jueves, diciembre 31, 2015

 

Negocio, los pobres

"Hombres como Chávez no se mueren nunca". Cristina Kirchner

 

Los Gobiernos populistas suelen pensar que permanecerán en el poder por siempre. En Venezuela Hugo Chávez imaginó su régimen como el socialismo del siglo 21, cambió la Constitución para permitir su reelección indefinida y gobernó hasta su muerte, aunque ésta fue más temprana de lo que se suponía.

 

En Argentina Néstor Kirchner le heredó el poder a su esposa Cristina y ésta, que no tuvo la posibilidad de cambiar las reglas constitucionales para convertirse en gobernante vitalicia, trató de dejar el Gobierno a un incondicional.

 

Fidel y Raúl Castro han gobernado Cuba desde 1959. Hitler predijo que su Reich duraría mil años. Stalin, apoyado en la ideología marxista, consideró que el comunismo soviético constituía la etapa final de la historia de la humanidad.

 

Los Gobiernos populistas cuentan con instrumentos para mantenerse más tiempo en el poder que los democrático-liberales. La manipulación de la economía produce efectos aparentemente positivos en el corto plazo mientras que las consecuencias negativas tardan años en hacerse sentir.

 

A la oposición los populistas la acallan o la encarcelan y generan así la impresión de un consenso. También compran lealtades con el gasto público, aplican controles de precios y del tipo de cambio, y otorgan subsidios aparentemente generosos, pero al final insostenibles. Cuando llega el colapso inevitable, culpan a una conspiración empeñada en evitar que los pobres vivan mejor.

 

Hitler logró una enorme popularidad y de no haber provocado la Segunda Guerra Mundial en sus enloquecidos sueños de conquistar el mundo y aniquilar a los "pueblos inferiores" quizá todavía estaría en el poder. El régimen de la Unión Soviética y sus satélites fue víctima de su propio rechazo del mercado, pero sobrevivió con muletas durante décadas cuando ya era un cadáver económico. Los hermanos Castro han logrado mantenerse en el poder 57 años, pero el daño a la economía cubana es demasiado evidente como para pensar que el régimen sobrevivirá a su muerte.

 

En este 2015, sin embargo, se registraron dos sorprendentes derrotas electorales de regímenes aparentemente inexpugnables. Tanto en Argentina como en Venezuela los electores se volvieron en contra de Cristina Kirchner y Nicolás Maduro y lograron cambios que se antojaban imposibles.

 

En los dos casos la misma larga permanencia en el poder hace que las consecuencias de las políticas populistas se vuelvan manifiestas. A los venezolanos y a los argentinos no hay que convencerlos de que estas políticas generan inflación, devaluación, escasez, desempleo y pobreza. Saben también que para mantenerlas, los Gobiernos recurren con frecuencia a prácticas autoritarias.

 

No es común que los Gobiernos populistas sean derrotados en las urnas. Su capacidad de comprar votos y movilizar simpatizantes a las urnas es grande. Por eso es tan relevante que en Argentina y Venezuela hayan sido derrotados los candidatos del populismo. El peronismo y el chavismo, sin embargo, no se rendirán tan fácilmente. No aceptarán políticas económicas que puedan generar crecimiento económico. Su negocio son los pobres.

 

Nicolás Maduro ya ha advertido que no aceptará que la nueva mayoría de la Asamblea Nacional imponga nuevas políticas económicas. Los sindicatos peronistas, a su vez, ya han comenzado movilizaciones en contra del Presidente Mauricio Macri.

 

Otros gobernantes populistas continúan en el poder en países como Ecuador y Bolivia. En Brasil Dilma Rousseff está pagando los costos de años de políticas populistas, pero logró su reelección el año pasado. Y en México distintos políticos populistas, de izquierda y de derecha, quieren conquistar la Presidencia de la República en el 2018.

