sábado, marzo 31, 2007

 

Propiedad del PRD

La triste verdad es ésta: en la Ciudad de México las calles no pertenecen a los ciudadanos: son propiedad del PRD. Los perredistas, que tanto se oponen a las privatizaciones, han privatizado en su beneficio los espacios públicos, y los usan como cosa propia para favorecer sus intereses. Ocupan las aceras del Centro Histórico y establecen en ellas un comercio ilegal con el cual medran inmorales líderes encargados de aportar carne de manifestación. Un día sí y el otro también organizan desorganizadas manifestaciones en las cuales una veintena de individuos -e individuas- atentan contra cientos de miles de personas.

Para los perredistas "salir a la calle" sirve para no tener que pasar por los molestos trámites de la democracia: el diálogo, el acuerdo, la concertación. Tarde o temprano la creciente irritación de los capitalinos hará que Marcelo Ebrard deba decidir entre gobernar para la Ciudad o gobernar para el Partido. Si escoge lo segundo su dimensión no pasará del Distrito Federal, pues ya no puede repetirse el caso López Obrador. Si opta por lo primero su imagen cobrará importancia nacional ante un AMLO que recorre la República con los ojos puestos en el 2012. (Qué incómodo se ha de sentir el 2012 con esos ojos puestos sobre él)...

Armando Fuentes Aguirre, Catón, El Norte, 29 de marzo 2007

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viernes, marzo 30, 2007

 

5 mentiras impunes del PRD respecto al ISSSTE

Me desconcierta profundamente el desplegado publicado el miércoles por el grupo de senadores del PRD. No porque se opongan a la nueva ley del ISSSTE aprobada ayer, están en todo su derecho a hacerlo, sino porque los cinco puntos incluidos en ese documento son, sencillamente, falsos. Ninguno de ellos responde a lo que se aprobó en la cámara alta y se había sancionado previamente en la cámara de diputados.

Por supuesto que ésta no es una reforma en contra de los trabajadores, pero sobre todo, y ese es el primer punto del desplegado de los senadores perredistas no "representa un grave retroceso en las conquistas en materia de seguridad social". ¿Dónde está el retroceso?. El hecho es que la deuda del ISSSTE era ya insostenible y lo que hubiera sido un retroceso hubiera sido, como ha ocurrido en otros países que no pudieron atender a tiempo una crisis de esa magnitud, es que más temprano que tarde el Estado no pudiera pagar las pensiones, que representarían en el futuro inmediato el 54 por ciento de todo el PIB del país. ¿A poco es un retroceso en las "conquistas" de los trabajadores que el Estado en lugar de financiar las pensiones de los trabajadores del sector público pueda financiar, con esos mismos recursos, desde obras públicas hasta políticas sociales?¿por qué tendría que ser un retroceso que los trabajadores al servicio del Estado en lugar de no saber dónde quedan sus recursos tengan una cuenta personal donde saben cuánto han ahorrado para su retiro?¿desde cuándo se puede calificar como un "retroceso" el que a partir de esta ley los trabajadores al servicio del Estado puedan llevarse, literalmente, esa cuenta de ahorros si pasan del sector público al privado o viceversa?.

El segundo punto del desplegado perredista dice que "se condena a millones de trabajadores al servicio del Estado a no contar con una pensión digna para su vejez e inclusive a vivir en la pobreza". Lisa y llanamente es otra mentira. Al contrario: hoy si los trabajadores al servicio del Estado no tienen una antigüedad de 20 años en el sector público no reciben ninguna pensión, aunque hayan aportado 19 años, tampoco si compartieron su vida laboral en el sector público y el privado. Además, ninguno de los actuales trabajadores pierde sus derechos: seguirán cobrando, si así lo desean, la pensión que les corresponde de acuerdo con la antigua ley. Los que prefieran acogerse a la nueva ley podrán hacerlo y tendrán un bono adicional en sus cuentas de pensiones. Algunos se mantendrán, de acuerdo con su decisión, en el esquema actual, otros cambiarán al nuevo. Nadie los obliga y lo harán de acuerdo con su conveniencia. Los nuevos trabajadores tendrán un esquema mucho más satisfactorio de pensiones, más remunerativas y con mayores posibilidades de hacer rendir esos recursos. Nadie se quedará, salvo que no aporte, sin una pensión digna.

Otra mentira está en el tercer punto: "se beneficiará sólo a financieros y líderes sindicales, a quienes se les entregarán para su manejo miles de millones de pesos de las aportaciones de los trabajadores". El fondo de pensiones, llamado Pensionissste, será administrado por el sector público durante los tres primeros años, incluso con la reforma aprobada también ayer a la ley del SAR, se establecen candados para el administrador de esos fondos. Luego de los tres primeros años, serán los trabajadores los que decidirán quién quiere que les administre sus fondos de retiro: podrán quedarse en el Pensionissste o podrán irse a las Afores privadas. ¿Quiénes son los senadores perredistas para tratar a los trabajadores como menores de edad y no otorgarles siquiera el derecho de poder decidir en dónde quieren tener sus recursos para el retiro, en el fondo público o en los privados?. Tendrán tres años para analizar la situación y ningún cambio será corporativo, todos, como las cuentas, serán individuales. ¿De dónde sacan entonces que esos recursos se entregarán a los líderes sindicales?. Es absurdo.

Lo mismo sucede con el cuarto punto que habla del "manejo discrecional sobre los fondos de retiro". Es, una vez más, mentira. Primero, porque esa afore pública tiene objetivos y candados muy específicos en la ley sobre en qué puede y en qué no puede invertir. O sea que no puede tener un manejo discrecional. Segundo, porque debe tener rendimientos acordes con el mercado. Tercero, porque, en todo caso, y volvemos al punto anterior, los trabajadores tendrán el derecho de cambiar de fondo e ir a uno que les satisfaga.

También es mentira que "se está privatizando" el sistema de pensiones o el servicio de salud pública. El sistema de pensiones queda, hay que insistir en ello, en un fondo público, no privado. Respecto a la subrogación, se está hablando de coordinar servicios de salud, en donde el ISSSTE no tiene cobertura, para que sean los hospitales del sector salud, sean federales o estatales, y los del IMSS los que puedan atender a los derechohabientes del ISSSTE. Sólo en aquellos lugares donde no existan servicios del sector público, se recurrirá a prestadores privados, que no serán ninguno de los grandes, concentrados en grandes ciudades y no en los lugares sin cobertura pública. ¿Preferirían los senadores del PRD que mejor no atienda nadie a los derechohabientes u obligarlos a trasladarse por horas hasta un centro de salud?. Es ridículo. A eso se suma la decisión de no volver a utilizar recursos de los fondos de gastos médicos para otros fines y la aportación de ocho mil millones de pesos para mejorar la atención y los servicios. ¿Dónde está la privatización?: eso lo dicen los senadores perredistas que, por cierto, pese a estar afiliados al ISSSTE no lo utilizan, prefieren pagarse, con costo al erario, sofisticados seguros médicos privados. Para los trabajadores que sí utilizan esos servicios la situación es muy diferente.

Es vergonzoso que se pueda mentir con tanta impunidad en un tema clave para el futuro del país.
Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico ExcelsiorFecha: Jueves, 29 de Marzo de 2007

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jueves, marzo 29, 2007

 

Cuentas individuales, Reforma al ISSSTE

"Lo que es de todos no es de nadie".
Anónimo


La batalla por la nueva Ley del ISSSTE es y seguirá siendo intensa a pesar de su aprobación por el Congreso. Lo que está en juego, después de todo, no son nada más las pensiones de los servidores públicos o incluso la supervivencia de un ISSSTE quebrado desde hace mucho tiempo pero por el que la izquierda nacional nunca se preocupó.

La disputa es ideológica. Y si algo nos demuestra la historia es que, si bien las controversias prácticas pueden resolverse con medidas pragmáticas, las ideológicas, como las religiosas, son muy difíciles de solucionar.

Lo que se está discutiendo es si las pensiones deben seguir siendo depositadas en un fondo común de propiedad colectiva administrado por el Gobierno o en cuentas individuales en las que cada trabajador es propietario directamente del dinero que se utilizará para el pago de su pensión.

La disputa no es nueva. La controversia acerca de qué es mejor, la propiedad colectiva o la privada, ha sido constante en la historia de la humanidad. Los comunistas del siglo 19 y del 20 no inventaron el concepto de propiedad colectiva. Ésta se ha disputado el predominio con la propiedad privada desde el principio de la humanidad.

Mi opinión personal es que la propiedad privada es superior en la mayoría de los casos a la colectiva. Ya el filósofo Aristóteles en el siglo 4 antes de Cristo argumentaba en su clásica obra "Política" que "Aquello que es común al mayor número es lo que recibe un menor cuidado". Ésta es la idea que ha sido retomada en el epígrafe que cito al inicio de este artículo: "Lo que es de todos, no es de nadie".

Ejemplos de la actitud de descuido ante la propiedad colectiva los vemos en nuestras propias calles. Esas personas que vemos diariamente tirando basura en el pavimento que comparten con otros no ensuciarían de la misma manera la sala de su casa. En términos más amplios, el desplome de la Unión Soviética y de las otras economías comunistas del siglo 20 se debió en buena medida al papel preponderante que le dieron a la propiedad colectiva sobre la privada.

He escuchado muchos argumentos en el sentido de que las afores de los derechohabientes del IMSS, que están en un sistema de cuentas individualizadas desde 1996, no han tenido un rendimiento adecuado por el alto nivel de las comisiones que les cobran las instituciones financieras. Y quizá, efectivamente, haya que cambiar ese sistema de comisiones o por lo menos hacer sus costos más transparentes. Pero eso no elimina las ventajas intrínsecas del sistema de cuentas individualizadas. Hoy los derechohabientes, para empezar, pueden cuidar su propio patrimonio.

Quizás el rendimiento de las cuentas individuales de las afores no haya sido hasta ahora el mayor que se pudo haber esperado. Pero por lo menos cada trabajador puede evitar que su cuenta sea saqueada, como lo fueron los fondos colectivos de pensiones del IMSS y del ISSSTE. Si sacáramos las cuentas del rendimiento de estos fondos colectivos nos daríamos cuenta de que, lejos de ofrecer una ganancia para los trabajadores, tuvieron pérdidas. Pero nadie se percató de ello porque, finalmente, "lo que es de todos no es de nadie".

El que las cuentas sean individuales no impide, por supuesto, que haya aportaciones solidarias. En las afores del IMSS los patrones y el Gobierno fortalecen el ahorro de los trabajadores. En la nueva ley del ISSSTE, por cada peso que ponga el trabajador, el Gobierno, esto es, todos los contribuyentes, pondremos 3.25 pesos. La diferencia es que, una vez que se crea la cuenta individual, el propio trabajador puede cuidar su dinero.

Si se quiere que la pensión mínima sea mayor, no hay problema en el sistema de cuentas individuales. La nueva ley, en efecto, aumenta la pensión básica de uno a dos salarios mínimos. Si lo exiguo de esta pensión fuera la razón de la objeción, los grupos que se oponen a la reforma habrían protestado desde hace tiempo. La actual pensión mínima, después de todo, es de apenas la mitad de lo que será bajo la nueva ley.

