miércoles, abril 30, 2008

 

Primeras víctimas

(29 abril 2008).- Cuando en diciembre pasado un grupo de ciudadanos presentamos un amparo contra lo que consideramos una grave afrenta a la libertad de expresión propiciada por la más reciente reforma electoral, hubo reacciones confusas. La sólida argumentación de Fabián Aguinaco fue consultada por pocas personas que, convencidas, salieron a pelear la causa. Sin embargo nadábamos contra corriente. Varios factores no ayudaron a la comprensión de nuestra inquietud. En primer lugar la coincidencia temporal con la serie de amparos promovidos por el Consejo Coordinador Empresarial y la Coparmex era inevitable. Los plazos procesales son los mismos para todos. Segundo lugar la impresión, imposible de corroborar en los hechos, de que fueron justamente los spots del CCE los que inclinaron indebidamente la balanza en la elección del 2006, dejó un campo minado alrededor del tema. Coincidir en una inquietud similar con esas organizaciones empresariales pareció a muchos totalmente impropio.

Fue por ese rechazo a las cúpulas que algunas personas cayeron en la visión simplista: buscan defender que "los ricos" puedan imponerse en política usando la radio y la televisión. Equidad es que ellos no puedan manipular. Sin entrar en los argumentos de los empresarios, insistimos en que el amparo elaborado por Fabián Aguinaco respondía a otras motivaciones muy diferentes. Ahora, a unos cuantos meses de vigencia de la normatividad ya hay varias víctimas. Nuestros argumentos salen a la superficie.

La modificación al Artículo 41 ataca directamente la libertad de expresión. Al conceder que sólo los partidos políticos puedan contratar espacios en radio y televisión para incidir en el debate, se establecen dos niveles de ciudadanía. Los de primera, una minoría, que son aquellos ciudadanos afiliados a los partidos y los de segunda, el resto de los mexicanos. Además recordemos que son las dirigencias las que deciden por lo cual las minorías internas tampoco tendrían acceso. Argumentamos por ello que la reforma era, además de violatoria de la libertad de expresión, discriminatoria.

Pero en el aire seguía la idea de que sólo "los ricos" tenían acceso a los medios electrónicos. Nuestros argumentos siguieron avanzando. Héctor Aguilar Camín demostró lo absurdo de pretender que la prensa escrita era más barata y democrática, de allí que si estuvieran permitidas las inserciones pagadas en periódicos y revistas. Una campaña en radio puede ser mucho más eficiente y barata que la inserción de desplegados. Además de las mil 129 elecciones federales (500 diputados por dos, más 128 senadores, más Presidente de la República) programadas en seis años sólo la presidencial requiere de alcance nacional. El resto deben ser peleadas localmente. Las cadenas nacionales no sirven para ganar en una diputación en Sonora o Yucatán. ¿Cuál es la lógica?

Joel Ortega argumentó con gran claridad que al aceptar la definición abstracta de "los ricos" se limitaba a cualquier tipo de organización ciudadana capaz de contratar un spot de menos de 100 pesos en el radio. ¿Cuándo una organización ciudadana pasa a la categoría de "los ricos"? Hay sindicatos y uniones campesinas encargadas de la defensa legítima de los intereses de los trabajadores y campesinos, mucho más poderosas que otras organizaciones empresariales. Paradójicamente la primera víctima fue el FAP al contratar spots para convocar a un mitin. Luego la Presidencia de la República por contratar un spot en defensa de la reforma energética. Después aparecerían los spots de la organización, para mí desconocida, en contra AMLO. A este ritmo, la lista de víctimas crecerá y crecerá.

Pero las aberraciones de la nueva redacción del Artículo 41, y en general de la reforma en este aspecto, van más allá. Ahora resulta que sólo los partidos pueden usar los medios para hablar de política, ¡incluso en etapas no electorales! El spot en contra de AMLO en cuyo contenido no entraré, es contratado por una organización privada y se refiere a acciones emprendidas por servidores públicos, los senadores y diputados del FAP y por un personaje que no es candidato a nada.

Si la información indebidamente atenta contra la integridad moral y fama pública de una persona se puede acudir a la calumnia y difamación. Para eso están allí. Tendrá que ser un juez, por fortuna de lo civil y ya no de lo penal, el que decida si procede la demanda. Los consejeros electorales no son jueces. El derecho electoral no puede desplazar o sobreponerse al civil. Que demanden al señor Velasco, pero nadie puede impedirle que exprese lo que piensen él y sus seguidores. Sus libertades son nuestras libertades.

Pero hay más. Al convertir al IFE en un gran censor de lo admisible en política, de lo correcto e incorrecto, se trastoca la esencia del principio liberal. Cualquiera en cualquier momento, electoral o no, debe tener derecho a difundir sus ideas por los medios que considere adecuados, los que sean. Si se comete una afrenta real, esta deberá ser calificada por un juez. Nadie tiene derecho limitar la expresión de otro ser humano, organizado en partidos o no. Queda claro, además, que esta nueva responsabilidad del IFE, monitorear cientos de elecciones a la vez, impedir que ciudadanos y organizaciones contraten tiempos y sancionar a televisoras y radiodifusoras y partidos es una nueva malformación. La incapacidad, la ineficacia previsible son un riesgo que el IFE no merecía.

Ahora queda claro: la reciente reforma electoral atenta contra la libertad de todos los mexicanos.

P.D. La decisión de la Corte de ayer de revisar los recursos de Convergencia y Nueva Alianza abre puertas a la discusión de fondo. Vamos por buen camino.


Federico Reyes Heroles

Etiquetas: , , , ,


lunes, abril 28, 2008

 

Daño a la democracia

Algunas voces defienden el acto de fuerza perpetrado contra el Congreso por los propios legisladores del FAP y las "brigadas" y "comandos" obradoristas como una medida para impedir el "albazo" de la reforma de la industria petrolera y propiciar la más amplia discusión nacional sobre este importantísimo tema.

Es verdad que el tiempo empleado en la deliberación será siempre tiempo ganado, sobre todo en un país como México, donde el Ejecutivo ha sido predominante. Pero el medio que el FAP eligió es contradictorio con el propio fin que persigue y ha infligido un daño considerable a nuestra democracia.

Si por "albazo" se entiende la aprobación del proyecto sin discusión previa, había muchas vías para obstaculizarlo. Para empezar, en el propio Congreso. De no haber mediado la clausura, los diputados y senadores del FAP, y quizá varios del PRI, hubieran tomado la tribuna no con mantas y cadenas sino con argumentos sólidos y una actitud digna que habría movido muchas conciencias. La vía se desechó.

Otro camino abierto estaba en el uso de las libertades de manifestación y expresión. Hubiesen podido organizarse manifestaciones ordenadas y pacíficas (no "brigadas" y "comandos") con un impacto fuerte sobre la opinión pública. La vía se desechó.

Los medios han dado cobertura a las posiciones del FAP y su Jefe Máximo se ha placeado en varios noticieros de la radio y la televisión. De haber intensificado esa presencia, con firmeza pero sin amenazas, su prédica hubiese encontrado un eco en sectores medios de la población y en regiones donde las posiciones de izquierda son minoritarias. La vía se desechó.

Si la combinación de todas esas estrategias institucionales hubiera fallado y la mayoría del Congreso, en uso de sus facultades legales, hubiese votado en favor de la Reforma tal y como la presentó el Ejecutivo, a la minoría legislativa del FAP le quedaba el recurso de anteponer un amparo en la Suprema Corte de Justicia, que en varios casos delicados ha mostrado su independencia. La vía se desechó.

Pedir que el FAP hubiera acudido a las vías de derecho y no a las de hecho no equivale a soñar con una democracia perfecta. Equivale a sostener que en México deben respetarse los términos elementales, esenciales, imprescindibles de una democracia. No se respetaron por una razón evidente: para López Obrador la democracia liberal no es un modelo aceptable. "Al diablo con sus instituciones" (01-sep-2006), dijo, y lo ha venido cumpliendo cabalmente desde entonces, primero con el Ejecutivo (al que desconoce), luego con el IFE (que descabezó), el Trife (que descalificó), la Suprema Corte (que satanizó), el propio PRD (que dividió) y con el Congreso (que clausuró).

El peso real y simbólico del acto que tuvo lugar hace unos días, aunado al cerco que las "pacíficas" adelitas han tendido alrededor de los representantes del PRI y el PAN no sólo mina y socava sino que, en última instancia, niega la democracia representativa.

Los legisladores del FAP no parecen conscientes de la enormidad que significa el haber clausurado su propia casa. El hecho de que los diputados y senadores, imposibilitados de ejercer su trabajo, hayan sido electos por decenas de millones de mexicanos, los tiene sin cuidado.

El hecho de que el FAP no haya recibido el voto de la mayoría, los tiene sin cuidado. Ellos creen que representan al verdadero "Pueblo", a la verdadera "gente". ¿Y quién les confirió esa máxima representatividad? Una sola persona, su líder, intérprete único de la voluntad del Pueblo.

El acto contra el Congreso abre la caja de Pandora. A partir de ahora, cualquier minoría que quiera imponer su capricho a la mayoría seguirá la receta: bloquear, encadenar, clausurar, secuestrar. ¿Quién podría impedir que los antiabortistas clausuren mañana la Asamblea Legislativa del DF? ¿Quién podría impedir que los que apelan por la pena de muerte secuestren las instituciones hasta que no se haga lo que se les pegue la gana? Si a un grupúsculo religioso le da por revertir el laicismo mexicano tienen desde ya la puerta abierta. ¿Qué sentido tiene el Congreso mismo, y su carácter representativo, si cualquier minoría puede secuestrarlo e imponer su propia agenda?

El artículo 40 de la Constitución dice: "Es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa, democrática, federal". A partir de ahora cada una de esas palabras, fundadoras del orden liberal desde 1824, está en entredicho.

El FAP las ha desechado a cambio de un proyecto caudillista al que le costará mucho trabajo alcanzar el poder por la vía de las urnas que él mismo ha negado. Si pretende alcanzarlo por otra vía, precipitará al país a una guerra civil.


Enrique Krauze

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , ,


sábado, abril 26, 2008

 

Ridiculo y hombre sin palabra

Ridículo: grotesco, extravagante, risible, bufo, burlesco, tosco, caricaturesco, necio, desagradable. Todos esos y más son los sinónimos que aparecen en mi computadora cuando busco sinónimos para ridículo. Dice Ruth Zavaleta, una digna presidenta de la mesa directiva de la cámara de diputados, que fue inoportuno que el presidente Calderón calificara con ese adjetivo la toma de las tribunas por parte de un sector del PRD. Y alguno de los hooligans de López dijo que se confirmó con ello la campaña de la ultraderecha en contra de su líder. Lo cierto es que debe doler, pero el adjetivo es preciso: el proceso interno del perredismo y la toma de las tribunas sólo pueden calificarse, siendo generosos, con el adjetivo de ridículo.

