lunes, septiembre 03, 2007

 

'¡Al diablo con las instituciones!'

En los próximos días, el Congreso aprobará reformas a las leyes electorales que los legisladores han llamado "Reforma de Estado". En principio, nadie puede estar en desacuerdo con que las campañas electorales duren menos tiempo, existan reglas de mayor equidad en el acceso a los medios de información, se reduzcan los gastos de campaña, se regulen las precampañas, haya transparencia sobre la procedencia de los fondos y que el árbitro de los procesos electorales sea imparcial y, sobre todo, nadie se opone a que los funcionarios públicos dejen de utilizar su posición para promoverse en lo personal o a su partido político.

Todos estos puntos ya están presentes en el actual andamiaje jurídico que ha permitido la organización exitosa de 4 procesos electorales federales en los últimos 10 años, incluyendo el del 2006.

El desenlace del proceso electoral del 2006 puso en evidencia que las anteriores reglas no eran totalmente respetadas por los partidos políticos. Como sucede regularmente en México, el problema no es que se necesiten más o mejores leyes, sino que simplemente se respeten las leyes existentes, algo que los partidos políticos, gobernantes y funcionarios públicos, no importando su afiliación partidista, nunca estarán dispuestos a hacer si eso les impide obtener más votos.

Lo interesante del asunto es que son los partidos políticos que perdieron la contienda presidencial pasada los que están proponiendo estas reformas. Se dieron cuenta de la perversidad de la legislación actual a las 23:00 horas del 2 de julio del 2006, a pesar de que con esas reglas el PRD obtuvo una votación histórica que lo ha llevado a ser la segunda fuerza política en el Congreso.

¿Cuáles son los incentivos que van a tener los partidos políticos para cumplir las nuevas reglas del juego? ¿No es, más bien, un intento de no reconocer sus errores propios de campaña y trasladar la culpa a las reglas de juego que previamente habían acordado ellos mismos para participar en la contienda electoral? ¿Qué nos garantiza que en las próximas elecciones, organizadas bajo las nuevas reglas, los partidos políticos que salgan perdedores no vuelvan a unirse para sacar otras reglas en las que ellos sí puedan ganar?

¿Realmente, cambiando al árbitro mejorará la equidad electoral? ¿Este nuevo árbitro podría trabajar de manera independiente si sabe que, en cualquier momento, se modifica la ley y lo cesan? ¿Podría éste ser un árbitro imparcial e independiente si los jugadores le van a nombrar al contralor? ¿Qué impactos tendría en materia económica? ¿Estamos construyendo de verdad nuevas instituciones, como se expresa en un spot televisivo patrocinado por el Congreso? ¿Qué es una institución?

La definición de lo que es una institución la da el premio Nobel en Economía 1993, Douglas C. North, quien afirma que las instituciones son las reglas del juego en una sociedad y que ponen límites para que el hombre organice su interacción. Su función principal es reducir la incertidumbre al proporcionar una estructura a la vida diaria. Deben tener objetivos concretos y la forma correcta de lograrlos.

Las instituciones organizan la estructura de incentivos y determinan las oportunidades que existen en una sociedad. Por otra parte, los organismos son creados para aprovechar esas oportunidades y reflejarlas en la estructura institucional. Para que realmente funcionen las instituciones, además de ser respetadas, no deben cambiarse constantemente.

Uno de los grandes logros que hemos tenido en los últimos 13 años es haber institucionalizado tres elementos que eran motivo de incertidumbre: en materia política, la organización de los procesos electorales a través del IFE; en materia de impartición de justicia, la independencia de la Suprema Corte de Justicia; y en materia de política económica, la independencia en el manejo de la política monetaria por parte del Banco de México y la autonomía de algunos organismos descentralizados, como es el caso de la Comisión Federal de Competencia (Cofeco), entre otros.

El marco institucional prevé que estos organismos puedan cumplir con su objetivo sin presiones políticas del Poder Ejecutivo, pero tampoco del Legislativo. En materia económica, por ejemplo, la estabilidad de precios que hemos tenido en los últimos años se debe a que el Banco de México se ha enfocado a su objetivo constitucional de estabilizar los precios sin que ninguna autoridad lo pueda obligar a otorgarle financiamiento. La conclusión que podemos obtener es que se necesitan organismos que operen dentro de instituciones estables y predecibles, y para esto es importante que en la composición de estos organismos se asegure su autonomía con relación a cualquier poder.

La posible remoción de los consejeros del IFE crearía un precedente negativo que se extendería a la Junta de Gobierno de Banco de México, a los ministros de la Suprema Corte de Justicia o al pleno de la Cofeco, si algún grupo político se disgustara. Estaríamos enviando una señal pésima a la inversión en el sentido de que, en México, las instituciones y los organismos se pueden cambiar por caprichos políticos. ¿Con qué seguridad vendrían a México a invertir?