Si se quiere una pensión mínima de 60 mil pesos al mes, el sistema de cuentas individuales lo puede dar. Lo importante es transparentar su financiamiento. ¿De dónde saldrán los recursos? ¿Cuánto tendrán que aportar los trabajadores y cuanto más de impuestos nos cobrarán a los contribuyentes para pagar esa pensión? Ésa es la clave, porque lo que ya no podemos aceptar es que los políticos simplemente hagan promesas y no establezcan los mecanismos para financiarlas en el futuro.

El nuevo sistema de pensiones es, a mi juicio, un paso adelante muy importante para sanear al ISSSTE. Pero es evidente que la lucha en contra de la reforma de quienes se oponen a ella no terminará. Y la razón es que su objeción no es práctica sino ideológica. No cuestionan el rescate del ISSSTE sino el que las cuentas sean individuales en vez de colectivas. Les molesta que el dinero sea propiedad del trabajador.


Sergio Sarmiento, El Norte, 29 de marzo de 2007
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Les molesta que el trabajador tenga más control sobre sí mismo, sobre su vida. Que sea más independiente. Un trabajador independiente, autosuficiente, es un trabajador más difícil de manipular, de controlar. Es un trabajador que ya no votará en automático por propuestas populistas o por mesianismos. Al final, lo que los seudo izquierdistas quieren es seguir administrando la pobreza.

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miércoles, marzo 28, 2007

 

Cinco lecciones de AMLO

Las marchas que se realizaron ayer al grito de "rechazo total a que los bancos se apropien de nuestras pensiones" arrojan algunas lecciones claras que, afortunadamente, se dan al inicio del sexenio.

1. Si bien la capacidad de manipulación de López Obrador ha sufrido una ligera merma, en términos generales continúa siendo poderosa.

Lo que ha dicho a sus seguidores para que rechacen las reformas al ISSSTE es una mentira y le han creído.

No hay tal privatización del Instituto y los ahorros de los trabajadores no serán administrados por la banca, sino por un organismo público llamado Pensionissste.

2. López Obrador no busca optimizar los servicios del ISSSTE o equilibrar sus finanzas, sino torpedear al gobierno de Felipe Calderón.

Que no haya reformas para que le vaya mal a México y al Presidente. Lo que quiere el perdedor de las elecciones es presentarse, ante un país paralizado y abatido por la falta de avances, con el discurso de "se los dije, el usurpador no sabe gobernar".

Con la Convención Nacional Democrática celebrada el domingo en el Zócalo y las marchas de ayer, López Obrador anuncia que movilizará a sus seguidores para oponerse a las reformas, cualesquiera que éstas sean y aun sin conocer su contenido.

3. López Obrador ha iniciado su campaña presidencial de 2012, para lo cual "en cada lugar donde voy —comentó— se instala un módulo en el que, con mucha decisión y entusiasmo, miles de ciudadanos están obteniendo su credencial y firmando una carta con el compromiso de luchar por la democracia, la justicia y la libertad… me he propuesto recorrer los dos mil 455 municipios del país", según dijo el domingo en el Zócalo.

Sólo si el PRD le diera la espalda formaría un nuevo partido, pero esa hipótesis es muy poco probable. Él no está construyendo otro partido, sino su candidatura presidencial.

Se equivocan quienes piensan que Marcelo Ebrard le va a arrebatar la candidatura a López Obrador. Es una esperanza sin fundamento.

Ebrard no tiene vocación de líder, sino de segundo de a bordo.

Fue segundo con Manuel Camacho. Fue segundo con López Obrador. Y ahora, aun en el cargo de gobierno al que lo encumbró AMLO, Ebrard sigue siendo segundo y así continuará per secula seculorum.

4. Es un error pensar y actuar como si López Obrador fuera "un susto que ya pasó". No, ahí está. Es capaz de convocar, con engaños y mentiras, a marchas como las de ayer o de juntar numerosos contingentes en el Zócalo, según sucedió el domingo.

Así va a seguir mientras un sector importante de la población no encuentre respuestas eficaces y visibles a sus necesidades: que la situación mejore y el Estado funcione.

Lo ocurrido entre el domingo y ayer es un recordatorio al gobierno de Felipe Calderón de que necesita trabajar más con esas capas sociales que son la clientela natural de López Obrador.

Los temas de estabilidad económica y combate al narco son indispensables, pero no son taquilleros.

El presidente Calderón necesita construir un mensaje rector de su administración, que devuelva la esperanza de que sí es posible un país mejor y más justo. Hay manera de hacerlo, con la política social en el centro de la acción, sin engañar ni sembrar falsas expectativas.

López Obrador ya tiene su mensaje, retórico, falaz, pero contundente y eficaz: estamos mal porque Felipe Calderón gobierna para los ricos.

5. Genio y figura... López Obrador no cambia. En su discurso del Zócalo dijo, textualmente y sin rubores: "Rechazamos el fraude, declaramos abolido el régimen de corrupción y privilegios, mandamos al diablo las instituciones…"

Bueno, ayer se publicó en Reforma que el coordinador de los diputados del PRD, Javier González Garza, informó a sus legisladores que la fracción perredista en San Lázaro recibiría 26 millones 416 mil pesos, como parte de "los remanentes del Presupuesto 2006 del Congreso Federal".

De esa cantidad, 104 mil pesos iría a la bolsa de cada uno de ellos y el resto se destinó a financiar las actividades de López Obrador. O sea, 13.2 millones de pesos del Congreso se fueron a las arcas del movimiento de AMLO, en abierta violación a la Ley Federal de Presupuesto y Responsabilidad Hacendaria (que nadie puede repartirse a su gusto los sobrantes de un presupuesto).

O sea, al diablo las instituciones y quedan "abolidos los regímenes de privilegios"… pero venga el dinero de esa institución que mandamos al diablo y buen provecho con el privilegio ilegal de disponer del dinero de los contribuyentes.

Pablo Hiriart, Excelsior, 28 de marzo 2007

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Quién conducirá al país??

Les comparto el cartón de Paco Calderón publicado el día de hoy en distintos medios.

En verdad da tristeza ver cómo se comportan, que educación tienen, y por ende qué educación trasmiten los maestros de México a la niñez. ¿Qué nos depara el futuro con un magisterio así?
También hay que resaltar en qué condiciones están los estados donde los maestros son más gritones: Chiapas, Oaxaca y Michoacán.

Saludos

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lunes, marzo 26, 2007

 

Ebrard, el equilibrista

En libro de Carlos Tello Díaz sobre el 2 de julio resalta una estampa emblemática de la jornada electoral. Hacia las 6 de la tarde se hicieron públicas las encuestas de salida que daban a conocer el triunfo contundente de Marcelo Ebrard para la alcaldía de la Ciudad de México. No era una victoria comprometida sino francamente holgada. El candidato del PRD obtenía más del 50 por cierto de los votos, mientras que su competidor del PAN apenas llegaba a la cuarta parte de los votos y la candidata priista un 20 por cierto. Ebrard consumaba una vieja ambición: encabezar un gobierno en el que había participado en distintos ministerios. Un contundente triunfo coronaba un largo trayecto político. El rostro del ganador, sin embargo, era más bien el de un hombre afligido. Quienes vieron por televisión esa cara identificaron su fuente: Ebrard era el ganador en la ciudad, pero sabía que su promotor, el candidato presidencial del PRD, había perdido. Denise Maerker, quien entonces entrevistaba al aspirante triunfante para la televisión, lo confrontó directamente: ganaste por amplio margen y pareces cansado, triste. ¿Por qué esa cara?

Las razones resultaron obvias al final del día: el alcalde electo imaginaba el respaldo de su padrino desde la Presidencia. Había sido candidato de un partido que nunca lo ha visto como uno de los suyos gracias al apoyo del gran caudillo. Había ganado la elección gracias a la popularidad de su patrocinador y con sus clientelas. La derrota de López Obrador echaba abajo todos los cálculos originales. El candidato victorioso intuía esa tarde la crisis que venía pero, sobre todo, olía las dificultades que se ceñirían sobre su gobierno. Es cierto que el político había hecho toda su carrera en la ciudad, pero no contaba con una plataforma propia de respaldos. Los apoyos políticos que le dieron la victoria eran préstamo; la lealtad de sus apoyos indirecta, es decir, condicionada.

Marcelo Ebrard pensaba levantar su gobierno sobre el piso firme del respaldo federal, bajo el cobijo del indiscutido líder de la ciudad. Frustrado el triunfo de López Obrador, el nuevo alcalde se ha visto en la necesidad de construir gobierno desde la cuerda floja. Con el aplomo de un equilibrista ha empezado a separarse de su promotor sin romper con él. Comienza a definir un estilo propio que se distancia de los modos del predecesor, sin que ello suponga rompimiento o declaratoria de enemistad. El alcalde de la capital camina con el precipicio al lado.

La pértiga que sujeta con las manos le permite mantener el delicado equilibrio. Por un lado, le habilita para procurar lealtad a su protector. Perder ese respaldo sería caer al abismo. Durante las largas semanas de la protesta electoral, se mantuvo a lado del ofendido y lo acompañó en su campamento de protesta. Las fotografías del día de hoy lo muestran a un lado de quien sigue proclamándose "presidente legítimo". Su solidaridad no terminó en el momento en que la autoridad judicial dio por terminado el litigio electoral y declaró que el nuevo presidente sería Felipe Calderón. Ebrard ha asumido el riesgo de desconocer -por lo menos de palabra- al gobierno federal. No se conoce ningún encuentro entre alcalde y presidente. Es cierto que en los hechos trabaja con la administración panista, pero mantiene tercamente la postura de la ilegitimidad. En esa tenacidad, la postura de Ebrard contrasta con la posición del resto de los gobernantes perredistas que han terminado por admitir lo evidente: el presidente mexicano se llama Felipe Calderón. Ningún otro mandatario local acompaña la chifladura del "presidente legítimo". Será que ninguno gobierna el corazón de la estructura clientelar, burocrática y política del lopezobradorismo. Sea como fuera, Ebrard sigue ese cuento de la presidencia legítima y la presidencia espuria.

El equilibrista no ha dejado que su peso sea absorbido por la adhesión al pasado. Sin estridencias, Marcelo Ebrard se ha separado de su progenitor. Ha tomado un camino propio, reinstalando la alcaldía como una institución concentrada en la ciudad, no una oficina volcada a la agenda nacional. Los primeros meses del gobierno capitalino son muestra de una nueva política: una administración que se independiza de lo alegórico y se libera de las perniciosas distracciones nacionales.

El equilibrio entre impulsos contrarios que jalonean al alcalde ha sido un logro de la discreción. El alcalde no se siente obsesionado por secuestrar la atención cotidiana de los medios ni sermonear a la nación con símbolos de santidad. Es un gobernante dedicado a atender los problemas de la ciudad y decidido a encarar sus retos más agudos. Creo que empieza bien. Resalta, sin duda, su determinación de combatir la delincuencia que se ha apoderado de territorios impenetrables por la ley. Resalta por la triple valentía que supone. En primer lugar, reconoce que la delincuencia no es un problema menor y en vías de extinción, como sugería el triunfalismo de la administración previa. En segundo término, es un golpe a intereses criminales de extraordinaria fuerza intimidatoria. Y finalmente, supone el riesgo de entrar en sintonía con la prioridad del "espurio". Llama la atención que los dos gobiernos que cohabitan en el zócalo de la Ciudad de México, despegan con el mismo énfasis.

