martes, octubre 30, 2007

 

Hipocritas....


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Esquizo PRD

(29 octubre 2007).- Cuando el Secretario de Comunicación del PRD, Gerardo Fernández Noroña, le reprochó, bélica y vulgarmente, a la diputada federal perredista, actual Presidenta de la Cámara de Diputados, haber reconocido a Felipe Calderón como Presidente Constitucional, el PRD se echó una maroma para atrás y se ahorcó en su propia trampa aceptando públicamente sufrir esquizofrenia institucional.

En un principio, entendí que la estrategia del partido era justamente navegar en dos barcas distintas, pero con la misma ruta. Por un lado, el movimiento social, liderado por Andrés Manuel López Obrador, deslindado del PRD, con una vocación popular que sigue reclamando el "robo" de la Presidencia en una campaña itinerante por el País; y por el otro lado, la vía institucional, atendida por el partido, sus representantes oficiales y los funcionarios públicos militantes, todos ellos con obligaciones constitucionales contractuales que implícitamente obligan al reconocimiento de ciertas instituciones.

La bifurcación de los caminos no es, en sí, razón para la inestabilidad moral ni ideológica. La idea era buena y resultaba consecuente, por un lado, con la idea del fraude electoral y, por el otro, con la responsabilidad política del partido que había recolectado como nunca votos a su favor. Sin embargo, el problema consistió en que los dos bloques no han terminado de asumir sus diferencias y sus coincidencias y unos se creen más puros que los otros.

En este sentido, entendería que la acusación contra Ruth Zavaleta por reconocer a Calderón como Presidente viniera del grupo comandado por AMLO que ha mantenido una abierta confrontación con "el espurio"; pero me sorprende, sin embargo, que el golpe bajo haya sido lanzado desde las mismas filas oficialistas que ceden sistemáticamente en sus principios para permanecer en sus puestos de poder. ¿Cómo criticar la impureza desde la impureza?

El PRD no estuvo a la altura de los acontecimientos del verano de 2006. Cuando el Trife validó la elección presidencial, el partido debió haber demostrado mayor estatura moral y no la rabieta mal lograda de algunos de sus líderes que entendieron a la función legislativa como la oportunidad ideal para secuestrar al sistema. ¿No están ellos mismos promoviendo un tipo de fraude legislativo?

El hecho de que el Secretario de Comunicación del PRD manifestara escandalosamente su frustración cuando la presidenta de la Cámara de Diputados desoyó la línea del partido, pone en evidencia el claro mandato cupular para todos los funcionarios perredistas de secuestrar sus puestos para entorpecer las intenciones de Felipe Calderón.

Resulta patético que pretendan ser héroes dándole una fuerte tunda al mismo sistema al que pertenecen.

El PRD parece estar obsesionado con negar que se ha duplicado. Una parte del partido se quedó en las calles, en los movimientos ciudadanos de resistencia pacífica y en los seguidores de AMLO; la otra, sigue funcionando bajo los esquemas del sistema político: negocia, pacta, concursa en elecciones, vota, preside.

Entenderse como antagonistas sólo los condena; exigirse pureza, cuando ésta no habita en ninguna institución, es apostar al conflicto antes que a la propia revisión.

Es irónico que el PRD siga fabricando las trampas en las que termina cayendo. El caso del enfrentamiento entre Zavaleta y Fernández Noroña resulta sintomático de una enfermedad mayor. ¿Cuándo el PRD va a dejar de hablar sobre reformas y revoluciones para mirarse por adentro? Antes de seguir operando, el partido tendría que desanudarse y replantear sus propios conflictos morales e ideológicos; de lo contrario, tendremos más episodios esquizoides.

Ximena Peredo
ximenaperedo@yahoo.com.mx

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viernes, octubre 26, 2007

 

Pataleta del patito

Les comparto el cartón de Paco Calderón publicado el día de ayer en distintos medios nacionales.

Ayer declaraba Ruth Zavaleta que responsabilizaba a Fernandez Noroña si le pasaba algo a ella o a su familia. Así se quieren entre ellos mismos en el PRD. Así es el fanatismo, la intolerancia, la locura, alrededor de AMLO.

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lunes, octubre 22, 2007

 

Incentivos y respuestas económicas

Los incentivos como núcleo del enfoque económico

Steven Landsburg es un profesor de economía de la Universidad de Rochester. En 1993 publicó un libro pequeño pero notable, que tituló The Armchair Economist y que le ganó fama bien merecida. Se trata de una obra cuyo propósito es aplicar el enfoque analítico de los economistas -de los buenos economistas- a solucionar problemas (enigmas) de la vida diaria.

Por cierto, acabo de recibir su obra más reciente, que no he leído y que ostenta un título muy provocativo: More Sex is Safer Sex: The Unconventional Wisdom of Economics. (Desafortunadamente, he tenido que ocuparme de asuntos más áridos, como la política monetaria).

La lectura de "El Economista de Sillón" vale la pena. Sirve, entre otras cosas, para destacar lo que es el núcleo del pensamiento económico. En palabras de Landsburg: "La gente responde a los incentivos. Todo lo demás es sólo comentario a lo anterior". Desde luego, Landsburg no se refiere a cosas como los "incentivos fiscales" que conocemos en México, sino a los estímulos que genera un cierto arreglo de las instituciones en un sistema económico.

Para entender ese planteamiento, conviene notar que la ciencia económica distingue para sus propósitos dos clases de incentivos:

1) incentivos "positivos o virtuosos", que inducen a las personas a comportarse de manera tal que el resultado es benéfico específicamente para ellas, pero también para la sociedad en general; y,

2) incentivos "negativos o perversos", que motivan conductas individuales o grupales que resultan en provecho privado, pero en perjuicio del bienestar social.

Puede ser que los conceptos previos le parezcan muy abstractos al lector. Para explicarlos -ojalá que con claridad- quizá sea útil recurrir a un par de ilustraciones tomadas de la vida diaria en nuestro País.



La economía del 'ambulantaje'

Desde el punto de vista comercial, las calles del centro de las grandes ciudades resultan particularmente valiosas. El flujo de transeúntes que las recorre es por lo común tan intenso, que cualquier emprendedor entiende que ofrecen una oportunidad extraordinaria para la venta de mercancías y de servicios. En consecuencia, los propietarios de los lotes a lo largo de las avenidas (sea la 5ª Avenida de Nueva York o el Eje Central del D.F.) pueden demandar de los usuarios potenciales rentas muy altas.

Sin embargo, las aceras no son propiedad privada; más bien, pertenecen a la ciudad. Aquí empieza el problema. Si las autoridades no hacen valer sus derechos de propiedad, alguien descubre rápidamente esa "ganga" y usa el espacio como punto de venta. El ejemplo cunde y, muy pronto, frente a la pasividad de los gobernantes, los supuestos comerciantes ambulantes proliferan y se transforman en permanentes. Su número creciente los convierte casi de inmediato en un formidable grupo de interés y, por tanto, en actores políticos de mucho peso.

¿Qué ha sucedido? Simplemente, que la falta de respeto a los derechos de propiedad ha enviado un "incentivo perverso" a los particulares: aprovechar la falla resulta en provecho propio, aunque implica sin remedio un deterioro social. Este último adopta distintas formas, entre las que conviene distinguir las siguientes: 1) la extensión de la informalidad; 2) el entorpecimiento del tránsito peatonal y vehicular; 3) la acumulación de desperdicios; 4) el aumento de la inseguridad; 5) la facilitación de un ambiente propenso a la ilegalidad ... y así, ad nauseam.

