martes, marzo 18, 2008
¿Cómo salir de la pobreza?
La pobreza es un fenómeno social y económico lacerante al cual no se ha logrado ni entender ni erradicar. En nuestro país se estima que aproximadamente 49.6 millones de personas caen dentro de la definición oficial de pobreza, que incluye a la pobreza alimentaria, de capacidades y patrimonial.
A lo largo de la historia del país se han hecho diversos esfuerzos por tratar de erradicarla o bien, reducir a la población que se encuentra en esta condición. El esfuerzo ha sido muy grande y los resultados, si bien significativos desde una perspectiva relativa, en términos absolutos muestran que seguimos hablando de una cantidad importante de personas que aún se encuentran en una situación de pobreza.
Bajo esa perspectiva relativa, desde 1950 el porcentaje de personas en situación de pobreza (alimentaria, de capacidades y patrimonial) se había reducido del 88.4 por ciento del total de la población al 47 por ciento en el año 2004. Miguel Szekely, una de las personas que más ha estudiado este tema y que fue Subsecretario de Prospectiva, Evaluación y Planeación de la Sedesol en el sexenio pasado, publicó en el 2005 un artículo en el Trimestre Económico (disponible en www.sedesol.gob.mx/archivos/70/File/2as_Docu24.pdf), en el que se muestra una serie desde 1950 hasta el 2004 sobre pobreza y desigualdad.
Desde una perspectiva absoluta, la población total del país se incrementó 3.9 veces en ese periodo, el número de pobres lo hizo 2 veces, y el saldo es que actualmente existen 49.6 millones de personas en condiciones de pobreza.
En el mismo estudio, Szekely encuentra una correlación entre pobreza y desigualdad con crecimiento económico e inflación. Obviamente existe una correlación negativa entre crecimiento del PIB per cápita y la reducción del número de pobres, y lo más destacable es que encuentra una correlación positiva entre inflación contra desigualdad y pobreza. Es interesante observar que en los años de la crisis económica de 1995, cuando el crecimiento del PIB fue negativo en 6.2 por ciento y la inflación ascendió a 51.9 por ciento, los niveles relativos de pobreza y desigualdad retrocedieron a niveles de 30 años antes.
Llama la atención que en el estudio no haya agregado una correlación entre el monto que gasta el Gobierno federal en programas de combate a la pobreza y la reducción en el número de los mismos y en la desigualdad.
Cuando uno escucha los discursos de los políticos, desde tiempos inmemorables, el ataque a la pobreza ha estado en el centro de sus ofertas de política pública. Cuando es tiempo de campañas electorales, nada mejor que una foto del candidato con un pobre o arrancar la campaña visitando al municipio más pobre del país. La solución que ofrecen siempre está enfocada a cuánto dinero público (de nuestros impuestos) va a destinar a combatir la pobreza.
Para los políticos mexicanos, la mejor manera de combatir la pobreza es aumentar los presupuestos públicos. Si nos remitimos a lo sucedido durante el sexenio de Vicente Fox y lo que va de la actual administración, el gasto federal destinado para la superación de la pobreza subió del 7.5 por ciento del gasto programable en el año 2001 al 9.8 por ciento en el año 2007.
Como porcentaje del PIB significó un incremento del 1.2 al 1.7 por ciento en dicho periodo. Estamos hablando de una barbaridad de dinero. La reducción que se observa en la pobreza patrimonial del 53.7 por ciento en el 2000 al 47 por ciento en el 2004, que significó reducir el número de pobres de 54 millones a 49.6 millones, ¿realmente es atribuible a estos recursos gastados? Seguramente deben explicar una parte de la reducción. También el PIB creció 2.6 por ciento en promedio en ese periodo con un crecimiento de la población del 1 por ciento. Habrá que darle su mérito a la reducción en los niveles de inflación y estabilidad macroeconómica de los últimos años.
De los programas de combate a la pobreza más exitosos que se han aplicado en nuestro país y que muchos otros países (inclusive ciudades como Nueva York) están tomando de ejemplo es, sin duda, el programa "Oportunidades", el cual tiene la virtud de que ataca a la pobreza desde su raíz mediante apoyos monetarios a las familias objetivo para alimentación, en el cual se benefician 4.8 millones de familias; apoyos en educación y salud, esto es, capital humano necesario que le dé la llave a las familias para salir de la pobreza. Hay también apoyos monetarios a gente de la tercera edad.
El mérito de este programa es que va focalizado hacia una población objetivo (no es el clásico programa "escopeta", en donde se reparte dinero a todos). Otros méritos son que este programa inició con Ernesto Zedillo y ha sobrevivido dos administraciones presidenciales posteriores y que no es manipulable electoralmente, como fue en su momento el caso del programa "Solidaridad" de Carlos Salinas de Gortari. La muestra es que no le ayudó a Zedillo a que el PRI siguiera en el poder y que, en las últimas elecciones presidenciales, un porcentaje importante de los votos obtenidos por Andrés López fue en los municipios beneficiados por "Oportunidades".
Para reducir la pobreza la clave está en que repunte el crecimiento económico. Para esto es indispensable que se incrementen los acervos de capital, es decir, que haya mayor inversión, y a través del cambio tecnológico, además de mantener la estabilidad económica.
Pero mientras nuestros políticos sigan viendo a la pobreza como botín político-electoral y sigan saboteando las reformas estructurales para apuntalar nuestro crecimiento económico, entre ellas, la energética, millones de mexicanos seguirán siendo pobres y seguirán siendo festín de resentidos, populistas, demagogos, ineptos y ambiciosos, a quienes lo que menos les interesa es que desaparezca la pobreza. Si desaparece, ¿a quién van a redimir?