A pesar de que el alcalde del Distrito Federal mantiene su postura de desconocer al gobierno de Calderón, no se asoman los gestos faraónicos ni el circo de la confrontación cotidiana con su administración. Son buenas noticias para quienes vivimos aquí.


Jesús Silva Herzog Márquez, El Norte, 26 de marzo 2007

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sábado, marzo 24, 2007

 

Perredistas radicales

"Lo que van a conseguir los perredistas es que alguien los acuse de ataques a las vías de comunicación. En efecto, parece que su especialidad se ha vuelto impedir la comunicación de las ideas. Que cierto autor presenta un libro con una tesis contraria a su interés, los perredistas acuden a reventar el acto y a hostilizar con violencia verbal y amenazas de violencia física a quienes en él participan. Que en la Cámara de Diputados se discute una ley con la que no están de acuerdo, toman la tribuna y tratan de boicotear la votación. Al parecer los señores y señoras del PRD sólo están de acuerdo con la democracia cuando los favorece. Si en ella pierden, la democracia se vuelve entonces represión impositiva.

Cuando tienen la mayoría -como la tienen siempre en la Asamblea Legislativa del DF- lo suyo es ejercicio democrático. Cuando otros tienen la mayoría, entonces sus decisiones son inmoral "mayoriteo". La verdad es que nada justifica los métodos violentos de esos perredistas radicales. Mientras los priistas, aun mal de su grado, han terminado ya por resignarse a los caminos de la democracia, los izquierdistas de la época dogmática insisten en sus burdas acciones de intolerancia y supresión del diálogo, y en su negativa a admitir la pluralidad de ideas. Yo no acuso a esos perredistas de ataques a las vías de comunicación (¿quién soy yo para acusar a nadie?), pero sí les envío una sonora trompetilla de reprobación. He aquí esa pedorreta: "¡¡¡Ptrrrrrrrrrrrrr!!!"..."

Armando Fuentes Aguirre, Catón, El Norte 24 de marzo 2007
afacaton@prodigy.net.mx

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viernes, marzo 23, 2007

 

AMLO Bijan

¡VIVA LA DEMOCRACIA y la retórica de los políticos! Y esto a resultas de los lujos del defensor de los pobres de México, en este caso el desacreditado perredista Andrés Manuel López Obrador. Sucede que en el catálogo de año nuevo del famoso diseñador "Bijan", que despacha nada menos y nada más que en Rodeo Drive en Beverly Hills, aparece incluido entre los clientes distinguidos. Comparte créditos con Tom Cruise, Anthony Hopkins, Andy García, Elton John, George Lucas, Harrison Ford, Tony Blair, George Bush, Bill Clinton, Ted Turner y empresarios mexicanos como Carlos Slim Helú, Carlos y Jorge Hank Rhon, Roberto González Barrera, Emilio Azcárraga y Miguel Alemán, por citar algunos. Como ve, el de los zapatos "Flexi" y su Nissan también disfruta de lo bueno, con el debido respeto de los pobres.

Alberto Aguilar
aguilaralberto@prodigy.net.mx


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jueves, marzo 22, 2007

 

Por el aborto a la reforma del ISSSTE

Les comparto el excelente cartón de Paco Calderón publicado el día de hoy en distintos medios.
La reforma al sistema de pensiones del ISSSTE, aunque perfectible, es el mejor camino a seguir. Si no se hace algo ahora, dentro de unos años todos los impuestos que el gobierno recaude se irán para pagar pensiones de burócratas jubilados.

Este tipo de reformas se han hecho por todo el mundo. Incluyendo países gobernados por la "izquierda" como Chile y Brasil. Pero los populistas siguen oponiéndose. No creo que no puedan calcular los costos de no hacer esta reforma. Lo que sucede es que individualizando las cuentas para el retiro, se elimina un coto más de poder de los seudo líderes sindicales y de los partidos políticos que siguen lucrando con la pobreza.

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lunes, marzo 19, 2007

 

Las mentiras de AMLO el 2 de julio

El libro de Carlos Tello, "2 de julio", publicado por editorial Planeta, es una lectura obligada. La crónica inicia a las 8 de la mañana del domingo y concluye a las 3 de la madrugada del lunes 3 de julio. La narración de estas 27 horas es intensa, rápida y pormenorizada. Abundan los testimonios y las crónicas periodísticas. Muchos de los hechos referidos son del dominio público, pero otros revelan una trama de intereses y acciones inimaginables. Por eso la obra atrapa y se lee de un jalón.

La reacción de las huestes amlistas frente a "2 de julio" los retrata de cuerpo entero. Intentaron impedir la presentación del libro y agredieron verbalmente al autor. La molestia se explica fácilmente. Tello hace un retrato objetivo e implacable del candidato de la Coalición. Los datos y las anécdotas que describe están documentados. Seguramente por eso la polémica se ha centrado sobre un solo pasaje: la noche del 2 de julio, entre las 9 y las 10 de la noche, AMLO habría vislumbrado su derrota y habría reconocido, por un instante, ante sus más íntimos, que había perdido la elección. "Perdí", habría dicho.

En una nota a pie de página, el autor reconoce que en este caso sus fuentes son indirectas. El problema está en que Tello no sólo no pudo corroborar esta información, sino que además decidió no revelar quiénes fueron sus informantes indirectos. De ahí el revuelo y la descalificación. Si no se le puede creer eso, por qué habría que creerle el resto.

Sobre esta cuestión vale hacer varias precisiones: primero, en el trabajo periodístico es perfectamente legítimo guardar secreto sobre las fuentes, si éstas así lo demandan. En los Estados Unidos varios periodistas han pisado la cárcel por negarse a revelar la identidad de sus informantes. Segundo, Tello señala que sus fuentes son indirectas y precisa, además, que entrevistó a Federico Arreola, Jesús Ortega y José María Pérez Gay sin haber obtenido confirmación. Tercero, el libro está armado a base de entrevistas con los actores principales o sobre hechos comprobados que el autor cita profusamente. Enumero a continuación varios de ellos:

1. Seguros de su victoria inminente, los perredistas mostraban al inicio de la jornada electoral una actitud complaciente frente a las autoridades electorales e incluso dispensaban el tono ríspido de las campañas: "Estamos convencidos que los diversos instrumentos electorales que se han dotado por parte del Instituto Federal Electoral tienen un rango de aceptabilidad que nos permite concluir el día de hoy la jornada electoral con buenos resultados. Finalmente, en todos nuestros contendientes un ánimo que si bien estuvo a veces marcado por la rispidez, por el debate, por la dureza, siempre ha sido en el mejor ánimo de la lucha democrática que nos ha distinguido a todas las fuerzas políticas en los últimos años" (palabras de Horacio Duarte, representante del PRD ante el IFE, en la sesión de apertura del Consejo General el domingo por la mañana, p.15).

2. AMLO mintió en repetidas ocasiones con premeditación, alevosía y ventaja: "Covarrubias y Asociados dejó de publicar sus encuestas en marzo de 2006, cuando las tendencias empezaron a desfavorecer a López Obrador. En abril, la situación fue crítica. 'A diferencia de esas encuestas que están hechas a la medida', dijo por esas fechas el candidato de la Coalición, 'hicimos una este fin de semana para saber cómo estaban las cosas y les informo: 40 por ciento nosotros, 30 por ciento el partido de la derecha y 30 por ciento el otro partido'. Pero las cifras de verdad, producidas por Ana Cristina, eran otras: 34 por ciento López Obrador, 31 por ciento Calderón y 21 por ciento Madrazo. Un mes después, a principios de mayo, tocaron fondo: 29 por ciento López Obrador y 34 por ciento Calderón, de acuerdo con el estudio de Covarrubias" (p.35).

3. AMLO mintió de nuevo el 2 de julio, después de la aparición televisiva a las 11 de la noche de Luis Carlos Ugalde: "'Escuché el mensaje del presidente del IFE -dijo el candidato de la Coalición, vestido con un traje gris oscuro, la corbata amarilla con líneas rojas-. Soy muy respetuoso de las instituciones y de manera particular de lo que resuelva el Instituto Federal Electoral. Sin embargo, quiero informar al pueblo que, de acuerdo con nuestros datos, ganamos la Presidencia de la República. Tenemos información de conteos rápidos en donde estamos cuando menos 500 mil votos arriba'.

"Andrés Manuel conocía a esa hora las mismas encuestas que Felipe Calderón. Sabía que estaba abajo. Sus propios números daban un empate. Ana Cristina Covarrubias acaba de hablar para darle el corte de su conteo rápido de las 11 de la noche: AMLO 36, FC 36" (p. 137).

4. AMLO decidió hacer caso omiso de la realidad a la 1 de la madrugada del 3 de julio y emprendió el camino de la denuncia del fraude: "Andrés Manuel acababa de recibir el último corte del conteo rápido de su encuestadora, Covarrubias y Asociados, con un avance de más del 97 por ciento, en 869 secciones: FC 37.2, AMLO 35.9. 'A la 1 de la mañana, yo directamente se lo dije al licenciado López Obrador', afirma Ana Cristina. Andrés Manuel iba 1.3 puntos, según sus cifras, abajo de Calderón. El resto de los conteos rápidos también le daban la ventaja al candidato del PAN" (p.160).

En todos estos casos, las fuentes y las encuestas están debidamente comprobadas. Por eso se puede afirmar que es irrelevante que AMLO haya reconocido, o no, su derrota ante sus íntimos. Las evidencias de que él sabía que había perdido sobran. Igualmente, brillan por su ausencia las pruebas de que fue víctima de un complot electoral. Carlos Tello desmonta, pieza por pieza, las distintas versiones del fraude: desde el algoritmo hasta la falsificación de actas, pasando por el taqueo, no hay sustancia.

Un último comentario: por más descabellado que parezca, no es imposible que el 2 de julio por la noche AMLO haya flaqueado y reconocido su derrota. Algo similar le pasó el año 2000 cuando tuvo un quiebre y estuvo a punto de no registrarse como candidato al gobierno del DF. Finalmente, Andy, el "presidente legítimo", conocido como el rey de chocolate con nariz de cacahuate, también tiene su corazoncito.


Jaime Sánchez Susarrey, El Norte, 17 de marzo 2007


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domingo, marzo 18, 2007

 

No nos acostumbremos a la intolerancia

El 6 de marzo se llevó a cabo la presentación del libro "2 de Julio" de Carlos Tello Díaz. El salón Pegaso del hotel Nikko estaba repleto e incluso algunas personas no encontraron lugar para sentarse. Diez minutos después de lo programado, a las 19:40 horas, dio inicio el acto. Leo Zuckerman era el moderador y me dio la palabra. Luego hablaron Jorge Castañeda y Tello. Pero cuando este último invitó al público a hacer preguntas o comentarios, un grupo organizado que se encontraba distribuido en el salón, a una señal, se acercó a la mesa donde estábamos los presentadores y con gritos e insultos al autor, y algunos portando pancartas, impidieron que el acto pudiese concluir como estaba programado. Llama la atención que precisamente en el momento en que podían hacer uso de la palabra para expresar lo que juzgaran conveniente, sus recriminaciones o críticas incluidas decidieron acabar con el acto.

