sábado, octubre 24, 2020

 

¿Cuál es el plan?

Desde que Andrés Manuel López Obrador llegó a la Presidencia han asesinado a 63 mil 792 mexicanos. No hay otros datos. Esas son las cifras oficiales del Gobierno mexicano de homicidios dolosos del 1 de diciembre del 2018 al 30 de septiembre del 2020.

 

Conclusión: el Gobierno de AMLO no ha podido con la violencia.

 

Alfonso Durazo tampoco pudo. El encargado de reducir la violencia reconoció en su última conferencia de prensa como secretario de Seguridad Pública que "no podíamos fingir que iba a ser fácil resolver el problema". Y al final ni fingió ni lo resolvió; se va de candidato a la Gubernatura de Sonora. Pero quien lo reemplace tampoco podrá resolver el problema si no hay un plan realista y efectivo.

 

El 2020 puede convertirse en el año más violento en la historia moderna de México, incluso con más mexicanos asesinados que los 34 mil 669 del 2019. Hay que ser sinceros: lo que ha hecho AMLO hasta el momento no ha funcionado. Sus cifras anuales de muertos superan a las de los Gobiernos de Enrique Peña Nieto, Felipe Calderón, Ernesto Zedillo y Carlos Salinas de Gortari, según cifras oficiales y un estudio de la Universidad Rice.

 

Militarizar a la recién creada Guardia Nacional no ha dado los resultados esperados. La violencia los ha desbordado. Tampoco es una buena idea otorgar al Ejército el control de puertos, aduanas y del nuevo aeropuerto. En una democracia ese es el trabajo de civiles; el lugar de los soldados no es en las calles sino en los cuarteles. Y tras el arresto del general Salvador Cienfuegos, ex Secretario de la Defensa durante la Presidencia de Peña Nieto (2012 al 2018), surgen nuevas dudas sobre la fallida estrategia nacional contra la violencia.

 

Cienfuegos -arrestado en Los Ángeles, no en México- está acusado de facilitarle el trabajo a un cártel para el tráfico de drogas a cambio de sobornos. Un juez le negó la fianza ante el peligro de que se fugue. Es la primera vez que un secretario de la Defensa de México es arrestado por narcotráfico y, de confirmarse los cargos, hablaría de gravísimos problemas dentro del Ejército mexicano.

 

Si esto es cierto, Cienfuegos no pudo actuar solo y habría que investigar si posibles cómplices siguen dentro de la institución castrense. Un problema similar ocurrió tras el arresto de Genaro García Luna en Texas, acusado por un juez de recibir millones de dólares en sobornos del Cártel de Sinaloa.

 

La gran tragedia mexicana es que dos de los principales funcionarios encargados de luchar contra la violencia durante 12 años podrían haber estado del lado equivocado. Y si Cienfuegos y García Luna resultan culpables, ¿cuántos más no habrá actualmente en puestos de autoridad?

 

Esta es nuestra triste realidad. Ante lo cual hay solo dos posibilidades: te quejas y culpas a Cienfuegos y a García Luna por todos los males de México o haces algo al respecto. Desafortunadamente AMLO ha decidido usarlos como una excusa para justificar su falta de resultados en la lucha contra la violencia.

 

Vamos a hacer memoria. Esto es lo que dijo López Obrador el 22 de agosto del 2019: "No quiero seguir responsabilizando a la administración pasada y a los de antes de esa administración. Ya es nuestra responsabilidad... Hay graves, grandes problemas nacionales y los tenemos que enfrentar". Pero en sus conferencias de prensa matutinas -las mañaneras- sigue culpando, precisamente, a Gobiernos anteriores por sus errores y por su falta de efectividad.

 

Las encuestas indican que López Obrador sigue siendo un Presidente muy popular. Pero me llama mucho la atención cómo en redes sociales los seguidores de López Obrador no le exigen resultados, como si las 63 mil 792 muertes por la violencia y las casi 90 mil por la pandemia no importaran.

 

Al final, si algo he aprendido de cubrir a todo tipo de presidentes durante más de tres décadas, es que los muertos no se pueden ocultar. Los muertos no se van, nos persiguen y siempre acaban por debilitar y asustar a los líderes que pretenden esconderlos.