El Gobierno del D.F. acaba de recuperar la propiedad de las banquetas del centro histórico, e incluso algunos tramos de sus calles. Con ello, desaparece el "incentivo perverso" al que me he referido. (Ojalá que la situación no sea transitoria).



Un impuesto 'ecológico'

Siguiendo la línea de argumentación anterior, y en contraste, es muy fácil pensar en un ejemplo de "incentivos positivos". Me refiero a un impuesto a los cigarrillos.

Un gravamen sobre la producción y venta de cigarrillos constituye lo que en finanzas públicas se llama un impuesto específico. Los cigarrillos constituyen un artículo adecuado para la aplicación de un tributo de esa naturaleza por dos razones: 1) su demanda es bastante inelástica; y, 2) su consumo ha llegado a ser "socialmente incorrecto". Lo primero quiere decir que el gravamen no altera mucho la conducta del consumidor y, por tanto, es él quien lo paga; lo segundo implica que tiene un obvio atractivo político.

A las características aludidas hay que agregar el hecho de que fumar genera un tipo de efecto que en la literatura económica se conoce como "deseconomías externas". El término es muy impresionante, pero todo lo que quiere decir es que fumar cigarrillos molesta a algunos prójimos y causa perjuicios (cuestionables) que no pagan por completo los fumadores, sino el público en general.

Un impuesto sobre los cigarrillos tiene, en consecuencia, la posibilidad de inducir la conducta correcta desde el punto de vista social: encarece su uso para los fumadores, lo que probablemente contribuirá a moderar su consumo. O bien, si la cantidad demandada es insensible al precio, el gravamen puede generar una abundante recaudación, quizá utilizable para aliviar los daños causados a la salud.

Gravámenes de esta naturaleza existen en todas partes del mundo. No están exentos de problemas, por supuesto. Pero es obvio que ofrecen ventajas sobre otras medidas destinadas a combatir la contaminación y el tabaquismo, tales como las prohibiciones autoritarias y los ineficaces llamados a la prudencia.



¿Cuál es la moraleja de los comentarios anteriores? Muy sencilla: en el diseño de las políticas públicas, conviene alinear los incentivos privados con los beneficios sociales. Para ello, es útil seguir el consejo de un especialista en la materia: "Corazón caliente y cabeza fría" (Alan Blinder). (De esto último existe una variante borgiana: "menos combativo y más documentado").


Everardo Elizondo

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sábado, octubre 20, 2007

 

Increpan a Ebrard ambulantes del DF

Reclaman inconformes por el reordenamiento del comercio informal

Sergio Fimbres, El Norte


(20 octubre 2007).- MÉXICO.- "En el Centro no van a trabajar, cabrón", advirtió el Jefe de Gobierno, Marcelo Ebrard, a uno de los 30 vendedores ambulantes que lo increpó ayer en la calle de Mesones.

Esta advertencia se dio, luego de que los informales le reclamaron al Mandatario por el reordenamiento del ambulantaje en el Centro Histórico.

¿Quién es su dirigente?, preguntó Ebrard al inconforme a fin de dialogar, pero no obtuvo respuesta. Eran las 12:34 horas.

Los informales llegaron poco a poco, y apenas distinguieron a Ebrard al salir de Mesones 138, donde se reunió con indígenas mazahuas, los informales comenzaron a gritar, incluso groserías.

Eran ambulantes de la organización de Miguel Ángel Huerta, quienes reclamaban la falta de plazas comerciales, la negativa para instalar romerías y hasta sus compromisos políticos.

"Estamos desesperados, pen..., tenemos hambre, güey", gritó un informal. "Te vamos a dar en la madre". "No volveremos a votar por pen...", amenazaba una pareja de adultos mayores.

Ebrard se arriesgó, caminó unos 20 pasos entre el montón para intentar dialogar con los vendedores, las mujeres mazahuas le abrieron camino, hubo jaloneos entre los informales y los policías.

"¿Por qué nos quitas el único trabajo?, traidor", se quejó un ambulante que portaba una playera con la foto de Andrés Manuel López Obrador.

Ebrard vio y escuchó a los ambulantes, sudó.

"Nosotros estamos ayudando (a los ambulantes), ya hay acuerdos firmados y tienen que cumplirlos", le dijo el Jefe de Gobierno con voz fuerte a una mujer que lo sostenía del brazo.

El incidente duró 11 minutos.

En entrevista radiofónica el Jefe de Gobierno se disculpó con las personas que escucharon la palabra altisonante y se justificó.

"Se pusieron bastante groseros, no quisieron mandar a ningún representante, y además me dio mucho coraje, porque estaba lleno de mujeres mazahuas y sus hijos", dijo en la entrevista.


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Bien por Ebrard. Ya va siendo hora que deje el populismo y se ponga realmente a gobernar. Ojalá aguante así el Centro Histórico lo que resta del sexenio.

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martes, octubre 16, 2007

 

El campo mexicano

"¿Cuál es el producto principal del campo mexicano? Fácil es la respuesta, y también triste: los migrantes. El drama de los mexicanos que arriesgan la vida para ir "al otro lado" es el resultado final de muchos años de mentirosa demagogia. La colectivización de la tierra no sólo convirtió a los campesinos en una especie de menores de edad sujetos a la tutela perpetua del Estado: también trajo consigo la falta de productividad del campo, y su empobrecimiento. Se dijo que la tierra era de todos. Y lo que es de todos termina por no ser de nadie. A estas alturas es imposible ya negar una evidencia que los hechos muestran: el ejido fue un fracaso, y muchos años se necesitarán para remediar sus malas consecuencias.

Mientras tanto hemos de seguir viendo la dolorosa tragedia de los pobres que afrontan todos los peligros para ir a otra tierra en busca de lo que la suya no les puede dar. Lo irónico de esto es que el campesino mexicano, que en su propio solar nada produce, en el ajeno se vuelve productivo, y gana no sólo lo necesario para su sustento, sino para el de aquellos que en México dejó. Un monumento merece ese migrante, pues de no ser por él ya habría estallado en este país un magno movimiento de irritación social. Es necesario, pues, hacer frente a la verdad y reconocer este desastre histórico que condujo a la ruina del campo y de los campesinos. Y es más necesario aún dar pasos para que llegue plenamente al campo la libertad que vino tras la caída de los regímenes que negaban la iniciativa personal y dejaban todos los procesos económicos en manos del Estado..."

Armando Fuentes Aguirre
afacaton@prodigy.net.mx

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Lo más triste de todo esto es que todavía hay gente que cree que la propiedad colectiva de la tierra debe continuar. Hay gente que todavía piensa que el ejido es uno de los "mayores logros" de la revolución. Toda esa gente nunca ha estado en un ejido, ya no digo vivir en uno de ellos. Yo si. Nací y crecí en un ejido del sur de Tamaulipas y puedo decir, con los pelos de la burra en la mano, que lo que dice Catón es correcto. México podría ser autosuficiente en maíz, en trigo, y en muchos otros cultivos. Pero la atomización de la propiedad rural nos ha convertido en un país dependiente del extranjero en materia alimenticia.