¿Nada grave?, ¿gajes del oficio?, ¿simple manifestación de inconformidad?, ¿un oso intrascendente? Me temo que, por desgracia, no.

No es la primera vez que un grupo organizado irrumpe en un acto para intentar sabotearlo. En la inauguración del coloquio "Constitución, democracia y elecciones: la reforma que viene" organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM e IDEA y en la presentación del libro "El presidente electo", de Salvador Camarena y Jorge Zepeda Patterson, sucedieron actos similares. Y todo parece indicar que se trata de las mismas personas que, escudadas en una supuesta militancia de izquierda, se sienten con el derecho de reventar eventos académicos o presentaciones de libros donde están programadas personas que les resultan no gratas. Creen que en un auditorio universitario o en un salón donde se trata de debatir sobre un libro se vale comportarse como si se estuviera en un mitin o una marcha.

Se trata de síntomas de intolerancia inexcusables por varias razones: a) Hasta hoy, esas manifestaciones no han pasado a mayores por la prudencia con la que han reaccionado los públicos agredidos. Pero nada nos asegura que el día de mañana no puedan desencadenar una bronca mayúscula; b) porque impiden que las ideas, los planteamientos, los diagnósticos y hasta las ocurrencias (si se quiere), puedan discutirse en un clima de civilidad, el único propicio para la coexistencia de la pluralidad que convive en nuestro país; c) porque se trata de métodos propios de las expresiones políticas extremistas que se sienten con la autoridad para pretender acallar a quienes no comparten sus convicciones.

Resulta paradójico y elocuente que en el pasado, grupos de extrema derecha (no de derecha) acudían a esas mismas prácticas para intentar sabotear las actividades de la izquierda. Durante los años 60 en la UNAM, por ejemplo, la siniestra organización conocida como MURO irrumpía en asambleas o cineclubes para sabotear los eventos y agredir a sus promotores. Su "base de legitimación" era asegurar que se trataba de actividades promovidas por comunistas.

Quizá el episodio más dramático fue aquel del 28 de junio de 1981 cuando se presentaba en el teatro Juan Ruiz de Alarcón en Ciudad Universitaria la obra del dramaturgo Óscar Liera, "Cúcara y Mácara". "La noche de aquel domingo las personas que acudieron a ver la controvertida puesta en escena pensaron que los 60 jóvenes que se levantaron de las primeras filas, armados con chacos y trozos de varillas mojadas con ácidos, eran parte del elenco. (Pero) cuando oyeron los gritos y vieron la sangre regada por el escenario, el público sin entender qué pasaba, entró en pánico..." (Silvia Tomasa Rivera. "Parte del pasado inexorable", en Nexos 323, noviembre 2004). Enrique Pineda (director de la obra) y los actores fueron golpeados sin clemencia ante el estupor de los espectadores. Y en los días siguientes se levantó una fuerte ola de indignación que demandaba castigo para los culpables y que de facto se convirtió en un dique ante posibles futuras incursiones de los golpeadores.

No pretendo equiparar aquella agresión física con las más recientes agresiones verbales, precisamente porque no son lo mismo. No obstante, el puente que divide el insulto del golpe suele ser pequeño y fácil de cruzar. Me temo, sin embargo, que en la base de ambas actitudes se encuentra presente y bien aceitado el potente resorte de la intolerancia, la convicción profunda de que existe una sola verdad y que quienes no la comparten merecen ser tratados como herejes, apóstatas, criminales.

Pero he traído a cuenta aquellos episodios del pasado, porque entonces la izquierda era la víctima y grupos de extrema derecha, los victimarios. Y resulta más que insensato que ahora grupos organizados y amparados por supuestas causas de izquierda pretendan acallar a las voces que no les son gratas.

El grupo que intentó sabotear la apertura del Coloquio del Instituto de Jurídicas y las presentaciones de los libros de Camarena, Zepeda y Tello, se presenta a sí mismo como seguidor de Andrés Manuel López Obrador. "Es un honor estar con Obrador" es un grito que combinan con los insultos a quienes consideran "mentirosos", "traidores", "cómplices del usurpador". Y por supuesto le hacen un flaco favor al PRD, al Frente Amplio Progresista y al propio AMLO con su inaceptable conducta. ¿No sería conveniente, entonces, un claro y rotundo deslinde por parte de todos ellos en relación a esas fórmulas de acción y a esos grupos?

No nos acostumbremos a esas expresiones, no demos carta de naturalización a conductas que lo único que pueden fomentar es la intolerancia y la violencia, no minusvaluemos lo que es un claro síntoma de intransigencia fanática.


José Woldenberg, El Norte, 15 de marzo 2007

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sábado, marzo 17, 2007

 

¿Petróleos Mexicanos?

Mañana conmemoramos un año más de la expropiación petrolera. No sé si debemos estar contentos o preocupados.

Son 69 años en los que, como mexicanos, debiéramos sentirnos orgullosos. Sin embargo, me temo que no es así. La evolución de esta industria tanto en México como en el mundo junto con las decisiones que se han tomado por el gobierno a lo largo de estas siete décadas, palidece el orgullo que cada año el 18 de marzo debiéramos tener.

Ser hoy uno de los cinco principales países productores de petróleo en el mundo no significa mucho, si la empresa "de los mexicanos" no puede llevar a cabo las inversiones para mantener esta capacidad de producción y mucho menos incrementarla en los próximos años.

Los recientes elevados precios del crudo no le han servido a Petróleos Mexicanos para modernizarse. El peor mal de la paraestatal es el enorme poder sindical que devora como aspiradora lo que puede en gastos, nómina, conquistas laborales y hasta donativos para campañas políticas, que poco o nada tiene que ver con la productividad.

Por supuesto que los más de 150 mil empleados y pensionados no piensan igual, pero en el fondo, mientras las empresas petroleras en el mundo se modernizan y adelgazan, PEMEX engordó al grado que, financieramente, con su deuda contingente y si se le cobran los PIDIREGAS, está quebrada.

Con Cantarell, el principal yacimiento hoy explotado en México en decadencia, la búsqueda por más petróleo se ha vuelto una urgencia, no una necesidad.

Se estima que PEMEX deberá invertir 15 mil millones de dólares si quiere mantener su capacidad de producción de petróleo; esto representa 5 veces el presupuesto de Nuevo León. Olvídese de lo que tendría que invertir para hacerla crecer. También, por supuesto, ni soñar en que podrá crear más refinerías para procesar el crudo que se extrae.

Paradójicamente, PEMEX, el principal contribuyente al fisco de México, ha entrado en una difícil encrucijada: ¿Cómo romper la fuerte dependencia de los ingresos públicos federales que hoy absorben el 60 por ciento de la venta total de PEMEX y consolidarse, reduciendo su obesa planta laboral sindical y añejos procesos administrativos, para convertirse verdaderamente en una empresa de clase mundial?

En los años 80, el gobierno destinaba a PEMEX el doble de lo que hoy invierte en producción. Entonces, la paraestatal tenía un gasto presupuestal programado mayor que el del IMSS. Hoy es al contrario, desde 1992, el IMSS recibe más recursos públicos para pagar su gasto que PEMEX.

Con el 91 por ciento de las fuentes de energía dependientes de hidrocarburos, la cifra se complica mucho cuando el País tiene sólo capacidad para procesar la mitad de los barriles de petróleo que produce. Así, la importación de gasolina, por ejemplo, y gas natural, se ha vuelto un factor determinante en el futuro energético de México.

¿Cuál soberanía de PEMEX, si hoy una tercera parte de la gasolina y la mitad del gas natural que quemamos es importado?

Petróleos Mexicanos ya no es de los mexicanos, la mayor parte de los contratos que efectúa son concedidos a empresas extranjeras, dado lo poco que se ha integrado la industria petrolera en el País, la baja cantidad de desarrollo tecnológico petrolero que tenemos y la casi nula producción de ingenieros petroleros mexicanos hoy en día.

Hace un par de años, Ricardo Hausmann, economista de origen venezolano y profesor de Harvard, ironizaba en una plática que sostuvimos, que el verdadero héroe de la industria petrolera en Venezuela era Lázaro Cárdenas. Desde 1938, la inversión extranjera que México eliminó de su industria petrolera, se fue a Venezuela y ahí se desarrolló.

Hoy, Venezuela tiene una plataforma de producción mayor que México y con capacidad de extraer crudo de zonas profundas, cosa que México apenas explora. Esto a pesar de que no cuenta con un gobierno amistoso a la inversión privada que se beneficia de tener en funcionamiento, por ahora, su industria petrolera

Es tiempo de desmitificar a PEMEX; esta empresa no se podrá privatizar porque las finanzas públicas dependen en un 40 por ciento de ella, porque bajar el gasto público frente a las presiones, justificadas o no, de pensiones y deuda, requerirá no de un Presidente con liderazgo, sino de un héroe, además de que en México aún no entendemos a la economía como el instrumento para motivar el desarrollo de empresas como ésta.

Sin embargo, con un cambio de voluntad política, con estrictos reglamentos para beneficiar al País y certidumbre a la inversión privada, la industria petrolera puede crecer al margen de lo que es PEMEX, y permitir precios de los energéticos competitivos y un mejor futuro para la paraestatal, para México y para los mexicanos.

Vidal Garza Cantú, El Norte, 17 de marzo 2007
vidalgarza@terra.com.mx

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miércoles, marzo 14, 2007

 

Barreras a la reforma económica

Hace muchos años -en una época en que me ocupé de analizar por cuenta de una empresa privada los pros y contras de la apertura del comercio exterior de México- tuve la oportunidad de revisar algunos aspectos de lo que hoy se conoce como "la economía política de la reforma económica". Recordé entonces una idea que (¡ay!) debí haber estudiado con más cuidado al menos en dos de las materias de economía que cursé en la escuela de graduados.

Me refiero a un concepto muy útil para la comprensión de los obstáculos que enfrentan, en la práctica, los procesos de modernización de una economía nacional. En su parte sustantiva, la noción es bastante sencilla, y resulta totalmente compatible con el sentido común. Quizá por ello escapa a menudo a la consideración de los reformadores impacientes.

Una reforma importante (digamos una de las llamadas "estructurales"), implica casi siempre tanto beneficios como costos para diversos segmentos de la población. Aun suponiendo que los aspectos positivos del cambio aludido superaran ampliamente a los negativos, dadas ciertas condiciones, existe una alta probabilidad de que la reforma no prospere. ¿Por qué? ¿Cuáles condiciones, específicamente?

Entre la gama amplia de elementos que podrían obstaculizar una reforma, es posible destacar la conjunción frecuente de dos de ellos:

1) por un lado, los costos del cambio en cuestión suelen ser inmediatos, fáciles de percibir y recaen sobre grupos de la población bien definidos y compactos (aunque pequeños en comparación con la población total);

2) por el otro, los beneficios, si bien significativos en el total, se manifiestan con cierto rezago y se distribuyen entre la población en general -resultan, por lo tanto, algo tenues para cada individuo en particular.

