lunes, noviembre 28, 2011

 

Inflación bolivariana

Venezuela (perdón, la República Bolivariana de Venezuela) tiene la dudosa distinción de ser la economía con la mayor inflación en América Latina. Según las estimaciones del Fondo Monetario Internacional, los precios al consumidor podrían aumentar este año algo así como 25 por ciento. Dicha cifra significaría la continuación de un proceso que tiene más de una década en curso, según se puede apreciar en la gráfica que acompaña a este artículo. En el periodo referido, el nivel de los precios se ha multiplicado ¡por un factor de 10!

Frente a tamaño desastre, el Presidente Hugo Chávez hizo expedir una "Ley de Costos y Precios Justos", a la que atribuyó recientemente (oct. 17) carácter de "vital" para el socialismo, ordenando al respecto "terminar de quebrar (!) todas esas redes que todavía tiene la burguesía" y que son "vicios del capitalismo". La dócil Comisión de Finanzas de la Asamblea Nacional señaló que el objetivo de la Ley es "garantizarle a la mayor parte de la población... el acceso a los bienes y servicios en igualdad de condiciones y a un precio justo". La Comisión agregó que el Estado debe corregir las distorsiones especulativas creadas por los monopolios y oligopolios.

El director del Banco Central de Venezuela aclaró (nov. 22) que se van a monitorear sólo algunos sectores de la economía, lo cual involucra algo así como 500 mil precios. Reconoció, sin embargo, que si se evalúa la estructura de costos, la cifra anterior puede llegar a un millón 500 mil precios, lo que hace "complicado", pero no imposible, su seguimiento. (Sí, claro).
 
No hay nada nuevo bajo el sol, dice el Eclesiastés, y en cierto sentido tiene razón. Pero, como agregó Ambrose Bierce con realismo, hay mucho de lo viejo que no conocemos (o que escogemos ignorar).

En efecto, una y otra vez a lo largo de la historia, los errores de política económica (monetaria) han conducido a brotes de inflación más o menos graves -en América Latina, en particular, han sido gravísimos. Y, una y otra vez, los gobiernos responsables del fenómeno han recurrido a toda suerte de explicaciones peregrinas -más o menos las mismas que están ofreciendo ahora las autoridades venezolanas: la especulación de los inescrupulosos, el poder de los monopolios, las leyes inexorables del injusto sistema económico, etcétera. Y, por supuesto, en lugar de atacar las causas del problema, se ocupan de sus manifestaciones, por medio de decretos arbitrarios que pretenden controlar los precios oficialmente.

El caso actual venezolano es un ejemplo más del destino de los regímenes populistas. Por lo común, primero desquician las finanzas públicas y, ya en el tobogán, recurren a la impresión de dinero para financiar los desequilibrios. Cuando la inflación monetaria se traduce en inflación de los precios, buscan culpables fáciles y tratan de reprimir el fenómeno usando la fuerza. Esta secuela fue descrita con maestría por varios autores hace 20 años, en un libro que, por desgracia, parece que nunca llegó a las manos de los diseñadores y hacedores de la política económica bolivariana. (Dornbush, R. y Edwards, S., editores, 1991. The Macroeconomics of Populism in Latin America. Chicago: The U. of Chicago Press). Es una pena, porque el final de la historia populista es invariable: tarde o temprano, hay que parar la espiral viciosa, empleando para ello un programa de ajuste más o menos clásico: bajar el gasto público, liberar los precios y, por supuesto, dejar de emitir dinero en exceso. Los "pagadores" son, como siempre, los de abajo, en la forma de una caída de los salarios reales. El desenlace del drama venezolano se ha pospuesto debido al inusual auge petrolero, pero es inexorable.

En México conocemos bien el proceso anterior, "gracias" a los experimentos populistas de Echeverría y López Portillo. Sólo muy tarde nos enteramos que "arriba y adelante" era en realidad un pronóstico de la inflación, y que "administrar la riqueza" era una divisa para uso personal.

En tiempos electorales, no sobra recordar ciertos episodios. Por si acaso.

Everardo Elizondo
 
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Los excesos causados por los políticos populistas eventualmente se regresan de forma negativa sobre los más pobres en forma de inflación. Ya lo hemos visto muchas veces en México durante décadas, y en otros países. Lamentablemente la gente que menos tiene es también la que menos o nula educación tiene. Y ante su desesperación por la pobreza son presa fácil de los políticos sin escrúpulos que les compran sus votos por una torta, un refresco, gorras y camisetas. Otros caen presa de las promesas demagógicas de servicios baratos, subsidiados, salarios mínimos altos por decreto, o promesas de crear millones de empleos de la nada. Sin embargo no hay lonche gratis y la inflación, la crisis, tarde que temprano llega y los pobres lo siguen siendo.

sábado, noviembre 26, 2011

 

El menos peor

Hace unos días envié una columna de "Juan Ciudadano" que se publicó en El Norte que hablaba sobre las promesas huecas de los candidatos y en la que se invitaba a revisar lo que los candidatos habían hecho en sus puestos anteriores para decidir su voto. Al final hice algunos comentarios donde reforzaba el argumento del columnista y ponía como ejemplos a López Obrador y a Peña Nieto.

Recibí varios comentarios de algunas personas criticando que no había dicho nada de algún panista e incluso se me dio el argumento de que el PAN ya había tenido "2 oportunidades" y que no había podido, que el PRI no era opción y que por lo tanto había que probar con el PRD que nunca había gobernado.

Primero hay que aclarar que el PAN aún no define candidato como los otros dos. Hace ya varias semanas publiqué en Twitter y en Facebook el siguiente comentario: "Si fuera perredista votaría por Ebrard. Si fuera priísta por Beltrones, y si fuera panista por Vázquez Mota", pues de los precandidatos en ese entonces eran los "menos peores" de cada partido. Hoy sabemos que perredistas y priístas han seleccionado al peor de sus opciones, y el PAN aún no decide, y ya tiene una cuarta opción, Javier Livas, que ahora resultaría no sólo el menos peor, sino que sería una excelente opción. Lamentablemente Livas no tiene el peso al interior de su partido y es un completo desconocido para la mayoría de la población, por lo que es casi un hecho de que no ganará la elección interna panista.

Al igual que en el 2006, nuevamente los partidos están escogiendo opciones muy malas, pésimas, y nos están orillando a votar por el menos peor. No me gusta este tipo de decisión, no me satisface. Pero lamentablemente no hay opciones. Algunas personas que se mantienen informadas y que tampoco quieren escoger al menos peor han decidido anular su voto. Otros son apáticos de la política y nunca votan, les da igual, son los abstencionistas. Quienes decidan anular su voto tienen todo mi respeto, no así los abstencionistas. Anular el voto es una decisión razonada, valiente, y que al menos da la tranquilidad personal de que no se respalda, que no se aprueba a la partidocracia que tenemos. Quienes sí van a las urnas y anulan su voto si tiene derecho a opinar y criticar a todo el sistema. No así los abstencionistas.

Pero lamentablemente, con la Ley Electoral vigente en México, anular el voto tampoco logra nada. Por ahí circulan varios correos que invitan a anular el voto, incluso algunos dicen, erróneamente, que si se anula la boleta para senadores no habría senado y se ahorraría dinero. Los votos nulos no se cuentan, es falso que si hay 20% de votos nulos se anula una casilla. Anular el voto sólo le da tranquilidad, paz mental a quien lo anula de no respaldar a ningún partido. Pero no se lograrán cambios ni mejorará el sistema político, y menos el país. Si en países como España, donde si está legislado el voto nulo o blanco, en las elecciones generales que tuvieron en días pasados, a pesar de un desempleo de más del 20% de la población económicamente activa, y a pesar de que ahí nació el movimiento de "los indignados" que reniegan de todo el sistema político, el voto nulo no logró nada, más que ganara el Partido Popular, de la derecha, por amplia mayoría y que gobernará sin contrapesos los siguientes 4 años.

Y eso es lo que el voto nulo y el abstencionismo hacen, potencializar el voto de los partidos que más voto duro, más acarreados, tienen. Con la legislación actual aunque los votos nulos fueran mayoría la elección sería válida, legal. De todos modos alguien ganará y ese alguien gobernará y administrará, se gastará, el Erario, nuestros impuestos. ¿Cuál es el objetivo entonces del voto nulo? Quienes lo promueven insisten en que es un castigo, una protesta contra la partidocracia. Pero a los políticos ni les importa, al contrario, los votos nulos aumentan los porcentajes con los que se calculan las prerrogativas que reciben del Erario. Para mí el voto nulo sólo da tranquilidad mental personal, nada más.

¿Y que logra votar por el menos peor? Quizá tampoco logre gran cosa, sobre todo porque gane quien gane no lo hará con mayoría en el Congreso, como ha sucedido desde la elección del 2000. Sin mayoría en el Congreso quien gane la presidencia no podrá pasar su agenda política en automático y si la oposición lo decide podrá bloquear todo, como ha sucedido en los últimos 11 años. ¿Entonces? Bueno, hay algo que si puede hacer el ejecutivo aunque no tenga mayoría en el Congreso: proponer la agenda de temas a nivel nacional, así como llevar mano en el gasto gubernamental federal, que en un país tan centralizado como el nuestro, es bastante.

Es por esa razón que escoger al menos peor aumenta las probabilidades (no garantiza) de que el Erario se gaste de manera racional (sin mucho endeudamiento, sin tanto déficits) y que el debate nacional se incline hacia las reformas estructurales, hacia propuestas que pudieran permitir que el país avance en la dirección correcta. No hay garantía, como ya se vio en los dos últimos sexenios, pues al no haber mayoría en ese sentido en el Congreso, las reformas no pasan o si se aprueban son mutiladas o sólo quedan en buenos deseos. Pero al menos se propusieron y discutieron. Tuvieron una oportunidad.

En cambio si gana el peor, que tampoco lo haría con mayoría en el Congreso, el debate nacional, las propuestas presentadas al Congreso, los presupuestos anuales, se inclinarían hacia opciones populistas, demagógicas, déficits mayores, y un riesgo mayor de perder la estabilidad macroeconómica que hemos gozado (aunque a la mayoría parece que se les han olvidado las épocas de crisis recurrentes, inflaciones de 2 y 3 dígitos, devaluaciones, cero crédito) en los últimos 15 años.

