martes, julio 31, 2012

 

AMLO®

Compararse con Hidalgo, con Morelos, con Juárez, con Madero, cómo interpretarlo. Seguramente es otro lance demagógico más de los muchos que le hemos escuchado. Ésa es una posibilidad, le damos al autor de esas notorias sinrazones -AMLO- el beneficio de la duda, de una astucia y arrojo asombrosos.

En esta versión él sabe que sus dichos son una majadería al sentido común, pero los usa. Hay otra posibilidad, que en verdad lo crea, que esté convencido de ser un héroe llamado a fundar una nueva nación. Demasiadas novelas de caballería, quizá. Pero cómo explicar la actitud de sus incondicionales: o ya están también montados en la sinrazón o son unos timoratos incapaces de decirle a su líder que roza la locura.

Decir ante decenas de millones de televidentes que si no votan por él significa que son masoquistas y manipulados es de nuevo un lance tan osado que merece análisis. Ahora resulta que el 70 por ciento del electorado cae en esas categorías. Lo dijo en serio, colocándose de nuevo en ese umbral donde la sinrazón asoma. Nombrarse a sí mismo Apóstol requiere de una seguridad rayana en lo anormal. Ni Gandhi, ni la Madre Teresa de Calcuta pretendieron tanto. Sobre todo por la auto-erección, no dudo que en sus inacabables giras alguien le haya besado la mano y nombrado Apóstol, pero decirlo de sí mismo desnuda una faceta de la personalidad.

Fue él quien se vanaglorió de tener cinco millones de seguidores que cuidarían paso a paso la jornada electoral. Démoslos por buenos, ahora resulta que esos cinco millones fallaron, no vieron el macrofraude, que para él y sus comparsas es hoy -no antes- evidente. O quizá también los corrompieron con tarjetas de descuento, estrategia -la compra- que el PRD también hizo suya.

Allí están las fotos de cubetas, relojes con las iniciales de AMLO, naranjas envueltas con dinero, regalitos que algo pretendían. O sea que AMLO en verdad piensa que México es un país de corruptos, lo del "pueblo bueno" era sólo de dientes para afuera. Cómo explicar la participación de un millón de ciudadanos como funcionarios de casilla y dos millones más como representantes de partido, todos capturados por la corrupción.

La otra explicación es igual de ofensiva: Televisa manipuló al 70 por ciento del electorado. Corruptos y manipulados los mexicanos no saben lo que hacen, claro, salvo en la capital de la República, en Tabasco, Morelos y en las otras cinco entidades donde él ganó. Parafraseando al clásico, odio las telenovelas, pero defenderé a muerte el derecho de cualquiera a verlas. Aflora de nuevo el ánimo mesiánico, de alguien que llegó a rescatarnos, de ahí la necesidad de una nueva organización que salve nuestra democracia. De ahí que el #YoSoy132 quiera "despertar" a los mexicanos atrapados en las redes invisibles de la idiotez televisiva. Esos engañados todavía tienen alguna esperanza, "despertar", no forman parte de la "mafia".

Pero entonces cómo explicar ese México que usa cada vez más la alternancia para desplazar a los gobernantes que no le satisfacen, ese México que se inconforma, protesta y se manifiesta por las más diferentes causas: defender el derecho de formar pareja con una persona del mismo sexo o simplemente salvar un parque o denunciar la corrupción.

¿Cómo casar ese discurso moralista del rescate -autoritario en el sentido de que desean imponer una nueva moral- con el desfile de rostros emblemáticos de la corrupción en los altos mandos del PRD? En los hechos el mensaje es muy claro: la peor ralea de ese partido está de regreso o quizá nunca se fue.

Se me dirá que también está esa otra izquierda, la nueva, la moderna que encabezan Ebrard y Mancera por citar a los más notorios. Sí, pero esa izquierda ha guardado sepulcral silencio frente al Apóstol. De verdad ejercen influencia o quizá no estamos leyendo la cruda realidad: son minoría y no tienen el poder. AMLO es una marca que vendió 16 millones de votos. Y esos votos representan mucho dinero. El PRD será, después del PRI, el partido más rico. Estamos hablando de cientos de millones de pesos, de muchas chambas, de prebendas, de privilegios. El Apóstol es un gran negocio, por eso se tragan su mesianismo, primero van los intereses y después los principios.

Sobre advertencia no hay engaño, ¿esperar al Tribunal? Con el tono sibilino de siempre AMLO ya anunció que va a la movilización, que su lucha por rescatar nuestra democracia apenas comienza, que podría estar en la boleta en el 18, así de sencillo. El divorcio que muchos desearíamos para que naciera una nueva izquierda no se ve en el horizonte.

La razón es clara: se necesitan mutuamente. Para el 2018 habrán pasado tres décadas desde que Cuauhtémoc Cárdenas inició una ruptura y un movimiento clave para la democratización de México. Pero de seguir por donde van los avances doctrinales de la izquierda se podrían desvanecer en un mar nauseabundo de corruptelas de los muchos que se amparan en las siglas del PRD. Por eso no se preocupan, ya tienen su marca registrada: AMLO.
 
Federico Reyes Heroles

lunes, julio 30, 2012

 

¿Más Estado?

Los tiempos políticos que corren en México favorecen el regreso y la generalización de una serie de ideas que tiene un denominador común: el agrandamiento del Estado. Una de ellas consiste en atribuir todos los males económicos y sociales del país a la 'primacía del mercado' y al 'fracaso de las políticas neoliberales'. En consecuencia, se propone 'recuperar la capacidad del Estado como rector de la economía' y 'recuperar el sistema de planeación nacional'.

En este espacio reducido es imposible discutir la validez del planteamiento anterior. Sin embargo, 'los viejos de la aldea' -como yo- podemos recordar, con nitidez pesarosa -y con fundado escepticismo- que precisamente en la época en que el Estado mexicano se ocupó formalmente de regir y planear la economía (dadas las reformas constitucionales de 1983), ocurrieron algunas de las crisis más agudas de nuestra historia reciente.

En la rejuvenecida visión estatista, al gobierno se le asigna no sólo la función clásica de proveer los bienes y servicios públicos elementales como la seguridad y la justicia, sino también (con cierta resistencia) la de evitar la inflación y atenuar los ciclos. (En esto último, dicho sea de paso, sería suficiente con que los responsables se apegaran a una variante económica del juramento hipocrático: 'no hagas daño').

Empero, a juicio de los partidarios de 'un nuevo modelo de desarrollo económico y social', las tareas 'necesarias' no terminan con lo apuntado. Se quiere también (con entusiasmo) que el Estado se encargue de 'garantizar el acceso universal al aprendizaje, a la seguridad social, a medicamentos de calidad y bajo costo, al conjunto de bienes y servicios considerados como indispensables para el bienestar, como agua, drenaje, refrigerador, lavadora, computadora e Internet'. (Lo entrecomillado corresponde a una asombrosa cita literal).

Desde luego, el 'acceso universal' a todos los beneficios mencionados implicaría un costo fiscal muy significativo. Garantizar un ingreso mínimo, establecer un seguro de desempleo, generalizar las pensiones, etc., requeriría de un aumento de los ingresos gubernamentales equivalentes a varios puntos porcentuales del PIB (¿cinco, ocho?).

Quienes sugieren hacer efectivos los 'derechos sociales' existentes, y ampliarlos en el sentido referido, reconocen que para ello resultaría indispensable una reforma fiscal integral -uno de cuyos componentes sería, sin remedio, el incremento de los impuestos. A mi juicio, esta es una conclusión apresurada, por varias razones.

Primero, porque hasta ahora el Estado ha sido incapaz de desahogar con eficacia las obligaciones que ya tiene, empezando por la básica de proteger la integridad física y patrimonial de los ciudadanos. En cuanto a la educación.... Si el gobierno no puede cumplir sus tareas primarias, parece imprudente asignarle más.

Segundo, porque el gasto público (que alcanza una cuarta parte del PIB) no se caracteriza precisamente por la congruencia de su composición o por la pulcritud de su ejercicio. Antes de aumentar la carga tributaria (sea ampliando la base o elevando las tasas) el gobierno necesita optimizar el uso de los recursos que ya dispone.

Tercero, porque en México los múltiples sistemas de seguridad social (en su sentido amplio) presentan una situación financiera crítica. Esto no es peculiar de nuestro país. En muchas economías avanzadas la colección de 'derechos sociales' que conforman el llamado 'Estado Bienestar' (Welfare State), se ha traducido en pasivos contingentes masivos, no financiados. A la luz de tales experiencias, en nuestro caso parece sensato examinar con mucho cuidado la asunción de nuevas cargas.

Cuarto, en muchos países las transferencias están diseñadas de tal manera que, efectivamente, después de ellas, la distribución del ingreso entre las familias es mejor que la original. Sin embargo, en México los apoyos en cuestión benefician en particular a la clase media. Recuerdo, por ejemplo, la conclusión de un estudio del Banco Mundial, según el cual la incidencia del gasto social es ligeramente regresiva o, en el mejor de los casos, neutral. Así pues, la prioridad debería ser una 'reingeniería' de los esquemas actuales, no la creación de nuevos mecanismos.

Nadie sabe cuál es tamaño óptimo del Estado en lo económico. Hay quienes lo ven como un agente que puede corregir las insuficiencias y los excesos de los mercados. Otros, piensan que los políticos, los burócratas y los grupos de interés quieren el poder para su propio beneficio. Ciertamente, la politización de las decisiones, el efecto depresivo de los impuestos y la rigidez de las instituciones pueden constituirse en obstáculos para el desarrollo.

Un Estado más fuerte no es lo mismo que un Estado más grande.
 