Dadas las características delineadas en el párrafo anterior, las reacciones de los actores económicos y políticos involucrados en el proyecto de reforma resultan "predecibles". Por una parte, los perjudicados por la reforma propuesta pueden organizarse con rapidez y con efectividad como grupo opositor. Ello, por varias razones: su número es reducido, conocen con relativa precisión los costos que sufrirían y cuentan con recursos para su defensa. Por la otra, y en contraste, los beneficiados potenciales difícilmente pueden constituirse como grupo de apoyo, considerando los siguientes factores: su número es muy grande, su provecho se localiza vagamente en el futuro y, por tanto, no disponen de medios para la promoción de la reforma.

Así pues, en dichos casos, la lucha política resultante es claramente desigual. Los que se saben amenazados por el cambio pueden provocar (seguramente con éxito) la operación de mecanismos de resistencia de toda índole, incluyendo entre ellos el "tomar las calles". Este último punto quizá pueda servir para precisar el argumento.

Es relativamente sencillo convocar a una movilización de masas cuando el peligro para el convocado específico es personal, claro e inminente. Pero, en contraste, ¿cómo se puede persuadir a un manifestante potencial, desconocido y disperso, a marchar públicamente en favor de una ventaja general, difusa y futura? El siguiente ejemplo hipotético puede ilustrar lo señalado.

Supongamos que el precio del azúcar fuera en México algo así como el doble del precio internacional. Considerando que el azúcar es una mercancía perfectamente transportable a través de las fronteras, ¿cómo podría mantenerse un diferencial como el referido? Desde luego, únicamente si su importación estuviera impedida por disposición gubernamental; esto es, si su oferta estuviera restringida por una disposición burocrática. Supongamos, adicionalmente, que algunos observadores académicos, de inclinación liberal, consideraran tal situación incompatible con los sanos principios económicos, incongruente con la apertura comercial del resto de los bienes, discriminatoria en favor de un sector económico específico y, a fin de cuentas, (muy) dañina para el consumidor nacional. Imaginemos, por último, que a la luz de dichas consideraciones los observadores en cuestión demandaran del Gobierno la remoción inmediata de las restricciones a la importación del producto. Esto es, que plantearan una reforma económica. ¿Qué futuro tendría tal exigencia? Probablemente uno no muy afortunado. ¿Por qué?

Simplemente, porque los pequeños grupos económicos que, en mi ejemplo, aprovechan la protección oficial, están muy conscientes de la pérdida que sufrirían en caso de que se efectuara la liberalización del sector. En consecuencia, constituirían de inmediato una entidad opositora formidable. Por el contrario, los académicos aperturistas encontrarían casi imposible persuadir a los millones de consumidores de azúcar de sumar fuerzas con ellos en favor de la reforma. La aritmética del asunto es palmariamente sencilla: con una óptica personal, la reducción de los ingresos de los (des)protegidos es mucho más significativa que la eventual ganancia de los usuarios del endulzante. El perjuicio "justifica" (racionalmente) salir a la calle a protestar; el beneficio "justifica" quedarse en casa a tomar café. Colorín colorado, la inmovilidad es el resultado. No en balde los que han estudiado estas cosas consideran que situaciones como la ilustrada representan el muro más sólido con el que chocan las reformas modernizadoras.

¿Cómo se puede sortear democráticamente un impedimento de tal naturaleza? Quizá utilizando recursos fiscales para aligerar las cargas de la transición soportadas por los perdedores de la reforma. En otras palabras, aceptar por un tiempo prudente un costo acotado, financiado por el erario público. Para ello se precisaría, desde luego, un fisco saludable. Volviendo a la realidad nacional, una canalización de dicha clase hubiera sido un destino razonable para una parte de los recursos provenientes del auge petrolero, que se pudieron haber invertido en reducir o eliminar la oposición al movimiento reformista.

Everardo Elizondo, El Norte, 12 de marzo 2007

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domingo, marzo 11, 2007

 

Otro enfoque

La economía mexicana lleva más de 40 años de convulsiones, pero todavía no ha encontrado su camino. En este tiempo se han presentado toda clase de evaluaciones y propuestas para enfrentar los problemas: desde el propio Antonio Ortiz Mena como Secretario de Hacienda planteando modificaciones al desarrollo estabilizador, hasta la agria campaña de AMLO el año pasado. Echeverría abandonó el desarrollo estabilizador e inauguró la era de crisis por todos conocida. Salinas empezó una fase de reformas que nunca concluyó. Fox desaprovechó la oportunidad, encabezando un gobierno fallido que sólo prolongó la agonía, además de empeorarla.

En las discusiones acerca de cuál ruta tomar ha habido de todo: propuestas de más gasto y de menos gasto, apertura o cierre de la economía a las importaciones, programas para atraer la inversión extranjera lo mismo que planes para limitarla. Las recetas son muchas y se han probado, algunas con resultados catastróficos. Sin embargo, hemos sido incapaces de alcanzar una tasa de crecimiento elevado y sostenido. Ya es hora de cambiar el enfoque.

Más allá de las interminables propuestas vertidas, quizá sea tiempo de pensar de otra manera. No me cabe la menor duda de que, para prosperar, una economía requiere de ciertos fundamentos sin los cuales el crecimiento es imposible. Esos fundamentos tienen que ser creíbles, es decir, permanentes y no formar parte de esa incertidumbre eterna que nos caracteriza.

Hay obviedades, por supuesto: el entorno macroeconómico (sin estabilidad nadie puede planear); las regulaciones, que hacen la vida imposible al empresario potencial y lo motivan a dedicarse a otra actividad o vivir en la informalidad; la burocracia, que exprime a ciudadanos y productores matando toda iniciativa. Parecen verdades de Perogrullo pero no lo son, y un ejemplo dice más que mil palabras: hace un año, una conocida mía pretendía comprar un coche. El vendedor le explicó las opciones de financiamiento: tomar un crédito a tasa de interés fija relativamente alta o a una tasa variable más baja pero con el riesgo de altibajos. Lo revelador fue la forma en que lo planteó: todo dependía del posible ganador de las elecciones: tome la tasa de interés fija si cree que ganará López Obrador, tome la variable si piensa que será Calderón.

Aunque nadie puede garantizar la estabilidad, que depende de variables no siempre controlables, es evidente que en México no hay un consenso al respecto y ésa es una fuente de enorme incertidumbre. A diferencia de lo comentado por el vendedor de coches, recuerdo alguna vez la forma en que Felipe González, a la sazón Presidente del gobierno de España, anunció las consecuencias de un incremento en los precios mundiales del petróleo: palabras más, palabras menos, dijo: "Acabamos de hacernos más pobres y tendremos que encontrar la forma de elevar la productividad para absorber el golpe". Es decir, su respuesta fue la de un mandatario comprometido con la estabilidad, no la de alguien que juzga la estabilidad como un factor secundario o exógeno.

Pero más allá de los fundamentos elementales, que sin duda han mejorado en el País, quizá sea tiempo de preguntarnos por los temas de fondo que afectan las decisiones de los potenciales empresarios. Nadie ha dedicado tanta cabeza a este tema como Gabriel Zaid. Desde "El progreso improductivo" hasta sus artículos periodísticos recientes, Zaid ha hecho una crítica al enfoque implícito en la política económica. Desde su perspectiva, el problema reside en la microeconomía: en los impedimentos que hacen imposible la vida de un empresario; en la mentalidad que motiva las decisiones de los burócratas; en la creencia de que más burocracia y más requisitos burocráticos son siempre la solución a cualquier problema. La mentalidad burocrática que ha tomado control de la economía mexicana desde los setenta sólo sesga las decisiones de inversión, limita el desarrollo empresarial y condena al País a tasas miserables de crecimiento.

Hace unos 30 años visité la fábrica de un amigo. Producía medicamentos y estaba solicitando la aprobación de la FDA, la agencia responsable de medicamentos y alimentos de EU, para poder maquilar y vender sus productos a laboratorios estadounidenses. La fábrica crecía de manera orgánica: con una inversión inicial gracias al ahorro del dueño y préstamos de familiares, todo el dinero se había destinado a construir el laboratorio. En lugar de oficinas había un pequeño cuarto con techo de lámina, tres escritorios y un enjambre de cables telefónicos. Unos años después, cuando el laboratorio producía de manera constante, mi amigo construyó un pequeño edificio de dos pisos para las oficinas y una cochera al nivel de la calle. Era un empresario prototípico de la zona industrial aledaña al DF.

Platicando con él en aquella visita, me comentaba sobre el contraste entre el proceso de aprobación de una solicitud por parte de la FDA y los inspectores de la entonces SSA. Los inspectores americanos consideraban los procesos productivos, la toma de decisiones, el apego a los manuales, es decir, todo lo que hacía predecible y confiable una línea de producción. Los inspectores mexicanos destinaban sus esfuerzos para buscar anomalías físicas, no necesariamente relacionadas con la producción, con el objeto de girar una sanción y, así, negociar con el afectado el pago de una "mordida". El contraste entre ambas posturas ilustra las diferencias de enfoque y de poder de las burocracias.

La fábrica se vendió años más tarde, pero lo interesante es que sirve de ejemplo a las críticas persistentes de Zaid. Cuando una empresa grande propuso la adquisición, mi amigo estaba preparando un gran plan de expansión. Su cálculo era que el nuevo laboratorio costaría aproximadamente un millón y medio de dólares. Cuando la empresa adquiriente analizó el proyecto, su conclusión fue que el costo sería de 37 millones. Hablando sobre la abismal diferencia en el cálculo, resultó que ésta era de enfoque: para mi amigo lo primero era el laboratorio (con reactores hechos a mano y en las instalaciones), y éste produciría el efectivo que le permitiría construir otras instalaciones, oficinas y demás. Para la empresa adquiriente, los reactores serían importados y el cálculo comenzaba por el ejército de ejecutivos y las prestaciones que los acompañarían. Al final, ambos acabarían produciendo lo mismo.

Dudo que un empresario como aquél sea concebible hoy en día dado el enfoque que prevalece en la administración microeconómica del País.

Luis Rubio, El Norte, 11 de marzo 2007
www.cidac.org

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viernes, marzo 09, 2007

 

gritones y porros profesionales

En un salón de conocido hotel, Carlos Tello presenta su libro "2 de Julio" (Ed. Planeta). Lo acompañan Jorge Castañeda y José Woldenberg. Estos dos, en menos de 30 minutos, hicieron su exposición y le pasaron la papa caliente a Tello, quien a su vez se la pasó al público ahí presente que de inmediato se encrespó, entró en ebullición, se convirtió en la porra Plus de la UNAM e intentó a gritos descalificar al libro. Yo creo que cuando se llega a ese punto, el que se descalifica es el que grita y el que se siente parido por los dioses al proclamar un insulto que ni siquiera viene al caso. Esto de que a Tello, por este libro, lo estén convirtiendo en vocero del porfiriato y emisario de la reacción es una mayúscula estupidez que no esclarece nada y que, de hecho, ofusca la recta comprensión de lo que Tello quiere decir.

Yo he leído el libro y lo encuentro escrito con enorme pulcritud. Desde que leí esa pequeña escena en la que Andrés Manuel reconoce su derrota ante unos cuantos allegados, supe que iba a levantar ámpula y a molestar profundamente a los diáconos de esa tropical iglesia llamada "Gobierno Legítimo".

