martes, enero 31, 2012

 

Ninguno (el menos peor)

"Las elecciones se ganan y pierden principalmente porque la gente vota en contra de alguien y a favor de nadie". Franklin B. Adams
 
¿Por qué no quiero votar por el PRI? Porque no creo en el nuevo PRI. Porque veo que mantiene vivas las prácticas del corporativismo, los tratos de privilegio a grupos de poder, los acarreos y las compras de votos. Porque veo a los gobernadores priistas convertidos en nuevos sátrapas ("Sátrapa. m. gobernador de las antiguas provincias persas") que hacen y deshacen a discreción en sus estados. Porque han dejado deudas públicas inaceptables, como la de Coahuila. Porque el PRI se ha opuesto a las reformas económicas más importantes, como la apertura de la energía a la inversión o el cambio en la legislación laboral, que habrían permitido aumentar el ritmo de crecimiento de México. Porque el PRI impulsó, junto con el PAN, la reforma electoral del 2007 que nos quitó derechos a los ciudadanos para dar más poder a los políticos.

¿Por qué no quiero votar por el PAN? Porque los panistas tuvieron una gran oportunidad, al llegar a la Presidencia de la República, para transformar el País y la desperdiciaron. Porque la guerra contra el narco, impulsada por el Presidente Felipe Calderón, ha desatado una ola de violencia que daña a los ciudadanos mientras los políticos viven en su burbuja resguardada por camionetas blindadas y guardaespaldas. Porque los panistas buscan imponer su moral conservadora a los demás. Porque han promovido leyes, en colaboración con los priistas, para castigar a las mujeres que se ven obligadas a abortar. Porque quieren mantener la prohibición discriminatoria a los matrimonios entre personas del mismo sexo. Porque han incurrido en muchas de las prácticas corruptas de los anteriores priistas, como usar los cargos públicos para dar empleo a amigos y simpatizantes políticos. Porque, junto con los priistas, impulsaron la ley electoral del 2007.

¿Por qué no quiero votar por el PRD? Porque no creo en la transformación mágica de Andrés Manuel López Obrador. Porque no estoy de acuerdo en que se permitan y fomenten los bloqueos de calles y avenidas. Porque los perredistas se han opuesto a las reformas estructurales, como la apertura de la energía a la inversión y la flexibilización laboral, que habrían generado más crecimiento y empleos. Porque prefieren dar dádivas y caridad, que se traduzcan en votos, y no generar inversión y prosperidad. Porque con leyes como la Norma 29 defienden monopolios y buscan que los pobres paguen precios más altos que los ricos.

¿Por qué no quiero votar por el Partido Verde? Porque es un negocio privado que lucra con el dinero público que se entrega a los partidos políticos. Porque no defiende políticas sensatas para proteger el ambiente. Porque está a favor de la pena de muerte.

¿Por qué no quiero votar por Nueva Alianza? Porque es una maquinaria política personal de la maestra Elba Esther Gordillo.

¿Por qué no quiero votar por el Partido del Trabajo? Porque quiere hacer de México una nueva Corea del Norte.

¿Por qué no quiero votar por el partido antes llamado Convergencia? Porque es un negocio privado colocado a disposición de López Obrador.

¿Significa esto que no voy a votar el próximo 1 de julio o que me uniré al movimiento del voto en blanco? Para nada. La abstención y la anulación del voto equivalen a votar en automático por el puntero, que en este caso es el PRI. No les voy a dar esa satisfacción.

Voy a revisar las listas y votar por el menos malo. Quizá cueste mucho trabajo hallarlo. Pero es lo que nos permite la legislación electoral que tenemos.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
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Lamentablemente en la partidocracia que tenemos no nos dejan otra opción más que votar por el menos peor, por que le haga menos daño al país. El voto nulo o abstenerse, con las leyes electorales vigentes, sólo le da más poder al partido que más voto duro, más acarreados, tiene.

 

Elba Esther: verdad y mito

Elba Esther Gordillo es una mujer habilidosa que supo encauzar la fuerza de sus huestes magisteriales para fundar un partido político, Nueva Alianza (Panal). Al constituirlo en 2005, tomó por sorpresa a los partidos más votados que, contra la sabiduría campirana, se pusieron el huarache cuando ya se habían espinado, pues fue en la reforma electoral de 2007 cuando introdujeron una prohibición constitucional para que ninguna organización gremial, como lo hizo el SNTE, pueda crear un partido.

Pese a la mala fama pública de la maestra, los presidentes Fox y Calderón se esmeraron en tenerla cerca, y para ello abrieron sin rubor las arcas del erario... y el dinero fluyó rumbo a la tesorería sindical y, peor aún, a los bolsillos de la dirigencia magisterial, prohijadora de miles de comisionados y de otros devoradores del erario.

¿Qué tiene Elba Esther que todos quieren (o querían) con ella?

Habría que preguntarle a Humberto Moreira, quien intentó sacrificar, en el altar de su coalición con el Panal, preciados escaños en el Congreso de la Unión, alianza que el 20 de enero quedó rota ante el embate de los priistas inconformes con el sacrificio y que amenazaban con rebelión y ruptura. O quizá quien tiene la respuesta sea la primera hermana de la nación, Luisa María "Cocoa" Calderón, quien fue en alianza con el Panal cuando buscó la Gubernatura michoacana.

¿Qué tiene Elba Esther que todos quieren (o querían) con ella? Cualquiera supondría que posee muchos sufragios para ofrecer, pero esto parece formar parte del mito tejido en su entorno. Si nos atenemos a las actuales intenciones de voto, Nueva Alianza obtendría una exigua votación de 0.6 por ciento para Diputado federal, que no le alcanzaría ni siquiera para mantener su registro (Consulta Mitofsky, 01/12).

Otro aspecto del mito sostiene que la aportación de sufragios del Panal a la causa de Calderón en 2006 fue determinante para su triunfo. Y la supuesta forma de hacerlo fue aquella consigna gordillista que se expresó en el pegajoso spot del "uno de tres", que presuntamente instruía a los agremiados del SNTE para dar votos al Panal en la boleta de Diputados federales (la que cuenta para conservar el registro), pero a sufragar por Calderón en la boleta de Presidente y por quien quisieran en la de Senador.

La principal debilidad de ese mito es considerar a los maestros como sumisos ciudadanos que acatan al pie de la letra las instrucciones de su dirigencia, sin tomar en cuenta sus preferencias personales. Hay un interesante estudio de Javier Aparicio, académico de la División de Estudios Políticos del Centro de Investigación y Docencia Económica (CIDE), que desvirtúa el mito con datos que asombrarán a quien aún no los conoce.

A primera vista -dice el estudio-, una parte de la estrategia funcionó, pues según el cómputo distrital del IFE, Nueva Alianza obtuvo un millón 872 mil 283 votos para Diputados, mientras que su candidato presidencial, Roberto Campa, sólo obtuvo 401 mil 804. ¿A dónde fueron el casi millón y medio de votos diferenciados? Ciertamente, no todos fueron para Calderón.

El estudio titulado "La directiva Elba y la elección de 2006" es un análisis estadístico de los resultados de ese año, tanto a nivel de distrito como de casilla. La principal conclusión es que los sufragios movilizados por el SNTE favorecieron en mayor medida a Andrés Manuel López Obrador que a Felipe Calderón.

A nivel distrital, la correlación de sufragios diferenciados es muy semejante para esos dos candidatos (0.108 vs. 0.096) y a nivel casilla la correlación favorece a AMLO (0.074 vs. 0.11). Por si fuera poco, las encuestas de salida de IPSOS-BIMSA 2006 indicaron que 22.7 por ciento de los ciudadanos que votaron por los Diputados del Panal sufragaron por Calderón para Presidente, mientras que 27.8 por ciento de ellos lo hicieron por López Obrador.

Es decir, los maestros no votan monolíticamente, sino que tienen diferentes preferencias partidarias, y en este marco, es posible que los votos para Calderón se hubieran producido de todos modos, aun sin la consigna de la maestra.

Lo que no es un mito son las decenas de miles de operadores comiciales (pagados con fondos que fluyen del erario al sindicato), pero cuya operación no es todo lo efectiva que se supone y podría ser anulada o disminuida por la acción eficaz de los adversarios del Panal.

Eduardo R. Huchim
omnia08@gmail.com
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Para los chairos que creen que los maestros (o quienes votaron por el PANAL en el 2006) le dieron el triunfo a Calderón. Un mito más como el del fraude nunca probado. O aquel que dicen que no se contó voto por voto. Para empezar el PRD ni siquiera solicitó el voto por voto al TRIFE. Y si se contaron voto por voto en casi el 15% de las casillas, y eran las casillas que supuestamente más irregularidades tenían, según dichos del PRD. Y no salió nada. Pero los que viven de mitos y leyendas, lo seguirán creyendo.

martes, enero 24, 2012

 

El populismo de López Obrador

Hay diferentes definiciones de "populismo". Una de ellas tiene que ver con el uso político de la economía. Con tal de ser popular entre la población, un político niega las realidades del mercado. Quizá lo que mejor resuma esta definición es una recomendación de un gobernante populista sudamericano a un colega suyo de otro país, por ahí de mediados del siglo pasado: "Si los trabajadores te piden, dales. Si te piden más, dales más. Al fin y al cabo la economía es flexible". Es un error porque la economía no tiene nada de flexible. Al revés, es inflexible e implacable.

