sábado, julio 31, 2021

 

AMLO, los tiranos y los ex

Es increíble y peligrosa la fascinación que todavía en este 2021 tienen tantos políticos latinoamericanos con la dictadura cubana, incluyendo al Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador. Tras las protestas democráticas del pasado 11 de julio -bajo los gritos de "¡libertad!" y "¡abajo la dictadura!"- AMLO salió en defensa del régimen de La Habana. ¿Cómo defender a una tiranía de 62 años? Es de una enorme incongruencia querer democracia para los mexicanos pero no para los cubanos.

 

Las declaraciones de AMLO en el aniversario del natalicio de Simón Bolívar -evadiendo las violaciones a los derechos humanos, los prisioneros políticos, la censura y a los tres tiranos que han gobernado la isla con brutalidad desde 1959- son preocupantes y muestran una terrible (y voluntaria) ceguera sobre la realidad cubana. Hablemos claro: Cuba no debe ser nunca un ejemplo para México.

 

Pero las declaraciones de AMLO -un Presidente elegido legítimamente por más de 30 millones de mexicanos y que gobernará hasta el 2024- no debieron sorprendernos. Su debilidad ideológica por las tiranías en Cuba y Venezuela quedó en evidencia en una entrevista que tuvimos en mayo del 2017.

 

Este es parte de nuestro intercambio (que pueden ver aquí: https://youtu.be/FsCdYbSCXCU):

-¿Usted cree que Nicolás Maduro es un dictador?

 

-No lo voy a juzgar. Eso se los dejo a los que nos están escuchando.

 

-(En Venezuela) hay violaciones a los derechos humanos.

 

-Muy lamentables.

 

-Desmanteló la Asamblea. Hay decenas de muertos. Hay prisioneros políticos.

 

-Yo no estoy a favor del autoritarismo en ningún lado.

 

-La pregunta es si Nicolás Maduro es un dictador.

 

-No quiero meterme en ese asunto.

 

-¿Por qué no?

 

-Tenemos principios de política exterior. No intervención y autodeterminación de los pueblos.

 

-¿Pero la defensa de los derechos humanos no va por encima de la soberanía de un país?

 

-Sí. Pero también, en este caso, hay que hacer valer el principio de no intervención...

 

-¿Por qué no se atreve a criticar una dictadura?

 

-Porque no quiero que se metan después en las decisiones que solo corresponden a los mexicanos.

 

-¿Ya le podemos llamar a Raúl Castro dictador (en Cuba)?

 

-No. Yo no le llamaría a nadie así.

 

-Señor López Obrador, Cuba es una dictadura desde 1959. (Raúl) fue puesto por dedazo por Fidel en el 2008. Usted se quejó de los dedazos en México. ¿Por qué no quejarse del dedazo en Cuba?

 

-Esas fobias, Jorge. Yo creo que tú estás en el papel de periodista. Tienes el derecho de preguntarme todas esas cosas. Yo también tengo el derecho a no engancharme con esos asuntos. No voy a meterme en eso. Soy respetuoso.

 

Y por no querer engancharse, López Obrador se ha puesto del lado de las dictaduras de Cuba y Venezuela, del lado equivocado y oscuro de la historia. Y eso que tanto respeta en esos países no lo queremos en México.

 

Mañana los mexicanos tendrán la oportunidad de participar en una consulta popular para buscar un "esclarecimiento" de las decisiones tomadas por varios expresidentes mexicanos. El resultado de esa consulta será tan vago como la incomprensible pregunta que tendrán que contestar. Pero si AMLO está convencido de que hubo fraudes electorales en el 2006 y 2012, no necesita una consulta. Basta con iniciar una investigación seria o una comisión de la verdad. Y ya que está en esas, que le pregunte a Bartlett sobre el mayúsculo fraude de 1988.

 

Sin embargo, no creo que AMLO de verdad se quiera meter a investigar y castigar a expresidentes. Fíjense en lo que me dijo al final de esa misma conversación que tuvimos en el 2017:

-¿Peña Nieto es corrupto?

 

-Sí.

 

-La casa que su (ex) esposa, Angélica Rivera, compró por siete millones de dólares de un contratista gubernamental ¿es un acto de corrupción?

 

-Sí. Pero no solo eso.

 

-Si usted llega a la Presidencia, ¿usted va a enjuiciar a Angélica Rivera y a Peña Nieto por ese "acto de corrupción"?

