domingo, julio 01, 2007
Liberalismo sin partidos
Hacia 1921 se desvaneció el último partido con la palabra "liberal" en sus siglas: el Partido Liberal Constitucionalista. El PLC contaba con miembros en el gabinete y tenía mayoría en la Cámara. Quiso hacerla valer, pero el invicto general Álvaro Obregón no tenía tiempo para sutilezas parlamentarias. No sólo no contemporizó con ellos sino que toleró un asalto al Palacio Legislativo al grito de "¡Viva la Revolución Rusa!". Fue el último adiós del Estado al liberalismo.
En los años 20, los partidos políticos crecieron como hongos: los había nacionales, estatales y locales. Sus siglas revelaban una similar búsqueda de legitimidad en las corrientes ideológicas o políticas de moda: todas colectivistas, ninguna liberal. Así se fundaron varios partidos influyentes, ligados siempre a figuras políticas de renombre, entre otros el "Nacional Agrarista", de Soto y Gama, ligado a Obregón; el "Laborista Mexicano", de Morones, ligado a Calles; el "Nacional Cooperativista", de Prieto Laurens, ligado a De la Huerta; el "Comunista", fundado por el hindú Manabendra Nath Roy; el "Socialista del Sureste", fundado por Carrillo Puerto; el "Nacional Antirreeleccionista", ligado al filósofo y educador José Vasconcelos.
Todos desaparecieron tras el ocaso de sus creadores o patronos. Además, en términos ideológicos, sus nomenclaturas resultaron parciales. Había que encontrar una que reinara sobre todas, y Calles encontró la que, a la postre, triunfaría, en la guerra de las siglas: el Partido Nacional Revolucionario, luego transformado en el Partido de la Revolución Mexicana, y finalmente en el Partido Revolucionario Institucional.
A partir de 1929 se crearon otros partidos, que tampoco reivindicaron en sus siglas la palabra liberal. Algunos casi de membrete, como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana; otros ligados parcialmente a un líder carismático, como el Partido Popular Socialista de Lombardo Toledano, o el Partido Demócrata Mexicano, "el del gallito", vinculado al sinarquismo ultramontano de Salvador Abascal. El común denominador de ésos y otros partidos fue su falta de solidez institucional. La excepción a la regla fue, desde luego, el Partido Acción Nacional, creado desde un principio con pautas democráticas, y destinado, no a conquistar el poder, sino a la paciente "brega de eternidades".
Los partidos de cuño revolucionario mexicano consideraban que el movimiento armado y la Constitución de 1917 representaban un progreso sobre los principios liberales -supuestamente anacrónicos- de la Carta de 1857. Pero, para no desocupar por entero la plaza, sus ideólogos principales (el más destacado fue Jesús Reyes Heroles) construyeron una obra respetable que pretendió trazar una continuidad entre los liberales de 1857 y los constituyentes de 1917. La supuesta convergencia entre el orden liberal y el priista fue criticada por unas cuantas voces (notablemente, la de Cosío Villegas), que sabían que el sistema político mexicano contradecía los postulados más elementales de una democracia liberal.
Por su parte, los partidos de cuño revolucionario socialista o comunista (algunos ligados a Moscú, otros dispersos en infinitas sectas o extraviados en las ideologías revolucionarias) desecharon como un anatema la posible convergencia con la tradición liberal. Esa confluencia podía haberlos librado de la clandestinidad (a veces heroica), y haberles dado presencia nacional y votos.
Por su cercanía a la Iglesia católica, el Partido Acción Nacional estaba impedido a reconocer expresamente el legado liberal. Todo lo liberal sonaba a jacobino. Las siglas del PAN, como se sabe, provienen de Action Française, el influyente partido de derecha fundado por Charles Maurras en Francia. Pero hay un dato que a menudo se olvida: el carácter liberal de la lucha universitaria de 1933, que está en el origen del PAN.
Guiados por el rector Gómez Morín, quienes libraron esa lucha por la libertad de cátedra y de expresión, frente a un Estado que pretendía imponer la "educación socialista" (que Jorge Cuesta llamó la "nueva política clerical"), fueron católicos liberales como el propio Gómez Morín y Antonio Caso. No en balde fue Caso quien acuñó la frase "Parecían gigantes" para referirse a los liberales de la Reforma.