Es ridículo (extravagente, risible, caricaturesco) que haya una elección abierta en un partido y que a un mes y una semana no se pueda tener un cómputo completo, que se hayan hecho todo tipo de trampas, que el comité electoral haya renunciado porque no existen condiciones para realizar su tarea, que en dos ocasiones, rompiendo las reglas y faltando a la verdad, se haya intentado dar un albazo colocando a Alejandro Encinas como ganador de los comicios perredistas: la primera ocasión, el mismo 16 de marzo, basándose en dos exit poll que demostraron estar, por lo menos, equivocados. La segunda este fin de semana, cuando Leonel Cota Montaño, el más oscuro y débil presidente del PRD en toda su historia, salió del letargo para anunciar, primero, que no aceptaría continuar en ese cargo y segundo que el ganador era Encinas. ¿Con base en qué lo decía el ahora ex dirigente?. A un supuesto documento de un área de planificación de un comité (el de elecciones) que ya no existe, que da por concluido el cómputo con poco más del 83 por ciento de los votos. Es ridículo, porque nadie sabe dónde quedó el otro 16 por ciento que, según Jesús Ortega, son los que le darían la victoria. Lo cierto es que Cota Montaño que fue puesto en la presidencia del PRD por órdenes de López Obrador quería cumplir la última encomienda de su encargo y colocar a Encinas, como diera lugar, como presidente del partido, cuando no se han contado todos los votos. Es francamente ridículo todo el proceso, y es más risible aún cuando algunos dirigentes de ese partido quieren vender como una muestra de democracia y pluralismo, la elección más oscura que se ha realizado en partido alguno en el país desde la reforma de Reyes Heroles a fines de los 70.

Es ridículo (caricaturesco, desagradable) que se haya tomado la tribuna del congreso con el argumento de que se quería realizar un debate. Lo es por varias razones: el miércoles anterior a la toma de la tribuna, unas horas antes de ese hecho, ya se había llegado a un acuerdo para realizar ese debate, entre el PRI, el PAN y el PRD. Un numeroso grupo de legisladores fue a informarle al "líder" que se había alcanzado un acuerdo y Carlos Navarrete salió a los medios a decir que no habría acciones de resistencia y violentas mientras continuara ese diálogo. Pero Navarrete, González Garza y otros dirigentes habían sido, una vez más, engañados por López: a la una de la tarde, cuando en la Junta de Coordinación Política del Senado comenzaba la negociación final del cronograma y el temario del diálogo prometido, resultó que otro grupo de legisladores encabezados por Ricardo Monreal tomaba la tribuna del senado y otro, con Raymundo Cárdenas a la cabeza, la de la cámara de diputados: González Garza estaba en la reunión de la propia Junta de Coordinación de la cámara baja y Ruth Zavaleta presidía la sesión. Es ridículo decir que se exige un debate cuando el mismo ya estaba aprobado, se había anunciado así desde un día antes y el propio PRD, por lo menos sus coordinadores parlamentarios, estaban negociando los términos.

Es ridículo (necio, desagradable) que se siga insistiendo en el tema del debate cuando es público que a López no le interesa el mismo, ni tampoco las opiniones que allí se puedan verter. Cuando por primera vez le llevaron el tema del debate, López descalificó a sus coordinadores parlamentarios: les dijo textualmente que lo importante no era el debate sino "lo que venía después". Por eso quería llevarlo hasta el mismo día del informe presidencial y proponía una condición que rompe cualquier norma legislativa: que hubiera un compromiso de que incluso concluido el debate, el congreso se comprometiera a no legislar: es ridículo. El propio Cuauhtémoc Cárdenas lo exhibió cuando dijo que en lugar de presentar una iniciativa contraria a la del gobierno, para poder discutirla en el congreso y sacar la mejor ley posible, el PRD había se decidido tomar las tribunas para impedir el propio debate.

Pero para completar este proceso grotesco, extravagante, necio (ridículo), una vez más, cuando se llegó a un segundo acuerdo en la comisión de energía, López volvió a condicionar todo a que los resultados del debate fueran los que quisiera, a no abandonar la "resistencia civil" y a impedir legislar en torno a la modernización de PEMEX. Es obvio que no interesa el debate, que no es importa lo que suceda con PEMEX. El tema es usar el petróleo para tratar de abonar a la desestabilización gubernamental y la parálisis de las instituciones, incluyendo el propio Partido de la Revolución Democrática que estará los próximos cuatro meses acéfalo. El problema, lo ridículo, no son los adjetivos que califican una proceso, sino el proceso en sí mismo. Y lo evidente no puede ocultarse.

**********

La mentira, las dobles intenciones, la incapacidad de decir la verdad y asumirla de frente es lo que tuerce las vidas, los objetivos, lo que convierte a un hombre, o en este caso a un político, ya ni siquiera en un mentiroso, sino en un simulador, como dirían nuestros Usigli y Paz, un simulador que se viste y asume la mentira como su propia piel. López Obrador es uno de esos hombres: se trata simplemente de alguien que cree que la política se basa en el engaño, en sorprender rompiendo la palabra, en decir algo en público para rechazarlo terminantemente en privado, un hombre que exige incondicionalidad en lugar de lealtad.

La grabación que se difundió el miércoles de López Obrador regañando a los legisladores perredistas, sobre todo a Carlos Navarrete, calificando de "vacilada" el debate, exigiéndoles que le consulten sus decisiones porque el tema no es el debate sino "ganar tiempo", diciendo que tomaron la tribuna no por el debate sino para ganar tiempo para su causa, descalificando a Navarrete por querer negociar o dialogar es el verdadero López Obrador. El que engaña y no acepta más opinión que la suya. Ya lo había dicho antes pero no existía, como ahora, una grabación que lo atestiguara: la primera vez que los legisladores le llevaron la propuesta de un debate, los envió, junto con las instituciones, al diablo: no importa el debate, dijo entonces, lo que importa "es lo que viene después".

Para aumentar el ridículo, para aquilatar la mentira, públicamente, en una entrevista anterior a la divulgación de esa conversación, López había declarado que impulsaba el debate y que iría a él. Y al mismo tiempo, un político que alguna vez fue serio, Raymundo Cárdenas, el que encabezó la toma de la tribuna de la cámara de diputados (¿qué hace Amalia García con esos colaboradores?) hablaba de pasar de la etapa de la "resistencia civil" a la de la "desobediencia civil". La mentira, el doble lenguaje, no construyen hombres, sino caricaturas de los mismos: es la esencia de la que se hacen los autoritarismos, la cultura fascistoide.

Jorge Fernández Menéndez

--------------------------------------

Aún con grabación y todo, habrá muchos que seguirán creyendo que AMLO esta defendiendo a PEMEX. Como lo dijo el propio López, no se trata del debate, ni del petróleo, se trata de ganar tiempo. Tiempo para seguir vivo políticamente. Tiempo para estar en todos los medios. Tiempos para mantenerse posicionado. Tiempo para intentar llegar al poder. Así como gobernó el DF, como mangonea en el PRD, como controla a tantos grupos de choque, ¿así gobernará cuando llegue a la presidencia? ¿Hay alguien que sinceramente cree que una vez en el poder será tolerante, demócrata, abierto a las ideas de otros, negociador? ¿Un estadista? ¿Gobernará para todos o sólo para quienes piensen como él y que son los únicos dignos de llamarse "el pueblo"?

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , ,


viernes, abril 25, 2008

 

Los adelitos

"Tengo que seguirlos: soy su líder".
Alexandre Rollin


Antes los llamaban "comisionados" o incluso "aviadores". Los términos se referían a aquellos trabajadores o empleados que los sindicatos o las dependencias gubernamentales liberaban de sus responsabilidades normales y utilizaban para realizar trabajo político... esto es, los mandaban a la grilla, para emplear la terminología que ellos mismos empleaban. Estos comisionados no tenían que realizar las labores pesadas para las que se les pagaba su salario, sino otras determinadas por el jefe o el líder sindical.

Hoy, gracias a Andrés Manuel López Obrador, podemos llamar a estas personas "adelitos", aunque en esencia siguen haciendo lo mismo. Se trata de empleados o trabajadores que no tienen que cumplir con los trabajos para los que se les paga un sueldo, sino que utilizan su tiempo para labores políticas.

¿Nunca se ha preguntado usted cómo hace un maestro o un campesino o un taxista pirata o una ex "gacela" (escolta femenina) del Gobierno del Distrito Federal para pasar días, semanas o meses enteros en plantones y movilizaciones? Es tan poco lo que gana un maestro común y corriente, sobre todo, si realmente tiene que dedicar su tiempo a dar clases, que es difícil saber cómo puede dejar de asistir a sus obligaciones durante semanas para quedarse a vivir, por ejemplo, en el campamento que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, la CNTE, mantiene desde hace meses fuera de las instalaciones del ISSSTE en la Plaza de la República.

Afortunadamente, los mexicanos no tenemos por qué preocuparnos por los ingresos de estos adelitos. Todos ellos reciben puntualmente ingresos iguales o incluso mayores a los que obtendrían en sus rutinarios trabajos burocráticos. ¿Quién aporta ese dinero? Nosotros los contribuyentes, por supuesto. ¿Quién más?

Los adelitos y las adelitas -para hablar en el lenguaje políticamente correcto que nos heredó Vicente Fox- no tienen el problema del resto de los mexicanos de tener que presentarse a trabajar para percibir sus salarios. Nuestro sistema político, experto en simulaciones, ha encontrado formas para darle a cada uno un dinero seguro a pesar de no estar cumpliendo con las funciones para las que fue contratado.

A algunos de los adelitos les paga el partido político al que pertenecen. Si bien al IFE se le reportan funciones administrativas para estas personas, el verdadero trabajo que llevan a cabo es el de organizar manifestaciones, plantones y actos diversos de presión durante el tiempo que sea necesario. No hay que preguntarse de dónde sacan los partidos el dinero para este propósito. Tan sólo en este 2008, un año en el que no hay elecciones federales, los tres partidos del Frente Amplio Progresista recibirán más de 900 millones de pesos de dinero de los contribuyentes. Y como ya no tienen que pagar por los anuncios de radio y televisión, tienen una verdadera fortuna en sus manos que no saben en qué gastar.

Otros adelitos son subsidiados por las instituciones a las que deben prestar sus servicios. Algunos maestros y profesores de escuelas y universidades públicas, por ejemplo, pueden darse el lujo de pasarse meses enteros en plantones y trabajos políticos pese a lo cual siguen recibiendo sus sueldos de estas instituciones. Algunos de ellos son comisionados para la realización del trabajo político, pero otros simplemente aprovechan la facilidad con la que pueden cobrar en nuestras instituciones públicas sin hacer nada... o por lo menos nada para la institución.