 

-Yo no voy a actuar -contrario a lo que se dice- de manera autoritaria. Va a haber Estado de derecho. No va a haber persecución...

 

Y luego me soltó una frase que describió su verdadera intención: "Sencillamente no quiero poner el énfasis en la persecución porque no creo que eso sea lo que el país requiere".

 

Entonces ¿para qué la consulta del domingo?

 

Jorge Ramos

 

 


domingo, julio 25, 2021

 

Las vacas sagradas de Cuba

En la carretera de La Habana a Varadero, a mediados de 2009, vi aparecer de pronto una niña de unos 12 años. Agitaba una bolsa de plástico que contenía quesos. "Está prohibido que venda, está prohibido comprarle", me advirtió la conductora del taxi. Le pedí que se detuviera. La niña se acercó tímidamente. Le pagué unos dólares, se sorprendió, me dio la bolsa y salió corriendo. Fue mi primer contacto con el tema del ganado vacuno en Cuba.

 

Días después, en una plaza de La Habana compré "Geografía de Cuba" (1950) del historiador Leví Marrero. Ilustrado bellamente con mapas, fotografías y gráficas, ojearlo fue una revelación: antes de la Revolución, Cuba contaba evidentemente con una economía rica y diversificada. Abrí las páginas sobre "Industrias Zoógenas" y constaté datos sorprendentes: en 1946 Cuba tenía 4 millones 135 mil cabezas de ganado, una proporción de 0.87 de res por habitante, más del doble del per cápita mundial (0.35). El 42.9% de la superficie de Cuba se dedicaba a pastos. Desde 1940 Cuba no sólo era autosuficiente en carne: la exportaba. La producción anual de leche era de 400 millones de litros, de los cuales se vendían 235 millones.

 

El periodista estadounidense Marc Frank (residente en Cuba desde hace décadas, autor del libro "Cuban Revelations") bromeaba en una conferencia sobre la remota posibilidad de que los cubanos mataran a sus vacas sin sufrir largas condenas de cárcel. "Ustedes deben entender -dijo, describiendo el cuadro anterior a la Revolución- que el consumo de carne y leche ya estaba fuera de las posibilidades de muchos cubanos, que debían conformarse con comer carne de res en salmuera y, de ser posible, pescado en sal, huevos, cabra, puerco, pollo, frijoles". La Revolución corregiría esas inequidades. ¿Cómo se llegó, entonces, a la prohibición de matar vacas?

 

Tras la Revolución, había habido una concatenación de fatalidades: las fincas nacionalizadas padecieron por la inexperiencia de los nuevos granjeros, el éxodo de técnicos, la mala administración y los huracanes. Ante la escasez de carne y leche, "se necesitaba una nueva racionalidad". Y Castro la proveyó en detalle: como los índices de proteína en la carne de res son más altos que los de cualquiera otra (y dadas las necesidades de proveer de leche a niños y ancianos), por un imperativo moral y por patriotismo, los cubanos debían abstenerse de matar vacas. Había que "poner la conciencia sobre el instinto animal", decía Fidel Castro (que -acoto yo- en su mesa personal satisfacía el instinto animal sin cargos de conciencia). En 1964 todos los cubanos recibieron la orden de registrar a sus vacas. Para asegurar que no las mataran surgieron los inspectores de vacas y, tiempo después, los inspectores de los inspectores de vacas.

 

Hasta ahí la piadosa narración de Frank, pero la verdad es otra. Quizá no eran tan pocos los cubanos que no podían comer carne antes de la Revolución. Según las estadísticas de 1958 (derivadas del confiable censo de 1953), para una población de poco más de 6 millones de habitantes, había 6 millones 325 mil reses, es decir, una res por persona. El consumo anual per cápita había subido a 112 libras. Cuba tenía la más alta ingesta de proteínas per cápita de América Latina, después de Argentina y Uruguay. En 2015, según reconocía el propio Frank, había 4 millones 100 mil vacas para una población de 11 millones.

 

Ese mismo año, la tarjeta mensual de racionamiento (cuyo valor de compra era de 20 dólares) no incluía carne de res ni siquiera en salmuera, tampoco pescado en sal, cabra o puerco. Sólo cinco huevos y media libra de pollo (importado de Estados Unidos). El cubano asalariado tenía que reunir dos salarios íntegros mensuales para comprar 800 gramos de queso o casi tres salarios para comprar un kilo de carne de res.