En sus mejores momentos (su lucha parlamentaria en los 40, la presidencia de Adolfo Christlieb Ibarrola, las elecciones de los 80) el PAN ha sido -en términos políticos- heredero del maderismo. Por desgracia, la otra cara del PAN, la clerical, dogmática e intolerante, no es menos poderosa. Y para colmo, la propensión panista a legislar sobre la vida privada sigue siendo un pesado lastre antiliberal.
¿Podrían los partidos redescubrir ese legado? El PRI podría reivindicarlo, con enormes esfuerzos de autocrítica y una decidida actitud modernizadora. Es improbable que lo haga. En cuanto al PAN, a juzgar por su dirigencia actual -antiliberal en casi todos sentidos- no puede ni quiere reconocerse en esa herencia. La gestación de un liberalismo católico no sería impensable (no lo fue en la época de la Reforma), pero requeriría un arrojo extraordinario y la posibilidad de tomar distancia de la Iglesia católica, enemiga mortal del liberalismo desde el siglo 18.
¿Y el PRD? Mucho más que sus antecesores (el PSUM, el PMT; el PSD, etcétera), el PRD se ha acercado a asumir como propia la vida democrática, pero está muy lejos de entender, mucho menos de arrogarse, el legado liberal. Aunque es quien defiende con mayor denuedo la separación de la Iglesia y el Estado, las actitudes dogmáticas de sus dirigentes y sus órganos periodísticos revelan una intolerancia "clerical", a veces "inquisitorial". Y su plataforma -como vio hace años Gabriel Zaid- se parece menos a la de los liberales del siglo 19 que a la de sus acérrimos enemigos, los conservadores: Estado protector de la identidad nacional, las corporaciones (en aquel tiempo militares y eclesiásticas, en el nuestro sindicales, académicas, burocráticas), odio contra Estados Unidos, etcétera.
En México, el liberalismo está vivo. En su versión moderada (lejos del viejo jacobinismo o de las doctrinas económicas de un rígido laissez faire), lo profesa y practica sin saberlo una buena parte de la población, que cree en la democracia, aprecia la libertad en todas sus manifestaciones, exige tolerancia e igualdad de derechos, sueña con un Estado de derecho y con un Estado eficiente, responsable, acotado y honesto.
México es, en buena medida, liberal, pero el liberalismo mexicano no tiene representación en los partidos, que van a la zaga de la sociedad. Por fortuna, el liberalismo puede encontrar otras vías de participación ciudadana paralelas, aunque no contrarias, a los partidos. Tal vez ésa sea, entre nosotros, su mejor vocación.
Enrique Krauze
En los años 20, los partidos políticos crecieron como hongos: los había nacionales, estatales y locales. Sus siglas revelaban una similar búsqueda de legitimidad en las corrientes ideológicas o políticas de moda: todas colectivistas, ninguna liberal. Así se fundaron varios partidos influyentes, ligados siempre a figuras políticas de renombre, entre otros el "Nacional Agrarista", de Soto y Gama, ligado a Obregón; el "Laborista Mexicano", de Morones, ligado a Calles; el "Nacional Cooperativista", de Prieto Laurens, ligado a De la Huerta; el "Comunista", fundado por el hindú Manabendra Nath Roy; el "Socialista del Sureste", fundado por Carrillo Puerto; el "Nacional Antirreeleccionista", ligado al filósofo y educador José Vasconcelos.
Todos desaparecieron tras el ocaso de sus creadores o patronos. Además, en términos ideológicos, sus nomenclaturas resultaron parciales. Había que encontrar una que reinara sobre todas, y Calles encontró la que, a la postre, triunfaría, en la guerra de las siglas: el Partido Nacional Revolucionario, luego transformado en el Partido de la Revolución Mexicana, y finalmente en el Partido Revolucionario Institucional.
A partir de 1929 se crearon otros partidos, que tampoco reivindicaron en sus siglas la palabra liberal. Algunos casi de membrete, como el Partido Auténtico de la Revolución Mexicana; otros ligados parcialmente a un líder carismático, como el Partido Popular Socialista de Lombardo Toledano, o el Partido Demócrata Mexicano, "el del gallito", vinculado al sinarquismo ultramontano de Salvador Abascal. El común denominador de ésos y otros partidos fue su falta de solidez institucional. La excepción a la regla fue, desde luego, el Partido Acción Nacional, creado desde un principio con pautas democráticas, y destinado, no a conquistar el poder, sino a la paciente "brega de eternidades".
