lunes, agosto 27, 2007
De la catapulta al lastre
Nadie ha hecho tanto por su partido como Andrés Manuel López Obrador. Nadie le ha sido tan gravoso a su partido como López Obrador. El político tabasqueño multiplicó la votación del PRD, lo convirtió en fuerza ganadora en la mitad del país, lo inventó donde apenas existía y lo dejó a un paso de conquistar la Presidencia. Gracias a él, la segunda bancada más numerosa en la Cámara de Diputados es perredista. Gracias a él, su partido sigue gobernando la capital del país. Un simple vistazo a la historia reciente de nuestras elecciones dará cuenta de la catapulta que fue para su partido. Un portentoso ascenso electoral.
Después de las elecciones, el trampolín parece, más bien, un lastre. No me refiero a las votaciones que se han sucedido después de julio del 2006. La actitud del ex candidato presidencial frente a las instituciones pudo haber sido dañina para el PRD pero, en general, se imponen en cada votación las circunstancias locales. La rémora de López Obrador se percibe, sobre todo, en el gravísimo retroceso discursivo de su partido.
En ausencia de pruebas concretas sobre el fraude, López Obrador ha recurrido a la narrativa fantástica de la conspiración. Quienes lo siguen coinciden en tal acto de fe. No pueden ofrecer datos, evidencias, ni razones de que se haya falseado el voto. Sin embargo, están convencido de ello, lo saben, lo sienten. El PRD se ha convertido por ello en una congregación de fieles que no puede poner en duda la verdad revelada. López Obrador ya no se toma la molestia de explicar su alegato, simplemente repite que un oscuro poder le robó la Presidencia. Cualquier dato, cualquier rumor, cualquier chisme es usado por él como demostración plena del conjuro.
Su reciente comparecencia ante el congreso del PRD es una muestra de la curiosa lógica del caudillo. Los adjetivos que emplea no describen una crisis política, sino una posesión satánica. Grotesca, descompuesta, impune, envilecida política. Todas las órbitas institucionales han quedado poseídas por el espíritu del Mal. El Ejecutivo es un usurpador. Las instituciones han sido envilecidas a tal punto que son sólo la careta de una mafia. Los miembros del Poder Judicial son encubridores que carecen de cualquier autoridad moral. Los medios de comunicación forman parte del mismo estercolero. A excepción de algunos medios favorables a su causa, son simples instrumentos de control y manipulación de la opinión pública. Frente a la posesión, López Obrador no llama a la actividad política. Convoca a su partido para convertirse en exorcista. Un aparato para conjurar los malignos espíritus que se han apoderado de la nación.
Hay visibles diferencias dentro del PRD. Es natural que así sea. Todos los partidos tienen sus grupos y sus pleitos. Los medios de comunicación se han concentrado, por su parte, en las controversias y las rivalidades dentro del PRD. Les gusta hablar de tribus, remarcar su indocilidad y su violencia verbal. Subrayan por eso los gritos y las amenazas; las descalificaciones y los insultos. También es natural que sea así: los medios adoran la reyerta.
Yo subrayaría lo contrario: el gran acuerdo que hay en el PRD. Nadie se atreve a mencionar ahí dentro la inmensa farsa del "fraude". No hay un sólo actor dentro del partido que sea capaz de ponerle nombre al engaño lopezobradorista que comenzó la madrugada del 3 de julio del año pasado. Algunos cuestionan tímidamente la campaña o la estrategia electoral. Pero nadie es capaz de levantar la voz para nombrar la verdad y reconocer que perdieron la elección. Así, la quinta resolución del Congreso Nacional Extraordinaria del PRD declara enfáticamente que "bajo ninguna circunstancia lo reconocerá como Presidente de México y que no habrá diálogo ni negociación alguna con él".
Las diferencias que haya dentro del PRD me parecen intrascendentes frente a esta coincidencia central. El PRD unánimemente se dispone a desconocer la realidad, a darle la espalda a las circunstancias y seguir en el aislamiento de su fe. Se puede adornar esta ceguera con el vocabulario incendiario de quienes sueñan con una agudización de las contradicciones tal que lleve finalmente al cambio auténtico. Se puede también tapizar esa ceguera con una ambigua apelación a las instituciones y la vía electoral. Lo relevante es que ambas siguen el engaño central: la fe (pues su convicción no se funda en prueba o razón) en el fraude.