Abel Hibert
ahibert@prodigy.net.mx
A lo largo de la historia del país se han hecho diversos esfuerzos por tratar de erradicarla o bien, reducir a la población que se encuentra en esta condición. El esfuerzo ha sido muy grande y los resultados, si bien significativos desde una perspectiva relativa, en términos absolutos muestran que seguimos hablando de una cantidad importante de personas que aún se encuentran en una situación de pobreza.
Bajo esa perspectiva relativa, desde 1950 el porcentaje de personas en situación de pobreza (alimentaria, de capacidades y patrimonial) se había reducido del 88.4 por ciento del total de la población al 47 por ciento en el año 2004. Miguel Szekely, una de las personas que más ha estudiado este tema y que fue Subsecretario de Prospectiva, Evaluación y Planeación de la Sedesol en el sexenio pasado, publicó en el 2005 un artículo en el Trimestre Económico (disponible en www.sedesol.gob.mx/archivos/70/File/2as_Docu24.pdf), en el que se muestra una serie desde 1950 hasta el 2004 sobre pobreza y desigualdad.
Desde una perspectiva absoluta, la población total del país se incrementó 3.9 veces en ese periodo, el número de pobres lo hizo 2 veces, y el saldo es que actualmente existen 49.6 millones de personas en condiciones de pobreza.
En el mismo estudio, Szekely encuentra una correlación entre pobreza y desigualdad con crecimiento económico e inflación. Obviamente existe una correlación negativa entre crecimiento del PIB per cápita y la reducción del número de pobres, y lo más destacable es que encuentra una correlación positiva entre inflación contra desigualdad y pobreza. Es interesante observar que en los años de la crisis económica de 1995, cuando el crecimiento del PIB fue negativo en 6.2 por ciento y la inflación ascendió a 51.9 por ciento, los niveles relativos de pobreza y desigualdad retrocedieron a niveles de 30 años antes.
Llama la atención que en el estudio no haya agregado una correlación entre el monto que gasta el Gobierno federal en programas de combate a la pobreza y la reducción en el número de los mismos y en la desigualdad.
Cuando uno escucha los discursos de los políticos, desde tiempos inmemorables, el ataque a la pobreza ha estado en el centro de sus ofertas de política pública. Cuando es tiempo de campañas electorales, nada mejor que una foto del candidato con un pobre o arrancar la campaña visitando al municipio más pobre del país. La solución que ofrecen siempre está enfocada a cuánto dinero público (de nuestros impuestos) va a destinar a combatir la pobreza.
Para los políticos mexicanos, la mejor manera de combatir la pobreza es aumentar los presupuestos públicos. Si nos remitimos a lo sucedido durante el sexenio de Vicente Fox y lo que va de la actual administración, el gasto federal destinado para la superación de la pobreza subió del 7.5 por ciento del gasto programable en el año 2001 al 9.8 por ciento en el año 2007.
Como porcentaje del PIB significó un incremento del 1.2 al 1.7 por ciento en dicho periodo. Estamos hablando de una barbaridad de dinero. La reducción que se observa en la pobreza patrimonial del 53.7 por ciento en el 2000 al 47 por ciento en el 2004, que significó reducir el número de pobres de 54 millones a 49.6 millones, ¿realmente es atribuible a estos recursos gastados? Seguramente deben explicar una parte de la reducción. También el PIB creció 2.6 por ciento en promedio en ese periodo con un crecimiento de la población del 1 por ciento. Habrá que darle su mérito a la reducción en los niveles de inflación y estabilidad macroeconómica de los últimos años.
De los programas de combate a la pobreza más exitosos que se han aplicado en nuestro país y que muchos otros países (inclusive ciudades como Nueva York) están tomando de ejemplo es, sin duda, el programa "Oportunidades", el cual tiene la virtud de que ataca a la pobreza desde su raíz mediante apoyos monetarios a las familias objetivo para alimentación, en el cual se benefician 4.8 millones de familias; apoyos en educación y salud, esto es, capital humano necesario que le dé la llave a las familias para salir de la pobreza. Hay también apoyos monetarios a gente de la tercera edad.
El mérito de este programa es que va focalizado hacia una población objetivo (no es el clásico programa "escopeta", en donde se reparte dinero a todos). Otros méritos son que este programa inició con Ernesto Zedillo y ha sobrevivido dos administraciones presidenciales posteriores y que no es manipulable electoralmente, como fue en su momento el caso del programa "Solidaridad" de Carlos Salinas de Gortari. La muestra es que no le ayudó a Zedillo a que el PRI siguiera en el poder y que, en las últimas elecciones presidenciales, un porcentaje importante de los votos obtenidos por Andrés López fue en los municipios beneficiados por "Oportunidades".
Para reducir la pobreza la clave está en que repunte el crecimiento económico. Para esto es indispensable que se incrementen los acervos de capital, es decir, que haya mayor inversión, y a través del cambio tecnológico, además de mantener la estabilidad económica.
Pero mientras nuestros políticos sigan viendo a la pobreza como botín político-electoral y sigan saboteando las reformas estructurales para apuntalar nuestro crecimiento económico, entre ellas, la energética, millones de mexicanos seguirán siendo pobres y seguirán siendo festín de resentidos, populistas, demagogos, ineptos y ambiciosos, a quienes lo que menos les interesa es que desaparezca la pobreza. Si desaparece, ¿a quién van a redimir?
Abel Hibert
ahibert@prodigy.net.mx
Etiquetas: crecimiento, demagogia, economia, Fox, inflacion, inversión, partidocracia, pobreza, populismo, reformas, riqueza, Zedillo
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¬¬ ¿Porque no mejor le hacemos como el suegro de Juan Camilo Mouriño? En estos 2 años han hecho negocios muy buenos en Campeche son tan buenos como los hijos de Montiel.
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