En el asunto de las "fuentes", para no variar, me quedo a la mitad del río. Por una parte, considero que uno tiene todo derecho y toda obligación de mantener en el sigilo a una fuente que así nos lo ha solicitado al mexicanísimo grito de "no digas que yo te dije, pero...". Ahí no veo vuelta de hoja. Hay que morirse en la raya. El asunto se complica cuando estas fuentes sigilosas revelan un dato clave, polémico y grave de una situación determinada.

Carlos Tello, me consta, es un investigador puntilloso y obsesivo. Jamás diría algo que no pudiera respaldar. Yo sé que existen esas "fuentes" y, sin embargo, por ese renglón, el libro será polémico y seguirá echando a andar a los gritones profesionales. Mientras sólo sea eso.

Salgo, de regreso vuelvo a perder el vuelo, llego a la Capital y ¿qué me encuentro?

Germán Dehesa, El Norte, 8 de marzo 2007
Cualquier correspondencia con esta columna sin fuentes, favor de dirigirla a german@plazadelangel.com.mx (D.R.)

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Porros
Que un grupo de porros haya llegado a "reventar" la presentación del libro 2 de julio de Carlos Tello Macías este 5 de marzo en el Hotel Nikko de la Ciudad de México es indicativo de la nueva actitud de represión e intolerancia que está surgiendo en algunos círculos políticos de nuestro país. Estos grupos -que piensan que le están haciendo un favor a López Obrador pero que en realidad sólo ratifican la idea de que el ex candidato es realmente un peligro para las libertades de nuestro país- sólo aceptan que se difunda su versión de la elección presidencial. Afirman ser progresistas, pero su táctica de negar la libertad de expresión de quienes no están de acuerdo con ellos los ubica más bien en el campo de los fascistas.

Sergio Sarmiento, El Norte, 8 de marzo 2007



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jueves, marzo 08, 2007

 

Veredas confusas de la "izquierda"

Todos los partidos quieren ayudar a los pobres, la izquierda cree que tiene las veredas posibles para ayudar a los pobres, la derecha también cree que conoce las veredas para combatir la pobreza. A su vez, algunos liberales pensamos que tenemos mejores veredas para lograr el desarrollo personal de cada pobre. Esto crea una sabrosa confusión cargada de buenas intenciones.

¿Quién pagará las actuales y nuevas carreteras financiadas por empresas privadas? ¿Los pobres? No, porque esas carreteras las pagarán los usuarios a quienes les convendría en tal caso utilizar las carreteras de cuota y no las libres. ¿Entonces? ¿Por qué los perredistas prefieren que los impuestos que podrían beneficiar a los pobres se gasten en carreteras en vez de obra social? Porque a veces los perredistas no saben modernizar su izquierda anquilosada.

Conste, no es de izquierda aquel que se opone a todo lo que los panistas proponen o a todo lo que los gringos hacen. Es de izquierda no el que acompaña a los pobres, sino el que los ayuda a recorrer la vereda para salir de su atolladero. La pobreza la combate aquel que sabe crear empleos y el que sabe cobrar impuestos. Crear empleos productivos debería ser una especialidad de la izquierda.

El IVA en alimentos y en medicinas es en realidad una medida de izquierda, porque los pobres serían los menos perjudicados y también los más beneficiados, pero la confusión dogmática de la izquierda les impide ver el total de las veredas para sacar a los pobres de su laberinto. El quitar el examen de admisión en la educación superior baja el nivel de la educación pública y perjudica la movilidad social de los más necesitados; ¿por qué lo propone Andrés Manuel?

¿Enjuiciar en juicios orales públicos a los sacerdotes acusados de algún delito es una propuesta de izquierda, de derecha o liberal? ¿Publicar las auditorías sobre las compras del Ejército es una propuesta de izquierda? ¿Proponer que el IFE realice y publique las auditorías de los gastos internos de los partidos es una propuesta de la izquierda, de derecha o liberal?

A primera vista, cualquiera pudiera pensar que el PRD es de izquierda y el PAN es de derecha y el PRI brinca de un lado a otro. Por eso Echeverría gritó "arriba y adelante" cuando en realidad dieron una maroma hacia atrás.

No porque algo proponga el PRD se trata de una proposición de izquierda, ni si la propone el PAN se trata de una proposición de derecha. Cada propuesta debería evaluarse por sus propios méritos y por su sentido común.

López Obrador exige "democratizar sindicatos", esto para mí implicaría que se auditen y se publiquen los gastos internos de los sindicatos y que sus miembros puedan votar en secreto por sus dirigentes. Esta propuesta es de izquierda liberal, entonces, ¿por qué Lopez Obrador habla mal del liberalismo?

La publicación electrónica del 100 por ciento y al día de todos los terrenos, lotes y propiedades del País, con el nombre de los dueños, su registro público, sus prediales, así como sus gravámenes, acabaría con prestanombres y simulaciones. ¿Ésta sería una propuesta de izquierda? Debiera serlo.

Los Acuerdos de San Andrés Larráinzar para mí son de extrema derecha, fascistoides y aprisionantes porque les cierran las opciones a los ciudadanos indígenas.

Entonces, no prejuiciemos por el origen de las propuestas, mejor vamos a juzgar cada propuesta por el beneficio de su contenido y por su sentido común.

Enrique Canales, El Norte, 8 de marzo 2007
enriquecss@gmail.com

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miércoles, marzo 07, 2007

 

La necedad de ser "izquierda"

Bastó que Beatriz Paredes mencionara la supuesta necesidad de ubicar al PRI en la "izquierda democrática", para que algunos priistas se pusieran nostálgicos: que si la "lucha revolucionaria", que si sus "principios básicos", que si su vocación por "los más vulnerables".

A sus 80 años, un partido no anda buscando identidad ideológica (que al PRI ni falta le ha hecho), aún menos cuando es evidente que la importancia de ser de izquierda o de derecha se sigue diluyendo en prácticamente todos los sistemas de partidos.

Lo que a los priistas les preocupa en el fondo, y no parecen saber abordar, es que en diferentes encuestas el PRD aparece como la principal oposición al gobierno de Felipe Calderón y al PAN. Pero querer ser más "de izquierda", para entonces poder ser más oposición, es de un simplismo inaceptable.

El "espectro político" como herramienta de análisis político surgió en 1957 con la aparición del libro "An Economic Theory of Democracy", de Anthony Downs. En él se explica la competencia política a través de la metáfora de las tiendas que en una misma calle buscan ubicarse donde puedan ser la opción más cercana para la mayor cantidad de clientes. Desde esta perspectiva, quienes están en las orillas se moverán al centro, pero no tanto como para perder la clientela de quienes vienen de la parte más extrema del lado que ocupan.

Los tiempos en que la política se podía entender en una sola dimensión (izquierda-derecha) están lejísimos. Que el PRI recurra a la herramienta (medio siglo de vieja) del espectro político para a partir de ella definir sus posturas y su discurso habla de la profundidad de la crisis que vive.

¿Cómo hablar de temas como migración, medio ambiente, globalización, competitividad, educación, transparencia, combate a la corrupción o biotecnología, atrapados en la dicotomía izquierda-derecha?

Detrás de esa necedad de ser izquierda está la incapacidad de salir de un discurso que apela al mínimo común denominador manteniendo la asociación simplona entre ser de izquierda y estar a favor de los pobres; ser de derecha y estar a favor de los ricos. Aún sofisticando un poco las definiciones, asociando a la izquierda con el énfasis en el valor de la igualdad y a la derecha con la defensa del valor de la libertad económica, no nos alcanza para distinguir y agrupar programas de política social.

Pongamos como ejemplo la propuesta de Hernando de Soto de formalizar los derechos de propiedad en los cinturones de miseria de las grandes ciudades de los países en desarrollo. Ser pobre, de acuerdo a esta idea, no es sólo tener poco, además es carecer de títulos de propiedad sobre lo que se posee. Se reduce la pobreza cuando se formaliza la propiedad porque eso permite vender, rentar, heredar o hipotecar. ¿Política de izquierda o de derecha? De derecha, puede decir alguien, pues está inspirada en la necesidad de obtener libertad sobre aquello que se posee; o de izquierda, dirá otro, pues es un mecanismo que nivela la seguridad jurídica de ricos y pobres.

Programas como Oportunidades en México, ¿son de izquierda o de derecha? Por un lado premia con dinero a las familias pobres que deciden dejar a los niños en la escuela (y más si a la que se mantiene en la escuela es una niña) en lugar de mandarlos a trabajar. El programa nivela -si bien de manera insuficiente- la escolaridad y oportunidades entre ricos y pobres, niños y niñas; pero además incide en la libertad de ellas y ellos para decidir sobre su destino.

Con los microcréditos es lo mismo. Están inspirados en la necesidad de hacer llegar los créditos a quienes de otra forma no los tendrían y en ese sentido nivelan la cancha, pero en su concepción parten de la premisa de que es en la libertad de empresa, a cualquier nivel, donde se genera riqueza.

Y así podemos seguir con otros programas de educación, salud o seguridad social que son buenas o malas ideas, implementaciones exitosas o frustradas, pero a los que ciertamente no les aporta nada ser categorizados como de izquierda o derecha.

Las definiciones y las propuestas útiles están mucho más cerca del suelo, varios niveles debajo de la discusión etérea entre ser de izquierda o de derecha.

Pero hablar de programas exitosos, de cómo implementar prácticas probadas en otros países, exige investigar, tropicalizar, proyectar, evaluar, medir, informar, rendir cuentas, corregir...

Qué flojera. Mejor ser de izquierda.

Miguel B. Treviño de Hoyos, El Norte, 7 de marzo 2007
miguelbtrevino@gmail.com

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martes, marzo 06, 2007

 

Combatir la inflación a la Chávez

El mes de enero fue complicado para el equipo económico del Presidente Felipe Calderón, principalmente por el alza que presentó el precio de la tortilla. Aunque la explicación de esta alza es por un desequilibrio en el mercado del maíz debido a que a nivel mundial se ha incrementado la demanda del mismo, en nuestro país se presentó una oportunidad de oro para demostrar, por parte de algunos grupos políticos, que el Gobierno del Presidente Calderón, además de incapaz para enfrentar esta "crisis económica", era insensible ante el hambre del pueblo.

Y comenzaron a surgir propuestas de un grupo de políticos sobre cómo enfrentar la coyuntura económica. Entre estas propuestas, podemos mencionar al control de precios. En su "lógica" económica, este tipo de precios debe estar controlado. Muchos de estos políticos, en sus tiempos, fueron los que implementaron controles de precios que lo único que provocaban era escasez y que se tuviera que adquirir más caro los bienes en el mercado negro. También se sugirió que el Gobierno incrementara el monto de subsidios para mantener estos precios "bajos" para los consumidores. Tampoco estos políticos recuerdan que cuando se aplicaban subsidios de manera generalizada, regularmente se beneficiaba a quienes menos necesitaban del subsidio que era, además, una fuente de corrupción y se prestaba al clientelismo electoral.

