domingo, julio 18, 2010

 

Elba "Estalin" Gordillo

José Stalin es recordado como el líder prototipo del estado totalitario, una autoridad omnipresente que busca controlar todo el dinamismo de la vida social. En el totalitarismo no hay individuos ni ciudadanos libres, sólo clientelas y multitudes subyugadas a la voluntad oficial.

En México, la Ley General de Educación promulgada en 1993 establece la creación de consejos de participación social en las escuelas públicas. Tres sexenios más tarde y siete secretarios de Educación después, finalmente el mes pasado se plantearon los lineamientos básicos de estos consejos escolares. Durante 17 años, Elba Esther Gordillo y el SNTE lograron marginar a los padres de familia de la toma de decisiones en las escuelas de sus hijos. La líder magisterial no sólo inhibe la participación social, sino también mantiene una influencia determinante sobre los presupuestos y autoridades educativas.

Doña Elba es como Stalin, pero con esteroides. Sin tener un cargo formal dentro de la estructura de gobierno, la señora ejerce su poder político sobre la administración pública, el sistema de partidos, el Congreso y los gobiernos estatales. Su debilidad por el nepotismo colocó a su yerno en una de las subsecretarías más poderosas del Gobierno federal. Cada año, cuando el sindicato magisterial y la SEP se sientan a negociar el aumento salarial, Elba Esther tiene representantes en ambos lados de la mesa.

La lideresa magisterial no tiene suficientes hijas para tener un yerno sentado en cada una de las 32 secretarías de Educación de las entidades federativas. Sin embargo, al menos una docena de titulares de dichas dependencias tienen una doble cachucha: funcionarios de gobierno y miembros del sindicato magisterial. Si la SEP parece una institución capturada por el magisterio, la situación es aún más preocupante en varios gobiernos estatales.

Esta condición de juez y parte en la negociación salarial se refleja en un crecimiento importante en los ingresos reales del gremio magisterial. Una investigación del IMCO comparó el crecimiento en el número de estudiantes en educación básica, el número de maestros contratados y el aumento en el monto de recursos para cubrir la nómina magisterial. Entre 1998 y 2008, el número de niños en primaria y secundaria aumentó en 5 por ciento y el número de profesores se incrementó en 11 por ciento.

En esa misma década, los recursos del fondo federal dedicado a cubrir los salarios de los profesores (FAEB) tuvo un crecimiento real del 51 por ciento. Descontando la inflación, en 1998 el gasto promedio por maestro era de 230 mil pesos, para 2008 esa cifra se elevó a 299 mil pesos anuales. Esto nos da un salario bruto mensual de 23 mil pesos mensuales, incluyendo un mes de aguinaldo.

Como aún no contamos con un padrón completo de maestros es imposible saber cuánto dinero gana cada uno de los profesores que dedican su vida a educar a los niños mexicanos. Tampoco sabemos cuánto dinero del presupuesto magisterial es desviado para fines políticos, magisteriales o actos de corrupción. Los verdaderos educadores son los más perjudicados por la falta de transparencia. Se puede suponer que la aristocracia sindical y varios gobernadores ordeñan las rentas de esta opacidad.

La organización civil Mexicanos Primero va a la vanguardia en el esfuerzo por transparentar las finanzas de la educación en México. Su consigna revolucionaria se resume en una pregunta muy sencilla: ¿dónde está mi maestro? La creación de un padrón de maestros claro y completo es la lucha más importante por la transparencia en el sexenio de Felipe Calderón; 14 centavos de cada peso del presupuesto federal se destinan a la educación y la verdad no tenemos idea cómo se ejerce este dinero. La vieja Unión Soviética se transformó hasta los cimientos con una revolución política basada en la transparencia. A nuestra versión femenina de Stalin le hace falta su glasnost y su perestroika.
 
Juan E. Pardinas

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Para que México tenga una transformación es requisito indispensable una reforma educativa radical que acabe con el poder del sindicato. Si queremos que el nivel educativo de los mexicanos (en el mediano y largo plazo, las futuras generaciones) mejore, los maestros deben dejar de ser un obstáculo. Hoy la mayoría de los profesores no ven su trabajo como una vocación, como un servicio que brindan, sino como una manera de vivir del Erario sin grandes presiones. Trabajan pocas horas, tienen muchas prestaciones, y se vive sin riesgos laborales. No hay incentivos, motivación, que impulse la mejora educativa. No hay espíritu de competencia entre escuelas, entre grupos, entre zonas.
 
El SNTE y la CNTE se han vuelto una mafia que sólo quieren seguir mantiendo sus canonjías. ¿Hasta cuándo?

lunes, julio 12, 2010

 

¿AMLO ibíd

"I'll be back", amenaza Arnold Schwarzenegger en "Terminator". "Seré candidato presidencial otra vez", anuncia Andrés Manuel López Obrador en días recientes. Y no es una buena noticia, ya que AMLO no debería serlo en el 2012, o por lo menos como lo fue en el 2006. Irremediablemente combativo, confrontacional, anti-institucional. Invariablemente atávico, testarudo, conservador, contumaz. Alguien cuyas posturas poco claras -y con frecuencia contradictorias- han inspirado una desconfianza que será difícil, si no imposible, remontar. Alguien que metió a la izquierda en un callejón del cual le está resultando muy difícil salir, a pesar de las alianzas electorales exitosas de los últimos tiempos.

Para quienes piensan -pensamos- que México debe tener una izquierda funcional, pocas cosas tan tristes como contemplar la tragedia de su autosabotaje desde hace cuatro años. Las heridas que se ha infligido a sí misma desde la última elección presidencial. El papel suicida que la izquierda dividida se ha empeñado en jugar. El PRD y el PT y Convergencia atrapados en una lógica de confrontación constante entre sí y sin saber exactamente qué hacer con López Obrador. El PRD transformado en propulsor de su peor adversario. López Obrador convertido en promotor involuntario del regreso del PRI. AMLO responsable, sin sopesarlo siquiera, de una regresión a la cual ha contribuido.

Tomando decisiones equívocas -una y otra vez- que debilitan su posición política y fortalecen las del contrario; haciendo declaraciones que le restan apoyos y se los transfieren a quienes desea debilitar, pero termina por apuntalar; negando la legitimidad de las alianzas PAN-PRD aunque se han vuelto la única forma de parar al PRI. AMLO como conductor contraproducente; como actor autodestructivo; como político paradójico que encabeza una izquierda empecinada en empoderar a la derecha priista. Una izquierda lopezobradorista que en lugar de actuar como contrapeso eficaz al PRI redivivo, explica su avance.

Todo ello producto de las decisiones poselectorales del 2006 que AMLO tomó, y por ello es imperativo recordarlas. No tenía sentido exigir el recuento voto por voto y -al mismo tiempo- negarse a aceptar sus resultados. No tenía sentido denunciar la ilegalidad de la contienda y aceptar los avances del PRD en ella. No tenía sentido pedir que se examinaran los votos de la elección y sugerir que era necesario anularla. No fue una buena estrategia descalificar todo el juego y también insistir que lo ganó, pedir el recuento y también sugerir que no lo respetaría, mandar al diablo a las instituciones y alienar con ello a quienes se rehusaron a creer que AMLO era peligroso y ahora piensan que lo es.