 

Sergio Sarmiento

www.sergiosarmiento.com

 

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domingo, diciembre 27, 2015

 

La presunta igualación

Hay cierta uniformidad biológica de los seres humanos. No es normal que tengan tres brazos. Esta igualdad fundamental coexiste con diferencias transitorias (la estatura al crecer), secundarias (el color de la piel), decisivas (el sexo) o extremas (el ADN).

 

A pesar de lo cual, grandes espíritus y culturas enteras creyeron en la inferioridad de las mujeres, de los que eran de otra raza, tribu, casta, lengua o religión, de los esclavos, de los campesinos, de los no aristócratas, de los no escolarizados, de los extranjeros. Casi cualquier cosa ha servido para discriminar.

 

El progreso moral ha combatido la discriminación desde hace milenios, generalmente bajo inspiraciones religiosas. Jesús y San Pablo predicaron la hermandad de todos los seres humanos. San Francisco predicó la hermandad con toda la naturaleza. Hoy las Naciones Unidas repudian la discriminación, el maltrato a los animales y la destrucción ecológica.

 

Con este espíritu se comprende el salto a recomendar que se reduzcan la pobreza y la desigualdad. Pero hay que precisar. Si por pobreza se entiende alimentación insuficiente, falta de vestido y de techo, la pobreza no debe reducirse: debe eliminarse. Los recursos necesarios para lograrlo en una o dos décadas son insignificantes para el nivel actual de desarrollo económico.

 

En cambio, proponer que se reduzca la extrema riqueza es una fantasía retórica que sirve para distraerse de lo que realmente importa: acabar con la desnutrición. Hay que subir el nivel de vida mínimo, promoviendo el desarrollo desde abajo. No sólo es posible: es una oportunidad de crecimiento y de mercado. Que al profesor Thomas Piketty ("El Capital en el Siglo XXI") le ofendan las grandes fortunas frente a la miseria es políticamente correcto, pero de ahí no sale un plan para acabar con la miseria. Lo práctico es aumentar la productividad de los pobres.

 

Un economista con mejor antena: Fritz Schumacher ("Lo Pequeño es Hermoso") descubrió el papel esencial de la tecnología para producir en pequeña escala. Otro: Muhammad Yunus ("Hacia un Mundo sin Pobreza") simplificó más aún la solución: los microcréditos productivos permiten aprovechar muchas oportunidades. A lo cual hay que añadir las aportaciones de Paul Polak (microirrigación) y Bunker Roy (universidad descalza).

 

Tres metas nobles: la igualdad, la educación y el empleo han servido para posponer la eliminación de la pobreza. Han sido persistentes porque expresan ideales de la población universitaria. Implican generosidad: un universitario bien intencionado piensa que lo único deseable para todos es que lleguen a ser universitarios.

 

Hay cierto narcisismo en suponerse el modelo ideal de la humanidad. También cierta demagogia. Que una minoría tenga una posición privilegiada parece justificarse si se explica como algo transitorio, mientras todos llegan a tenerla. Pero no todos quieren ser la persona más rica del mundo, ni es posible que todos simultáneamente lo sean.

 

La presunta igualación en un modelo supremo, no sólo es imposible: es indeseable. Cuando se protesta diciendo: "¡No soy un número!", se afirma la desigualdad como un valor frente a la uniformidad. Esta protesta desde abajo (contra la opresión que impide la expresión personal) es simétrica de la protesta desde arriba que acusa de "¡Igualado!" al que no reconoce las jerarquías: la desigualdad como valor. El deseo fundamental en la cultura del progreso no es ser igual: es distinguirse. Y distinguirse es no ser como todos.

 

La diversidad es un valor. Su reconocimiento es un progreso moral. Empezó por la conciencia de los misioneros. ¿Evangelizar a los indios debe ser uniformarlos? Pasó de la periferia a Europa con el movimiento romántico, que criticó el universalismo de la Ilustración. Los románticos alemanes querían el desarrollo de su propia cultura, no la imposición napoleónica de la cultura revolucionaria. Afirmaron que cada cultura es su propia finalidad, no un paso previo a la supuesta cultura superior.