Everardo Elizondo
 
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Lo que México necesita no es un Estado más grande, sino más fuerte. De hecho el tamaño del Estado debería reducirse al mínimo al mismo tiempo que se aumenta su eficiencia y productividad (más con menos recursos), acabando con el dispendio y excesiva carga burocrática. Y sin duda el Estado Mexicano debe ser mucho más fuerte pero eso se logra con un pleno Estado de Derecho, donde se disminuya la impunidad y exista certeza jurídica para todas las personas por igual.
 
La Soberanía de un país, de un Estado, no aumenta con un Estado más obeso, con más propiedad de los medios de producción. La Soberanía aumenta con el control y certeza de las reglas del juego: Las Leyes.

domingo, julio 29, 2012

 

El consenso perdido

Y así estamos, casi un mes después de las elecciones. Entre tres cubetas de plástico, cuatro delantales, dos baberos y cinco comales, que presentaron el PRD y sus aliados como pruebas "duras" de la compra de votos para invalidar la elección (mientras la izquierda moderada, que tantas esperanzas despertó, ha optado por apoyar tácitamente a su líder mesiánico). Con el PAN a la deriva en el peor escenario político posible, y un PRI defensivo, al que López Obrador le ha robado la agenda postelectoral.

Para desgracia de todos, los problemas del País siguen ahí. Y las reformas que podrían empezar a resolverlos permanecen archivadas en medio de la parálisis política anunciada, que prometía cerrarse el 1 de julio, pero ahora amenaza extenderse hasta diciembre.

Es en situaciones de ingobernabilidad temporal y de polarización política como la que vive México cuando la voz unida de la ciudadanía -lo que se ha llamado sociedad civil- debería romper la parálisis e imponer la agenda política. Sin embargo, es precisamente en coyunturas como ésta cuando la polarización se convierte en un obstáculo insalvable para el diálogo y el acuerdo entre los distintos sectores de la población.

En todos lados se cuecen habas. Eso ha sucedido también en Estados Unidos desde la llegada del Presidente Obama al poder y la radicalización republicana a la derecha. Los dilemas que enfrenta el sistema democrático en ese país son iguales o más graves que los nuestros: la toma de decisiones ha transitado de manos del pueblo a las de los multimillonarios que financian las campañas.

En un interesante artículo que publicó hace unas semanas el New York Times (Drew Westen, "How to Get Our Citizens Actually United"), el autor apuntaba que la cuestión central que debe responder un aspirante a una candidatura para obtenerla es cuánto dinero puede conseguir. Lo que los grupos que pretenden una devolución del poder, de empresas, bancos y millonarios que dominan hoy por hoy las campañas en Estados Unidos a los ciudadanos, se preguntan es cómo hacerlo. La respuesta -dejar que los votantes decidan cuánto financiamiento recibe cada candidato y de quién- es fácil de formular, pero muy difícil de llevar a la práctica.

No sólo se trata de vencer a los poderosos intereses que inciden en el funcionamiento de la democracia, sino de multiplicar el número de ciudadanos que adopten las iniciativas de los grupos de interés que desean un cambio en las reglas de financiamiento de las campañas. Consolidar las demandas de una buena parte de la ciudadanía y obligar a los políticos a cumplirlas. Por ejemplo, a través de la firma de pactos que intercambien votos por la promesa de que el candidato en cuestión apoyará en el Legislativo una iniciativa de ley para promover elecciones justas.

Enumerar las ventajas que tienen esos grupos estadounidenses sobre quienes desearíamos ver nacer una sociedad civil en México que apoyara una agenda de reformas políticas y económicas ocuparía varias planas en Grupo REFORMA. Aún en crisis, la economía estadounidense es la más poderosa del mundo; con todos sus problemas, Estados Unidos goza de una democracia bastante ejemplar y reina en el país el Estado de Derecho. Y en esta campaña no participa un candidato como López Obrador, dispuesto a romper cualquier pacto, a vulnerar a la institución que se le ponga enfrente y a imponer sus propias demandas sobre las de todos los electores, incluyendo las de quienes votaron por él.

Para encontrar un lenguaje común, poner los cimientos de una sociedad civil y de una cultura política que busque el consenso y no la confrontación, habría que encontrar precisamente las demandas del electorado perredista que las denuncias de AMLO han deformado, y las coincidencias entre ellas y las de la inmensa mayoría que no votó por él.

Una tarea por demás difícil, porque los descontentos corean consignas contradictorias. Quieren una democracia "equitativa", pero desconocen los resultados de las elecciones y los fallos de las instituciones del País; los 132 demandan una reforma educativa, pero marchan de la mano del CNTE; han sitiado Televisa para protestar por la concentración del poder mediático y la existencia de oligopolios y monopolios, pero apoyan al SME; buscan reducir los índices de pobreza, que depende en gran parte de un crecimiento económico más alto, pero están en contra de las reformas que promuevan el desarrollo y la modernización económica; se movilizan a través de las redes sociales, pero en lugar de usarlas como un puente para emprender un diálogo tolerante con quienes no piensan como ellos, recurren a la violencia verbal, al insulto y a la descalificación. Así es imposible encontrar un lenguaje común y romper desde la base de la sociedad la parálisis política que vive el País.
 
Isabel Turrent

domingo, julio 22, 2012

 

Concordia o discordia

A principio de 1994, en otra hora difícil de México, releí el ensayo "Del Imperio Romano", de José Ortega y Gasset. Sus reflexiones en torno a la Concordia -tema central del mundo clásico, de Aristóteles a Cicerón- me parecían contemporáneas:

"La concordia... cimiento último de toda sociedad estable, presupone que en la colectividad hay una creencia firme y común, incuestionable y prácticamente incuestionada, sobre quién debe mandar... Cuando esa realidad, única cosa que disciplina y limita a los hombres... se desvanece... quedan sólo las pasiones en el ámbito social. El hueco de la fe tiene que ser llenado con el gas del apasionamiento".

Habíamos perdido la Concordia, "el mejor y más apretado vínculo de todo Estado" (Cicerón). Y habíamos entrado en la zona minada de la discordia, la profunda disensión que en Roma llevó a la guerra civil. El viejo sistema político mexicano había perdido legitimidad y se resistía a morir. A los pocos días estalló el levantamiento zapatista y más tarde el magnicidio de Luis Donaldo Colosio, las turbulentas elecciones, el asesinato de Ruiz Massieu, el error de diciembre. A principios de 1995, un sector mayoritario de la clase política (incluido el Presidente Zedillo) extrajo por fin la conclusión que debía haber sacado al menos una década antes: la única manera de construir la Concordia era abrir paso a la democracia mediante la plena autonomía del IFE y el respeto al voto.

El País transitó por esa vía a partir de 1997. Tras las elecciones intermedias de ese año, el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados y Cuauhtémoc Cárdenas llegó al Gobierno del DF. Tres años más tarde la alternancia alcanzó al Poder Ejecutivo. En un gesto histórico, el Gobierno de Fox, decepcionante en tantos sentidos, distendió el conflicto en Chiapas e invitó a los zapatistas a la capital. Parecía que, en efecto, México había resuelto su transición democrática en un marco de Concordia basado en una premisa universalmente asumida: debe gobernar quien obtenga la mayoría de votos.

Muy temprano en el sexenio tomó fuerza la precandidatura de Andrés Manuel López Obrador. Su estilo personal de acaudillar, sus frecuentes apariciones en los medios, el espinoso tema del desafuero fueron construyendo un liderazgo nacional. Los mexicanos discutiremos hasta el fin de los tiempos sobre la existencia o no del "fraude" sobre el cual AMLO edificaría su posterior estrategia política. En lo personal, siguiendo estudios de analistas respetables afines al propio líder, creo que no lo hubo. Al declararse Presidente legítimo, López Obrador impidió que la colectividad recobrara la "creencia firme y común, incuestionable y prácticamente incuestionada, sobre quién debe mandar". México dijo adiós a la Concordia.

Pasaron seis años. Algunos quisieron (quisimos) ver en su "República Amorosa" un llamado a restablecer la Concordia. (Por mi parte, hice el encomio público de su vocación social y anuncié que consideraría votar por él). Su actitud, ahora sabemos, fue una sagaz estrategia de campaña para atraer a la clase media. La medida funcionó, pero no logró revertir la imagen disruptiva del conflicto postelectoral de 2006.

El notable desempeño de la izquierda en las recientes elecciones abrió una nueva oportunidad para la Concordia. Pero López Obrador decidió inconformarse con los resultados y, haciendo uso de sus derechos, ha pedido la nulidad e invalidez de la elección presidencial. Muchos mexicanos concuerdan con sus argumentos sobre la inequidad fundamental de la elección, otros no. La última palabra la tendrá el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

Cualquiera que sea la decisión, en el instante mismo de conocerla debemos recobrar la Concordia, es decir, el acuerdo sobre quién -lo repudiemos o no- tiene el legítimo derecho de ocupar por los próximos seis años el Poder Ejecutivo. He dicho repetidamente que no celebro la victoria del PRI, pero mi crítica a ese partido (que comenzó en el 68, ha sido continua y lo será en el futuro) no me llevará, en su caso, a negar la legalidad de su triunfo. Por las mismas razones, no negaré la victoria jurídica de López Obrador si el Tribunal se la concede.

La Concordia -es importante subrayarlo- no significa armonía. No podemos ser una sociedad armónica cuando hay tantas cosas deplorables en nuestra vida política: la corrupción y el despilfarro de los gobiernos estatales del PRI, el dominio inadmisible sobre bienes y servicios públicos por parte de los grandes sindicatos, la persistencia de grandes monopolios privados y públicos, la opaca relación entre el poder y los medios, las lagunas en la legislación electoral. Pero los cambios en todos estos ámbitos deben propiciarse en el marco de nuestras leyes, libertades e instituciones. Y respetando, en todos los niveles del poder público, la voluntad del ciudadano expresada en el voto.

