio orientado a crear prejuicios y lealtades. El corto plazo queda cubierto pero, en el mundo de lo concreto, los mitos son creaturas perniciosas que obscurecen más de lo que iluminan. Negar la existencia de factores de realidad -como la inseguridad, la extorsión, las pocas oportunidades económicas y la pobreza- adquiere dimensiones míticas. Excepto que no cuadran con lo que observa y vive el mexicano en su vida diaria y, más importante, tampoco cuadra con lo que el otrora candidato López Obrador denunciaba como los grandes males que aquejaban al País. Las contradicciones no pueden más que acentuarse en el periodo de sucesión.

 

La gran paradoja que se ha venido evidenciando en estos años es que el Presidente ha podido destruir innumerables estructuras institucionales que le estorbaban a la concentración del poder en su persona, pero no ha logrado incidir mayor cosa en la economía del País ni en los factores sobre los que construyó su campaña presidencial y que siguen siendo componente de la narrativa cotidiana como la pobreza, la corrupción y la desigualdad. Sin embargo, el desempeño económico postpandemia ha sido mucho mejor al que esperaba no sólo el propio Gobierno sino incluso los principales bancos y analistas nacionales y extranjeros.

 

Quizá no haya mejor evidencia de las contradicciones que caracterizan al País que la del tipo de cambio: éste no sólo se ha fortalecido, sino que guarda cada vez menos relación con lo que ocurre en la economía en general y, ciertamente, en el ámbito político-institucional. La violencia afecta exportaciones como las del aguacate, la corrupción no deja de estar presente en las aduanas, la extorsión altera la vida tanto de la población en general como de las empresas, las finanzas públicas están más endebles de lo aparente (ahora agraviadas por el insaciable apetito de fondos públicos por parte de Pemex) y el embate presidencial contra la Suprema Corte de Justicia no parece tener límites. Y, sin embargo, nada de eso afecta al peso. La conclusión obvia es que los factores que afectan al tipo de cambio no son los de antes. JP Morgan acaba de publicar un estudio que argumenta exactamente eso: que factores como las exportaciones, las remesas y los intercambios comerciales que México guarda con el exterior son estructurales y, por ello, menos susceptibles a los altibajos que caracterizaron al pasado.

Un Gobierno alerta y sensato concluiría de ese hecho que lo que se requiere es fortalecer los factores que podrían multiplicar la inversión y conferirle estabilidad a la economía a fin de atacar de raíz fenómenos como la pobreza y la corrupción. Sin embargo, lo que de hecho ha producido el Gobierno son obstáculos al comercio y a la inversión, conflictos innecesarios en materia de energía y una total ausencia de mecanismos para atraer y afianzar el nuevo maná que cae del cielo en la forma del llamado "nearshoring", como si el éxito económico fuese pernicioso. Lamentablemente, la percepción dentro del Gobierno es precisamente esto último, como revelan los libros de texto orientados a empobrecer a la población porque no contribuyen en nada en desarrollar habilidades para hacerla en la vida sino a saturar a los educandos de prejuicios ideológicos. Lo mismo se podría decir de las instituciones, comenzando por las dedicadas a la justicia, donde lo que hay es un intento sistemático por degradarlas y subordinarlas.

 

Las contradicciones están presentes en todas partes y son reveladoras tanto de los objetivos gubernamentales como de la realidad económica y política del País. La economía ha probado ser más compleja, madura y fuerte de lo que suponía el Gobierno, menos susceptible a sus embates. Su conexión estructural vía exportaciones con la economía estadounidense le ha conferido un enorme dinamismo y los resultados de treinta años de liberalización comercial se han traducido en un creciente ingreso disponible real. En una palabra, el Gobierno se está beneficiando de lo que se decidió y construyó en las décadas previas que tanto denuesta.

 

En sentido contrario, estos años han demostrado que el País enfrenta un reto político de enormes dimensiones. La facilidad con que el Presidente ataca y desmantela instituciones prueba que nuestra democracia es por demás frágil y que la ciudadanía todavía no ha logrado imponerse para hacer valer sus derechos. Queda en el aire la interrogante de si la problemática política acabará minando la fortaleza económica.

 

Hace unos meses, el Gobierno polaco, de corte autoritario, aprobó una ley orientada a purgar al país de toda influencia rusa. No deja de ser irónico el recurso a métodos estalinistas para eliminar influencia rusa. No muy distinto a lo que ocurre en el México de hoy.

 

Luis Rubio


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