Otra propuesta de "política pública" es exhibir a todos aquellos acaparadores que están medrando con el hambre de la gente para que reciban castigos ejemplares. Esta medida era la favorita de los políticos en la época de Luis Echeverría en donde los villanos eran los comerciantes, a los cuales a la menor desviación de los precios determinados en el escritorio de un burócrata, les clausuraban el negocio. En esas épocas de política económica de "sensibilidad hacia el pueblo" y control de la economía, las inflaciones en más de una ocasión sobrepasaron niveles del 100 por ciento en medio de una gran escasez y especulación.

Cuando a una autoridad le daba por aplicar este tipo de medidas es que existía una gran desesperación oficial por tratar de arreglar el desorden provocado, principalmente, por los desarreglos fiscales y monetarios que acompañaban a esas políticas de precios controlados y subsidios indiscriminados. Lo más fácil era encontrar en el sector privado a los culpables de la carestía y castigarlos cuando, en el fondo, el problema de la inflación siempre se presentaba cuando existía un desorden monetario. La inflación es un fenómeno monetario.

¿Qué hizo el Gobierno del Presidente Calderón para solucionar esta crisis de enero? Las primeras medidas que tuvieron que ver con incrementar la oferta de maíz en el corto plazo a través de elevar los cupos de importación y enviar señales para que los productores de maíz se den cuenta de los precios vigentes en el mercado y aumentaran la oferta de este producto, han sido en realidad las más efectivas.

¿Realmente enfrentamos una escalada inflacionaria el mes de enero tal como lo vociferaban algunos grupos? De acuerdo al Banco de México, la inflación del mes de enero fue de 0.52 por ciento mensual. Comparada con los últimos 10 años, ha sido la tercera inflación más baja para un mes de enero. La inflación anual alcanzó un nivel de 3.98 por ciento. Lo que nos dicen estos datos es que no hay ninguna escalada de precios en el País ni una expansión de la demanda agregada que amerite, por el momento, la intervención del Banco Central para eliminar las presiones inflacionarias.

La hipótesis más válida sigue siendo que, efectivamente, fue más el ruido político y mediático que se hizo de este tema que lo que realmente sucedió. Las presiones de los sindicatos para buscar incrementos salariales de emergencia; la marcha organizada por grupos políticos y sindicales que se hizo en el Distrito Federal y otras medidas de presión política fueron únicamente una oportunidad para posicionarse políticamente y que no nos olvidáramos de que existe una Presidencia "legítima" que, según algunos, pudo haber manejado mejor la situación.

¿Realmente la situación se puede manejar de manera diferente e implementar todas las medidas para "controlar" los precios que sugieren estos políticos? Sinceramente, creo que no y para ejemplo hay que echar un vistazo a lo que sucede en Venezuela. A pesar de que el Presidente Chávez aplica políticas socialistas para ayudar al pueblo, este país registró durante el mes de enero una inflación anual del 18.4 por ciento, la más elevada de la lista de 42 países que publica The Economist.

Para enfrentarla, Chávez ha impuesto controles de precios, subsidios a productos básicos que se venden en tiendas oficiales, donde por cierto no existen dichos productos. Ha amenazado con expropiar a aquellos comercios que violen sus controles de precios. Ha reducido la tasa del IVA al 9 por ciento. Los resultados son muy pobres debido a que no van a la verdadera causa de la inflación. El programa de gasto público y subsidios ha "calentado" la economía venezolana registrando un crecimiento de 10.3 por ciento en el tercer trimestre del 2006, también la más elevada de la muestra de países del The Economist.

Para rematar, Chávez está buscando quitarle la autonomía al Banco Central de Venezuela. Los resultados son bastante predecibles: más inflación y carestía. No hay que olvidar que el camino a las crisis económicas está pavimentado de buenas intenciones populistas.

Abel Hibert, El Norte, 5 de marzo 2007
ahibert@prodigy.net.mx

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lunes, marzo 05, 2007

 

2 de julio

Winston Churchill tituló el cuarto de sus seis gruesos volúmenes sobre la Segunda Guerra Mundial "La encrucijada del destino". Se refería al año de 1940, el momento en que más cerca estuvo Hitler de obtener la victoria. John Lukacs, quien ha dedicado buena parte de su vida a estudiar la guerra, se ha concentrado precisamente en esos meses. Para entender lo que estaba en juego y apreciar el peso del liderazgo se ha empeñado en capturar los instantes más dramáticos de ese tiempo. Por eso ha puesto los meses del 40 bajo el microscopio, resaltando sus momentos cruciales. En una semana puede verse el denso enjambre de un drama secular. A través de la concentración del historiador en un lapso corto, se iluminan los peligros y las oportunidades del presente, el peso de las decisiones y el impacto del azar.

La memoria de los siglos tiende a borrar al hombre. Las coyunturas críticas, por el contrario, colocan una lupa sobre la acción: el camino se ilumina abierto a la decisión humana. La historia deja de ser el cuento de lo que tenía que haber sucedido para convertirse en una tensa narración de peligros y osadías. La historia que suele crecer con la lentitud del pasto a veces empaqueta en pocas horas hechos cargados de consecuencia.

Un ejemplo admirable de este trabajo de microhistoria -no por la pequeñez de la población estudiada, sino por la brevedad del tiempo en examen- es el nuevo libro de Carlos Tello Díaz, "2 de julio", publicado por Planeta. El primer domingo de julio del 2006 marca el origen de la más grave crisis política que haya vivido México en su historia reciente.

La narración comienza a las 8:00 horas, cuando el candidato Andrés Manuel López Obrador sale de su casa en Copilco para votar y termina a las 3:00 horas del día siguiente al regresar Felipe Calderón, como candidato triunfante, a su casa. La crónica hila lo anecdótico con lo crítico. Tras una cuidadosa investigación hemerográfica y una extensa lista de entrevistas, Carlos Tello restaura la memoria de un día.

El reportaje se sumerge en la fecha pero no se estanca en ella. Con notable talento narrativo parte del domingo para reconstruir los datos esenciales de una campaña corrosiva. Y de ahí mismo sale para adelantarse a la crisis poselectoral. Así podemos recordar el clima de la opinión que rodeaba la jornada electoral. Prácticamente todos los políticos, observadores independientes, ciudadanos y encuestadores, anticipaban una victoria de López Obrador. Vaticinada con tantos meses de antelación, parecía un hecho inevitable, a pesar de que los sondeos retrataban una competencia cerrada.

Podemos remembrar también el triunfalismo del campo lopezobradorista. La cúpula del PRD vivió el día preparando una fiesta. Carlos Tello no encuentra rasgo alguno que muestre señales de una trampa. Sin embargo, exhibe los errores y las imprevisiones de un árbitro que no anticipó, como era su deber elemental, el escenario más complejo que podía presentársele. El confuso discurso del presidente del órgano electoral, lejos de aclarar el panorama, resultó un manjar para mitógrafos y conspiratistas que proliferaron tras la elección. La sorpresa de julio exhibió los descuidos de unos y las deslealtades de otros. La crisis del 2006 nació de la negligencia y la soberbia.

A los pescadores de escándalo, debo decir que el libro de Carlos Tello Díaz no es particularmente revelador. Es cierto que hay un par de episodios que no eran del conocimiento público y que han generado, más que una controversia, una embestida contra el autor. Pero, a pesar de lo que sugiere el murmullo mediático, el ingrediente básico de este relato no son las revelaciones, sino la evocación de una memoria pública y fresca que se empolvó rápidamente con ficciones. La polémica periodística que ha suscitado la crónica se ha centrado en el develamiento de secretos y la divulgación de infidencias.

El núcleo del relato, sin embargo, es otro: la reconstrucción puntual de recuerdos comunes. Carlos Tello nos hace revivir lo que vivimos durante la jornada electoral. Su libro descubre muy poco, por ejemplo, al recordar el contraste de los cuarteles partidistas. Todos tenemos viva la imagen: mientras los panistas celebraban con espontaneidad, los perredistas, conmocionados con la sorpresa, tenían cara de sepelio mientras simulaban un festejo. "2 de julio" cuenta pocas historias que no conociéramos, pero nos ayuda a recordar lo que demasiado pronto quisimos olvidar.

Ahí encuentro la enorme aportación de esta crónica. Quienes denunciaron un fraude descomunal construyeron una fábula instantánea alrededor del dos de julio. Con una habilidad perversa, el caudillo derrotado supo aprovechar los tropiezos de la autoridad electoral y la hondura de nuestras desconfianzas para ingeniar la patraña de una estafa tan monumental como indemostrable. Cada uno de los alegatos resultó ser humo. Las distintas pruebas que ofrecieron se refutaban unas a otras: los votos faltantes no faltaban; el algoritmo maligno era una farsa ridícula, el fraude cibernético fue una ocurrencia; la trampa "a la antigüita" era igualmente insostenible.

Como sea, el hecho es que la fecha quedó impregnada de rumores, habladurías y cuentos. Lo más grave es que los aliados de López Obrador, sus asesores y voceros, los miembros de su partido, se hicieron cómplices de una aventura demencial que sabían infundada. Nadie dentro del núcleo se atrevió a decir que el caudillo iba desnudo. Al reconstruir nuestra historia reciente, Carlos Tello Díaz exhibe esa deshonestidad. Por eso recibe hoy una ráfaga de descalificaciones interesadas. Su libro sobrevivirá las invectivas. Será, sin duda, una pieza clave para entender el 2006.


Jesús Silva-Herzog Márquez, El Norte, 5 de marzo 2007

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Abanderado de la izquierda

"...Es una pena que los priistas de viejo cuño -¿acaso hay de otros?- no hayan admitido la moción de Beatriz Paredes en el sentido de hacer del PRI un partido de izquierda democrática. Ese nicho político se encuentra hoy por hoy desocupado, pues ciertamente el PRD no representa a una izquierda moderna, liberal, incluyente y participativa; antes bien es reducto de un izquierdismo anacrónico, cerril, de confrontación, cuyas tribus, violentas casi todas, tienen en la anarquía y el desorden sus principales instrumentos de participación política. Los perredistas con buen sentido de lo que la política ha de ser, como Amalia García en Zacatecas o Lázaro Cárdenas Batel en Michoacán, son vistos con ojos de sospecha por esos radicales extremistas que se quedaron anclados para siempre en los 60, y que por no viajar ni leer nunca no se han percatado todavía del cambio de las izquierdas en el mundo.

Desde la posición sugerida por la señora Paredes el PRI puede recoger las aspiraciones de un gran número de mexicanos que temen que con la permanencia del PAN en el poder puedan cobrar auge las tendencias extremistas de la derecha, dentro de la cual hay grupos tan fanáticos e intemperantes como los que la vieja izquierda tiene. Si el PRI mantiene su etiqueta -obsoleta igualmente- de "el partido de la Revolución Mexicana"; si persiste en el gastado nacionalismo que preconizan sus santones, perderá la gran oportunidad que tiene de modernizarse. Por el contrario, si consigue abanderar las demandas de una izquierda actual se alejará lo mismo de los fundamentalismos de la derecha tradicional que de las estériles violencias del izquierdismo trasnochado, y podrá quizá en el 2012 atraer la voluntad de muchos electores..."