Si el veredicto del Tribunal es adverso a López Obrador y éste vuelve a repudiarlo, introducirá la discordia permanente. El hecho inmenso del 1 de julio son los 50 millones de votantes. No menos significativo es que el voto adverso a López Obrador (33 millones) duplica el voto favorable (15.9 millones). No hay duda de que un gran sector del pueblo está con él. Pero no es mayoritario. Y en una democracia -con respeto pleno a las libertades de las minorías- las mayorías mandan. Éste es el sustento fundamental de la Concordia.

Sería justo conmemorar el 22 de febrero, centenario del sacrificio de Madero, en un estado de Concordia.
 
Enrique Krauze

miércoles, julio 18, 2012

 

Periodismo colonizante y política etnocentrista

"Dejen la manía de hacer periodismo colonizante": siete palabras espejo de la izquierda autárquica. "Mejor hagan la autocrítica por su responsabilidad en el desastre de España": 12 palabras con las que el tuitero intenta transferir responsabilidades macroeconómicas al grupo de periodistas que elaboran el periódico El País.

El pasado domingo el líder de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, escogió la plataforma Twitter para responder a la editorial del periódico español El País titulada "Obrador es un lastre". Del título, la editorial deriva algunas ideas, como por ejemplo: "Para los correligionarios de López Obrador parece llegado el momento de preguntarse si les conviene como líder un hombre dos veces derrotado, con tendencia al victimismo conspiratorio y cuyo estilo abrasivo y anquilosado le ha enajenado una parte de su voto natural".

Entre los tolerantes, la editorial de El País referente a López Obrador sería una más de las millones de opiniones que se pueden pescar en Twitter, Google y Facebook, entre miles de medios. Sin embargo, la reacción inmediata de López Obrador lo dibujó como un personaje con rasgos etnocéntricos.

¿Qué es el periodismo colonizante? La expresión ubica, a quien pronuncia la frase, en los tiempos donde las fronteras fueron los protagonistas del odio. El periodismo en el siglo XXI es fuente global de conocimiento. Cada quien lee el periódico que mejor embona al molde ideológico que poseemos. La pluralidad demandaría un esfuerzo extra para conocer el espectro total en la oferta de noticias; sólo los fanáticos critican a los periódicos que no leen simplemente porque no embona con su pensamiento.

En el siglo XVIII, Diderot fue encarcelado por publicar la Encyclopédie. La época castigaba a quien pusiera en duda a la ley divina. La razón era descendiente del diablo. 17 volúmenes, 18,000 páginas y más de 20 millones de palabras se convirtieron en una de las más importantes contribuciones del conocimiento universal. ¿Alguien pude concebir hoy a la Encyclopédie como una arma colonizadora demencial? No comparo a un periódico con una enciclopedia. Lo que los une es su naturaleza de información.

El vocabulario es la expresión estética que mejor revela al conocimiento de un individuo. Después de que leemos un libro o una revista, nuestro cerebro es "perforado" por la experiencia del conocimiento. Si después de unos minutos la imagen se evapora, es posible que el peso cualitativo de la información haya sido inexistente y esa "perforación" desparezca. Hoy en día, en el siglo de la información, al colonialismo cultural se le debe de asociar con las sectas.

Durante el segundo debate, López Obrador dedicó dos de los siete minutos disponibles a hablar sobre su propuesta de política exterior. Es probable que el auditorio en general no se haya percatado de tan lamentable situación, debido a que la estela fonética de la propuesta de Gabriel Quadri (con su Tratado de Libre Comercio con China) permaneció durante todo el debate.

Las palabras no usan pasaportes y mucho menos visas; forman parte del patrimonio de la inteligencia humana. Que un periódico como El País le dedique una editorial a un candidato presidencial no tendría que ser considerado como acción colonizadora.

Para nadie es extraño que El País tiene su agenda (eufemismo que implica intereses económicos) como la tienen la mayoría de los periódicos incluyendo a La Jornada. (Mi tesis de maestría la dediqué a La Guerra Digital en España que ocurrió en 1996 entre el Grupo Prisa [El País] y el gobierno de José María Aznar, donde las repercusiones del pleito trastocaron el código deontológico del periódico El País).

No nos asustemos. Las sectas también son negocio.

 

Por Fausto Pretelin @faustopretelin


lunes, julio 09, 2012

 

(AMLO) Desvergüenza y desmemoria

Parecíamos haber tocado fondo con el previsible regreso al 2006. Pero nos faltaba lo peor: Manuel Bartlett hablando contra el fraude y la imposición en 2012. En 1988, las elecciones las organizaba la Secretaría de Gobernación, por entonces a cargo de Bartlett, quien urdió el fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas y su Frente Democrático.

Ante la palmaria ignorancia del Quién es Quién, es fácil envenenar jóvenes con odio a base de las más estrafalarias mentiras, como esa, de carcajada al suelo, de que el PRD nunca ha comprado votos… ¿Me oístes Padierna? ¿Batres? La inoculación del odio asomó, torva, en una pancarta de los YoSoy132 que rogaba por un nuevo Mario Aburto, el asesino de Colosio, candidato del PRI en 1994. López no se atreve porque acabaría en la cárcel, pero lo siembra.

La jauría. Ya golpearon el auto donde iba el presidente del IFE. ¿Eran estudiantes de la Ibero o ya los rebasó el lumpen que ha hecho el trabajo sucio al PRI y ahora lo hace para el PRD? ¿Esperaremos a tener un herido grave porque sus opiniones no gustan a la República del Amor? Ya fabricaron una definición circular: Peña no puede ganar sino por imposición y "Si hay imposición habrá revolución". El primero en tomarles la palabra fue el EPR… No, no saben qué es. Búsquenlo en Wiki. Y el EPR sí mata, sobre todo a gente de izquierda porque es más fácil.

El perdedor ya no acusó a sus observadores (dijo tener cinco millones) de haberse vendido como hizo en 2006. En 2012 diagnostica al 70 por ciento que no votó por él de estar enfermo de masoquismo (en Tercer Grado: No votar por mí será un acto de masoquismo). O de ser un pueblo, el mexicano, con 70 por ciento de corruptos. O de títeres manipulados a voluntad por "los de arriba" usando los medios electrónicos y escritos. El pueblo, para López Obrador, es un monigote de plastilina al que se le da forma desde la tele y los diarios vendidos al enemigo (todos, excepto uno). El pueblo no piensa, no razona, o se vende por obsequios, (pero tiene 90 millones de celulares: Mercadotecnia Digital). Es la postura más despectiva contra el pueblo de México.

Quien se definió a sí mismo en Televisa como apóstol tiene por costumbre no enterarse de nada:

Que a su nombre pasaron charola a un grupo de industriales porque hacían falta 6 millones de dólares para ganar la campaña de AMLO. Ni lo ordenó ni lo supo ni está de acuerdo. Que durante su gobierno subió 740 por ciento el narcomenudeo en el DF… No se enteró.

De Bejarano, Ponce y compañía tampoco supo. Y tampoco de que hubiera ocurrido algo el 2 de octubre y el 10 de junio: fue y llenó su hoja de afiliación al PRI. En el mismo programa de Televisa donde se declaró apóstol, intentó una timorata disculpa: él era muy joven y estaba en prepa. Es que tampoco supo que fueron adolescentes de la prepa 1 de la UNAM y de vocacionales del Poli quienes comenzaron la rebelión contra las acciones de la policía en 1968.

Cuando el nivel de agresión suba, la respuesta de AMLO ya la sabemos: con el pueblo no debe uno meterse. No dará la orden, pero "el pueblo se cansa de tanta pinche transa"… Así será cuando los fieles de su iglesia cometan un crimen contra alguien previamente descalificado, un vendido al complot de la mafia del poder. Él sólo ha predicado amor y se ha limitado a presentar denuncias de pre-fraude ante las instituciones correspondientes.

Con sonrisita torcida estilo "ésta no se la esperaban, weyes", con retobo de adolescente malcriado, con soberbio desprecio al millón de ciudadanos que pasaron todo el día atendiendo las casillas de votación, algunos meándose porque no había baño, Dr. StrangeAMLove exigió nuevo recuento voto por voto. Se le cumplió la exigencia… y subió otro poco Peña Nieto. Conclusión: AMLO es el mejor aliado del PRI, su partido desde joven.

La UNAM certificó que el Programa de Resultados Preliminares (PREP) "es transparente y confiable". El rector José Narro recalcó: "En la auditoría realizada no se encontró ninguna forma de manipular, de transformar, de cambiar, ese resultado". No se detectó "ningún mecanismo informático, cibernético o electrónico que modifique la voluntad expresada en las urnas, la voluntad reflejada en las actas, ninguna, absolutamente ninguna". El recuento voto por voto lo confirmó, el re-recuento también.

Pero es que ahora se hizo pre-fraude, dice quien lleva 12 años en campaña en base a fondos nunca transparentados y de procedencia oscura.

 

Luis González de Alba

www.luisgonzalezdealba.com


 

¿Dónde estaban?

Y todos esos que marchan y protestan exigiendo más democracia, contiendas más equitativas, ¿Dónde estaban cuando el PRI y el PRD rasuraron la Reforma Política que propuso Felipe Calderón y que incluía la segunda vuelta electoral, reelección de legisladores y alcaldes, así como otras medidas que hubiesen reducido el poder las cúpulas partidistas, que habrían reducido el poder de la partidocracia?
 
