domingo, enero 18, 2015

 

El liberalismo ¿es 'de derecha'?

Para un sector de la izquierda mexicana ser liberal es "ser de derecha".

 

¿Qué es ser de "derecha"? Un prejuicio anacrónico, según Norberto Bobbio ("Derecha e Izquierda: Razones y Significados de una Distinción Política"). Se asocia a ser tradicionalista, clerical, militarista, abogado del statu quo y la ortodoxia económica de Libre Mercado, y a permanecer alejado de las necesidades populares.

 

No se me ocurre mejor refutación de este prejuicio que recordar el perfil de Daniel Cosío Villegas. Se definía a sí mismo como "un liberal de museo, puro y anacrónico". Aunque nadie, en su tiempo, lo tildó de ser "de derecha", bajo los estrechos criterios que rigen actualmente lo sería.

 

En el otoño de 1970, quise compartir con él la alegría que me causaba el reciente triunfo de Salvador Allende. Para mi sorpresa, me dijo: "Un liberal debe ver con desconfianza y escepticismo la victoria de Allende". Al poco tiempo, el 6 de noviembre de 1970, opinó en su columna de Excélsior.

 

"Allende sacó un poco menos del 36 por ciento de los votos emitidos; resulta, pues, insostenible la idea de que recibió un 'mandato' popular... De ir más de prisa o más a fondo, puede precipitar una guerra civil: si sale bien de ella, adiós democracia; y si sale mal, desencadenaría una ola reaccionaria que hará retroceder a Chile 100 años".

 

El "liberal de museo" había dado al clavo. ¿Era "de derecha" por haber formulado esta reflexión? Por supuesto que no: era un observador objetivo.

 

Repasemos brevemente su trayectoria. Fue un servidor público en la diplomacia y el Banco de México. El principal financiamiento de las empresas culturales que fundó (el Fondo de Cultura Económica y El Colegio de México) fue público. La "Historia Moderna de México" contó además con apoyo de la Fundación Rockefeller.

 

El resultado en todos los casos fue extraordinario: sus grandes fundaciones florecieron y perduraron. Esa base material, ¿lo convertía en "derechista"? Por supuesto que no: Cosío Villegas era un gran empresario cultural.

 

Ideológicamente, Cosío Villegas apoyó a la República Española (fue él quien ideó e instrumentó la invitación a los intelectuales transterrados). Durante la Guerra Mundial fue un crítico feroz del fascismo alemán y japonés. En los albores de la Guerra Fría fundamentó éticamente, en varios ensayos, su irreductible inclinación política por Estados Unidos y su rechazo a la URSS.

 

Pero esa opción no lo convirtió en un apologista de la "American Way of Life" (que aborrecía) y mucho menos del macartismo anticomunista (que denunció e incluso sufrió, al negársele en 1953 la visa de entrada a Estados Unidos).

 

Y aunque desde 1947 profetizó el advenimiento de un régimen comunista en América Latina, al cristalizarse ese giro de la Revolución Cubana lo lamentó con razones y sin ambages. Y en 1970 vio con escepticismo el arribo de Allende.

 

En "La Crisis de México" -su célebre ensayo de noviembre de 1946- Cosío Villegas criticó por igual al PAN de su amigo Manuel Gómez Morin que al PPS de su amigo Vicente Lombardo Toledano.

 

Su liberalismo tenía -como ha sido usual en nuestros países- un tinte jacobino: detestaba "la mano macilenta de la Iglesia" y lamentaba el giro reaccionario del último Vasconcelos. Su crítica a la política mexicana le valió el apoyo público de José Revueltas, nuestro más respetado escritor de izquierda.

 

Su valor cardinal era la libertad individual y por eso mismo terminó por volverse el crítico más acerbo del sistema político mexicano (al que llamó Monarquía Absoluta Sexenal Hereditaria por la vía Transversal).

 

Tocado desde su juventud por un sano anarquismo, desconfió siempre del poder, sobre todo del poder concentrado en las manos del Presidente, pero su equilibrio de juicio lo llevó a reconocer la obra material de Porfirio Díaz.

 

En los últimos años de su vida desplegó una especie de magisterio cívico liberal. Escribió artículos y libros memorables, quiso ser Senador y fue (naturalmente, sin comprometer su independencia) comentarista de asuntos internacionales en la televisión. Su último proyecto fue la "Historia Mínima de México", concebida por él como un guión para un documental en la televisión.

 

Daniel Cosío Villegas no era "de derecha" ni "de izquierda". Era, sencillamente, un liberal. Decirle a un interlocutor "eres de derecha" no es un argumento: es una descalificación que parte de una autoproclamada superioridad moral.