 

"¡Para! ¡Hay una vaca trabada en la línea!", recuerda haberle dicho la periodista cubana Yoani Sánchez a su padre, conductor de locomotora, a mediados de los años ochenta. Tendría diez años de edad. "No te preocupes, los dueños las amarran así para que el tren las mate y podérselas comer. Sólo cuando yo las arrollo ellos pueden disfrutar de su carne". Unos segundos después "el golpe seco confirmó el sacrificio, y al mirar por la ventanilla alcancé a ver un tropel de guajiros sonrientes que corrían hacia el cadáver".

 

Han pasado 62 años y acaba de ocurrir el milagro: ahora los cubanos pueden vender sus vacas o sacrificarlas, siempre y cuando cedan al Estado la mitad de su carne. Triste historia.

 

Enrique Krauze

 

 


domingo, julio 18, 2021

 

Abrazos fallidos

Este jueves, AMLO afirmó: "si no terminamos de pacificar a México, por más que se haya hecho no vamos a poder acreditar históricamente a nuestro gobierno". Tiene razón.

 

Ha fallado en su promesa del 22 de abril de 2019: en seis meses "vamos a garantizar la seguridad pública". Previamente, durante la campaña, el 8 de mayo del 2018 se dijo que AMLO: "Atenderá personalmente el problema de la inseguridad y de la violencia, asumirá la responsabilidad". Si los abrazos no pacifican al país, la historia recordará este sexenio como el más violento de la historia. La responsabilidad será de AMLO, no del neoliberalismo.

 

Este jueves también dijo que "es un desafío hasta político porque nuestros adversarios se frotan las manos". Claro que es un desafío político. Calderón pagó el costo de sus errores. Pero nadie se frota las manos. Salvo los criminales, está en el interés de los mexicanos que AMLO tenga éxito. No sé si él le deseaba a Calderón que fracasara en su estrategia de seguridad, pero tendrá el apoyo de sus adversarios si se los pide.

 

El problema es que la ingenua idea de no confrontar al crimen y esperar que se porte bien está fallando. Lejos de responder a los abrazos con abrazos, han aumentado los balazos.

 

El gobierno debe hacer evidente qué no va a tolerar del crimen organizado. No se trata de masacrar presuntos criminales, pero el crimen organizado se ha dado cuenta de que no tiene consecuencias ni costos importantes por crímenes y actividades antes impensables. Por eso se atrevió a hacer un operativo para asesinar al secretario de Seguridad Ciudadana de la CDMX, Omar García Harfuch, el 26 de junio del año pasado.

 

No sólo mantenemos niveles de homicidios históricamente altos, sino que el desafío crece cada día. Basta consultar la portada del viernes de este diario para constatarlo: en Zacatecas fueron asesinadas más de 50 personas en 10 días; Michoacán está asediado por el CJNG; en Chiapas han proliferado grupos que extorsionan comunidades enteras; en Tamaulipas, las balaceras ya son cotidianas en lugares como Reynosa; en Iguala, Guerrero, hubo 17 asesinatos en la última semana, y en Río Santiago, Oaxaca, pobladores retuvieron a 50 agentes de la Guardia Nacional y policías estatales por la violencia en la zona.

 

El gobierno espera resolver este tipo de problemas con diálogo, pero lo que pide a gritos la población es que se garantice la paz con la fuerza del Estado. El pueblo sabe que cuando no hay presencia estatal, el único abrazo es uno asfixiante, el del crimen organizado. Hay momentos en que la violencia debe ser combatida con violencia. Lo contrario es permitirle cada vez más espacio al crimen.

 

Sólo porque AMLO sabe llevar la conversación hacia la sucesión presidencial o a la ocurrencia del día, y la oposición está débil y fragmentada, no hay una presión mediática y política contra la fallida estrategia de seguridad del gobierno. La hubo en el sexenio de Calderón, en el 2010, cuando los homicidios totales fueron 20,143. Lo obligó a concentrar los esfuerzos en combatir el horror que vivía el país. Los homicidios empezaron a bajar. Hoy estamos bastante peor. En el 2020 hubo 28,831 homicidios dolosos.

 

El Estado se puede imponer cuando hace bien su trabajo. Los homicidios en la capital han pasado de 555 en los primeros 5 meses del 2018 a 673 en 2019 y 417 en este año.