Muchos de los adelitos son empleados o trabajadores del Gobierno. Se les contrata ostensiblemente para cumplir con una obligación determinada en la administración pública, pero su trabajo real es participar en movilizaciones políticas.

En los casos de algunas asociaciones populares, como las de los taxistas, la organización utiliza sus propios recursos para subsidiar a sus adelitos. Pero, claro, estos grupos obtienen sus ingresos de los tratos especiales que obtienen de la autoridad, por lo que enviar carne de cañón a las movilizaciones es un costo relativamente pequeño en el negocio privilegiado al que tienen acceso. Los sindicatos, por supuesto, siempre tienen grandes números de comisionados listos a hacer todo menos a trabajar para las empresas que los han contratado.

A fin de cuentas, sin embargo, los que pagamos los sueldos de todos los adelitos -desde los secretarios del "Gobierno legítimo" hasta el correveydile más humilde- somos nosotros los contribuyentes. Y es que si realmente los adelitos tuvieran que trabajar para ganarse la vida, como la enorme mayoría de los mexicanos, el número que participa en plantones y manifestaciones prolongados se reduciría de manera dramática.


www.sergiosarmiento.com
------------------------------------------------

Esas son las minorías ruidosas, que a fuerza de manifestaciones y bloqueos, quieren mantener el status quo, quieren mantener sus cotos de poder y de recursos públicos. De esto se trata. ¿A poco no?
Y luego dicen que tienen el respaldo popular. Si, el respaldo de los acarreados y "adelitos". Quienes trabajamos y generamos valor agregado para este país, no tenemos tiempo de andar molestando a los demás.

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , ,


miércoles, abril 23, 2008

 

Él

¿De qué se trata? ¿Cuál es nuestra obligación? Mediar para ser aceptados por todos, así se dobleguen los principios. O fijar posiciones. ¿Qué vendemos, rating o interpretaciones ceñidas a principios? La idea de lo políticamente cómodo merodea: matizar tanto las expresiones que al final no haya condena, sino una suave aprobación de todos.

Sin duda todo tiene una explicación, reza el dicho. "Desde la perspectiva de..." y entonces se lanza la justificación de lo que sea. Pero quedarse en las explicaciones a todo conlleva un problema: la ética, el deber ser, la deontología, se relativizan. La ETA o las FARC encuentran "explicaciones históricas", pero, de nuevo, ¿de qué se trata? ¿Cuál es nuestra obligación, la del oficio?

Nuestras batallas son las del lenguaje, las de las palabras. Debemos nombrar sin concesiones, si existe la palabra debemos usarla. Cada palabra que cedemos es una batalla perdida. No estamos para hacer cálculos de a quién beneficia o perjudica una expresión. En ese momento estaríamos haciendo política. Se nos podría cuestionar nuestra filiación, a quién queremos beneficiar o perjudicar. Pero la exigencia es otra, nombrar, nombrar con justeza, nombrar con tino, nombrar sin concesiones. Cuando ello ocurre el lector anónimo asiente. Eso es, piensa, y nos da su aprobación.

"Golpistas", de hace una semana, me generó una reacción notable. Personas que se acercan y me dicen había que pronunciar la palabra, decirlo, tal cual. Pero también recibí respuestas contrarias de colegas que respeto. López Dóriga dijo que él no caería en el "extremo", no usaría la expresión golpistas. Ciro Gómez Leyva afirmó en su columna estar de acuerdo con el fondo, pero no con el tono. Aplauso o crítica por igual obligan a la reflexión.

Me acusan de tener un tono de enojo. Aclaro: cada artículo que escribo desde hace 27 años comienza con un acto de meditación sobre fondo y tono del material. Ser ponderado en lo general para no caer en la provocación sistemática, no implica ceder a la capacidad de enojo. Cuando escribía en el unomásuno, a principios de los años 80, con frecuencia me topaba con Fernando Benítez, gran maestro del periodismo mexicano, "ya viste lo que dijo" fulanito, me preguntaba, "es hora de poner un huevo colérico". Vivo tranquilo, no me enojo. Pero el día que mis líneas pierdan la capacidad de enojo, ese día estaré muerto como escritor, como comentarista.

¿Hay motivos para el enojo? Veamos. Me remito a lo más reciente. El viernes pasado López Dóriga entrevistó a AMLO. Primera pregunta. ¿Seguirán tomadas las tribunas? Respuesta, hasta "que se acepte lo que estamos proponiendo, que es algo racional". ¿Quién define racional? Él. ¿Los 120 días? "El tiempo que sea necesario". ¿Quién lo define necesario? Él. Y qué es el debate amplio. "...Nacional en el que todos participen. Si el petróleo es de todos los mexicanos, por qué no van a opinar todos los mexicanos..." ¿Quién define cuando todos es todos? Él. Pero si al final del debate una mayoría decide vamos a hacerle reformas a Pemex... ¿tú lo aceptas? "Claro. En una democracia es el pueblo quien decide", suena bien, "lo que no queremos es que decida una minoría".

¿Quién decide lo que es una minoría?, no crea el lector que la Constitución o el Código Electoral. La respuesta es sencilla: Él. Pero si al final del debate... hay un acuerdo de no privatizar Pemex pero sí de emprender reformas, ¿lo aceptarías?, pregunta el periodista. "Te contesto de esta manera, así de clara y puntual: si no se viola la Constitución, si no hay privatización y si no se alienta la corrupción... no tenemos nada que objetar". ¿Quién define las violaciones a la Constitución, la privatización o el aliento a la corrupción?, acertó el lector: Él.

"Éstas son las tres condiciones (sus condiciones) y para aclarar si hay violación a la Constitución, si hay privatización, si hay corrupción, vamos a informar al pueblo". O sea, según la información que Él le dé "al pueblo" dependerá si acatan o no. ¡Viva la democracia! "Que el pueblo sea al final el que decida", dice Él en tono de hablar en exclusiva con la verdadera nación. Pero de nuevo hay un problema: qué hacer con los órganos de representación popular, con los legisladores o acaso ya también son espurios. Ellos son los únicos representantes de la voluntad popular que, por cierto, no depende de Él.

El pueblo o el Congreso, pregunta López Dóriga, quién decide: "Hay la oportunidad de que podamos, como en otros países democráticos (ojo, por lo visto -'otros'- México sí lo es) resolver estos diferendos, estas diferencias, estos puntos de vista con un referendo". O sea, si el Congreso aprueba por mayoría y Él desaprueba, es mayoriteo. Si Él no aprueba nos vamos a referendo que, por cierto, como afirma Paco Calderón, no sabemos quién contaría porque el IFE es también ilegítimo a pesar de que Él condicionó la designación de consejeros. ¡Genial! Honestidad pura, congruencia inquebrantable.

Pero López Dóriga insiste: Vamos a suponer que haya un referendo, si el resultado es sí a la inversión privada en Pemex, ¿lo aceptarías? ... pero no les vas a decir "me robaron" o hubo un fraude en el referendo. Respuesta que lo desnuda, "depende de cómo se den las cosas". Quién juzga cómo se dieron las cosas: Él. ¿Abrir el Congreso?, "...cuando termine el periodo extraordinario y ya no haya albazo entra la Permanente y no tiene facultades para hacer reformas". Pero nadie habla de reforma constitucional, no importa, Él siempre sabe más.

Lo repito: fuera máscaras, fuera cálculos. ¿Cuál es el miedo? No nos engañemos ni engañemos, no quiere salidas, quiere problemas. Ciento cinco millones de mexicanos no pueden depender de Él.


Federico Reyes Heroles


Etiquetas: , , , , , , ,


martes, abril 22, 2008

 

La progresía alamanista

La toma priista del PRD ha tenido consecuencias funestas para el pensamiento crítico mexicano. Son consecuencias que desbordan los confines de la política y que afligen el espacio de la cultura y el debate. No solamente carecemos de una política socialdemócrata moderna; también estamos perdiendo la denuncia independiente y aguda que alguna vez tuvimos.

Se trata de una consecuencia inesperada de la transición democrática en México: en el sitio de la izquierda se ha conformado un duro, talentoso y audaz bloque antidemocrático y conservador. Su vocabulario es popular, pero sus ideas son rancias; sus estrategias colindan con lo insurreccional, pero su programa es profundamente conservador. Ese núcleo ex priista se ubica en la izquierda si atendemos la geometría de los partidos; pero es antidemocrática si consideramos su actuación política, tradicionalista si atendemos sus nostalgias, y antiliberal si desmenuzamos su actitud frente a la ley, frente a la diversidad, frente al debate. Paradoja transicional: la oposición a la democracia no se aglutinó en el PRI cuando éste perdió la Presidencia de la República en el 2000: se aglutina en los priistas que perdieron la Presidencia, seis años después.

El debate sobre el petróleo no es un debate ni es sobre el petróleo. Evocaciones de un pasado glorioso, manifiestos sobre la devoción debida a los símbolos patrios, juramentos de identidad nacional, invitaciones al paraíso por el atajo de una reforma limitada, testimonios de fidelidad a un caudillo, reiteración de odios y obsesiones. Me han sorprendido dos cosas de este circo: el absurdo de las desproporciones y que los opositores a la reforma de Pemex se piensen progresistas.

Una reforma que se anticipa modesta, decepcionante hasta para su promotor, es anunciada como proveedora de bienes infinitos. La reforma nos hará felices, anuncia Calderón, sin creerse ni la efe de la palabra. ¡Escuelas, hospitales, caminos! Una iniciativa extraordinariamente tímida presentada como surtidor de maravillas. Pero la cortedad de la iniciativa no acota la deliberación de tal modo que los actores políticos examinen sus límites, sus riesgos, sus costos. La propuesta presidencial ya había pasado la poda de lo que su temerosa voluntad juzga imposible. No se propone privatizar Pemex, no se toca la Constitución y, sin embargo, se desencadena la misma tormenta que habría suscitado la privatización integral de la industria petrolera y su obsequio a empresas extranjeras.

¿Cómo explicar esta tempestad a partir de aquel soplido? El debate se pierde en epopeyas de salvación nacional. La desmesura también llega por el camino contrario. Cuando se presenta lo inaceptable, se considera una nimiedad. El secuestro de las tribunas del Congreso es la inocente ocupación de un teatro. Incapaces de encontrar medida a las cosas, vamos de la dramatización de lo modesto a la trivialización de lo inaceptable.

Los argumentos contra la reforma a Petróleos Mexicanos se inscriben claramente en la tradición conservadora mexicana. Si quisiéramos rastrear el linaje de esta resistencia no nos ayudaría la visión juarista que era modernizadora e institucional. La imagen de Lázaro Cárdenas sirve como estandarte, pero no su proyecto ni sus ideas porque, como debería saberse bien, nunca se opuso a la inversión privada en la industria petrolera tras la expropiación. Para entender la argumentación de la progresía, valdría releer la famosa carta de Lucas Alamán a Santa Anna en 1853, en donde el sabio historiador sintetizaba las líneas del ideario conservador.