Cuando se habla de escoger el menos peor normalmente los argumentos giran en torno a quién tiene una cola más larga que le pisen, a quién tiene más larga la historia de corrupción. Y claro que eso es una variable importante a evaluar. Pero en la política mexicana (y yo diría que la mundial, ahí tenemos los casos de Italia, Grecia, España, Francia, Brasil, EUA, y un larguísimo etcétera) no hay partido que no tenga sus muchísimas historias y casos bien documentados de corrupción, nepotismo, autoritarismo, opacidad, de sus militantes. Por lo que tratar de identificar al menos peor, al menos sucio, en el ámbito de corrupción sería una tarea muy difícil sino que imposible. Y por lo tanto se vuelve hasta cierto punto inútil.

Aún más inútil, sino que ingenuo y hasta pueril, es decidir el voto en base a oportunidades con argumentos como "ya tuvo dos oportunidades no merece otra" o "nunca ha gobernado en la grande así que merece una oportunidad". Todos los partidos, aún el PRD que no ha ganado la presidencia, han demostrado sus debilidades, la valía (o minusvalía) de sus militantes y líderes "distinguidos". Cualquiera que tenga 2 dedos de frente tiene la capacidad de imaginarse el resultado sin tener que probar a alguien simplemente porque no ha tenido la oportunidad, sobre todo cuando en su discurso (ya no hablemos de su actuar) traen propuestas que ya sabemos en carne propia (al menos quienes vivimos al menos una de las muchas crisis que se vivieron en los 30 años anteriores a la última década) son una apuesta segura al fracaso, al exceso gubernamental, deudas, inflaciones, y a incrementar aún más a la gorda burocracia. Yo no necesito darle la oportunidad a alguien que nunca la ha tenido para saber que lo que propone profundizaría aún más el retraso que tenemos.

¿Qué necesidad tenemos de que el debate nacional, las iniciativas en el Congreso, se alejen de las reformas estructurales que tanto se han postergado y que tanto necesitamos? Podrán decir que no pasará nada porque nadie tiene mayoría en el Congreso y no se aprobará nada. Quizá así sea, pero ¿si en una de esas nos toca la de malas y se aprueba? Los legisladores ya han demostrado también que, aún y cuando son 628 personas, muy seguido se ponen de acuerdo para aprobar reverendas estupideces. Hay mucho populismo, demagogia, entre los legisladores cuyo mayor interés es quedar bien con sus cúpulas partidistas para asegurar el siguiente hueso. Yo la verdad prefiero no correr ese riesgo.

Como electores en una partidocracia no nos queda más que votar pensando en inclinar las probabilidades hacia el lado donde quizá se aprueben las reformas estructurales que eventualmente nos permitan crecer a un mayor ritmo, que quizá permitan más inversión productiva que es la única que genera empleos (no se crean por decreto presidencial, aunque sea el mesías), que quizá limiten los monopolios empresariales (públicos o privados) así como los sindicales. Debemos intentar inclinar la balanza pensando en una reforma laboral que flexibilice el mercado de trabajo y que acaben con los monopolios sindicales y los líderes ricos y obreros pobres. Debemos pensar en una reforma energética que permita inversiones en electricidad e hidrocarburos que generen empleos, más competitividad en el sector. Una reforma fiscal que premie la inversión privada, y que grave al consumo, eliminando los subsidios generalizados que sólo benefician a los que más gastan (que son los que más tienen). Hay que pensar de qué lado podría darse una reforma política que permita candidaturas independientes, segunda vuelta, reelección, que disminuya el poder de las cúpulas partidistas (menos partidocracia) y aumente la del ciudadano (más democracia) y libertad de expresión total política.

En resumen, de qué lado están las propuestas liberales, modernizadoras, para votar por ellas, y no aumentar las probabilidades del grupo de políticos que han dominado el debate nacional en la mayor parte de los últimos 40 años hacia el conservadurismo (mantener el status quo), de que todo siga igual, privilegiando a sindicatos, burócratas, políticos, y empresarios  que viven de extraer rentas (y no hablo de corrupción) del Erario, de los ciudadanos. Yo no necesito darle la oportunidad a alguien que ya dijo, por ejemplo, que resucitaría a la Compañía de Luz y Fuerza del Centro para que los flojonazos del SME y su millonario líder Martín Esparza sigan sangrando al Erario con un pésimo servicio para la ciudadanía. ¿Qué necesidad? Medítenlo.

 

Dany Portales

http://no-al-populismo.blogspot.com

 


viernes, noviembre 25, 2011

 

Promesas huecas

Pregunta de trivia, ¿a quién le podemos atribuir la siguiente cita?:

"Reconocemos por igual que tenemos una endeble cultura de la legalidad que es urgente revertir, porque ello genera corrupción, irresponsabilidad, desconfianza en las instituciones y, por supuesto, conductas delictivas e impunidad".

"En México el proceso para adoptar una cultura de transparencia y rendición de cuentas ha sido lento, y en muchos casos simulado", señala el texto.

¿Federico Reyes Heroles?, ¿Jacqueline Peschard?, ¿Alejandro Martí?

Ninguno de los tres.

La autoría compartida es del PRI de Humberto Moreira, el PVEM del "Niño Verde" y el Panal de Elba Esther Gordillo.

Los párrafos están tomados de la Plataforma Electoral y Programa de Gobierno de la coalición "Compromiso por México".

Para ser cínico también aplica el principio de "the sky is the limit".

"Proponemos", dicen estos próceres, "encabezar un gobierno con cero tolerancia a la corrupción, que rinda cuentas a la sociedad con transparencia, que cumpla con su mandato, y que cueste menos a los contribuyentes", se establece en el documento.

Con pronunciamientos como éste nos queda claro que las campañas ya iniciaron. También nos recuerda que como sociedad estamos obligados a reaccionar a promesas, declaraciones y arengas de los candidatos y sus partidos de manera más inteligente a como lo hemos hecho en el pasado.

En los últimos procesos electorales se nos ha vendido la idea, por algunas organizaciones cívicas
-con las mejores intenciones-, de que en la medida en que "obliguemos" a los partidos a pasar de la competencia de slogans e imágenes a la competencia de propuestas estaremos dando un gran paso.

Por lo pronto Moreira, Gordillo y González parecen decirnos "va", "juega".

A los tres les gusta la idea de competir con propuestas. El Gobernador que escondió una deuda de 34 mil millones, la Maestra que maneja al Sindicato Magisterial como su feudo, y el junior que organiza fiestas de escándalo no tienen inconveniente en borrar el pasado y mejor ponernos a analizar propuestas.

La realidad es que no hay mejor anticipación del comportamiento futuro de un político que su desempeño pasado. Nuestros procesos electorales serían ejercicios mucho más útiles si nos limitáramos a analizar lo que quienes aspiran a un puesto de elección han hecho en sus posiciones anteriores.

Ahorrémonos el ejercicio de esperar las "propuestas", analizarlas, compararlas, y pedir que se detallen en acciones. De poco sirve.

"¿Qué has hecho?", es la pregunta relevante. Con ella basta.

Desde hoy podemos tirar a la basura el documento del PRI, PVEM y el Panal.

Mejor démosle la oportunidad al PRI de castigar a un Gobernador que endeudó a escondidas a los coahuilenses por varias generaciones falsificando documentos, y permitiendo el enriquecimiento inexplicable de colaboradores cercanos.

Si hay castigo, entonces, valdrá la pena leer la propuesta del PRI en materia de transparencia; de lo contrario será rollo puro.

Lo mismo aplica para Elba Esther Gordillo.

Poco más de una década tiene en México el marco jurídico del acceso a la información. Mismos 10 años en que la Maestra, con la imposibilidad de los gobiernos panistas ante su chantaje, se las ha arreglado para sacarle la vuelta a su obligación de manejar los cuantiosos recursos públicos que llegan al SNTE de manera transparente.

Lo que se haga desde el SNTE antes de la elección para que, ahora sí, se pueda seguir la pista del dinero es lo único que vale la pena tomar en cuenta a la hora de decidir el voto. O por lo menos a la hora de comparar candidatos en sus compromisos de transparencia.

En el caso del PVEM, ¿se le puede creer su compromiso de apertura informativa a un partido que está a punto de nominar al Senado en primer lugar a quien pretendió engañar al público sobre sus propiedades en Cancún para eludir explicar la muerte de una de las asistentes a sus pachangas?

Las organizaciones de la sociedad estarían facilitando un gran paso para la democracia mexicana si se lanzaran a promover con todos sus recursos una forma radicalmente sencilla de decidir el voto.

Para evaluar al candidato en campaña sólo hay un criterio que vale: ¿qué has hecho?

Juan Ciudadano
juanciudadano@juanciudadano.com

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Al momento de decidir mi voto, desde que cumplí 18 años, nunca he considerado las propuestas de los políticos en campaña. Siempre he sabido que a las palabras se las lleva el viento y que la palabra de un político no tiene valor. Ahí tenemos a Rodrigo Medina o a Rubén Moreira que prometieron eliminar la tenencia y ante el endeudamiento de sus estados no pueden cumplir su promesa. Pero eso si, no reducen, al contrario, aumentan, a la gorda burocracia.

Para decidir mi voto investigo qué han hecho esos candidatos en sus puestos o trabajos anteriores. Si fueron legisladores, cómo votaron ante ciertas propuestas de Ley. Si estuvieron al frente de cargos públicos, cómo manejaron el Erario. Cuando las elecciones eran lejanas, cuál era su discurso e ideas. Ante la cercanía de las elecciones todos empiezan con sus propuestas populistas para endulzarle el oido a los electores, para que los incautos caigan en sus falsas promesas.

Por eso no creo en el supuesto cambio de discurso de López Obrador, el peje. Desde que bloqueó carreteras y pozos petroleros en Tabasco hace ya más de 20 años, hasta los meses que bloqueó Reforma en el DF, no ha cambiado ni un ápice. Incluso hasta bajo el criterio de evaluar por propuestas, las suyas son de un populismo de los 70's.