Deberían reencauzar su protesta para exigir esos cambios a las leyes electorales y evitar que el dispendio y compra de voluntades se repita en el 2015 y 2018. ¿Por qué no marchan para exigir que los partidos políticos ya no reciban ni un peso del Erario? Que sean los militantes y simpatizantes de los partidos quienes los mantengan.
 
@danygates

domingo, julio 08, 2012

 

Degradación de la palabra (redes sociales)

"There is no arguing with a mood". Bertrand Russell

El ciberespacio mexicano ha contraído un virus: Alejandro Rossi lo llamó "corrupción semántica". La indignación política se desfoga en una violencia verbal incompatible con los instrumentos propios de la racionalidad: la argumentación, la fundamentación, la persuasión, la coherencia, la claridad. En espera de que un filósofo del lenguaje estudie el fenómeno, intento una tipología provisional.

La variante más sencilla y común es el insulto. También es la más pobre, patética e inofensiva, porque revela la impotencia del emisor (y doble impotencia, por tratarse en general de emisores anónimos). A la misma familia corresponden la descalificación y la agresión racista. Ni siquiera necesitan 140 caracteres. Pertenecen al mundo gástrico, no al mental. Se escriben con bilis.

En la siguiente escala está el comentario maniqueo que, por definición, coloca al emisor en el papel del "bueno" y a su víctima cibernética en el papel del "malo". Este cibernauta binario no distingue matices ni colores: es daltónico. Supongo que el origen de esta distorsión es religioso, pero en su variante geométrica proviene de la Revolución Francesa: ésta es la izquierda que salva y se salva, ésta es la derecha condenada al infierno. Y la "derecha" es un costal en el que caben todos: conservadores, liberales, socialdemócratas.

Emparentada con la anterior está la pomposa manía inquisitorial: el cibernauta que se erige en Juez del Tribunal de la Santa Inquisición (o en Comité de Salud Pública, que es lo mismo) para condenar a la hoguera (la guillotina) a quienes no piensan como él. Quienes practican (o, más bien, padecen) este mal, incurren en una petición de principio: parten de una autoproclamada superioridad moral.

Una variedad más compleja y generalizada está expresada en una frase de Lenin: "No pregunte si una cosa es verdadera o no; pregunte sólo: ¿verdadera o no para quién?". Según esto, nadie piensa de manera autónoma, sino siempre en función de intereses materiales. Pero si todo pensamiento está determinado por una adscripción social o económica, no existe el azar, la libertad, la verdad objetiva, las leyes científicas. Se trata de un pensamiento contradictorio porque la perentoria frase de Lenin implica la afirmación de una verdad no relativa. ¿Desde dónde emiten esa Verdad sus detentadores? Desde una supuesta "representación" del pueblo oprimido. Lo cual recuerda la sentencia de Groucho Marx: "El poder para el pueblo significa el poder para los que gritan el poder para el pueblo".

Quizá la más maligna variante del virus (muy esparcida) es la teoría de la conspiración. Todo lo que ocurre es obra de un complot tenebrosamente urdido por las fuerzas del "no pueblo" contra el pueblo. Ese pensamiento gaseoso tiene un efecto alucinógeno: hace creer a quien lo inhala que "él es clarividente", que "él sí sabe cómo está la cosa", y que por tanto no necesita descubrir pruebas empíricas, descender a los casos concretos. Transmitido por maestros con aureola de taumaturgos, el virus conspiratorio hace presa fácil de los jóvenes, pero tiene adictos en todas las edades.

Y queda la simple y llana mentira, la falsificación que repetida una y otra vez toma fuerza propia. Es la propaganda, y sobre ella Leszek Kolakowski contaba esta parábola: "Dos niñas corren en un parque. La que va detrás grita desaforadamente: ¡Voy ganando!, ¡Voy ganando! De pronto, la de adelante abandona la carrera y se refugia en los brazos de su madre, sollozando: 'no puedo con ella, mamá, siempre me gana'".

Hay especies que cubren el ciberespacio que no deben confundirse con el virus de la corrupción semántica. Me refiero a la denuncia y al repudio, sobre todo si tienen fundamento y son expuestas con seriedad y elemental civilidad. Pero una cosa es indignarse y otra es lanzar una ráfaga asesina disfrazada de "argumentación". El ciberespacio es una efímera ciudad de palabras e imágenes, una plaza sin leyes ni convenciones, una comunidad anárquica que poco a poco debe irse autorregulando. De no hacerlo, corre el riesgo de vaciarse: de contenido, de visitantes, de interés.

Su mayor peligro es la degradación de la palabra pública bajo el factor aglutinante del odio. Odio personal, odio de clase, odio ideológico, odio racial, odio teológico. El odio al otro, a lo otro, a quien piensa distinto. Por fortuna, el odio no ocupa -ni siquiera ahora- la totalidad del ciberespacio, cuya naturaleza sigue siendo la de una vertiginosa e igualitaria conversación. La gente entra a Twitter -me consta- con ganas de saber, de dialogar y hacer contacto con otra persona. Es un antídoto contra la soledad, un café virtual, una cantina divertida y loca. Pero en un rincón de esa cantina hay unos sicarios con pistolas verbales. Y uno se pregunta cuándo las desfundarán, no en el ciberespacio, sino en el espacio.
 
Enrique Krauze
 
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En todos lados hay gente como la que describe Krauze, pero en donde yo he visto más cantidad de personas con ese comportamiento es en los seguidores de AMLO, empezando por él mismo. Él pidió durante la campaña que la gente aceptara todo lo que el PRI le diera, pero que votara libremente. Los excesos en gastos del PRI se sabían por todos antes de la elección, y él quiso continuar con el proceso y hasta firmó el pacto de civilidad. Y, finalmente, la compra de votos, de conciencias, la practican todos los partidos, incluyendo los que apoyaron a AMLO. ¿Con qué autoridad moral ahora quieren descalificar el cochinero en el que ellos mismos participaron?
 
Por eso AMLO y sus seguidores eran y son un peligro para México, pues su soberbia moral los acerca o pone en el fascismo. Si no votaste por AMLO, si votaste por el PAN, PRI, PANAL o anulaste el voto, eres un "traidor a la patria". ¿Se los imaginan en el poder con esa actitud? Como bien dice Krauze, si no eres de izquierda, si no estas con ellos, eres de derecha, y ahí meten a todos: conservadores, liberales, socialdemócratas, etc. Eso es fascismo.  

sábado, julio 07, 2012

 

Instantáneas (AMLO y los marcelistas)

La mayoría de las encuestas falló por un margen considerable. La diferencia de 14 ó 15 puntos entre el puntero y el segundo lugar, que algunas registraron en los días previos a la elección, se transformó en 6.62 por ciento en el cómputo definitivo. (Las que más se acercaron a la realidad fueron las de Grupo REFORMA y Covarrubias & Asociados). Nos deben, pues, una explicación.

2. Contra la expectativa que tenían los priistas, la Presidencia de Peña Nieto no tendrá mayoría en el Congreso. Su margen de maniobra será el mismo que tuvieron Zedillo -en la segunda mitad de su sexenio-, Vicente Fox y Felipe Calderón. El riesgo de un entrampamiento en las reformas e iniciativas de gobierno será muy alto. Era contra eso y por eso que Fox llamó a cerrar filas tras el candidato puntero. Ya no fue el caso.

3. La otra gran sorpresa la dio López Obrador. Arrancó tercero en la contienda, con un índice de negativos muy alto, para terminar en segundo lugar. Además de que el PRD arrasó en la Ciudad de México. La explicación de este éxito es compleja. Menciono dos datos: uno, Miguel Mancera jaló para arriba a López Obrador. Dos, Josefina Vázquez Mota se equivocó en la estrategia. Pero sea de ello lo que fuera, el hecho es que AMLO resucitó.

4. La candidata de Acción Nacional enfrentaba desde el inicio un escenario complicado: 12 años de gobierno, la violencia asociada a la guerra al narcotráfico y la crisis del 2008, que sigue impactando a la economía mexicana. Pero aun así, a finales de marzo Vázquez Mota arrancó en segundo lugar con alrededor de 30 por ciento de intenciones de voto y a buena distancia de López Obrador. Todo eso se perdió en los tres meses de campaña. La estrategia de confrontación bajó las intenciones de voto por Peña Nieto, pero también por Vázquez Mota, y fue López Obrador quien las capitalizó. ¡Bingo!

5. El temple y convicción de un demócrata se prueba en la derrota. Josefina Vázquez Mota reaccionó muy bien el domingo por la noche. No titubeó. Si bien su discurso pudo haber sido más corto y preciso. Otro tanto ocurrió con el Presidente de la República. Su mensaje fue directo al grano y afirmó una cosa fundamental y elemental: en democracia no se gana ni se pierde para siempre. Así que lo dicho, en México sólo el PRI y el PAN saben reconocer cuando pierden y actúan en consecuencia.

6. La negativa de López Obrador a reconocer la derrota era y es la crónica de un conflicto anunciado. Lo proclamó voz en cuello en las semanas previas con todas sus letras: primero me harán la guerra sucia y después vendrá el fraude electoral. La firma del pacto de civilidad en el IFE el jueves 28 de junio fue una simple artimaña. Se atuvo al consejo de sus asesores: no alejes a los ciudadanos con el fantasma de un conflicto poselectoral. La estrategia funcionó porque la gente le creyó y porque sus adversarios no remacharon suficientemente el punto.

