miércoles, julio 09, 2008

 

El subsidio a la gasolina

El alza del precio del petróleo ha provocado un incremento considerable en el precio de la gasolina en muchos países, pero no en el nuestro. Aquí nuestras autoridades han decidido no pagar el costo político de permitir que las condiciones del mercado de hidrocarburos se reflejen en la cotización del combustible.

Optaron, en su lugar, por continuar con los aumentos previstos en el presupuesto, lo que, dado el precio internacional, implica un subsidio considerable para los automovilistas.

Este subsidio se une a los que reciben muchos otros sectores de la sociedad en el consumo del agua, el gas licuado y la electricidad, siendo los más notorios los que se destinan a la Ciudad de México y al campo mexicano.

La proliferación de subsidios es, sin duda, uno de los aspectos más nefastos del paternalismo gubernamental, ya que no solo propicia una ineficiente asignación de recursos, sino que lleva al público a la complacencia.

La gente prefiere la dádiva estatal, en vez de enfrentar sus obligaciones y pagar lo que cuestan los bienes y servicios que consume. El problema es grave, ya que los que se benefician de los subsidios se consideran merecedores de ellos, se oponen ferozmente a su eliminación y elevan la carga tributaria del resto de la población.

En ninguna parte es fácil eliminar los subsidios, pero es particularmente complicado en los países que se han acostumbrado a vivir de ellos. Por eso, una de las primeras recomendaciones para quien no quiere verse en la situación que ahora se encuentran nuestras autoridades con los subsidios a la gasolina, el gas licuado y otros servicios públicos, es que lo mejor es no empezar a darlos.

Lamentablemente, en el país abundan los subsidios y hay que hacer algo con ellos. No obstante sus deficiencias económicas, los subsidios son enormemente atractivos desde el punto de vista político, ya que todos los sectores de la sociedad consideran, de una u otra forma, que merecen un trato "especial" por parte de las autoridades.

Los diferentes grupos de interés se dedican, por tanto, al cabildeo, la presión política o la protesta callejera, para lograr que las autoridades y el Congreso destinen recursos o apliquen políticas que los favorezcan.

En el caso particular de la gasolina, el Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, ha comentado en diversas oportunidades que el subsidio asciende a 200 mil millones de pesos, pero que es sostenible porque los excedentes petroleros mantienen el equilibrio en las finanzas públicas.

¿Quiere decir esto que el Gobierno mexicano desembolsa esa cantidad monumental de recursos para subsidiar el consumo de gasolina? No realmente.

Algunos medios han señalado, y las autoridades han reconocido, que dicha estimación del monto total del subsidio a la gasolina incluye, tanto lo que se paga por el combustible importado, como la utilización del concepto de costo de oportunidad para valuar la producción interna.

El costo de oportunidad no es otra cosa que tomar el valor de la mejor alternativa disponible, esto es, los precios a los que Pemex podría vender su gasolina en el mercado internacional.

Ese criterio implica que el monto mencionado por Agustín Carstens no se refiere a un desembolso directo de Pemex, sino más bien, a lo que deja de recibir por vender la gasolina en nuestro país por debajo de su mejor uso alternativo. No extraña, por tanto, que no trastoque el equilibrio presupuestal.

El costo de oportunidad, si bien no conlleva un desembolso de efectivo en el corto plazo, es el concepto que debe usarse para garantizar un uso eficiente de la gasolina o de cualquier otro bien o servicio en el mediano y largo plazo.

No importa si el subsidio implica un desembolso directo o la renuncia a obtener mayores ingresos, en ambos casos estamos ante recursos que siempre tienen usos alternativos.

¿Acaso no existen en el país necesidades más apremiantes cuya contribución al bienestar social serían más significativas que estimular un mayor consumo de gasolina?

Subsidiar el consumo de la gasolina significa no utilizar esos recursos en una escuela, una clínica, una obra de infraestructura, alguna otra actividad pública o, simplemente, en bajar los impuestos a los contribuyentes.

La ciencia económica ha estudiado el tema de los subsidios por siglos. En los últimos 50 años se ha generado una abundante literatura sobre el tema, señalando las ventajas y desventajas de diferentes formas de subsidio.

Uno de los hallazgos más relevantes en nuestro contexto es que los subsidios que se otorgan interfiriendo con los precios de manera prolongada son los más ineficientes, ineficaces y costosos.

En el caso que nos ocupa, mantener el precio de la gasolina artificialmente bajo no genera recursos suficientes para financiar la inversión necesaria para enfrentar la creciente demanda del combustible.

Por otro lado, los precios bajos de la gasolina no incentivan a las personas a adquirir automóviles que consuman menos combustible, lo que propicia un incremento aún mayor de la demanda y, a la larga, acaba por presionar aún más los precios del petróleo.

Los subsidios son una práctica común de los Gobiernos populistas y un mal necesario en los regímenes democráticos. Los primeros siempre llevan a sus países a situaciones económicamente desastrosas, mientras que la clave para que los segundos tengan éxito es encontrar la forma de limitarlos substancialmente.

Si vamos a tener subsidios, por lo menos que los mecanismos para otorgarlos sean claros y transparentes. Que la sociedad sepa quién y cuánto recibe en subsidios, y lo más importante, si cumplen los propósitos para los que fueron diseñados. El precio de la gasolina no es un candidato idóneo para ello.


Salvador Kalifa

Doctor en economía y consultor económico y financiero.
salvadorkalifa@prodigy.net.mx


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Ya lo he mencionado varias veces, el subsidio a la gasolina, así como la tasa cero del IVA en alimentos y medicinas, lo disfrutan más el 20% más rico de la población. Pero a los populistas, y sus fans, eso no parece importarles. Incluso dicen que la gasolina debería estar más barata, como en Venezuela. Y esos son los que quieren gobernar. ¿Qué tal?

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Comments:
Volvemos a lo mismo Danny...

Son IMPUESTOS,NO TRIBUTO.

Lo malo no son los impuestos. No es malo que suba el precio de las cosas si es necesario.

Lo malo es que nuestros impuestos sostienen a las sanguijuelas llamadas politicos.

Es como en las escuelas publicas:

Te piden una cooperacion "voluntaria" de 250 pesos minimo. Quesque para mantenimiento de las aulas y bla bla bla...

Es un Impuesto, todos entendemos que es necesario.

¿Pero que pasa?

Llegas al siguiente mes, y te das cuenta que lo unico que compraron fueron 3 tristes botes de pintura de la barata, y todo el demas dinero, ni sus luces. Ah pero eso si!!, un maestro llega con un relojito de oro... El director ya se compro un chevy....

Entonces a los padres de familia, (Bueno a los mas avispados), les surge una pequeña pregunta: ¿Por que voy a seguir pagando este impuesto?

Al siguiente año me van a venir con el mismo discursito: "Es lo mejor para todos, la cuota se ha aumentado 50 pesos para mejorar las aulas y asi darle mejor educacion a sus hijos"...

No cabe duda que tu eres de los que paga sin cuestionar Danny.

Pero imaginate si eso pasa en una escuela publica, ahora a nivel nacional...

¿A donde ira el dinero del IVA a alimentos y medicinas? ¿Del aumento a la gasolina? ¿Realmente ayudara a los pobres?

Ok, tu dices mas impuestos: La gente dice ¿¿¿¿¿¿Como diablos los pago??????
 
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