 

En enero de este año fui a una mañanera de López Obrador en la Ciudad de México y, después de revisar las terribles cifras de asesinatos durante su Gobierno, le pregunté: "¿Cuándo va a haber resultados?". Y su respuesta fue: "Este año".

 

Ya veremos.

 

Jorge Ramos


domingo, octubre 18, 2020

 

Nostalgias

Francisco de Quevedo escribió que "cuando decimos que todo tiempo pasado fue mejor, condenamos el porvenir sin conocerlo". El pasado no siempre fue mejor, pero es más fácil de visualizar porque queda congelado en el tiempo.

 

El nuevo dogma es que la economía iba muy bien en los 70 y que fueron las reformas las que la destruyeron. El llamado modelo neoliberal puede ser obsoleto y haber provocado innumerables fallas, pero la noción de que volver al pasado va a resolver los problemas actuales es pura nostalgia.

 

Diagnosticar la problemática económica requiere una mínima honestidad sobre la naturaleza del problema que se quiere resolver. Por ejemplo, se parte del principio de que la tasa de crecimiento económico de las pasadas tres décadas (2 por ciento en promedio) fue mediocre, lo que es obviamente cierto. Pero ese promedio esconde más de lo que revela: la economía se ha tornado cada vez más compleja y ha experimentado una gran fragmentación, donde algunos Estados venían creciendo a tasas casi asiáticas en tanto que otros se relegaban. La clave es el porqué de esas abismales diferencias.

 

El planteamiento de que hay que "mexicanizar a México" no es más que un lema ideológico que ignora la elemental realidad que se ha vivido en estas décadas. Sin duda, los chiapanecos, oaxaqueños y guerrerenses tienen toda la razón en protestar por el enorme letargo en que han caído sus Estados, pues eso se debe en gran medida a lo que han impedido los factores de poder real en sus propias localidades. En contraste, en Aguascalientes o Querétaro es evidente la impresionante transformación que han experimentado. La pregunta relevante es qué han hecho mal los primeros y bien los segundos.

 

Los nostálgicos que pretenden recrear los 70 tienen razón en que el país es más desigual, pero es imposible recrear aquella era. Primero, ya no existe la combinación de inversión pública (infraestructura) e inversión privada que respondía a un marco de certidumbre producto de un claro entendido entre los diversos factores de la producción y el Gobierno.

 

Por otro lado, los elevados precios del petróleo que sustentaron aquel momento desaparecieron. Además, la importancia relativa del petróleo disminuyó: el País cambió al petróleo por las manufacturas y los Estados que se incorporaron en esa lógica han ganado empleos y fuentes de ingresos.

 

Muchas falacias dominan la lógica gubernamental. La primera y más importante porque determina las demás, es que se abandonó el modelo del desarrollo estabilizador por razones ideológicas cuando, en realidad, en los 70 y 80 se hicieron absurdos intentos por prolongar la vida del desarrollo estabilizador cuando sus pilotes de soporte ya habían desaparecido.

 

El punto nodal es que se abandonó aquel modelo de crecimiento porque la economía ya no crecía. Mientras México vivía la borrachera petrolera, el resto del mundo cambió su forma de producir, volcándose al mercado mundial. Las reformas no fueron más que un reconocimiento de la nueva realidad productiva mundial. Regresar al pasado va a agudizar nuestros males.

 

La implementación de un nuevo modelo requirió desarrollar nuevas fuentes de certidumbre porque las anclas que habían funcionado antes fueron destruidas en diversos terremotos políticos como el de la expropiación de los bancos. El TLC fue un instrumento cuya esencia radicaba en generar certidumbre para los inversionistas y empresarios. Los Estados que se incorporaron a esa lógica se transformaron; los que no, se rezagaron. Lo imperativo sería entender qué es lo que impide que llegue inversión a los Estados más pobres y actuar en consecuencia, no en la retórica, sino en la realidad.