El primer elemento de este conservadurismo es la convicción de que el lazo nacional es vulnerable y de carácter religioso. No nos unen las reglas sino las creencias. No nos hermana el futuro sino una herencia. El país bajo amenaza necesita abrazar su pasado. Por eso debe defender la fe que le da existencia colectiva. Alamán hablaba de la religión católica como ese vínculo de identidad: "El único lazo común que liga a todos los mexicanos".

Hoy se trata a Pemex como el culto que nos cohesiona. Lo veía con risa y desdén el Presidente brasileño hace unas semanas, cuando declaraba que los mexicanos trataban a su empresa petrolera como si se tratara de una diosa intocable. Como bien ha visto Carlos Elizondo, en la defensa del petróleo hay mucha teología y poca economía. Tocar el petróleo es sacrílego porque es el sagrado líquido de la esperanza nacional. Si se toca Pemex, se pierde el país, sugiere la nueva clerecía progresista.

Impedir que el Congreso delibere sobre una posible reforma petrolera es oponerse activamente al régimen representativo. Los seguidores de López Obrador no habían cuestionado la legitimidad del Congreso. Hablaban de un "Presidente espurio", pero no de un "Congreso espurio". El lance contra el Congreso desnuda una persuasión antidemocrática. En los hechos y en el discurso, los lopezobradoristas desconocen la legitimidad de ese espacio plural y le impiden deliberar y decidir. Como Alamán hace siglo y medio, se oponen orgullosamente a la democracia representativa. "Estamos decididos... contra el sistema representativo por el orden de elecciones que se han seguido hasta ahora; contra los ayuntamientos electivos y contra todo lo que se llama elección popular, mientras no descanse sobre otras bases". Los seguidores de Alamán hacen suyo ese desprecio por el Poder Legislativo: lo que necesitamos no lo puede hacer el Congreso, decía el guanajuatense. Lo mismo dicen el tabasqueño y sus seguidores.

Hay otro elemento común: un engreimiento de superioridad moral: la gente de bien está con nosotros, decía Alamán. Lo mismo dicen sus continuadores de hoy.

Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , ,


domingo, abril 20, 2008

 

Golpistas

Reaccionarios, intolerantes, locos, enemigos de lo popular, del avance democrático. Es Lula, no Chávez. Están viendo "moros con tranchetes". Es un buen hombre que sólo busca el bienestar de los mexicanos. Sí, sí, su discurso es un poco radical, pero es un hombre de instituciones. Los defensores del personaje toleraron todo: de las expresiones delatoras -el objetivo "un nuevo Estado" en pleno Zócalo, "al diablo con las instituciones" y muchas más- a los actos violentos. Es violencia menor decían. Pero, según ellos, los detractores de su líder eran (éramos) los equivocados, los miopes, los sesgados. Aquí estamos, casi dos años después de la elección con un personaje que se dice "Presidente legítimo", que estrangula al PRD y lo conduce al abismo -allí están las cifras-, que convoca a la violencia y que ha dado un paso que lo marcará en la historia como lo que siempre ha sido: un golpista.

"Sostuve que la resistencia civil pacífica, no sólo es protesta, es también una vía hacia la transformación del país", hasta aquí el único problema es definir la resistencia civil pacífica. Pero el gran "líder moral" continúa, es "un proceso para la construcción de una nueva República", así, con mayúscula, para que no quede duda. Pero resulta que, como en toda democracia que se respete, los actores políticos deben someterse y aceptar los principios esenciales del régimen que los gobierna. La República para el caso. Desde fuera se puede estar a favor o en contra de la República o de la monarquía, por ejemplo, pero una vez adentro no hay margen. Rodríguez Zapatero, de izquierda, no puede levantarse en contra del Rey Juan Carlos, no por la persona, por las instituciones con las que se comprometió. Se es leal o desleal. El "líder moral" es desleal. Sus seguidores también.

Son los golpistas, los desleales los que arrasan con los congresos. Es casi una acción imprescindible. Un golpista no puede actuar con una asamblea deliberante. Las decisiones de las mayorías pueden ser contrarias a la voluntad divina que inspira a los buenos dictadores, a los fascistas. Camisas negras o blancas, da lo mismo. Varones o mujeres, da lo mismo. Legisladores o de a pie, da lo mismo. Lo que los define es su forma de actuar, no la vestimenta, no la posición. Mussolini, Pinochet o Tejero, con toda su investidura eran golpistas. El "líder moral" de la izquierda mexicana es un golpista y sus seguidores -legisladores borregos, extorsionadores profesionales o muy conocidas firmas- en su participación activa o aceptación silenciosa de los hechos son golpistas. Fuera máscaras.

Quienes aceptan la violencia como vía de transformación de la sociedad, de un lado. Quienes la nieguen del otro. No es demasiado complejo. Cuando las puertas de la democracia estaban cerradas había un margen de interpretación: si la democracia no funciona, ¿por dónde? Pero una vez abiertas esas puertas se acabó la tolerancia. El "líder moral" de la izquierda no aceptó su derrota en el proceso presidencial. Gritó fraude, conspiración. Yo no puedo estar equivocado. Y sus corifeos lo siguieron, atropellando los derechos de terceros que es la típica expresión de los autoritarios. Te cierro las calles, te sometes a mi capricho, tu vida se sojuzga, pero no importa porque yo tengo la razón, lo sé porque mantengo un dialogo divino. Igualito que Bush.

Como buen cacique que es impuso a un candidato a la presidencia de su partido. Igualito que el PRI en sus peores épocas. Ahora tampoco puede reconocer que no ganó. Sigue como búfalo destrozando al PRD porque su voluntad no se cumplió. Y los corifeos, callados: por Él todo se vale. Como al comandante, al jefe de las brigadas, no le gusta debatir -digamos sobre las necesidades energéticas del país-, característica de los verdaderos demócratas, pues entonces da instrucciones a sus huestes a los seguidores sin conciencia de "clausurar" nada menos que al Congreso. Ex regidores, ex gobernadores y legisladores que han vivido y viven de las reglas de la democracia mexicana y también del presupuesto, ahora deciden que no van a debatir, muy su derecho, pero que tampoco permitirán el debate de los otros. ¡Genial! Clara muestra de su vocación democrática.

¿Resistencia civil pacífica? Dejémonos de juegos. Bloquear una carretera o un aeropuerto es un delito. Como en cualquier país. Quienes lo hagan serán delincuentes. Así de sencillo. Los persigan o no, hablan por sus actos. De nuevo, los terceros perjudicados no les importan. Ellos pueden pisotear a quien sea. Tomar violentamente las tribunas e impedir la vida democrática es un acto golpista. Así quedará registrado en la historia. Los corifeos incluidos, con pluma o no, da lo mismo. Son maestros de la violencia: enseñan que la violencia es una vía válida. Claro, en Oaxaca la "Coordinación Revolucionaria" llama a las organizaciones guerrilleras del país a una sublevación. Un país donde una de las tres mayores fuerzas políticas da el deleznable espectáculo violento en las dos más altas tribunas nacionales de diálogo, de debate, de alguna manera autoriza lo que sea. Ésas son las consecuencias de la patología del "líder moral" de la izquierda.

Es momento de definiciones. No es un asunto de derecha o izquierda. Lo ocurrido no puede ser visto como una anécdota más de la vida política mexicana. No nos equivoquemos. El jueves 10 de abril del 2008 dio inicio el más severo de los múltiples atentados recientes contra la democracia mexicana. Tenemos un problema muy serio: el "líder moral" de la izquierda es un golpista y sus seguidores, cómplices.


Federico Reyes Heroles

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , ,


jueves, abril 17, 2008

 

Nos deben una explicación

En lugar de tomar el Congreso y declararse en ayuno, los senadores y los diputados perredistas, así como los del Partido Convergencia, deberían morderse la lengua y ofrecer una disculpa pública.

Ellos saben qué hay que hacer en Pemex. Lo que no quieren es que lo haga el presidente Calderón. Con sus propias palabras, estampadas en documentos oficiales, se puede constatar que los mueve la mala fe y el deseo de que a México le vaya mal.

El Partido Convergencia, cuyos integrantes en el Congreso han sido particularmente agresivos al tomar la tribuna para "impedir la privatización de Pemex", planteó lo siguiente en su Plataforma Electoral registrada ante el IFE:

"26. Lograr una reforma en materia de energía que aumente las capacidades productivas del país y permita su viabilidad en el largo plazo y que incluya de manera integral el petróleo, gas y electricidad, con medidas como:

a. Mantener la rectoría del Estado sobre la política energética.

b. Establecer una política energética integral.

c. Permitir la participación regulada de particulares.

d. Dotar de autonomía administrativa y operativa a las empresas públicas de energía (Pemex y la CFE)

e. Encontrar formas de asociación con particulares, sobre todo empresas nacionales, para revertir la disminución de reservas petroleras y aumentar la producción de gas natural.

f. Fomentar la participación de particulares en la generación de electricidad, reservando al Estado la transmisión y distribución de energía eléctrica.

g. Permitir a los ciudadanos la participación accionaria en Pemex.

h. Dar a los estados con reservas de hidrocarburos la posibilidad de explotarlos directamente, en donde no sea rentable para Pemex, mediante modelos de autogestión."

Por su parte, Andrés Manuel López Obrador, en el libro Un proyecto alternativo de nación, donde expone lo que pensaba hacer si llegaba a la Presidencia, dice en lo referente a política energética:

"Pero tampoco deberíamos descartar que inversionistas nacionales, mediante mecanismos transparentes de asociación entre el sector público y el privado, participen en la expansión y modernización del sector energético o actividades relacionadas, siempre y cuando lo permitan las normas constitucionales.

"En resumen, la propuesta es fincar las bases del desarrollo nacional en el aprovechamiento y en la modernización del sector energético. El objetivo es sencillo: aprovechar los recursos energéticos para fomentar la industrialización del país, generar empleos y ser competitivos en el mercado mundial" (pág. 42).

Tanto Convergencia como López Obrador hablan de "asociación" de Pemex con particulares, lo que lleva a la iniciativa privada mucho más allá de lo que propone el proyecto enviado por Felipe Calderón al Congreso. La iniciativa que se presentó la semana anterior habla de que Pemex podrá contratar a empresas privadas para realizar determinados trabajos en aguas profundas. En ningún momento se comparte la riqueza del subsuelo, como lo proponen López Obrador y Convergencia en sus respectivas plataformas electorales, al hablar de "asociación". Incluso Convergencia propone "permitir a los ciudadanos la participación accionaria en Pemex".