Armando Fuentes Aguirre, El Norte, 5 de marzo 2007
afacaton@prodigy.net.mx
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Discrepo un poco de Catón. Yo no creo que cambiando la ideología en el discurso y el papel el PRI cambie. Mientras los priístas de "viejo cuño" sigan mangoneando ese partido, todo seguirá igual. Yo creo que el PRI ya es sistemática y permanentemente corrupto y retrógrado. Las nuevas generaciones de priístas vienen igual o peor que las anteriores.

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domingo, marzo 04, 2007

 

Monopolios

El tema de la competencia y los monopolios ha adquirido una inusitada atención. En un país que por décadas ha privilegiado el control sobre la competencia en todos los ámbitos de la vida pública, el mero hecho de discutir el tema es noticia. El debate es necesario porque el País vive estrangulado por intereses decididos a que nada cambie y, a diferencia de lo expresado por Lampedusa en El Gatopardo, ni siquiera ven la necesidad de disfrazarse.

Se usa la palabra monopolio para expresar fuerza, poder, pero no porque necesariamente se monopolice algo; es decir, en el debate se ha dado por identificar monopolio con la capacidad de inhibir la competencia. Los monopolios son perniciosos porque hacen imposible el desarrollo equilibrado de una sociedad. En lugar de permitir que cualquier ciudadano, por el hecho de serlo, tenga la posibilidad de desarrollar su potencial al máximo, los monopolios controlan accesos al poder, a la riqueza y al trabajo, paralizando al conjunto de la población. Con una definición tan amplia, México sufre de monopolios o equivalentes en todos los ámbitos de la vida pública. Pero no todos los llamados monopolios son perniciosos; algunos tienen un enorme impacto negativo, otros no; aún más importante, no todos son iguales ni pueden enfrentarse de la misma manera.

Si uno revisa las definiciones de diccionario y las extiende de la economía al conjunto de la sociedad, podrá reconocer las distintas maneras de ejercer un poder excesivo: por controlar una actividad, sector o acceso; por gozar de ventajas naturales o creadas excepcionales; por ser el único comprador o proveedor de un servicio; o por hacer efectivo lo que los economistas llaman "poder de mercado", es decir, imponen condiciones a quienes aspiran a participar en una actividad determinada. Independientemente de la definición que uno prefiera, lo relevante es que un monopolio o práctica monopólica impide o inhibe la competencia, lo que cancela opciones para el desarrollo de los ciudadanos y consumidores.

La presencia de una práctica monopólica se puede manifestar de distintas formas. En el ámbito económico se expresa por medio de precios altos, mala calidad, pésimo servicio o abuso por parte de proveedores. En el plano laboral se manifiesta en el control sobre la contratación que ejercen los sindicatos a través de la "titularidad de un contrato colectivo", instrumento que impide el acceso a cualquier ciudadano a un determinado puesto de trabajo si no es con la venia del sindicato en cuestión, así como por la llamada "cláusula de exclusión", que permite eliminar a enemigos políticos o personales del liderazgo sindical. Esta situación establece costos artificiales (es decir, no de mercado) para la mano de obra, mismos que se ven reflejados en los precios finales.

En el ámbito político, la práctica monopólica estrecha nuestras opciones como ciudadanos y nos obliga a votar por el candidato menos malo, ya que la barrera de acceso impide que los mejores participen. Lo mismo se aprecia en la forma del llamado "mayoriteo" que puede ejercer un partido en el poder legislativo.

Pueden existir situaciones potencialmente propicias para las prácticas monopólicas por toda clase de razones y circunstancias. En algunos casos son legales, como ocurre con la ley electoral vigente, que le otorga un virtual monopolio del poder a los tres partidos políticos mayoritarios, o con el control que la constitución le otorga al gobierno en materia energética. En otros casos, se puede tratar de errores estratégicos: por ejemplo, la forma de privatizar una empresa, como ocurrió con Telmex. También puede ocurrir por corrupción o, en forma eufemística, por conveniencia coyuntural, como cuando existen facultades para eliminar una situación de monopolio o duopolio pero el gobierno prefiere no actuar; tal es el caso de la televisión. Finalmente, puede darse como resultado del éxito empresarial, sobre todo dado el tamaño relativamente pequeño de la economía mexicana, donde una empresa muy exitosa termina adquiriendo enorme presencia: ahí están Wal-Mart y Telcel como ejemplos obvios.

Si uno analiza la ley de competencia, encuentra una distinción que permite diferenciar entre empresas o, ampliándolo al conjunto de la sociedad, entidades o instituciones que llevan a cabo prácticas monopólicas absolutas (es decir, que establecen alianzas para imponer sus condiciones), de aquellas que sólo incurren en una situación de esta naturaleza cuando hacen valer su poder de mercado (lo que la ley llama práctica relativa). Lo importante es reconocer que la naturaleza y el origen del poder excesivo determinan en buena medida las opciones que existen para corregir la situación: no es lo mismo un monopolio que surge de la ley que otro producto de una circunstancia particular de mercado, ni se puede tratar de manera similar a una empresa cuyo poder se deriva de una concesión gubernamental de aquella que es producto del éxito empresarial.

Lo crítico en la evaluación de una situación monopólica es el mercado relevante. Si una empresa o entidad es grande o chica, no importa en sí. Lo fundamental es cómo incide en el mercado en que opera. Mientras la mayoría de los sindicatos goza de cláusulas de exclusión, hay otros que son virtuales dueños de su sector (como los maestros, petroleros o electricistas). Hay empresas grandes cuyo tamaño responde más a una lógica de consolidación a escala mundial, lo cual no tendría por qué incidir sobre la competencia: lo importante son las regulaciones que norman el mercado para garantizar la competencia.

Detrás de la estructura económica que permite la existencia de monopolios yace un sistema de gobierno que ha privilegiado el control y los beneficios de corto plazo sobre el desarrollo económico. Ello se debió, en parte, a la búsqueda o afán por mantener el poder y en parte por evitar conflictos de cualquier naturaleza; la suma de ambos criterios generó nuestro presente.

Muy pocos de nuestros gobiernos del pasado meditaron sobre la importancia de la competencia. Más preocupados por lo contingente, hicieron posible que otros actores con mayor visión hicieran de las suyas. En México no ha habido gobiernos preocupados por el futuro porque todos se ahogan en la coyuntura o en los intereses particulares de políticos y partidos, circunstancia que permite a los factores de poder explotarla en su beneficio.

Quizá la lección más importante que arroja nuestro pasado es que el mejor control al abuso no es la regulación ni la propiedad gubernamental, sino la competencia, en todos los ámbitos. Pero es más fácil denunciar el abuso que resolverlo. De ello hablaré en otra oportunidad.

Luis Rubio, El Norte, 4 de marzo 2007
www.cidac.org

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viernes, marzo 02, 2007

 

Los ganadores del libre comercio

Los nuevos datos del Departamento de Comercio de los Estados Unidos muestran que los principales países latinoamericanos que tienen tratados de libre comercio con Washington han incrementado sustancialmente sus exportaciones a Estados Unidos.

Y Estados Unidos, a su vez, han incrementado sus exportaciones a sus socios comerciales regionales a un paso más lento, pero nada desdeñable.

Fíjense los últimos datos de comercio, dados a conocer hace pocos días: Desde que Estados Unidos firmó el tratado de libre comercio con México, las exportaciones mexicanas a los Estados Unidos han crecido de 40 mil millones de dólares en 1993 a 198 mil millones en el 2006, un aumento de casi 400 por ciento.

Y las exportaciones de Estados Unidos a México en el mismo periodo han aumentado de 93 mil millones a 134 mil millones de dólares, un incremento del 223 por ciento.

Desde que Estados Unidos firmó su tratado de libre comercio con Chile, las exportaciones de Chile a los Estados Unidos subieron de 4 mil 700 millones de dólares en el 2004 a 9 mil 500 millones en el 2006, un incremento del 104 por ciento. Las exportaciones de Estados Unidos a Chile subieron de 3 mil 600 millones a 6 mil 800 millones, un incremento del 88 por ciento.

Desde que Estados Unidos firmó un tratado de libre comercio con los cinco países de América Central y la República Dominicana, conocido como CAFTA-DR, las exportaciones a Estados Unidos de los países firmantes que han ratificado el tratado subieron de 18 mil 100 millones de dólares el 2005 a 18 mil 600 millones en el 2006, un 2.8 por ciento de incremento.

A la inversa, las exportaciones de Estados Unidos a los países del CAFTA-DR que ratificaron el tratado subieron de 16 mil 900 millones a 19 mil 600 millones, un incremento del 16.1 por ciento.

Según los funcionarios norteamericanos, es demasiado pronto para juzgar los resultados del tratado CAFTA-DR, porque solamente fue ratificado por cuatro países -Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua- y recién ha sido implementado hace unos pocos meses en la mayoría de ellos.

Las exportaciones de Guatemala a los Estados Unidos han crecido sólo un 1 por ciento el año pasado, mientras sus importaciones de los Estados Unidos han crecido en un 24 por ciento. Esto fue principalmente debido a problemas burocráticos con las nuevas reglas, que ya han sido corregidos, aseguran los funcionarios de los Estados Unidos.

"Para el 2007, nuestro comercio con América Central mostrará la misma clase de crecimiento impresionante que hemos visto con México y Chile", dice Walter Bastián, un alto funcionario del Departamento de Comercio.

¿Cómo puede Chávez afirmar que el libre comercio con Washington ha sido malo para México, cuando México pasó de tener un déficit de 2 mil 500 millones de dólares con Estados Unidos, al firmar el tratado, a un superávit de 64 mil millones en el comercio bilateral en el 2006? (Mi teoría: Chávez puede darse el lujo de criticar los tratados de libre comercio de otros países con Estados Unidos porque él ya tiene uno: le vende casi todo el petróleo de Venezuela a Washington, libre de impuestos).

¿Y cómo pueden los críticos en Estados Unidos decir que el libre comercio con América Latina está dañando al país, porque está inflando el déficit comercial norteamericano?

América Latina en su conjunto representa sólo el 13 por ciento de los 836 mil millones de dólares del déficit comercial de los Estados Unidos, que se origina principalmente en China y Japón.

Si uno junta a los 18 países con los que Estados Unidos tiene tratados de libre comercio -incluyendo Australia e Israel- representan sólo el 17 por ciento del déficit comercial total de los Estados Unidos.

Mi conclusión: el libre comercio no es un remedio mágico que debe ser aceptado a ciegas. Brasil, Argentina y otros países agrícolas tienen razón en no entrar en estos tratados hasta que Washington no reduzca sus obscenos subsidios agrícolas. Y los críticos de ambos lados tienen razón en afirmar que algunas industrias son afectadas por los tratados de libre comercio.

Sin embargo, en general, el libre comercio está pasando el examen del tiempo. Además de atraer inversiones y reducir los precios para beneficio de los consumidores, aumenta el comercio para ambos lados.

Si Washington quiere reducir su déficit comercial, debería hacerlo con China. Por razones de seguridad nacional -incluyendo la necesidad de aumentar sus exportaciones y reducir la inmigración ilegal- los Estados Unidos deberían tener más, no menos, tratados de comercio preferencial con América Latina.


Andrés Oppenheimer, El Norte, 2 de marzo 2007

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