sábado, agosto 14, 2010

 

El factor 2012

Triste factor significará el año electoral que afecta sobremanera la marcha de la nación. La inercia electoral prevalecerá por sobre la necesidad de buscar y construir una mejor sociedad con un mejor gobierno y un mejor desarrollo.

Encuentro al menos tres explicaciones para la ineficiencia democrática de nuestro país que se traduce en pobre desarrollo y crecimiento. Primero, la falta de una real transparencia en el uso, pero sobre todo en la efectividad de los recursos públicos; segundo, la contaminación electoral en todas las decisiones de los gobiernos, y finalmente el gigantismo burocrático que carcome la celeridad, eficacia y objetividad del Gobierno.

Es increíble, pero en la mayoría de los estados y municipios, las cuentas públicas nunca han sido revisadas por los congresos locales a tiempo. Hay una gran disparidad en los criterios utilizados para evaluar y no hay voluntad por hacer del ejercicio presupuestal un acto abierto, ciudadano y sobre todo más claro en cuanto al impacto que cada peso del erario tiene en beneficio de la sociedad. Nadie sabe bien el destino de nuestros impuestos.

Según la SHCP, la nómina de los gobiernos estatales no es clara y los estados destinan en promedio un 65 por ciento de su presupuesto en sueldos y salarios. El resto se va en gasto de servicios generales para operar oficinas, transportación, viáticos, mantenimiento, comunicaciones, servicio de deuda, etc.

Son todos gastos inertes, dejando un promedio de menos de 4 por ciento para las inversiones productivas en infraestructura, que son las que realmente le facilitan la vida a los ciudadanos.

En Nuevo León la cifra es de casi 73 por ciento del presupuesto que destina a lo que se llama Ramo 1000, correspondiente a sueldos y salarios. Esto es en números redondos como 36 mil millones de pesos al año, o 3 mil millones de pesos al mes, o 100 millones de pesos diarios.

Aunque inviable, una decisión histórica y extraordinaria hubiera sido disponer de un mes de sueldos y salarios de Nuevo León para mostrar una decisión comprometida con la reconstrucción del Estado. Al cabo la infraestructura que se dañó ha sido en parte fallas de la forma en que los servidores públicos han permitido su construcción. Esa "multa" de un mes de salario por desastres sería un gran incentivo para que los funcionarios actúen con eficacia.

Referente a la contaminación electoral, los comicios no sancionan la ineficiencia en la administración pública y por tanto ahora ya no es un partido, sino tres los que han dejado de preocuparse por políticas públicas efectivas y solamente piensan en el impacto de ellas a la hora de la elección.

Ya no hay excusa para la falta de efectividad en el Gobierno. Todos han demostrado en este siglo que es muy difícil gobernar bien cuando el factor más importante es ganar la siguiente elección y no atender las demandas y las necesidades de los ciudadanos.

Ejemplos abundan: desde delegaciones que funcionan como oficinas de representación política y de gestión de apoyos, hasta gobernadores, alcaldes y legisladores participando activamente sin sanción en la elección de sus sucesores o en la búsqueda de su siguiente puesto.

Si los ayuntamientos o gobiernos estatales fueran sancionados por el incumplimiento de sus planes de desarrollo o el Gobierno federal y el Congreso por no poder facilitar el crecimiento económico del País, otra sería la historia. No tendríamos una burocracia tan grande que supera los 4 millones.

Sin duda, el domingo 1 de julio del 2012 será un día muy importante en la vida democrática de México, pero la pregunta que como ciudadanos nos hacemos es ¿para qué?

¿Para qué, si las soluciones a los problemas actuales se postergan por la preocupación de perder votos?

¿Para qué, si las buenas políticas públicas son denostadas por quienes no las hicieron, sólo por egoísmo partidista?

¿Para qué, si como quiera se buscan alianzas para que los partidos pequeños sigan existiendo sin producir ningún beneficio a la nación?

¿Para qué, si los impuestos seguirán siendo insuficientes y los sindicatos seguirán azuzando al Gobierno con sus prebendas y compromisos?

¿Para qué, si a pesar de los cambios que la sociedad exige, los partidos no modifican su actitud, siguen colgados del presupuesto público y no tienen sanciones ejemplares por realizar estafas electorales que, como ahora todos las cometen, y entonces todos se justifican?

La vida democrática y electoral está desligada de la vida y necesidades del ciudadano. Lamentablemente, no hay honestidad en nuestros políticos y nada hacen por cambiarlo. Hoy, 4 millones de servidores públicos sólo piensan en el 2012.
Vidal Garza Cantú
vidalgarza@yahoo.com

viernes, agosto 13, 2010

 

La guerra de México

Una parte importante de la sociedad mexicana se resiste a aceptar la idea de
que México está en guerra y, mientras no acepte esa realidad, nunca podrá
entender la violencia que está viviendo el país. El asesinato del candidato
a gobernador de Tamaulipas, Rodolfo Torre Cantú, y los ataques cada vez más
sistemáticos de los cárteles a las fuerzas policiales y funcionarios de
seguridad, han creado incertidumbre y dificultad entre los mexicanos para
interpretar estos hechos. Basta una mirada rápida a los datos sobre
víctimas; secuencia y cantidad de contactos armados; armamento y medios
involucrados; extensión de los territorios en disputa y fuerzas policiales y
militares comprometidas por aire, mar y tierra, para concluir que México
tiene una guerra.