7. La incapacidad de AMLO de reconocer la derrota tiene un elemento patológico manifiesto. Su forma de pensar y codificar la realidad se funda en una especie de silogismo. Premisa mayor: el pueblo es uno, bueno y mayoritario. Premisa menor: yo soy el representante único y verdadero del pueblo. Conclusión: el pueblo no vota contra sí mismo, soy invencible e indestructible. Y, obviamente, el corolario: la derrota sólo puede ser obra de un fraude electoral, es decir, de un complot de la mafia que oprime al pueblo.

8. Pero a ese componente patológico se añade un cálculo estrictamente racional. La denuncia del fraude y la polarización le sirven para afianzar su liderazgo y galvanizar al movimiento. Porque todo termina por reducirse a o estás conmigo o estás contra mí. No hay medias tintas ni espacio para la crítica y la reflexión. Las elecciones no se pierden porque se cometan errores, sino por efecto de un complot de los de arriba. Y a estas alturas del partido, el objetivo es aún más preciso: AMLO ya está inscrito en la boleta para el 2018. Así que no se va a ir a su finca ("La Chingada"), sino continuará su apostolado hasta ser de nuevo candidato.

9. Esto plantea un escenario complejo y difícil para Marcelo Ebrard. Su cálculo a finales del 2005, cuando aceptó la postulación de López Obrador, fue muy simple: no es la hora de estirar la cuerda. Porque si no cedo y amarro la candidatura del PRD, AMLO se lanzará por Movimiento Ciudadano y PT, con la consecuente división de la izquierda que terminará en derrota. Así que habrá que esperar seis años. Si AMLO gana, seré el candidato en el 2018. Pero si pierde, también lo seré porque será evidente que habrá llegado la hora de un nuevo liderazgo.

10. Y pues no. AMLO ni se retira ni se retirará. Peleará la candidatura, pero sobre todo consolidará su liderazgo y no permitirá que nadie lo desafíe ni compita contra él. Entre sus haberes están los 15 y medio millones de votos y el hecho de que entre los perredistas, ahora ultrajados por un "nuevo fraude", sigue y seguirá siendo el líder más popular. Porque, como afirmó Manuel Camacho, la gesta de López Obrador en el 2012 puede leerse, desde ya, como una victoria.

11. La incógnita es si AMLO respetará, al final, el fallo del Tribunal Electoral. Hay una corriente que le pide y exige que así lo haga. Graco Ramírez, ahora Gobernador electo de Morelos, la encabeza. Pero también están los duros y el propio López Obrador que se muestra ambiguo: un día dice que sí y al otro que no. La respuesta la conoceremos a principios de agosto cuando falle el Trife. Pero pase lo que pase, López Obrador no entregará la estafeta y continuará su apostolado.

Larga y eterna vida para San Andrés. ¿Entendieron, marcelistas?
 
Jaime Sánchez Susarrey

jueves, julio 05, 2012

 

Resaca electoral

Pues ya pasaron las elecciones y todo se está cumpliendo al pie de la letra. Como lo vaticinaron todas las encuestas Enrique Peña Nieto (EPN) ganó la elección y Andrés Manuel López Obrador (AMLO) gritó "fraude" y no reconoce el resultado. El PAN cayó hasta el tercer lugar siendo su peor resultado en los últimos 12 años. Como todos ustedes saben yo voté por Josefina Vázquez Mota (JVM) e hice campaña en contra de EPN y AMLO que desde mi punto de vista representaban casi lo mismo: uno al PRI corrupto de los 90's y el otro al PRI populista, mercantilista, de los 70's.

Muchos creyeron que pasadas las elecciones ya se iba a terminar la pasión de las campañas y que se acabaría el ruido electoral. Pero como también lo predije, la grilla sigue pues para un sector importante de la población, aproximadamente un tercio, hubo fraude y no reconocerán su derrota. Falta mucha madurez en la mayoría de la sociedad mexicana. El mexicano en lo general quiere derechos pero no obligaciones. No sabe perder, y si pierde quiere arrebatar. Es más fácil creer en complots y que el mundo está en su contra que reconocer los problemas y deficiencias propias. Es simplemente irresponsable.

Se asegura que el PRI compró y acarreo votos. Yo si lo creo. Siempre lo ha hecho, eso no es novedad en el PRI. Pero también lo hicieron el PAN, PANAL y PRD-PT-MC. ¿Con qué autoridad moral se erigen para pedir la anulación de la elección? Pero la incongruencia no queda ahí. Aseguran que el fraude fue por compra de votos, ¿entonces para que piden el conteo de todos los votos de la elección, que se abran todos los paquetes electorales? Si el fraude fue con la compra de votos abriendo paquetes y contándolos no mostrará el fraude. ¿Cómo se sabrá en una boleta si fue voto válido o comprado? ¿Y cómo se separarán los comprados por el PRI, de los que compró el PAN, PANAL y PRD-PT-MC?

AMLO lo sabe, pero también sabe que la Ley electoral es muy clara y que si no se cumplen los requisitos legales (como diferencia menor al 1%, irregularidades aritméticas en el llenado del acta, o impugnaciones de los representantes de partido en la casilla, entre otras) no se abrirán los paquetes. Pero él pide que se abran todos y ni siquiera pudo tener representantes en el 100% de casillas y donde los tuvo no impugnaron el acta en todos los casos. ¿Por qué lo hace? Porque sabe que, si no se abren todos los paquetes y se cuenta voto por voto, él podrá seguir gritando "fraude" por siempre, como lo hizo en el 2006. Con ello mantendrá fiel a su grey de seguidores fanatizados que lo seguirán manteniendo por otros 6 años.

Y si en dado caso se abrieran los paquetes sin cumplir con lo que indica la Ley, automáticamente esas casillas quedarían nulas, forzando a una nueva elección. De ese modo AMLO gana en cualquiera de los 2 escenarios. Por eso insiste ahora en el reconteo al 100% de todos los votos, pues es como alimenta el fervor de sus seguidores y mancha el resultado. Él necesita mantener su "movimiento" con aire, activo, para seguir lucrando políticamente, como lo ha hecho en toda su carrera política.

Definitivamente se tiene que limpiar la elección y aclarar todas las impugnaciones, todo el cochinero, que todos los partidos se han hecho entre si. Y he aquí el meollo del asunto: en esta partidocracia que tenemos hasta el más chimuelo masca riel. Yo sé que el PRI es el que más recursos tiene para comprar y acarrear votos. Tuvo a su disposición la mayoría de los Erarios estatales donde los gobernadores son reyezuelos que se manejan con completa impunidad, sin transparencia. Sabemos, por ejemplo, como el PRI en Nuevo León ordeñó a Metrorrey con total impunidad. También repartieron despensas y regalos en todas las colonias populares. En Tamaulipas, tengo información de primera mano, el PRI estuvo regalando despensas y materiales para construcción en las zonas rurales sin que nadie les pusiera un alto. Sin embargo, tanto en Nuevo León como en Tamaulipas EPN no ganó la elección, ganó JVM. ¿Qué pasó?

Sin lugar a dudas la compra de votos si influye en el resultado, pero no es determinante. Y no lo es por 2 razones: la primera, que todos los partidos lo hacen en mayor o menor medida, contrarrestan en buena parte los efectos. Y segunda, que creo que es la más importante, una proporción muy alta de la gente que acepta dinero y dádivas ya aprendió a disfrutarlas pero votar por quien se les pega la gana, como quedó demostrado en Nuevo León y Tamaulipas. De hecho cada vez más gente hace voto dividido, es decir, que para presidente por un partido, para legisladores por otro, y para autoridades locales por otro.

Estuve como observador electoral en una casilla y pude constatar que los votos nulos para legisladores, específicamente para senadores, fueron mucho mayores que para presidente. Creo que el correo electrónico que circuló durante meses haciendo el llamado a anular el voto para senadores, supuestamente para que dejara de existir esa cámara (lo cual es falso), tuvo buen eco en alrededor de un 5% de la población. Independientemente de que la información sea errónea, esto nos indica que cada vez la ciudadanía mexicana si razona, medita, su voto. Quizá los razonamientos sean equivocados para algunos, pero cada vez es más la proporción de gente que medita su voto.

Por estas razones, ¿qué tan menos válido es un voto de una persona que votó por el EPN a cambio de $500 o $1000 pesos que el que votó por AMLO a cambio de la promesa de bajar el precio de la gasolina y de la energía eléctrica? La única diferencia es de tiempo. El votante de EPN recibió el beneficio de manera inmediata aunque pequeño. El votante de AMLO lo hizo por fe, pero al final de cuentas esperaba un beneficio económico en lo individual, ¿no? Y eso es lo que todos hicimos, todos votamos esperando un beneficio individual de algún tipo. Algunos lo hicimos buscando que siga la estabilidad económica que nos ha beneficiado en los últimos 15 años, además de que queríamos que sigan las Fuerzas Armadas patrullando las calles y carreteras del país. Otros lo hicieron por $500 pesos en una tarjeta de Soriana que iban a hacer efectiva inmediatamente. Otros lo hicieron buscando un papá gobierno benefactor que baje los precios de la gasolina, luz, alimentos, etc. Todos los votos individuales son egoístas en principio. Podrán tener razones equivocadas, pero para cada quien fueron válidas.

Definitivamente comprar votos es un delito electoral y está penado por Ley. Prometer cosas imposibles no es delito. Pero moralmente ambos tienen el mismo fundamento negativo. Si el PRI rebasó los topes de campaña que se investiguen todas las denuncias que ya han interpuesto PAN y PRD y que se llegue a las últimas consecuencias. De igual forma que se investiguen los supuestos financiamientos ilícitos que recibió AMLO vía su organización MORENA, que por cierto nunca entregó la información de quienes son los que has sostenido su movimiento por 6 años.

