viernes, septiembre 22, 2006
¿Izquierda radical?
No se hicieron esperar las reacciones a lo planteado por el empresario más importante de México, Carlos Slim, en el sentido de que la izquierda en México se ha radicalizado, lo que debilita a la propia izquierda.
Representantes del Partido de la Revolución Democrática, como Alejandro Encinas, jefe del Gobierno capitalino, y Carlos Navarrete, líder de su partido en el Senado, no creen en dicha radicalización y exponen que la de su partido es una izquierda moderna, incluyente -pues da entrada a los empresarios- y es, además, propositiva.
Qué bien que se esté pensando así. México necesita una izquierda con esas características, fuerte y sólida, que sea un contrapeso al resto de las fuerzas sociales en el país, porque eso enriquecerá el espectro político nacional. Sin embargo, estos sensatos pronunciamientos ciertamente, como lo señaló Slim, no se corresponden con las facetas más agudas de la reciente movilización postelectoral promovida por la coalición Por el Bien de Todos, donde incluso se atentó contra los logros del gobierno capitalino que encabezó Andrés Manuel López Obrador, al generar un grave problema económico a la zona de la ciudad de México que él mismo ayudó a desarrollar.
La crispación e incertidumbre social generada por estas movilizaciones, los discursos del todo o nada, la constante amenaza de mayores daños a la ciudadanía, el exhorto a no dialogar con el gobierno ni con los interlocutores considerados "espurios", los llamados a no reconocer a las instituciones son elementos que abonan en favor de la tesis de Slim y que deben ser tomados en cuenta para no ser repetidos por quienes sí tienen en su agenda el propósito de construir una izquierda moderna -no dócil, como se insinuó-, sino en verdad incluyente y que sepa echar mano de la política para lograr sus fines.
Así fue, por este camino, como la izquierda mexicana pasó de estar proscrita, en los años 40 y 50, a ganar espacios electorales importantes en el país. Así debe seguir. El país no aguanta una izquierda imprudente que todo lo rechaza y nada acepta. El país tiene fuertes requerimientos de empleo, de desarrollo, de crecimiento, de competitividad, lo que sólo se puede conseguir por la vía de la estabilidad económica y el acuerdo social con los empresarios, los obreros, los campesinos y las burocracias.
Podrá haber diferencias de matiz en el énfasis que cada fuerza social o actor político pretenda imprimir a los cambios que el país necesita. De hecho la radiografía electoral del país, representada, por ejemplo, en la distribución de los partidos en el Congreso de la Unión, habla de una nación plural, con tres fuerzas mayoritarias, con tres proyectos de nación distintos -porque así es la sociedad mexicana-, que obligadamente tienen que ponerse de acuerdo para avanzar. No hay de otra. Nadie ganará por la fuerza ni imponiendo posiciones.
El ingeniero Slim criticó al PRD por tomar la ciudad que gobierna, pero no descartó a la izquierda como interlocutor necesario en la sociedad. Lo importante será que la visión del empresariado mexicano expresada por él, sea analizada, evaluada y tomada en cuenta por todos los partidos políticos, para encontrar salidas constructivas al impasse nacional generado por esta radicalización del movimiento social abanderado por el PRD.
EDITORIAL DE EL UNIVERSAL
22 de septiembre de 2006