Desde el conflicto en los Balcanes las guerras dejaron de ser consideradas
los clásicos enfrentamientos entre dos contendientes. Muchas de éstas se
convirtieron en confrontaciones entre múltiples actores que luchan movidos
por fanatismos nacionalistas o religiosos, o que se disputan recursos
involucrando a bandidos, combatientes y fuerzas del Estado. Existen
conflictos de este tipo provocados por diamantes, esmeraldas, plantaciones
de coca, cultivos de amapola o el cobro de rentas a compañías petroleras. En
México, el centro del conflicto es su valor de ruta para introducir drogas a
Estados Unidos. Los miles de millones de dólares que produce esa ruta
generaron unos poderes fácticos criminales con ejércitos privados que se
hicieron dueños de la frontera norte de México y parte de la frontera sur de
Estados Unidos.

Esa zona se volvió el albergue de múltiples actividades delictivas y terminó
convertida prácticamente en otro país. Al igual que en otras guerras por
recursos, terminó estallando al norte de México un sangriento conflicto
entre los distintos grupos criminales por dominar rutas de narcotráfico,
plazas de narcomenudeo y territorios de pandillas, y esto obligó al Estado a
intervenir. Para darse una idea del tamaño de la guerra entre cárteles y del
poder de éstos, basta decir que estas bandas se han causado entre ellas
alrededor de 20 mil bajas mortales en sólo tres años. De los 25 mil muertos
que se registran hasta la fecha, aproximadamente el 90% corresponde a los
cárteles y el resto a civiles y miembros de las fuerzas de seguridad. El 80%
de los homicidios ocurren en la frontera norte y una parte importante de la
violencia que tiene lugar en el resto de México guarda relación con lo que
ocurre al norte.

Es cierto que México tiene problemas de impunidad, corrupción y debilidad
institucional, pero esos problemas no tenían por qué derivar en una guerra.
Han sido el valor como ruta de la droga, los miles de millones de dólares y
las decenas de miles de armas provenientes de Estados Unidos los factores
principales en la generación del conflicto. Dada la diferencia de desarrollo
entre ambos países el comercio ilegal de drogas ha impactado de forma
asimétrica. Lo que para Estados Unidos es un problema marginal de salud y
seguridad pública, para México se ha convertido en guerra y amenaza a la
seguridad nacional. El gobierno de México le ha decomisado más de 75 mil
armas y más de 400 millones de dólares a los cárteles en tres años. La
cantidad de armas creció exponencialmente resultado de una carrera
armamentista entre cárteles en los últimos cinco años. Esas armas son más
que lo que los gobiernos colombianos le han decomisado a las FARC en varias
décadas y es tres veces lo que las guerrillas de El Salvador lograron
introducir desde Nicaragua durante la guerra civil en ese país. El dinero es
cuatro veces lo que el gobierno de Estados Unidos aprobó como ayuda para
sostener a 40 mil contrarrevolucionarios nicaragüenses en los ochenta. Aun y
cuando las armas de los cárteles están más en función intimidatoria que
combativa, su resultado es el dominio territorial y esto implica que muchos
mexicanos quedan bajo su autoridad.

Con seguridad los cárteles del narcotráfico, pandillas urbanas y demás
delincuentes establecidos en la frontera norte y en estados como Michoacán y
Guerrero suman en su conjunto muchos miles de bandidos armados que amenazan
la soberanía de una parte del territorio mexicano, y esto no es un problema
de segundo orden. No se trata de escoger entre perseguir narcotraficantes o
perseguir "rateros", sino de atender una clara amenaza a la soberanía del
Estado que pone en peligro a toda la sociedad. Es comprensible que por
razones de imagen, rigidez teórica o interés político personal, no se le
quiera llamar guerra a una guerra, pero los datos duros son muy claros en
ese sentido, el país tiene una guerra y la violencia es parte natural de
ésta. No existen las guerras sin muertos, por lo tanto, mientras no se
acepte que hay un conflicto armado y que se está frente a una situación
anormal que demanda sacrificios y acciones extraordinarias, no se entenderá
la violencia, se pensará que ésta se puede ocultar o resolver rápido y
fácil, o se creerá ingenuamente que si el gobierno suspendiera sus
operaciones la violencia terminaría.

Entre los que se oponen a confrontar a los cárteles subyace la idea de una
posible estrategia no violenta y silenciosa que nadie explica. Se puede
discutir sobre formas eficaces de usar la fuerza, pero no existe camino
pacífico para enfrentar a los cárteles y no hay modo de que la violencia en
México pueda pasar desapercibida. Con el crimen organizado no se puede ni
convivir ni negociar y si no se le combate crece. Si no se les estuviera
combatiendo ahora, a futuro terminarían convertidos en un gran poder
criminal en el propio Distrito Federal, tal como le ocurrió a Colombia con
Bogotá. Si el centro de gravedad del conflicto es el valor de la ruta de la
droga, es necesario reducir al máximo el valor de ésta, quitándoles
ventajas, oportunidades y comodidades a los cárteles en el uso de ese
territorio.