 

La evidencia demuestra que factores como los derechos de propiedad y el Estado de derecho son cada vez más importantes para el crecimiento de la economía mientras mayor es el nivel de desarrollo (Acemoglu, Daron, "The Form of Property Rights: Oligarchic vs. Democratic Societies", NBER 2003). Si uno le pregunta a una empresa automotriz qué es lo que le ha llevado a montar una planta en Puebla o Durango y no en Oaxaca o Chiapas, estos factores sin duda serán prominentes en su respuesta. La clave es certidumbre y concordia política.

 

La tasa de crecimiento es un distractor porque permite imaginar grandes proyectos gubernamentales en lugar de atender la enorme complejidad socio política actual. Es falso el dilema entre crecimiento y estabilidad, como demuestra casi toda la región asiática donde sus gobiernos se han abocado a allanar el camino para la prosperidad. El asunto no es ideológico, sino práctico. Por ahí habría que comenzar.

 

Luis Rubio


lunes, octubre 12, 2020

 

¿En verdad hay que exigirle disculpas a España por lo que hicieron hace +200 años?

Hoy 12 de octubre, a 1 año de que se cumplan 500 años de la llegada de Cristóbal Colón a América, el político en turno sigue exigiendo disculpas a España por la “conquista”.

 

Primero, quien pide disculpas a otra persona es porque se siente ofendido, herido. Los individuos que sufrieron algún abuso en los 300 años de dominación española en México hace más de 200 años que fallecieron.

 

Segundo, la familia que reinaba en España en la mayor parte del periodo colonial eran los Habsburgo. Hacia el final llegaron los Borbones, familia a la que pertenece el actual rey de España, que ya es una mera figura decorativa y no tiene poder real.

 

Tercero, en todo caso los españoles que hoy viven en España NO son descendientes directos de todos aquellos que vinieron a México y causaron tropelías. De hecho los descendientes directos de todos esos individuos que vinieron somos los mexicanos que hoy tenemos apellidos españoles, que somos la gran mayoría.

 

Cuarto, por eso, si es que hay que pedir disculpas en todo caso sería entre nosotros mismos por "pecados" o "afrentas" cometidos por una parte de nuestros ancestros hacia otra parte también de nuestros ancestros. Ridículo, ¿No?

 

Quinto, los "pecados" o crímenes cometidos por individuos con nombre y apellido NO se heredan. Yo no soy responsable de lo que mis papás hayan hecho, mucho menos mis abuelos, bisabuelos, tatarabuelos, etc, etc. Yo solo soy responsable de lo que yo haga, de nada mas. Quienes creen que los crímenes se heredan por raza, pueblo o religión solo perpetúan el odio, discriminación y racismo.

 

Sexto, si alguien cree que los 300 años de dominación y explotación española son los que mantienen a México jodido, simplemente confirma que es la mentalidad individual la que hace jodidos a muchos. Japón y Alemania quedaron totalmente destruidos después de la 2a guerra mundial y en 20 años le dieron la vuelta. Ahí está el caso de Corea del Sur que hace 50 años era más pobre que México.

 

O qué me dicen de China que en los últimos 40 años ha sacado a más de la mitad de su población de la pobreza. ¿O por qué Chile, que también sufrió dominación y explotación de España hoy tiene un ingreso percápita mucho mayor al de México? La propia España a inicios de los años 70's todavía estaba muy retrasada después de décadas de dictadura franquista pero a partir de los 80's tuvo un despegue impresionante. ¿Qué hicieron todos esos países que México no ha hecho?

 

Si los mexicanos después de 200 años no hemos podido salir de la mediocridad no es culpa de potencias extranjeras. Los responsables somos los propios mexicanos que seguimos esperando que venga un tlatoani a rescatarnos.

 

#aguzados #politicolovers


domingo, octubre 04, 2020

 

¿Quién contará su historia

Setenta y ocho mil ochocientos ochenta muertos de Covid. Las autoridades consignan la cifra. Supongo que así sienten cumplir con su deber. Pero detrás de cada unidad de esa suma existió una persona con nombre y apellido, alguien que tuvo padres, hijos, un rasgo específico, un trabajo, un amor, una esperanza. Alguien que no debemos olvidar.