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lunes, octubre 15, 2007

 

Transparencia sindicalista

La frase de Daniel Cosío Villegas se ha repetido tanto que podría pensarse que ya ha perdido su fuerza. Sucinta condensación de un proyecto republicano: hacer pública la vida pública. Aquello que el historiador pedía para México en la época de oro de la cerrazón cuenta ya con victorias importantes. Hoy tenemos instrumentos poderosos para conocer el interior del edificio gubernamental. Sabemos cuánto gana el Presidente de la República, sabemos quiénes trabajan en su oficina, con quién contrata los banquetes que ofrece y cuánto paga por ellos. Sabemos quiénes ganan los concursos y licitaciones del Gobierno; cuáles son los criterios empleados para otorgar una concesión, cuáles son los compromisos que atan al Gobierno.

De ningún modo puede decirse que esta conquista -la transparencia- dé por satisfecho el proyecto que trazaba el historiador liberal. Para que la vida pública sea pública en verdad es necesario asentar una cultura deliberativa que estamos muy lejos de tener. Pero sin la mina de revelaciones y datos que se ha abierto, no podríamos dar ningún paso adelante en esa dirección.

Si el mundo del Gobierno, particularmente en la órbita federal, se ha vuelto visible, hay otras zonas que siguen siendo un imperio de opacidad. En buena parte de las administraciones locales siguen reinando el secreto y la discrecionalidad. Pero no hay territorio de poder más sombrío que el de los sindicatos. Conocemos el salario de los funcionarios públicos, empezando por el salario del Presidente. ¿Cuánto gana la dirigente del sindicato de maestros? ¿A cuánto asciende el presupuesto del que dispone sin control alguno? Sabemos el monto de los ingresos del Gobierno federal y podemos ubicar en qué se gastan los recursos públicos. ¿Cuánto tiene el sindicato de Pemex? ¿En qué usa su presupuesto? Podemos saber a quién se beneficia con los contratos y licitaciones del Gobierno de la República. ¿A quién favorecen los apoderados sindicales?

Por eso resulta valiosa la iniciativa del PAN en el Senado que pretende extender la garantía de transparencia a los sindicatos. La propuesta sugiere agregar a los estatutos sindicales el derecho a conocer cómo se administra el patrimonio de la agrupación. Se pretende legislar para conquistar una garantía irrebatible: que un miembro del sindicato que paga (involuntariamente) su cuota conozca qué sucede con sus aportaciones. Este dato debe ser subrayado.

Los sindicatos se financian con cuotas no voluntarias y constituyen, por lo tanto, instancias semipúblicas que ejercen la representación forzada de los agremiados. De ahí se remarca la necesidad de contar con dispositivos eficaces de rendición de cuentas. Si los miembros de un sindicato pagan un impuesto sindical merecen información confiable sobre el destino de sus cuotas. De prosperar la iniciativa, un trabajador tendría la facultad de examinar la gestión de sus dirigentes. Muchos de ellos no conocen siquiera su contrato colectivo de trabajo. Más que eso: no tienen derecho a conocerlo. Un documento que sería paradigmáticamente público se mantiene bajo reserva.

¿A cuánto se eleva el patrimonio sindical? ¿Cómo se invierten los recursos del sindicato? ¿De cuánto dinero dispone el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación? ¿Cómo lo gasta? Nadie puede contestar esas preguntas hoy. Se niega respuesta a estas interrogantes con el portazo de la autonomía. La autonomía sindical se ha convertido en la cortina de un escondite.

La batalla por la transparencia sindical no es una tarea menor. Es la recuperación de una de las más viejas batallas de la democratización mexicana. Antes de que la bandera del voto fuera la causa central de conflicto con el régimen, la democracia sindical fue la plaza del litigio. Conquistar ese espacio de representación para que sirviera a los trabajadores y no a las estructuras corporativas. Terminar la opacidad sindical es una forma de retomar esa causa pendiente. No es un impulso menor ni son débiles los enemigos de la reforma. Es que los sindicatos no son solamente poderosas estructuras políticas que ejercen tozudamente un monopolio de representación. Son magnates de ilimitados recursos que no tienen obligación alguna de entregar cuentas a sus supuestos accionistas. Y curiosamente cuentan con frecuencia con el apoyo de las empresas que prefieren ocultar sus tratos con el sindicato.

Como era previsible, los dirigentes sindicales no se apresuraron a respaldar la iniciativa. El acto fue visto como una agresión. El ya eterno líder de los telefonistas reaccionó de inmediato, calificando la propuesta como una auténtica "declaración de guerra". Que un trabajador de la telefónica se enterara de los gastos de don Francisco Hernández Juárez sería un atentado contra la dignidad sindical. Los petroleros siguieron la misma pista. Calificaron la propuesta como una ilegítima irrupción del Congreso en la vida de los sindicatos. "¡Se pretende violar la autonomía del sindicato!", gritó furioso el secretario del modélico sindicato petrolero. Las reacciones no ocultan su naturaleza. Se trata simplemente de defender el poder que garantiza el secreto.

El terreno oculto se ha empezado a mostrar. Con decisiones discretas se ha avanzado en los últimos años. El IFAI resolvió que la información sobre las cuotas del sindicato de maestros era un asunto de interés público. La Secretaría del Trabajo ha resuelto iniciar la apertura de la información sindical de sus archivos. Son gestos que necesitan acompañarse de decisiones legislativas. Resulta inadmisible que el enorme poder de los cacicazgos sindicales siga empleando la bandera de la autonomía para cerrarle el paso a la mirada pública.

Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/

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domingo, octubre 14, 2007

 

El fetiche

El País lleva cinco lustros bajo el hechizo de un fetiche: la noción de que si sólo se aprueba esta reforma o serie de reformas el País entrará, como por arte de magia, al nirvana del desarrollo económico. Hay mucho bueno qué decir de los innumerables cambios y reformas que en los últimos 25 años han transformado a buena parte de la planta productiva para bien. Lo que no se puede afirmar con igual certeza es que hayamos logrado encaminarnos hacia el desarrollo.

Como con todo fetiche, es terriblemente seductora la idea de que un conjunto de reformas pueda transformar nuestra realidad, crear una sociedad de clase media capaz de desarrollar su potencial al máximo y resolver los ancestrales problemas de pobreza y desigualdad de oportunidades.

Se trata de una visión que atrae los sentimientos más profundos y engolosina el debate público. El problema es que se trata de una falacia: ninguno de los países que ha logrado romper con los círculos viciosos del subdesarrollo lo hizo gracias a que, cuán estudiante cumplido, satisfizo un conjunto de requisitos formales. Y ése es el tema de fondo: que el desarrollo no es cuestión de un checklist, sino de una decisión por parte de la sociedad de transformarse de manera integral.

Cualquiera que analice nuestra realidad económica sabe bien que al país le urgen innumerables reformas. Independientemente de valores ideológicos o concepciones políticas, nadie que vea la realidad con un mínimo de objetividad puede dudar que nuestras paraestatales energéticas y monopolios privados le restan productividad a la economía en general o que nuestros procesos judiciales son costosos, prolongados, inciertos y cubiertos con un manto de opacidad. Lo mismo se puede decir de los mercados laborales, de la provisión de servicios y, en general, de la torpe, inepta y sesgada regulación gubernamental. Es, pues, obvio que se requieren reformas. Menos obvio es que un conjunto de reformas aisladas vaya a transformarnos en un país desarrollado.

La noción de que se puede lograr el desarrollo siguiendo un conjunto de recetas no es nueva, ni tiene que ver con los tan vilipendiados organismos multilaterales, o con los odiados "neoliberales". La noción se inventó en la época en que la CEPAL, a la que nadie puede acusar de neoliberal, estaba a la vanguardia de los proyectos de desarrollo regionales y cobró fuerza filosófica principalmente con la obra de W.W. Rostow, "Las Etapas del Crecimiento Económico".