 

Enrique Krauze

www.enriquekrauze.com.mx

 

Leer más: http://www.elnorte.com/aplicaciones/editoriales/editorial.aspx?id=54304#ixzz3PCEPHZRr

Follow us: @elnortecom on Twitter


domingo, enero 11, 2015

 

Aristocracia al vuelo

La pregunta me dejó pensativo, sin duda un tema provocador. ¿Podría un laboratorio de neuromarketing ayudar a decidir quién será mejor gobernante entre diversos candidatos?

 

Decía Susan Sontag que la verdad es siempre algo que es contado, no algo que es conocido. Como yo cuento mucho y sé poco, te daré mi definición de tan rimbombante término, hoy muy en boga.

 

El neuromarketing es el apoyo del conocimiento y herramientas de la neurociencia al servicio de una organización.

 

Han surgido muchos hiperbólicos gurús que venden al neuromarketing como la piedra filosofal que revelará los más intrincados rincones del pensamiento de los consumidores.

 

El neuromarketing arroja datos que son sujetos a interpretación por otro cerebro, el analista, humano y falible como tú y yo. No existe (y esperemos que nunca exista) una máquina que devele pensamientos. El neuromarketing genera indicios, y éstos son sugerentes, no revelaciones mágicas, de actitudes hacia el futuro.

 

El laboratorio de neuromarketing nos podría dar indicios de cómo un candidato responde a ciertos estímulos en el presente, pero nunca garantizar si será buen o mal gobernante en el futuro.

 

El neurorrollo viene a cuento porque nuestra incipiente democracia tendrá en este año otra prueba más. Los ciudadanos tenemos el reto de escoger a los mejores de entre lo que haya (como el montón de tomates del mercado, habrá maduros, verdes, mallugados y podridos).

 

Imagina que tú y tu familia viajarán en avión. Los pasajeros escogerán al piloto (obvio, de él depende tu vida y la de los tuyos), que debe salir de un grupo de personas (asumiremos que hay pilotos profesionales dentro del grupo).

 

Hay dos formas de seleccionar al piloto. Puede ser elegido cualquier pasajero; será escogido por votación de entre los demás viajeros, quienes no sólo no tienen idea de cómo escoger un buen piloto, la mayoría están ebrios o bajo el influjo de alguna sustancia (el caso es que no razonan bien).

 

La segunda forma es mediante una calificación; quienes no estén ebrios escogerán a los mejores para pilotear, los demás se abstendrán de votar.

 

¿Bajo qué alternativa viajarías? Si te inclinas por los mejores pilotos, prefieres una aristocracia. Si te inclinas por la elección popular, escogiste algo como la democracia.

 

Se nos olvida la etimología de las palabras y además corrompemos su significado. "Aristos", los mejores; "cratos", gobierno, poder. En la antigua Grecia, aristocracia era el gobierno de los mejores, los más capaces y preparados.

 

Ninguna forma de gobierno está exenta de defectos, la aristocracia se pervierte en oligocracia (el gobierno de unos pocos que velan por intereses propios, como lo que sufrimos hoy en México), y en la democracia cuando votan los "ebrios" (sustituye por aquellos que no tienen preparación, porque al sistema no le conviene que estén educados), no se escoge a los mejores sino a los que pudieron aparecer en la estrecha palestra que la oligocracia manipula.

 

El problema no es que en México no tengamos gente capaz para gobernar, el problema es que nuestro sistema político impide que lleguen al poder.

 

Un equipo ganador en cualquier deporte es una aristocracia, son los mejores. Sus integrantes están ahí por méritos, no por influencias ni por designaciones de grupos con intereses particulares (como sucede en nuestra oligocracia).

 

En "El error de Descartes", el neurocientífico Antonio Damasio dice que el filósofo francés hizo un grave daño a la humanidad al separar mente y cuerpo, creando un mito (o verdad aparente) que duró siglos. ¿Es la democracia un caso similar, apostado por dichos célebres como el de Churchill?

 

El reto de nuestro sistema de gobierno es que lleguen a gobernar los mejores (reto difícil ante una mayoría de electores manipulable y con poca educación).

 

Sin que esto suceda, 2015 será un capítulo más de una vieja serie donde la mayoría de pasajeros sin capacidad de elegir escogerán pilotos populares; no tengo que decirte que, en su mayoría, serán pésimos pilotos.

 

Abrocharnos el cinturón servirá de poco.

 

Eduardo Caccia

 

Leer más: http://www.elnorte.com/edicionimpresa/aplicacionEI/webview/iWebView.aspx?Pagina=0&Grupo=0&Coleccion=325&Folio=1461135&TipoTrans=8#ixzz3OX0wasFb

Follow us: @elnortecom on Twitter


This page is powered by Blogger. Isn't yours?