jueves, julio 24, 2008
Petróleo: guajolotes o riqueza + Dos enfoques: PRI-PRD y PAN
Luego de semanas de debate y de decenas de oradores, el saldo final del foro energético debe medirse en función del fin del ciclo petrolero priísta con el colapso de Pemex y del inicio del papel estratégico del petróleo en el desarrollo mexicano.
Asimismo, la conclusión debe medirse en función de ocho dilemas:
1.- Regresar al 1938 de Cárdenas en que el Estado expropió las empresas petroleras en contexto laboral irrepetible o dar el paso hacia delante y convertir al petróleo en el detonador de un nuevo modelo de desarrollo sin ceder el dominio constitucional del Estado.
2.- Regresar el Estado a los tiempos de Echeverría para que toda la industria petrolera dependa del sector público y burocratizarla o salvaguardar el dominio exclusivo del Estado pero utilizar la inversión privada para impulsar un más rápido desarrollo del sector energético controlado por Pemex como empresa cien por ciento paraestatal.
3.- Profesionalizar a Pemex para convertirla en una empresa fuerte y poderosa o esconder a la empresa para ocultarla detrás de los miedos a otras empresas o a la competencia y dejar pasar la oportunidad de los precios altos que exigen inversiones urgentes para más reservas.
4.- Mantener el Estado rector del desarrollo y la industria petrolera mixta que ya existe o regresar al Estado gestor directo del manejo de Pemex con la experiencia de que toda empresa paraestatal depende de los intereses del gobierno en turno y siempre pierde posibilidades por el manejo inevitablemente burocrático de su administración. La expropiación de la banca fracasó por el despilfarro de sus directores designados por el gobierno.
5.- Asumir el petróleo como un recurso comerciable en función de producción-venta o darle la noción misma de nacionalismo o establecerlo como el punto de definición de tres políticas que los gobiernos mexicanos han eludido: la política de seguridad nacional, la política de relaciones con los Estados Unidos y la política de contribución a un nuevo orden energético internacional.
6.- Optar por el Estado populista o neoliberal o buscar la opción del Estado promotor del desarrollo manteniendo el control del petróleo y la rectoría del desarrollo pero aprovechando el capital privado para reimpulsar la empresa. López Portillo expropió la banca para el desarrollo pero los banqueros estatales no pudieron convertirla en el pivote del desarrollo. Eso sí, los banqueros estatales expoliaron a los bancos.
7.- Aceptar el desafío de la reorganización del capitalismo internacional con una participación activa y sin miedos para defender posiciones o sumarse pasivamente a las corrientes de crítica a la corporativización de los Estados y por tanto rechazar cualquier inversión privada y desaprovechar el potencial energético, mientras de todos modos el capitalismo se reorganizará para beneficio de sus participantes y no de sus críticos.
8.- Definir si el problema de Pemex es de organización administrativa, presupuestal y productiva de la empresa o si debe definirse primero el modelo de desarrollo nacional, la política presupuestal del Estado y la estrategia de seguridad nacional y después darle su espacio a Pemex.
Además de los dilemas que tienen que ver con la alternancia --ahora sí-- partidista en la presidencia de la república, el foro en el Senado sirvió para fijar las posiciones de los partidos políticos: el PAN se quedó en la reorganización administrativa de la empresa sin evaluar los perfiles políticos, de seguridad nacional y de desarrollo; el PRI se opuso a cualquier reforma de Pemex que cambie la situación actual de una empresa típicamente priísta en materia de corrupción, saqueo sindical y manipulación política; y el PRD dejó claro que desea un petróleo bajo el control absoluto del Estado y de la burocracia gobernante.
Pero a pesar de las limitaciones en las posiciones y de debates mediocres, el saldo final coincidente fue bastante obvio: Pemex ya no debe ser la empresa del sistema político priísta y debe dar el paso a la modernización que permita un mejor aprovechamiento del potencial petrolero. Por tanto, el Pemex priísta fue condenado por todos los asistentes al foro, aún por priístas que criticaron a la empresa como si sus defectos hubieran sido producto de una gestión de extraterrestres de Marte. El Pemex que todos criticaron es el Pemex que heredó el sistema priísta después de 50 años de gestión, porque los directores bajo el foxismo habían sido priístas y el actual director Jesús Reyes Heroles fue --¿es?-- un importante político priísta, hijo de un priísta también director de Pemex.
Los documentos históricos hablan de una expropiación hecha contra la rebeldía laboral de las compañías extranjeras. La segunda expropiación petrolera debe fijar la política de convertir el petróleo en un detonador del desarrollo sin perder la soberanía absoluta del Estado sobre el recurso pero abriéndose a la inversión privada sin los complejos del pasado.
Si la expropiación de 1938 se pagó con guajolotes que donó el pueblo, ahora se trata de definir al petróleo como el instrumento del desarrollo y fuente de riqueza. El mejor nacionalismo es el que promueve el desarrollo.
Carlos Ramírez
(Blog e Indicador Político TV en www.grupotransicion.com.mx.)
Etiquetas: congreso, conservador, corporativismo, corrupcion, crecimiento, demagogia, economia, inversión, PAN, PEMEX, petroleo, PRD, PRI, reaccionario, reformas, soberania