 

Las plagas que han azotado a la humanidad desde tiempos bíblicos han tenido sus relatores. Son famosos los diarios de Samuel Pepys y Daniel Defoe sobre las plagas en la Inglaterra del siglo XVII. Y en México contamos con invaluables crónicas y testimonios pictográficos sobre las pestes que diezmaron a la población indígena en los siglos XVI y XVII.

 

También la memoria judía guarda testimonios. Debo a mi amigo Leon Wieseltier la noticia de un raro manuscrito sobre la peste bubónica en el norte de Italia en el siglo XVII. Su autor fue un doctor llamado Abraham Catalano. Su título podría ser el de nuestro tiempo: El mundo de cabeza (Olam Hafukh, en hebreo). Existe una traducción parcial al inglés. Comienza así:

 

"He sido testigo del dolor que la terrible plaga provocó en la ciudad de Padua y en sus perplejos habitantes en el año de 1631. En esta obra, testimonio de mi recuerdo y mi aflicción (yo, siendo Abraham Catalano), amargamente me dirijo a las futuras generaciones, a los niños no nacidos, para que conozcan en detalle los hechos tal como sucedieron".

 

El recuento es estremecedor no solo por lo que narra sino por el modo en que se narra. Catalano -judío religioso, como todos entonces, pero graduado en la Universidad de Padua- registra con detalle lo que ve, y lo que ve habla por sí mismo. Al irrumpir la plaga, la pequeña comunidad judía concentrada en el Ghetto (721 personas, el 2% de la población total) reaccionó con pavor ante la posibilidad de verse inculpada -como tantas veces en la Edad Media- de envenenar los pozos para provocar la peste. No ocurrió, por fortuna. De hecho, el Provveditore (autoridad civil de Padua, dependiente de Venecia) contribuyó al esfuerzo común de prevenir contagios y salvar vidas fuera y dentro del Ghetto. Librado el escollo, la comunidad hizo imprimir un rezo específico de imploración a Dios y se congregó a leerlo con gran aflicción, para que cesara el castigo. No tuvo eco.

 

La plaga no golpeó de inmediato a aquellas familias confinadas desde hacía siglos en un espacio mínimo. A sabiendas de que el contagio era inevitable, se organizaron acciones prácticas: acopio de recursos monetarios y víveres ("comida, vino, aceite"), apoyo a las familias más pobres, monitoreo del avance de la plaga en la ciudad, aislamiento entre las familias, medidas de higiene en las casas, regulación de servicios religiosos, vigilancia del tráfico en las puertas del Ghetto. A pesar de que los niños mostraron más resistencia al contagio que los mayores, sobre todo los ancianos, la plaga llegó transmitida por un niño que no resistió la tentación de jugar con sus amigos sin saber que acarreaba el mal.

 

Se discurrió rentar una casa fuera de la ciudad que sirviera de lazareto. Hasta ahí llegaban los enfermos. Y de ahí salían, en una carreta, las procesiones solitarias al cementerio. Catalano llevó la cuenta precisa de la tragedia: las treinta viudas que quedaron sin protección, las quince casas sin un alma, el niño que quedó huérfano y en la absoluta pobreza tras la pérdida de sus once familiares. Y el desgarrador detalle:

 

"El diez del mes Tamuz, la mujer de Solomon Turkito dio a luz mientras estaba enferma y no hubo nadie que se atreviera a estar con ella. Salió hacia el pozo completamente desnuda, gritando como demente y murió. No se halló mujer que amamantara al niño, así que, lamentablemente, se lo envió al lazareto donde llevaron a una cabra para que el niño mamara de sus ubres. Vivió quince días".

 

La peste dejó diez mil muertos en Padua, la tercera parte de la población. En el Ghetto murieron 421 personas, más de la mitad de aquella comunidad.

 

Catalano había rentado una nueva casa donde cobijó a su esposa y sus hijos. Dejó tras de sí todas sus pertenencias, "hasta las agujetas". Fue inútil. "También Sara, mi piadosa mujer, murió en la casa nueva [...] Habíamos vivido juntos veintiún años". Y transcribió una plegaria sobre el duelo del patriarca Abraham por su mujer: "Fuiste una imagen de belleza [...] que duerma Abraham en los brazos de Sara".