El hecho de reformar no resuelve, por sí mismo, los problemas que el País enfrenta ni mucho menos nos permite asegurar el desarrollo. Si cada reforma se tiene que negociar con el Congreso y con la sociedad como si se tratara de un elemento independiente del resto de las políticas que permitirían el desarrollo económico acabaremos con un collage de medidas que aunque quizá cada una pudiera tener sentido por sí misma, el conjunto probablemente carecería de consistencia para avanzar al País hacia el objetivo deseado. Eso es lo que ha ocurrido en las últimas dos décadas.

Una estrategia de reforma tiene que ser integral y partir de un consenso social al respecto. En ausencia de esa premisa elemental, cada reforma que se intente va a acabar truncada y sin posibilidad de lograr su cometido: cada reforma va a acabar mediatizada por los intereses particulares que ésta aspira a modular o regular. Si luego de casi 30 años de estar atascados en este proceso no podemos reconocer esta obviedad tenemos otro tipo de problemas.

Lo que México -es decir, la sociedad entera- requiere es hacer suyo el objetivo del desarrollo y no meramente discutir, disputar o aprobar tal o cual iniciativa de ley o de reforma. El desarrollo no es un crucigrama que se va llenando letra por letra. Más bien, se trata de una forma de concebir al país, al gobierno, a la ciudadanía, a los empresarios y a los sindicatos. Los países que han logrado "dar el brinco" lo han hecho porque la sociedad entera se sumó al proyecto. Comparando todos los casos obvios, no pude encontrar ninguno en el que éste no fuera el caso.

Cada país exitoso ha logrado ese consenso social a su manera. En algunos casos se ha impuesto desde arriba (Chile), en otros ha surgido de la sociedad (India). En todos los casos, el gobierno creó condiciones que hicieron posible el surgimiento de iniciativas tanto de la sociedad como de otras instancias del Estado. Quienes han logrado entrar en el círculo virtuoso avanzan de manera prodigiosa. Ahí están los ejemplos de Chile y China, Irlanda e India. Quienes no lo han logrado dan tumbos, a veces suben, otras bajan, pero nunca logran consolidar un proceso de desarrollo. Nuestro caso es paradigmático.

Lo impactante de un país como India no es tanto la velocidad con que crece su economía o que siga siendo una nación extremadamente pobre, sino el hecho de que toda la sociedad parece volcada hacia el futuro. En India hasta los más pobres (y la suya es una pobreza infinitamente peor que la nuestra) parecen haber decidido saltar etapas para lograr el desarrollo, así tome 100 años lograrlo. Esa visión y esa actitud tan palpable en los países exitosos, lamentablemente, no existe en México.

El problema es que no es obvio cómo se crea una dinámica transformadora de esa naturaleza. Viendo casos como los de España o China, cada uno en su espacio, resulta evidente que el liderazgo gubernamental fue central en su proceso. Casos como el de Chile demuestran que sólo un gobierno duro puede romper el impasse en casos de conflicto extremo; sin embargo, es igualmente evidente que hay muchos más casos de conflicto y de gobiernos duros que países exitosos. Los chilenos padecieron uno de los pocos gobiernos tiránicos con capacidad para construir algo trascendente. Los países exitosos no sólo llevaron a cabo reformas profundas, sino que experimentaron una transformación social y anímica. Fue la sociedad entera la que dijo "basta" y se puso a construir algo distinto.

Lo que resulta claro es que no hay recetas para el éxito y las que hay no son muy confiables. Quizá lo más que puede hacer un gobierno es crear condiciones para que, poco a poco, se vaya dando el consenso social necesario.

El problema de proceder así es que la gente está harta de los escasos avances, del interminable conflicto entre los políticos y de la ausencia de soluciones de fondo. El tiempo es una mercancía escasa y si el gobierno actual equivoca la estrategia (e impulsa las reformas equivocadas o acepta el statu quo legislativo) podría acabar provocando una crisis en lugar de resolver el entuerto actual.

Luis Rubio
www.cidac.org

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viernes, octubre 12, 2007

 

Simbolos patrios


Les comparto el cartón de Paco Calderón publicado el día de hoy en distinto medios.
La del cartel, con el presidente patito, es Valentina Batres Guadarrama.

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martes, octubre 09, 2007

 

Alertan que falta cultura financiera

Reportan expertos rezago en mexicanos. Colaboran Banamex, Gobierno e instituciones para difundir enseñanza de temas económicos



(8 octubre 2007).- EL NORTE / Staff

MÉXICO.- Como los mexicanos no cuentan con una cultura de planeación financiera ni de ahorro, actualmente considerada fundamental para acercarse a las formas de generar ingresos, ahorrar, invertir y administrar, Banamex creó un programa llamado Saber Cuenta, que difunde estas prácticas por diversas vías.

Loreto García Pluriel, directora de Educación Financiera de Banamex, y Jorge Hierro, director de relaciones institucionales de dicho banco, aseguraron en entrevista que en México no hay una familiaridad con la impartición de la educación financiera.

"Nos encontramos que la gente no entendía a qué se refería el término de educación financiera.

"Entonces, el primer reto fue buscar cómo acercar a la población a ese término que parecía tan lejano, las finanzas todavía siguen siendo un término que pareciera ser de muy poquitos, como excluyente", dijo García Pluriel.

Para Hierro, la educación financiera es la manera en que se aprende a ahorrar y saber qué hacer con los recursos económicos con que se cuente, así sean pocos o muchos.

"Es algo que hacemos todos los días, que muy pocas veces lo hacemos de manera consciente y que, por otra parte, siendo algo de la vida diaria nunca o muy rara vez se nos enseña", opinó el director de relaciones institucionales.

En ese sentido, agregó García Pluriel, existen muchas fallas al momento de que el mexicano maneja sus recursos.

"Encontramos empresas que a los dos primeros años mueren, el 80 por ciento, y es por falta de conocimientos contables básicos, confunden el gasto del hogar con el gasto del pequeño negocio.

"Desde hace tres años emprendimos este programa para darle herramientas a toda la población, no sólo a los clientes de Banamex, sino en general a toda la población mexicana sobre cómo tomar mejores decisiones, decisiones de peso, decisiones finalmente sobre recursos económicos", abundó García Pluriel.

En el programa están involucradas instituciones como la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Tecnológico Autónomo de México, el Tecnológico de Monterrey y el Politécnico Nacional.

También colaboran dependencias de Gobierno, como la Secretaría de Educación Pública por medio del programa Enciclomedia y la Secretaría de Desarrollo Social con el Instituto Nacional de Educación para Adultos (INEA), así como otras instancias.

"Yo no creo que haya las respuestas, sino que cada quien tiene que encontrar la suya.

"Entonces, lo que hacemos es favorecer la reflexión, favorecer hábitos de pensamiento, de encontrar respuestas, favorecer la planeación y la anticipación que no se nos da mucho a los mexicanos", agregó García Pluriel.