Puede ser que una política populista funcione durante algún tiempo. Pero al final del día alguien acaba pagando los costos y generalmente es la sociedad. Los gobiernos populistas suelen financiar con deuda las medidas "populares". Por ejemplo, incrementan los subsidios pero no suben los impuestos para financiarlos (lo cual sería impopular). No queda otra más que endeudarse. Los pasivos se acumulan y, en la medida en que un país se sobregira, sube el riesgo de pagar y el costo del endeudamiento. La gran cantidad de deuda acaba por estrangular la economía de un país. Inevitablemente llega el momento de apretarse el cinturón. Las sociedades acaban pagando un costo carísimo por el populismo. Suelen terminar peor de lo que estaban antes de que comenzara la fiesta populista.

Por definición, el discurso populista es popular: le encanta al electorado. Cuando un candidato presidencial promete que reducirá el precio de gasolinas, gas, diésel y la energía eléctrica, pues eso suena a música pura para la mayoría de la población. Y eso es lo que prometió López Obrador este fin de semana.

Muy bien. El problema es que se trata de una promesa populista que niega las realidades del mercado. En lugar de que a los precios de los bienes y servicios los determine su escasez relativa, el político, desde su escritorio, los define, para ser popular; los pone por debajo del precio de mercado, otorgándole un subsidio a la población, subsidio que tiene que pagarse de alguna forma. Si no se incrementan los impuestos, lo único que queda es aumentar la deuda pública.

No sólo eso. Definir los precios por decreto produce un conjunto de distorsiones. Si el gobierno, como promete AMLO, baja los precios de las gasolinas, se incrementa la compra de automóviles de más cilindros, que consumen más. Amén que el subsidio, a quien más beneficia, es a los más ricos, que son los que tienen coches. Si el gobierno subsidia la electricidad, los consumidores ya no ponen focos ahorradores y dejan la luz prendida todo el día. Esto implica un mayor consumo de combustibles fósiles que incrementa el calentamiento global. ¿Es eso lo que queremos los mexicanos?

Si gana, AMLO también promete construir cinco refinerías en México. Se trata de otra propuesta populista porque la refinación de petróleo es un pésimo negocio en todo el mundo. Las refinerías, por lo general, pierden dinero. Si las empresas petroleras refinan crudo es para que haya más consumo de petróleo, cuya extracción es el gran negocio. Y resulta que López Obrador está prometiendo abrir cinco nuevos malos negocios para los contribuyentes. ¿Por qué deberíamos aceptarlo? Pues porque resulta popular la idea que el país tenga cinco refinerías más, que generarían muchos empleos con dinero público. Al fin y al cabo, el que pondría los recursos sería el gobierno y, si hubiera pérdidas -como actualmente las hay en las refinerías de Pemex-, pues éste las absorbería. Lo que rehusamos ver es que esas pérdidas nos cuestan a toda la sociedad.

López Obrador ha anunciado a parte del gabinete que lo acompañaría en caso de ganar la Presidencia. Muchos son gente respetable. Y aunque los hombres importan, lo más relevante son las políticas públicas que implementaría el candidato en caso de ganar. Algunas de las que propone AMLO son, sin lugar a dudas, populistas.

Leo Zuckermann

            Twitter: @leozuckermann

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Las políticas populistas generan inflación con el paso del tiempo. Y la inflación es el impuesto a los pobres, que son quienes más la sufren. Todo lo que propone AMLO ya lo vivimos en México, en la "docena trágica", el periodo de 1970 a 1982 de los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo. Sólo la gente que tiene más de 60 o más años vivió esa docena trágica como adulto de manera completa. Pero ahí están los datos, en los libros, en mucha información en internet para el que quiera saber la verdad. Las propuestas de AMLO ya se aplicaron en México y las consecuencias aún las estamos padeciendo.


domingo, enero 22, 2012

 

Desorden (idiosincrasia del mexicano)

Inherente a la naturaleza humana es el deseo y expectativa de mejorar en la vida. Menos común es el reconocimiento de lo que sería necesario hacer para que eso fuera posible. Karl Popper, filósofo de la ciencia, alguna vez dividió al mundo en dos categorías: relojes y nubes. Los relojes son sistemas ordenados que se pueden procesar de manera deductiva. Las nubes son complejas, "altamente irregulares, desordenadas y más o menos impredecibles". Para Popper, el error de mucha de la ciencia moderna reside en pretender que todo es un reloj y que siempre habrá una herramienta apropiada para resolver todos los problemas. Sin embargo, seguía, ese enfoque está condenado al fracaso porque el universo en que vivimos es más parecido a las nubes que a los relojes.

Todos sabemos lo que nos disgusta de la realidad mexicana en la actualidad. A unos les molesta la criminalidad, a otros el desempeño económico. Algunos sufren los tráficos cotidianos y otros padecen la incertidumbre que permea el ambiente. Identificar los males, a nivel sintomático, es muy sencillo. Pero pocas veces meditamos sobre las implicaciones de resolver esos problemas o sobre lo que se requeriría para que esos males dejaran de serlo. Si de verdad queremos construir un país que funciona y en el que no existen esos males (o son vistos no como un factor de realidad, sino como una aberración que tiene que ser corregida), tendríamos que cambiarlo todo. Todo.

Earl Long, un peculiar político estadounidense, resumió el dilema de manera perfecta: "Algún día Louisiana va a tener un buen gobierno y a nadie le va a gustar ni un poquito". Un buen gobierno implica reglas a las que todo mundo se subordina, entraña autoridad efectiva para hace cumplir la ley e implica una auténtica igualdad ante la ley. En México, el reino de los privilegios, no satisfacemos ninguna de estas premisas ni siquiera en el discurso público.

Hace algunas semanas, en este mundo surrealista que es el de la realidad mexicana, tuvimos la oportunidad de ver un ejemplo de la complejidad que implica llevar a cabo el tipo de cambios que la ciudadanía exige, pero que no siempre está dispuesta a llevar a buen término. Las autoridades de la Ciudad de México decidieron instalar parquímetros en diversas zonas de la urbe con el objeto doble de desincentivar el uso del automóvil y racionalizar el tránsito y el uso de los lugares de estacionamiento. Se trata de un esfuerzo por ordenar uno de los muchos temas citadinos cotidianos.

La respuesta no se hizo esperar. Por un lado, los "franeleros", las personas que se han apropiado de los espacios públicos para rentar lugares de estacionamiento, se manifestaron contra la medida bloqueando algunas calles de la ciudad. Por otro lado, innumerables usuarios del servicio se quejaron por la desaparición de un mecanismo funcional para la vida cotidiana en virtud de la ausencia de estacionamientos formales.

En este caso, el desorden es múltiple. Primero, se encuentra la apropiación del espacio público: si uno no le paga al virtual "dueño" de la calle, no se puede estacionar. Segundo, las personas que visitan el lugar, trabajan por ahí o van a realizar alguna actividad momentánea, utilizan el servicio de los franeleros para que les cuiden el vehículo. No es un servicio menor. Tercero, en ausencia de vigilancia policiaca efectiva, los franeleros cumplen una importante función de seguridad: está demostrado que hay menos robos de partes y automóviles donde hay franeleros. Finalmente -un ejemplo de picardía mexicana-, en una de las calles de la zona rosa que frecuento, donde hay parquímetros desde hace años, hay una persona que antes era franelero y ahora se dedica a lavar coches y a echarle monedas al aparato para cuidar que a los autos de sus clientes no le levanten una infracción. La innovación y creatividad no dejan de sorprender: pero los problemas que estos personajes resuelven no son irrelevantes.

El desorden es un gran problema porque viene asociado a la ausencia de mecanismos para la resolución de conflictos, cero respeto a las leyes y a la autoridad, pobre desempeño económico y, en sentido amplio, deriva en la crisis de seguridad que vivimos y en la falta de oportunidades que nos caracteriza y que se traduce en pobreza y desigualdad. No hay tal cosa como "un poco desordenado". El desorden es una característica general, donde lo que sí está ordenado es excepcional. En un contexto de orden, lo que no funciona es percibido como una excepción.

En la actualidad, seguimos viviendo en un contexto de desorden donde algunas cosas funcionan, pero son las menos. En lo económico, por ejemplo, el TLC es un gran factor de orden, pero el mercado interno sigue desordenado. En el debate público -tanto entre políticos como empresarios- hay siempre la disyuntiva de avanzar hacia el orden o retraernos hacia lo general. Para muchos empresarios lo que el País requiere es generalizar el desorden porque evita la necesidad de elevar la productividad, mejorar la calidad de los productos o, en general, mejorar la vida.