Y si López Obrador no entiende esto, ojalá que otros miembros de la izquierda mexicana sí sean capaces de hacerlo. Ojalá comprendan que el proyecto de nación que sigue proponiendo es demasiado estrecho. El país que quiere gobernar donde sólo hay cabida para los pobres. El candidato que nunca ha dicho lo que hará por las clases medias. El redentor que ofrece aliviar la pobreza, pero no explica cómo va a crear riqueza. El líder social que no sabe cómo ser político profesional.

Que no entiende la necesidad de deslizarse hacia el centro del espectro político y liderar una izquierda moderna y propositiva desde allí. Incapaz de aprender que precisamente eso llevó al poder a Tony Blair y a Ricardo Lagos y a Felipe González. La transformación del agravio histórico en la propuesta práctica. La reinvención del resentimiento en planteamiento.

Pero López Obrador no quiere o no puede pensar de esa manera. Por su obcecación. Por no moderar sus posiciones cuando debería hacerlo. Por amenazar y chantajear a legisladores perredistas que buscaban formar un frente contra el PRI en el Congreso. Por no atemperar sus posturas. Por pensar que no necesita convencer, que basta con existir.

Éste es un diagnóstico desolador para quienes creemos que México necesita una izquierda encabezada por líderes progresistas, audaces, visionarios. Una izquierda capaz de remontar la intransigencia que fortalece al priismo en vez de frenar su avance. Una izquierda con ideas viables y no sólo posiciones morales. Una izquierda que sepa hablarle a las clases medias en lugar de alienarlas. Una fuerza política que sepa ser oposición y también opción viable de gobierno. Y si no, López Obrador puede entonar la canción de los Beatles "I'll be back" y decir "Regresaré de nuevo... Soy el que te quiere", pero habrá que responderle "Oh no".
 
Denise Dresser
 
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Hay un voto que yo llamo negativo. Dicho voto negativo se puede medir en las encuestas de intención del voto haciendo la pregunta sobre por quién nunca votaría. También tiene que ver con la opinión del ciudadano sobre un candidato o partido: positiva, neutral, o negativa. Ese voto negativo es muy significativo sobre todo cuando la contienda está muy cerrada. En el 2000 Fox le llamó "voto útil", pero porque fue útil para él. Sin embargo ese voto útil fue un voto negativo, en contra, del PRI. Mucha gente que no tenía como primera opción al PAN, votó por Fox pero para que el PRI perdiera. Fue un voto negativo para el PRI.
 
En el 2006 no ganó el PAN con Felipe Calderón, quien perdió fue AMLO. Muchos priístas, pero sobre todo muchos ciudadanos apartidistas, sin simpatías por algún partido político, votamos por Calderón para que no ganara AMLO. Eso fue un voto negativo para López Obrador.
 
AMLO tiene muchos seguidores, millones. Pero también tiene un voto negativo altísimo. Dicha percepción negativa se acrecentó después del proceso electoral del 2006 con todas las acciones de protesta, mentiras e incongruencias de AMLO y sus seguidores. Ahora que el peje de nueva cuenta quiere ser candidato lo único que logrará es que el PRI gane. Y es que la gran mayoría de los ciudadanos apartidistas seguramente ya no votarán por el PAN, pero si los ponen en la disyuntiva entre el PRI con un candidato popular como Peña Nieto, que tiene poco voto negativo, y a AMLO como candidato de la izquierda (what ever that means in México), lo más probable es que el voto negativo (que es mayor en el peje que en el PRI, en proporción comparado con su intención de voto) del peje haga que muchos voten por el PRI (que seguramente irá en una alianza con el PANAL y el verde, por lo que las siglas del PRI no serán tan visibles) con tal de que AMLO no gane.
 
En la próxima encuesta de intención del voto rumbo al 2012 que vean, además de la intención del voto, revisen el voto negativo, el % de percepción negativa de cada candidato y partido.
 
El peje con su necedad parece que busca que el PRI regrese. No sería raro, pues al final de cuentas AMLO es un ex-priísta.

domingo, julio 11, 2010

 

¿Error del PRI?

Viendo los resultados electorales recientes, cualquiera pensaría que el PRI -o algún ex priista- va en caballo de hacienda. La gran pregunta es hacia dónde va. No es ésta una pregunta ociosa: el PRI forjó a los mejores operadores políticos que existen en el País, pero el récord de su desempeño deja mucho que desear. En estos días demostraron que pueden ganar elecciones independientemente del partido que los postule, pero no han demostrado que entienden cómo cambió el mundo y que, por lo tanto, son capaces de gobernar en esta era.

El partido y su cultura fueron creados para mantener a una minoría elitista en control y se distinguió por estabilizar al País y crear una base de orden y crecimiento económico que duró casi cuarenta años. Sin embargo, a mediados de los 60 los gobiernos priistas perdieron el rumbo y nunca lo recuperaron. Las crisis que ha vivido el México desde entonces, incluyendo la falta de visión para conducir una transición política robusta, se le deben enteramente a esa cultura, que hoy no se limita sólo al PRI. A dos años de la próxima elección presidencial, los priistas harían bien en considerar para qué quieren regresar.

Las elecciones recientes sugieren que gobernará al País un priista, pero no necesariamente uno del PRI. Unos priistas, los de las formas faraónicas, están demasiado preocupados con retornar para pensar en el contenido; los ex priistas que ascienden en la jerarquía de otros partidos y sus alianzas son más flexibles y entienden la dinámica de la competencia, pero tampoco muestran una comprensión de los retos que experimenta la Nación.

Cualquiera que sea su color partidista, el priismo está "ensoberbecido" porque, por fin, comienza a vislumbrar una sonrisa en la famosa rueda de la fortuna. Menos obvio es que esté preparado para hacer una diferencia: les pasa un poco lo que decía Louis Ferdinand Céline, un literato francés, cuando afirmaba que "todos son culpables menos yo". El problema del priismo ascendiente no es el envalentonamiento que surge del panorama nacional, sino el haber optado por ignorar su propia realidad e historia. La verdad es que las dos administraciones panistas le han hecho muy simple su trabajo, quizá demasiado fácil.

En lugar de confrontar las razones de su derrota en 2000, el priismo ha venido navegando de muertito, confiando que la marea tarde o temprano comience a cambiar.

En su trabajo legislativo, los priistas -en el PRI, PAN o PRD- se han destacado por su insistencia en soluciones estatistas. Por ejemplo, mientras que el mundo se mueve hacia la promoción de los llamados start ups, empresas tecnológicas susceptibles de crear riqueza y desarrollo en formas desconocidas bajo el viejo paradigma industrial, los priistas se concentran en la promoción de un "consejo económico y social", un ente elefantiásico en el que se reunirían los viejos sindicatos, empresarios y Gobierno para asegurar que se preserve la economía vieja, esa que no tiene ninguna posibilidad de generar riqueza futura. Sus propuestas para modificar el marco regulatorio, comenzando por el de la competencia, se reducen a crear un nuevo espacio de control, ahora sobre las grandes empresas. El paradigma del control sigue tan vivo como si estuviéramos en la era cardenista y el mundo se encontrara en la antesala de la Segunda Guerra Mundial.

El problema con los priistas no es, como dijera Talleyrand respecto a la nobleza francesa luego de la Revolución, que "no han aprendido nada ni olvidado nada", sino que no se han preparado para el tipo de país al que retornarían. Su paso por la oposición los ha envalentonado mas no los ha preparado para el país en que México se ha convertido. Su desempeño en el poder legislativo y a nivel estatal los muestra enclaustrados en sus mismas formas, ideas y soluciones; prácticamente ninguno repara en el hecho de que perdieron porque la población estaba harta de sus fracasos, excesos y derroches, pero sobre todo por el estancamiento que vive el México desde hace casi cinco décadas. La noción de que todo se resuelve volviendo a hacer lo que ya fracasó una y otra vez es risible, por decir lo menos.