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En primaria, y sobre todo en secundaria, debería enseñarse a los jóvenes economía y finanzas básicas. La gran mayoría de los mexicanos no sabe nada de costos, precios, intereses, ley de oferta-demanda, finanzas personales, etc. Las matemáticas para ver finanzas y economía básicas no es compleja, son multiplicaciones y divisiones. Sin embargo el conocimiento de esas materias es fundamental para su vida adulta y productiva. Cientos de miles de mexicanos viven llenos de deudas, pagando el doble o más por televisores o refrigeradores, cuando si supieran lo básico de las tasas de interés (efecto del interés compuesto) podrían ahorrarse mucho dinero.
De igual forma, si los mexicanos en promedio supieran, entendieran, más de economía no caerían fácilmente en promesas populistas y demagógicas de los políticos.
Sabrían que no hay lonche gratis y que todo cuesta.


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sábado, octubre 06, 2007

 

La verdad sospechosa

(5 octubre 2007).- Como una cortesía para esta columna, mi mamuchis abandona su eterno descanso y se hace presente para decirnos: ¿y la Cheyenne, apá?, esto dicho, su voz adquiere tono admonitorio y nos advierte acerca de lo que oímos, vemos o leemos: "Tómenlo como de quien viene". Dicho esto, desaparece y parte en pos del pabellón de la eterna beatitud que es su domicilio actual.

La última y recentísima aparición de la augusta señora ocurrió ahora con motivo del mensaje enviado al aire por TV Azteca cuyo contenido, insidioso y maligno, nos da cuenta y razón de cuáles son los ingresos de diputados y senadores de nuestro país; los mismos que le acaban de levantar la canasta al duopolio privándolo así de pingües ingresos.

O sea que TV Azteca habla por la herida, lo cual no quiere decir que falte a la verdad o que invente su información. Aquí, lo queramos o no, estamos en el centro de un asunto ético. Me pregunto: ¿TV Azteca publica esta información por amor a la verdad, o está empleando esa verdad como instrumento de revancha? Aunque parezca, la pregunta no es de fácil respuesta si se toma en cuenta que el informe de TV Azteca es verdadero y nos recuerda las inmensas cantidades de dinero que gastamos en mantener un aparato que produce muy magros resultados.

Uno de éstos ha sido sin duda la aprobación del nuevo conjunto de leyes que, entre otras cosas, se cepilla a los hermanos lelos de la televisión mexicana y los deja sin domingo. A no dudar, esto es un logro; pero esto no les quita a senadores y diputados su condición de haraganes, vividores, buenos para nada y lastre nacional.

Ocurre, sin embargo, que a raíz de este logro que todavía tendrá que revisarse, senadores y diputados se han convertido en santos súbitos que sólo merecen nuestra reverencia y admiración por su inaudita valentía. No será para tanto. Lo que les dice TV Azteca es la pura verdad, aunque ésta palidece junto a lo que pensamos los ciudadanos de su desempeño, de la desatención que nos muestran, de las fortunas que amasan, de su cinismo que los lleva a autorizar leyes sin haberlas leído y de su alineación permanente con la línea partidaria que es una comodísima manera de renunciar al propio pensamiento.

Así las cosas, me parecen un tanto ridículas las poses de damas ofendidas que han adoptado algunos senadores y diputados. Si quieren darse por ofendidos, demuestren primero la inexactitud de lo que les manda decir TV Azteca y una vez logrado esto: ¡que caiga todo el peso de la ley sobre los culpables! y mientras tanto, que se pongan a hacer algo de provecho en lugar de hacer tanto tango porque les dijeron la verdad. Como diría mi madre: tómenlo como de quien viene, pero no hagan caso omiso porque, como ya comentaba, lo que les dice TV Azteca era nada junto a lo que pensamos nosotros los ciudadanos que los consideramos como una peste del infierno.

Lo que dice TV Azteca es una verdad, pero como la dice TV Azteca se convierte en la verdad sospechosa.



Germán Dehesa
german@plazadelangel.com.mx

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viernes, octubre 05, 2007

 

Mitos y realidades de la inflación

(4 octubre 2007).- Es frecuente escuchar a personas que dicen que la inflación calculada por el Banco de México no es la que existe en la realidad. ¿Es así?

Cientos de encuestadores, entre ellos muchas amas de casa, salen todos los días a registrar los precios que observan en establecimientos de todos los tamaños, en las 46 principales ciudades del País.

Éste es el equipo que genera la información con la que se determina el índice nacional de precios al consumidor.

En promedio, se registran cada día poco más de 5 mil 600 precios de todo tipo de bienes y servicios, que suman cada mes 170 mil registros.

Esta tarea la realiza desde hace 38 años el Banco de México y con ella elabora el índice nacional de precios al consumidor.

Quizá nos pueda gustar o no el resultado de las mediciones obtenidas, pero no hay ninguna otra institución pública o privada que haga un trabajo similar.

La metodología usada ha sido validada por certificadores de calidad, así como por quienes identifican las mejores prácticas internacionales en la materia, por lo que tiene las certificaciones ISO 9001 y 9002.

No hay duda de que la inflación es realmente la que señala y publica el Banco de México.

Mucha gente, sin embargo, siente que los precios han subido más que lo que informa el Banco Central.

Hay tres razones que lo explican.

1.- Tenemos una sensibilidad mayor para percibir las alzas de precios que las bajas o los comportamientos estables. Es motivo de comentario que está muy caro el pollo o el jitomate y no lo es que bajó la manzana o que no ha subido la ropa.

2.- Hay compras que hacemos con poca frecuencia, por lo que al recordar las anteriores tenemos la percepción de que las cosas han subido mucho. Es muy usual esto en el caso de los útiles o en general todos los costos del nuevo año escolar.

3.- Tenemos una canasta de consumo en la que pesan más algunos bienes y servicios que han subido más que el promedio y eso nos da la idea de que está subiendo todo.

Como nuestra percepción es la realidad para nosotros, nos parece que las cifras oficiales mienten cuando dan un resultado que está por debajo de lo que sentimos.

Y si además hay alzas en productos de alta sensibilidad política y social, la percepción se hace más fuerte.

Vea usted estos casos. La tortilla aumentó casi 10 por ciento en los últimos 12 meses; el pan blanco subió poco más de 9 por ciento; el pollo en piezas lo hizo en 13 por ciento; el huevo subió 10 por ciento; y el aceite en poco más de 11 por ciento.

Pero, por ejemplo, casi nadie repara en que el azúcar refinada vale hoy 8 por ciento menos que hace un año; o que la manzana cuesta 7 por ciento menos o que la papa bajó 10 por ciento respecto a su precio de hace un año.

Hay otro elemento que debe ponerse sobre la mesa. Por primera ocasión desde 1977, los salarios reales del sector formal de la economía han crecido en los últimos años.

Desde diciembre de 2000 hasta la fecha, hay un incremento de alrededor de 10 por ciento en términos reales en los salarios que se revisan contractualmente en México.

Aunque en los últimos dos o tres años más bien lo que hemos tenido es estabilidad, con aumentos que no llegan al 1 por ciento, el efecto acumulado es un alza.

Debe decirse, sin embargo, que no ha sido la misma historia con el salario mínimo, que en particular en la zona A ha perdido sistemáticamente frente a la inflación en los últimos años.

Yo sé que puedo ofrecer cuantos datos pueda obtener a quienes piensan que el Banco de México miente, que hay una escalada inflacionaria y que estamos hoy con salarios más bajos que nunca, no los voy a convencer.

El tema del "gasolinazo" y la "escalada inflacionaria" es la bandera más redituable que han podido obtener AMLO y el PRD desde que comenzó esta administración.

Su empleo como bandera política no va a ser efímero, porque los incrementos en los precios de algunos alimentos tampoco son pasajeros, pues provienen de cambios estructurales en los mercados a nivel internacional.