El dilema para el País es ése: convertirnos en un país moderno implica meternos a todos en orden y eso entraña la terminación de privilegios, prebendas y beneficios particulares. En su microcosmos, los franeleros lo ilustran perfectamente bien: han gozado de un privilegio excepcional (aunque no lo entiendan así) y no están dispuestos a cambiar por ningún motivo. Extrapolando el ejemplo a nivel nacional, meter al País en orden implicaría reformar todos los ámbitos de la vida nacional. Dentro de un contexto de orden se torna inaceptable la existencia de monopolios públicos o privados, es disfuncional el uso de la mordida o la corrupción en general y la economía informal deja de ser un elemento folclórico para convertirse en una lacra que tiene que ser atacada. En un contexto de orden nadie sigue como estaba antes.

La disyuntiva es mucho más profunda de lo aparente. Aterrizar el deseo -o el discurso- por mejorar, hacer de México un país más amable y exitoso y lograr una sustancial mejoría en los niveles de vida va inexorablemente de la mano de la disciplina, el orden y la igualdad ante la ley. Aterrizarlo implicaría que lo acepten los poderes fácticos, los ricos, los políticos y demás beneficiarios de privilegios: desde los franeleros hasta el Presidente. O que se les imponga por un cambio real.

Luis Rubio
www.cidac.org
 
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Las reformas estructurales pendientes (fiscal, política, laboral, energética, etc.) cambiarían las reglas del juego, crear más orden, afectando a muchos intereses. Por eso muchos se oponen e incluso se ha estado alimentando el mito de que no son necesarias. Todos esos que dicen que no son necesarias forman parte del grupo de privilegiados que quieren que todo siga igual: sindicatos, empresarios en sectores protegidos, los partidos políticos, caciques, burócratas, etc.

 

No más payasadas (de los políticos)

La tragedia de la guardería ABC ocurrida en Hermosillo, Sonora, ha sido noticia nacional nuevamente por varios motivos. Primero, la semana pasada los medios reportaron que Marcia Matilde Gómez del Campo, socia fundadora de la guardería y prima de Margarita Zavala, fue absuelta del proceso penal por la muerte de 49 menores.

Segundo, circuló en internet un video del payaso "Platanito", interpretado por Sergio Verduzco, en el que se burlaba de la tragedia ocurrida a los niños como parte de su rutina en un show privado. Lo anterior fue seguido de una alharaca en las redes sociales que llevaron al autor del mal llamado chiste a ofrecer una disculpa pública y finalmente a cancelar indefinidamente algunas de sus presentaciones.

Curiosamente, la deplorable e insensible selección de material del payaso recibió más atención y originó una reacción más violenta entre la población que los resultados parciales que se han venido dando en la lucha de los afectados por la tragedia por castigar a los culpables y tratar de resarcir -en la medida de lo posible- los horrendos daños que sufrieron.

Desafortunadamente las noticias del incendio van ocupando cada vez menos espacio en los medios sin que se aprecien consecuencias concretas que nos lleven a pensar que una tragedia así no volverá a suceder. Al contrario, con una pesada resignación y sentimiento de inevitabilidad parecemos aceptar que está destinada a ser un ejemplo más de impunidad e injusticia en este país donde no pasa nada.

El contraste entre lo que le pasó al payaso y lo que les pasa a nuestros políticos cuando se les descubre algún desliz con tufo ilegal es inevitable.

Porque lo cierto es que "Platanito" no quebrantó ninguna ley. Lo que dijo, a pesar de ser de muy mal gusto y -en mi opinión- carente de humor, está protegido por las garantías de libertad de expresión y de trabajo que consagra nuestra Constitución. Evidentemente hay quienes gozan con sus actuaciones y pagan por ello, por eso lo hace.

Precisamente por ello no fue necesario que ninguna autoridad interviniera en esta ocasión para investigarlo, sacarlo del aire, multarlo o meterlo a la cárcel. La única ley que "Platanito" violó fue la del mercado. Fue tan adversa la reacción que provocó que tanto él como su productor y seguramente sus asesores y asociados le recomendaron dar marcha atrás públicamente a su irreverencia con la esperanza de no perder ese mercado que le da de comer.

El tribunal de la opinión pública no tiene reglas fijas, es expedito y puede ser inmisericorde. Para quienes viven de ella, eso basta para acatar sus fallos.

Sin embargo, quienes supuestamente deben estar más atentos a ella -los políticos- parecen ser inmunes a sus sentencias. ¿Por qué?

Contrario a los productos comerciales en una economía de mercado que deben sobresalir por sus cualidades: ser mejores, más baratos, etc., nuestros políticos operan en un ambiente de economía cerrada, donde hay escasas opciones, no existe la competencia y la aprobación del público es sólo un requisito de forma que debe ser palomeado cada tres años a lo mucho.

Su éxito está supeditado no a la aprobación popular de su trabajo en la función pública, sino al poder que tienen por los puestos que ocupan; poder que pueden usar como moneda de cambio para seguir medrando a nuestra costa.

Pareciera que el poder de la ley, la nómina, los contratos, los permisos y la fuerza pública son herramientas para perpetuar en la miseria a un pueblo abyecto, del que se espera eterna gratitud por los escasos beneficios que recibe como si fueran graciosas liberalidades del Gobierno en vez de obligaciones constitucionales legalmente exigibles.

En ese contexto, sus actos de corrupción, de negligencia, de abuso y prepotencia deben ser reconocidos como las burlas hirientes que realmente son. Payasadas que zahieren a la sociedad y que deben ser rechazadas con el mismo ímpetu que recibió el insulso Sergio Verduzco.

La diferencia es que los políticos aprovechan a los millones de mexicanos que viven en la miseria para torcer las reglas en su propio beneficio, manteniéndose en el poder. Se necesita mucho más que un airado rechazo en Twitter para vencer al mal político. Se necesita cambiar las reglas para que la gran mayoría se beneficie y no sólo unos cuantos.

También nosotros tenemos que perderle el miedo al cambio. Sólo así lograremos que toda la gente se convenza que su voto vale más que una despensa. Que a todos nos conviene más la legalidad que la transa. O la revolución.
 
José Alejandro González Garza
jagzz76@yahoo.com
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Urge una reforma política que permita las candidaturas ciudadanas, reelección de legisladores, alcaldes y gobernadores, segunda vuelta, y que los legisladores plurinominales sean seleccionados entre los mejores segundos o terceros lugares, no por listas que forman las cúpulas partidistas. Con esos incentivos alineados, entonces si habrá más probabilidades que busquen lo que la ciudadanía pida.

jueves, enero 19, 2012

 

Prometer no empobrece

La campaña a la Presidencia en el 2006 de Andrés Manuel López Obrador tenía dos componentes centrales: las promesas de felicidad futura y la amenaza de castigo a los supuestos responsables de nuestras desgracias. En su actual campaña, a quienes antes amenazaba ahora les profesa amor, reconciliación y perdón. En donde sigue siendo el mismo es en prometer ocurrencias.

En noviembre del año pasado, por ejemplo, afirmó respecto al desempleo: "eso vamos a atenderlo nosotros, a 7 millones de jóvenes en los primeros meses. En seis semanas le doy empleo a cuatro millones...". Se trata de una mentira o una muestra de estupidez. En el 2011 se crearon casi 600 mil empleos con una tasa de crecimiento de 3.5 por ciento. Para cumplir la promesa de AMLO, en un regla de tres simple, la economía requería crecer 40 por ciento para generar 7 millones de empleos en un año.

AMLO no siempre dice lo mismo. En otras ocasiones ha prometido a 7 millones de jóvenes empleo y educación. No queda claro si una u otra o las dos, pero remata su promesa afirmando que se terminaron los rechazados en la UNAM o en cualquier otra institución de educación superior. Otra mentira o estupidez. ¿Quien se inscriba a la UNAM tendrá lugar asegurado? Sin ningún tipo de filtro, ¿se imaginan el nivel de los estudiantes?

Más allá de su pasión por las promesas fáciles, sorprende el poco eco que tienen. No encontré crítica entre sus adversarios a su promesa de crear 7 millones de empleos. Tampoco fue tema en los artículos de opinión. Ya nos acostumbramos a sus fantasías.

Partimos del equivocado principio de que para eso son las campañas, para inventar. Un error en la respuesta del precio del boleto del Metro es un escándalo, prometer alguna estupidez, no.

Esto es absurdo. Es mucho más grave prometer imposibles. Si gana el que ofrece este tipo de promesas y las trata de cumplir, llevaría al país a la quiebra. Cumplir ciertas promesas sí empobrece. Ahora bien, si gana y no las cumple, erosiona aún más el valor de la democracia. La buena noticia para AMLO es que si pierde la elección, siempre puede criticar a quien gane por no generar 7 millones de empleos. Eso es lo cómodo de ser oposición.

De las pocas cosas que permite la ley electoral es prometer. Si AMLO decidiera hacer un spot publicitario de sus fantasías para generar empleo, éste no podría quitarse del aire. La ley no castiga una promesa por más absurda que sea. Sin embargo, si el PAN o el PRI usaran ese material concluyendo que AMLO es un peligro para la estabilidad económica del país, el IFE podría suspender el spot por ser considerado una campaña negativa. Para la autoridad electoral, una campaña es negativa aunque la crítica esté bien fundamentada, basta que lastime al ofendido. En palabras de una sentencia del Tribunal: "...la Constitución prohíbe a los partidos políticos y coaliciones el empleo de cualquier expresión que denigre, aun cuando sea a propósito de una opinión o información y a pesar de que los calificativos pudieran encontrar apoyo en la literatura, la ciencia o la historia...". Habrá que ver si llegamos al extremo de que la autoridad electoral retire un spot porque agravia al ofendido que usen sus propias palabras, ya sea una mentira o un olvido.