La derrota del PRI -ahora también en Puebla y Oaxaca- cambió al País en al menos un sentido fundamental: hizo posible la transición de los mexicanos de súbditos a ciudadanos. Se dice fácil, pero el fin de los controles priistas transformó al País de una manera mucho más profunda de lo que parecería a primera vista. Un futuro gobierno encabezado por un priista seguro trataría de restablecer la red de controles y de re centralizar el poder una vez más pero, a menos de que contrate al señor Pinochet como operador, no le será fácil. El cambio es profundo y real. Los gobiernos panistas podrán haber sido limitados e incompetentes, pero estaban lidiando con un animal muy distinto: una ciudadanía liberada y un marco carente de instituciones funcionales. Lo primero se le debe a la población, la ausencia de estas últimas se le debe enteramente al PRI.

Con pequeños momentos de excepción, si algo ha caracterizado al PRI y al priismo como gobierno y como oposición, desde que la Nación entró en la serie de interminables crisis a partir de la caída de las exportaciones de maíz en 1965, es su extraordinaria constancia: siempre ha estado fijamente orientado al pasado. La excepción temporal fue el Gobierno de Salinas, que forzó al País a ver hacia afuera y hacia adelante, pero las contradicciones que surgieron entre su proyecto de desarrollo y sus intereses familiares fortalecieron y regeneraron al viejo PRI.

De intentar perseverar por la misma senda, un potencial Gobierno de corte priista en el 2012 muy rápido se encontraría con la cruel realidad: ya no es posible controlarlo todo y las soluciones no se encuentran en el pasado. A México le urge una estrategia de desarrollo que sea consistente con nuestra realidad geopolítica, con el cambio en las estructuras productivas del mundo y con las necesidades y aspiraciones de los mexicanos.

Lo que el priismo sí trae a la mesa es una excepcional capacidad de operación política. Si quieren sus integrantes reiniciar una era de gobiernos tipo priista, tendrían que emplear esas dotes para un proyecto de futuro porque el del pasado ya se murió.
Luis Rubio
www.cidac.org
 
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Tengo mis dudas de que el PRI, una vez de regreso en Los Pinos, se de cuenta y quiera realizar los cambios que el país requiere. A su interior mantiene muchas estructuras, redes clientelares, que le dan fuerza y cohesión. Esas redes dependen de canongías y cotos de poder que tendrían que eliminarse si realmente se quiere un cambio de fondo en el país. Dudo que los priístas se hagan harakiri por el bien del país. Son muchos los intereses, mucho el dinero que reciben del Erario, del status quo, que no dejarán tan fácilmente esa mina de oro. Al tiempo.
 

 

Avance democrático

Es difícil luchar contra las percepciones. Aunque la tasa de homicidios en Brasil duplica la de México, este país ha sido una fuente continua de malas noticias y peores imágenes. Por eso importa registrar las buenas. El 4 de julio, en 14 de los 32 estados, millones de ciudadanos fueron a las urnas y, desafiando las inclemencias del clima y el clima de inclemencia, dieron un gran paso en la maduración de nuestra democracia.

En diez años, la democracia ha establecido muchas prácticas, leyes e instituciones que merecen perdurar: elecciones presidenciales y legislativas limpias; división de poderes que ha limitado el tradicional poder de los Presidentes; una Suprema Corte independiente; una Ley de Transparencia que ha limitado notablemente los casos de corrupción en el Gobierno federal; plena libertad de expresión y una apreciable participación ciudadana en la vida pública.

Parece poco, pero es mucho, sobre todo si se recuerdan los viejos tiempos en los que el Presidente en turno era el Gran Elector: dominaba al Congreso, influía en la Corte, ponía y quitaba gobernadores y alcaldes, disponía a discreción del presupuesto y los recursos naturales, manejaba las elecciones. Esa monarquía embozada terminó hace diez años.

México conquistó la democracia en 2000, pero la democracia trajo consigo problemas inesperados. Por un efecto centrífugo, el poder que antes monopolizaban los Presidentes pasó a reproducirse en los gobernadores de los 32 estados. La mayoría de ellos pertenecen (y han pertenecido siempre) al PRI.

Sin un marco legal e institucional que les impusiera los límites que existen en el nivel federal, varios de estos gobernadores (no todos, por fortuna) han actuado desde entonces como los caciques y caudillos de la Revolución Mexicana: pueden comprar votos, disponer de los recursos públicos, incurrir en actos de corrupción, acallar a la prensa.

El caso ha sido evidente en estados como Oaxaca y Puebla, que nunca hasta ahora habían sido gobernados por un partido distinto al PRI. Su control era importante, porque podía representar una afluencia de votantes para las elecciones presidenciales y legislativas del 2012. Ese proceso de feudalización topó con un límite el pasado domingo: el PRI perdió Oaxaca, Puebla y Sinaloa. Los señores feudales fueron desplazados por el voto de castigo.

Esta conciencia del poder del voto es relativamente nueva en México. El voto, hay que puntualizar, desplazó a los malos gobiernos, no sólo a los del PRI. En 6 de los 12 estados en que estaba en juego la gubernatura, el votante se inclinó por la alternancia. El PRI perdió Oaxaca, Puebla y Sinaloa pero ganó en Aguascalientes y Tlaxcala (castigando al PAN), así como en Zacatecas (desplazando al PRD).

Una alentadora novedad fue la alianza, inimaginable hace algunos años, entre el PAN, el PRD y otras fuerzas. Esta alianza (que confirma palmariamente la vocación centrista del País) logró el triunfo en Oaxaca y Puebla y alcanzó avances sustanciales en Hidalgo y Durango (que seguirán siendo feudos del ala tradicional del PRI).

Otro dato positivo fue la participación: en nueve estados fue superior al 50 por ciento, incluido el conflictivo Sinaloa. Desastres naturales, amenazas de epidemia, crisis económica, migración, narco-violencia han nublado la vida de México, pero la gente sigue creyendo en la democracia.

Ahora la democracia mexicana podrá seguirse consolidando en donde más lo requiere: el nivel estatal y municipal. Si el PRI hubiese logrado su "carro completo" (como se decía en los viejos tiempos), se estaría enfilando hacia la victoria en las restantes elecciones estatales de 2011, entre las cuales está la del rico Estado de México, donde gobierna Enrique Peña Nieto, hombre popular que hoy encabeza las encuestas para Presidente en el 2012.

Una alianza PAN-PRD en este estado en 2011 podría resultar competitiva, con lo cual el panorama para el 2012 se tornaría más incierto de lo que parecía hasta hace unos días, cuando muchos predecían la vuelta irrevocable del PRI a la Presidencia.

Esa vuelta no es irrevocable pero sí probable. El voto por la alternancia (que benefició al PAN en 2000 y se refrendó por estrecho margen en el 2006) tenderá a castigarlo en el 2012 porque el País permanece estancado económicamente y muchos ciudadanos se niegan a acompañar al Presidente Calderón en su guerra contra el crimen organizado. De hecho, ese castigo al PAN fue ya notorio en las elecciones legislativas intermedias de 2009 y continuó ahora, porque sin la alianza con la izquierda el PAN no hubiera llegado muy lejos.