Lo anterior sólo es posible hacerlo usando la fuerza, porque no se puede
resolver este problema rezando. Ni suplicándoles que no crezcan, que no
maten, que se porten bien o que negocien pactos de civilidad. Lo que se
suele llamar erróneamente "negociación" no consiste en hablar en una mesa
con los criminales, sino en poner una correlación de fuerzas en el terreno a
favor del Estado que les limite su actividad. En la actualidad hay lugares
donde es el crimen organizado el que le ha puesto límites a la actividad del
Estado. El problema de México no es atajar drogas para que no le lleguen a
los norteamericanos, eso es una consecuencia secundaria. México necesita
desmantelar cárteles, pandillas y estructuras criminales para recuperar
autoridad y devolverle la tranquilidad a los ciudadanos y esto no puede
hacerse en poco tiempo y sin sufrir muertos.

La guerra es entonces una realidad inevitable y la violencia y el tiempo no
son por ahora indicadores de victoria o fracaso, sino indicadores del tamaño
del problema. No es sensato demandar que en tres años acabe la violencia de
unos grupos criminales que poseen miles de millones de dólares, decenas de
miles de armas y miles de bandidos que han aprendido a matar. Estos grupos
no crecieron, se armaron y se apoderaron de territorios de la noche a la
mañana; lo hicieron durante un periodo de paz ficticia que al final se
volvió insostenible. No fue la acción presente del Estado lo que generó la
violencia, sino la inacción de éste en el pasado. La guerra la impusieron
los criminales con sus matanzas que se convirtieron en un reto a la
autoridad; el Estado no podía limitarse a ser árbitro. La violencia le iba a
estallar a cualquiera que gobernara México. Por lo tanto, que haya crecido
la violencia al intervenir el gobierno y enfrentar a los cárteles, es algo
totalmente lógico e inevitable.

La violencia es parte inherente de una guerra y no es por sí misma una señal
de lo mal que va ésta. La demanda de los opositores es razonable si se
centra en exigir más eficacia, mejor coordinación interinstitucional,
integralidad de los planes y acuerdos políticos en seguridad, pero es
ilógica cuando demandan el fin de la violencia a toda costa porque eso es
imposible. Primero porque es indispensable que el Estado use la fuerza y
segundo porque la violencia entre delincuentes no depende del gobierno. Las
victorias por ahora no pueden medirse por el fin o la disminución de la
violencia, sino por los golpes que las fuerzas del Estado propinan a los
cárteles; por las armas, el dinero y la droga decomisada; por las capturas
de delincuentes; por la reducción de la infiltración en las policías; por
los territorios que se van recuperando; por la reforma, depuración y
unificación de las policías; por el desarrollo de políticas sociales
orientadas a mejorar la seguridad y por la construcción de infraestructuras
que permitan consolidar los territorios recuperados; ésos son los
indicadores del éxito.

El conflicto en México es de impacto territorial reducido, pero con un
efecto en la percepción de inseguridad multiplicado, dada la importancia
estratégica del país. La violencia está concentrada en la frontera norte,
pero dado que el país tiene casi dos millones de kilómetros cuadrados y 112
millones de habitantes, los indicadores nacionales de homicidios son bajos y
la mayor parte del territorio está en paz. Sin embargo, los disparos en
Ciudad Juárez se escuchan con fuerza en Washington y en la ciudad de México.
Existe en realidad una situación de guerra en la periferia con paz en el
Distrito Federal. El hecho de que el debate en el centro vital descanse en
la percepción y no en una amenaza tangible, crea dificultades adicionales
para que se entienda la violencia y la gravedad del problema. Esto facilita
que algunos piensen que ésta es una guerra del gobierno y no una causa
nacional.

No todas las violencias son iguales ni pueden ser leídas de la misma manera.
Por ejemplo, que ETA ponga más bombas en España es señal de fortalecimiento
de los terroristas vascos porque su violencia está ligada directamente a su
propósito político, y en su lógica más violencia es avance. En el caso de
las pandillas que existen en Centroamérica y también en Ciudad Juárez, la
violencia forma parte de su identidad y no es sólo un mecanismo de defensa;
esta violencia es por ello más irracional, más difícil de controlar y su
crecimiento es señal de agravamiento del problema. En el caso del crimen
organizado en México la violencia es instrumental, le sirve para defender
sus "negocios", para intimidar y controlar territorio y para hegemonizar en
rutas y plazas frente a otros grupos criminales. Su combate natural es con
otros cárteles, no con el Estado. La lucha entre cárteles es un asunto de
competidores por el mercado como en cualquier otro negocio, la diferencia es
que en vez de resolver esa competencia vía publicidad, calidad de productos
o en juicios mercantiles, la resuelven matándose unos a otros porque son
criminales, no empresarios.