Lo mismo aplica para el PRI y Peña Nieto. Revisemos como dejaron las finanzas estatales Moreira, en Coahuila, y el propio Peña en el Estado de México. Revisemos que hicieron o están haciendo en los estados que gobiernan en cuando a seguridad, combate a la corrupción. Sigue siendo el PRI de siempre. Qué lástima que Manlio Fabio Beltrones se retiró de la contienda. Y aunque se hubiese quedado, los priístas no lo habrían elegido. Él si es un verdero reformista. Lástima por el PRI, lástima por México.

http://no-al-populismo.blogspot.com/


domingo, noviembre 20, 2011

 

20 de noviembre, ¿Qué se festeja?

¿Qué se festeja el 20 de noviembre? ¿Realmente la revolución mexicana es algo digno de festejar? ¿A qué "héroe" festejamos? ¿A un Zapata que se rebeló contra Madero, y que después fue asesinado por Carranza? ¿O a éste que a su vez fue asesinado por Obregón que también mandó matar a Villa? La revolución es un mito que se construyó para justificar un sistema, a un grupo de personas en el poder por 80 años. En todo caso la revolución terminó cuando Madero derrotó a Díaz y llegó al poder. Todo lo demás sólo fueron luchas fratricidas por el poder hasta que Obregón y Calles dominaron a todos los demás con plomo o plata.
 
Casi el 10% de la población de México en esa década murió o huyó del país. Hoy se critica por muchos, mezquinamente, la lucha contra el crimen organizado que nos asesina, secuestra, extorsiona, y envenena, porque lleva ~40 mil muertos. Pero se sigue venerando (la gran mayoría por los mismos que hoy critican el combate al crimen) una lucha armada ideológica que eliminó al 10% de la población y retrasó al país 40 años en su crecimiento. La revolución sólo sirvió para quitar a un dictador, con su camarilla de privilegiados, pero engendró otra dictadura con otra camarilla de privilegiados. Para comparar el desastre que fue la revolución con nuestra realidad actual en lugar de ~40 mil muertos en 5 años habría 10 millones de muertos, e insisto, por cuestiones ideológicas en el "mejor" de los casos, pues muchas fueron generadas por el poder y el dinero.
 
¿O sea que hay que venerar a los "héroes" que mataron a otros mexicanos por su ideología pero no podemos aceptar ni tolerar que un asesino con AK-47 en mano sea eliminado por las Fuerzas Armadas? ¿Acaso en la guerra de Reforma o en la revolución no hubo miles de inocentes asesinados y vejados por uno u otro bando? ¿Por qué tenemos que venerar esas luchas fratricidas ideológicas? ¿No les parece irracional? ¿No les parece incongruente con la situación actual?
 
No, no hay nada que festejar el día de hoy 20 de noviembre. Ya no le sigan el juego a la historia oficial que ni con la salida del PRI de Los Pinos se pudo corregir.

sábado, noviembre 19, 2011

 

Dañina ayuda (repartir o generar riqueza)

"La ayuda ha sido, y sigue siendo, un desastre político, económico y humanitario". Dambisa Moyo

Las naciones ricas han entregado cientos de miles de millones de dólares, quizá billones, a los países pobres desde hace cuando menos medio siglo. Sin embargo, las naciones pobres no sólo siguen siendo pobres, sino que se han empobrecido más. La razón es que la asistencia, en vez de ayudar, perjudica a los pobres. Esto lo dice una brillante y joven economista africana llamada Dambisa Moyo.

El campo de la ayuda internacional ha sido tradicionalmente dominado por ricos blancos de las naciones más prósperas, desde el economista Jeffrey Sachs hasta el empresario Bill Gates y estrellas del rock como Bono o Bob Geldof. Por eso asombra que una mujer negra -doctora en Economía de Oxford, originaria de Zambia, a quien recientemente escuché en la Ciudad de las Ideas en Puebla- llegue a romper esquemas.

La Dra. Moyo señala algo que hace mucho tiempo debieron haber notado los políticos y empresarios que han arrojado tanto dinero a África y otras naciones pobres. En las últimas tres décadas el crecimiento promedio anual de los países que más ayuda extranjera han recibido ha sido negativo, de -0.2 por ciento. Entre 1970 y 1998, cuando la ayuda a África alcanzó su máximo nivel, la tasa de pobreza en el continente subió de 11 a 66 por ciento de la población.

Las buenas conciencias, como Sachs, Gates o Bono, han argumentado que el problema es que hay que aumentar la ayuda. La Dra. Moyo afirma que esto sólo agravaría la pobreza. Las fuertes inyecciones de dinero del exterior destruyen los incentivos para el trabajo y la inversión productiva; generan dependencia, corrupción e inflación; y producen competencia desleal para los empresarios locales, que no tienen la posibilidad de contratar mano de obra o ejecutivos calificados ante las cantidades que pagan las organizaciones extranjeras.

"Ningún país en la historia ha logrado generar crecimiento por la ayuda del exterior", apunta Moyo. Países como Corea del Sur y Taiwán, que tenían niveles de desarrollo inferiores a los africanos en la década de 1950, han alcanzado hoy una prosperidad cercana o superior a la de los ricos, pero no por haber recibido asistencia, sino por las inversiones productivas, el comercio internacional y la adopción de un sistema de mercado.

"La economía de mercado no es perfecta -dijo en Ciudad de las Ideas-, pero es el sistema que ha creado crecimiento, prosperidad y libertad política".

Para Dambisa Moyo la actual crisis económica de Europa y Estados Unidos es una gran oportunidad. En un momento en que las naciones ricas están teniendo problemas propios, es lógico esperar una disminución en el flujo de ayuda. Esto hará más fácil que se desarrollen empresarios e inversiones locales en los países pobres.

Otra oportunidad es la irrupción de los chinos a la economía internacional, los cuales están llegando a los países en vías de desarrollo con el ánimo de hacer inversiones y negocios antes que de otorgar ayuda. Su apetito por materias primas está generando el primer crecimiento en mucho tiempo en las naciones pobres.

Los ricos filántropos y economistas blancos no quieren dejarse convencer por una africana. Dar ayuda a los pobres es, después de todo, una forma de aliviar una conciencia culpable; poco importa que haga más daño que bien. Pero si los blancos ricos no están dispuestos a escuchar lo que les dice una joven economista negra, quizá debieran revisar los desastrosos resultados de medio siglo de ayuda internacional.

Más juanitos
Andrés Manuel López Obrador ha propuesto que los líderes de los partidos de izquierda se postulen como precandidatos presidenciales para renunciar cuando termine la precampaña. Se repetiría así a nivel nacional el esquema de Juanito para dar la vuelta a una ley que impide el uso de medios para un candidato de unidad. Mejor sería tener una legislación electoral menos restrictiva.

Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
 
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Si se pretende repartir la riqueza dizque para disminuir la desigualdad, sin ningún criterio que considere los méritos de cada quien, nunca habrá dinero suficiente para acabar con la pobreza. La única forma sustentable para combatir la pobreza es generando riqueza y que se comparta de manera proporcional al esfuerzo de cada quien.

 

Va de nuevo (AMLO)

No hubo sorpresa. La última encuesta de Mitofsky le daba una ventaja de 4 a 1 entre militantes y simpatizantes. Marcelo Ebrard fue incapaz de remontar esa ventaja. Es más, en las últimas semanas se ensanchó.

Y aunque en población abierta la distancia era menor, lo cierto es que López Obrador siempre estuvo por encima del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

La derrota de Ebrard deja muchos desilusionados. Todos aquellos que emprendieron una crítica de los errores que cometió AMLO durante y posteriormente a la campaña por la Presidencia de la República.

Y que, además, estaban convencidos de que López tenía todo para ganar la postulación interna del PRD, PT y Convergencia, pero que jamás lograría imponerse en la elección presidencial. De ahí que su convicción fuera que Ebrard debería ir hasta el final.

La declinación de Ebrard tiene dos componentes fundamentales: el primero es un cálculo racional, la izquierda dividida no tendría posibilidad alguna de competir contra el PRI y el PAN.

Segundo, un cálculo pragmático: López Obrador jamás declinaría; si perdía, desconocería los resultados y, en el último de los casos, se lanzaría por el PT y Convergencia.

Por eso Ebrard estiró la liga, pero nunca estuvo dispuesto a llegar al rompimiento. Pudo, incluso, haber habido dos factores adicionales: una forma de lealtad y una negociación que le otorga posiciones a la gente del Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

La pregunta es ¿qué viene? ¿El mismo AMLO o una versión corregida y aumentada de lo mismo? La respuesta a esta pregunta es muy simple: no se puede corregir a la naturaleza, árbol que crece doblado jamás su tronco endereza.

La declaración del "rayito de esperanza" la semana pasada es más que ilustrativa: no tengo confianza en el IFE, sino en los ciudadanos para que defiendan su voto, es decir, mi victoria inevitable.

Los referentes siguen siendo los mismos: el PAN y el PRI son idénticos. La mafia en el poder es el enemigo a vencer. Peña Nieto es promovido por la mafia y por Televisa.

La tregua declarada y el beneficio de la duda que le extendió a Televisa y López Dóriga, esta semana, no alteran lo esencial.

No hay forma de que AMLO rompa esas coordenadas. Porque con ellas piensa al mundo y se representa a sí mismo: de un lado está el pueblo bueno; del otro, los malos, que son unos cuantos y urden complots todo el tiempo.

Él, el rayito de esperanza, vino al mundo a liberar a los buenos. Su tarea es conducir al pueblo a la tierra prometida. Su vínculo con la gente buena es orgánico y espiritual.

A ello hay que agregar un ingrediente nuevo: el rencor y el espíritu de revancha. El atraco de 2006 no puede quedar impune, debe concluir con la victoria en 2012. De otro modo, nada tendría sentido.

La travesía del desierto nunca sirvió para hacer un recuento y una autocrítica de los errores cometidos. Fue un ejercicio de resistencia para probarse a sí mismo y a los demás que es indestructible.

La nueva retórica -probablemente inspirada en el discurso cursi de Javier Sicilia- de la República amorosa es un simple aderezo del mismo guiso. Las flores de amor y paz se transformarán, más temprano que tarde, en una espada flamígera y justiciera para cercenar cabezas.

El tono y contenido de la campaña está, pues, cantado. La prioridad estratégica es polarizar la contienda entre él y Peña. La intención será transformar la elección en una suerte de plebiscito: sí o no a la permanencia de la mafia en el poder.

