domingo, diciembre 23, 2018

 

Gasolinas caras

"Eskedeke la gasolina es cara porque es importada y YSQ la bajará hasta que seamos autosuficientes en producirla y con la refinería lo seremos..."

Sigo leyendo/escuchando comentarios similares justificando (maromas, pues) que YSQ no haya cumplido su promesa de bajar la gasolina.

Trataré de ser lo más concreto posible en las explicación aunque no importa lo que diga, los solovinos no lo creerán.

 

- Si la causa del precio alto es que es importada, ¿cómo te explicas que el precio al MENUDEO en Texas es la mitad de lo que cuesta aquí? Dicho de otra forma, a pesar de que en EU también hay impuestos a la gasolina, aún y si se comprara al menudeo saldría más barata importarla!!!!!!

 

Por lo tanto, es FALSO (YSQ miente) que se necesita producirla en México para que sea barata. Ya se puede importar y venderla aquí a la mitad de precio.

 

Entonces, ¿Por qué es cara en México? Básicamente por 2 impuestos: el IVA y el IEPS. Desde enero del 2017 Morena y YSQ prometieron que de ganar eliminarían el IEPS. Ya ganaron y no cumplieron.

 

Dicen que no pueden quitar ese IEPS porque se usará el $ para construir la refinería que hará que sea barata. Pero eso es una INCONGRUENCIA. Ya demostré que no se necesita la refinería para tenerla barata HOY mismo.

 

También es FALSO que la causa del alto precio haya sido la Reforma Energética que "liberó el precio". De hecho, la razón por la que el precio ha bajado en las últimas 3 semanas es precisamente por la Reforma Energética. El precio ya es libre, cualquier gasolinero puede poner el precio que quiera, y ahora si, si el precio del petróleo baja a nivel internacional aquí también baja la gasolina. Eso es GRACIAS a la Reforma Energética. No sigan exhibiendo su ignorancia al afirmar que es lo opuesto.

 

El IEPS tenía un subsidio que fue eliminado en la Ley de Ingresos del 2017, por eso fue el #gasolinazo. No fue por la Reforma Energética. No confundan. Y ahora, en ésta Ley de Ingresos para 2019 la mayoría de Morena votó para mantenerlo igual, al mismo nivel. Así que los responsables de que la gasolina siga cara es YSQ y su partido.

 

Finalmente, es una reverenda estupidez construir una refinería que tardará mínimo 6 años en estar productiva (acepto apuestas a que no estará al 100 en 3 años) cuando los autos eléctricos siguen aumentando sus ventas y para ese tiempo, 2024 mas o menos, estarán en igualdad de precio que los de combustión. Y es más una estupidez porque el retorno de inversión de una refinería es muy bajo comparativamente con la exploración y producción de petróleo. Sería mucho mejor invertir ese dinero en extraer petróleo, o mejor aún, en energías renovables que en una refinería que en 10 años será obsoleta.

 

Si llegaste hasta aquí y sigues pensando que la gasolina debe seguir cara para financiar la construcción de una refinería, y sigues echando maromas para justificar a YSQ no tengo mas remedio que decirte que eres un PENDEJO. Síguele justificando y defendiendo políticos que solo viven de los impuestos que pagamos.

 

#aguzados


 

Opcional y perdedor

El taxi conduce por una de las principales arterias de la ciudad, hasta que, de pronto, se para en seco. A lo lejos se puede ver que el entronque con el ramal de uno de los circuitos "rápidos" de la urbe prácticamente no se mueve. El taxista voltea a la izquierda y observa que, del otro lado de la avenida, hay una entrada por la que se incorpora un automóvil tras otro a la calle.

 

El taxista piensa rápido y decide darse la vuelta a la brava para cortar unos minutos en su trayecto. Los coches que vienen en sentido contrario le tocan el claxon y le recuerdan a su progenitora, pero en un par de minutos se sale con la suya y les regresa el sentimiento con la mano.