 

¿Quiénes son nuestros muertos? ¿Quién acompaña los rezos de sus deudos? ¿Quién contará su historia?

 

Enrique Krauze


viernes, octubre 02, 2020

 

Consultar la justicia

"Los jueces no estamos para ser populares. La justicia no se consulta". Javier Laynez Potisek

 

Por seis votos contra cinco, la Suprema Corte de Justicia de la Nación tomó ayer una decisión que asombrará a jueces y juristas en todo el mundo. Declaró como válida y constitucional una consulta popular para determinar si debe aplicarse la ley a cinco ex Presidentes (o "actores políticos", en la redacción modificada de la Corte).

 

Los acólitos de la Cuarta Transformación han argumentado que la consulta permitirá castigar a quienes siempre han permanecido impunes. Falso. No se necesita una consulta para juzgar al presunto responsable de un delito. La consulta, en cambio, sí puede permitir que quienes han cometido delitos se mantengan en la impunidad si son populares.

 

Lo curioso es que el Presidente López Obrador ha dicho una y otra vez que no es un hombre de venganzas, que no quiere montar una cacería de sus predecesores. Ésta sería la posición de un estadista, que debe mirar hacia el futuro y no hacia el pasado. Su insistencia en hacer la consulta, sin embargo, sugiere que o está mintiendo o quiere convertir la consulta en un espectáculo político que influya en los procesos electorales.

 

Las Fiscalías tienen la obligación de investigar los delitos y los ministerios públicos la de procesar a quienes son acusados de cometerlos. No se necesita una consulta popular para hacer justicia.

 

Por el contrario, si una consulta popular determina que un presunto responsable de un delito no debe ser procesado, estaría promoviendo la impunidad. Es exactamente lo contrario de lo que dicen los voceros de la 4T.

 

Con esta consulta el Presidente busca generar un ánimo de linchamiento contra los ex Presidentes, a los cuales acusa constantemente de haber cometido toda suerte de delitos. El linchamiento se prolongará ahora en un periodo electoral.

 

Al final, como la consulta no puede inventar delitos, ni pruebas para procesar a los ex Presidentes, López Obrador podrá darse el lujo de "perdonarlos" y mostrar al pueblo su magnanimidad.

 

Sorprende que seis ministros de la Corte avalaron esta simulación de justicia, que no es otra cosa que la legalización del linchamiento. Quizá se entiende. El Presidente López Obrador los fustigó constantemente desde su púlpito.

 

El propio Arturo Zaldívar, presidente de la Corte, que por tradición vota al final de las sesiones del pleno para eliminar empates sin influir sobre sus colegas, lo hizo desde el principio. El propósito era marcar una línea a los ministros.

 

Los ciudadanos tenemos razones para estar preocupados. La separación de Poderes se debilita cada vez más en nuestro País. El Senado, una Cámara del Legislativo, presentó la iniciativa para la consulta por órdenes del Ejecutivo.

 

El Poder Judicial ha refrendado ahora la posición de que es correcto someter la justicia a una consulta, a pesar de que esto pueda hacer que se procese a inocentes y se deje en la impunidad a delincuentes.

 

Coincido plenamente con el ministro Luis María Aguilar, quien en su proyecto determinó que la iniciativa incurre en "un concierto de inconstitucionalidades que pudieran incidir negativamente en el acceso a la justicia, la persecución de los delitos y el Estado de derecho mismo". Estoy de acuerdo también con el ministro Javier Laynez quien advirtió que "la justicia no se consulta".

 

Pero de nada sirve ya. La Corte ha legalizado los linchamientos y ha abierto las puertas a la impunidad de los políticos que gocen de popularidad. Ayer fue un día aciago para quienes creemos que México merece vivir en un Estado de derecho.

 

FIDEICOMISOS

Si los fideicomisos promovieron la corrupción, ¿por qué no presenta la Fiscalía acusaciones contra los responsables? Pero no, en México vivimos un régimen en el que la corrupción se ha convertido en excusa fácil para la concentración del poder y del dinero público, lo cual, sin duda, generará más corrupción.