El proyecto del gobierno de Felipe Calderón no llega a tanto. Sólo propone la emisión de bonos para los ciudadanos, que no implican una participación accionaria en Pemex.

¿Entonces?, ¿qué les duele?

Les duele que la modernización de Pemex la promueva un Presidente al cual odian.
Les duele que serán priistas y panistas los que van a tener el mérito de esta reforma a Petróleos Mexicanos.
Les duele que con la reforma propuesta se va a dar mayor viabilidad a Pemex y al país le va a ir mejor.

Su oposición radical y al filo de la violencia para evitar que se haga lo que se tiene que hacer en ese organismo público, es parte de una estrategia desestabilizadora. Es evidente que, si no quieren que se haga lo que ellos tienen claro que se debe hacer en Pemex, es porque quieren que le vaya mal al país.

Esa es su apuesta.

Minar al gobierno, sangrar a México, agitar y polarizar para tomar el poder por las malas.

Si no les alcanza para tanto, por lo menos quieren desgastar lo suficiente a las instituciones para llegar a 2012 con un país extenuado y presentarse ellos como los salvadores.

Pablo Hiriart
Excelsior, 14 de Abril 2008

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , , ,


martes, abril 15, 2008

 

Las incongruencias de AMLO



Que no le digan, que no le cuenten, aquí esta la incongruencia más grande de AMLO respecto a PEMEX y el petróleo. Él aceptaba la inversión privada, en asociación con PEMEX, hace 2 años. Hoy ya no.

Si los seguidores de AMLO, sus legisladores del FAP, fueran congruentes con su plataforma política del 2006, la mini-reforma propuesta por Calderón sería aprobada en fast-track y sin necesidad de debate alguno.

¿Quién les cree? ¿O qué? ¿Lo escrito en ese libro cambió por arte de magia en todas las copias que se imprimieron hace 2 años? ¿Es parte del "compló"?

Etiquetas: , , , , , ,


 

Clausurado

El 10 de abril del 2008 puede inscribirse como uno de los días más negros de nuestra historia. Ese día, el sujeto que se autonombra "Presidente Legítimo", mostrando su verdadera cara de tirano y absolutista, ordenó a los legisladores que conforman el Frente Amplio Progresista (que están al servicio del Mesías tabasqueño y no del pueblo que los eligió y paga sus jugosas dietas) a clausurar las cámaras legislativas para evitar la discusión, análisis, debate, propuestas, cambios y aprobación de la propuesta de reforma petrolera que días antes el Presidente Constitucional de México, Felipe Calderón, había enviado al Poder Legislativo.

Tal atropello al Poder Legislativo por parte de un "Presidente" había ocurrido únicamente tres veces en la historia de México: la primera vez fue en 1822, cuando Agustín de Iturbide decretó la disolución del Congreso en la naciente república; la segunda disolución fue en 1838, con Antonio López de Santa Anna, a través del General Nicolás Bravo, quien cuidaba el Poder Ejecutivo mientras el primero se retiraba a descansar a su hacienda de Manga de Clavo; la última vez fue en 1913, cuando el General Victoriano Huerta disolvió la 26 legislatura.

Con esta acción totalmente antidemocrática por parte de estos barbajanes, que es tan pacífica como la invasión de Bush a Iraq y Afganistán, se está efectivamente cancelando cualquier posibilidad de diálogo, debate y discusión sobre el tema petrolero.

Al no tener ningún argumento válido e inteligente sobre el cual debatir y no contar con ninguna propuesta qué ofrecer para resolver la grave situación que enfrenta Petróleos Mexicanos, han decidido irse por el camino fácil y dar por cancelado el trabajo parlamentario que es, o debería ser, el lugar natural para la discusión de ideas y propuestas de política pública. También están aprovechando la coyuntura para mejorar la percepción en la sociedad después de que mostraron su verdadero rostro en las desaseadas, por decir lo menos, elecciones internas para renovar su dirigencia.

La acción arbitraria del iluminado tabasqueño y sus subordinados legislativos muestra la desesperación de que, en la propuesta del Presidente Calderón, en ningún momento se plantea la privatización, como de manera falsa y mentirosa han venido pregonando el tirano tabasqueño y banda.

Lo que vimos que sucedió en el Congreso está dando por cancelada la posibilidad de poner en marcha unas medidas de política pública que, desde mi óptica, pudieran parecer limitadas para resolver el problema de fondo de la industria petrolera, como es la falta de inversión para aprovechar nuestros recursos petroleros que se encuentran en el subsuelo, incrementar la producción de petróleo crudo y darle valor agregado a nuestros productos petroleros para reducir la dependencia con el exterior. Sin embargo, la propuesta puede considerarse un avance para revertir el estado de las cosas en materia petrolera que, de continuar como hasta el día de hoy, inevitablemente nos lleva por el camino para convertirnos en importadores de petróleo crudo en seis años.

Lo que también se canceló el 10 de abril fue la forma como prevé la Constitución la conformación y operación de las Cámaras de Diputados y Senadores. El 6 de julio del 2000, en elecciones limpias y justas, además de la elección presidencial, los mexicanos decidimos que la Cámara de Diputados se conformara de la siguiente manera: 207 diputados del PAN, 156 del Frente Amplio Progresista, 106 del PRI, 17 del PVEM, 9 de Nueva Alianza y 5 de Alternativa.

Por lo que respecta a la Cámara de Senadores, la composición es la siguiente: PAN, 52 senadores; PRI, 33; FAP, 36; PVEM, 6; y un senador sin partido. Esta parte de las elecciones no fue impugnada por los integrantes del FAP. La cancelación del trabajo legislativo que hizo el FAP nos muestra que, en el caso de la Cámara de Diputados, una minoría del 31.2 por ciento evita que el restante haga su trabajo legislativo.

En el caso de los senadores, el 28 por ciento de éstos impusieron su voluntad de manera violenta sobre el resto para evitar que desempeñaran las tareas que como legisladores les ordenamos hacer con nuestro voto. Inclusive, los miembros del FAP están violando el último párrafo del artículo 63 constitucional, que dice que: "incurrirán en responsabilidad, que la misma ley sancionará, los Partidos Políticos Nacionales que habiendo postulado candidatos en una elección para diputados o senadores, acuerden que sus miembros que resultaren electos no se presenten a desempeñar sus funciones".

Impedir que se realice el trabajo legislativo y presentarse a alterar el orden o a dormir en sus curules en la madrugada, no significa necesariamente que estén desempeñando las funciones constitucionales para las cuales fueron electos. Habrá que estar pendientes de cuántos días va a durar la arbitrariedad de los seguidores del tabasqueño, ya que el mismo artículo 63 contempla el caso de inasistencias al trabajo legislativo: "Se entiende también que los diputados y senadores que falten diez días consecutivos sin causa justificada o sin previa licencia del presidente de su respectiva Cámara, de lo cual se de conocimiento a ésta, renuncian a concurrir hasta el período inmediato, llamándose desde luego a los suplentes".

La manta que pusieron estos legisladores sobre la mal llamada máxima tribuna, que decía "Cancelado", tiene un alcance mayor, ya que no sólo se canceló el debate, el diálogo, la vida institucional y el trabajo parlamentario. También se está cancelando el futuro de México, ya que de aquí en adelante cualquier minoría podrá imponer con violencia su visión a la mayoría. ¿De qué privilegios gozan estos saboteadores para impedir que afronten las consecuencias de su actitud?

Abel Hibert
ahibert@prodigy.net.mx

Etiquetas: , , , , , , , , , , , , , , ,


domingo, abril 13, 2008

 

El interés de la gente o el de los especuladores políticos

Que el presidente Calderón luego de mucho tiempo perdido por los compromisos con el priismo; el caso Mouriño; las elecciones internas del PRD y las propias indecisiones gubernamentales haya decidido enviar la iniciativa de reforma petrolera al congreso es un acierto: pone las cosas en blanco y negro; permite tener un documento base sobre el cual debatir y decidir; y confirma que toda la operación publicitaria de la supuesta privatización no tenía nada de cierto. Es más, la propuesta de reforma se aproxima en muchos puntos a lo que escribió (es un decir) López Obrador en su propuesta programática para las elecciones, a lo que ha propuesto con amplitud y en muchos foros Cuauhtémoc Cárdenas e incluso al texto original de la expropiación petrolera escrito por el general Lázaro Cárdenas en 1938 y modificado años después, si mal no recuerdo, en el gobierno de López Mateos.

La iniciativa en realidad puede y debería tener ajustes, pero es muy difícil estar en desacuerdo con ella. Se pide autonomía de gestión en PEMEX, de forma tal que esa empresa se maneje como lo que es y no como una oficina de gobierno más, y en eso coincidían panistas, priista y un sector del PRD, por lo menos. Se propone establecer un régimen fiscal especial (en realidad tampoco especial, sino que sea coherente con esa autonomía de gestión, de forma tal que no vayan la enorme mayoría de sus recursos al fisco en forma automática); se mantiene el control sobre exploración y explotación, pero se le permite a PEMEX contratar servicios para realizar esas tareas. Se emitirán bonos (una de las mejores propuestas) para que la gente pueda invertir, si quiere, en documentos que comenzarán en los cien pesos y que mantendrán rendimientos basados en la utilidad real de la empresa: muchos de los que hablan de proteger el petróleo de los mexicanos, olvidan que los mexicanos somos gente de carne y hueso y no una entelequia y si PEMEX es nuestra entonces que se pueda contar con un mecanismo mediante el cual se pueda invertir en ella y obtener los correspondientes beneficios. Sobre el tema de las refinerías la exigencia es obvia: no podemos seguir siendo un país exportador de petróleo e importador de gasolina procesada en 16 países distintos, a partir del crudo que nosotros exportamos. Nos cuesta notablemente más caro, pero lo que es más importante: las fuentes de trabajo que generan esas refinerías no son para mexicanos: son para estadounidenses, indios, europeos. Y los generan a partir de nuestro petróleo. La propuesta plantea que particulares podrán producir en México gasolina para PEMEX en plantas construidos por ellos. ¿Qué diferencia existe en que Shell pueda vendernos gasolina procedente del otro lado de la frontera generada con crudo pesado mexicano y no pueda hacerlo de este lado de la frontera donde sus costos de operación serán mucho menores y la gasolina más barata? Uno y es el principal: la inversión se hace en México, los recursos se quedan en México y los empleos son para mexicanos. Oponerse a ese tipo de medida es antipatriótico y antipopular. Que López Obrador y sus adelitas (siempre he desconfiado de quien se esconde detrás de unas faldas para dar una pelea) le digan a la gente que para preservar su pureza, mejor los empleos se creen en Texas o la India y no, por ejemplo, en Salina Cruz o Coatzacoalco.