 

El taxista se comportó tal como lo hacemos muchos una y otra vez de manera cotidiana al estacionarnos en doble fila, tocar el claxon frente a un hospital, darnos vuelta en sentido contrario, pasarnos un alto, conducir a mayor velocidad de la permitida, etcétera. Lo hacemos y creemos que fuimos muy listos.

 

Detrás del taxista antes mencionado está otra persona que iba a su trabajo y observaba la misma escena, pero opta por mantenerse en su carril hasta llegar al entronque, cumpliendo las reglas al pie de la letra. Mientras que el taxista se ufanaba de su travesura y se burlaba de los tontos que se quedaron en la cola, el señor de atrás llegó tarde a su trabajo. Le salió caro a quien optó por cumplir con las reglas.

 

Esta historia en nada se diferencia a la del ciudadano ejemplar que va y paga la tenencia de su automóvil en el tiempo establecido, mientras que su vecino pospone y pospone hasta el límite, sólo para encontrarse con que el Gobierno local decreta un descuento especial para los retrasados. El que optó por apegarse a las reglas perdió.

 

En México el cumplimiento de la ley es opcional, igual para los gobernantes que para los ciudadanos. Los funcionarios deciden si aplican la ley o si la cambian sin el menor rubor; lo peor que le puede suceder a un ciudadano común y corriente por no cumplir una ley es que tenga que pagar una mordida para luego decir "me salió barato". El que cumple la ley llega tarde, paga más y tiene una vida complicada. Cumplir con la ley es ser perdedor.

 

En nuestro sistema de Gobierno la ley es un instrumento que se usa a conveniencia: cuando satisface los objetivos, usualmente políticos, del funcionario en turno, la ley ¡es la ley! y se hace cumplir.

 

Cuando no le gusta lo que dice la ley, el funcionario tiene dos posibilidades: una es ignorarla (lo más frecuente); la otra, sobre todo si es el Presidente o se trata de un funcionario de alto nivel, procede a modificarla o promover una nueva ley, que se apegue al objetivo.

 

Cuando López Obrador le respondió al Ing. Slim en el asunto del nuevo aeropuerto, su punto de partida hizo evidente que sería facultad suya aplicar la ley, cambiarla o concesionar el aeropuerto. No es necesario que haya un proceso de licitación o que el Congreso revise la ley. Con la decisión de una persona basta.

 

Saltarnos las trancas es parte de nuestro ADN y lo hacemos todos los días. El caso del tránsito es quizá el más evidente o, al menos, el más visible, pero es sólo una muestra de nuestro ser.

 

En una ocasión asistí con varios legisladores mexicanos al Congreso estadounidense. El policía de la entrada tenía una lista de los visitantes y exigía una identificación a cada uno de nosotros para cotejarla contra ella. Un Senador se acercó y, con tono de autoridad, le dijo "yo soy Senador de la República", como si al policía, responsable de quien entra y sale, le importara. En inglés, le respondió, de la manera más natural, pero inconfundible: "si quiere entrar tiene que mostrar su identificación".

 

Los países más exitosos y desarrollados se apegan a las reglas y no piensan ni un instante en la alternativa: las reglas y las leyes no son opcionales, son obligatorias.

 

Los funcionarios de esos países no dudan en que la ley es la que está en el código y tiene que hacerse cumplir sin chistar: no es algo opcional. Eso es lo que hace posible la equidad y el desarrollo.

 

Algún día, los mexicanos tendremos que decidir si queremos ser un país desarrollado y lo que eso implica, comenzando por cumplir y hacer cumplir la ley. Mientras, sólo los tontos (hay mejores palabras) la cumplirán.

 

Luis Rubio

www.cidac.org


 

Ver el elefante

Ignoro cómo se sienta el Presidente López Obrador con la enorme responsabilidad que sobre sus hombros ha adquirido al tener el cargo público de mayor relevancia en el País, pero además por la gran cantidad de promesas y expectativas que millones de sus votantes esperan ver realizadas.