La violencia de los cárteles contra el Estado mexicano es, por lo tanto, un
recurso de última instancia porque atacar al gobierno no ayuda a sus
propósitos, algo que se expresa claramente en su regla explícita de evitar
"calentar la plaza", es decir, evitar llamar la atención del Estado. Entre
menos se interese el gobierno en combatirlos, mejor para ellos, y el
problema es que esto puede derivar en que lleguen a tener más poder que el
Estado. Esto ocurre cuando el Estado pierde el monopolio de la fuerza y eso
no resulta necesariamente de combates, sino por el debilitamiento de las
instituciones de seguridad a consecuencia de la penetración y la corrupción,
por el crecimiento exagerado de la seguridad privada y por el
fortalecimiento de poderes criminales armados. La existencia de más de mil
corporaciones policiales, de decenas de grupos criminales, de múltiples
territorios en disputa, más las dificultades de coordinación entre distintos
niveles de gobierno, pueden convertirse en una fragmentación muy peligrosa.
Si no se actúa para asegurar la autoridad del Estado sobre todo el
territorio, hay riesgo de que el país quede dividido en múltiples feudos
criminales y que el Estado se convierta sólo en otro feudo más como en
Guatemala.

La confusión sobre los tipos de violencia y la no comprensión sobre el
propósito de los cárteles conduce a malinterpretar los hechos violentos. El
ascenso de la violencia de los cárteles contra las fuerzas y funcionarios
del Estado no debe ser interpretado como si se estuviese enfrentando a una
insurgencia. Los cárteles no confrontan al Estado, tratan de cooptarlo, de
corromperlo con dinero o de neutralizarlo por intimidación. El Chapo Guzmán
y el resto de los capos no pretenden hacer una revolución y entrar
victoriosos a la capital para sentarse en la silla presidencial y gobernar
México. Se trata de criminales movidos por la codicia, que quieren
enriquecerse traficando droga y para ello prefieren comprar policías y
políticos que matarlos.

Se suele decir que los cárteles son ahora más fuertes que antes porque su
violencia se ha vuelto más manifiesta. Esto es un gran contrasentido porque
implica que éstos son más fuertes ahora que se les combate, que cuando no se
les combatía. Es absurdo pensar que los miles de muertos, los miles de
presos y las decenas de miles de armas, drogas y dinero capturados los han
fortalecido. Igualmente se suele decir que ahora penetran más a las policías
que antes. Pero esto tampoco tiene sentido ya que después de miles de
policías depurados de las corporaciones, más de un millar muertos por los
delincuentes y centenares presos por vincularse al narcotráfico, han
aumentado dramáticamente los riesgos para quienes acepten corromperse. Por
lo tanto, ha disminuido la infiltración, algo que se evidencia en que ahora
hay más capturas de capos que antes.

Toda violencia extrema que rompe límites propios es síntoma de acoso. Que
ahora haya más violencia y que los cárteles exhiban su poder no es señal de
que vayan ganando, sino de que se están viendo obligados a manifestarse e
intentan que el Estado deje de perseguirlos. Están usando su recurso de
excepción y dejando de aplicar su regla de no calentar plaza. En ese
sentido, los ataques cada vez más frecuentes a funcionarios encargados de
procurar justicia y las emboscadas a los policías, demuestran que está
finalizando la convivencia pacifico-corrupta que les permitió a los cárteles
comprar funcionarios y dominar policías municipales y estatales. Están
poniendo sangre y dolor de por medio y esto modifica los términos de la
lucha en contra de ellos. Por otro lado, el asesinato de Rodolfo Torre Cantú
es para los cárteles un punto de quiebre a su posibilidad de contar con la
indiferencia de la clase política: han retado a todo el sistema y, con ello,
por intentar enfriar Tamaulipas, han calentado a todo México.

La guerra en México está entrando en una fase más definitoria, la violencia
cuantitativa podría ir disminuyendo, pero aparecerá una violencia de mayor
impacto y el combate entre los cárteles y el Estado se volverá más frecuente
e intenso. En Colombia la fase más violenta de la lucha contra los cárteles
urbanos fueron los últimos años. Es indispensable entender que desmontar
estructuras criminales que se apoderaron de policías no es tarea fácil;
desmantelar grupos armados muy violentos con arraigo social y grandes
intereses en el comercio de droga no es tarea pacífica. Sin duda hay muchos
sacrificios y tiempo por delante pero, como decían los revolucionarios
nicaragüenses cuando luchaban contra la dictadura de Anastasio Somoza: "La
noche es larga, pero por huevos tiene que amanecer".

Joaquín Villalobos.
Ex miembro del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. Consultor
para la resolución de conflictos internacionales.


domingo, agosto 08, 2010

 

(Política de principios) "Pobreza espiritual"

Hace algunas décadas, tuvo gran repercusión en México un libro denominado El hombre mediocre, del argentino José Ingenieros. Hay un párrafo que no me resisto a reproducir: "En ciertos periodos la nación se aduerme dentro del país. El organismo vegeta; el espíritu se amodorra. Los apetitos acosan a los ideales, tornándose dominadores y agresivos. Es el clima de la mediocridad".

Me parece que hoy, más que el crimen organizado o la inseguridad, el problema más grave para México radica en la pobreza espiritual de su clase política, que adolece de una falta grave de sentido común y que no está comprometida con la verdad y con el reconocimiento de los hechos, primer deber ético. Hay una enfermedad que penetra hasta los huesos y que nos lleva a problematizar toda solución. La mezquindad partidista y la estrechez de miras han estancado el proceso para consolidar nuestra embrionaria, pervertida y precaria democracia.