Y ese es otro tema. AMLO y sus seguidores dicen que hubo fraude porque fue sumamente inequitativa la elección, por todo el dinero y apoyo de las televisoras que recibió EPN. Y tiene razón, si fue inequitativa, pero en contra de Quadri y de JVM, quienes empezaron las campañas con el menor conocimiento entre los electores. AMLO lleva en campaña casi 12 años si se toma en cuenta su campaña para jefe de gobierno del DF en el 2000 (que tuvo cobertura nacional), luego 5 años al frente del GDF en los que tuvo conferencias mañaneras diarias que llegaron a todo el país vía las televisoras que hoy acusa de apoyar a otro. Después la campaña del 2006 donde él llevó la delantera y perdió por sus propios errores, por su soberbia. Le siguió todo el conflicto post-electoral y su campaña de 6 años en los que recorrió todo el país y hasta se ufanó de que visitó todos y cada uno de los municipios de la República. ¿Cuánto dinero se gastó en todo ese tiempo? ¿A cuántos votos equivale todo ese trabajo previo a las campañas oficiales?

Claro que EPN tuvo ventaja también, con una campaña de 6 años apoyada por Televisa cubriendo todo su mandado como gobernador del estado más poblado del país. De tal forma que al inicio de la campaña tanto EPN como AMLO tenían casi un 100% de conocimiento entre el público. Mientras que JVM no llegaba al 50% y Quadri ni el 5%. Así que AMLO no tiene la calidad moral para decir que la campaña fue inequitativa cuando él ya era conocido por casi toda la gente. El problema es que él tenía la mayor cantidad de votos negativos, opinión de rechazo, ante el electorado. Y eso él se lo ganó a pulso con su comportamiento antidemocrático del 2006, al erigirse "presidente legítimo". Todo eso ya se conocía por encuestas y aun así la izquierda lo escogió a él en lugar de Marcelo Ebrard, quien tenía más oportunidades de jalar voto útil de indecisos y ciudadanos apartidistas para evitar el regreso del PRI.

Así que si hay alguien con mayor responsabilidad en el retorno del PRI es AMLO y la izquierda, pues la ciudadanía quería un cambio después de 12 años de PAN en el gobierno, pero tampoco estaba dispuesta a un cambio radical con una opción populista, autoritaria, mercantilista, como la que AMLO propuso. La izquierda se dedicó estos 12 años a atacar al PAN, a "la derecha", socavando los logros que se tienen como la estabilidad macroeconómica, preparándole el terreno para que el PRI aprovechara la oportunidad. Se empecinaron en respaldar a AMLO, un PRIista con ideología setentera, que tiene una imagen de viejo como el "gabinetazo" que proponía, cuando pudieron refrescar toda su propuesta con una izquierda progresista y más liberal en lo económico como la que representaba Ebrard.

Esto se comprueba analizando los resultados del perfil de los votantes. El 50% de los votantes que se autodefinen como de derecha votaron por EPN y sólo un 13% por AMLO. Y el 40% de los que se definen como de centro lo hicieron por EPN mientras que un 32% por López. En mi círculo de conocidos muchos críticos del PRI dijeron estar dispuestos a votar por EPN con tal de que no ganara AMLO después de que la 2ª encuesta de El Norte/Reforma puso a sólo 2 puntos al peje de Peña. Obvio que la mayoría de mis conocidos son del norte del país, donde el 40% votó por EPN contra sólo un 25% por AMLO. El 24% dijo haber votado por un cambio. El 28% se definió como PRIísta (un voto duro altísimo), mientras que un 19% se dijo panista, un 16% perredista, y un 37% se auto definió como independiente. A pesar del movimiento #yosoy132 anti-EPN los votos de los jóvenes entre 18 y 29 años fue casi igual para AMLO y EPN, 37% y 36% respectivamente.

En resumen, la elección si es un cochinero, pero todos están embarrados de lodo. ¿Cómo anularla bajo esas condiciones? ¿Bajo qué criterio? Lo que AMLO y la izquierda deberían hacer es unirse con el PAN para lograr una reforma electoral que reduzca el efecto de la compra de votos en el resultado. Para ello debe ser una reforma liberal, con menos restricciones. Para empezar eliminar el financiamiento público a los partidos, ya vimos que no lo necesitan y que se hacen de recursos por otros lados. Eso si, reforzar la fiscalización. Que por Ley los partidos estén obligados a reportar y publicar de quien recibieron recursos en dinero o especie. Y no es necesario poner topes de campaña, como no los hay en EUA, lo que hay que hacer es poner topes a las aportaciones individuales, ya sea en especie o dinero, y que sólo personas físicas puedan aportar, personas morales (empresas) no puedan. También debería permitirse que los partidos compren sus tiempos en medios electrónicos, y que ya no usen los tiempos del Estado. La economía se acelera más cuando el dinero privado cambia de manos más rápido que cuando se aumentan los impuestos y el gobierno los reparte discrecionalmente. Y ahora si, que cada quien se rasque con sus propias uñas.

Con esas reglas simples veríamos más trasparencia y menos reclamos en las elecciones. Pero dudo que el PRD y el PAN se den un balazo en el pie y renuncien a seguir pegados a la ubre del Erario. Pero eso sería lo mejor, tanta euforia y pasión entre la población debe ser suficiente para que los partidos se sostengan con aportaciones de sus militantes y simpatizantes. Veríamos partidos con cúpulas más pequeñas, más esbeltos, y con ideología más clara y definida. Recibiendo tanto dinero del Erario los han convertido en nido de burócratas que han hecho carrera políticamente acabando con el sentido original de un partido de ciudadanos. Entre la gente que se abstuvo o anuló su voto son más del 40%, muchos más que los que votaron por EPN. La gente que no quiere seguir manteniendo a los partidos de nuestros impuestos somos mayoría. Un partido verdaderamente liberal que tenga entre sus propuestas la eliminación de las prerrogativas a los partidos tendría mucho éxito.

 

@danygates


 

Talón de Aquiles de la democracia

Las complicaciones económicas y políticas en Europa desde hace algunos años, junto con las múltiples promesas que escuchamos en nuestro reciente proceso electoral, son un buen motivo para reflexionar sobre los retos que presenta la democracia a una economía.

Por principio de cuentas, como lo dijo Winston Churchill en su discurso ante la Cámara de los Comunes en 1947, 'La democracia es la peor forma de gobierno, salvo todas las otras formas que se han probado a lo largo del tiempo'.

Una opinión parecida tuvo el político indio Jawaharlal Nehru, quien fue citado en 1961 por el diario The New York Times expresando que 'La democracia es buena. Digo esto porque los otros sistemas son peores'.

Lo anterior quiere resaltar que la democracia no es un sistema perfecto, pero ha funcionado hasta ahora como la opción menos imperfecta. De hecho, muchos países consideran un avance cuando dejan atrás otros regímenes, especialmente dictaduras, para adoptar gobiernos democráticos.

En México, el funcionamiento de la democracia ha sido más claro a partir del año 2000, con la alternancia de los partidos políticos en la Presidencia de la República, en las gubernaturas estatales y en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Pero, como lo señalaba al principio con las citas de Churchill y Nehru, la democracia no es un sistema perfecto. Entre otras, tiene una severa debilidad intrínseca que puede, en un momento determinado, conducir a la irresponsabilidad de los gobernantes y a crisis económicas futuras.

El Talón de Aquiles de la democracia tiene que ver con la necesidad de ganar el voto mayoritario, lo que lleva a los políticos que aspiran a un puesto público a prometer grandes y crecientes beneficios a la población.

De esta manera, las contiendas electorales se están convirtiendo, como lo demuestran las dificultades económicas de los países europeos, así como lo atestiguamos en México, en una competencia sobre quién ofrece más beneficios a los electores.

En nuestro caso esto se pudo apreciar en las múltiples y generosas promesas de quienes fueron los candidatos a la Presidencia, siendo las más irresponsables las del re-electo 'presidente legítimo'.

En todos lados, sin embargo, los ganadores de las elecciones tratan de cumplir concediendo algunos de los beneficios prometidos en campaña, pero eso lleva a que los nuevos candidatos a puestos de elección popular tengan que hacer ofrecimientos adicionales en la siguiente contienda electoral.

Los que los hacen, sin embargo, saben que no cuentan con los recursos para cumplirlos, pero confían que la bomba de tiempo financiera estalle cuando alguien más esté en el gobierno, por lo que continúan prometiendo todo tipo de beneficios para ganar un puesto público.

La democracia se ha convertido, así, en la nodriza del Estado benefactor, que tarde o temprano se topa con la amarga realidad de su limitada capacidad para atender satisfactoriamente las crecientes y cada vez más onerosas demandas de la población.

La limitación de recursos que tienen todas las economías, incluyendo las más avanzadas, hace que llegue un momento en que no es posible continuar en esa carrera de concesiones.

Este es el caso actual en Europa, donde particularmente los gobiernos de Grecia, Portugal y España, han tenido que frenar su gasto desordenado y aplicar un programa de ajuste económico.

Frente a ello, la población ha reaccionado negativamente y procura no sólo el mantenimiento de las concesiones ya hechas, sino que demanda nuevas. No entiende todavía que no puede seguir viviendo de prestado, así como que ahora tiene que renunciar a varias de sus 'conquistas' sociales.

Dado que las leyes económicas son, a final de cuentas, inviolables, la democracia sólo puede funcionar razonablemente bien si deja de ser el sistema generoso en que se ha convertido actualmente.

Por ello, la política española Esperanza Aguirre declaró recientemente que 'Si algo nos ha enseñado esta crisis es que lo que hemos llamado Estado de Bienestar no puede seguir creciendo indefinidamente...'.