Frente a este cuadro, uno de los riesgos que existen es que el Gobierno de Felipe Calderón vaya a tomar decisiones -como ya lo ha hecho- con el propósito de limitar el efecto político de este discurso y nuevamente decida lanzar programas costosos fiscalmente, muy acotados en sus efectos y que tampoco van a redituar en términos de imagen pública.

Lo que requeriría el Gobierno es cambiar la agenda emprendiendo tareas para hacer más competitiva la economía, como medidas más agresivas de simplificación o el anuncio detallado de la reducción de la burocracia que se incluyó en la reforma fiscal.

De si lo hace va a depender el bienestar de la mayoría en el mediano plazo.

Enrique Quintana
enrique.quintana@reforma.com

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jueves, octubre 04, 2007

 

Gasolinazo

"Si un político no se lo está haciendo a su mujer, entonces se lo está haciendo al país".
Amy Grant

El impuesto a la gasolina está demostrando una vez más la perversidad de nuestros políticos. Lo que menos les interesa es promover estrategias para el desarrollo y bienestar de los mexicanos.

Este martes 2 de octubre fuimos testigos de uno más de esos rituales absurdos de nuestra vida política. El Secretario de Hacienda Agustín Carstens compareció ante la Cámara de Diputados para ofrecer una glosa del informe. Pero no había forma de entablar una discusión seria sobre la política económica del país.

Los diputados del PRD proferían descalificaciones personales y se paraban detrás del Secretario para salir en las fotos y la televisión enarbolando cartelitos con insultos al Presidente (como niños en etapa anal de desarrollo, se referían a él como "Fecal"). Querían quedar bien con Andrés Manuel López Obrador, quien los ha calificado de cobardes por haber permitido la aprobación de la reforma fiscal, y convencer a los ciudadanos de que un impuesto a la gasolina que todavía no entra en vigor en México ha provocado alzas en los precios de productos básicos en todo el mundo.

Los demás diputados dejaron de prestarle atención al sainete y poco a poco se fueron saliendo del pleno hasta dejarlo medio vacío. Una vez más se hizo evidente que la Cámara de Diputados sirve para todo menos para albergar discusiones a fondo sobre los temas importantes del país.

Aplicar un impuesto a la gasolina no es una mala idea. Este gravamen resulta, por naturaleza, sencillo y transparente; es fácil de administrar y nadie con un vehículo -la gente de ingreso medio para arriba- puede evadirlo. Quizá por eso hay tanta resistencia a aceptarlo en un país en el que los partidos políticos están acostumbrados a comprar votos y conciencias a través de tratos preferenciales en la aplicación de las leyes, especialmente las fiscales.

El impuesto a la gasolina es también ecológico, ya que vuelve más costoso el uso de los vehículos de motor. Por eso se ha convertido en uno de los recursos de recaudación más empleados en Europa y Norteamérica. En Estados Unidos se usa para financiar la red de carreteras, con lo cual se consigue que éstas sean mantenidas por los usuarios y no por quienes carecen de vehículo.

Lo anterior no significa que el impuesto se vaya a aplicar de la mejor manera posible en nuestro país. Inquieta, para empezar, que el dinero recaudado vaya a destinarse completamente al gasto de las entidades federativas (varias de ellas encabezadas por el PRD, que protesta contra el gravamen). Algunos estados gastan bien, pero otros lo hacen muy mal. Los criterios estatales de transparencia son muy inferiores a los que se aplican en el gasto federal. Si bien hay que tener cuidado con las generalizaciones, lo más probable es que la asignación directa de los recursos a los gobiernos de los estados significará una menor eficacia en el gasto.

Preocupa también el hecho de que una parte muy importante de lo que se obtendrá por el nuevo impuesto se está perdiendo por la cancelación de los ajustes mensuales a los precios de los energéticos. Según cálculos de EL NORTE publicados el 17 de septiembre, los cuales se basan en información de la Secretaría de Hacienda, el "gasolinazo" recaudará solamente 12 mil 200 millones de pesos en 2008. En cambio, la Secretaría de Energía plantea que por la cancelación de ajustes de los precios de la gasolina, el diesel y el gas natural, las empresas energéticas del Estado perderán entre siete mil y nueve mil millones de pesos entre 2007 y 2008.

Si casi todo el ingreso del impuesto a las gasolinas se perderá por la cancelación de los ajustes, el gasolinazo se convierte en una simple transferencia de recursos de Pemex y la Comisión Federal de Electricidad a los gobiernos de los estados. Poco sentido tiene pagar el costo político que está sufriendo el Gobierno por una medida tan absurda.

Si el Presidente Calderón quisiera entrar al juego perverso de los políticos, debería ordenar de inmediato la cancelación del "gasolinazo" y al mismo tiempo reanudar los ajustes a los precios de los energéticos. De esta manera, su popularidad, afectada por el nuevo impuesto, repuntaría. Los gobiernos estatales priistas y perredistas, que perderían miles de millones de pesos, se verían obligados a quitarse la máscara y a exigir éste u otro impuesto.

Lo que no hará esta medida -ni ninguna otra- será reducir las presiones alcistas en los precios. Éstas tienen un origen externo que bien conocen los diputados que trataban desesperados este martes de salir en televisión con sus tristes carteles durante la comparecencia del Secretario Carstens.



Usos y costumbres
Los oaxaqueños salieron a votar el 2 de julio de 2006 para la elección federal y una vez más el 5 de agosto de este 2007 para escoger a diputados locales. Este próximo domingo 7 de octubre deberán elegir a presidentes municipales y regidores. ¿Cuánto dinero se está gastando en estos tres procesos separados? Nadie lo confiesa. Por otra parte, de los 570 municipios de Oaxaca, 152 elegirán a sus gobernantes locales por sufragio libre y secreto; los otros 418 lo harán por usos y costumbres, usualmente en asambleas sin competencia y, en muchos casos, sin la participación de las mujeres.

Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com

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miércoles, octubre 03, 2007

 

Mimetismo

Cartón de Paco Calderón publicado el día de ayer en distintos medios.

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Rebasar por la izquierda

Es frecuente escuchar que en las elecciones de 2006 triunfó el candidato conservador, Felipe Calderón, frente al izquierdista o populista Andrés Manuel López Obrador (AMLO). En este sentido, se considera que el Gobierno actual es de derecha y que su política económica se ajusta a esta alineación ideológica. Algo similar se afirmó, en su momento, del Gobierno de Vicente Fox.

En la práctica, sin embargo, resulta bastante difícil distinguir las acciones de política económica de los Presidentes de "derecha", respecto a las posiciones y ofrecimientos de los candidatos de "izquierda" en nuestro País.

Es difícil aceptar, por ejemplo, que un Gobierno como el de Fox se califique de derecha cuando en 2001 expropió los ingenios azucareros, una medida que ya había sido aplicada por el Gobierno izquierdista del Presidente Luis Echeverría. A errores como este se sumó una actitud timorata durante todo el sexenio pasado que doblegó al Presidente Fox ante las presiones de los grupos interesados en mantener el status quo.

A diferencia de su antecesor, el Gobierno del Presidente Calderón ha tratado de proyectar, desde su inicio, una imagen de firmeza en el ataque a los principales problemas del País. Esto se reflejó en sus primeras acciones frente al narcotráfico, donde pasó de una posición defensiva a otra ofensiva.