Atrincherados en un discurso político que se caracteriza porque cada quien se siente dueño de la verdad, por la falta de racionalidad, porque prevalece el insulto y la descalificación, los avances resultan prácticamente imposibles. De esa manera no nos aproximamos a los acuerdos. Tenemos que repensar la política y propiciar un lenguaje diferente que pueda permitir el verdadero diálogo y conducir al consenso.

Me permitiría señalar algunos ejemplos de notables contradicciones, incongruencias y graves fallas.
Andrés Oppenheimer, en su libro México en la frontera del caos (pp. 173-174), relata que Alberto Anaya le confirmó que Carlos Salinas lo había alentado a crear el Partido del Trabajo, agregando que "México es un Estado napoleónico, paternalista", en el que "el gobierno paga todo, hasta para que lo critiquen". En ese partido está hoy Andrés Manuel López Obrador.

Un gobierno puede definirse como de izquierda o de derecha, pero la consistencia ideológica se mide por el buen o mal uso de los recursos gubernamentales. Los políticos mexicanos somos malos para administrar lo ajeno. Bastaría analizar la forma en que las dependencias de gobierno invierten los recursos del pueblo de México. Los gobiernos estatales destinan cuantiosos recursos en publicidad.

En el Estado de México, el candidato que ya se identifica con la ultraderecha, ha saturado en tal forma el territorio de esa entidad que no me extrañaría encontrar espectaculares en el Nevado de Toluca.

López Obrador presumió en su campaña para jefe de Gobierno, que le daría prioridad a la inversión que beneficiara a los pobres.

Sin embargo, en lugar de dotar de agua potable y drenaje a la delegación Iztapalapa, prefirió construir el Segundo Piso que, según se infiere por datos aislados -que no por información proporcionada por las autoridades-, su costo rebasa los cinco mmdp.

Un ejercicio costo/beneficio, además de demostrar lo poco funcional de la obra, concluiría que favorece a los sectores más pudientes del Distrito Federal. Amalia García Medina presume hacer en Zacatecas un gobierno de izquierda, pero si se analizan las grandes decisiones en materia de inversión, resulta que su gran obra es la construcción de oficinas públicas. ¿Es ésta la prioridad en un Estado con tantas carencias?

Jesús Ortega Martínez se define como de nueva izquierda. Sin embargo, en la campaña federal del 2009, la publicidad de su partido consistía en convocar a la ciudadanía a consumir los productos nacionales, idea sostenida en las primeras décadas del siglo XIX por el padre del pensamiento conservador, Lucas Alamán.
Alejandro Gómez Arias, en el remoto año de 1955, escribió que muchos "observadores sinceros", consideraban al PRI como "un organismo burocratizado, inerte, irremediablemente desprestigiado y, aunque parezca paradójico, como el más conservador de los partidos de nuestra escena política".

El PRI, hoy, confirma este diagnóstico. Se ha opuesto a todo tipo de reformas, aun a las que propuso desde el poder. Me duele en lo personal que una reforma tan noble, aprobada prácticamente por unanimidad en la Cámara de Diputados para darle efectos generales al amparo en materia fiscal, fuera frenada en el Senado por gestión de importantes despachos y de los grandes contribuyentes. Tampoco quieren aprobar una reforma energética para que haya inversión en México. Prefirieron, cuando gobernaban el país, que Pemex se asociara con la Shell para establecer una refinería en Houston.
Del PAN, ya me encargaré en otro artículo.

¿Qué propondría yo en este escenario? Que, antes de las ubicaciones ideológicas, precisemos algunos principios fundamentales: 1) Quien es deshonesto, no es de izquierda ni de derecha. Para sustentar una ideología, se requiere autoridad moral. 2) Quien es irresponsable, no realiza la tarea fundamental del político, que consiste en asumir deberes. 3) Desconfiemos de las autodefiniciones, que siempre optarán por lo más atractivo y lo más fácil. Analicemos mejor actitudes y conductas. 4) No se es de una ideología de una vez y para siempre, pues los virajes en este campo, por razones muchas veces legítimas y otras veces de intereses, ocurren en política todos los días.

En resumen, ante la confusión de hoy, retornemos a algo elemental: una política de principios.

RODRÍGUEZ PRATZ, Juan José
Revista Siempre

domingo, agosto 01, 2010

 

"Sapos y pedradas" El SNTE y su evaluación

Para resolver un problema es indispensable conocer con precisión su tamaño y todos los aspectos que nos permitirán emplear la solución más adecuada. Según el sapo es la pedrada.

Y en el caso de nuestro sistema educativo, el sapo es gigantesco y mucho muy feo.

Cuando se trata de problemas que involucran mucha gente con intereses diversos se necesita más que piedras. Sin importar qué tanta información se tenga sobre las causas del problema y sobre las posibles soluciones, es imposible avanzar si no se asume la responsabilidad compartida de los errores del pasado y si no se dan los acuerdos pacíficos para emprender el tortuoso camino hacia la solución.