México es todavía un país relativamente joven, pero también tiene una factura gravosa que pagar en el futuro, entre otras, por las concesiones populistas a los sindicatos de los trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social y de las empresas públicas.

Es urgente, por tanto, que corrijamos desde ya esos errores, así como que evitemos elegir políticos cuyas promesas irresponsables llevarían al caos económico, porque de no hacerlo, acabaremos corriendo la misma suerte que los europeos.

Salvador Kalifa
salvadorkalifa@prodigy.net.mx
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Hay que ir creando conciencia ciudadana de que el Estado no puede ser el gran benefactor. Tenemos que entender que "no hay lonche gratis", todo cuesta. Por eso hay que poner en evidencia a todo aquél populista, demagogo, que quiera llegar al poder prometiendo subsidios y beneficios que no podrá cumplir y si los cumple, pondría en peligro la estabilidad económica.

miércoles, julio 04, 2012

 

AMLO: liderazgo para el 2018, #132: bienvenidos a la realidad

Como Andrés Manuel López Obrador es un táctico del poder, su conferencia de prensa el lunes sirvió para puntualizar luchas:

1.- La ventaja de 3 millones 200 mil votos es difícil de remontar en los recuentos; pero de todos modos, de algo le servirá manchar el proceso.

2.- Las elecciones no fueron de santos contra mapaches, sino de operadores de votos contra operadores de votos… y ganó el PRI. Pero el PRD hizo exactamente lo mismo que el PRI, sólo que con menores resultados. En el 2006 ser revisaron urnas y en el recuento Calderón logró más votos que López Obrador.

3.- Con López Obrador no existen secretos. Al explicar en campaña las razones de la protesta del 2006, el candidato perredista adelantó vísperas: no modificar resultados ni dictámenes sino crear en la protesta un factor de cohesión para mantener a sus seguidores. El plantón en Reforma fue un factor sorpresa que le dio tiempo para amarrar alianzas. Luego vino la orden para que el PRD impidiera la toma de posesión, siguió la instrucción de no reconocer a Calderón y terminó con el circo de la toma de posesión como presidente legítimo.

4.- Ahora careció de imaginación: sus acusaciones en la conferencia de prensa del lunes pasado no llevaron a la presentación de pruebas para acomodar 3.2 millones de votos. Un nuevo plantón es imposible porque ya no lo seguirían a esa aventura. El PRD condicionó su participación al seguimiento de los canales legales porque anular la elección sería reponer las elecciones en las que el PRD desbancó al PAN como segunda fuerza política nacional y la victoria en las gubernaturas de Morelos y Tabasco logradas a pulso. Al PRD no le conviene reponer la elección.

5.- Como López Obrador se impone por lo efectista de algunas de sus protestas, la conferencia de prensa y el anuncio de impugnaciones legales fueron el indicio de que ya no hay nada qué hacer más que manchar la elección con acusaciones contra el PRI por el uso de mecanismos no legales pero con la realidad de que el PRD hizo lo mismo, sólo que sin poder movilizar más votos que el tricolor. Por tanto, la conferencia y la impugnación fueron mensajes políticos hacia el interior de la coalición PRD-PT-MC-Morena y no para la sociedad.

6.- El saldo electoral del domingo pasado fue una victoria del PRI, una derrota del PAN y un saldo más que positivo para el PRD: a pesar del costo político del plantón del 2006, de la insurrección para estallar una crisis constitucional en diciembre impidiendo la toma de posesión de Calderón y la payasada de la presidencia legítima, López Obrador perdió en el 2012 pocos votos en términos reales --descontándole el aumento del padrón-- sobre el 2006 y bajó apenas del 35.3% del 2006 a 31.6%, cuando el PAN se desplomó de 35.8% hace seis años a 25.4% el domingo pasado y el PRD disminuyó 3.7 puntos porcentuales y el PAN 10.4.

7.- Más que el primero de julio del 2012, a López Obrador le preocupa el domingo primero de julio del 2018. Cárdenas compitió tres veces por la presidencia, pero del 30% de 1988 bajó a una media de 16% en las dos siguientes; López Obrador mantuvo su tercio de votos, nada desdeñable luego de haber bajado a 20% sus tendencias a finales del año pasado. Por lo pronto, el tabasqueño ya creó su propia estructura partidista con la absorción de Convergencia, el dominio sobre el PT y su organización Morena. Estas formaciones indicarían la fragmentación de los grupos neopopulistas.

8.- Como la historia casi nunca tiene sorpresas y suele ser circular, López Obrador enfrenta un escenario que ya vivió Cárdenas cuando perdió las elecciones por tercera vez: López Obrador fue impulsado por Cárdenas como jefe de gobierno 2000-2006, desde ahí construyó su candidatura presidencial y luego desplazó a Cárdenas en el 2006. El tabasqueño impuso a Marcelo Ebrard como jefe de gobierno, éste usó el cargo para construir su candidatura presidencial, estaba listo para competir en el 2012 pero decidió "no pelearse con la historia" de liderazgo de López Obrador y le cedió el turno. Hoy Ebrard aparece como el jefe máximo del gobierno del DF para el siguiente sexenio, tiene el control del PRD en la capital del país y opera una coalición progresista a través de Manuel Camacho Solís. En el 2018 Ebrard será el caudillo de refresco del PRD como una figura mediática, mientras López Obrador seguirá estancado en sus estilos tropicales.

9.- De ahí que López Obrador esté urgido en construir una protesta contra la elección como factor de cohesión de sectores sociales inconformes con el resultado electoral. Ahí es donde apareció el movimiento de estudiantes de universidades privadas YoSoy132 como una protesta contra Peña Nieto y ahora como punta de lanza del discurso político del tabasqueño. Como López Obrador sabe que otra protesta como la del 2006 será difícil porque el PRD tendría que deslindarse de cuestionar una elección que hizo crecer al partido, entonces está pivoteando a los chavos del 132 al conflicto poselectoral con los mismos argumentos políticos del 2006.

10.- El 132 fracasó en sus resultados porque nació con el objetivo limitado de impedir la victoria del PRI. Los datos indican que el mismo número de jóvenes votó por Peña que por López Obrador. Su discurso democratizador se está enlodando con su rechazo a los resultados electorales de un proceso democrático, aunque peligrosamente en el terreno pantanoso de la violencia contestataria extremista, antidemocrática y amenazante. Ingenuamente el 132 está siendo impulsado a querer cambiar un proceso electoral que no pudo modificar en el 2006 el PRD como partido y cifras más apretadas.

11.- El 132 se enfila a la ruptura violenta, está a punto de provocar choques con la policía por su intransigencia estilo chileno, quieren su primera víctima para redinamizarse y se perfilan como los fascios del lopezobradorismo.

12.- Sólo que el escenario social del 2012 es mejor que el del 2006.



@carlosramirezh
 
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Todos sabemos que el PRI compró y acarreó votos, eso no está en duda. Lo que se critica de AMLO es que siga diciendo que él y sus partidos son limpios. Ellos hicieron lo mismo que el PRI, compraron y acarrearon. También el PAN y el PANAL. Obvio que el PRI fue el que mejor lo hizo. Pero ¿cómo exigirle cuentas al IFE, querer anular la elección cuando todos hicieron lo mismo? ¿Con qué calidad moral lo hacen? Y luego piden conteo de voto por voto, pero si el fraude fue por compra de votos y acarreo, ¿qué saldrá de contar los votos? Lo que quieren es manchar el proceso para justificar otros 6 años de su movimiento.
 
Lo que necesitamos es una reforma política que acabe con la partidocracia, pero eso no sucederá, pues los partidos no se harán harakiri acabando con los miles de millones de pesos que reciben del Erario cada año. Ya es un negocio para ellos, y AMLO y toda la izquierda forman parte de esa mafia. Así que no venga AMLO a darse baños de pureza. Eso sólo se lo creen sus fanatizados y acríticos seguidores.

domingo, julio 01, 2012

 

Saldos de la campaña

A fin de cuentas, en cualquier democracia, las elecciones giran alrededor de dos asuntos básicos: la salud económica y la defensa de las libertades democráticas. Sin ellas, es imposible que un Estado pueda cumplir sus funciones fundamentales: garantizar la seguridad de sus gobernados; redistribuir el ingreso para limar la desigualdad; abrir oportunidades a todos, y garantizar el acceso a la educación y la salud.

La racionalidad debería privar en el análisis económico y político de cualquier elector antes de depositar su voto. Desafortunadamente, un altísimo número de votantes decide su voto en función de criterios que nada tienen que ver con la realidad. La irracionalidad de los votantes es especialmente notable en el terreno de la economía: ni los números pueden desmontar sus "creencias". En ningún territorio son más evidentes los prejuicios que determinan el voto de muchos.

En Estados Unidos, los electores encuestados desde hace años aseguran -en contra de todos los datos de las agencias gubernamentales- que el Gobierno gasta cantidades exorbitantes en ayuda externa y en programas sociales a costa de los gastos en defensa (ver Bryan Caplan, "The Myth of the Rational Voter").

Nosotros no estamos mejor. En decenas de comentarios a un artículo reciente sobre economía que subí a mi blog en Letras Libres, los presuntos votantes que entraron al sitio aseguran que el Estado benefactor en México es muy reducido, que México ha crecido menos que Haití y que el País no necesita ninguna reforma energética, laboral o fiscal. Nadie me recomienda entrar a las páginas de Hacienda o de Banxico o la lectura de libros y/o artículos para desmentir lo que las cifras dicen: que la economía mexicana está muy lejos de padecer una "crisis profunda". Su referencia invariable es YouTube. El problema es que en YouTube cada quien encuentra lo que quiere: desde manifiestos racistas, hasta descabelladas propuestas utópicas para acabar con la globalización. La objetividad brilla por su ausencia.

