martes, octubre 30, 2007

 

Esquizo PRD

(29 octubre 2007).- Cuando el Secretario de Comunicación del PRD, Gerardo Fernández Noroña, le reprochó, bélica y vulgarmente, a la diputada federal perredista, actual Presidenta de la Cámara de Diputados, haber reconocido a Felipe Calderón como Presidente Constitucional, el PRD se echó una maroma para atrás y se ahorcó en su propia trampa aceptando públicamente sufrir esquizofrenia institucional.

En un principio, entendí que la estrategia del partido era justamente navegar en dos barcas distintas, pero con la misma ruta. Por un lado, el movimiento social, liderado por Andrés Manuel López Obrador, deslindado del PRD, con una vocación popular que sigue reclamando el "robo" de la Presidencia en una campaña itinerante por el País; y por el otro lado, la vía institucional, atendida por el partido, sus representantes oficiales y los funcionarios públicos militantes, todos ellos con obligaciones constitucionales contractuales que implícitamente obligan al reconocimiento de ciertas instituciones.

La bifurcación de los caminos no es, en sí, razón para la inestabilidad moral ni ideológica. La idea era buena y resultaba consecuente, por un lado, con la idea del fraude electoral y, por el otro, con la responsabilidad política del partido que había recolectado como nunca votos a su favor. Sin embargo, el problema consistió en que los dos bloques no han terminado de asumir sus diferencias y sus coincidencias y unos se creen más puros que los otros.

En este sentido, entendería que la acusación contra Ruth Zavaleta por reconocer a Calderón como Presidente viniera del grupo comandado por AMLO que ha mantenido una abierta confrontación con "el espurio"; pero me sorprende, sin embargo, que el golpe bajo haya sido lanzado desde las mismas filas oficialistas que ceden sistemáticamente en sus principios para permanecer en sus puestos de poder. ¿Cómo criticar la impureza desde la impureza?

El PRD no estuvo a la altura de los acontecimientos del verano de 2006. Cuando el Trife validó la elección presidencial, el partido debió haber demostrado mayor estatura moral y no la rabieta mal lograda de algunos de sus líderes que entendieron a la función legislativa como la oportunidad ideal para secuestrar al sistema. ¿No están ellos mismos promoviendo un tipo de fraude legislativo?

El hecho de que el Secretario de Comunicación del PRD manifestara escandalosamente su frustración cuando la presidenta de la Cámara de Diputados desoyó la línea del partido, pone en evidencia el claro mandato cupular para todos los funcionarios perredistas de secuestrar sus puestos para entorpecer las intenciones de Felipe Calderón.

Resulta patético que pretendan ser héroes dándole una fuerte tunda al mismo sistema al que pertenecen.

El PRD parece estar obsesionado con negar que se ha duplicado. Una parte del partido se quedó en las calles, en los movimientos ciudadanos de resistencia pacífica y en los seguidores de AMLO; la otra, sigue funcionando bajo los esquemas del sistema político: negocia, pacta, concursa en elecciones, vota, preside.

Entenderse como antagonistas sólo los condena; exigirse pureza, cuando ésta no habita en ninguna institución, es apostar al conflicto antes que a la propia revisión.

Es irónico que el PRD siga fabricando las trampas en las que termina cayendo. El caso del enfrentamiento entre Zavaleta y Fernández Noroña resulta sintomático de una enfermedad mayor. ¿Cuándo el PRD va a dejar de hablar sobre reformas y revoluciones para mirarse por adentro? Antes de seguir operando, el partido tendría que desanudarse y replantear sus propios conflictos morales e ideológicos; de lo contrario, tendremos más episodios esquizoides.

Ximena Peredo
ximenaperedo@yahoo.com.mx

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