Una parte del comportamiento de Calderón se explica por las condiciones precarias en que asumió la Presidencia. Cuestionada seriamente la legitimidad de su Gobierno por el candidato perdedor, el Presidente optó por iniciar su mandato con acciones firmes que transmitieran la señal de un líder decidido a borrar la imagen anodina de su predecesor en Los Pinos.

De igual forma, ante las constantes manifestaciones críticas de AMLO y sus seguidores, Calderón ofreció que su Gobierno rebasaría por la izquierda a sus opositores. Este principio, al parecer, es el que guía sus pasos en materia de política económica.

Sólo así se explica que a principios de año, ante el aumento registrado en el precio nacional del maíz y de la tortilla, provocado por el alza en las cotizaciones internacionales del grano, debido al uso creciente de este último como materia prima para elaborar etanol, el Gobierno calderonista decidiera imponer el control de precios a todos los productos de la cadena maíz-tortilla.

Dicho control concluyó formalmente el 15 de agosto pasado, pero continúa en la práctica con un acuerdo entre el Gobierno y los productores para mantener la estabilidad de precios de la tortilla.

Esta decisión, evidentemente, le granjeó una popularidad significativa al Presidente Calderón y también algunas autoridades, como el Gobernador del Banco de México, la vieron con buenos ojos. Pero tuvo un costo directo en los recursos que canalizó el Gobierno en forma de subsidios, además de las distorsiones causadas por el control de precios, que afectan la asignación de recursos y esconden temporalmente las presiones inflacionarias.

El Presidente no se conformó con esa intromisión, sino que la hizo más amplia en su mensaje a la Nación de la semana pasada. En él, pospuso el aumento extraordinario previsto para las gasolinas con motivo de las adecuaciones fiscales más recientes y congeló en lo que resta de 2007 el aumento mensual programado para las tarifas de energía eléctrica de consumo doméstico y para los precios de la gasolina Magna, del diesel y del gas licuado de petróleo. El objetivo es, según Calderón, "proteger la economía de las familias más pobres".

De acuerdo a cálculos de las propias autoridades, esto significará un sacrificio fiscal estimado en más de 8 mil millones de pesos, lo que constituye una parte del costo que asumirá el País por la decisión gubernamental. A esto hay que agregar también las distorsiones económicas, como el estímulo al mayor consumo en bienes y servicios, cuya escasez provoca los aumentos de precios. Es decir, que rebasar por la izquierda en materia de política económica está resultando muy caro para México.

Por otro lado, el beneficio en términos de popularidad para los gobernantes es efímero, porque tarde o temprano se impone la dura realidad y el Estado se ve imposibilitado de seguir asumiendo la carga pesada de los subsidios. Ello sucederá, probablemente a principios de 2008, cuando entren en vigor el nuevo aumento al precio de las gasolinas y se reanuden los aumentos programados en electricidad doméstica, diesel y gas licuado. Al parecer, en ese entonces Calderón ya no seguirá protegiendo "la economía de las familias más pobres".

Es una práctica común de los Gobiernos demagógicos y populistas alimentar en la población la idea falsa de que el Gobierno es el mejor defensor de su economía, lo que justifica con la proliferación de acciones que a la postre resultan contraproducentes. Calderón, en su corto mandato, ha abusado de la retórica y la demagogia a la hora de vestir sus iniciativas y justificar sus medidas en materia económica.

A pesar de que la historia del populismo se ha vivido una y otra vez en México y en otros países del mundo, especialmente en el resto de América Latina, nuestros políticos eluden las medidas dolorosas y optan por aquellas que les ganan popularidad, como son los anuncios espectaculares que van en contra del funcionamiento del sistema de precios.

En este sentido, es válido señalar que nuevamente en nuestro País, como en la década de los años 70 del siglo pasado, el Presidente Calderón está resucitando aquella estrategia izquierdista concentrada en la frase de que la política económica del País se hace en Los Pinos. Todos sabemos el resultado trágico de esa postura demagógica y populista, por lo que sólo podemos rezar para que Calderón no continúe por ese camino.


Salvador Kalifa es doctor en economía y consultor económico y financiero.

Su e-mail es salvadorkalifa@prodigy.net.mx

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martes, octubre 02, 2007

 

El negocio del ayer

El eco es ensordecedor. Por momentos causa aturdimiento: nada cambia, es lo mismo, siempre es lo mismo, nada cambia, es lo mismo, siempre lo mismo. Fraude, fraude, fraude, medio siglo de fraudes; allí está el 2006 como prueba; políticos que se enriquecen, una y mil veces, la lista no acaba, es lo mismo priistas, panistas, perredistas, verdes, lo que sea, llevamos décadas viendo la misma historia. Primero muy circunspectos y después aparecen las grandes casonas o las cuentas bancarias. Es lo mismo. Bombas por aquí y por allá, nunca acaban, ¿qué quieren? Lo que pasa es que la política no está abierta, eso los justifica, al igual que hace 40 años, nada ha cambiado es lo mismo; violaciones a los derechos humanos, ya lo sabemos, nunca cesan, para qué tanto cuento con la CNDH si las policías y el Ejército hacen lo que quieren. Y ahora de nuevo nos amenazan con "hiperinflación".

El escepticismo crece cuando se habla de la violencia callejera, o de la guerra contra el narco o de la administración de justicia, o de los políticos, diputados, senadores, líderes sindicales millonarios, etc. ¿Qué ha cambiado?, se pregunta mucha gente. Vamos para atrás. Este país está podrido, no tiene solución. Los argumentos los escucha uno un día sí y el otro también. México vive días de desilusión, peor aun, de hartazgo. Todos somos, en alguna medida, responsables de ello. El problema es que siendo presas de esa actitud todos los matices se pierden, el enfado conduce y la ilusión de un mejor mañana no encuentra lugar. Atrapados en el torbellino de la autoflagelación no hay futuro promisorio, ni siquiera vale la pena intentarlo. Con la desesperanza instalada entre nosotros es difícil siquiera imaginar un mejor mañana. Por allí se comienza. ¿Cómo llegamos ahí?

Lo primero es quizá el veneno que introdujo la elección del 2006. La intención es clara: convertir a esa fecha en un nuevo acto fundacional: 1988 y 2006. En la lectura burda nada ocurrió entre las dos fechas. Con todas las deficiencias del 2006, es innegable que los dos expedientes son muy distintos. Entre las dos fechas hubo un quiebre definitivo en la concepción de las instituciones que rigen la vida electoral. La comparación es falsa. Pareciera que por momentos somos incapaces de asimilar los cambios que el país ha vivido.

"Miles y miles" de muertos decía un popular conductor de televisión para referirse al 68 y de allí brincar a las tropelías de las fuerzas armadas en los operativos del 2007. El problema es que esos "miles y miles" de muertos nadie los ha podido comprobar y que varios conocedores nos remiten a menos de 100 muertos y desaparecidos. Un horror, que quede claro. Pero en nada ayuda a la verdad jurídica e histórica seguir alimentando ese mito que se ha convertido en un muy buen negocio político.

Decir que estamos igual que durante la "guerra sucia" es un despropósito mayor. Hace 20 años, el término "derechos humanos" era manejado sólo por académicos. Hoy existe una creciente cultura al respecto además de la institución nacional y las locales. Por supuesto que sigue habiendo atropellos y no se debe bajar la guardia, pero decir que estamos igual que hace medio siglo es faltar a la verdad, mentir, y las mentiras tienen consecuencias.