Por lo demás, su convicción y diagnóstico es que el PAN se situará, inevitablemente, como tercera fuerza en la contienda sin posibilidad de alcanzar la victoria.

También está cantado el desconocimiento de la victoria del adversario. No importa que gane el PRI o el PAN, porque ya se sabe que son lo mismo.

Pero además, el pensamiento mesiánico no admite contradicciones ni objeciones y se sintetiza en un silogismo: el pueblo bueno no puede ser derrotado ni confundido. Él (López) es el representante único y verdadero del pueblo. Su derrota sólo puede ser efecto de un fraude descomunal.

Son exactamente las mismas mojoneras de 2006. La única prueba de una contienda justa y equitativa es la victoria. La derrota confirma, por sí misma, el complot de la mafia y el atraco electoral.

Por eso el 2 y 3 de julio del 2006, pese a que sus propios conteos rápidos -como los del resto de las encuestadoras y el PREP- le otorgaban la ventaja a Felipe Calderón, proclamó su victoria por 500 mil votos.

El destino de López Obrador es paradójico. Nunca la izquierda estuvo tan cerca de alcanzar la Presidencia de la República. La ventaja de 10 ó 12 puntos sobre Calderón en enero de 2006 era, prácticamente, irremontable.

Para decirlo de otro modo, en ese momento el único que podía derrotar a López era... el propio López, y así ocurrió. Los errores se sucedieron uno a uno, si bien en el campo contrario se tuvo la habilidad de aprovecharlos.

Hoy la situación es muy diferente. Arranca en tercer lugar. Las encuestas apuntan, más o menos, las mismas tendencias: Peña Nieto 47 por ciento, Josefina Vázquez Mota 17 por ciento, AMLO 15 por ciento.

Es cierto, sin embargo, que nada está escrito. Allí están las elecciones de 2000 y 2006. Labastida tenía en diciembre de 1999 una intención de voto cercana al 50 por ciento y perdió.

Incluso es muy probable que hacia mediados de marzo las campañas inicien con menor distancia entre los contendientes. Pero aún así, la victoria de AMLO no está en el horizonte.

En 2012 nadará contra la corriente y pagará los errores que cometió en 2006 con la toma de Reforma y la Presidencia Legítima. La gente tiene memoria corta, pero no tan corta, y no es tonta.
 
Jaime Sánchez Susarrey
 
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De entre los candidatos a presidente en el 2012 AMLO es el único que representa un peligro para México. Ya no es un peligro tan fuerte, probable, como lo fue en el 2006 que encabezaba las encuestas. Ahora está en un lejano 3er lugar, muy detrás del puntero Peña Nieto. Sin embargo es un peligro primero porque es el que tiene más probabilidades de cometer un auto golpe de Estado. Con el poder y recursos del Ejecutivo bien podría hacer marchas, plantones, presión mediática para doblegar a los otros 2 poderes, el Legislativo y el Judicial, a que le cumplan sus caprichos. Y si un sector importante de las Fuerzas Armadas lo apoyase, el auto golpe de Estado sería una posibilidad siempre latente.

Y sigue siendo un peligro porque nunca reconocerá su derrota. Su perfil mesiánico siempre tendrá la excusa de que cuando pierde es porque le robaron. Si gana, tendrá bajo su mando todo el Erario federal. Si pierde, seguirá siendo el presidente legítimo (SIC) por otros 6 años, enajenando con sus discursos trasnochados, clasistas, al 15-20% de la población. Poder suficiente para seguir viviendo cómodamente del Erario con los recursos que extrae de los partidos paleros que lo apoyan (PT, Convergencia, y PRD) y de los legisladores y otros entidades públicas.

En resumen, AMLO nunca pierde. Por eso es y seguirá siendo un peligro para México. AMLO si infunde miedo por lo que podría hacer. Peña Nieto si gana daría coraje, pero no miedo. La partidocracia mexicana, sin candidaturas independientes, sin voto nulo legislado, nuevamente nos orillan a escoger al menos peor, al menor de los males.


lunes, noviembre 14, 2011

 

El ofendido (Moreira)

No, no, no me voy, declara Humberto Moreira. Yo soy el ofendido, insiste. Todo es un linchamiento en mi contra, reitera. Se trata de una cacería de brujas, argumenta. La única licencia que pediré será la de manejo, bromea. Pero debajo de la palabrería resulta difícil ocultar la podredumbre. Debajo del cinismo asoman los documentos falsos. Debajo de los ataques al PRI queda claro qué tipo de partido es y sigue siendo. El que mantiene en sus puestos a pillos; el que acusa una guerra de lodo mientras defiende el lodazal que fue creando; el que denuncia la persecución de brujas mientras protege el aquelarre.

El PRI intentando ignorar el endeudamiento masivo -de casi 34 mil millones de pesos- que Moreira avaló. Los escritos falsos que Moreira conoció. Los funcionarios deshonestos del Estado de Coahuila que Moreira cobijó. Documento apócrifo tras documento apócrifo exhibe un modus operandi: una forma de gobernar engañando, un estilo de ejercer el poder mintiendo, una manera de ejercer el mando amasando el botín.

Allí están los folios reportados que pertenecían a otros créditos solicitados. Los integrantes sumisos y cómplices del Congreso de Coahuila que avalaron la contratación de la deuda. Los 12 mil 500 pesos que han colocado -con ese endeudamiento- sobre los hombros de cada hombre, mujer y niño de la entidad. El enriquecimiento ilícito del protegido y ex colaborador del presidente del PRI, Vicente Chaires. La degradación de la calificación crediticia del estado en cinco niveles por Standard and Poor's.

Y peor aún, el destino desconocido de esos recursos. No sabemos si se usaron para pagar propaganda en la televisión o si se desviaron para financiar campañas electorales en Durango, Zacatecas, Nayarit y el Estado de México o por qué no llegaron a la Comisión de Aguas donde estaban destinados o si se gastaron en los 500 mil monederos electrónicos que Humberto Moreira repartió para comprar la victoria electoral de su hermano Rubén.

La deuda creció 80 veces, pero el dinero contratado ilegalmente se usó de manera opaca y discrecional. Moreira alega que fue canalizado a obras de infraestructura, pero no para proyectos que generen recursos para su amortización. Moreira comprometió el futuro de Coahuila, pero para embolsárselo.

Y he allí los resultados de una estrategia tramposa, pero políticamente protegida: después de las elecciones del 3 de julio se anuncian recortes a programas sociales como los Comedores de Gente Mayor y las Tarjetas del Hogar. El Gobierno estatal simula una investigación, aprehendiendo al máximo responsable de las finanzas de Coahuila, sólo para liberarlo unas horas después. Las computadoras que contenían los datos de todos los empresarios coahuilenses que denunciaron al gobierno estatal son misteriosamente robadas. Y ante el peso de la deuda, el Congreso coahuilense autoriza el uso total del impuesto sobre nómina como garantía a los acreedores, los bancos.

Coahuila capturada por la mafia de los Moreira; Coahuila secuestrada por un clan clientelar que en lugar de gobernar se dedica a succionar.

Coahuila es el caso más escandaloso y el mejor documentado, mas no el único. El patrón de gastar sin transparentar o endeudar sin justificar se reproduce a lo largo y a lo ancho del país. Habría que preguntarle a Enrique Peña Nieto sobre los créditos contratados a través de las figuras de asociaciones público-privadas: cuentas multimillonarias y sin fiscalización clara. Habría que preguntarle al ex Gobernador por qué el Estado que gobernó ocupa un lugar tan malo en el índice de transparencia del Instituto Mexicano para la Competitividad. Habría que preguntarle a la Gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega, sobre el endeudamiento que promovió y para qué usa cada peso conseguido.

Como ha sido sugerido en estas páginas por Gabriel Zaid, hay muchas acciones posibles -locales y federales, oficiales y ciudadanas- para evitar el abuso exhibido por el "moreiragate" y otros que se le asemejan.

En primer lugar, la exigencia de transparencia y también el condicionamiento de las fuentes financieras. Pero el primer paso tendría que ser pedir como país la renuncia inmediata de Humberto Moreira. Para que se se le investigue como lo postula la ley, y se le castigue si la violó. Para que las cinco denuncias presentadas ante la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delitos Federales sean atendidas en vez de ser ignoradas. Para que el PRI pueda remontar la brecha cada vez más evidente entre el nuevo partido que dice ser y las viejas prácticas que todavía defiende.

Cristina Díaz, la secretaria General del PRI, afirma que las revelaciones documentadas sobre Humberto Moreira "forman parte de la estrategia de lodo que han hecho los partidos políticos por tratar de desviar la atención de nuestro objetivo, que es recuperar la Presidencia". Lo que no entiende la señora Díaz es que el lodo que envuelve a Moreira lo creó él, lo mezcló él, lo extendió él.

Falsificando, manipulando, mintiendo, escondiendo. Y ante ese lodazal que el PRI insiste en negar, nosotros somos los ofendidos.
 
Denise Dresser

domingo, noviembre 13, 2011

 

Disquisiciones

David Lurie, protagonista de la novela "Desgracia", de Coetzee, parece dedicado en cuerpo y alma a cortejar un desastre en su vida, hasta acabar despedido de su empleo como profesor y desquiciado en su familia. Ante la desgracia, concluye que "cuando todo lo demás falla, dedícate a filosofar". Algo así estoy tentado a hacer cuando pienso en un tema que desde hace tiempo me intriga y preocupa: la relación educación-empleo que caracteriza al País.

El comportamiento del mercado de trabajo en México es exactamente opuesto al estadounidense y me pregunto por qué. Aquí el desempleo de graduados universitarios es mayor que el promedio, en tanto que el desempleo de personas con educación secundaria es inferior. En Estados Unidos el desempleo promedio es 9 por ciento, pero la cifra asciende a 15 por ciento para quienes tienen estudios de preparatoria o menos, en tanto que es de 4.3 por ciento para los egresados universitarios.

Siempre que hablamos de los migrantes hacia Estados Unidos decimos que se trata de un solo mercado laboral y que los mexicanos que se mudan a ese país lo hacen porque hay oportunidades de empleo, como atestigua la evidencia empírica. Si es un solo mercado, ¿por qué se comporta tan distinto el índice de desempleo? Un segundo tema es el relativo al perfil de los graduados universitarios. ¿Por qué hay tantos graduados de disciplinas sociales respecto a los de las ingenierías y ciencias duras? Finalmente, qué nos dicen estos factores de la economía mexicana: ¿hay algo en la relación educación-empleo que nos permita entender mejor la naturaleza de nuestros desafíos económicos?