Si la remoción de los consejeros es la divisa que el Gobierno y el PAN están dispuestos a ofrecer a cambio de aprobar una reforma fiscal incompleta, nos va a salir cara esa negociación. Instituciones desprestigiadas como el Congreso y los partidos tratan de cambiar a instituciones como el IFE que es una de las pocas que cuentan con la mayor confianza por parte de la ciudadanía. Si esto se permite, estaríamos adoptando el lema de ese personaje que se ufana en decir: "¡Al diablo con las instituciones!".

Abel Hibert
ahibert@prodigy.net.mx

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Comments:
Respetable mawwi:

No sé, pero tu mail me hace pensar que estamos sólo a un paso. Sin embargo, no es un paso nada fácil.

Vale la pena aclarar mi simpatía por AMLO. Francamente, nunca he creído ni creeré que es el peor político de este país. Digamos que es el político promedio para un país como México, donde apatía e indiferencia son el común denominador de los ciudadanos. La democracia de votar y “a ver cómo nos va”. Yo no creo eso. Yo no voté por el menos peor. Más bien voté por quien, al menos, tenía el diagnóstico que se aproximaba más a mi realidad. Si, mi realidad. No la de Catón, ni la de Granados Chapa, de Tercer Grado ni de Carmen Aristegui. Mi realidad del precio de los jitomates, el alza de las colegiaturas, los ingresos que no alcanzan y demás.

Como te decía en el mail anterior, partimos de una diferencia. Yo creo que tenemos un mal gobierno, y aún quiero creer que si la gente se pone las pilas, podremos tener uno mucho mejor. Y que con AMLO, la mayoría de las cosas no cambiarían, pero hay ciertos enfoques que sí mejorarían. Un pequeñísimo paso, si tu quieres, aproximándonos a lo que este país requiere. ¿Qué es una izquierda que da pena y que en otros países hay izquierdas mejores? Bueno, pues a mi la ciudadanía me da pena, y los empresarios también y los clérigos, etc. Pero por algún lugar habría que empezar.

Sin embargo, tú ves otra cosa. Consideras que nos salvamos de un Hitler, Noriega, Pinochet, Chávez, etc. El que quieras. Y personalmente, creo que eso nos aleja mucho de tendernos la mano. Por que cuando tu crees eso, automáticamente me estás diciendo idiota, borrego, ignorante. Jejeje ¿Y qué crees? Hay uno peor: me estas diciendo también PELIGROSO. Y con un poquito de FE, te puedo decir al menos unos varios millones de PELIGROSOS. Y yo conozco varios de esos PELIGROSOS. Y no viven en un campamento de la APPO. Para nada. Varios de ellos, son excelentes personas, padres de familia como yo, que no creemos en Mesías tropicales ni nada por el estilo, ni nos vamos a rezar cada noche elevando una plegaria al dios AMLO. Por favor, amigo. Eso es de risa. ¿Realmente te lo crees?

Y si, me paré una vez en el zócalo de la ciudad de México. Y éramos millones. Y platiqué con tantos como pude, y si es cierto, había vergonzosamente acarreados, no se va a negar. Pero también había ciudadanos por miles, que no iban por otro interés que el mismo que tú y yo tenemos: tener un país mejor. Mucha clase media, muchas familias, muchos jóvenes. Y del otro lado, veo a Televisa, veo a Elba Esther y demás. A los de siempre. A los mismos de la dictadura. Y me pregunto, y me pregunto. Veo unas políticas económicas que tienen 25 años de haber sido iniciadas, y que ya deberían haber dado resultados, pero nada. Veo la misma película y ya no puedo creer.

No sé, igual y si AMLO hubiera ganado y hubiera hecho más estupideces que aciertos, me hubieras vitos otra vez en el zócalo, PERO EN SU CONTRA. Pero eso ya no fue. En 2000, voté convencido de que la democracia existía. Pero estoy convencido de que sola no sirve para nada.

Lo que veo, no es producto de sólo de la política. Es producto de una sociedad sometida desde antes de ser conquistada. Nada ha funcionado. Seguimos siendo una colonia.

Te digo que nos veo a un solo paso, pero difícil. Habría que involucrar a todos. Yo no he parado desde 2003 de decir a diestra y siniestra que esto no va a caminar si no lo empujamos.

Saludos

Orlando
 
orlando,

solamente una pregunta

cuando amlo gane en el 2012, estas de acuerdo que siga de por vida siendo el presidente de mexico? o que se retire en el 2018 como debe de ser

que es ponerse las pilas?

trabajar duro y tener la oportunidad de tener un negocio propio, si amlo gana, tu negocio no tiene ninguna garantia de que no te sea arrebatado por el gobierno

sigan soñando

pero amlo en el 2012 le va a abrir los ojos

saludos
 
En México todavía gana el que gasta más. ¿Quién pone el dinero?

Por tal hacía falta una buena reforma electoral por parte del Estado.

Tenemos el derecho de elegir libremente a nuestos gobernantes. Ciertamente nos podemos equivocar en nuestras apreciaciones y análisis. Pero lo que no debiera suceder es que se gane haciendo trampa, pues de inicio habría caos.

boni
 
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