Algo similar cabe decir de la izquierda, cuya división interna le costó el estado de Zacatecas. Para ser competitivas en 2012, ambas fuerzas deben formar buenos gobiernos de coalición.

El PRI puede presidir un buen gobierno a partir de 2012, pero no a condición de pretender dar marcha atrás al reloj. Un Presidente del PRI, suponen algunos, volvería a retomar los cabos sueltos, controlando al Congreso, llamando al orden a los gobernadores y sentando en la mesa a los capos del crimen organizado para hacer la paz con ellos y entre ellos, devolviendo la seguridad al mexicano que hoy vive en la zozobra.

Ese escenario es un espejismo. ¿Qué incentivo podrían tener los gobernadores para devolver al Presidente los poderes que ahora tienen? Aún más ilusorio parece el sueño de lograr que los capos del narcotráfico entren en razón. Frente a ellos, el Estado no tiene más alternativa que fortalecerse (mediante cárceles seguras, control de aduanas, rastreo de movimientos financieros, adiestramiento de policías, mejores sistemas de inteligencia, captura de capos, etc...) para una guerra de largo plazo que sólo puede acotarse de modo decisivo, con un cambio estructural. Y ese cambio estructural sólo puede provenir de Estados Unidos.

Un México plural es preferible a una monarquía restaurada. Un país que avanza en instaurar un pleno Estado de derecho en los estados y municipios puede enfrentar de manera más eficaz y responsable al crimen organizado. Colombia, una ejemplar democracia, lo logró. México puede lograrlo. Cualquiera que sean los peligros del futuro, México sólo puede fincarlo en la consolidación de su joven democracia.

Enrique Krauze 
Versión del artículo "An Anti-Incumbency Wave - in Mexico", The New York Times, 7 julio 2010.
 
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Difiero de Enrique Krauze. Yo si creo que el PRI buscará un retorno al pasado. El incentivo de los gobernadores es que un presidente del PRI no les sacará sus trapos al sol, los protegerá aún más, y ellos tendrán su oportunidad de ser el siguiente en la lista.
 
Si veo los avances que menciona Krauze, pero para mi son insuficientes para detener un regreso del PRI que los mantenga muchas décadas en el poder, con su política de administración de la pobreza. Espero equivocarme por el bien de México, pero la historia y los hechos actuales, la manera en que se comportan los priístas como Beatriz Paredes o Peña Nieto defendiendo a personajes como Ulises Ruíz, Mario Marín, Fidel Herrera (Peña Nieto dijo que era su mejor amigo), Eugenio Hernández o Moreira, me indica que lo más probable es que no me equivoque.

sábado, julio 10, 2010

 

Superdomingo, superderrota

No adelantar juicios al ver el título de este artículo. No estoy diciendo que el PRI sea el superderrotado del domingo pasado. El superderrotado del superdomingo electoral ha sido el Código Federal de Instituciones y Procesos Electorales, el COFIPE, cosa que me da mucho gusto.

Yo afané años como activista democrático para que las elecciones estuvieran en manos de ciudadanos, para que hubiera un IFE y no fuera el Gobierno el que "organizara" las elecciones. Eso se logró por fin con el COFIPE. Entonces, ¿por qué celebrar la derrota? Porque hay muchas cosas con las que nunca estuve de acuerdo y se han requerido 20 años para que el tiempo me dé la razón.

Me alegra decir que el COFIPE ha sido derrotado. ¿Pero por qué decir esto si las elecciones fueron estatales y no federales? ¿Por qué es esto importante?

Con los resultados electorales de este superdomingo electoral que empiezan a tornarse definitivos en Oaxaca, Puebla y Sinaloa podemos concluir varias cosas que puedo celebrar abiertamente:
 
1. El PRI no tiene asegurado el regreso a Los Pinos en el 2012.

2. AMLO ha quedado prácticamente eliminado como candidato fuerte para 2012.

3. El COFIPE ha sido superderrotado por el éxito de las alianzas PAN-PRD.

Este último hecho es el que a mi juicio es el más significativo de todos porque demuestra, como sólo una elección puede hacer, que los supuestos más importantes de la estructura partidista creada por el COFIPE están totalmente erróneos. Me explico: Ya he mencionado en varios artículos previos que, a lo largo de 20 años, el COFIPE ha invertido unos cuatro mil millones de dólares en financiar lo que he llamado la "lucha ideológica subsidiada".

Los partidos han recibido miles de millones de pesos provenientes de impuestos federales y estatales para pulir sus habilidades para confrontarse y para atacarse unos a otros. El COFIPE supone que la confrontación ideológica produce una síntesis aprovechable. Es obvio que no sucedió.

Si bien el COFIPE ciudadanizó las casillas y al IFE, también mañosamente plasmó en sus artículos que las ideologías requieren una diferenciación clara, que cada partido debe tener una identidad propia, así como programas y promesas de campaña propias, como para que el elector "no se confunda".

Pues bien, estos supuestos básicos con que los priistas envenenaron el COFIPE -me da gusto poder confirmar- están tronados. No son válidos. No se sostienen simplemente porque los electores del domingo pasado demostraron que se puede votar por la persona y por su credibilidad antes que por una ideología o por un partido o por unos colores. Con el éxito no se puede discutir.

La democracia es precisamente un sistema para sumar voluntades y darles una fuerza proporcional al número de votos. Por ello es perfectamente válido y lógico que antes que perder separados, dos partidos como el PAN y el PRD puedan ganar unidos. Que yo sepa, la pureza ideológica no gobierna en ningún país y las mañas del COFIPE han sido la razón del empantanamiento del País durante los últimos 20 años. Recordemos que el COFIPE infectó todas las legislaciones estatales.

Con la derrota del COFIPE generoso en subsidios, quizá finalmente podamos obtener un cambio de la legislación federal para facilitar la formación de coaliciones, alianzas, candidaturas comunes, y se respeten las candidaturas independientes. Para mí, todo aquello que proporcione más opciones al ciudadano o las agilice, es una ganancia de la democracia.

En conclusión, esta elección destaca la necesidad de poner al elector -y no a los partidos- en el centro de la legislación electoral. Son los electores los que deben tener la libertad por votar exactamente por los partidos, alianzas o candidatos que se les antoje.

Ojalá que estos comicios que acaban de pasar demuestren que son los ciudadanos los que deben mandar y que los partidos políticos son sus instrumentos, no al revés. Además, nos ahorraremos miles de millones de pesos cada año.

Javier Livas 
javierlivas@mac.com
 
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Es tiempo de que en México la partidocracia se termine y llegue la democracia.

viernes, julio 09, 2010

 

La quimera de la igualdad

Evidentemente, la humanidad ha comprado esta falsa ilusión de que la igualdad es un objetivo en sí mismo. Muchos, casi todos, dicen luchar por la igualdad y se ufanan de ello como si el término en si mismo representara un valor indiscutible. Se lo menciona como si el vocablo tuviera un aura especial, una bendición superior, como si se tratara de una virtud superlativa.

En el discurso político y ciudadano se ha instalado una certeza que pretende ser irrefutable. Se ha constituido en, algo así como, un monumento a la verdad inmaculada. Es la obsesión de un fundamentalista objetivo ya no solo retórico, sino de orden práctico, que se plasma a diario en implementaciones concretas en todo el globo.