El problema que tenemos muchos tecnócratas es que abordamos los asuntos concentrados en juntar piedras (información correcta) que demuestran el tamaño del problema y la lista corta de soluciones que podrían dar resultado. Hasta ahí vamos bien. Donde la puerca tuerce el rabo es cuando empezamos a repartir pedradas que generan una respuesta violenta por parte de los que resultan agraviados con la clara evidencia que recolectamos.

En principio no hay nada malo con ventanear a los que mal se desempeñan y menos aun cuando lo hacen sirviéndose con la cuchara grande de los dineros del público. Sin embargo, a menos que aprendamos a usar nuestras piedras para construir plataformas de solución en lugar de andar rompiendo cristalerías, nos iremos al cielo (o al infierno) de los elefantes muy satisfechos de haber tenido toda la razón sin haber resuelto nada.

Además, en el caso del sapo del sistema educativo mexicano, a éste no le da la gana que lo midan ni que lo cambien. Como buen monstruo sabe que mientras más se sepa sobre su tamaño y los malos hábitos que lo han hecho engordar y deformarse, mayor peligro corre de que acaben con él quienes quieren convertirlo en princesa. Lo que más miedo da al sapo es que lo midan.

Los exámenes anuales a alumnos y maestros (que se tuvo el histórico acierto de empezar a aplicar hace algunos años) son las piedras que hemos logrado juntar hasta ahora. Sin duda, los alarmantes resultados de estas pruebas son la clave para emprender el camino hacia soluciones duraderas, ya que son el espejo en que se refleja la horrenda cara del sapo. Dejar de medir con seriedad el desempeño sería renunciar a cualquier esperanza realista de mejora.

Los resultados de las pruebas Enlace y del Concurso de asignación de plazas son contundentes, la mayoría de nuestros alumnos y maestros obtienen resultados tan preocupantes como inaceptables. Esto tiene que cambiar, sin duda, sobre todo si tenemos en cuenta que pagamos un ojo de la cara por un sistema educativo por demás fracasado. Lo malo es que no existen soluciones mágicas.

Hemos sido tan malos en articular y encabezar un esfuerzo de mejora, que hasta ahora el más institucional para coordinar una solución está abanderado por los protagonistas principales del problema, esto es, la cúpula de los sindicatos magisteriales que se oponen a todo lo que ponga en peligro sus prebendas.

Cualquier perspectiva razonable de mejora requiere la participación de la aplastante mayoría de maestros y alumnos de bajo desempeño. Debemos ser muchísimo más efectivos comunicándoles a los maestros de buena voluntad (la mayoría) que la información de dichas pruebas no va a usarse para perjudicarlos. Nuestras fallas en ese sentido son claras oportunidades de demagogia. También es vital que más y más padres exijan la continuidad de las pruebas a maestros y alumnos al hacerse conscientes del valor de las mismas.

Uno de los riesgos más claros para la continuidad de las pruebas está dado por el contexto de la carrera presidencial que ha iniciado de manera más que prematura en México. Queda claro que, como siempre, las cúpulas magisteriales venderán muy caro su apoyo para inclinar la balanza.

No sería nada raro que hasta arriba de su lista de canje se encuentren enmiendas sobre la frecuencia y contenido de estas pruebas con el argumento de que no son comparables los resultados de maestros y alumnos marginados con los de maestros y alumnos más pudientes. Este tipo de cambios vestidos de razón y sensibilidad a las diferencias acabaría con el enorme valor que tiene poder conocer el desempeño relativo de cada niño y de cada maestro usando una regla confiable.

 
Armando Chacón 
El autor es director de Proyectos del Instituto Mexicano para la Competitividad y director del portal www.comparatuescuela.org
armando.chacon@imco.org.mx
 
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Lo que no se mide no se puede mejorar. La prueba Enlace y la asignación de plazas por medio de examen tienen que continuar.

 

La educación somos todos

La confianza es un valor fundamental de las relaciones humanas desde la infancia hasta la madurez. Sin confianza no se pueden definir caminos, aspirar a realizaciones y conseguir resultados.

Junto a la confianza, lo que cada vez exhibe más deterioro en nuestro país es la educación. No sólo la educación formal, "obligatoria y gratuita" que según nuestra Constitución y los supuestos logros revolucionarios describen, sino también la educación para vivir, para ser, para respetar, para corresponder, para obedecer, para ser humanos de provecho para los demás. Vaya, la educación de la vida en México es la que hoy está muy estropeada.

Llevamos ya más de una década mirando los tristes resultados de la prueba PISA, programa de la OCDE para evaluar las capacidades educativas de los países, y nos negamos a reconocer el problema. En el 2003 el enfoque fueron las matemáticas; en el 2006, las capacidades cognitivas de ciencia, y en el 2009 la capacidad de lectura.

En México los poco más de 20 millones de niños en educación básica que hay en las aulas no están aprendiendo las habilidades matemáticas, de lectura y de aprendizaje científicas como los menores de otros países.

A pesar de que México invierte el 5 por ciento del PIB en educación pública y que el gasto promedio al año en educación básica es de mil 604 dólares por alumno (20 mil 500 pesos, aproximadamente) según la UNESCO, sus resultados en PISA son muy deficientes, incluso inferiores a países como Uruguay y Chile, y no se diga China, que gasta en educación mucho menos que México por alumno al año.