El secuestro del imaginario lopezobradorista es pleno. Ni los sectores más distantes al liderazgo de López Obrador se atreven a encarar el núcleo de su engaño. ¿Qué tan nueva puede ser una izquierda que dice para dar prueba de lealtad al prohombre que ellos no van a "entregar legitimidades"? La expresión es de Carlos Navarrete y vale la pena detenerse en ella porque proviene del ala moderada del partido. Con todo orgullo, Navarrete advierte que los legisladores del PRD no otorgarán legitimidad a "ese personaje" que es Felipe Calderón. El pequeño problema es que a los partidos no corresponde esa tarea. No son las partes las que confieren o retiran el título de legitimidad a las autoridades constitucionales. Si los partidos son en verdad democráticos, entienden que corresponde a los órganos arbitrales definir a quien corresponde el encargo ejecutivo o la representación congresional.
El PRD cayó completo en la trampa de López Obrador. Nadie dentro lo encaró a tiempo. Por eso asume un discurso que no tiene asidero en el mundo real como postura oficial. Negando su propio sitio en el presente, se tragó la idea de que México es una dictadura dominada por fuerzas oscuras, donde no hay instituciones de la diversidad ni votaciones creíbles. Así, el PRD se debate entre dos versiones del mismo solipsismo: el mundo es sólo lo que yo quiero que sea.
Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com
Después de las elecciones, el trampolín parece, más bien, un lastre. No me refiero a las votaciones que se han sucedido después de julio del 2006. La actitud del ex candidato presidencial frente a las instituciones pudo haber sido dañina para el PRD pero, en general, se imponen en cada votación las circunstancias locales. La rémora de López Obrador se percibe, sobre todo, en el gravísimo retroceso discursivo de su partido.
En ausencia de pruebas concretas sobre el fraude, López Obrador ha recurrido a la narrativa fantástica de la conspiración. Quienes lo siguen coinciden en tal acto de fe. No pueden ofrecer datos, evidencias, ni razones de que se haya falseado el voto. Sin embargo, están convencido de ello, lo saben, lo sienten. El PRD se ha convertido por ello en una congregación de fieles que no puede poner en duda la verdad revelada. López Obrador ya no se toma la molestia de explicar su alegato, simplemente repite que un oscuro poder le robó la Presidencia. Cualquier dato, cualquier rumor, cualquier chisme es usado por él como demostración plena del conjuro.
Su reciente comparecencia ante el congreso del PRD es una muestra de la curiosa lógica del caudillo. Los adjetivos que emplea no describen una crisis política, sino una posesión satánica. Grotesca, descompuesta, impune, envilecida política. Todas las órbitas institucionales han quedado poseídas por el espíritu del Mal. El Ejecutivo es un usurpador. Las instituciones han sido envilecidas a tal punto que son sólo la careta de una mafia. Los miembros del Poder Judicial son encubridores que carecen de cualquier autoridad moral. Los medios de comunicación forman parte del mismo estercolero. A excepción de algunos medios favorables a su causa, son simples instrumentos de control y manipulación de la opinión pública. Frente a la posesión, López Obrador no llama a la actividad política. Convoca a su partido para convertirse en exorcista. Un aparato para conjurar los malignos espíritus que se han apoderado de la nación.
Hay visibles diferencias dentro del PRD. Es natural que así sea. Todos los partidos tienen sus grupos y sus pleitos. Los medios de comunicación se han concentrado, por su parte, en las controversias y las rivalidades dentro del PRD. Les gusta hablar de tribus, remarcar su indocilidad y su violencia verbal. Subrayan por eso los gritos y las amenazas; las descalificaciones y los insultos. También es natural que sea así: los medios adoran la reyerta.
Yo subrayaría lo contrario: el gran acuerdo que hay en el PRD. Nadie se atreve a mencionar ahí dentro la inmensa farsa del "fraude". No hay un sólo actor dentro del partido que sea capaz de ponerle nombre al engaño lopezobradorista que comenzó la madrugada del 3 de julio del año pasado. Algunos cuestionan tímidamente la campaña o la estrategia electoral. Pero nadie es capaz de levantar la voz para nombrar la verdad y reconocer que perdieron la elección. Así, la quinta resolución del Congreso Nacional Extraordinaria del PRD declara enfáticamente que "bajo ninguna circunstancia lo reconocerá como Presidente de México y que no habrá diálogo ni negociación alguna con él".