Las campañas suelen estar basadas en vagas promesas. Casi nunca en decir cómo se van a alcanzar dichos ofrecimientos. AMLO tiene razón cuando pide debates a sus contrincantes, aunque semanales pueden ser muchos. Sin debates de verdad y abiertos, no como el del PAN del martes que asemejaba un diálogo de sordos, nos quedamos en el reino del rollo, donde cada quien va tirando su evangelio. La propia legislación es ambigua. Hay una confusión respecto a qué tipo de debates se puede hacer ante los medios de comunicación, con lo cual, si no se aclara, va a justificar a los que no quieren debatir el evitarlo.

Más allá de los catálogos de promesas, no hay siquiera claridad ideológica que permita entender qué tipo de modelo de país tienen los candidatos. AMLO no parece atreverse a mencionar que su modelo aparente es el estado nacionalista revolucionario que todo lo controla. Peña no acaba de decirnos si su estado eficaz es una variable de esa visión o si va en serio en sus promesas de liberalizar el sector petrolero y otros. El PAN no acaba de defender si en lo que cree es en el mercado con un estado limitado pero eficaz. Todos seguirán prometiendo banalidades o tonterías mientras no les cueste en el debate público.

Carlos Elizondo Mayer-Serra
@carloselizondom

 

La sequía

"Me sumo a las voces que demandan al Gobierno federal el apoyo inmediato, el apoyo sensible, que permita a los que viven del campo respuesta a su necesidad ante los estragos de la sequía". Enrique Peña Nieto
 
Buena parte de México está agobiada por la sequía. Según la Conagua mil 213 municipios, más de la mitad del País, han sido afectados en algún grado por esta condición. La sequía es la peor en 70 años de registros oficiales en México; en Texas, donde la documentación se remonta 150 años, es también la peor registrada en ese tiempo.

La sequía, sin embargo, es un buen negocio para algunos. De inmediato han surgido demandas para que el Gobierno federal entregue enormes cantidades de dinero a gobiernos y organizaciones políticas. El Gobierno de Chihuahua pide mil millones de pesos para un programa alimentario. La Confederación Nacional Campesina (CNC) y otras organizaciones priistas exigen 10 mil millones de pesos en un fondo cuya creación ha sido vetada por el Gobierno federal.

El propio candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, ha cuestionado la falta de "sensibilidad" del régimen panista por no aprobar ese fondo. A su vez, la coordinadora general de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, Laura Gurza, dice que el Gobierno federal "ha etiquetado recursos por 22 mil millones de pesos más lo que se acumule en etiquetamiento de otros programas".

No dudo que algo del dinero llegue a los más afectados. Pero la experiencia nos dice que cuando menos una parte termina en burocracia o en los bolsillos de los líderes políticos. Puede tener sentido durante un tiempo arrojar dinero a un problema, por ejemplo, para llevar alimentos a comunidades que han perdido sus cosechas y no tienen otra forma de sobrevivir; pero pretender que con dinero se resolverá el problema de fondo es pecar de ingenuidad o, peor aún, de corrupción.

Hay un problema innegable de largo plazo. La disponibilidad natural media de agua per cápita del País, según la Agenda del Agua 2030 de la Conagua, se ha reducido de 18 mil metros cúbicos al año en 1950 a 4 mil 422 en 2010. La precipitación anual es de 760 milímetros al año, pero con una distribución muy desigual: Baja California recibe 176 milímetros al año y Tabasco, 2 mil 100. La mayor parte de esta lluvia, por otra parte, se concentra entre junio y septiembre, por lo que se suceden periodos de inundaciones y otros de falta absoluta de agua. El calentamiento global puede acentuar el problema.

La mayor parte del agua en el País, el 62.9 por ciento, se utiliza en la agricultura. El 11.7 por ciento es de consumo público urbano. La industria usa el 3.4 por ciento. Otro 0.4 por ciento se encauza a otros propósitos. La solución real del problema, por ello, debe empezar por la agricultura.

Tenemos, sin embargo, un sistema perverso. El agua no se cobra a los agricultores. El sistema de cuotas está diseñado para castigar los ahorros en el uso del líquido. Por otra parte, en las ciudades, como el Distrito Federal, donde se mantienen tarifas artificialmente bajas, se utilizan cantidades muy superiores a la media.

Hay soluciones reales. Tener cobros realistas es el primer paso. Promover el uso de nuevas tecnologías es el segundo. El riego por goteo y la "lluvia sólida", que convierte el líquido en un gel que humedece durante más tiempo las raíces, son ejemplos importantes. El uso de semillas transgénicas con mayor resistencia a la sequía es también una solución.

No podemos seguir viviendo con la idea de que el problema del agua se resuelve dando dinero a los políticos. La solución radica en tener precios realistas y en adoptar tecnologías que permitan un uso más eficiente de este recurso.
 
Maestros
No sólo irrita que suspendan labores los maestros de Oaxaca y el Distrito Federal y que tomen las calles afectando a cientos de miles de personas con el respaldo de los gobiernos de ambos lugares. Enfada además que se les pague a estos maestros el día de "trabajo". La cuenta siempre se endosa a los contribuyentes.

Sergio Sarmiento 
www.sergiosarmiento.com
 
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Mientras en México prevalezca la cultura de la subsidiaridad, de que papá gobierno nos resuelva todos los problemas, simplemente se engordará a la burocracia, se enriquecerán los políticos, pero el país no avanzará.


viernes, enero 13, 2012

 

Ciudadanizar a los partidos

Que triste, o quizá mezquina, me parece la postura de Felipe Díaz Garza respecto a la candidatura de Isabel Miranda de Wallace para el DF por parte del PAN (publicada hoy en El Norte, y de otros que han hecho lo mismo). Cuánto se ha hablado de que los partidos políticos (todos) están muy alejados de los ciudadanos, de la partidocracia que tenemos, y sale un partido postulando a una ciudadana apartidista, ¿y se le critica? Ojalá existieran las candidaturas independientes, pero la Ley no las permite. Las causas ciudadanas como las que ha enarbolado Miranda de Wallace no se perderán porque llegue a un cargo público. Al contrario, ahí veremos si realmente se pueden concretar.
 
Ya va siendo hora que los que criticamos a los gobiernos también le entremos. No es lo mismo ver los toros desde la barrera que entrarle a torear. Si Miranda de Wallace es auténtica, no se perderá nada, al contrario, se fortalecerá su causa. Y aunque no tiene experiencia (al menos no tiene experiencia para robar, como los políticos profesionales) es inteligente y sabrá rodearse de un equipo capaz que la ayude a administrar. Y si realmente la ciudadanía, la mayoría, estamos hartos de la partidocracia, se verá en el resultado y ganará la elección.
 
Al tiempo.

lunes, enero 09, 2012

 

AMLO, el renegado

En las democracias modernas, la mayoría de electores saben que el poder es capaz de hacer milagros.

Saben, por ejemplo, que un político que aspira a un puesto de elección popular es capaz de todas las mentiras posibles -por absurdas, descocadas y/o disparatadas que parezcan-, con tal de ganar el voto ciudadano.

De hecho, los electores saben que los políticos suelen engañarlos y, al mismo tiempo, los electores hacen como que no descubren el engaño, en una suerte de simulación democrática.

Por ejemplo, hoy en España se generó una potente corriente de opinión que cuestiona al nuevo presidente, el derechista Mariano Rajoy, por engañar a los españoles al no hablar nunca -en su periplo proselitista- de recortar la burocracia y menos elevar los impuestos, como estrategias obligadas para paliar la crisis económica. Sin embargo, todos saben que si Rajoy hubiese prometido recortes y más impuestos, nunca hubiese ganado.

Pero tampoco es novedad que los hombres del poder recurran al engaño y la simulación, como estrategia política y de gobierno. En su clásico El Príncipe, Nicolás Maquiavelo elogia las capacidades de los príncipes que saben ser zorros. Dice. "El que mejor ha sabido ser zorro, ese ha salido mejor librado. Pero hay que saber disfrazarse bien y ser hábil en fingir y en disimular; los hombres son tan simples y se someten hasta tal punto a las necesidades del momento, que aquel que engañe encontrará siempre quien se deje engañar".

Viene a cuento porque los electores mexicanos que acudiremos a las urnas el 1 de julio próximo presenciamos, desde hace meses, una de las más grandes farsas electorales de nuestra historia. ¿De qué estamos hablando? Casi nada, de la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador, el político mexicano que en las redes sociales es motejado como el más grande mentiroso. ¿Por qué lo califican de mentiroso?

Porque embona de manera perfecta en la definición del príncipe zorro, de Nicolás Maquiavelo; "sabe disfrazarse bien y es hábil en fingir". ¿Y si quieren evidencias..?, están a la vista de todos.