La salida encontrada a la exploración y explotación en aguas profundas es la más viable: que pueda haber asociación con terceros, para esas tareas, que se pagarán de acuerdo a resultados y con dinero. Es exactamente el esquema que hace unas pocas semanas me planteó el senador Carlos Navarrete en una entrevista en México Confidencial; es el que plantea Cárdenas en su propuesta. Y la que plantea, aunque ahora no lo recuerde, López Obrador en su propio programa de gobierno.

Algo similar sucede con los ductos o el transporte: si usted es dueño de una empresa, cualquiera, pequeña o grande ¿pierde usted el control de la misma porque un particular traslade los bienes al consumidor? Por supuesto que no. Es lógica común. Pero una lógica a la que además hay que ponerle números.

Un periódico importante publicó que Calderón " pinta un México de fantasía si pasa su reforma " y luego sostiene editorialmente que se trata de un " engaño privatizador " . El tema es mucho más sencillo: ¿se quiere o no que PEMEX se modernice y se transforme en una empresa eficiente y rentable?¿se quiere o no que el dinero de terceros, que provienen de muchas fuentes, puedan financiar parte del proceso sin quitarle nada de soberanía al país?¿se quiere o no que sigamos generando empleos en los 16 países que nos venden gasolina o es preferible que la generemos en México, creando aquí esos empleos y con inversiones en nuestro país?¿queremos o no que los mexicanos tengan participación en el control y utilidades de PEMEX con bonos que le generen beneficios directos?

Se estiman, con esta reforma, inversiones, pública y privada, en el sector de poco más de 110 mil millones de dólares hasta el 2012, sin contar los recursos que se ahorrarán y generarán en la medida en que yacimientos, refinerías y demás sean productivos. Se podrá argumentar que todo eso lo podría hacer el Estado. Quizás sí, otras cosas, como la exploración en aguas profundas, hoy por lo menos, no. Pero si es el Estado el que realiza toda la inversión, con recursos limitados y prioridades de otro tipo, con la burocracia (y corrupción) que caracteriza la operación estatal, se tendrá que elegir: se invierte en las refinerías que comenzarán a operar en cinco años o en escuelas, hospitales y viviendas; se invierte en desarrollar tecnologías a lo largo de décadas o se compran para usarlas ya; se acepta que México es parte del mundo o seguimos escuchando a hombres que no pueden honrar ni su palabra escrita. Ese, el del inmovilismo, sí es un México de fantasía y engaños.

Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico ExcelsiorFecha: Jueves, 10 de Abril de 2008

Etiquetas: , , , , , , , , , ,


sábado, abril 12, 2008

 

Golpismo

La toma de las Cámaras de senadores y diputados es una estrategia golpista. Nadie objeta el derecho de la fracción fapista a oponerse a la iniciativa de reforma de Pemex. Es, sin duda, su derecho legal y constitucional. Ocurre en todos los sistemas democráticos. Lo que es inaceptable es que literalmente se secuestre ("clausure") el recinto legislativo. No sólo se trata de impedir un debate necesario y obligado, sino que además se violenta el orden institucional. Las camisas obradoristas son blancas por fuera, pero pardas y negras por dentro.

Más grave aún. Los perredistas jamás impugnaron la elección de los legisladores del 2 de julio de 2006. Concentraron toda su artillería en los comicios presidenciales. La contradicción era mayúscula. Porque fueron los mismos ciudadanos y autoridades electorales los que montaron las casillas y contabilizaron los votos para diputados, senadores y... Presidente de la República. ¡Cómo denunciar, entonces, un fraude mayor en un caso y nada en el otro si se trató del mismo proceso! No hay lógica que apuntale semejante disparate. Pero en el mundo al revés de la izquierda este tipo de "paradojas idiotas" (que no absurdas) son moneda corriente.

El hecho es que ni López ni sus huestes impugnaron jamás los resultados del 2 de julio, los dieron desde el inicio por legítimos. Su participación en ambas Cámaras y el cobro regular de sus sueldos lo confirman. Junto al resto de los legisladores aprobaron la contrarreforma electoral y el conjunto de los gobiernos perredistas ejerce el presupuesto que se aprueba cada año en la Cámara de Diputados. Carecen de argumentos racionales, primero, para impedir el debate y, segundo, para oponerse y desconocer la decisión que tome la mayoría en el Congreso.

López ha dado así un paso más en su estrategia insurreccional. No se trata sólo de mandar al diablo las instituciones, sino de dinamitarlas desde adentro, con actos violentos, y desde fuera, con las marchas y bloqueos. La estrategia no es nueva. A principios del siglo 20, Lenin proponía utilizar todos los espacios y foros para hacer propaganda revolucionaria. La presencia de los diputados bolcheviques en el parlamento ruso tenía por objeto difundir el programa comunista y sabotear el trabajo legislativo para preparar la toma del poder.

A los bolcheviques, como a López y sus huestes, les tenía sin cuidado que su fracción fuese minoritaria. Su legitimidad no provenía del sufragio efectivo, sino de la ciencia (el marxismo-leninismo) y el programa que convertía al Partido Comunista en la vanguardia de la clase revolucionaria, el proletariado. López es la reedición tropical de esa lógica maximalista. AMLO se asume como la encarnación viviente del pueblo y la nación. Su legitimidad es genética, no pasa por las urnas. Combatir a los enemigos del pueblo y a los traidores a la patria es su misión suprema. Cualquier acto y medida es legítimo en esa guerra.

Quienes han pregonado que hay que negociar y abrirle espacios a López se equivocan. Habría que hacerlo si se ajustara a las normas y principios del orden democrático. Pero no es el caso. Éste es un ejemplo más del peligro que representaba el rayito de esperanza en el 2006. De haber alcanzado la victoria hubiese utilizado todo el poder de la Presidencia para imponer su liderazgo autoritario. Tampoco es novedad su intención de barrer con las instituciones: de haber tenido los medios hubiera impedido la toma de posesión del Presidente de la República.

El peligro y los riesgos no están superados. Los objetivos inmediatos de López son dos: recuperar el espacio político que ha perdido desde el 2 de julio e impedir que la reforma energética se apruebe. En ese combate se juega el todo por el todo. No le importa la modernización de Pemex ni la estabilidad del País. Antes al contrario, busca provocar una crisis mayor que le permita renacer como el ave fénix. Porque, a final de cuentas, hay vasos comunicantes entre la situación de Pemex, la petrolización de las finanzas públicas y la posibilidad de una crisis económica de gran envergadura.

¿Tendrá éxito la estrategia? Es muy temprano para saberlo. Pero no se trata de una apuesta irracional ni condenada al fracaso de antemano. A su favor tiene tres elementos fundamentales: a) la campaña de mentiras y medias verdades contra la privatización ha calado ya en sectores importantes de la sociedad; exactamente como después del 2 de julio caló el mito del fraude electoral; b) la simpatía de muchos priistas que comparten las obsesiones, prejuicios y fantasmas del Peje, y c) la mediocridad del liderazgo priista que se acobarda y aterra frente a las campañas de desinformación.

Hay un cuarto elemento no determinante, pero tampoco despreciable: la carta en blanco que extendió un buen número de intelectuales de izquierda a la campaña contra la privatización e, implícitamente, contra las instituciones democráticas. La descalificación, la confusión e incluso la violencia son avaladas o cuando menos justificadas. Los argumentos son perversos: nos quieren vender gato por liebre, dicen. La privatización de Pemex está en la letra chiquita o en términos oscuros y sibilinos; aunque nunca se muestre ni se defina ninguna de esas artimañas. Y luego la perla de la corona: el petróleo es la esencia de la soberanía. ¡No pasarán!

La moneda está en el aire. Sin embargo, si López logra torpedear la reforma y se sale con la suya nadie podrá negar que se enfila ya hacia el 2012 a tambor batiente. De ocurrir esa peregrinación, veremos varios fenómenos extraordinarios: el primero es el riesgo de que la estabilidad económica naufrague a finales del sexenio y el segundo, el arrepentimiento de los arrepentidos. Porque conforme se consolide la candidatura del rayito de esperanza muchos de los intelectuales que lo abandonaron correrán a ofrecerle incienso.

Ésta es la realidad. El huevo de la serpiente anida en el PRD. Quienes militan en ese partido y disienten de López no pueden seguir guardando silencio ni escudándose en una falsa tolerancia. Si los métodos empleados huelen, saben, suenan y tienen color golpista es porque son golpistas. Lo que está en juego hoy es mucho más que el petróleo, es el futuro de las instituciones democráticas.


Jaime Sánchez Susarrey

Etiquetas: , , , , , , , , ,


viernes, abril 11, 2008

 

Pacificos

Al son de mexicanos al grito de guerra, las adelitas y los adelitos de Andrés Manuel empezamos ayer nuestras pacíficas movilizaciones en todo el País. Con una valentía que nos llenó los ojos de lágrimas, nuestros legisladores tomaron pacíficamente las tribunas de las cámaras y pusieron sobre ellas una manta que decía "Clausurado".

No estamos exigiendo algo a lo que no tengamos derecho. Lo único que queremos es que nos aseguren que podremos discutir la reforma petrolera durante todos los años que sea necesario para que se acepte finalmente lo que queremos. Nosotros representamos al pueblo, mientras que la violenta ultraderecha no se representa ni a sí misma. Así que impediremos cualquier discusión en el Congreso sobre cualquier tema durante tiempo indefinido. Pero lo haremos, por supuesto, de manera pacífica.

La culpa de lo que estamos haciendo no es, por supuesto, nuestra. Las adelitas y los adelitos somos simples y pacíficos instrumentos de una causa superior a la que nuestro gran líder y caudillo, a quien le hemos jurado lealtad hasta la última gota de sangre, nos ha convocado.

No estamos dispuestos a que la violenta ultraderecha privatice el petróleo. No queremos que a nadie se le permita vender gasolina. No estamos dispuestos a que se privatice el viento para generar electricidad. Tampoco queremos que se importen gasolina o gas. No aceptamos que Petróleos Mexicanos compre ni un centavo a la iniciativa privada. ¿Por qué no puede Pemex hacer sus perforadoras y sus ductos, sus computadoras y sus escritorios, su propio papel higiénico?

Nuestro valiente y pacífico vicecoordinador en el Senado, Ricardo Monreal, les dijo a los violentos miembros de la ultraderecha: "Ustedes son los responsables, no se nos culpe. Y al pueblo que nos escucha le pedimos que se solidarice con esta lucha que en este momento estamos anunciando, que no tendrá tregua ni descanso en ese afán privatizador de Petróleos Mexicanos". Si la violenta ultraderecha no hace pacíficamente lo que le ordenamos, nos veremos obligados a tomar todas las medidas necesarias para pacíficamente obligarla a hacerlo.