 

En palabras del propio García Harfuch, resumidas por el entrevistador de La Jornada, el 15 de julio, "en el tablero de la seguridad la mejor defensa es el ataque (...) cada vez que se destruye una célula criminal se previene el delito". En el sentido inverso, cada vez que no se destruye una célula criminal, se abre espacio al incremento del delito. ¿Cuánto más seguirá este gobierno queriendo resolver el problema de la criminalidad con discursos y con la falsa premisa de que si mejoran las condiciones sociales no habrá criminales?

 

Carlos Elizondo Mayer-Serra

 


 

Mezquindad o grandeza

La escasez de estadistas en el mundo, argumentó Napoleón, se debe a la complejidad inherente a la función: "para alcanzar el poder es necesario exhibir absoluta mezquindad, algo que cualquiera puede lograr; pero para ejercerlo es necesario mostrar verdadera grandeza y generosidad".

 

A casi tres años de haber asumido la Presidencia, es evidente que Andrés Manuel López Obrador no entiende (o no acepta) la diferencia: se quedó en la parte de la mezquindad.

 

En lugar de gobernar, eso que el Presidente considera "muy fácil," se ha dedicado a dividir a los mexicanos, a la vez que avanza una agenda cuya esencia es la eliminación de todo lo existente de las pasadas cuatro décadas.

 

Su actuar es perfectamente explicable, pues se trata de dos proyectos que son incompatibles y que chocan entre sí. El proyecto presidencial reprueba el desarrollo institucional que tuvo lugar en las pasadas décadas.

 

El Presidente está abocado a la construcción de su visión sobre cómo debería funcionar el País. Se trata, en realidad, de la recreación de su memoria histórica: la Presidencia de los años 70, etapa de oro de la nación mexicana en la concepción de López Obrador.

 

En aquella época la Presidencia era, en esa visión caricaturesca, todopoderosa: el Presidente podía imponer su voluntad, lo que garantizaba que el País funcionara, la economía creciera y hubiera orden. Los años de la "docena trágica" más bien sugieren infinita frivolidad, una economía desbocada y el inicio de las crisis financieras.

 

Un libro sobre el Palacio de Versalles afirma que "Luis XIV construyó Versalles, Luis XV disfrutó Versalles y Luis XVI pagó por Versalles". Algo así le pasó a México a mediados del siglo XX.

 

El desarrollo estabilizador permitió que la economía creciera, Echeverría y López Portillo disfrutaron lo que sus predecesores construyeron y los 80 fue la década en que los mexicanos tuvieron que pagar por la lujuria y frivolidad (personal, política y económica) de aquellos personajes.

 

Los 80 fueron un periodo de convulsión: crisis económica, casi hiperinflación, deuda exacerbada, enorme enojo, desconfianza y repetidos intentos por restablecer alguna semblanza de orden y estabilidad.

 

Luego de varias tentativas fallidas por retornar a la era del desarrollo estabilizador se acabó por entender y reconocer que esa vía era imposible y que el mundo -y México- habían cambiado en el ínterin.

 

Lo que siguió -la era de reformas tanto económicas como políticas- fue desigual y parcial, pero sin duda restableció alguna semblanza de orden en la economía y la política, aunque en el camino se perdiera el control territorial y del crimen organizado.

 

Clave en ese proceso fue la construcción de instituciones cuyo objetivo era conferirle certidumbre a la población a través de un amplio entramado institucional cuya lógica era conferir certeza y constituirse en contrapesos al ejecutivo todopoderoso de antaño. Se trataba (o se pretendía) irle dando forma a una economía moderna y a una sociedad democrática.

 

El proyecto de AMLO es exactamente lo contrario: su objetivo es centralizar el poder y eliminar todo vestigio de independencia, democracia y competencia porque éstas son incompatibles con su modelo de país.

 

En consecuencia, es perfectamente explicable que tenga que neutralizar o eliminar todas esas instituciones, muchas de las cuales probaron ser demasiado enclenques para contener el embate presidencial. En su acometida, López Obrador y Trump son muy similares, pero las instituciones estadounidenses, en contraste con las nuestras, probaron ser suficientemente fuertes para contener la embestida.

 

El problema para López Obrador, pero sobre todo para México, es que su modelo es incompatible con el mundo de hoy y con la realidad cotidiana de una población con aspiraciones y expectativas propias del siglo XXI.

 

Mucha de esa gente votó por López Obrador por creer en él o por hastío respecto al pasado, pero lo que él impulsa no es solo una aventura reaccionaria, sino una quimera y un capricho irrealizable. Esto, más que cualquier otra cosa explica la hecatombe electoral que sufrió el Presidente.