Los partidos de cuño revolucionario mexicano consideraban que el movimiento armado y la Constitución de 1917 representaban un progreso sobre los principios liberales -supuestamente anacrónicos- de la Carta de 1857. Pero, para no desocupar por entero la plaza, sus ideólogos principales (el más destacado fue Jesús Reyes Heroles) construyeron una obra respetable que pretendió trazar una continuidad entre los liberales de 1857 y los constituyentes de 1917. La supuesta convergencia entre el orden liberal y el priista fue criticada por unas cuantas voces (notablemente, la de Cosío Villegas), que sabían que el sistema político mexicano contradecía los postulados más elementales de una democracia liberal.
Por su parte, los partidos de cuño revolucionario socialista o comunista (algunos ligados a Moscú, otros dispersos en infinitas sectas o extraviados en las ideologías revolucionarias) desecharon como un anatema la posible convergencia con la tradición liberal. Esa confluencia podía haberlos librado de la clandestinidad (a veces heroica), y haberles dado presencia nacional y votos.
Por su cercanía a la Iglesia católica, el Partido Acción Nacional estaba impedido a reconocer expresamente el legado liberal. Todo lo liberal sonaba a jacobino. Las siglas del PAN, como se sabe, provienen de Action Française, el influyente partido de derecha fundado por Charles Maurras en Francia. Pero hay un dato que a menudo se olvida: el carácter liberal de la lucha universitaria de 1933, que está en el origen del PAN.
Guiados por el rector Gómez Morín, quienes libraron esa lucha por la libertad de cátedra y de expresión, frente a un Estado que pretendía imponer la "educación socialista" (que Jorge Cuesta llamó la "nueva política clerical"), fueron católicos liberales como el propio Gómez Morín y Antonio Caso. No en balde fue Caso quien acuñó la frase "Parecían gigantes" para referirse a los liberales de la Reforma.
En sus mejores momentos (su lucha parlamentaria en los 40, la presidencia de Adolfo Christlieb Ibarrola, las elecciones de los 80) el PAN ha sido -en términos políticos- heredero del maderismo. Por desgracia, la otra cara del PAN, la clerical, dogmática e intolerante, no es menos poderosa. Y para colmo, la propensión panista a legislar sobre la vida privada sigue siendo un pesado lastre antiliberal.
¿Podrían los partidos redescubrir ese legado? El PRI podría reivindicarlo, con enormes esfuerzos de autocrítica y una decidida actitud modernizadora. Es improbable que lo haga. En cuanto al PAN, a juzgar por su dirigencia actual -antiliberal en casi todos sentidos- no puede ni quiere reconocerse en esa herencia. La gestación de un liberalismo católico no sería impensable (no lo fue en la época de la Reforma), pero requeriría un arrojo extraordinario y la posibilidad de tomar distancia de la Iglesia católica, enemiga mortal del liberalismo desde el siglo 18.
¿Y el PRD? Mucho más que sus antecesores (el PSUM, el PMT; el PSD, etcétera), el PRD se ha acercado a asumir como propia la vida democrática, pero está muy lejos de entender, mucho menos de arrogarse, el legado liberal. Aunque es quien defiende con mayor denuedo la separación de la Iglesia y el Estado, las actitudes dogmáticas de sus dirigentes y sus órganos periodísticos revelan una intolerancia "clerical", a veces "inquisitorial". Y su plataforma -como vio hace años Gabriel Zaid- se parece menos a la de los liberales del siglo 19 que a la de sus acérrimos enemigos, los conservadores: Estado protector de la identidad nacional, las corporaciones (en aquel tiempo militares y eclesiásticas, en el nuestro sindicales, académicas, burocráticas), odio contra Estados Unidos, etcétera.
En México, el liberalismo está vivo. En su versión moderada (lejos del viejo jacobinismo o de las doctrinas económicas de un rígido laissez faire), lo profesa y practica sin saberlo una buena parte de la población, que cree en la democracia, aprecia la libertad en todas sus manifestaciones, exige tolerancia e igualdad de derechos, sueña con un Estado de derecho y con un Estado eficiente, responsable, acotado y honesto.