En "Profesionistas en Vilo", Ricardo Estrada estudia la matrícula universitaria en el País a lo largo del tiempo y analiza la forma en que ha cambiado el perfil del estudiante y su relación con el mercado laboral. Tomando la perspectiva del estudiante que aspira a integrarse al mercado, concluye que "el título universitario ha dejado de ser pasaporte a una vida profesional estable y bien remunerada", pero, "si se entiende a la educación profesional como una inversión, las oportunidades son tan grandes o mejores que antes".

Estrada propone que parte del problema del desempleo de los egresados universitarios es que "el perfil de los candidatos no está en sintonía con lo que los empleadores buscan... Una preocupación central es que el grueso de los profesionistas ha estudiado carreras con pocas oportunidades laborales". ¿Por qué han estudiado carreras con poco potencial de encontrar empleo? Una hipótesis es que las carreras que se consideran "fáciles" tienden a ser compatibles con un empleo simultáneo: el estudiante opta por una carrera que le permita trabajar y estudiar bajo la premisa de que el mero título le permitiría obtener un mejor empleo. Otra versión sería que las becas universitarias han incentivado el estudio para obtener un ingreso (como si fuera un empleo) y no por vocación. La carrera "fácil" acaba siendo atractiva aunque no conduzca a un buen empleo. También es posible que la enseñanza secundaria de materias clave como matemáticas sea tan deficiente que los aspirantes a un título acaban conformándose con algo que no es su vocación.

Por el lado de los empleadores, aparecen dos mundos muy contrastantes. En general, están las empresas más exitosas que se abocan a elevar sistemáticamente su productividad para reducir costos y elevar utilidades y que tienden a contratar al personal más calificado, del que esperan una contribución para seguir incrementando su productividad. Ahí se concentra la mayor parte de las ofertas de empleo para universitarios con credenciales compatibles con la demanda de habilidades.

La perspectiva es muy distinta en el resto de la economía, igual entre empresas industriales que de servicios. Para las empresas que no enfrentan competencia significativa o que han construido barreras que las protegen, no hay presión por elevar la productividad, reducir costos o ser más competitivos. Estas empresas contratan al personal que requieren, típicamente aquél con menores niveles de educación.

Tenemos un mundo bifurcado donde conviven dos economías distintas: una sumamente competitiva que requiere al personal más calificado y con las mejores credenciales profesionales y otra que demanda empleados manuales. Aunque la primera contribuye más al crecimiento de la economía, la segunda concentra a la mayoría de personas empleadas. Como dice Macario Schettino, la mayoría de los trabajadores mexicanos son poco productivos y por eso tienen ingresos bajos. Y quienes los emplean también agregan poco valor y por eso son empresas de baja productividad y así es su contribución al desarrollo.

Resulta patético el debate político respecto al futuro de la economía. La disyuntiva teórica que enfrentamos implicaría optar entre la economía moderna que crece, pero emplea a un porcentaje bajo de demandantes o la economía del pasado que emplea al mayor número. Se trata de una disyuntiva falsa, pero lo sorprendente es cuántos políticos suscriben la noción de apostar por la economía vieja e improductiva. Me parece evidente que la apuesta que el País tiene que aceptar y asumir es por una economía moderna, competitiva y susceptible de generar más empleos, cada vez más productivos y mejor pagados. El problema no reside en que los políticos y funcionarios sean incapaces de entender el dilema, sino que su percepción es que sus propios costos de actuar serían demasiado elevados.

Apostar por una planta productiva moderna entrañaría eliminar obstáculos a la producción para igualar el terreno para todas las empresas, es decir, eliminar los mecanismos arancelarios, regulatorios y de otro tipo que mantienen aislada y protegida a una parte importante de nuestra industria y a los oferentes de servicios en la economía. Contra lo que muchos podrían suponer, la protección perpetúa un mundo improductivo que se traduce en salarios bajos, incertidumbre y un daño permanente al consumidor. La verdadera alternativa es entre un país que crece y se desarrolla y uno que se muere de a poquito.

Luis Rubio
www.cidac.org
 
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Las reformas estructurales son esos cambios que nos permitirían avanzar como país, tomar de lleno la modernidad, la competitividad, la productividad. Son los políticos populistas quienes impiden los cambios en el país, pues por conseguir votos, por mantener sus canonjías, por mantenerse pegados a la ubre del Erario, esos populistas mantienen sectores de la economía cerrados, protegidos, subsidiados. Mantienen la pobreza, la administran. Por eso no quieren la apertura.


sábado, noviembre 12, 2011

 

¡Aguas!

¿Qué ha fallado? Casi todo y cuando no ha fallado se han quebrantado, innecesariamente, instituciones y procedimientos.

1. Se fracturó la institucionalidad. Hasta 2007, el IFE era un organismo prestigiado. Los embates de López Obrador en 2006 lo lastimaron, pero no tocaron su estructura ni sus cimientos. De eso se encargarían los partidos en 2007. La contrarreforma, con la consecuente decapitación del Consejo General, lo golpeó severamente. Los resultados están a la vista. En pleno proceso electoral tenemos un IFE mocho y deslegitimado.

2. Falló el mecanismo para la integración -renovación- del Consejo General. Los nombramientos escalonados, elegidos por mayoría compuesta, previa selección por los partidos en la Cámara de Diputados, se han entrampado. El procedimiento está viciado de origen. Los partidos, parte beligerante -con todo derecho- en la contienda electoral, se adjudicaron la facultad de elegir al árbitro.

Las consecuencias son evidentes y lamentables: quieren un árbitro a modo; con la advertencia explícita de que un "mal" desempeño será sancionado con el despido automático, como le ocurrió a Luis Carlos Ugalde y compañía. Pero además, no encuentran otro método para "protegerse" del árbitro que imponiendo su sello partidario a cada uno de los consejeros.

De ahí la imposibilidad del consenso.

3. Falló el tan traído y llevado principio de equidad. Lo que hoy tenemos son un conjunto de partidos minoritarios que reciben enormes cantidades de recursos públicos, que no tienen ideología alguna -o que la utilizan como mera fachada-, que son negocios familiares o cotos de líderes sindicales.

Resultan vitales en la contienda no porque representen a fracciones minoritarias de la ciudadanía, sino porque de ellos depende que se incline la balanza de uno u otro lado. De ahí que su poder de negociación sea descomunal y muy por encima de la fuerza real que tienen.

En este caso ni siquiera se puede hablar de una sobrerrepresentación (perdón por lastimar los castos oídos de los sacerdotes de la representación proporcional) de las minorías. Porque se trata simple y llanamente de élites partidarias que viven muy, pero muy bien, del erario y se representan a sí mismas.

4. Falló el cerco y acotamiento del poder de la plutocracia en los medios de comunicación. La fracción del Artículo 41 de la Constitución, que prohíbe a particulares comprar tiempo en medios electrónicos para influir a la ciudadanía durante los procesos electorales, se diseñó desde 1996.

Los legisladores peleaban entonces contra un fantasma. Jamás en la historia de México la plutocracia había controlado o inclinado las elecciones mediante el financiamiento. Pero además, la nueva legislación promovida por Zedillo otorgó cantidades millonarias a las organizaciones políticas.

El riesgo, que rayaba en la paranoia, de que los grandes empresarios controlarán campañas y candidatos era y es verdaderamente risible. Pero además, se optó por el peor de los caminos: con el pretexto de limitar el "abuso" de unos cuantos, se atentó contra la libertad de expresión de todos.

5. Falló la oferta de terminar con la spotización de la política. A los defensores de la contrarreforma de 2007 se les llenaba la boca cuando pregonaban una de las mayores virtudes de su pequeño engendro: elevará el nivel del debate y terminará con la spotización de las campañas.

El mejor argumento provino de un profesor que condenó los spots como una forma estúpida y vacía por la que no se podía comunicar idea alguna. Pero independientemente de tanta estrechez y estreñimiento mental, lo cierto es que 2009 mostró la verdadera cara de la contrarreforma.

Los millones de spots basura que vimos y oímos las 24 horas del día no se acompañaron siquiera de debates entre los contendientes, porque la "eminencia gris" que cocinó la contrarreforma no imaginó tal posibilidad.

En 2012 se repetirá la historia.

6. Falló la oferta de hacer más transparentes y eficaces las relaciones partidos-medios. Antes de 2007 los partidos y candidatos accedían a tiempos en medios electrónicos por un procedimiento simple: la compra de espacios para transmitir su propaganda.

Ahora está estrictamente prohibido por la ley. Los partidos y candidatos deben atenerse a los tiempos que el Estado confisca a los medios y luego les adjudica "equitativamente": 70 por ciento en relación directa a la fuerza de cada uno y 30 por ciento en forma igualitaria.

Pero la realidad es que esos tiempos resultan insuficientes o, al menos, así lo consideran partidos y candidatos. De ahí que recurran a transacciones por debajo de la mesa para incrementar los espacios en los medios electrónicos.

Luis Carlos Ugalde, ex presidente del IFE, calcula que las enormes sumas de dinero que los partidos reciben y gastan oficialmente durante las campañas son apenas la punta del iceberg.

7. Falló la oferta de apuntalar las instituciones para conjurar el riesgo de un conflicto poselectoral
En 2007 nadie esperaba ni planteaba la necesidad de una reforma electoral. Se discutía, eso sí, la urgencia de una reforma política que atendiera la gobernabilidad y la eficacia. Así que cuando los Senadores se sacaron de la chistera la contrarreforma de 2007 todos -muchos- quedamos sorprendidos.

Vino entonces la explicación: había que reedificar la casa para que no se repitiera 2006. Y está bien, muy bien, sólo que AMLO acaba de afirmar que su confianza no está depositada en el IFE, sino en los ciudadanos para defender el voto.

A confesión de parte, relevo de pruebas: sólo la victoria de López podrá contener a López. Nada ni nadie más. Y si no... ¡pues que se atengan a las consecuencias!
 