 

La diversidad como afirmación se extendió por el mundo, a pesar de la contradicción implícita. Mejorar es cambiar, cambiar es dejar de ser. ¿Es posible superarse, igualar lo mejor, sin desnaturalizarse?

 

Las contradicciones pueden ser conflictivas, pero también creadoras. Afortunadamente, la igualdad prioritaria, y en la cual se ha venido progresando, es la igualdad ante la ley, la no discriminación, el respeto fundamental que merece todo ser humano.

 

Gabriel Zaid

 

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viernes, diciembre 04, 2015

 

Los 11 principios de la propaganda Nazi: guía de @epigmenioibarra para AMLO

Algo que tienen en común todos los seguidores de López Obrador en las redes sociales, es que a todo aquel usuario que se atreva a criticar o mofarse de su “líder”, es ponerle adjetivos como “Nazi, PANazi, priaNazis”.

 

Curioso resulta que estas personas usen un adjetivo en común (nazi) para insultar y/o acusar a quienes no comulgan con el Pejismo, cuando, en primer lugar, muchos de sus correligionarios de partido (MORENA) aseguran que el holocausto nazi nunca existió, que Hitler y sus seguidores son unas víctimas de los malvados judíos y los sionistas europeos y occidentales, además de que usan como “nicks” y avatares imágenes de conocidos personajes de las SS.

 

Por otro lado, estos seguidores de López Obrador demuestran que de los principios nazis, solamente conocen precisamente la palabra “nazi”, ya que si hubieran estudiado todo respecto de la doctrina de Adolfo Hitler, se habrían dado cuenta desde hace mucho que precisamente ellos están adoctrinados bajo esos principios.

 

El encargado de tal adoctrinamiento y campaña es un personaje que se cree la reencarnación viva del mismo Joseph Goebbels, me refiero a Epigmenio Ibarra. Este personaje, aplica y ejerce al pie de la letra, los principios de la campaña propagandística nazi a favor de Andrés Manuel López Obrador al ser quien diseña y controla los avisos del ahora presidente nacional de MORENA. El marketing usado en toda la propaganda de AMLO, lleva, al igual que la nazi, una gran carga de un orgullo sentimentalista ensalzado, promueven el odio y engañan a sus seguidores con datos e información alejada de la realidad, inventando noticias, falsificando datos para poder confundir a la opinión pública.

 

En el sitio Grijalbo.com, vienen detallados los 11 principios que me permito retomar a la letra, a efecto de compararlos con la propaganda pejista:

 

PRIMER PRINCIPIO:

 

Principio de simplificación y del enemigo único. Adoptar una única idea, un único símbolo. Individualizar al adversario en un único enemigo. En este caso el enemigo único individualizado de AMLO lo representa la mafia en el poder.

 

SEGUNDOO PRINCIPIO:

 

Principio del método de contagio. Reunir diversos adversarios en una sola categoría o individuo. Los adversarios han de constituirse en suma individualizada. Así es como López Obrador une a todas las corrientes que no comulguen con él identificándolas como los “PRIANDERREDISTASVERDES”.

 

TERCER PRINCIPIO:

 

Principio de la transposición. Cargar sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo el ataque con el ataque. Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan. De esta manera, AMLO se desliga de asuntos tan bochornosos como René Bejarano, Gustavo Ponce, Nico, los Abarca, Ayotzinapa, cobro de cuotas al PT y MC, traición al PRD, etc.

 

CUARTO PRINCIPIO:

 

Principio de la exageración y desfiguración. Convertir cualquier anécdota, por pequeña que sea, en amenaza grave. Temas como la privatización del petróleo, el nuevo aeropuerto, el cerco informativo de los medios de comunicación, son claros ejemplos de este principio.