Las diferencias que haya dentro del PRD me parecen intrascendentes frente a esta coincidencia central. El PRD unánimemente se dispone a desconocer la realidad, a darle la espalda a las circunstancias y seguir en el aislamiento de su fe. Se puede adornar esta ceguera con el vocabulario incendiario de quienes sueñan con una agudización de las contradicciones tal que lleve finalmente al cambio auténtico. Se puede también tapizar esa ceguera con una ambigua apelación a las instituciones y la vía electoral. Lo relevante es que ambas siguen el engaño central: la fe (pues su convicción no se funda en prueba o razón) en el fraude.
El secuestro del imaginario lopezobradorista es pleno. Ni los sectores más distantes al liderazgo de López Obrador se atreven a encarar el núcleo de su engaño. ¿Qué tan nueva puede ser una izquierda que dice para dar prueba de lealtad al prohombre que ellos no van a "entregar legitimidades"? La expresión es de Carlos Navarrete y vale la pena detenerse en ella porque proviene del ala moderada del partido. Con todo orgullo, Navarrete advierte que los legisladores del PRD no otorgarán legitimidad a "ese personaje" que es Felipe Calderón. El pequeño problema es que a los partidos no corresponde esa tarea. No son las partes las que confieren o retiran el título de legitimidad a las autoridades constitucionales. Si los partidos son en verdad democráticos, entienden que corresponde a los órganos arbitrales definir a quien corresponde el encargo ejecutivo o la representación congresional.
El PRD cayó completo en la trampa de López Obrador. Nadie dentro lo encaró a tiempo. Por eso asume un discurso que no tiene asidero en el mundo real como postura oficial. Negando su propio sitio en el presente, se tragó la idea de que México es una dictadura dominada por fuerzas oscuras, donde no hay instituciones de la diversidad ni votaciones creíbles. Así, el PRD se debate entre dos versiones del mismo solipsismo: el mundo es sólo lo que yo quiero que sea.
Jesús Silva-Herzog Márquez
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Etiquetas: AMLO, demagogia, democracia, fanatismo, fascismo, intolerancia, populismo, PRD
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CALDERÓN: NADA QUE INFORMAR
Jorge Carrasco Araizaga (Proceso)
Más allá de cómo se resuelva la manera en que Felipe Calderón rinda su primer reporte de gobierno, el tema de fondo es que, en sus primeros nueve meses, la segunda administración del PAN en la Presidencia del país prácticamente no tiene nada que informar.
Dedicado en sus primeros cuatro meses a declarar una “guerra” al narcotráfico, con el propósito de obtener la legitimidad que no obtuvo en las urnas, Calderón ha dejado a la inercia las políticas públicas de México.
El mayor énfasis de su gobierno ha estado en el tema de la seguridad, pero a pesar de todo el capital político que le ha puesto no ha podido siquiera poner de acuerdo a su gabinete de seguridad.
Si algo ha caracterizado a ese gabinete han sido las pugnas internas.
Una, la de la Secretaría de Seguridad Pública (SSPF) con la Defensa Nacional (Sedena). Otra, la de la Procuraduría General de la República (PGR) con la misma SSP federal.
Más todavía, la desconfianza generalizada hacia un desacreditado de por sí Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) después de que Calderón designó como director a uno de sus encuestadores, Guillermo Valdés.
Por si fuera poco, el Ejército ha quedado expuesto por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en Michoacán, Sinaloa y extraoficialmente en la sierra de Zongolica, Veracruz.
Otro escándalo que ha caracterizado a lo que va del sexenio de Calderón es el de Zhenli Ye Gon, el empresario de origen chino naturalizado mexicano que, según las acusaciones de la PGR, durante el sexenio pasado operó la importación de seudoefedrina para la elaboración de metanfetaminas y al que se le incautaron 205 millones de dólares, y que el michoacano dispuso sin mandamiento judicial de por medio.
Si bien la complicidad oficial con Ye Gon comenzó en el sexenio de Vicente Fox, Calderón no es ajeno al problema.
En primer lugar porque su procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, como director del Cisen en los momentos en que Ye Gon traficaba el precursor, debió advertir sobre las actividades del empresario.
Además, Ye Gon involucró al secretario del Trabajo de Calderón, Javier Lozano Alarcón, bajo el alegato de que estuvo implicado en la acumulación del dinero incautado al ciudadano naturalizado mexicano en el 2002.
Hay otra manera en que ese escándalo toca al gobierno de Calderón y que tiene que ver con sus omisiones en relación con la presunta corrupción de la administración de Fox.
Aduanas, Sistema de Administración Tributaria (SAT) y Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), son algunas de las instancias gubernamentales implicadas en la trama de Ye Gon, y hasta ahora el gobierno calderonista no ha mostrado siquiera intención de llegar hasta los responsables.