Jaime Sánchez Susarrey

 

Cuatro mil millones después

Desde la aprobación de la reforma política en 1989 hasta la fecha, el pueblo de México ha gastado, que no invertido, cerca de 4 mil millones de dólares en subsidiar a los partidos políticos.

Esta cantidad aproximada es sin duda difícil de justificar a posteriori, porque se suponía que la aprobación de subsidios para campañas y para los partidos mismos promovería la cultura democrática. Bajo ese supuesto tan noble, la cantidad puede parecer irrisoria, pero desde el punto de vista práctico, hay muchos lugares mejores donde invertir esa cantidad de dinero.

Hablo en dólares a propósito porque con aquello de la inflación y la resta de ceros a la moneda mexicana está difícil andar haciendo conversiones de pesos a valor presente. Para esos efectos, el dólar es bastante buen referente.

El problema de los subsidios a los partidos, y ya lo he dicho muchas veces, es que otro de los supuestos originales del sistema era que de las confrontaciones saldría la Verdad y con ella podríamos construir grandes instituciones. La verdad, así sin mayúscula, es que de la confrontación en las cámaras han salido legislaciones muy pobres y muy recortadas.

Por ello digo que la democracia representativa está en crisis no sólo en México, sino en todo el mundo. Debo insistir hasta el cansancio que el capitalismo está siendo víctima de sus propios éxitos y que el mundo moderno y supercomputarizado seguiría eliminando muchos empleos que difícilmente se absorberán en otros sectores de la economía.

En México podemos esperar que el rebote de la crisis estadounidense, con su gran desempleo, sus casas abandonadas, y sus grandes déficits fiscales, se convierta en un gran reto para el sistema político en su conjunto.

Por ello creo que hay muchas señales por todas partes en el sentido de que el pueblo quiere que los partidos dejen de pelear tanto y se pongan de acuerdo para presentar un frente unido contra la crisis económica.

Desgraciadamente, el sistema de confrontaciones se protege a sí mismo. Solamente en casos de tragedias como la muerte del Secretario Blake es que se logra por unos instantes que los diputados y senadores de diversos partidos se dejen de estar tirando tomatazos verbales mañana, tarde y noche.

Entonces la pregunta vuelve a surgir: ¿queremos realmente seguir subsidiando a los partidos o debemos dejar que aprendan a caminar solitos? ¿Qué caso tiene pagarles millonadas para que se hagan propaganda? ¿Qué caso tiene pagarles para que impriman sus principios y sus plataformas si de todas maneras no las obedecen ni las cumplen?

Después de más de 20 años de estar recibiendo dinero a manos llenas, es tiempo de que los partidos políticos adquieran la mayoría de edad y se las arreglen solitos.

Si ya vimos que recientemente varios empresarios importantes están apoyando a López Obrador, razón de más para pensar que en realidad ningún partido tiene una ventaja sobre los otros en cuanto a la recaudación de donativos.

Insisto: ha llegado el momento de prescindir de los subsidios de los partidos y dejar que éstos se rasquen con sus propias uñas. Quizá este criterio no sea aplicable a los gastos de campaña, pero eso es otra cosa muy distinta a que se les entregue dinero a los partidos para que hagan publicaciones, por ejemplo, destinadas a difundir sus ideas entre la ciudadanía.

Hay una gran resistencia a cambiar las reglas que evidentemente ya no aplican. Con las nuevas tecnologías de la información, el costo de hacerse publicidad directa ha bajado sensiblemente. Lástima que las reglas que sigue el IFE sean totalmente obsoletas y los partidos estén cada vez más maniatados.

Si el dinero que gastan los partidos fuera dinero privado, seguramente lo cuidarían más, pues arriesgarían con su mala fama quedarse con las bolsas vacías. Como reciben dinero público, poco les importa tirarlo o gastarlo que al cabo les llega gratis. No tienen ni que extender la mano, el cheque se les deposita directamente.

Esto no funcionó ni funcionará. Sin embargo, mientras los discursos de los políticos no empiecen a tratar el tema, la idea de que se cancelen los subsidios será tan sólo un sueño antes que una realidad.

Javier Livas
javierlivas@mac.com

jueves, noviembre 10, 2011

 

La raíz de la crisis

Los grandes jugadores financieros cuyas acciones colocaron a la economía global al borde del colapso en 2008 tienen mucha culpa de la crisis económica actual, pero su verdadera raíz está en las políticas gubernamentales que otorgaron "derechos" sociales, facilitaron el alza del crédito y fomentaron la toma de riesgos financieros en los países desarrollados.

El problema fundamental en Estados Unidos, como en Europa y muchos otros países son las políticas públicas y las promesas irresponsables de gobiernos que ofrecen a sus ciudadanos beneficios sociales, educativos y de salud, sin considerar la forma en que van a financiarlos.

El propósito es, a fin de cuentas, obtener votos de los electores y ocupar un puesto público, dejando a gobiernos y generaciones futuras la tarea de lidiar con las dificultades que crean esas promesas irrealizables.

La crisis de Estados Unidos en 2008 tuvo su origen en años de una política de tasas de interés artificialmente bajas, sostenidas por una entrada masiva de recursos del exterior, particularmente dinero de los países árabes y China, lo que favoreció un alza sin precedentes en el gasto de consumo a crédito de las familias.

Las políticas públicas del gobierno estadounidense favorecieron, además, el crecimiento desordenado del crédito hipotecario barato que, a la postre, fue un factor clave de la crisis financiera.

El nivel de deuda gubernamental actual en Estados Unidos y las perspectivas de su déficit público en el corto y mediano plazo dejan como única política fiscal responsable la disminución del gasto y el alza de impuestos.

Esto significa que la sociedad estadounidense tendrá que aceptar mayores gravámenes y una reducción en los "derechos" asociados a los programas de bienestar social como Medicare y Medicaid, así como al nuevo programa de Salud del Presidente Obama, que representarán más de la mitad del gasto gubernamental en el 2020.

La crisis de deuda soberana en Europa tiene orígenes similares. Los gobiernos de las naciones europeas han sido en extremo generosos con sus poblaciones. La expresión más elocuente del reparto desordenado de "derechos" sociales es Grecia, que desde hace años se encuentra en la insolvencia.

Hoy la salida de su abismo financiero requiere de años de penosos sacrificios de su gente, entre los que destaca la renuncia a muchos de esos "derechos" que creen tener los griegos, como es la jubilación a la edad de 55 años.

No extraña, por tanto, que el gobierno griego enfrente creciente oposición a su programa de austeridad, al grado que la semana pasada su entonces primer ministro, George Papandreou, que renunció el fin de semana, sorprendiera al mundo con su decisión unilateral de someter a un referéndum (que posteriormente canceló) los recortes presupuestales que les darían acceso al paquete de ayuda financiera.

Grecia es el caso más patético y visible de la crisis de deuda soberana en Europa, pero no el único. Otros países, como Portugal e Irlanda, se encuentran en una situación parecida. Sin embargo, hoy la atención se centra sobre Italia y España, cuyos gobiernos han sido también muy generosos a la hora de repartir beneficios y otorgar "derechos" sociales a sus ciudadanos.

Estos países no tienen un problema de solvencia, pero enfrentan cada vez mayores obstáculos en los mercados financieros, por lo que tampoco podrán evitar recortes importantes en esos "derechos".

El primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, llegó con las manos vacías a la reunión del G-20 en Cannes la semana pasada. El parlamento italiano no aprobó el aceleramiento del programa de austeridad y los recortes de "derechos" sociales necesarios para restaurar la confianza de los mercados.

Esta semana aceptó irse cuando se apruebe el programa de austeridad que le piden los países fuertes de la eurozona, pero las dudas al respecto golpearon ayer a los mercados financieros sin que por ahora se vea cómo saldrá Italia del embrollo en que se encuentra.

En España habrá cambio de gobierno este mes. Mariano Rajoy será el próximo primer ministro y presidirá una nación con desempleo cercano al 23 por ciento, cuyos bancos tendrán que digerir sus activos tóxicos vinculados al sector hipotecario, y que está al borde de otra recesión. El entorno, como se ve, tampoco será muy propicio para que los españoles conserven sus "derechos" sociales.

Nuestro país también es víctima del reparto irresponsable de esos "derechos", cuya expresión más clara está en los contratos colectivos de las empresas estatales, en particular, el Instituto Mexicano del Seguro Social.

La ventaja, por ahora, es que somos una sociedad joven, pero si no hacemos pronto las correcciones en las políticas económicas nacionales, en algún momento futuro tendremos que enfrentar penurias similares a las de los países europeos.

Salvador Kalifa
salvadorkalifa@prodigy.net.mx
 
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La causa raíz de la crisis financiera global actual es el excesivo gasto de los gobiernos, la mayoría con programas populistas, que con el paso del tiempo no pudieron seguir financiando. Se habló mucho del sistema de seguridad social de los países europeos, pero todo tiene un límite, y principalmente todo tiene un pagador. Alguien tiene que pagar por esos excesos de prestaciones o "derechos sociales". Nada es gratis en éste mundo. En México tenemos el problema de las gordas burocracias, federales, estatales y municipales, con sistemas de pensiones onerosos, pues se jubilan con el 100% o más de su sueldo a muy temprana edad. Dejando la carga al resto de la sociedad. Si no lo corregimos pronto, en algunos años estaremos como Grecia o Italia. Al tiempo.

martes, noviembre 08, 2011

 

Desorden fiscal

Diversos analistas de la evolución de las finanzas públicas en las economías occidentales, a lo largo ya de muchos años, digamos del Siglo 19 al presente, han detectado una serie de tendencias relevantes. Entre ellas, destaca una dirección muy clara al aumento del tamaño relativo del gasto. Dicho fenómeno se aceleró durante la segunda mitad del siglo pasado.

El incremento de las erogaciones ha sido resultado de la idea de que el Gobierno puede ayudar a satisfacer cierto tipo de necesidades y, entonces, a elevar el nivel del bienestar social. Los sectores que reciben los beneficios del gasto son fácilmente identificables, mientras que su costo se distribuye entre la población en general. En consecuencia, los primeros se transforman con el paso del tiempo en grupos de interés con influencia política, y logran establecer "derechos" ("entitlements") en su provecho. Pero es obvio que a cada derecho corresponde una obligación. ¿Quién es el obligado en este caso? En general, es la sociedad pero, en realidad, el obligado es el fisco. ¿Cómo hace frente a la responsabilidad? Gravando al resto (desorganizado) de la población con más impuestos, o con endeudamiento adicional.