Hace unas cuentas horas, en entrevista con Milenio Televisión, Diego Fernández de Cevallos calificó a AMLO como "Víbora con el mismo veneno". El Jefe Diego se refirió a que el López Obrador que hace campaña en todo el país, es el mismo zorro de siempre, sólo que con piel de oveja. Y claro, para confirmar su vocación maquiavélica y que ha renegado de "su otro yo", AMLO respondió con un mensaje de amor a Diego Fernández, a quien extendió "mi mano franca, porque yo no odio a nadie".

Contrasta la viñeta, porque todos saben que AMLO convirtió al Jefe Diego en epítome de la maldad "contra los pobres". Incluso, no pocos estudiosos de grupos clandestinos que operan en México, ubican presuntos vínculos entre el grupo radical que secuestró a Diego, y algunos promotores de las aspiraciones presidenciales de AMLO.

Pero la escaramuza entre AMLO y el Jefe Diego no es más que una pincelada del formidable montaje que soporta la campaña de AMLO. Todos saben que López Obrador mandó al diablo a las instituciones, que rompió todas las reglas de la convivencia política con la farsa del plantón de Reforma al Zócalo, y que promovió la destrucción del IFE, como lo conocimos entre 1997 y 2007. Contra todo eso, hoy AMLO promueve la "república amorosa".

Todos saben que AMLO llamó "delincuentes de cuello blanco" a los empresarios que lo cuestionaban. Hoy AMLO elogia a los empresarios, a los que jura y perjura que no les quitará nada y que, claro, todos se equivocaron al entender que "primero eran los pobres". Durante años, Televisa fue parte de "la mafia" que le arrebató el poder a AMLO. Hace semanas vimos al zorro tabasqueño, convertido en cordero, que pidió perdón a Televisa.

Durante los meses de su inalcanzable candidatura presidencial -entre 2005 y 2006-, AMLO se negó a debatir con los adversarios presidenciales. Hoy propone 10, 20 y 30 debates, y un día sí y otro también le pide a Peña Nieto debatir. En 2006 se negó a responderle al conductor de Televisa, conocido como Brozo, sobre su cultura literaria. Argumentó que no quería dañar su imagen ante sus seguidores. Hoy hace mofa de Enrique Peña Nieto, porque el mexiquense no pudo hilar tres títulos.

Entre la jerga de la biología y en literatura, una mutación como la que vemos en AMLO es conocida como metamorfosis; en siquiatría se le llama bipolaridad, pero en política, las dos caras de AMLO se resumen con una palabra: farsante.

Lo curioso es que miles se tragan la farsa, sin siquiera masticarla. Al tiempo.

Ricardo Alemán

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Qué triste que muchos se dejen engañar con el canto de las sirenas. AMLO les endulza el oído y se aprovecha de la decepción y desesperación que existe. Pero haciendo un análisis objetivo de sus propuestas (mercantilismo populista de los 70's) y de la gente que lo rodea (Bejarano, Noroña, Diconstanzo, Bartlett, Sheinbaum, Padierna, Monreal, etc.) es más que suficiente para darnos cuenta que es un farsante.


 

Un frasco peligroso (Peña Nieto)

Un frasco puede ser un recipiente de agua o de veneno. El mismo envase puede alojar una medicina o una sustancia letal. Por eso importa la etiqueta. Confiamos en el marbete para identificar la composición del líquido, para mantenerla lejos de los niños, para aplicar la dosis correcta, para separar los líquidos de la cocina de los del botiquín o la cochera.

Una de las campañas más intensas de los consumidores en los últimos años ha sido precisamente la batalla por las etiquetas: contar con información veraz y comprensible de lo que uno compra en un empaque. El consumidor (como el votante) requiere información para decidir. No puede arriesgarse a probar con la tripa el misterio de los frascos.

Enrique Peña Nieto es un frasco sin etiqueta porque carece de contenido propio. Puede ser garrafón de gasolina, una olla de sopa vieja o una botella de Coca-Cola. Peña Nieto será lo que otros viertan en el recipiente. Es un envase, un frasco vacío. ¿Alguien puede dudar del peligro que significa beber de un frasco sin nombre? Lo advirtió Manlio Fabio Beltrones y creo que tiene razón: un político sin ideas es un político peligroso.

Si el atractivo del candidato único del PRI es estrictamente formal (una imagen, una carátula, un actor que representa el papel de un político joven), sus respaldos provienen de su vacuidad. No es raro que así sea. ¿Qué mejor para los grupos de interés en México que patrocinar a un político atractivo que no presenta el inconveniente de pensar por sí mismo?

Conforme pasa el tiempo, parece claro que el escándalo de los libros no fue un resbalón menor. La incapacidad del candidato para lidiar ágilmente con lo imprevisto mostró su vulnerabilidad central: no solamente se trata de un político ignorante, sino de un político sin fibra, un cartón sin constitución propia, un estuche sin esqueleto. Si aquel incidente de la chachalaca fue tan nocivo para la primera candidatura de López Obrador fue porque ofreció a muchos dubitativos la confirmación de una sospecha. El candidato de la izquierda no era un hombre tolerante, como mostraba esa orden de silencio al Presidente.

Los escándalos no se evaporan fácilmente cuando conectan con una intuición colectiva, cuando alimentan un recelo preexistente. Ésa es la puntería del escándalo de los libros. Creíamos que Peña Nieto era un actor en busca de un papel protagónico para el que no está preparado. Lo confirmamos. De ahí la posibilidad de que aquel tropiezo con autores y títulos sea más que un accidente para convertirse en una definición.

Digo definición, pero debo decir caricatura. El tropiezo de Peña Nieto no lo convirtió en un político temible, sino risible. En unos minutos, Peña Nieto se ganó la peor de las descalificaciones para un hombre que aspira al Gobierno: el ridículo.

En Guadalajara, el candidato priista perdió algo más que la imagen de invulnerable: perdió respetabilidad. No será fácil ya tomarse en serio al ex Gobernador del Estado de México. Y cuando lo vemos de nuevo en el estudio de televisión deseándonos una feliz Navidad, mientras su esposa lo acaricia y lo admira con ojos tiernos, ratificamos que se trata de un político de aparador. Un político inventado por los reflectores de la televisión que puede ser destruido por la luz natural.

Si mostraba habilidad política como Gobernador y como líder del priismo mexiquense, parece que ese talento termina en la frontera del Estado de México. A Peña Nieto no le sienta bien cruzar las Torres de Satélite: fuera de la protección de la política local, el político ha tropezado una y otra vez.

Se dirá que ha firmado un libro que es un programa serio y razonable de gobierno y que en sus propuestas se mide su estatura, pero, evidentemente, la solidez de un político no está en los documentos que suscribe, sino en el temple.

Peña Nieto navega con instrumentos prestados. No contempla el mundo con sus propias herramientas, los utensilios que ha ido formando a lo largo de la vida, producto de su experiencia, del éxito y del error. En ausencia de curiosidad intelectual, de una vida nutrida de experiencias, carente de ideas propias, su vínculo político con el mundo es indirecto: el que su corte le ofrece.

La dependencia de su entorno es absoluta. El frasco no se llena desde dentro. ¿Con qué elementos podría, por ejemplo, resistir la influencia de un tecnócrata arrogante que convirtiera en su asesor principal? ¿Tiene elementos para ponderar sensatamente juicios contrarios? ¿Cómo reaccionaría ante una crisis imprevista? ¿Cómo podría resistir las intimidaciones de los poderes económicos? Votar por un frasco vacío es arriesgarse a beber una botella de amoniaco con la ilusión de que sea agua de limón.

Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/

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Qué pena que los priístas hayan escogido a Peña Nieto y no a Beltrones. Tal parece que cada 6 años los priístas escogen a alguien cada vez peor, desde Labastida, luego Madrazo, y ahora un Peña Nieto que no tiene la capacidad para controlarse y responder preguntas incómodas. ¿Qué pasaría si la crisis económica mundial se agrava? ¿tendrá EPN la inteligencia emocional para manejar una presión de ese tipo? ¿O qué pasará con el tema del crimen organizado, podrá tomar decisiones bajo presión cuando ni preguntas simples sabe responder?

 

AMLO no es la respuesta

¿Cómo creen que AMLO cambiará algo si está rodeado de corrupción? El PAN, PRI y PRD (MORENA incluida) es parte del mismo sistema, de la partidocracia que tenemos. Basta ver la gente que rodea a AMLO: Bejarano, Bartlett, Noroña, Padierna, DiConstanzo, Sheinbaum, etc. Por favor, si AMLO realmente fuera el cambio no le habría prometido al SME y a su corrupto líder Esparza crear una nueva LyFC cuando gane. Ya con esa simple promesa AMLO demuestra que no es la solución, al contrario.
 
Y que prometa que sacará al ejército de las calles en 6 meses, es peor aún. Las policías estatales y municipales no sirven. Echarle toda la culpa al gobierno federal cuando los gobernadores no hacen nada (como lo vemos en NL, Coahuila y Tamaulipas) es un simplismo pueril por no usar otra palabra. Quien proponga dejar de usar a las fuerzas armadas demuestra un total desconocimiento de la magnitud del problema y de la fuerza y poder del crimen organizado.
 