Quien en el actual gobierno tiene esa obligación es Germán Martínez Cázares, secretario de la Función Pública y uno de los colaboradores más cercanos de Calderón.
Aspirante a la presidencia del PAN, con el propósito de Calderón de controlar al blanquiazul, Martínez Cázares tiene también los expedientes de los hijos de Marta Sahagún y hasta ahora no se conoce ninguna acción de la Función Pública contra los hermanos Bribiesca, a pesar de las investigaciones realizadas por la Cámara de Diputados.
Si bien la Función Pública inhabilitó al primer director de Pemex designado por Fox, Raúl Muñoz Leos, por haber negociado un contrato millonario con el sindicato –tal y como ocurrió con el PRI–, nada se sabe sobre acciones relacionadas con los millonarios negocios hechos en el sexenio pasado en las distintas divisiones de la empresa, en especial en Pemex Refinación.
Otros negocios millonarios del sexenio de Fox se hicieron con la construcción de la megabiblioteca José Vasconcelos o el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Y hasta ahora Calderón no ha hecho más que cubrirlos.
Hay decisiones clave que le competen de forma directa y que no ha tomado.
Es el caso de la integración de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel). Luego que la Suprema Corte de Justicia de la Nación declarara inconstitucional parte de la “ley Televisa”, está en manos de Calderón la suerte de los miembros del ente regulador de las telecomunicaciones en México y que ahora está capturado por Televisa y TV Azteca.
En materia económica, el Programa de Primer Empleo ha sido un fracaso, de acuerdo con los propios empresarios, mientras que la Secretaría del Trabajo ha repetido la actitud del anterior sexenio, de someterse al grupo minero México en su conflictiva relación con el sindicato.
Y su llamada reforma fiscal será más de lo mismo: recaudación a través de más impuestos a los cautivos. Poco se ha notado su experiencia legislativa de la que tanto se ufanó.
En política social, más allá de adoptar el programa de López Obrador de dar una ayuda económica a los adultos mayores, nada se puede decir excepto de los conflictos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) con la jefa del SNTE, Elba Ester Gordillo.
En Salud, lo más destacado es la controversia constitucional interpuesta por su gobierno con la comparsa de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en contra de la despenalización del aborto en el Distrito Federal.
Fuera de la política exterior, en el que ha avanzado en la normalización de relaciones con Cuba y Venezuela, de los demás casi no hay nada que decir. Es más, del resto del gabinete, y por tanto de sus acciones de gobierno, prácticamente no hay nada que informar.
Comentarios: jcarrasco@proceso.com.mx
Jorge Carrasco Araizaga (Proceso)
Más allá de cómo se resuelva la manera en que Felipe Calderón rinda su primer reporte de gobierno, el tema de fondo es que, en sus primeros nueve meses, la segunda administración del PAN en la Presidencia del país prácticamente no tiene nada que informar.
Dedicado en sus primeros cuatro meses a declarar una “guerra” al narcotráfico, con el propósito de obtener la legitimidad que no obtuvo en las urnas, Calderón ha dejado a la inercia las políticas públicas de México.
El mayor énfasis de su gobierno ha estado en el tema de la seguridad, pero a pesar de todo el capital político que le ha puesto no ha podido siquiera poner de acuerdo a su gabinete de seguridad.
Si algo ha caracterizado a ese gabinete han sido las pugnas internas.
Una, la de la Secretaría de Seguridad Pública (SSPF) con la Defensa Nacional (Sedena). Otra, la de la Procuraduría General de la República (PGR) con la misma SSP federal.
Más todavía, la desconfianza generalizada hacia un desacreditado de por sí Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) después de que Calderón designó como director a uno de sus encuestadores, Guillermo Valdés.
Por si fuera poco, el Ejército ha quedado expuesto por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas en Michoacán, Sinaloa y extraoficialmente en la sierra de Zongolica, Veracruz.
Otro escándalo que ha caracterizado a lo que va del sexenio de Calderón es el de Zhenli Ye Gon, el empresario de origen chino naturalizado mexicano que, según las acusaciones de la PGR, durante el sexenio pasado operó la importación de seudoefedrina para la elaboración de metanfetaminas y al que se le incautaron 205 millones de dólares, y que el michoacano dispuso sin mandamiento judicial de por medio.
Si bien la complicidad oficial con Ye Gon comenzó en el sexenio de Vicente Fox, Calderón no es ajeno al problema.
En primer lugar porque su procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, como director del Cisen en los momentos en que Ye Gon traficaba el precursor, debió advertir sobre las actividades del empresario.