Muchos, casi todos, dicen luchar por la igualdad y se ufanan de ello como si el término en si mismo representara un valor indiscutible. Se lo menciona como si el vocablo tuviera un aura especial, una bendición superior, como si se tratara de una virtud superlativa, de una utopia por la que valiera la pena trabajar incansablemente.

Habrá que decir, sin vueltas ni tapujos, sin rodeos ni eufemismos, que la igualdad, esa de la que tanto hablan, es el atributo que menos describe a la especie humana. Los individuos no somos iguales en casi nada. Si algo nos distingue, son nuestras diferencias, aquello que nos hace naturalmente distintos.

No nos parecemos ni físicamente, ni en nuestra personalidad, mucho menos en las intransferibles vivencias que nos tocan en suerte. Todo, absolutamente todo, nos hace seres infinitamente distintos, y esa desigualdad, si que es un cualidad, una característica única e irrepetible.

Son nuestras diferencias, las que nos hicieron progresar y sobrevivir como especie. Es justamente eso lo que nos ha permitido evolucionar. Esas disparidades, nos hace creativos, competitivos y se convierte en el principal motor que nos moviliza lo suficiente como para esmerarnos y superarnos a nosotros mismos.

No es la igualdad, sino justamente su opuesto, la desigualdad, lo que mejor describe nuestros talentos y mayores virtudes. También es ella la que identifica claramente nuestros peores defectos, y nos posibilita la chance de ocuparnos de ellos.

No somos iguales, no deberíamos querer serlo. Sin embargo, una corriente cada vez mayor, casi unánime, parece ser el discurso esperado, el políticamente correcto, ese que dice pretender ajustar lo que presenta como desvíos. La sociedad parece aplaudir, algunos porque suponen que alguien tiene el poder de otorgarles lo que no tienen, y otros porque no se animan siquiera a decir lo que piensan y defender lo propio.

Resulta deseable que todos juguemos bajo las mismas reglas. Se puede pretender cierta igualdad ante la ley, frente a los objetivos criterios que rigen la convivencia humana, pero solo eso, solo esa cuestión de rutina, que es casi una cuestión de sentido común.

En el resto, habrá que comprender que las diferencias, la desigualdad y nuestras propias particularidades, deben ser bienvenidas. Por eso, resulta difícil entender como esa palabra, igualdad, ha pasado a ocupar un lugar de privilegio en los discursos, y como su implementación efectiva ha significado despojarnos de nuestra propia singularidad.

Y es que la política ha convertido ese culto a la igualdad en una práctica cotidiana que consiste en quitar talentos a los mejores, poner límites al progreso, establecer pisos artificiales intentando brindar coercitivamente a unos lo que naturalmente no tienen, sin dejar previamente de despojar a otros para que lo anterior suceda.

La redistribución tan mentada sigue haciendo estragos. Bajo esa muletilla que se ha puesto de moda, el paradigma de la justicia humana, hace eso, quita a unos y otorga a otros, discrecional, arbitraria, selectiva y coactivamente.

La sociedad parece aclamar la destrucción de su mayor virtud. Supone que se puede igualar a una comunidad, por medio de leyes, decretos y normas. Que sacando a unos y entregando a otros, se nos ayuda a evolucionar. Nada más alejado de la realidad. Esos mecanismos, solo consiguen desestimular a los talentosos y paradójicamente también a los menos hábiles, ya que así, tampoco precisan de incentivos para progresar, para superarse. Después de todo, algún Mesías, se ocupará de darles lo que no son capaces de conseguir por si mismos. Pero en este caso, con el agravante de tratarlos indignamente como verdaderos incompetentes e inútiles, rebajándolos a la deshonrosa categoría de mendicantes de favores. Debilitan así su desgastada autoestima para condenarlos eternamente a la frágil e indecorosa posición de parásitos sociales, esos que a partir de ahora dependerán exclusivamente de la dádiva clientelista del mandamás de turno. Eso ocurrirá, claro está, cuando el poderoso decida otorgarle esa limosna. Antes se ocupará de esquilmar a algunos, esos que producen y generan riqueza a su alrededor, para poder concretar su generosa acción popular.

Ese mecanismo, que aparentemente goza de una impunidad sin igual en el planeta, parece haber venido para quedarse. Se trata de prácticas que celebran políticos y votantes al unísono. Diera la sensación, que cierto sector de la humanidad está dispuesto a bajar los brazos definitivamente, para vivir de lo que otros generen, para dejarse humillar por los que se han empeñado en demostrarle su demostrada incapacidad, como una fotografía estática de ese presente inmutable e inmodificable.

Ellos, no parecen estar listos para dar la batalla, ese difícil pero imprescindible desafío para recuperar la fe, de iniciar la búsqueda de su propia felicidad e intentarlo en la satisfacción de identificar sus arraigadas y desconocidas fortalezas, esas que todo ser humano tiene, ese don preciado que hemos recibido cada uno de nosotros en forma particular, individual e indelegable, ese atributo magnífico que nos hace esencialmente diferentes y por ello únicos e inimitables. Extraordinariamente distintos. Fantásticamente desiguales.

Ninguna ley funcionará como los políticos y muchos ingenuos ciudadanos suponen. Las normas podrán saquear a unos para regalar a otros, pero no crearán talento allí donde este está ausente o simplemente dormido. Tampoco generarán creatividad, en ese espacio en el que ellos mismos se ocuparon de apagar la voluntad.

Esos atributos, la creatividad, el talento, la perseverancia, el esfuerzo, la capacidad, el esmero, no son solo cuestiones innatas, las más de ellas se desarrollan y se logran solo cuando se atraviesan momentos difíciles, verdaderas crisis, situaciones que requieren de retos frente a los escollos que nos propone siempre el presente.

La innumerable lista de invenciones de la historia humana, esa nómina inagotable que nos hace la especie que más se ha desarrollado como tal, proviene de los mejores. Son ellos y no otros, los que sentaron las bases del progreso.

Si eliminamos las diferencias, si seguimos venerando la homogeneidad, estaremos condenándonos a pedirle a los que se destacan, a que ya no lo hagan y a los peores, a despreocuparse por la ausencia de habilidades, pues algún político, apoyado por la inmensa mayoría de ciudadanos, pondrá las cosas en su lugar.

Evidentemente, la humanidad ha comprado esta falsa ilusión de que la igualdad es un objetivo en sí mismo. La fantasía de la igualdad parece estar apoderándose de nosotros sin resistencia alguna y con una tácita aprobación cívica que explica el discurso de los políticos, que es solo una mera consecuencia y no su verdadera causa.
 
Alberto Medina Méndez

miércoles, julio 07, 2010

 

Retrocesos del PRI y reformas

¿Cuál será el efecto de los resultados electorales del domingo en la posibilidad de que haya reformas importantes el resto del sexenio?

Si se confirma el triunfo de las alianzas en Oaxaca, Sinaloa y Puebla, se podrá decir que la visión estratégica que estuvo detrás de éstas funcionó.

Y eso va a fortalecer el liderato del PAN y, de rebote, al Presidente Calderón.

En el caso del PRD, también Jesús Ortega y sus aliados podrán capitalizar parte de este éxito.

Pero esto no va a significar que haya más posibilidades de sacar reformas, por el impacto que estos resultados tuvieron en el PRI.

Vamos por partes.

Pareciera contradictorio hablar de la derrota del PRI cuando este partido ganó en 9 entidades y en tres de ellas (Tlaxcala, Zacatecas y Aguascalientes) reconquistó la gubernatura.

Pero, en tres (Oaxaca, Puebla y Sinaloa) la perdió.