Un experto caracteriza el proceso anterior en los siguientes términos ilustrativos. Una vez que ciertos segmentos de la población imaginan al Gobierno como una vaca que puede ser ordeñada, desaparecen de hecho los límites a las exigencias de más gasto público. Las "necesidades" de la población son infinitas, como son innumerables también los grupos que pueden formarse para presionar al Gobierno, con el fin de obtener beneficios en su favor. Así pues, factores básicamente políticos determinan el crecimiento del papel del Estado en la economía y en la sociedad. Sin embargo, su expansión encuentra, tarde o temprano, restricciones financieras.

A grandes rasgos, los casos recientes, digamos de Estados Unidos y de Grecia (toda proporción guardada), se ajustan bastante bien a la descripción previa. En efecto, el problema central de las finanzas públicas de Estados Unidos lo constituye el crecimiento del gasto en las distintas formas de "seguridad social" (pensiones, servicios médicos), a lo que se ha añadido el impacto de las enormes erogaciones destinadas a enfrentar las consecuencias de la crisis financiera. La incapacidad para decidir un aumento de impuestos congruente se tradujo en un alza del déficit presupuestal hasta llegar al 9 por ciento del PIB en 2010. Más déficit significa más deuda. De ahí vino el ruidoso enfrentamiento entre Republicanos y Demócratas sobre el límite del endeudamiento público, que llegó a su máximo en el verano de este año.

A todas luces, el sector público de Grecia sufre de hipertrofia. Simplemente es demasiado grande para el tamaño y la productividad de su economía. Por ejemplo, en 2008, en plena antesala de la crisis, el "gasto (total) del Gobierno general" alcanzó ¡48 por ciento del PIB! El gasto en salarios del Gobierno griego, como fracción del PIB, es bastante más alto que el promedio de la OECD (Organization for Economic Co-operation and Development). Y sus empleados trabajan menos horas y ganan más que sus contrapartes en el sector privado. En cuanto a los entitlements, un estudio reciente estimó que la carga de las pensiones aumentaría 12 puntos porcentuales del PIB en unas cuantas décadas.

Además, está claro que la economía griega padece una falta evidente de competitividad, que se traduce, por necesidad, en un enorme y creciente "agujero" externo. En 2008, otra vez, el déficit en la balanza de bienes y servicios con el exterior llegó a 14.5 por ciento del PIB.

La OECD por lo común se refiere a los problemas de sus miembros con tersura, pero en agosto pasado expresó con respecto a Grecia, a la letra: "el desperdicio de recursos públicos debe terminar... la confianza entre los ciudadanos y el Gobierno debe ser restaurada... la evasión de impuestos debe ser atacada decisivamente...". Y así por el estilo.

Por un tiempo, los desequilibrios griegos en lo fiscal y en lo externo recibieron poca atención, porque la integración financiera de Europa le permitió al Gobierno colocar su deuda en los mercados con cierta facilidad. Pero "el día del juicio" llegó inexorablemente, cuando se descubrió que las autoridades habían ocultado con dolo el nivel real de sus pasivos. (Sounds familiar {MOREIRAZO}).

Todo mundo sabe ahora que el problema griego no es de liquidez, sino de solvencia. Grecia ha sido desde su nacimiento político moderno, en el Siglo 19, un "incumplidor serial" de sus obligaciones financieras con el exterior. Sus problemas son de estructura, no de coyuntura. No se van a resolver con ensalmos monetarios.

Utopía es un lugar idealmente bueno. Distopía es lo contrario. Las dos palabras provienen del griego.
 
Everardo Elizondo
 
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Excelente columna de Everardo Elizondo, un economista con mucha experiencia. Explica perfectamente los fundamentos de los populistas, prometer cosas para mantenerse en el poder con los votos de la gente pobre y/o ignorante. Lo que hizo el gobierno griego por años es muy parecido a lo que hizo Moreira en Coahuila.

lunes, noviembre 07, 2011

 

Deuda pública (Moreirazo)

"¿Quieres cerrar las avenidas del mal? Paga todas las deudas, como si Dios mismo hubiera hecho la factura". Ralph Waldo Emerson

SALTILLO.- Contratar deuda pública no es necesariamente malo. El problema surge cuando es excesiva, no es transparente y no se utiliza en proyectos que generen recursos o productividad.

Grecia es ejemplo de un país que cometió los tres pecados. Su deuda pública alcanzó el 142.8 por ciento de su Producto Interno Bruto en el 2010 y sigue al alza. El Gobierno la contrató sin advertir a los ciudadanos de lo que estaba haciendo y utilizó cifras falsas ante los acreedores. Utilizó el dinero, por otra parte, para financiar gasto corriente y no para aumentar la productividad.

Hoy Grecia está quebrada. A pesar de la quita de 50 por ciento que los gobiernos europeos han impuesto a los bancos acreedores, el nivel de vida de los griegos caerá de forma importante en los próximos años. Las deudas que supuestamente generarían prosperidad han provocado miseria.

Coahuila avanza por un camino similar. Su deuda pública aumentó de 300 millones de pesos en 2006 a 33 mil 867 millones en el 2011. El ex Gobernador Humberto Moreira reconocía solamente 8 mil millones antes de dejar el poder, pero el nuevo régimen de Jorge Torres se vio obligado a buscar una reestructuración de la deuda con los bancos acreedores y a transparentar el monto.

No hay claridad sobre el uso dado a los recursos. Las cifras del quinto y el sexto informes de gobierno, el último de Moreira y el único de Torres, ofrecido este 4 de noviembre, se contradicen. La información disponible sugiere, sin embargo, que poco se utilizó para proyectos que generen ingresos y permitan amortizar la deuda. Los gobiernos de Moreira y Torres están dejando al nuevo régimen de Rubén Moreira, hermano de Humberto, una deuda que rebasa los 12 mil 500 pesos por cada hombre, mujer y niño de la entidad.

No son muchos los coahuilenses que se dan cuenta de la enormidad de esa deuda o del peso que tendrá sobre las finanzas públicas de su estado en los próximos años. Humberto Moreira sigue siendo popular entre los coahuilenses. Rubén fue electo Gobernador con una mayoría abrumadora. El informe de gobierno de Torres, con acarreo de simpatizantes en autobuses y golpeadores que confrontaron a un pequeño grupo que protestaba por la deuda, fue un ejercicio reminiscente de los tiempos del PRI más oscuro.

Humberto Moreira, presidente nacional del PRI, se dice víctima de un linchamiento por parte de los medios de comunicación, el PAN y el Gobierno federal. Las cifras del endeudamiento del Estado, sin embargo, no dejan duda de un comportamiento irresponsable.

Ni un país, ni un estado, ni una familia pueden depender indefinidamente del endeudamiento para producir crecimiento. Esto lo vemos con claridad en el caso de Grecia. Tarde o temprano llega el momento de pagar. El Gobierno griego pensó que podía llevar a su país al primer mundo con subsidios y créditos. Hoy todos vemos que esto es imposible, como lo atestiguamos también en la docena trágica mexicana de 1970 a 1982.

La deuda pública de Coahuila cumple con todos los requisitos para generar temor e incertidumbre. Ha crecido de forma espectacular, no se ha contratado de forma transparente y no ha sido utilizada en proyectos que generen recursos para la amortización. Hay razones para estar indignados. Incluso los coahuilenses que hoy rinden pleitesía a los hermanos Moreira se darán cuenta tarde o temprano del costo de la deuda que les ha sido heredada.
 
Sergio Sarmiento
 
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Han sido los gobiernos irresponsables fiscalmente, con exceso de gastos y deuda, quienes nos han sumido siempre en las crisis económicas. Dicen que han cambiado, pero siguen administrado (SIC) igual que como lo hicieron en los 70's y 80's y principios de los 90's. En pocos años ya no habrán excedentes petroleros y estaremos peor que Grecia, con deudas impagables contraídas por gobiernos estatales y municipales, y una gorda  burocracia que no puede ser despedida y que tendrán derecho (SIC) a una pensión a los 50 o 55 años de edad cuando mucho. ¿Quién pagará por todas esas irresponsabilidades?

 

La deuda terrorífica

Sólo recuerdo que era un día de diciembre. Tengo en la memoria el año, pero no el día exacto. Debe ser por lo espeluznante del asunto que está bloqueado en mi cabeza. Estoy seguro que no soy el único al que le pasa, estoy convencido que son millones los que sufren por algo así.

Como comentaba, era casi fin de año en 1994, vivía en una euforia generalizada en materia económica, tenía coche, casa, tarjetas de crédito y todo era posible, promisorio, hasta aquella tarde. Fría, quizá no tanto, pero yo la recuerdo helada, tal vez por las circunstancias. Un nuevo presidente había asumido el cargo en el país y aun no cumplía ni el mes cuando el mundo se oscureció.

No, no fue un eclipse, ni tampoco fue un momento en que salieran zombis o un virus nos invadiera para acabar con la humanidad, aunque estoy seguro que muchos lo hubieran preferido. Porque la vida se acabó en ese instante, para muchos metafóricamente, para otros literalmente.

Después de todo, qué puede ser mas espantoso que un día te despiertes y sepas que ya no tienes nada. Sólo deudas, pero no las mismas, sino algo tan horripilante que recordarlo aún me hace un hueco en el estómago. Para mí, que sólo me ocupaba por estudiar y trabajar no era relevante lo que pasara en un lugar llamado Bolsa Mexicana de Valores, ni que hubiera algo denominado capitales golondrinos. Ahora ya sé que son esos monstruos que acabaron con millones de vidas.

En un abrir y cerrar de ojos, tus tarjetas de crédito había duplicado lo que les debías por la simple y sencilla razón de que la tasa de interés subió de forma exponencial. Pequeños empresarios vieron impagables sus pagarés y comenzó el camino al infierno, embargos, cierre de fuentes de trabajo, desempleo, desesperación, terror.

Nada como tener un nivel de vida y que te lo arrebaten de un tirón. Peor para quienes tuvieran alguna deuda en dólares, en un santiamén la paridad pasó de 3.00 pesos por dólar a 6.00. Imagínate deber el doble sólo porque alguien no hizo bien las cuentas en eso que llaman administración federal.