Además, Ye Gon involucró al secretario del Trabajo de Calderón, Javier Lozano Alarcón, bajo el alegato de que estuvo implicado en la acumulación del dinero incautado al ciudadano naturalizado mexicano en el 2002.
Hay otra manera en que ese escándalo toca al gobierno de Calderón y que tiene que ver con sus omisiones en relación con la presunta corrupción de la administración de Fox.
Aduanas, Sistema de Administración Tributaria (SAT) y Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), son algunas de las instancias gubernamentales implicadas en la trama de Ye Gon, y hasta ahora el gobierno calderonista no ha mostrado siquiera intención de llegar hasta los responsables.
Quien en el actual gobierno tiene esa obligación es Germán Martínez Cázares, secretario de la Función Pública y uno de los colaboradores más cercanos de Calderón.
Aspirante a la presidencia del PAN, con el propósito de Calderón de controlar al blanquiazul, Martínez Cázares tiene también los expedientes de los hijos de Marta Sahagún y hasta ahora no se conoce ninguna acción de la Función Pública contra los hermanos Bribiesca, a pesar de las investigaciones realizadas por la Cámara de Diputados.
Si bien la Función Pública inhabilitó al primer director de Pemex designado por Fox, Raúl Muñoz Leos, por haber negociado un contrato millonario con el sindicato –tal y como ocurrió con el PRI–, nada se sabe sobre acciones relacionadas con los millonarios negocios hechos en el sexenio pasado en las distintas divisiones de la empresa, en especial en Pemex Refinación.
Otros negocios millonarios del sexenio de Fox se hicieron con la construcción de la megabiblioteca José Vasconcelos o el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM). Y hasta ahora Calderón no ha hecho más que cubrirlos.
Hay decisiones clave que le competen de forma directa y que no ha tomado.
Es el caso de la integración de la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel). Luego que la Suprema Corte de Justicia de la Nación declarara inconstitucional parte de la “ley Televisa”, está en manos de Calderón la suerte de los miembros del ente regulador de las telecomunicaciones en México y que ahora está capturado por Televisa y TV Azteca.
En materia económica, el Programa de Primer Empleo ha sido un fracaso, de acuerdo con los propios empresarios, mientras que la Secretaría del Trabajo ha repetido la actitud del anterior sexenio, de someterse al grupo minero México en su conflictiva relación con el sindicato.
Y su llamada reforma fiscal será más de lo mismo: recaudación a través de más impuestos a los cautivos. Poco se ha notado su experiencia legislativa de la que tanto se ufanó.
En política social, más allá de adoptar el programa de López Obrador de dar una ayuda económica a los adultos mayores, nada se puede decir excepto de los conflictos de la Secretaría de Educación Pública (SEP) con la jefa del SNTE, Elba Ester Gordillo.
En Salud, lo más destacado es la controversia constitucional interpuesta por su gobierno con la comparsa de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) en contra de la despenalización del aborto en el Distrito Federal.
Fuera de la política exterior, en el que ha avanzado en la normalización de relaciones con Cuba y Venezuela, de los demás casi no hay nada que decir. Es más, del resto del gabinete, y por tanto de sus acciones de gobierno, prácticamente no hay nada que informar.
Comentarios: jcarrasco@proceso.com.mx
Hay 13 analisis matemáticos (12 hechos en México y 1 en
Cornell) que indican que hubo anomalías en las elecciones. Esas son pruebas concretas, pero la totalidad del panismo invirtió todo el dinero que fue posible para que esas pruebas no llegaran a los medios de comunicación. Y de cualquier modo hubiera sido mucho pedir a nuestras autoridades que entendieran matemáticas, cuando se considera significativa una diferencia 6 veces menor al margen de error.
De cualquier manera no hay nada que hacer. Felicidades, a un año de Calderonismo el país va, como siempre, en picada hacia el desastre, mientras gente como tù va echando porras. Que te aproveche.
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Cornell) que indican que hubo anomalías en las elecciones. Esas son pruebas concretas, pero la totalidad del panismo invirtió todo el dinero que fue posible para que esas pruebas no llegaran a los medios de comunicación. Y de cualquier modo hubiera sido mucho pedir a nuestras autoridades que entendieran matemáticas, cuando se considera significativa una diferencia 6 veces menor al margen de error.
De cualquier manera no hay nada que hacer. Felicidades, a un año de Calderonismo el país va, como siempre, en picada hacia el desastre, mientras gente como tù va echando porras. Que te aproveche.
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