Para ver la importancia de las que se perdieron y se ganaron se puede observar que el listado nominal de electores de las tres entidades que recuperó suma 2 millones 686 mil 56 personas. En contraste, el de las entidades que perdió es de 8 millones 321 mil 262 ciudadanos.

El diferencial en contra es de 5 millones 635 mil personas.

Sin duda el PRI se ratificó como el partido con más fuerza individual a escala nacional. Pero en las cinco entidades en las que hubo una alianza electoral que incluyó al PAN y el PRD, ésta obtuvo 2 millones 880 mil votos frente a 2 millones 691 mil del PRI y sus aliados, de acuerdo con los datos disponibles hasta ayer en los PREP.

Le habíamos comentado en este espacio que uno de los significados de las alianzas era probar la estrategia para volver a instalarla en el Estado de México en el 2011.

El fondo del asunto es muy claro. Hay el consenso entre el PAN y el PRD de que si no se logra detener a Enrique Peña, el PRI tendrá muy altas probabilidades de ganar las elecciones presidenciales del 2012.

Y una de las fórmulas para hacerlo es ganándole la gubernatura del Estado de México.

Con los resultados del fin de semana se da el primer paso para el establecimiento de una alianza PRD-PAN en la entidad con el padrón más grande del País.

Ante este escenario, ¿cuál será el comportamiento del PRI en las dos cámaras? ¿Mejorará su disposición a negociar las propuestas del Gobierno y del PAN, o se endurecerán sus posiciones?

Me parece que hay motivos para pensar en que es probable que el PRI se ponga más duro en sus posiciones.

Si consideramos la suma total de votos obtenida por el PRI y sus alianzas en las elecciones para gobernador, tenemos una cifra de 5 millones 818 mil sufragios. La del PAN y sus alianzas fue de 5 millones 136 mil. Hay un diferencial de 13 por ciento que está lejos de predeterminar un resultado para 2012.

Por esta razón, me parece que en la medida en que esté en sus manos, el PRI va a seguir bloqueando reformas como la laboral o la fiscal, y será más duro para atacar decisiones del Gobierno.

La dirigencia priista sabe que para ganar en 2012 será necesario que en los próximos 2 años haya una baja aún mayor en la capacidad de concitar al voto de Acción Nacional o de sus aliados.

Así que me parece que no hay buenas noticias para la posibilidad de reformas, aunque lo sean para los estados que dejaron los gobiernos caciquiles que habían mantenido.
 
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La peculiar racionalidad de los políticos
 
¿Qué es lo que determina la forma de comportarse de los políticos? Pues una racionalidad que no compartimos el resto de los mortales.

A propósito del análisis que le presenté ayer, y que concluía que ante el retroceso de los priistas respecto a la situación previa a la elección del 4 de julio es probable que endurezcan sus posiciones frente a las políticas y propuestas del Gobierno de Calderón, hubo lectores que me hicieron saber su desacuerdo con esa visión.

Me comentaron a través de correos electrónicos que también cabe la posibilidad de que el PRI obtenga lecciones de este resultado y, al revés, se muestre más cooperativo con el Gobierno para tratar de sacar adelante reformas que mejoren la capacidad de crecimiento de la economía y la competitividad del País.

El sentido de ser más cooperativo no sería por "bondad", sino porque buscarían un cambio de imagen ante el electorado como un partido que es responsable y que se echa a cuestas las tareas de Gobierno, aunque esté en la Oposición en el Gobierno federal.

Ojalá las cosas fueran así, pero francamente lo dudo, debido a la racionalidad con la que funciona la mayoría de los políticos.

El objetivo principal de la mayoría de ellos es alcanzar y retener el poder. Se hizo tan obvio esto, que fue la obstinación de algunos gobernadores de los tres grandes partidos en imponer a su sucesor lo que al final los condujo a perder el Estado.

Con la evidencia de que, contra lo que algunos priistas creían, están lejos de tener el camino pavimentado para ganar las elecciones del 2012, éste va a ser el gran telón de fondo que tendrán en los siguientes meses.

Ante ello, la experiencia nos dice que van a desarrollar un sentido de acción política que tienda a reducir las posibilidades de éxito del Gobierno de Calderón, sobre la base de que son la primera fuerza política en la Cámara de Diputados y el "fiel de la balanza" en el Senado.

Por ejemplo, ante dos reformas que se buscaban: la de competencia y la laboral, me temo que se endurecerán las posiciones.

En el caso de la de competencia, hay que recordar que los senadores del PRI presentaron una propuesta para convertir a la CFC en un organismo descentralizado, en el que, por tanto, sí se valdría la ratificación de sus integrantes por parte del Senado.

Si sigue esta visión y el PRD no va con el PAN en el rechazo a esta iniciativa, va a hacer agua una de las pocas propuestas del Ejecutivo que parecían tener viabilidad, tras haber sido aprobada en la Cámara de Diputados.

En el caso de las reformas a la Ley Federal de Trabajo, creo que la conclusión será que, ni hablar. Simplemente se va a ir hacia atrás.

Prácticamente ningún partido apuesta a que un buen desempeño de un gobernante de signo diferente al suyo puede ser redituable para la sociedad entera... aunque siempre digan lo contrario.

No faltará quien piense que, además de las alianzas, un factor que pesó para los triunfos en Puebla, Oaxaca y Sinaloa fue el hecho de que finalmente la economía sí está creciendo.

Quedará en la memoria que el triunfo de Calderón en el 2006 fue con un crecimiento del PIB de 5.5 por ciento en el primer semestre de aquel año, una cifra muy parecida a la que se va a obtener la primera mitad del 2010.

Creo que lo último que quisieran los priistas es una economía creciendo de esa manera en los primeros meses del 2012.

Enrique Quintana 
enrique.quintana@reforma.com

sábado, julio 03, 2010

 

En vilo

No fue la ejecución de un candidato a la Gubernatura, fue el asesinato de un gobernador virtual. Todas las encuestas le otorgaban el triunfo a Rodolfo Torre Cantú. Su victoria se daba por descontada. El mensaje, por lo tanto, es claro y tiene dedicatoria. Va para todos los gobernadores y altos funcionarios del Gobierno federal. Ninguno está a salvo. Ni siquiera el Presidente de la República.

El atentado no era previsible, pero estaba en el horizonte. Basta recordar que en 2008 fue ejecutado en la Ciudad de México el comisionado de la Policía Federal Preventiva, Édgar Millán, y que, entre 2004 y 2008, Santiago Vasconcelos, titular de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada, escapó a tres atentados. Y apenas el 24 de abril pasado, Minerva Bautista, secretaria de Seguridad Pública de Michoacán, sobrevivió de milagro a un ataque en Morelia.

Era, pues, cuestión de tiempo. La espiral de la violencia está incontenible y ha alcanzado un nuevo nivel. El contexto es extremadamente complicado. Mientras la ofensiva del crimen organizado es muy eficaz, la intervención de las Fuerzas Armadas no ha tenido los efectos esperados. En Michoacán se multiplican los ataques contra la Policía Federal, en Monterrey pequeños comandos bloquean la Ciudad a discreción y de Ciudad Juárez, mejor ni hablar.