Ya no hablemos de las propuestas económicas de AMLO que son un regreso al mercantilismo populista de los 70's. Qué pena que ante la desesperación algunos caigan con el canto de las sirenas. Si AMLO fuera auténtico debería prometer desaparecer los monopolios de PEMEX, CFE, y de los sindicatos de burócratas. Pero el planea fortalecerlos. Al tiempo.

domingo, enero 08, 2012

 

Manejar Vs. Resolver (los problemas)

Alguna vez le preguntaron a Giovanni Giolitti, un bravo y múltiples veces Primer Ministro, si era difícil gobernar Italia. Su respuesta parecería emanada del viejo PRI: "Nada difícil, pero es inútil". En México, el viejo sistema, que poco se diferencia del actual, pasó décadas administrando y manejando el conflicto más que resolviendo problemas y atacando sus causas. El resultado es un país rico con habitantes pobres, un enorme potencial, pero una miserable realidad. La pregunta es si el proceso electoral actual puede arrojar un resultado distinto.

El mundo político mexicano está lleno de nostálgicos que añoran la era en que el Gobierno tenía capacidad para "tomar decisiones", es decir, para imponer la voluntad del Presidente. Escuchando y observando esos lamentos -que vienen por igual de todos los partidos y muchos estudiosos-, uno pensaría que México era un país modelo en que todo funcionaba bien, el progreso era tangible y la felicidad reinaba.

Desafortunadamente la realidad es menos benigna. Si uno observa la era priista a partir de 1929, tomó más de una década llegar a estabilizar al País para comenzar a enfocar el crecimiento económico. Luego vinieron 25 años de crecimiento que se agotaron a finales de los 60. La década de los 70 fue un desastre de crisis, inflación y desorden, de lo que todavía no acabamos de librarnos. Ése es el pasado. Hoy un partido nos propone regresar al proyecto de los 60 (que se agotó) [el PRI con Peña Nieto], otro al de los 70 (que hizo explotar al País) [el PRD-PT con AMLO y su populismo de un Estado paternalista]. El tercero nos propone continuar lo existente [el PAN que sólo ha mantenido la estabilidad macroeconómica pero que no ha podido implementar reformas estructurales].

Visto en retrospectiva, lo que parece obvio es que, con algunos momentos excepcionales, en la vieja era todo estaba dedicado a administrar los problemas más que a construir una plataforma sólida de desarrollo. El Gobierno era fuerte y aparatoso y tenía capacidad para definir prioridades, tomar decisiones y actuar. Lo relevante es que no actuaba para construir un país moderno, sino para mantener su viabilidad política. Hubo muchos buenos años de crecimiento; pero cuando en los 60 se discutió la necesidad de reformar la economía (décadas antes de que se iniciaran, tardíamente, las famosas reformas), prevaleció el criterio de "mejor no le muevas". El resultado fue la catastrófica docena trágica: otro intento por administrar los problemas, en ese caso a través del endeudamiento exacerbado. [1970-1982, la docena trágica cuyos errores y deudas aún no terminamos de pagar y que AMLO quiere revivir con sus propuestas].

De haber servido la enorme concentración de poder que tanto se añora, el País hoy se parecería en niveles de ingreso al menos a España o Corea. De haber sido tan exitosa esa época, hoy el mexicano promedio gozaría de niveles de vida tres veces superiores, la economía crecería con celeridad y nuestro sistema político sería un modelo de civilidad. El hecho es que el poder concentrado servía para beneficiar a quienes lo detentaban y no a la población en general. Por eso había (y hay) tantos políticos esperando a que les "hiciera justicia" la Revolución.

Aquel sistema que manejaba los conflictos y evitaba que explotaran tenía una ventaja sobre la situación actual: la población veía al Gobierno con respeto, si no es que con temor, algo no deseable desde una perspectiva democrática, pero que permitía una convivencia pacífica. Las policías eran corruptas, pero el crimen, que también se administraba, era modesto; los Jueces vivían subordinados al Ejecutivo y nadie limitaba su capacidad de acción. Los narcotraficantes movían drogas del sur al norte y el sistema era poderoso como para marcarles límites e imponer condiciones. No era perfecto, pero permitía paz y estabilidad.

El colapso gradual del viejo sistema, proceso que comienza en lo político desde 1968 y en lo económico desde principios de los 70, acabó legándonos una estructura política inadecuada para lidiar con los problemas de hoy y una economía mal organizada y no conducente a promover tasas elevadas de crecimiento. Hoy nadie le tiene miedo al Gobierno o a las policías, razón por la cual ya no es posible pretender administrar el conflicto. Seguimos nadando "de muertito", pero sin los beneficios de antes.

En este contexto, el atractivo que muchos le ven a un potencial retorno del PRI a la Presidencia no reside en que eso resolvería los problemas (no hay evidencia que sugiera que ésa sea la meta que motiva a su candidato), sino la percepción de que al menos se mantendría caminando el carro: que se lograría restablecer la mediocridad de antaño.

El País no requiere otro Gobierno priista, perredista o panista, sino un nuevo sistema de gobierno. Urge construir la capacidad necesaria para que sea posible enfrentar y resolver los problemas que llevan décadas acumulándose y que nos han convertido en una sociedad que privilegia el atajo sobre el remedio, el "ahí se va" sobre la excelencia, el control sobre la participación, el "peor es nada" sobre elevadas tasas de crecimiento económico, la estabilidad sobre el éxito, los copilotos sobre los líderes.

El País requiere, nada más y nada menos, un nuevo Estado. De nada serviría procurar reconstruir lo que hace tiempo dejó de funcionar como lo demuestran 40 años de intentos fallidos. Tampoco serviría un Gobierno eficaz o uno amoroso. Se requiere uno que resuelva los problemas.

En la medida en que evolucione la justa electoral, los ciudadanos debemos exigir respuestas y competencia, experiencia e innovación, capacidad y visión. La noción misma de que antes las cosas funcionaban bien y que bastaría con retornar a ese mundo idílico sonaba muy bien en las coplas de Jorge Manrique, pero no constituye un proyecto razonable para lidiar con los enormes retos que el País enfrenta.

El reto consiste en construir un futuro diferente, proceso que llevará años, pero que tiene que comenzarse ya. Clave para su éxito será, primero, claridad de proyecto: qué es lo que se requiere, cuáles son sus componentes y cómo se construye. Segundo, un liderazgo claro y competente, capaz de visualizarlo, darle forma y sumar a todos los mexicanos, comenzando por los políticos y sus partidos, en un gran esfuerzo nacional cuya característica sea la pluralidad y la convergencia en un objetivo común. Y, tercero, la capacidad de articular sus diversos componentes: visión, recursos humanos y de otra índole y capacidad de negociación política.

El País tiene salidas, pero sólo si se enfrentan y resuelven sus problemas.

Luis rubio
www.cidac.org
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Los comentarios entre [] y en letra cursiva no son de Luis Rubio, fueron agregados por un servidor. Lamentablemente en la partidocracia que tenemos no habrá una cuarta opción como la que pide Rubio. Solo hay de 3 sopas y una de ellas ganará y gobernará (o mejor dicho administrará, bien, mal o regular, el Erario en los próximos 6 años). Y no nos queda mas que elegir a la opción menos peor, a la que haga menos daño. Ojalá hubiera una opción que propusiera todas esas reformas estructurales pendientes que modifiquen al país de un tajo. Pero al menos 2 de las 3 opciones no proponen esas reformas estructurales, al contrario, proponen regresar al pasado, profundizar esos errores del pasado que es lo que nos mantiene así.
 


 

Kennedy, Friedman y el 2012

En su discurso inaugural en Washington una fría mañana de 1961, el Presidente John F. Kennedy pronunció su memorable "no preguntes qué puede hacer tu nación por ti, pregúntate qué puedes hacer tú por ella".

Sin duda es una frase inspiradora, más cuando de joven la escuchas por primera vez y piensas que se trata de una verdad irrefutable, merecedora de ser aplicada en cualquier país del mundo por toda persona que sienta algún amor por su patria.

En mi caso, después me toco leer la interpretación que a esa frase le daba el reconocido economista Milton Friedman. Él apuntaba que ninguna de las dos partes de que se compone la frase aplica a los hombres que se consideren libres.

La primera parte "qué puede hacer tu nación por ti" denota sólo paternalismo por parte del Estado, que se asume como el gran proveedor. Mientras que la segunda "qué puedes hacer tú por tu nación" asume al Estado por encima de los individuos, al punto de exigirles alguna contribución.

En todo caso, decía Friedman, un hombre libre se pregunta "qué podemos hacer los hombres libres como tú y yo a través del Gobierno, que es sólo un instrumento, para lograr nuestros propósitos comunes y proteger nuestra libertad".

Visto de esa manera, tanto la frase de Kennedy como la interpretación de Friedman se vuelven sumamente valiosas. Más aún en el contexto de este año 2012, en donde elegiremos Presidente de México y en varios estados como Nuevo León elegiremos también a legisladores y autoridades locales.