 

Concédanme la licencia de expresarlo en términos futbolísticos, es como si el jugador más importante fuera a cobrar el penalti bajo la consigna "no tienes derecho a fallar". La realidad es que no es una cuestión de tener derecho, acertar o fallar son probabilidades de quien toma decisiones.

 

Hasta donde mi limitada visión de campo me permite ver, el Presidente está tomando decisiones fragmentadas; es como un médico que ve enfermedades asociadas a partes del cuerpo, sin ver al paciente como una entidad completa (y compleja). ¿El problema es el hígado?, pues toma tal medicina para ese órgano, con la intención de conseguir salud hepática. Pero ¿de qué le sirve al hígado estar sano si el cuerpo que lo aloja no lo está?

 

En México han faltado líderes políticos con visión sistémica. Imagina que continuamente tienes que cambiar un foco de tu casa; por alguna razón se funde constantemente. Pronto llegas a la conclusión de que "no es el foco", sino algo más: el sistema eléctrico. Podrás cambiar el foco una y otra vez, se volverá a fundir.

 

Ahora pensemos en nuestros Gobiernos. Es un lugar común en México decir que todos los Presidentes nos han salido malos. ¿No será el sistema? Tendremos un mejor Gobierno cuando tengamos una mejor sociedad, no al revés.

 

Dice Robert Pirsig (citado por Donella Meadows en "Thinking in Systems"): "Si una revolución destruye un Gobierno, pero los patrones sistémicos de pensamiento que produjeron ese Gobierno permanecen intactos, entonces esos patrones se repetirán. Hay tanto que hablar sobre sistemas. Y tan poco entendimiento".

 

Un sistema es un conjunto de cosas de tal forma interconectadas que producen su propio patrón de conducta con el tiempo. Por eso hablamos de "el sistema político mexicano", por eso hablo de la corrupción como un fenómeno cultural, es parte de nuestro sistema social.

 

Muchos de los actuales actores políticos tienen el "ADN" del viejo sistema político mexicano. Aunque ahora aparezcan bajo el sello de otro partido, como Morena, su código cultural está forjado en las prácticas que han sido corrosivas al País. No es de extrañar que a pocas semanas de que ejerzan el poder, repliquen aquello de lo que renegaban cuando eran oposición.

 

Una de estas características es que los elementos del sistema político habrán de mutar para sobrevivir; no sólo de colores, también de ideología y puntos de vista. Sólo así es explicable que un político como Mario Delgado apoye fervorosamente hoy iniciativas a las cuales se opuso fervorosamente ayer: la militarización del País y el desarrollo inmobiliario en terrenos propiedad de la Sedena.

 

López Obrador hará un buen papel si logra entender cómo sus decisiones afectan el conjunto del sistema llamado México y no sólo alguna de sus partes.

 

Algo brutalmente evidente es ¿de qué le sirve al sistema México que el Presidente regrese 22 mil pesos de su sueldo (que le aplaudirá el subsistema pueblo bueno que votó por él) si por otro lado tira a la basura 100 mil millones de pesos que podrían beneficiar a muchos otros subsistemas (como la educación y la cultura) del País y por supuesto al sistema en general?

 

En un cuentecillo clásico sufí se habla de un rey que lleva a su poderoso elefante a una comunidad de ciegos que -obviamente- nunca han visto un paquidermo. Los invidentes empiezan a palpar las diferentes partes de la bestia, cada uno aportando lo que experimentaba. El que tocó la oreja dijo: "es larga, rugosa y ancha, como una alfombra", mientras otro describió a su tacto: "es fuerte y firme, como un pilar". Todos tenían su propia idea equivocada de lo que era un elefante.

 

La lección es que la conducta de un sistema no puede ser conocida simplemente al conocer los elementos de los que se compone. El estadista tiende a ver el sistema. El político de ocasión, las partes; es ciego ante las consecuencias de sus decisiones.

 

El aeropuerto en Texcoco es ese enorme elefante.