 

QUINTO PRINCIPIO:

 

Principio de la vulgarización: Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Para López Obrador, todos son tan pobres mentalmente que se dejan engañar por los corruptos y él es el único salvador, él solo posee la verdad absoluta, el va a prevenir que los políticos quieran acabar con los pobres de este país.

 

SEXTO PRINCIPIO:

 

Principio de orquestación. La propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, presentarlas una y otra vez desde diferentes perspectivas, pero siempre convergiendo sobre el mismo concepto. Sin fisuras ni dudas. De aquí viene también la famosa frase: “Si una mentira se repite lo suficiente, acaba por convertirse en verdad”. Mentiras tales como “FUE EL ESTADO, EL SAQUEO DEL PETRÓLEO, TODO ES CULPA DE LA MAFIA EN EL PODER” son claros ejemplos del discurso que durante más de 8 años solo maneja López Obrador entre sus huestes.

 

SÉPTIMO PRINCIPIO:

 

Principio de renovación. Hay que emitir constantemente informaciones y argumentos nuevos a un ritmo tal que, cuando el adversario responda, el público esté ya interesado en otra cosa. Las respuestas del adversario nunca han de poder contrarrestar el nivel creciente de acusaciones. El mensaje de AMLO a sus seguidores corresponde a un sistema acusatorio; acuso hoy, acuso mañana, sin exhibir evidencias ni prueba alguna, y no permitir el derecho de réplica.

 

OCTAVO PRINCIPIO:

 

Principio de la verosimilitud. Construir argumentos a partir de fuentes diversas, a través de los llamados globos sonda o de informaciones fragmentarias. Es común escuchar a AMLO declarar que todas sus aseveraciones, que todas su afirmaciones provienen de fuentes anónimas: “ME HAN DICHO QUE – ME HE ENTERADO QUE – ME HAN COMENTADO QUE” son las palabras de inicio en cualquier acusación que haga López Obrador.

 

NOVENO PRINCIPIO:

 

Principio de la silenciación. Acallar las cuestiones sobre las que no se tienen argumentos y disimular las noticias que favorecen el adversario, también contraprogramando con la ayuda de medios de comunicación afines. La función de todos los seguidores de AMLO en redes sociales, impulsados por Epigmenio Ibarra, es atacar a todo aquel que esté en contra de su mesías, silenciarlo, argumentar que son bots, que son personas pagadas por el gobierno; usar a personajes como Aristegui, Proceso, San Juana Martínez, John Ackerman para propagar la palabra y atacar a los contrincantes sin cesar; para estos medios ninguna noticia de carácter local, nacional o internacional tiene más peso que la de estar atacando al enemigo del Mesías.

 

DÉCIMO PRINCIPIO:

 

Principio de la transfusión. Por regla general, la propaganda opera siempre a partir de un sustrato preexistente, ya sea una mitología nacional o un complejo de odios y prejuicios tradicionales. Se trata de difundir argumentos que puedan arraigar en actitudes primitivas. Tan primitivas como la de asegurar que se volverá a instaurar el Juarismo y el Cardenismo; seguir explotando en pleno siglo XXI los principios de una revolución, la cual, ya no aplica en lo absoluto. Hay que odiar, odiar a la mafia en el poder, odiar al que no comulgue con el pejismo, odiar al que tenga otras preferencias.

 

UNDÉCIMO PRINCIPIO:

 

Principio de la unanimidad. Llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”, creando una falsa impresión de unanimidad. Con el falso discurso de que “todo el pueblo de México está con AMLO”, cuando en realidad, el único universo de seguidores se constriñe al D. F. y pequeñas comunidades donde prospera la política de izquierda, tales como en Guerrero, Oaxaca y Estado de México.

 

Estos son los principios de propaganda de Andrés Manuel López Obrador, propuestos, copiados a la letra y explotados  por parte de Epigmenio Ibarra.

 

 

@ejlodena

 

 


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