Por otro lado, al inicio de este año me enteraba sobre las perspectivas económicas para México por parte de los expertos. Se pronostica nuevamente un crecimiento económico moderado, alrededor de 3 por ciento, determinado por un entorno económico internacional adverso, y en particular por la desaceleración de la economía de Estados Unidos.

En estas circunstancias, muchos mexicanos podríamos preguntarnos y con justa razón: ¿otro año más de crecimiento moderado? ¿Hasta cuándo creceremos como China, India o Brasil? ¿Cuánto tiempo seguiremos con la misma cantaleta de que la culpa es por lo que pasa en Estados Unidos?

Si bien es cierto que no podemos desligarnos del hecho de que vivimos en un mundo globalizado y de que lo que pasa en Estados Unidos nos afecta grandemente, estaríamos de acuerdo en que tampoco debemos seguir así toda la vida.

Estar ubicados al lado de la mayor economía del mundo debe ser una ventaja que en tiempos buenos debe ser aprovechada, pero no necesariamente debería ser una debacle en los tiempos no tan buenos.

Hago este comentario porque hasta ahora ninguno de los cinco precandidatos que aspiran a gobernar México nos han dicho claramente cuáles son sus propuestas para comenzar a resolver este asunto.

Todos los candidatos hablan de manera abstracta de que es necesario detonar el mercado interno para depender menos de Estados Unidos, lo que no nos han dicho es, en términos muy concretos, cómo piensan hacerlo.

Así como con el mercado interno, hablan de depender menos del petróleo, generar nuevos polos de desarrollo, apoyar al campo, reactivar el crédito, mejorar la calidad de la educación, acabar con la corrupción, etc. Pero todo esto siempre se queda en el aire si no nos explican cómo y lo difunden como una propuesta de gobierno muy concreta.

En México el tema de la inseguridad ha dominado la agenda en los últimos años, pero es un hecho que la falta de empleos y de oportunidades para una gran masa de mexicanos jóvenes ha contribuido a agravar este problema que tanto nos preocupa.

Para muchos mexicanos 2012 será nuevamente un año de carestía, enmarcado por grandes gastos en un sistema electoral compuesto por IFE, Tribunal Electoral, FEPADE y partidos políticos.

En la construcción y consolidación de este sistema el País se ha gastado más de 100 mil millones de pesos en la última década. Quizás ha sido un costo elevado, pero no hace muchos años los mexicanos no teníamos esa certidumbre sobre las elecciones que, con todo y asegunes, sí existe ahora.

Igualmente, en el caso de quienes aspiran a ser Alcaldes y Diputados, me gustaría escuchar de ellos compromisos muy concretos de atención a problemas que afectan el territorio que aspiran a gobernar o representar.

Volviendo a Kennedy y Friedman pero en mi propia interpretación, todos ellos sí están obligados a decirnos qué y cómo le vamos a hacer.

 
Víctor Chora
victor.chora@gmail.com
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¿Quiénes de los candidatos proponen soluciones paternalistas, y quiénes proponen soluciones liberales? Meditémoslo.

sábado, enero 07, 2012

 

Gobiernos improductivos

La manera en que nos conducimos e interactuamos define el carácter y la cultura del ciudadano y de su sociedad. Este actuar no es reflejo sólo de los individuos y su formación en el vacío, sino de cómo estos individuos reaccionan en sociedad ante dos poderosas fuerzas que reinan la vida cotidiana: el mercado económico y el Estado-Gobierno. Ambas fuerzas actúan en todo el mundo y determinan si una sociedad se desarrolla o se estanca.

La economía es quizá la ciencia social que más ha evolucionado de manera descriptiva en los últimos años, y algo que en ocasiones olvidamos es que las leyes económicas que se describen son inviolables. Aun cuando aparezcan gobiernos que piensen que pueden alterarlas, sus efectos regresan al cabo de un tiempo. Si un Gobierno gasta mal y más de lo que tiene, muy pronto la sociedad lo padecerá, pero el Gobierno seguirá existiendo. En cambio si una empresa o una familia gasta mal y más de lo que gana, la empresa desaparece y la familia está condenada a la pobreza.

Estos incentivos perversos son los que tienen a Europa hoy en medio de una crisis severa. Con gobiernos quebrados, pero vivos, y con empresas débiles y ciudadanos desempleados. No hay empleo porque no hay inversión, porque no hay demanda de productos, porque han perdido la competitividad para ofrecerlos. No es con mayores recursos como se cambiará este círculo vicioso a menos que esos recursos se destinen a tareas y proyectos que mejoren la capacidad de los ciudadanos de trabajar, aprender, producir e innovar.

El Estado es la institución que más ha cambiado en su estructura en los últimos años, pero su finalidad sigue siendo la misma. No importa si se vive en un Estado que defiende el libre mercado o uno que defiende el desarrollo socialista, su tarea es la misma: buscar el desarrollo pleno de los integrantes de una sociedad. La economía no persigue por definición el desarrollo armónico con la sociedad. La economía maximiza el uso de los recursos escasos en una sociedad, pero no le interesa si esto ocurre lenta o rápidamente, de manera justa o injusta, o de manera cruel o generosa. Si existiera plena información, ninguna distorsión en los mercados, ningún subsidio ni impuesto, y los individuos y las empresas decidieran racionalmente, el mercado produciría un resultado eficiente para toda la sociedad.

Sin embargo, la sola existencia del Estado para suministrar bienes públicos imprime una distorsión en los mercados que puede ser buena cuando en aquéllos hay inversión con transparencia, honestidad y de manera adecuada. Por ello, muchos de los problemas que sufrimos hoy se generaron por una histórica tolerancia a gobiernos ineficientes y corruptos. Si no podemos modificar las leyes económicas, lo que urge es cambiar la estructura de gasto del Gobierno y su inercia. No puede México, ni estados como Nuevo León o Coahuila, por ejemplo, seguir teniendo muy poca inversión productiva de sus gobiernos y una enorme deuda destinada al gasto de sueldos, salarios y un largo y opaco etcétera.

Es fundamental que los gobiernos aprendan a ser productivos en su actuar frente a la sociedad y la economía. Es crítico que aprendan a invertir en mejoras de infraestructura, comunicación, educación, salud y sistemas de justicia. Que aprendan a entender que cada peso mal invertido se traduce en un ciudadano sin empleo, en una familia sin crédito para una casa, en una tienda sin productos qué vender. Un peso mal invertido del Gobierno se traduce en una empresa que tiene que cerrar, en una escuela que no enseña, un hospital que no cura, un delincuente que no es atrapado.

Lamentablemente este mayor gasto del Gobierno no se traduce en un partido político sin dinero y competitivo, ni en un Congreso que deja ser improductivo. Una de las explicaciones más claras del porqué Estados Unidos no ha podido superar su pobre desempeño económico, a pesar del enorme gasto inyectado en la economía por su actual Presidente, es precisamente por la inversión tan ineficiente que realizó. El Gobierno y su mal ejercido gasto se han convertido en una carga para la sociedad y su economía en muchas partes del mundo.

Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com
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Ahora rumbo al 1o de julio, debemos preguntarnos cuál de las 3 propuestas representa, la posibilidad al menos, de un gobierno más esbelto y productivo. Quién propone más gasto de gobierno, más burócratas, más deuda. Esas son las preguntas fundamentales que debemos hacernos. Y para responderlas hay que ver lo que esos partidos y candidatos han hecho en el pasado. Sus promesas no bastan. En campaña todos los políticos prometerán hasta lo imposible con tal de ganar.
 
Hablar de libre mercado, de competencia, pero negar que se de con PEMEX y CFE es un incongruencia, sino que una mentira. Hablar de que se combatirá la corrupción, pero no mencionar a los sindicatos de burócratas (SNTE, el de PEMEX, el de la CFE, el SME, etc.), es también ser incongruente, otra mentira. Decir de que se crearán empleos por decreto, millones de ellos en menos de 6 meses, es mentir. Las leyes económicas son inviolables, aunque los populistas siempre intenten hacerlo.

jueves, enero 05, 2012

 

¿Corea del Norte es el camino?

Coincido completamente con dos artículos de esta semana publicados por colegas de esta página, cuyos nombres no menciono por norma de la casa, sobre el pésame de la dirección del Partido del Trabajo en México a sus camaradas por la muerte de Kim Jong-Il. Ambos se refieren de una manera u otra al aviso dado por Guillermo Sheridan, una de las personas más incisivas y perspicaces que conozco en México, hace unos días.

Vuelvo a citar lo esencial del texto del PT:
 
"El Partido del Trabajo de México lamenta el sensible deceso de nuestro camarada Kim Jong Il, líder del pueblo de Corea del Norte, y quien con gran sabiduría condujo a los norcoreanos por el camino de la paz y el desarrollo económico, político, social y cultural. Sus aportaciones son, sin duda, un legado de suma importancia para todos los pueblos que buscan su liberación de las cadenas del capitalismo salvaje, siguiendo el ejemplo de su padre Kim Il Sung, fundador de la República Popular Democrática de Corea, quien hasta el último aliento luchó por un mejor país. Reconocemos en ellos su liderazgo y su fortaleza para conducir los destinos de su gran nación".