 

Eduardo Caccia

El Norte


sábado, diciembre 01, 2018

 

Sociedad abierta: reto para AMLO

Aun concediendo el beneficio de la duda, existen desde ya múltiples razones para diferir de la dirección adoptada por el Presidente López Obrador desde el mismo amanecer de su Administración.

 

La cancelación del NAIM -lo que desató procesos jurídicos en marcha- es un error histórico que lo perseguirá el resto de su mandato, una infraestructura totalmente financiada por sus usuarios y en proporción a su beneficio, ahora será pagada por el contribuyente por no usarla.

 

Por contrapartida, sus megaproyectos carecen de una evaluación costo-beneficio y de impacto ambiental. No sabemos si generarán bienestar o si responden al capricho del poder y se convertirán en desastres financieros y ambientales. Mal augurio, corazonadas en lugar de evaluaciones técnicas

Más allá de su retórica, la nueva Administración carece de un plan estructurado de combate a la pobreza, y en su lugar ofrece becas aisladas, pensiones para adultos mayores, empleos temporales como paliativos clientelares, no una vía al progreso intergeneracional para superar la miseria de millones.

 

A un Gobierno se le debe evaluar por la calidad de los servicios que brinda a la ciudadanía, no por su discurso.

 

El contacto más estrecho entre población y Gobierno se da en salud y educación. Éstas son las vías que pueden transformar a una sociedad entrampada entre "opulencia e indigencia" en una integrada y convergente en oportunidades.

 

Por lo que se ha visto, la nueva Administración carece de la voluntad para mejorar la calidad de la educación, hacer de las escuelas comunidades más cálidas y con mayor atención al alumnado.

 

Tampoco existe una visión de la crisis de salud que se avecina con el envejecimiento de la población si no se invierte masivamente en nueva infraestructura y tecnologías de salud.

 

Con esto, alumnos y pacientes son los grandes huérfanos de la 4T.

 

Aunque no será inmediato, la licitación de contratos de extracción de hidrocarburos revertirá la caída en la producción petrolera, mientras que una mayor competencia en mercados energéticos beneficiará al consumidor si se le da continuidad.

 

Apoyadas en incentivos bien diseñados, las energías limpias muestran ya su enorme potencial. Construir refinerías es más un resabio de nostalgia nacionalista que un cálculo con visión de futuro y bienestar.

 

Cada uno de estos factores bastaría para diferir de la Administración que inicia. No obstante, existen razones más profundas para disentir del nuevo régimen.

 

El listado no es breve: su intolerancia hacia el diálogo genuino y la pluralidad de la sociedad, su estrategia sistemática de polarización, su instinto hacia la centralización y el control, su desconfianza en balances democráticos y reguladores autónomos, su desapego a reglas claras y su preferencia por arreglos opacos, la inexplicable disposición a perdonar la corrupción, su obsesión por erosionar mecanismos democráticos en aras de un culto a la personalidad, contrario a una sociedad abierta.

 

En contraste, una política de consenso, bienestar e integración enfocaría la agenda pública en prioridades básicas: construir un México donde tu futuro dependa de tu propio esfuerzo y capacidad, no de tu origen, orientando salud y educación a ello; fortalecer la democracia y el Estado de derecho acatando reglas transparentes y árbitros independientes; proteger nuestro medio ambiente generando energías limpias; crear oportunidades para todos eliminando el capitalismo de cuates, no alimentándolo; crear condiciones de seguridad en las comunidades desarrollando capacidades locales.

 

Poco importa si esta breve agenda constituye o no un capítulo histórico a la altura de Juárez. Abriría nuevas esperanzas en la microhistoria de millones de familias mexicanas, microhistorias al parecer muy pequeñas para la aparente soberbia de la 4T.

 

Ojalá la Administración aprenda el valor de la apertura y la capacidad de ajuste.

 

Rodrigo Morales Elcoro

rodrigo.morales@fldm.edu.mx

El autor es titular del Centro de Estudios de Competencia de la Facultad Libre de Derecho.


This page is powered by Blogger. Isn't yours?