Cada año que pasa, cada intento por reformar el sistema educativo que se emprende, cada llamado de desesperación de la sociedad que busca cómo ayudar a mejorar la calidad educativa, se queda atrapado por los intereses de la clase más rica de México, el sindicato nacional de maestros.

Han pasado más de 15 años desde la descentralización educativa y los cambios que se han dado son verdaderamente ridículos.

El sistema compuesto por casi un millón de maestros de educación básica que mes a mes reciben un sueldo y trabajan, la mayoría en instalaciones decentes, simplemente no funciona como debería para remediar esta falta de calidad educativa en México.

Desafortunadamente, la falta de inteligencia en los diagnósticos busca justificar que esta carencia de calidad se debe a los pocos recursos que destinamos a la educación, lo cual ya vimos que no es cierto. También se busca justificación en argumentos poco reales como el tiempo y la calidad de los libros.

La verdad, el problema de la calidad educativa no está en el material curricular que se imparte, tampoco en los cursos de preparación que se ofrecen a los docentes, ni en la carrera magisterial o la falta de claridad en algunas de las evaluaciones como el Ceneval o ENLACE.

Tampoco me atrevería a decir que nuestro desdichado sistema educativo público tiene que ver con el patético ejemplo de que el 80 por ciento de maestros que aspiraban a serlo en Nuevo León hayan reprobado los exámenes de conocimientos básicos que un alumno de profesional hubiera fácilmente aprobado.

El problema fundamental está en la confianza de los maestros y sus líderes en realmente ser maestros. La vocación docente ha dejado de existir desde que el SNTE obligó a los maestros a la mediocridad y a la obediencia.

Son empleados de un sistema corrupto de prebendas y componendas encabezadas por una lideresa que reemplazó a otro líder igual de ineficiente y que el propio sistema actual ha petrificado en el puesto por razones electorales, no educativas.

Los maestros heredan su falta de vocación a sus hijos porque el corporativismo del SNTE así lo prefiere. Por años hemos perdido a los verdaderos maestros de tiza y talento, pero sobre todo a los maestros que se entregaban a sus clases con la inteligencia de que eran portadores de una gran tarea: formar a los mexicanos del mañana.

Por supuesto que conozco a extraordinarios maestros, que a pesar de la pérdida del valor adquisitivo de sus sueldos, ya que su sindicato año tras año les quita la mayor parte sin que ellos lo noten, se levantan al alba para transformar a los niños de México en mejores personas.

Espero que llegue un día, y pronto, en que los propios maestros le digan a su sindicato: gracias, pero ya no quiero seguir atado a una estructura que ha minado el futuro de nuestro país y de sus próximas generaciones, y que también ha destruido a los mejores maestros convirtiéndolos en simples empleados de un sindicato y no en líderes de una generación.
 
Adendo
Felicidades al sindicato del IMSS, que ha logrado ganar la batalla a favor de sus intereses y en contra de los mexicanos que trabajan por ellos. Qué vergüenza.

Vidal Garza Cantú 
vidalgarza@yahoo.com

 

Preguntas para AMLO

Pregunta 1

Argumentas que México vive un proceso de degradación progresiva, producto de un grupo minoritario que ha impuesto una política de pillaje contraria al interés nacional, y dices que este saqueo comenzó con el gobierno de Carlos Salinas y la política neoliberal. ¿Pero no crees que el saqueo como forma de gobierno comenzó antes y es resultado del corporativismo instrumentado desde la década de los treinta? ¿Y ese saqueo de bienes públicos no involucra también a entidades públicas como Pemex y sindicatos como el SME, cuyos privilegios aún defiendes?

Pregunta 2

Dices -con razón- que la actual oligarquía ha adquirido el poder político suficiente como para situarse por encima de las instituciones constitucionales, incluyendo la Cámara de Diputados, el Senado y el IFE. Pero las propuestas que presentas para que dejen de mandar ellos parecen sugerir que tan sólo quieres transferir el poder hacia ti y tu grupo, no necesariamente hacia los ciudadanos. ¿Qué propones para lograr la ciudadanización necesaria de la política en México?

Pregunta 3

Dices que la crisis se agravó cuando la oligarquía decidió imponer a Felipe Calderón para impedir un verdadero cambio, y que él ha ejercido el poder atado a los intereses creados. ¿Pero no es cierto que la izquierda ha contribuido a esa crisis al negar la posibilidad de forjar alianzas políticas y legislativas que pudieran combatir a los intereses creados? ¿No es cierto que la propia izquierda también se ha doblegado ante éstos, y un ejemplo de ello es cuando el PRD votó en favor de la Ley Televisa con tu anuencia? ¿Y qué harás tú para combatir los intereses creados en el sector público, como los sindicatos, cuyas prebendas también forman parte del "capitalismo de cuates" que prevalece actualmente en México?
Pregunta 4

Hablas de cómo los que realmente mandan y deciden en el país están haciendo una recomposición del mismo régimen. ¿Pero no has contribuido tú a esa recomposición, en la medida en la cual la "presidencia legítima" y las divisiones en la izquierda han llevado al resurgimiento del PRI y al fortalecimiento del régimen que necesitamos remodelar?