México es, en buena medida, liberal, pero el liberalismo mexicano no tiene representación en los partidos, que van a la zaga de la sociedad. Por fortuna, el liberalismo puede encontrar otras vías de participación ciudadana paralelas, aunque no contrarias, a los partidos. Tal vez ésa sea, entre nosotros, su mejor vocación.
Enrique Krauze
Etiquetas: demagogia, democracia, derecha, estado de derecho, izquierda, liberalismo, PAN, pobreza, populismo, PRD, PRI
Comments:
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Claro, nunca has comentado nada en contra de esa gente que mencioné. Sin embargo, nunca incluyes información de Proceso. No critico a Krauze, ni por error lanzaría una crítica contra Dehesa, pero creo que Dresser, Meyer (quien por cierto, también publica en Reforma, muy cerquita del primo del profesor Jirafales-o sea, de Catón-) y muchos otros están diagnosticando un país muy distinto al que pintas en tu blog. Naranjo lleva más de una año diciendo que no vale la pena creer en nuestras “Instituciones” (a las que dices que defendamos en el intro de tu Blog) Simplemente por que están en decadencia y por eso Calderón no tiene la legitimidad que todos desearíamos para mi presidente.
Dices que AMLO era la peor opción… ¿pero no Elba Esther dijo que AMLO rechazó pactar con ella y Calderón sí pactó? (Lo dijo en una entrevista con Deniesse Mearker. Si tienes dudas, búscala en You Tube) ¿Entonces? ¿Realmente era la peor opción? Cuando veo a Calderón al lado de la Gordillo, no tengo otra HERRAMIENTA que llamarle USURPADOR.
ORLANDO
Aquí incluyo los dos comentarios que provocaron esta respuesta:
Orlando dijo...
(De Orlando, en respuesta a un mensaje que te dejó en un artículo anterior. Gracias por responder.)
Entonces no te des baños de pureza, diciendo que criticas parejo.
En las democracias MÁS avanzadas, la gente -incluso los medios- hablan abiertamente de sus preferencias. No se ponen máscara de "asépticos".
Estoy de acuerdo con el título de tu blog, y los respeto. Pero me parece que desdeñas a gente valiosa, que alguna vez se sentó en la mesa con intelectuales como Krauze, para pelear por un país –en concreto, Sergio Aguayo-.
Hay publicaciones como Proceso, que lucharon valientemente contra el terrible sistema priista, en las épocas más duras del régimen. ¿Por qué debo creer que ahora han extraviado la brújula? Si políticos de todas las filiaciones –Castillo Peraza, Maquío, etc- reconocieron en su momento que Proceso desenmascaraba nos daban las malas noticias de la realidad… ¿Por qué se habrían extraviado ahora? Y más en concreto… ¿Por qué los desdeñas?
Si Naranjo –el cartonista de Proceso y El Universal- decía que Echverría era un populista y tuvo razón. Si criticó los horribles excesos de Portillo y tuvo razón. Si criticó la pasividad de De la Madrid, y tuvo razón. La voracidad de Salinas y tuvo Razón. ¿Por qué debo creer que ahora, ese hombre con tanta autoridad moral, perdió la razón?
Una de dos: o desconoces esas historias o simplemente no te conviene verlas.
Orlando
6:24 PM
Dany Portales dijo...
¿Donde me he dado baños de pureza?
Mis preferencias son muy abiertas, obvias. Soy liberal como lo dije en el post donde escribiste tu mensaje anterior.
¿Por qué afirmas que desdeño a gente valiosa? ¿Dónde dije que Sergio Aguayo no vale la pena o algo así?
Lo mismo. ¿Dónde he hablado mal de Proceso? ¿Cuando desdeñé a Proceso?
¿Dime donde dije que Naranjo perdió la razón?
Ni las desconozco ni me hago el occiso. Simplemente me acusas de algo que no he dicho.
Y por otro lado, te preguntaría en todo caso lo mismo: ¿por qué desdeñas a gente como Krauze, Catón, Dehesa, Canales, Jorge Fernandez? Todos ellos también criticaron la falta de democracia y los regímenes priístas. ¿Por qué debo creer que ahora perdieron la razón?