La estrategia de los cárteles tiene diferentes niveles y objetivos:
 
1) Utilizan el método de la guerra de guerrillas: golpear rápido, con una fuerza superior a las corporaciones policiacas, y escapar, como acaba de suceder en Apatzingán;
 
2) movilizan contra el Ejército, como ocurrió en Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Veracruz el 17 de febrero de 2009, a jóvenes, mujeres y niños;
 
3) practican ejecuciones colectivas en bares y centros de adicción en Juárez y otras ciudades, amén del estallido de granadas en Morelia el 15 de septiembre de 2008. Formas todas de narcoterrorismo;
 
4) desarrollan una guerra psicológica mediante la brutalidad de las ejecuciones (decapitados y torturados) y el uso de redes informáticas para atemorizar a las poblaciones, como en Cuernavaca y Tepic, recientemente;
 
5) recurren a la violencia selectiva para ejecutar a integrantes de las corporaciones de seguridad y atentan contra altos mandos, tal como ocurrió con policías en Monterrey y Michoacán;
 
6) ejecutan a políticos y funcionarios de primer nivel.

Para entender el desafío que enfrenta el Estado mexicano y, consecuentemente, la desprotección que sufrimos los ciudadanos, hay que añadir varios factores: el primero, y más determinante, es la cantidad de recursos de los cárteles de la droga. Los cálculos más prudentes los sitúan en 16 mil millones de dólares y los más extremos en 40 mil millones.

Un promedio mesurado establece un monto de 25 a 30 mil millones de dólares anuales. Ese mundo de dinero asegura a los cárteles dos recursos estratégicos: uno, la cantidad ilimitada de armas -de alto calibre y sofisticación- que pueden adquirir del otro lado de la frontera; y otro, la capacidad igualmente ilimitada para reclutar jóvenes como sicarios y operadores.

A lo anterior hay que agregar la corrupción y cooptación de los mandos policiacos y militares. La historia no es nueva. En 1997, bajo el gobierno de Ernesto Zedillo, el zar antidrogas -general Gutiérrez Rebollo- fue detenido por estar al servicio de uno de los cárteles. Once años después, Garay Cadena -sustituto del asesinado Édgar Millán- fue detenido por estar al servicio de los Beltrán Leyva.

Ésa es la magnitud del desafío que enfrenta el Estado mexicano. Desde esa perspectiva, lo que ocurre en España con la ETA es un juego de niños. Primero, porque los terroristas no cuentan con semejantes recursos financieros. Segundo, porque no tienen la capacidad de penetrar y corromper a las corporaciones de seguridad. Y, tercero, porque carecen de una amplia base social.

Me detengo en el tercer punto. Según un cálculo del Departamento de Estado de Estados Unidos, en México 150 mil personas están involucradas con los cárteles y otras 300 mil se dedican a la producción de mariguana y opio. Amén de que existe una cultura del cinturón piteado, la bota tejana y el narcocorrido.

El Presidente Calderón se equivocó al definir el problema de la violencia como una cuestión de imagen y percepción. Su queja contra los medios de comunicación es inaceptable. Sobre todo porque sobran ejemplos y testimonios del asedio, las ejecuciones y la censura que sufren los periodistas en las plazas controladas por el crimen organizado.

No se ha equivocado, sin embargo, en la convocatoria que lanzó a todas las fuerzas políticas para alcanzar un acuerdo contra la violencia y los narcotraficantes. Las responsabilidades en esta materia están divididas. Los priistas deberían asumir las suyas. Nuevo León, Tamaulipas, Chihuahua, Sinaloa y Veracruz son entidades gobernadas por el PRI.

La fuerza que ha adquirido el crimen organizado en cada una de ellas también es responsabilidad de sus respectivos gobernadores, no sólo del poder federal. Más grave aún. Hacia el 2012 el panorama es sombrío. Nadie puede descartar un atentado contra alguno de los candidatos a la Presidencia.

Los potenciales beneficiarios de un ataque de esa naturaleza podrían estar más allá del crimen organizado. La tentación de hacer alianzas y pactar con ese poder es real. El asesinato de Luis Donaldo Colosio, quiérase o no, sentó un precedente.

Así que o las fuerzas políticas actúan responsablemente o se correrá un riesgo enorme. Nunca antes, en la historia reciente, el Estado mexicano había enfrentado un desafío de tal magnitud.
 
Jaime Sánchez Susarrey
 
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Y el PRI anteponiendo sus intereses particulares, ganar elecciones, a la seguridad del país.

viernes, julio 02, 2010

 

Muerte y Transfiguración

Frente al asesinato de su candidato a gobernador en Tamaulipas, el PRI no acepta el llamado presidencial a la unidad nacional. Eso dijo el martes Beatriz Paredes, acompañada de todas las figuras relevantes del partido. Dijo que ellos sí negocian con liderazgos legítimos, pero no con oportunistas. Acusó la intervención de delegados federales en las elecciones, el subejercicio presupuestal, y las grabaciones telefónicas. En pocas palabras, hizo un acto de campaña en el que criticó que se lucre con la tragedia.

El PRI espera varias derrotas este domingo, no hay otra explicación al desplante. Y con ello, ve cerrarse la posibilidad de un regreso triunfal en 2012, no a la Presidencia únicamente, sino a las mayorías absolutas. Este partido de Estado del viejo régimen pro-comunista, que busca denodadamente la restauración autoritaria, tal vez como en Rusia, para instalar una cleptocracia, está enojado.

Frente a un candidato asesinado por la delincuencia organizada, según los discursos del Presidente y del gobernador de Tamaulipas, el discurso de Beatriz Paredes prácticamente no menciona ésa, la mayor amenaza que enfrenta el Estado mexicano. Tal vez porque ella sí recuerda que en los años 70, en la guerra sucia verdadera, contra la subversión, se creó una relación simbiótica entre las fuerzas de seguridad del Estado y la delincuencia organizada. Tal vez recuerda que los responsables de esa relación, en muy elevados puestos a mediados de los 80, acabaron relacionados directa o indirectamente con los asesinatos de Enrique Kiki Camarena, agente de la DEA en México y de Manuel Buendía, el columnista más leído de la época. Tal vez recuerdan que el zar antidrogas de México, el general Gutiérrez Rebollo, fue detenido y procesado por brindar protección a Amado Carrillo. Tal vez recuerdan que las muertes de Colosio y Ruiz Massieu tienen fuerte tufo tamaulipeco, como recordó hace unos días Jorge Fernández Menéndez.

Los que no recuerdan estos hechos sostienen que el enfrentamiento contra la delincuencia organizada fue una ocurrencia de Calderón para legitimarse. Afirmación que sostienen contra cualquier evidencia, claro, porque no se trata más que de una creencia. Como si el fenómeno del narcotráfico, la impunidad, la delincuencia organizada fuesen algo imaginario, incipiente, menospreciable. Y desde esa postura insisten en que la estrategia es inadecuada, pero no proponen otra, porque no es su trabajo. Más bien porque intentar hacerlo implicaría reconocer su ignorancia sobre el tema, la dificultad del mismo, la debilidad de sus interpretaciones y planteamientos.

Los últimos 10 años hemos transitado por un camino de ruptura. Vicente Fox, y luego Felipe Calderón, concitan grandes odios. Han sido despreciados por sus adversarios políticos y por los comentócratas, y desde el desprecio no hay política viable. Hoy el PRI acusa a Calderón de concentrar su actuación en las elecciones, como lo acusan los comentócratas referidos. En la opinión de todas estas personas, Calderón no es jefe de Estado, sino porrista de su partido. Es esencial, para sostener esa afirmación, la hipótesis de que la lucha contra el crimen organizado tenía como objetivo primordial la legitimación. Sin eso, todo se hunde.