Pregunta 5

Has dicho que la apuesta de la oligarquía es al PRI y a Peña Nieto. Eso nadie lo disputa, pero lo que sorprende es tu renuencia a aceptar medidas y estrategias -como las alianzas electorales- que pudieran frenar ese desenlace. ¿De qué otra manera se puede parar a Peña Nieto si no es debilitando sus perspectivas presidenciales a través de una alianza electoral de oposición en el Estado de México?

Pregunta 6

Dado que Peña Nieto es, como lo has argumentado, "un producto chatarra", y "candidato de la mafia en el poder para 2012", ¿cómo piensas confrontarlo y pararlo eficazmente? ¿Qué propones -prácticamente- más allá de la denuncia en tus discursos?

Pregunta 7

Sugieres que la fuerza del movimiento que has creado será suficiente. ¿Pero cómo traducir ese movimiento en un frente electoral competitivo? ¿Con qué partido? ¿Con qué estrategia de movilización?

Pregunta 8

Tienes razón: hay millones de mexicanos, hombres y mujeres, libres, conscientes y decididos a construir una sociedad más justa, más humana y más igualitaria. Pero para lograr esos objetivos no basta un movimiento basado en la indignación moral. ¿Cómo construirás una coalición electoral incluyente, multiclasista, ganadora, con base en los mismos planteamientos del 2006?

Pregunta 9

Las encuestas revelan que a pesar de tu esfuerzo de peregrinaje a través de los 2 mil 456 municipios del país, y no obstante tu empeño en construir un movimiento desde abajo, el PRI lleva la delantera, y por mucho. Si los planteamientos y las posiciones que usaste hace cuatro años no fueron suficientes para asegurar una victoria contundente, ¿por qué crees que ahora sí funcionarán ante un adversario más unido, más rico y más hambriento de regresar a Los Pinos que en el 2006? Si el Proyecto Alternativo de Nación no fue lo suficientemente convincente entonces, ¿qué harás para lograr que lo sea ahora?

Pregunta 10

Las economías verdaderamente exitosas son aquellas que tienen un buen equilibrio entre el Estado y el mercado, entre la innovación y la regulación. Sin embargo, en tus planteamientos demuestras una profunda aversión hacia el mercado y quieres "rescatar al Estado" para que administre la riqueza y los bienes públicos. ¿Pero no será que en México un problema fundamental ha sido la rapacidad del propio Estado, la manera en la que grupos dentro del Estado se han apropiado de bienes públicos, como lo ha hecho el sindicato de Pemex? Ante ello, ¿no sería una mejor propuesta crear mercados funcionales bien regulados, como los que existen en regímenes capitalistas democráticos?

Pregunta 11

Dices que la nueva política económica que propones "debe ser conducida por el Estado". ¿No sugiere eso una resurrección del estatismo sofocante y contraproducente de los años de Luis Echeverría y José López Portillo? ¿No sería mejor hablar de la creación de una economía pujante, de terreno nivelado de juego, dinámica, globalizada, capaz de generar motores internos de crecimiento y bien regulada por el Estado?

Pregunta 12

Criticas -con razón- las prácticas monopólicas, y entre ellas hablas de los pagos excesivos por la telefonía y la electricidad. En esos sectores, Carlos Slim, Luz y Fuerza y el SME han tenido una gran responsabilidad por la expoliación de los consumidores. Si vas a ser consistente en la denuncia de los monopolios, ¿estarás dispuesto a confrontarlos tanto en el sector público como en el sector privado?

Pregunta 13

Planteas que México no debe vender un solo barril de petróleo crudo al extranjero. Dado que una gran parte del presupuesto público que financia las actividades del Estado -educación, salud, etcétera- proviene de la venta de petróleo, ¿con qué recursos vas a suplir los que el Estado dejaría de recibir? ¿Cortar de tajo la renta petrolera entrañaría subir los impuestos de una manera dramática? ¿Estarías dispuesto a hacerlo?

Pregunta 14

Hablas de pensiones universales, becas, seguridad social, y todo ello financiado por el Estado. Pero las cuentas simplemente no funcionan, aun con la política de austeridad que propones y el fin de los privilegios fiscales para los grandes grupos empresariales. A México le urge una revisión fundamental de los usos del gasto público, incluyendo las transferencias a los gobernadores y a los sindicatos. ¿Estarías dispuesto a emprender esa revisión, aunque entrañara confrontar a tus aliados en el aparato estatal y el mundo sindical?

Pregunta 15

Hablas de "cristalizar una nueva corriente de pensamiento sustentada en la cultura de nuestro pueblo". ¿Pero no será que es imprescindible promover lo contrario? Durante demasiado tiempo, la cultura del pueblo ha sido corporativa, clientelar, patrimonialista y propensa a la entronización de líderes providenciales. ¿No sería necesario enarbolar un nuevo discurso basado en la construcción de ciudadanía, la promoción de derechos liberales, el imperativo de la movilidad social, la creación de un país poblado mayoritariamente por clases medias, la construcción de un México rico? ¿No sería más provechoso pensar en un Proyecto de Nación basado menos en la exaltación de moralidades y más en la creación de oportunidades?

Denise Dresser
Proceso 1o de Agosto 2010

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¿Algún peje fan que quiera responder puntualmente las 15 preguntas?

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