La piel se enchina sólo de pensarlo y recordar lo que vino después; si una situación de este tipo es escalofriante, que te agarre en plena época navideña es como sentir que un asesino de película te persiga por tu casa por horas para que al final sepas que aún falta lo peor.

Así fue en aquella ocasión. Para los muy jóvenes es un mito, casi una leyenda urbana, para otros es un recuerdo que queremos reprimir, pero no se va, se queda contigo, te trauma y atemoriza con cada vaivén económico en puerta. Es vivir con miedo para siempre. Es una historia de terror que nunca se olvida.

Por Miguel Ángel Castillo
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La crisis de diciembre de 1994 fue la última verdadera gran crisis que hemos tenido. Pero ya habían habido otros. La peor fue lad e 1982 que duró prácticamente 6 años. México cayó en cesasión de pagos, es decir, ya no pudo pagar su deuda. Lo mismo que está sufriendo Grecia hoy en día. Lo que sufrió Argentina hace 10 años. Eso México ya lo vivió en 1982 y duró 6 años. Inflaciones de 3 dígitos. Los precios subían todos los días, los salarios no. No había clase media, sólo unos cuántos ricos, y la gran mayoría en la pobreza, viviendo al día. No había créditos, todo debía ser de contado. Yo si me acuerdo, yo si tengo memoria.

Se habla de la crisis del 2008-2009, y si nos pegó y dolió. Aumentó el desempleo, más gente sin trabajo o ganando menos. Pero quienes vivimos la de diciembre del 1994 sabemos que la de éstos últimos años no es comparable con lo que sucedía antes. Y todo porque el gobierno federal gastaba más de lo que recibía. Por endeudarse para aumentar la cantidad de burócratas y políticos viviendo del Erario. No hay lonche gratis, todo cuesta. El gobierno no genera riqueza, la quita vía impuestos, y la mal reparte dizque para ayudar a los que menos tienen, pero sólo lo hacen para administrar la pobreza y que los pobres sigan votando por una despensa.

Y los que nos sumieron en las peores crisis económicas ya vienen de regreso, y no han cambiado. Siguen gobernando (SIC) y administrando (SIC) el Erario igual que antes. Ahí está Coahuila de ejemplo, también Nuevo León, o Tamaulipas. Medítalo.


sábado, noviembre 05, 2011

 

Sin vergüenza (PRI y Moreira)

Ejemplos que demuestran que nuestro sistema de justicia es una auténtica burla hay muchos.

A nivel local está el caso Fernando Larrazabal, que da náusea, y aún así la ciudadanía de Monterrey le sube la calificación en encuestas. A nivel nacional, el "moreirazo": nos deja en shock el descaro con el que se manejaron los fraudes en Coahuila, y a pesar de esa situación, a Humberto Moreira se le mantiene como dirigente nacional del PRI.

El descaro llega a tal grado que la Secretaria General del PRI, Cristina Díaz, sin recato alguno defiende a Humberto Moreira minimizando evidencias y pruebas fidedignas de falsificación de documentos y de enriquecimientos inexplicables.

Además, Cristina argumenta que todo se trata de "una guerra de lodo" en contra del PRI.

Luego de las contundentes pruebas que se han ventilado, esta señora, haciendo alarde de poder, dice que el juicio político en contra de Moreira no prospera por la representatividad que tiene el PRI en la Cámara.

Las declaraciones de la ex Alcaldesa de Guadalupe nos permiten visualizar la clase de ética que maneja. Probablemente es muy similar a la que ejerce la "monarquía Moreira", cuyos integrantes han sido muy hábiles para tejer sus relaciones.

Por un lado, le enseñan al pueblo a no pensar, entreteniéndolo con migajas de subsidios, entregando despensas a las familias, enseres domésticos, uniformes escolares, zapatos para los niños y no sé cuántas cosas más.

Para la gente pobre, estas dádivas significan un escape de la miseria, de ahí que ésa sea la forma como se consiguen los votos a la hora de las elecciones.

Lo que llama la atención es que hoy Moreira, en vez de responder a los fraudes y a la megadeuda que dejó en Coahuila, afirma que todo esto es un linchamiento político.

"Bueno, ése es el costo por haber transformado a mi tierra", agrega. ¡Qué descaro!

El jueves pasado, en el Sexto Informe de la actual Administración coahuilense, a cargo del Gobernador interino Jorge Torres López, apareció Moreira creyendo que su entrada sería triunfal.

Sin embargo, al ser cuestionado sobre la enorme deuda que dejó en su Estado, se embrolló de tal forma con los números, que dio pena ajena.

Por otro lado, el Gobierno interino (manejado por Moreira) preparó a su gente para evitar que los panistas y la fundación de Fuerzas Unidas por Nuestros Desaparecidos en Coahuila se acercaran al Teatro de la Ciudad, lugar del Informe.

Líderes, acarreados y policías estatales arremetieron contra los grupos manifestantes, arrebatándoles las mantas que decían "Gracias a la deuda nos cancelaron los programas sociales. Nos robaron".

Las imágenes del zafarrancho indignaban, y los dizque guardianes del orden sometían a golpes arrastrando, esposados, a ancianos, mujeres y hasta jóvenes, casi niños.

Esa muestra de barbarie me llevó a recordar el movimiento del 68, donde los jóvenes primero fueron sometidos a golpes y encarcelamientos, y después la cosa terminó en cientos de crímenes y desaparecidos.

Observar ese poderío que se ostenta en Coahuila -donde se gobierna abusando del poder- nos lleva a pensar en ese regreso de la tradición dictatorial latinoamericana.

Es momento de recordar aquella famosa frase que mencionó en México hace 21 años el escritor Mario Vargas Llosa: México es la dictadura perfecta. ¡Claro!, al siguiente día de esta declaración, a Vargas Llosa lo invitaron a abandonar el País.

Y si bien es cierto que Humberto Moreira dejó a su hermano Rubén en la Gubernatura con el fin de que le cuidara su honor, la lógica nos indica que Humberto no seguirá por mucho tiempo en la dirigencia nacional tricolor, ya que casi seguro es que el primer interesado en que el "moreirazo" se aleje de su imagen es el precandidato presidencial de PRI, Enrique Peña Nieto.

Sin embargo, también es verdad que lo más probable es que el PRI cobije a Humberto Moreira, dándole una diputación federal o una senaduría para otorgarle fuero, convirtiéndolo así en intocable por la justicia.

¿Dónde está el nuevo PRI?

La verdad, ante todos los desmanes y la corrupción que vivimos, está como para que se reinvente totalmente México.

Irma Martínez
irma.mtzm@gmail.com

viernes, noviembre 04, 2011

 

Falsa izquierda

"La gente supone que el pleito será entre izquierda y derecha, pero siempre es entre los razonables y los imbéciles". Jimmy Wales

Nos dicen que México es un país de izquierda. El PRD, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano se precian de ser baluartes de esa posición política y mantienen incluso resabios de una ideología marxista que ha desaparecido en otros lugares del mundo. El PRI es miembro de la Internacional Socialista y se enorgullece de sus raíces revolucionarias y populares. Incluso el PAN tiene una filosofía cercana a la democracia cristiana, que se considera en otros países como de centro-izquierda.

¿Por qué entonces, a un siglo de la Revolución Mexicana, tenemos tanta pobreza y desigualdad? Algunos políticos afirmaban que era por las políticas de otros tiempos, en particular del régimen colonial y el de Porfirio Díaz. La información histórica señala lo contrario: si bien el siglo postrevolucionario ha tenido un aumento espectacular en el gasto social, la desigualdad ha aumentado porque este gasto ha sido regresivo.

A pesar de rendir culto a la izquierda, nuestros políticos han aplicado políticas de derecha. El estudio "10 puntos para entender el gasto de equidad en México" de México Evalúa (www.mexicoevalua.org) subraya que la mayor parte del gasto público social se ha concentrado en programas que acentúan la pobreza y la desigualdad.

Los subsidios a la agricultura, por ejemplo, ayudan fundamentalmente a los agricultores más ricos. Los apoyos a las pensiones de Pemex, del ISSSTE y del IMSS favorecen a los trabajadores más prósperos. El subsidio a la gasolina es, por su monto extraordinario, quizá el instrumento más regresivo ya que favorece casi completamente al tercio más rico de la población. La tasa cero del IVA a alimentos y medicinas es también de derecha porque beneficia más a quienes más consumen. También son regresivos, por apoyar más a quienes más tienen, el subsidio a los adultos mayores del Distrito Federal, las becas a estudiantes de educación media como Prepa Sí, los apoyos a instituciones de educación superior como la UNAM y el subsidio al consumo de electricidad.

Algunos programas de gasto público en nuestro País sí son de izquierda, es decir, apoyan a los más pobres y ayudan a reducir la pobreza y la desigualdad. Según el estudio de México Evalúa, los programas más progresivos son Oportunidades, IMSS-Oportunidades, Piso Firme (2006), el Programa de Empleo Temporal (2006), el Seguro Popular y el programa de adultos mayores del Gobierno federal. También lo son los subsidios a la educación preescolar, primaria y secundaria. Pero es tan fuerte el peso de los programas regresivos, los que concentran el ingreso, que el resultado global de los programas de gobierno es acentuar en lugar de paliar la desigualdad.

La mejor forma de combatir la pobreza y la desigualdad es a través de programas de gasto focalizado en los grupos más marginados de la sociedad. Éstos serían los esfuerzos que realizaría un verdadero Gobierno de izquierda. En México, sin embargo, los gobiernos han preferido los subsidios generalizados o los que abiertamente benefician a grupos relativamente prósperos.

Lo peor es que los políticos han convencido a la sociedad -y quizá hasta a ellos mismos- de que estas medidas son progresistas. Es sorprendente el número de mexicanos que defiende el subsidio a la gasolina o la tasa cero del IVA con el argumento de que apoyan a los pobres. No han entendido que son precisamente estas medidas reaccionarias las que han mantenido la desigualdad y la pobreza en México.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
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No es que sea una falsa izquierda, lo que pasa es que son populistas y demagogos. Prefieren mantener esos subsidios generalizados, porque les dan votos, que realmente hacer algo por los pobres. Su interés es administrar la pobreza para seguir recibiendo votos a cambio de despensas y promesas populistas.

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