Tratemos de entender lo que ocurre: cuando se vino abajo el régimen autoritario hace menos de 15 años, nos quedamos con una mezcla informe de reglas viejas y nuevas, pero con una mentalidad profundamente anticuada, que nos fue imbuida a través del sistema educativo. Así, los mexicanos seguimos creyendo que la Presidencia de la República es la piedra angular del sistema político, cuando ya no tiene prácticamente poder alguno. No nos damos cuenta de que el poder está hoy en gobernadores y legisladores, que no se han sumado en serio a la lucha contra la delincuencia, pero que claman por el Ejército cuando sus entidades son atacadas. No entendemos que hoy apenas tenemos los mismos efectivos de nuestro lado que los que tiene la delincuencia, y que así no hay forma de reducir la violencia.

Logramos derrumbar el régimen de la Revolución, pero no logramos decidir qué queremos hacer de México. Unos quieren restaurar el autoritarismo, aunque ya no pueda ser como antes; otros quieren administrar sin gobernar; unos más simplemente critican. El único camino para convertir a México en un país exitoso ya lo conocemos, es el mismo que han seguido todos los países que ya lo son: imperio de la ley, piso mínimo para todos, libertad de competencia.

Decídanse, pues. Y defiendan su decisión. México será lo que quieran hacer de él.

www.macario.com.mx

 twitter: @mschetti

Profesor de Humanidades del ITESM-CCM


jueves, julio 01, 2010

 

Trágico lucro

"Al gobernar aprendí a pasar de la ética de los principios a la ética de las responsabilidades". Felipe González Márquez
 
No encuentro nada objetable en la petición del Presidente Felipe Calderón de que los partidos y dirigentes políticos dejen de lado sus diferencias para encontrarse y "hacer un frente común" tras el asesinato del candidato del PRI al Gobierno de Tamaulipas. La respuesta de la presidenta nacional del PRI, Beatriz Paredes, me parece no sólo grosera sino irresponsable.

No entiendo por qué Paredes piensa que un llamado a la unidad debe ser "una estrategia de lucro con la tragedia que nos agravia". No comprendo la airada exigencia de "respeto a nuestro duelo", ni sé a quién le pide "justicia, el esclarecimiento de los hechos que segaron la vida de Rodolfo Torre Cantú". Al parecer la dirigente del PRI no se ha dado cuenta de que, por lo menos hasta el momento de escribir este artículo, la institución encargada de investigar el homicidio del candidato es la procuraduría de un gobierno priista, la de Tamaulipas. La frase "Más que declaraciones, reclamamos una investigación ágil y certera que encuentre a los culpables" se la debió haber dirigido no al Presidente Calderón sino al Gobernador priista Eugenio Hernández, quien se encontraba precisamente detrás de ella.

Es a Paredes a quien la sociedad le debería exigir no tratar de lucrar con la tragedia. Si ella o los priistas no quieren aceptar un diálogo, están en su derecho, como también lo están de considerar a los panistas como "políticos improvisados" que no representan "liderazgos legítimos" y son "fruto del oportunismo". Pero ese reiterado discurso de descalificación es una de las razones por las que los ciudadanos estamos tan hartos de los políticos de todas las denominaciones.

Por un momento pareció que la muerte del Dr. Torre Cantú tendría, a pesar de la tragedia, consecuencias positivas para el país. El lunes 28 de junio casi todos los dirigentes políticos importantes ofrecieron señales de madurez y respeto. Por un momento pudimos pensar que los políticos mexicanos podrían llegar a ser como los españoles, que al enfrentar los retos de los grupos violentos han sabido dejar de lado sus diferencias y trabajar juntos por el país. Las amargas declaraciones de Paredes del día siguiente nos revelan que ese sueño es imposible: los políticos mexicanos son lo que son.

No es un problema de partidos. Las declaraciones de Paredes son tan lamentables como las del Secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont al descalificar como "tontos útiles" a las comisiones de derechos humanos o las de Andrés Manuel López Obrador que, en entrevista radiofónica con Jacobo Zabludovsky, declaró el 29 de junio que él estaría dispuesto a dialogar con el Presidente Calderón siempre y cuando éste asumiera previamente "el compromiso de cambiar la política económica", como si solamente López Obrador tuviera derecho a sostener sus posiciones políticas y económicas.

El discurso de Paredes confirma que los políticos mexicanos nunca estarán dispuestos a hacer el esfuerzo para llegar a acuerdos por el bien del país. Su única preocupación es obtener y conservar el poder. Ni siquiera pueden atribuirse sus palabras a la improvisación. El discurso fue cuidadosamente preparado y llevaba el respaldo de la cúpula priista.

Si a 100 años del inicio de la Revolución y 200 del comienzo de la Guerra de Independencia México sigue hundido en la pobreza es precisamente porque nuestros políticos nunca han querido dialogar para resolver sus diferencias.

Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
 
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Las dudas sobre el asesinato de Rodolfe Torre siguen, y es responsabilidad de la procuraduría estatal de Tamaulipas investigar y detener a los culpables. Beatriz Paredes y el PRI nacional recriminaron al Gobierno Federal, le exigieron, una pronta investigación. Sin embargo la responsabilidad es del gobierno priísta de Tamaulipas, es de Eugenio Hernández.
 
En el equipo de campaña de Torre Cantú hay un traidor. Hubo alguien que filtró la agenda, horarios, y tipo de vehículos que usarían ese día. Los cazaron, los estaban esperando. Además, dejaron una nota, que el gobierno tamaulipeco ha mantenido en secreto. ¿Qué decía el mensaje que dejaron los narcos?
 
De acuerdo a los testigos, todo parece indicar que fueron los Zetas, que durante años han asolado a Tamaulipas y que eran el verdadero gobierno, cobrando impuestos, derechos de piso, extorsionando, secuestrando, y asesinando en todo el estado. La violencia aumentó porque el Cártel del Golfo se peleó con los Zetas que eran su brazo armado. Pero durante 15 años o más, el CDG ha estado presente en el Estado. En la guerra que el Gobierno Federal emprendió contra el crimen organizado, usando a las fuerzas armadas, las policías estatal y municipales en Tamaulipas no se han involucrado. Al contrario, tal como se ha visto en NL y en otros estados, las policías están infiltradas. La guerra entre los cárteles mostró que muchos policías trabajaban para los narcos y, sus ejecuciones, por uno u otro grupo, mostraron que estaban exigiendo escoger un bando.
 
Es en ese escenario en el que se da el asesinato de Rodolfo Torre. Dos cárteles peleándose a morir a Tamaulipas, asesinando a quienes apoyan o sospechan que apoyan a su enemigo. ¿De qué lado se puso el gobierno estatal de Eugenio Hernández? ¿Aceptó Torre Cantú negociar con uno de los grupos criminales y lo mato el otro? ¿Con ninguno y por eso lo mataron? Todo puede ser posible pero la gente común nunca lo sabremos. Y aún así, con toda esa violencia que hay en el Estado, donde el crimen gobierna, la gente de todos modos votará por el PRI en su gran mayoría. ¿Cómo puede haber una mejoraría si siguen votando por quienes permitieron que el crimen se asentara y creciera en el Estado?
 
Ojalá Egidio Cantú, cuando sea gobernador, por puro honor familiar decida investigar y atrapar a los asesinos de su hermano. De ser así, tendrá que investigar dentro de las fila del PRI, buscando a los traidores. Al tiempo.

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