En esta campaña, el anonimato de las redes sociales ha vulnerado también las libertades democráticas. El acoso en Twitter convirtió a la opción priista en el voto que no se atreve a decir su nombre. Muchos proclamaron en las redes sociales sus simpatías por AMLO y no pasó nada.

Por el contrario, los que se atrevieron a criticar a López Obrador -como Javier Sicilia- o a apoyar a Peña recibieron una catarata de descalificaciones e insultos que nada tiene que ver con la libertad de expresión en democracia. Nadie menciona en las redes el peligroso proyecto político de AMLO: la "refundación del Estado" con base en la voluntad del pueblo, de la cual él es el único intérprete y representante. Pero la descalificación es inmediata para el que ose poner en duda su vocación democrática o critique a alguno de sus portavoces, como el movimiento 132.

Los 132 tiraron finalmente su disfraz apartidista, pero su participación política dejó de manifiesto la ideologización de la educación en México, hasta en universidades privadas como la UIA. Tema que incide directamente en el avance democrático y el voto razonado. Caplan demuestra que en Estados Unidos, la tolerancia a la crítica, la capacidad de debatir con argumentos -no con prejuicios- y el voto razonado aumentan entre quienes gozan de un mayor nivel de educación. Los 132 han mostrado que aquí, las universidades no contribuyen a fortalecer esos valores democráticos: la ideologización de la enseñanza ha transitado de las universidades públicas a las privadas.

Un bloguero de los 132 respondió a mis reservas a su movimiento afirmando: (las cursivas son mías) "lo más triste es que solo te metistes a la pagina yosoy132 para pegar tu link de tu comentario y tengas un reating de participación. Lamentable!". Más lamentable que la redacción del comentario es la alergia al debate y a las ideas que padecen estos estudiantes.

Los padres que desembolsan miles de pesos al mes en colegiaturas deberían preocuparse no solamente de dónde andan sus hijos, sino de lo que leen. Al materialismo dialéctico I, II y III que importaron de las universidades públicas sus mal pagados maestros a la Ibero, tenemos que sumar los escritos solipsistas del posmodernismo.

Si quieren una respuesta a los porqués de la violencia que vivimos, se quedarán muy tranquilos con lo que dice Gilles Lipovetsky ("La Era del Vacío", p. 204), uno de los autores que se han vuelto la Biblia de estudiantes de la UIA que participan en el 132. Cito textual: "La inseguridad actual no es una ideología, es el correlato ineluctable de un individuo desestabilizado y desarmado que amplifica todos los riesgos, obsesionado por sus problemas personales, exasperado por un sistema represivo considerado inactivo...: la inseguridad ciudadana resume de una forma angustiada la desubstancialización posmoderna". Cristalino como el lodo, dirían los ingleses.

A la complicada agenda que le espera a quien resulte electo hoy, habrá que agregar una reforma educativa.

Isabel Turrent

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Triste pero cierto, mucha gente con preparación, con estudios universitarios y hasta de posgrado, que no aportaban ningún argumento basado en datos, cifras, hechos. Los rumores y las "creencias" eran lo que más pesaba. Y cuando se les pedía iniciar un debate, con argumentos, razonamientos, silogismos, o datos, recurrían al insulto, al argumento "ad hominem" (atacar a la persona y no la idea). Descalificar a la persona por ser "necio" ante la insistencia en un dato o razonamiento, era más fácil que entrar a un debate de ideas. Y claro, a mi también me pasó que los videos de you tube eran "el argumento" por excelencia para mostrar algo. Ni hablar, con estos bueyes hay que arar y construir un país.


 

Pasado o futuro

Para Bismarck, el gran Canciller alemán, "nunca se miente tanto como antes de las elecciones, durante la guerra y después de la cacería". La tarea del ciudadano en un día de elecciones como hoy es dilucidar entre propuestas, imágenes y mentiras. Todo se vale en una contienda, y la que hoy concluye no fue excepción. Ahora viene la responsabilidad ciudadana.

Los candidatos hicieron su tarea y hoy le toca al ciudadano optar. Como hace seis años, en los últimos días se ha intentado generar un ambiente de descalificación de los procesos electorales. A diferencia de entonces, hoy las encuestas arrojan números muy distintos que le confieren una mayor confiabilidad al ejercicio democrático. Los dos principales candidatos no ponen en juego la estabilidad económica como sí lo estuvo entonces. El avance en este frente es sólido y la amenaza de regresión económica ha amainado tanto que no fue tema relevante en la contienda.

Hoy la tesitura es distinta. Es entre el pasado y el futuro: reconstruir lo que funcionaba o construir una plataforma distinta hacia el futuro. La realidad es que pese a los avances democráticos que se han dado, estamos lejos de vivir en una democracia consolidada. Los políticos no cumplieron con su responsabilidad de construir instituciones que, al dar solidez y predictibilidad a los procesos de toma de decisiones, eliminaran el riesgo de inestabilidad que acompaña a las transiciones de Gobierno. Con nuestro voto los ciudadanos debemos forzar a los políticos a construir las instituciones clave para el desarrollo, la estabilidad y el crecimiento acelerado.

De los tres principales contendientes que hoy se presentan ante el electorado, uno no ha dejado de amenazar con el desconocimiento de los resultados y el contingente de otro sueña con restaurar el viejo régimen. Ambas situaciones son emblemáticas de la inmadurez que caracteriza a nuestra democracia. En las democracias consolidadas lo que se disputa es un pequeño cambio de enfoque que no pone en entredicho la vida cotidiana de la población o la estabilidad del país. Las discusiones en las últimas semanas revelan que estamos lejos de haber arribado al punto en el que eso sea cierto. El hecho de que la estabilidad (o el riesgo del retorno del PRI) sea tema de discusión es revelador en sí mismo.

La ciudadanía tiene que optar por la mejor opción, o combinación de opciones, que le confiera certidumbre respecto al futuro. El caso de la economía ilustra: aunque ésta ha ido mejorando sistemáticamente (2011 fue el año de mayor creación de empleos de nuestra historia), persisten disputas sobre la dirección que debe seguir. En los planteamientos que se escucharon en la contienda un candidato idealizaba el pasado, otro planteaba un retorno a lo que funcionaba y otro más ofrecía un replanteamiento hacia el futuro. A pesar de que México vive una de las mejores circunstancias del mundo en materia económica, la efervescencia es enorme.

Detrás de muchos de los planteamientos se encuentra la idea de que es posible y deseable reconstruir momentos emblemáticos del pasado (sobre todo los 60 o los 70). Una mejor alternativa sería hacer nuestra la ola de cambio que ha caracterizado al mundo en este medio siglo: asirla y romper con los obstáculos que ha generado esta economía polarizada y contrastante donde una parte crece con celeridad en tanto que otra languidece sin rumbo ni oportunidad. Las diferencias aparentes pueden parecer pequeñas, pero se trata de una diferencia radical de enfoque y visión. La pregunta es cómo asegurar el avance hacia consolidar una plataforma de crecimiento con igualdad de oportunidad para todos. El voto es un instrumento limitado, pero excepcional, para ello.

La disyuntiva en la elección de hoy reside en el para qué del Gobierno y qué implica eso para el futuro del País. Es fundamental romper con los impedimentos al crecimiento, muchos de ellos originados en ese mundo idílico de hace décadas que, como dijo Cervantes, nunca fue tal. Por eso es clave quién gane, pero también quién quede en segundo lugar: porque determina la orientación hacia adelante o hacia atrás.

México tiene que ver hacia adelante, dejando el pasado en la historia. La clave del futuro no reside en restaurar, sino en liberar y darle instrumentos al ciudadano para que pueda competir en un mundo globalizado donde la capacidad de agregar valor está determinada por la calidad de la educación (y su naturaleza), la funcionalidad de la infraestructura física y humana y las vinculaciones con el resto del mundo. El ciudadano tiene hoy la oportunidad y la responsabilidad de construir con sus votos los equilibrios que mejor contribuyan a lograrlo: votar diferente para Presidente y para el Legislativo.

En décadas pasadas México abandonó el modelo económico introspectivo porque éste había agotado su viabilidad. Hoy comenzamos a ver los resultados de décadas de transformación y, por vez primera en mucho tiempo, el futuro se ve promisorio. Es momento de dar el gran salto hacia el futuro.

Requerimos un Gobierno competente que construya condiciones políticas y estructurales para que la economía pueda prosperar a un ritmo muy superior al que hemos experimentado recientemente. También, un Gobierno acotado que evite e impida excesos o retrocesos, pues la inmadurez de nuestra democracia hace factible que eso ocurra. Tenemos que dar el giro final: construir la plataforma de un país moderno, en un entorno de libertad en el que la creatividad de la ciudadanía pueda florecer en la forma de actividad empresarial a la que todos tengan acceso.

La opción en esta elección es clara: regresar a lo que ya fue y no funcionó, o dar el gran salto, con conducción gubernamental, hacia el cambio que no acabó de cuajar en la última década, pero que es necesario y, en buena medida, inexorable. Cada votante tendrá que determinar cuál es la mejor combinación que fuerce a los políticos a actuar.

Hace días expresé mi preferencia de candidato. La tarea del votante hoy es decidirse e ir a votar por quién pueda avanzar -y no tenga alternativa de hacerlo- para crear condiciones que hagan posible un futuro diferente. La responsabilidad del resultado será toda suya.

Luis Rubio
www.cidac.org
 

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