La pobreza crece, sueltan con gran aplomo algunos "pobresionistas" que han encontrado en el tema un manantial inagotable. Hay, sin embargo, un pequeño problema, tanto los indicadores nacionales como los internacionales muestran lo contrario. Pero lo que debiera ser una buena noticia viene a incomodar. Porque el pasado mexicano se convirtió en un gran negocio. Apuntalados en esas versiones que mucho tuvieron de verdad, es que se construyó el avance democrático del país. Pero tenemos que aprender a enterrar discusiones para así poder encarar la realidad.

"Aumento general de salarios" fue la consigna de un legislador para poder así contender con la "hiperinflación" que se ha desatado. De nuevo, ¿"hiperinflación"? Al país le ha llevado décadas encauzar la economía. Hoy el Banco de México goza de un estatuto institucional muy diferente y cuenta con instrumentos. ¿Por qué envenenar a la opinión pública? Que hay presiones inflacionarias, por supuesto, pero es momento de enterrar el discurso incendiario.

Ni en democracia, ni en derechos humanos, ni en pobreza, este país es igual al de hace un cuarto de siglo. Por supuesto que hay rubros vergonzosos como lo es la realidad de los pueblos indígenas o la migración de connacionales, o los niveles de corrupción, o los educativos o el bajo ritmo de crecimiento. Pero usufructuar el pasado sin atender los logros, que también los ha habido y muchos, es convertir la política en una farsa muy irresponsable. Es claro que la evolución vende menos, pero fomentar la ilusión revolucionaria, el cambio súbito, que tanto prestigio da, es irresponsable. Mientras no denunciemos las mentiras y admitamos los cambios, el hartazgo continuará.

Un ejemplo, justificar así sea de manera edulcorada los actos terroristas argumentando que es otra forma de hacer política válida ante la cerrazón, es una bofetada a la democracia, imperfecta, en la que muchos se empeñaron. No aceptar el avance en la lucha en favor de los derechos humanos es una auténtica afrenta a quienes se entregaron a esa batalla. No admitir la apertura informativa ofende. No aceptar ciertos beneficios de la apertura comercial es meter la cabeza en un hoyo.

Hay muchas injusticias que discutir, muchas causas que defender, pero convertir al pasado en un negocio es una infamia.


Federico Reyes Heroles

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lunes, octubre 01, 2007

 

Populismo "reloaded"

El tema de la determinación de los precios de la energía en el país (gasolina, electricidad, diesel, gas natural, gas LP, etc.) no es un asunto fácil de manejar y entender.

La principal problemática es que estos precios no se pueden determinar de acuerdo al libre juego de la oferta y demanda, precisamente, por ser servicios provistos por monopolios públicos o privados, como es el caso del gas natural o los distribuidores de gas LP.

Por la importancia que tiene la energía en todo el aparato productivo, en el transporte de personas y mercancías y en el uso diario de los 25 millones de hogares en el país, lo que se decida con respecto a sus precios tiene una fuerte repercusión en todo el sistema económico que también se transmina a la parte social y política.

Por eso, el manejo y administración de estos precios debe hacerse con sumo cuidado. La energía, dentro de la ponderación para el cálculo por parte del Banco de México del Índice Nacional de Precios al Consumidor, representa el 7.77 por ciento del total.

Son varios los elementos que se deben tomar en cuenta en la determinación de los precios de la energía. En primer lugar, son bienes comerciables que tienen una referencia internacional, siendo esta última influenciada por situaciones de oferta y demanda en los mercados internacionales.

En estos momentos, el petrolero es un mercado en donde el incremento de la demanda mundial ha sido resultado del fuerte crecimiento económico que se está dando en ciertas regiones del mundo, trayendo como consecuencia que el precio del petróleo crudo alcance niveles históricos elevados. Esto lleva también a que el precio de productos derivados del petróleo, como la gasolina, también se eleve.

Nuestro país tiene la extraña paradoja, producto de la miopía nacionalista de muchos políticos mexicanos, de ser uno de los principales exportadores de petróleo crudo que, sin embargo, importa el 39 por ciento de gasolina para el consumo. Para la determinación del precio doméstico de la gasolina debería considerarse el comportamiento del mercado internacional. Para evitar los vaivenes del mercado petrolero, se pueden utilizar instrumentos financieros para reducir el riesgo de la volatilidad.

En segundo lugar, se debe tomar en cuenta que el precio que se fija para los energéticos envía los incentivos acerca de cuáles deberían ser los patrones de consumo de estos productos. Fijar la energía barata envía la señal de que se puede utilizar intensivamente, lo que trae como consecuencia problemas de contaminación, salud pública y va en contra de los protocolos que hemos firmado para evitar el calentamiento global del planeta. A los gobernantes locales, los precios de energía bajos les envía la señal de que hay que construir más vialidades en lugar de fortalecer y modernizar el transporte público para desincentivar el uso del transporte privado.

En tercer lugar, se deben estudiar muy bien los costos para producir y distribuir energía. Las excesivas prestaciones sindicales de Pemex, CFE y Luz y Fuerza, el exceso de mano de obra y algunas otras prácticas operativas y administrativas que pudieran ser mejoradas, nos indican que el asunto de los costos no es preocupación de sus administradores y aprovechan su situación de monopolio. Una correcta regulación de precios que se aplica en otras industrias monopólicas y de red, como es el caso del sistema de los precios tope, podría incentivar a estas empresas a ser más eficientes y compartir a los usuarios sus ganancias de productividad.

Si usted revisa su recibo de electricidad que quizá le parezca excesivo, todavía le dicen que nos lo están subsidiando y hasta nos calculan el monto del subsidio para agradecerlo. De la compañía de gas natural, me cuesta trabajo creer que el costo de acceso a su red sea mayor a 4 mil pesos. Habría que transparentar que el costeo de las tarifas eléctricas y de gas natural se haga a través de costos incrementales de largo plazo y no a costos históricos. Para la determinación de los precios de energía, las autoridades usan dos referencias contradictorias: la política y la recaudatoria.

Por una parte, es muy atractivo politícamente subsidiar estos precios. El costo, además del fiscal, es el envío de señales incorrectas acerca del uso de la energía. Pero cuando necesitan subir los ingresos públicos, no dudan en aumentar los precios de la energía de una sola vez, sacudiendo a todo el sistema económico. No hay que olvidarnos de los "gasolinazos" del pasado derivados de la imposibilidad del Gobierno para mantener el subsidio y a través de los cuales nos pasaban la factura del pasado, del presente y del futuro.

En esta ocasión, el Presidente Felipe Calderón escogió la vía política en su versión populista para manejar los precios de la energía. Anunció que no sólo posponía el aumento a 18 meses a la gasolina que había acordado con priistas y panistas, sino que además suspendía la indización que venían observando el resto de los energéticos.

El costo de la medida tiene dos dimensiones: la más visible es que la medida va a costar 9 mil millones de pesos, significando más hoyos a su limitada reforma fiscal. Pero el costo más grave es que estamos regresando al populismo para buscar solucionar los problemas económicos. Se está enviando la señal totalmente equivocada de que estamos en medio de una espiral inflacionaria. Ciertos precios se han incrementado debido a que se han elevado a nivel internacional y los importamos no porque tengamos problemas de excesiva demanda agregada. El sesgo de la política monetaria ha sido restrictivo.

Por la obsesión del Presidente Calderón de rebasar a AMLO por la izquierda, corremos el riesgo de chocar de frente o irnos al barranco.

Abel Hibert
ahibert@prodigy.net.mx

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