Si el tema es importante no es por lo que diga la corrupta y sumisa dirección del PT, que nadie toma en serio desde hace tiempo. Importa porque el PT es uno de los partidos políticos de los cuales López Obrador es candidato a la Presidencia. No se trata de la adulación o incondicionalidad del PT con el dictador coreano: lo que importa es lo que piensa AMLO. Y esto seguramente nunca lo sabremos: ni él se pronunciará ni los medios lograrán arrancarle un comentario.

Pero la postura de AMLO y la de los otros dos partidos que lo apoyan -PRD y Movimiento Ciudadano- sí debe ser conocida porque los mexicanos debemos definirnos el 1 de julio, en las urnas, con pleno conocimiento de causa.

AMLO podrá decir, como en el 2006 a propósito de Chávez y Castro, que él no conoció a Kim Jong-Il, ni a su hijo Kim Jong Un, ni a su padre Kim Il-Sung (como si todos los cristianos hubieran conocido a Cristo y los musulmanes a Mahoma).

Importa porque es básico conocer el pensamiento de quien puede ser el próximo Presidente de México: ¿le parece que Corea del Norte es un ejemplo digno de admiración, de respeto, de elogios, o no? ¿Piensa que se trata efectivamente de una de las últimas y peores dictaduras estalinistas que sobrevive en la faz de la tierra o simplemente no le importa? Como tampoco parece importarle ser candidato de un partido que se manifestó en los términos adulatorios citados.

Conviene recordar que en su equipo figuran dirigentes de primera línea del PT (Monreal, Anaya, Cárdenas, Cantú); sin duda, entre la tercera y la cuarta parte de los diputados y denadores de la coalición que pueda llevar a las Cámaras vendrá del PT, y si llegara a ganar una parte de su gabinete saldría de las filas del PT. En otras palabras, López Obrador no está solo, es candidato de varios partidos, aparecerá en la boleta con candidatos al Congreso y tendrá que gobernar con alguien.

Este tipo de debate debe darse ya en México. Sí es relevante lo que piensan la dirección de los partidos, los candidatos, sus colaboradores; pero no sólo sobre las decisiones del IFE y del Trife, sobre los spots de sus adversarios, sobre las pifias de otros candidatos, o a propósito de obviedades (reducir la desigualdad, cambiar la estrategia de la guerra de Calderón); sino sobre temas que pongan en evidencia las diferencias reales de pensamiento (nacionalismo revolucionario o mayor integración con América del Norte; inversión privada en Pemex o no, etc.).

Desde la posguerra hasta 1989, los partidos comunistas de Europa Occidental llegaron, abandonaron, o fueron desterrados del poder por su sumisión completa o parcial a Moscú. Pero sobre todo por la idea del socialismo de la URSS como el camino: lo esencial era la convicción de que ése era el camino.

Para AMLO, ¿Corea del Norte es el camino?

Jorge Castañeda 
jorgegcastaneda@gmail.com
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Aunque uno quisiera creerle a AMLO que ya no es violento, que ya no es priísta. Que no es populista. El punto es que está rodeado de gente corrupta (Bejarano et al), priístas de lo peor (Bartlett et al), y de comunistas totalitarios (el PT) que sólo nos hacen concluir que AMLO es puro rollo, un mentiroso, o incongruente al rodearse de todos ellos. El debate no es quién representa un cambio (ninguno lo representa) o quien es menos corrupto (todos los políticos lo son, en todos los partidos hay mugre, porque los mexicanos así somos) sino en que visión de país, que debate propondrá a la sociedad mexicana el siguiente presidente: ¿Uno que nos lleve al crecimiento económico con las reformas estructurales pendientes o uno que nos regrese al pasado, a la docena trágica (1970-1982) con deuda, hiperinflación, demagogia y populismo?

lunes, enero 02, 2012

 

Celebración del totalitarismo

En esa fantástica alacena que es el blog de Guillermo Sheridan encontré una nota que creí producto de su imaginación. Un texto inverosímil cuyo motivo y redacción parecían una parodia de la política otro tiempo. Lo firmaba la Comisión Nacional Ejecutiva del Partido del Trabajo de México:
 
"El Partido del Trabajo de México lamenta el sensible deceso de nuestro camarada Kim Jong Il, líder del pueblo de Corea del Norte, y quien con gran sabiduría condujo a los norcoreanos por el camino de la paz y el desarrollo económico, político, social y cultural. Sus aportaciones son, sin duda, un legado de suma importancia para todos los pueblos que buscan su liberación de las cadenas del capitalismo salvaje, siguiendo el ejemplo de su padre Kim Il Sung, fundador de la República Popular Democrática de Corea, quien hasta el último aliento luchó por un mejor país. Reconocemos en ellos su liderazgo y su fortaleza para conducir los destinos de su gran nación.

"Descanse en paz".

¿Era posible que un partido político mexicano elogiara a Kim Jong Il como un líder sabio y ejemplar que condujo a su país... al desarrollo? Al leer el texto pensé que esto era una parodia de Sheridan. Un remedo de la oratoria de la izquierda cavernaria que sigue celebrando a las tiranías que están del lado correcto de la Historia.

Llamar "camarada" a Kim Jong Il tenía su gracia, pero era mucho más simpático celebrar su "legado". Hablar de Kim Jong Il como el estadista que condujo al desarrollo es como elogiar las contribuciones de Hitler a la convivencia en la diversidad. El texto del Partido del Trabajo era más inverosímil al subrayar -tendría que ser irónicamente- la integridad del desarrollo norcoreano: desarrollo económico, político, social y cultural, decía el lamento del PT.

Convencido de que se trataba de una parodia, brinqué a la página del Partido del Trabajo para escuchar el himno que canta a una "morena madre de la nación", y encontrar el comunicado lamentando el deceso de su camarada. El texto en el blog de Sheridan no era una parodia. La Comisión Nacional Ejecutiva del PT efectivamente expresaba su pesar por el deceso de un gobernante al que consideraba sabio y cuyo legado admiraba como ejemplo para combatir al capitalismo salvaje.

El estalinismo norcoreano era celebrado por el Partido del Trabajo como si fuera un faro en la oscuridad neoliberal. De todas las autocracias contemporáneas no hay ninguna política tan grotesca, tan abominable, tan contraria a los derechos elementales, tan perniciosa para su población como el totalitarismo norcoreano que los petistas elogian. Corea del Norte es lo peor de lo peor, la mayor opresión política, la mayor miseria económica del planeta, decía con justicia Christopher Hitchens.

El PT elogia el desarrollo económico de un país que aparece en las imágenes de satélite como un agujero negro por la noche. Frente a la electrificación de los vecinos, Corea del Norte es la oscuridad total. Elogia la política económica que produjo una de las hambrunas más devastadoras de la historia reciente del planeta. Una escasez que, según algunos reportes, llevó a la muerte de casi el 10 por ciento de la población norcoreana. Para el sabio líder fue mucho más importante la conversión de su país en una potencia militar que en un proveedor de alimentos para su gente.

El PT elogia el desarrollo político de un país que es, en la expresión de Hitchens, una tanatocracia. Tal vez a los legisladores del PT empeñados en la reforma del Estado les resulta interesante la figura de su constitución que establece la presidencia eterna de Kim Il Sung. En efecto, en Corea del Norte gobierna un muerto y en su nombre gobiernan sus descendientes sobrehumanos. Según la biografía oficial del camarada, dos arcoiris, el canto de una golondrina y una nueva estrella celebraron su nacimiento. El sabio dirigente fue padre de la patria, sabio y amado líder, rayo del sol, destino nacional, comandante victorioso y de férrea voluntad, descendiente de los cielos, estrella del futuro.

Ese régimen elogia el PT: una dictadura dinástica en el que los gobernantes son tratados como dioses, donde la disidencia es un crimen, donde la única diversidad política proviene de los estados de ánimo del amado tirano. Millones podían morir de hambre a su lado pero nunca faltó buen cognac para el bienamado Sol del Socialismo.

El PT elogia también el desarrollo cultural de Corea del Norte. Será quizá que le convence a sus dirigentes esa ridícula filosofía que Kim Il Sung y su hijo convirtieron en Idea Oficial. Será tal vez que disfrutan la producción cinematográfica de este admirador de Hollywood que llegó a secuestrar durante años a un director surcoreano para producir joyas de la cinematografía universal como "Pulgasari", un genial Godzilla anticapitalista.

Me uno a Guillermo Sheridan en esperanza de que los integrantes del Partido del Trabajo, incluyendo a su candidato presidencial, encuentren resignación ante la irreparable pérdida de su camarada.
Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/
 
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Éste es el problema con López Obrador, por eso no le creo. Está rodeado de gente radical de izquierda, que no tienen tapujos para aplaudirle a gobernantes totalitarios como los de Corea del Norte, Cuba o Venezuela. No basta que en el discurso hablen de amor, honestidad y justicia, si sus ideas, sus propuestas son de corte anti-liberal. Si defienden el totalitarismo, ¿qué garantía tenemos de que una vez en el poder no resulte otro Hugo Chávez?


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