Nosotros somos demócratas, pero demócratas verdaderos. Ya lo demostramos en las elecciones del 2006, cuando bloqueamos el Paseo de la Reforma porque nos robaron la elección. También lo comprobamos este año en nuestras elecciones internas en las que dimos lecciones de democracia a México y al mundo.

Rechazamos tajantemente las ideas difundidas por algunos medios de comunicación, confabulados en un perverso complot en nuestra contra, de que es positivo que el Congreso deje de operar durante días, semanas, meses o años. Son una burla violenta e inaceptable los comentarios de que el Congreso debe permanecer clausurado por lo menos hasta el 31 de agosto del 2009, porque así le haría menos daño al País.

Mucho peor es la sugerencia de que, mientras dure esta patriótica y pacífica huelga legislativa, el Congreso debe dejar de recibir su modesto presupuesto de 8 mil 976.6 millones de pesos. Ese dinero y las migajas que el IFE nos da son indispensables para mantener nuestra pacífica lucha a favor del pueblo.

Las tribunas de las cámaras legislativas son sólo el principio de este pacífico movimiento. Después seguirán las oficinas gubernamentales y las calles, las carreteras y los aeropuertos. Tomaremos todas las instalaciones petroleras y las de electricidad. Y si es necesario, ahogaremos pacíficamente por hambre las violentas intenciones de la ultraderecha de atentar contra los mexicanos.

Después extenderemos nuestro movimiento al resto del mundo. No podemos aceptar que otros países, como Estados Unidos, Canadá, Cuba, Noruega, Brasil, la Gran Bretaña y tantos más, hayan privatizado su industria petrolera. A todos ellos los bloquearemos pacíficamente y los obligaremos a no producir ni una sola gota de petróleo con sucio dinero privado.

Mientras tanto, combatiremos las intenciones de negarnos nuestra merecida parte de los presupuestos gubernamentales. No reconocemos al gobierno espurio y violento, pero necesitamos los recursos que nuestras adelitas y nuestros adelitos obtienen de sus cargos en el Congreso, en las oficinas públicas, en los partidos, en las escuelas y en los sindicatos. Nuestros valientes revolucionarios no podrían hacer sus largas guardias si no recibieran sus modestos sueldos y subsidios del gobierno. La mera amenaza de que nos serán retirados, demuestra la violencia de ese gobierno ilegítimo ante nuestra pacífica resistencia civil.

Poco importa que nos amenacen con violencia o con que vamos a perder el voto de los ciudadanos. Si perdemos alguna elección más, exigiremos el recuento voto por voto hasta que ganemos. Y estaremos dispuestos a paralizar el País hasta que nos den la razón. Para eso somos demócratas y para eso somos pacíficos.


www.sergiosarmiento.com

Etiquetas: , , , , , , , , , , , ,


lunes, abril 07, 2008

 

Reforma energética

Si la reforma energética fracasa, la responsabilidad será compartida entre distintos actores políticos. Sin embargo, en el reparto de culpas, quienes militan en la oposición mexicana se llevarían la mayor parte.

El gobierno federal ciertamente ha tenido omisiones en algunos frentes importantes. La reforma energética planteada atiende principalmente la problemática del sector petrolero y por lo tanto es incompleta: resolver los urgentes problemas de Pemex tan sólo un aspecto de una reforma que busque fortalecer la viabilidad energética del país.

Temas tales como la generación de fuentes de energía alternas no han figurado de manera preponderante en las discusiones actuales. Sin embargo, a pesar de ésta y otras fallas, el posible fracaso de la reforma al sector petrolero será imputable principalmente a actores que no forman parte del Gobierno, principalmente a quienes representan a la izquierda mexicana.

La necesidad de una modernización tecnológica y hasta administrativa de Pemex, aunada a su evidente fragilidad financiera, son hechos que difícilmente pueden refutarse, aún cuando algunos califiquen los análisis técnicos hechos por la propia paraestatal como alarmistas.

La evidencia esta ahí y sólo reafirma la urgente necesidad de la reforma. ¿Por qué entonces la discusión se ha centrado en la validez de dicha evidencia, en vez de qué hacer al respecto? ¿Qué previene dichas discusiones y pone en riesgo el replanteamiento de la manera en que los mexicanos hemos explotado el petróleo? La respuesta radica en la naturaleza de nuestro sistema político.

La relativa estabilidad política y económica que vivió nuestro país en las últimas décadas estimuló el surgimiento de actores políticos, sindicatos, partidos e incluso individuos que pueden manifestar libremente sus opiniones y, más importante aún, tienen una influencia directa en la definición de políticas públicas importantes.

Ciertos aspectos positivos emergen de esta dinámica, destacándose la representación de distintos puntos de vista en el proceso político y el fortalecimiento de una pluralidad democrática.

Sin embargo, al mismo tiempo se favorece el sostenimiento de programas y políticas públicas que crean beneficios para estos actores políticos, a costa de ineficiencias generalizadas. Estos grupos y actores políticos tienen incentivos claros para prevenir la reasignación de recursos públicos y privados a usos más eficientes, ya que esto implica importantes costos para ellos.

Así pues, estamos en una situación en la cual para reformar es necesario el consentimiento de aquellos que se benefician de la situación actual. Éste es el caso de la reforma energética.

A la oposición no le interesa una reforma de fondo. Ello implicaría la pérdida de una herramienta de manipulación política importante y el arriesgar el acceso a una nada despreciable fuente de recursos financieros que históricamente se han manejado con una discrecionalidad alarmante.

Hacer mas eficiente a Petróleos Mexicanos está en contra de sus intereses. Y para proteger sus propios intereses, la oposición ha utilizado el mito del capitalismo siniestro -que sólo busca robarse nuestros recursos naturales- han explotado al nacionalismo romántico, que prefiere el dispendio a la inversión productiva, y con ello han trivializado el debate.

El tema a discutir no es cómo explotar de mejor manera el petróleo propiedad de todos los mexicanos. El asunto es evitar que se roben nuestro oro negro, y así mantener la falsa ilusión de que el petróleo es de todos los mexicanos... y, por lo tanto, corresponde a los mexicanos -o cuando menos a algunos- desperdiciarlo.

Si bien el gobierno pudiera hacer un mejor trabajo en la estrategia política para presentar su propuesta de reforma, en la estrategia de la oposición, discutir las formas es cuestionar los méritos del tema.

Así, discutir la inversión privada en Pemex, que no la propiedad del petróleo, es traición a la patria. A falta de ideas, la defensa de la nación se vuelve la retórica del que no escucha y el privilegio de unos cuantos elegidos.

Una oposición que utiliza estas estrategias sólo puede hacerlo por perversidad o ignorancia. Ninguna de estas alternativas es halagadora. Atrapada entre soberanías mal entendidas y prebendas históricas, si este intento fracasa será responsabilidad de aquellos que han lucrado por años con un petróleo que "es de todos", pero ha sido dispendiado por unos cuantos.

Mario Villarreal Díaz
El autor es doctor en Economía y Profesor Investigador de la EGAP del ITESM .

mariovillarreal@itesm.mx

Etiquetas: , , , , , , , , ,


viernes, abril 04, 2008

 

Mitos y razones del debate petrolero

¿Por qué razón es que en la discusión sobre el tema petrolero en México hay tanta víscera y tan poca racionalidad?

La única explicación que puede ofrecerse tiene que ver con el papel del petróleo en la formación de la ideología nacional.

En el Siglo 20, el País se construyó sobre un conjunto de valores que a la vuelta del tiempo se convirtieron en algo así como verdades reveladas, que no están sujetas a discusión y son artículos de fe.

Muchas de ellas tienen que ver con la educación elemental que recibimos y aunque algunas han cambiado, otras permanecen intocables en el inconsciente colectivo.

Hace un par de décadas hubiera sido impensable criticar a integrantes del ejército mexicano, pues eran los soldados de la patria. Ahora, ya hemos visto militares desertores y otros vinculados al narcotráfico.

Hasta hace pocos años el Presidente de la República era absolutamente intocable e inatacable. No podía ser sujeto del humor ni criticado, a riesgo de ser considerado subversivo o traidor a la patria, porque la "institución presidencial", así despersonalizada, encarnaba la soberanía del pueblo.

Ni qué decir de lemas como "la tierra es de quien la trabaja", que aunque representa una completa aberración a cualquier derecho elemental de propiedad, es una frase que nos grabaron en bronce en nuestra educación.

No importaba que en la Revolución Mexicana los caudillos se hubieran matado entre sí, ni que encarnaran proyectos nacionales tan diferentes y a veces opuestos. Por igual Carranza y Villa, Obregón y Zapata tienen cabida en nuestra mitología como los héroes de la patria.

Pero quizá uno de los pilares más robustos de nuestra ideología es el de las bondades de la expropiación petrolera.

Aquel hecho parece como el triunfo de David sobre Goliat, del bien sobre el mal, de los pobres sobre los ricos.

Casi nadie se acuerda de que la decisión de expropiar por parte de Lázaro Cárdenas no fue un plan preconcebido, sino consecuencia de que las empresas petroleras norteamericanas e inglesas actuaron subversivamente y no reconocieron un laudo de la autoridad mexicana. En otras palabras, mandaron al diablo a las instituciones y el Gobierno ejerció su autoridad.

Casi nadie se acuerda de que por años no se excluyó legalmente a la empresa privada de la actividad petrolera y se recurrió a los llamados contratos-riesgo como una forma de tratar de atraer a empresas especializadas a explorar el territorio nacional, proyecto que, por cierto, no funcionó debido al poco atractivo que existía.

Aunque se dice que "el petróleo es nuestro", pocos se acuerdan de la ordeña sistemática que ha hecho de Pemex el sindicato petrolero, que aunque ya no tiene personajes tan pintorescos como "La Quina", sigue abrevando de la renta petrolera.

Menos aún nos acordamos de la gigantesca corrupción que se ha presentado en la petrolera estatal que ha tenido directores generales que han dado con sus huesos en la cárcel; otros procesados y unos más cesados por la frivolidad con la que se manejaban.

Debido a la visión ideológica que se ha formado alrededor de Pemex y el petróleo, pareciera a veces que se cree que la petrolera mexicana es un modelo a seguir y que no se le debe tocar ni con el pétalo de una rosa.

El movimiento para impedir la presunta privatización de Pemex es hoy un gran y exitoso fraude.

Se trata de la invocación de un espantajo que no existe, el "petate del muerto", como le designa el refranero mexicano.

Ojalá existiera esa intención. Ojalá uno de los temas de discusión de la política pública fuera la apertura del sector petrolero a la inversión privada. Pero no. Lo que hay son reformas menores, bajo la visión de "peor es nada", que van a dejar los grandes desafíos para el futuro.

En lo que tienen completa razón los opositores a los cambios en Pemex y su régimen jurídico es en que se necesita una discusión pública abierta y bien documentada.