 

Sergio Sarmiento


 

Ni Corte, ni Suprema, ni de Justicia

Frente a todo pronóstico, la Suprema Corte puso ayer de manifiesto una tristísima realidad: no tenemos un tribunal constitucional, sino una oficialía que valida los anhelos de un Presidente tan poderoso como caprichoso.

 

Al tener en sus manos el asunto más importante en términos políticos de la era moderna del Poder Judicial, los ministros debían recordarle a López Obrador que no tenemos un régimen de un solo hombre, sino un Gobierno de leyes.

 

La Corte, sin embargo, claudicó. Seis ministros dieron la espalda a un proyecto con buenas razones, disfrazaron sus argumentos políticos de jurídicos y declararon la constitucionalidad de una consulta absurda.

 

A la Corte le urgía hablar con una sola voz. Optó, por el contrario, por la indeterminación y la confusión, mostrando que está muy lejos de funcionar adecuadamente como cuerpo colegiado.

 

La actuación del ministro presidente, Arturo Zaldívar, fue bochornosa. Estructuró la discusión a conveniencia, fue el primero en hablar después del ponente (algo atípico para un presidente de la Corte), manipuló la votación y generó un falso consenso sobre una nueva pregunta que apareció por generación espontánea.

 

La estrategia fue tramposa. La Corte debía analizar si la materia (el fondo) de la consulta era constitucional y, en su caso, ajustar la pregunta (la forma).

 

En ese sentido, la materia de la consulta obradorista era clarísima. El Presidente López Obrador pedía investigar y sancionar penalmente a los ex Presidentes por la comisión de posibles delitos.

 

De esa manera lo entendió el proyecto de Aguilar, así como los ministros Piña, Laynez, Franco y Pardo. Los primeros, además, dieron un debate de altura, argumentando desde la Constitución y hablando como auténticos jueces constitucionales.

 

Pero seis ministros, incluido Zaldívar, torturaron el texto de la pregunta de López Obrador hasta hacerla decir lo que no dice. Cada uno creó su fantasía constitucional. Así, la materia de la consulta se convirtió en un asunto de responsabilidades administrativas, o de amnistías, o de búsqueda de la verdad o de política criminal. Cada uno dijo que, con su materia, la consulta sería constitucional. Pero nunca generaron un consenso.

 

Zaldívar forzó la decisión. Pidió mandar al diablo las razones y concentrarse en el sentido. Así se generó una mayoría artificial de seis ministros, que votaron juntos, pero sin ponerse de acuerdo. Se decretó un receso y se dijo que posteriormente la Corte analizaría la pregunta.

 

Esta segunda cuestión se antojaba imposible. ¿Cómo saber si la pregunta era congruente con la materia, si ni siquiera se definió cuál era la materia de la consulta? La imposibilidad lógica fue superada, no obstante, con un madruguete político. Zaldívar reanudó la sesión y, sin mayor explicación, anunció que se había logrado un consenso a la sombra, al margen del escrutinio público.

 

Así la politiquería hizo su trabajo y emergió una nueva pregunta, que poco o nada tiene que ver con la propuesta de López Obrador. En el invento de los seis ministros ya no se consultará sobre delitos, ni sobre la actuación de los ex Presidentes, ni sobre investigaciones y sanciones penales. Nada de eso. Ahora la ciudadanía decidirá si se deben o no esclarecer "decisiones políticas", tomadas por "actores políticos", para "garantizar la justicia y los derechos de las probables víctimas".

 

¿Cómo llegó la mayoría a esta redacción? No lo sabemos. ¿Cómo es que esta pregunta no viola la Constitución? Nada se dijo. La Corte renunció a la deliberación y al razonamiento para regalarle al Presidente su consulta.

 

La Corte renunció así a su función de contrapeso, y de paso se convirtió en el nuevo tribunal de las tres mentiras. Hoy podemos decir que no es ni Corte, ni Suprema, ni de Justicia. Tenemos, en cambio, una Oficialía de Gestiones Presidenciales.

 

Juan Jesús Garza Onofre y Javier Martín Reyes

Garza Onofre es investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM y Reyes es investigador de la División de Estudios Jurídicos del CIDE.

@garza_onofre @jmartinreyes


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