 

"La esencia de la democracia", escribió Deng Yuwen, editor de un periódico controlado por el Partido Comunista chino, "radica en restringir el poder gubernamental: ésta es la razón más importante por la cual China requiere la democracia. La sobreconcentración de poder gubernamental sin pesos y contrapesos es la causa última de tantos problemas sociales".

 

López Obrador comienza a vivir esos mismos retortijones.

 

Luis Rubio

 


jueves, julio 15, 2021

 

La fijación

"No tengo una fijación contra España". Andrés Manuel López Obrador

 

Era una pregunta perfecta para un acercamiento. El periodista hispano-mexicano Alberto Peláez le preguntó ayer al Presidente: "Muchas pymes españolas que desearían venir a México se echan para atrás. ¿Qué se tiene que hacer para que las relaciones [entre España y México] generen certidumbre?".

 

López Obrador respondió con una perorata: "Lo que se tiene que hacer es entender que hay una nueva realidad en México y que ya no se permite robar, eso es todo... Tenemos casos como el de Repsol, de España, contratos jugosísimos, muy buenos para ellos, muy malos para la hacienda pública de México". Iberdrola se convirtió en un monopolio "y la ofensa mayor... es que se llevaron a trabajar a la secretaria de Energía del gobierno de México... Y contrataron como consejero de Iberdrola al expresidente Calderón. Eso no sucede en ningún país del mundo".

 

Recordó la carta que mandó al rey Felipe VI de España exigiendo disculpas por la conquista española. No solo no tuvieron "la delicadeza de responderla", dijo, sino que la filtraron a la prensa y "desataron toda una campaña de ataques" contra el gobierno mexicano por "monárquicos" como los escritores Mario Vargas Llosa y Arturo Pérez-Reverte. "Los programas de radio y televisión de España burlándose de nuestra propuesta, que por qué tenían ellos que pedir perdón. Con mucha arrogancia, les faltó humildad". Añadió: "Como un gesto de buena voluntad para mejorar nuestras relaciones", España debe ofrecer "disculpas por los excesos que se ejerció durante la invasión".

 

Es claro que el Presidente sí tiene una fijación con España. Exigir una disculpa a España por una conquista realizada hace 500 años por los reyes de Castilla y Aragón no tiene sentido. Es como si Tlaxcala pidiera hoy una disculpa a la Ciudad de México por los abusos de los mexicas. La mayoría de los conquistadores españoles permanecieron en México y sus descendientes son mexicanos. En un país en el que 93 por ciento somos mestizos, nos tendríamos que estar pidiendo disculpas unos a otros.

 

López Obrador piensa que Vargas Llosa o Pérez-Reverte dicen lo que les ordena el gobierno español. No entiende cómo funciona una democracia. Si hubo burlas a sus expresiones, no fueron del gobierno, sino de quienes pensaban que su exigencia era risible.

 

Hay empresas buenas y malas en todo el mundo, pero no tenemos ninguna indicación de que Repsol tenga contratos indebidos. Iberdrola, por otra parte, nunca ha tenido un monopolio. Si ha logrado acuerdos para construir y operar plantas de generación es porque lo hace mejor que sus competidores.

 

A AMLO le molesta que la exsecretaria de Energía Georgina Kessel haya sido consejera de Iberdrola (dejó de serlo en 2020) y también el expresidente Felipe Calderón. Sostiene que es algo "vergonzoso" que "no se ve en ningún lugar del mundo", pero ni es vergonzoso ni es inusitado. La doctora Kessel es una gran profesional que cumplió con todos los requisitos de ley cuando aceptó el nombramiento. Calderón fue consejero independiente dos años y medio, pero no lo contrató Iberdrola, sino su socio, Avangrid, con la función de representar a los accionistas minoritarios.

 

La fijación del Presidente con España es real y enfermiza. Se manifiesta al exigir a un gobierno que no existía en 1521 que ofrezca una disculpa a un país que tampoco había nacido. Se expresa también en sus ataques a las empresas españolas. Es una lástima, porque México y España podrían ser socios y aliados naturales.

 

· 54 POR CIENTO

AMLO declaró ayer que presentará una reforma constitucional para garantizar el 54 por ciento del mercado de electricidad a la CFE. ¿Por qué 54 por ciento? No hay una razón lógica. Lo que beneficiaría a los mexicanos es un sistema en el que los productores más eficientes pudieran competir y ganar una mayor porción del mercado.

 

Sergio Sarmiento

 


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