En lugar de discutir acerca de las creencias de la mitología petrolera, se necesitaría debatir acerca de las propuestas específicas, de sus alcances e implicaciones.

Bajo el principio de que una mala interpretación de las intenciones del Gobierno podría propiciar el éxito de la oposición ciega, se ha pospuesto la formulación pública de propuestas concretas.

Pareciera que ahora sí, en el corto plazo, vendrán finalmente las propuestas. La duda es si estamos a tiempo para conseguir una discusión racional de ellas o vamos a tener simplemente una confrontación de ideologías de las que nada va a salir.


Enrique Quintana, El Norte, 27 de marzo 2008

enrique.quintana@reforma.com

Etiquetas: , , , , , , , , , , ,


miércoles, abril 02, 2008

 

Nuevo Complot

"La falta absoluta de pruebas sólo demuestra que la conspiración está funcionando".
Anónimo

Andrés Manuel López Obrador continúa con su estrategia política. La idea es acusar repetidamente de corrupción al Gobierno de Felipe Calderón a fin de impedir una reforma energética. Ahora el argumento es que la empresa española Repsol se vio favorecida por un contrato de suministro de gas natural licuado de la Comisión Federal de Electricidad.

En distintas entrevistas en los medios -esos mismos que supuestamente le han tendido un "cerco informativo" pero que le dan más espacios que a cualquier otro político- y en una conferencia de prensa, López Obrador ha sugerido que el Gobierno de Vicente Fox proporcionó información privilegiada a la firma española en 2005 para que ésta pudiera ganar una licitación de la Comisión Federal de Electricidad en septiembre del 2007, ya durante el Gobierno de Felipe Calderón, para suministrar gas a una planta en Manzanillo, Colima. Sólo Repsol presentó una oferta para ese contrato.

Según López Obrador, esta información privilegiada le permitirá a Repsol obtener una utilidad de 15 mil millones de dólares por una inversión de 6 mil millones. Acciones como éstas, afirma el ex candidato presidencial del PRD, están diseñadas para llevar a la quiebra a la CFE y para impulsar la "privatización" del sector energético mexicano.

Hay otra visión de los hechos, sin embargo, la cual surge de David Shields Campbell, de la Fundación Heberto Castillo Martínez, A.C., quien participó como "testigo social" de esta transacción. El propósito de un testigo social, como lo señala el propio Shields, es ofrecer "una visión imparcial, con fuerza moral, que atestigua la transparencia y la honestidad de las partes involucradas en las licitaciones públicas".

El testimonio de Shields, publicado en distintos periódicos este 1 de abril, señala que, si bien "muchas compañías asistieron al proceso de licitación convocado por la CFE", en el acto de presentación de propuestas del 4 de septiembre de 2007 se recibió una sola oferta, la de Repsol Comercializadora de Gas, S.A. En el acto del fallo, realizado el 18 de septiembre del 2007, la CFE confirmó que dicha propuesta había resultado "solvente, técnica y económicamente".

López Obrador, siempre inclinado a pensar en términos de conspiraciones, considera que el hecho de que se haya registrado una sola propuesta indica que hubo un acto de corrupción. Shields, un especialista reconocido por su integridad personal y su conocimiento de la industria de los hidrocarburos, ve en esto, en cambio, una señal de que "hay muy poca oferta adicional de GNL (gas natural licuado) disponible en el mercado internacional en la actualidad, situación que se confirma en medios especializados que analizan la industria global del GNL".

La licitación tuvo una duración inusualmente prolongada, apunta Shields, debido "a la magnitud y complejidad del proyecto y (a) la necesidad de coordinar el suministro de GNL con el concurso paralelo que realiza (la) CFE para la construcción de una planta regasificadora en Manzanillo".

De febrero a julio del 2007, añade el especialista, "la licitación estuvo prácticamente detenida" debido a una reevaluación de alto nivel de la política energética nacional por parte del nuevo Gobierno de la República.

En la parte técnica se certificó que la propuesta de Repsol considerara las reservas probadas suficientes de gas natural y la construcción de una terminal de licuefacción y de un gasoducto en Perú.

Se confirmó, además, que la empresa contara con una flota adecuada de buques de transporte de metano para llevar a cabo el transporte del producto. Una vez definido lo anterior, la oferta económica resultó solvente y aceptable para la CFE, según el documento de la Fundación Heberto Castillo Martínez.

El informe señala que la CFE "tuvo, en todo momento, la disposición y la intención de fomentar la competencia". Incluso se modificaron las bases, para escalonar los volúmenes y plazos de entrega de GNL, pero "todo indica que sólo una compañía" tuvo las reservas suficientes y disponibles para presentar una propuesta.

El testigo social apunta que, a su juicio, la licitación se llevó a cabo "con agilidad, profesionalismo y apego a lo dispuesto en las bases de licitación", así como con transparencia e integridad.

Pero todo esto importa poco ante un ataque político. López Obrador necesita demostrar que hay un complot que busca quebrar a las empresas de energía de nuestro país para facilitar su privatización. No es tan importante contar con pruebas que corroboren la acusación. Lo que vale es lanzarla de manera pública para generar sospechas.

Esta actitud no debe sorprendernos. López Obrador ha actuado de esta manera desde hace mucho tiempo. La verdad, muchas veces tan incómoda, no es necesaria para promover una carrera política en nuestro país.

Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com

Etiquetas: , , , , , , , , , , , ,


martes, abril 01, 2008

 

Diálogo, verdad, reglas

Mandar al diablo las instituciones no es el deshacerse de lo inservible sino desprenderse de lo elemental -y de lo propio. No es atacar la fortificación enemiga, sino perforar la nave donde uno viaja. Dirán los defensores de las comillas que López Obrador no mandó al diablo a las instituciones, sino a sus instituciones. Subrayarán que los institutos remitidos al caluroso territorio eran los de la derecha tramposa. Pero ahí está el gran problema del lente marxista. Las instituciones del Estado no pueden entenderse como armas de los encumbrados contra los justos. Son el domicilio común, el espacio indispensable para la convivencia. Cuando el caudillo gritó a los cuatro vientos que las instituciones merecían estar ahí, en el infierno de la porquería, era claro que mandaba al diablo también a quien lo hacía su candidato. Era cuestión de tiempo que los efectos de la convocatoria se hicieran sentir en su propia casa. Se ha consumado el aviso: al PRD se lo ha llevado el diablo.

El discurso del gran caudillo ha sido un coherente embate a los tres fundamentos de la convivencia: el diálogo, la verdad y las reglas. Ése es el tripié del trato institucional: aceptar la realidad, acatar las reglas, tolerar al otro. No es extraño lo que pasa en la familia perredista porque ahí ha avasallado ese mensaje: no se puede conversar con los traidores; no importan los hechos, sólo valen las normas que me validan.

Empecemos con la cancelación del diálogo. Tiene sentido escuchar a otro si se admite su dignidad, la posibilidad de que tenga razón o, incluso, si se acepta su derecho a equivocarse. Esa rutina en la que unos y otros hablan y se escuchan consecutivamente ha sido vetada por el purísimo. Los patriotas no tienen por qué charlar con los traidores. A ellos no se les escucha, se les aplasta.

Hoy lo vemos en la nueva campaña lopezobradorista. Con retórica e ilusiones insurreccionales se organizan comandos -¡así les llama!- para impedir que una fuerza política presente una iniciativa de ley. Se preparan para bloquear la deliberación. Considerar los argumentos de los desleales a la patria es ya motivo de excomunión. Curiosa virilidad de la intolerancia: quien escucha el alegato de otro se le entrega. Quien admite que el otro pudiera encerrar alguna diminuta y remota pista de razonabilidad es ya cómplice de los peores. Imposible debatir en este ambiente. El único espacio de la palabra es la cantaleta, la consigna y la amenaza.

Las proscripciones se extienden como epidemias. Si primero está prohibido conversar con los del otro partido, luego se vuelve indebido conversar con los del otro barrio y luego con los de la otra casa, después con los del otro cuarto, y al final con el de al lado. Al vetar el primer diálogo se inicia el camino hacia el monólogo donde sólo una voz es legítima. El resto tiene permiso de celebrarla. Lo que ahora pasa dentro del PRD no es más que la ramificación de su intolerancia. Ahora la intransigencia se perfila contra los enemigos interiores. Unos son puros, los otros traidores. Y ya se sabe que con los traidores no se puede tomar el café porque lo envenenan.

La sociedad política también tiene ciertas exigencias de verdad. No es que sea una comunidad científica volcada a la medición y la experimentación. Pero reclama un mínimo compromiso para aceptar hechos. Cada uno puede valorarlos como le dé la gana, pero no se tiene derecho a inventar la verdad, a torcerla, a ignorarla. Como recuerda el libro de Carlos Tello-Díaz, a las 11 de la noche del 2 de julio del 2006, Andrés Manuel López Obrador declaró que aventajaba con "cuando menos 500 mil votos" a su adversario. ¿De dónde sacó ese número? De la manga. Lo inventó. Dijo medio millón, pero pudo haber dicho tres millones. Después fue inventando e inventando e inventando hipótesis, teorías y conjuras que trataban de ocultar su derrota y fabricar una victoria cuya única fuente es la fe de sus simpatizantes.

Al acompañar a López Obrador en ese viaje de fantasía, el perredismo ha dado muestras de su escasísimo compromiso con la verdad -y ahora paga las consecuencias. Lo mismo se escucha hoy en relación con el petróleo: inventos, fabricaciones, incoherencias. Tal parece que la realidad ha sido condenada como reaccionaria. Y ahora que el PRD cumple su segunda semana sin poder declarar al ganador de su contienda interna, ¿de dónde puede levantarse la voz que pida la elemental constatación de hechos? ¿Quién podría levantar la mano para reivindicar la importancia de la veracidad difunta cuando todo el partido colaboró en su entierro?

Los conflictos pueden arreglarse de tres maneras: se resuelven a golpes y se impone el más fuerte; los soluciona una figura de autoridad y todos la reconocen; o se canaliza por algún procedimiento, siguiendo reglas. Las dos últimas opciones parecen inviables para el PRD. Las normas y los árbitros no generan confianza y la figura de autoridad es declaradamente parcial. Quedan la fuerza y el ruido.

El mensaje antiinstitucional de López Obrador ha tenido eco dentro de su partido. Las diatribas que el partido ha recitado en contra del régimen ahora se adaptan al pleito de las facciones. Unos son los espurios, los otros los legítimos; ellos son peleles, nosotros los congruentes. Por eso el pacto entre los contendientes se impone por encima de las resoluciones del órgano común. Ése es el legado político del caudillismo: la expropiación del domicilio compartido. Quien vive en la casa del PRD lo hace por graciosa condescendencia del "Presidente legítimo".

Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/

Etiquetas: , , , , , , , , ,


This page is powered by Blogger. Isn't yours?