Saludos
Dices que AMLO era la peor opción… ¿pero no Elba Esther dijo que AMLO rechazó pactar con ella y Calderón sí pactó? (Lo dijo en una entrevista con Deniesse Mearker. Si tienes dudas, búscala en You Tube) ¿Entonces? ¿Realmente era la peor opción? Cuando veo a Calderón al lado de la Gordillo, no tengo otra HERRAMIENTA que llamarle USURPADOR.
ORLANDO
Aquí incluyo los dos comentarios que provocaron esta respuesta:
Orlando dijo...
(De Orlando, en respuesta a un mensaje que te dejó en un artículo anterior. Gracias por responder.)
Entonces no te des baños de pureza, diciendo que criticas parejo.
En las democracias MÁS avanzadas, la gente -incluso los medios- hablan abiertamente de sus preferencias. No se ponen máscara de "asépticos".
Estoy de acuerdo con el título de tu blog, y los respeto. Pero me parece que desdeñas a gente valiosa, que alguna vez se sentó en la mesa con intelectuales como Krauze, para pelear por un país –en concreto, Sergio Aguayo-.
Hay publicaciones como Proceso, que lucharon valientemente contra el terrible sistema priista, en las épocas más duras del régimen. ¿Por qué debo creer que ahora han extraviado la brújula? Si políticos de todas las filiaciones –Castillo Peraza, Maquío, etc- reconocieron en su momento que Proceso desenmascaraba nos daban las malas noticias de la realidad… ¿Por qué se habrían extraviado ahora? Y más en concreto… ¿Por qué los desdeñas?
Si Naranjo –el cartonista de Proceso y El Universal- decía que Echverría era un populista y tuvo razón. Si criticó los horribles excesos de Portillo y tuvo razón. Si criticó la pasividad de De la Madrid, y tuvo razón. La voracidad de Salinas y tuvo Razón. ¿Por qué debo creer que ahora, ese hombre con tanta autoridad moral, perdió la razón?
Una de dos: o desconoces esas historias o simplemente no te conviene verlas.
Orlando
6:24 PM
Dany Portales dijo...
¿Donde me he dado baños de pureza?
Mis preferencias son muy abiertas, obvias. Soy liberal como lo dije en el post donde escribiste tu mensaje anterior.
¿Por qué afirmas que desdeño a gente valiosa? ¿Dónde dije que Sergio Aguayo no vale la pena o algo así?
Lo mismo. ¿Dónde he hablado mal de Proceso? ¿Cuando desdeñé a Proceso?
¿Dime donde dije que Naranjo perdió la razón?
Ni las desconozco ni me hago el occiso. Simplemente me acusas de algo que no he dicho.
Y por otro lado, te preguntaría en todo caso lo mismo: ¿por qué desdeñas a gente como Krauze, Catón, Dehesa, Canales, Jorge Fernandez? Todos ellos también criticaron la falta de democracia y los regímenes priístas. ¿Por qué debo creer que ahora perdieron la razón?
Saludos
Cito:
"En México, el liberalismo está vivo. En su versión moderada (lejos del viejo jacobinismo o de las doctrinas económicas de un rígido laissez faire), lo profesa y practica sin saberlo una buena parte de la población, que cree en la democracia, aprecia la libertad en todas sus manifestaciones, exige tolerancia e igualdad de derechos, sueña con un Estado de derecho y con un Estado eficiente, responsable, acotado y honesto.''
Me extraña que Krauze diga todo esto, porque eso segun el, es la interpretación biográfica de un mesianicus tripicalisimus.
"En México, el liberalismo está vivo. En su versión moderada (lejos del viejo jacobinismo o de las doctrinas económicas de un rígido laissez faire), lo profesa y practica sin saberlo una buena parte de la población, que cree en la democracia, aprecia la libertad en todas sus manifestaciones, exige tolerancia e igualdad de derechos, sueña con un Estado de derecho y con un Estado eficiente, responsable, acotado y honesto.''
Me extraña que Krauze diga todo esto, porque eso segun el, es la interpretación biográfica de un mesianicus tripicalisimus.
Hola Orlando!
Así es. Muchos no pintan un país como el que yo describo en este blog. Pero muchos otros si. Entre ellos Krauze y Dehesa.
Te molesta que no haya incluido nada de Proceso. Sin embargo tu si puedes "desdeñar" a Catón. ¿Por qué tu si puedes y yo no? Es pregunta.
Nunca he defendido al SNTE y mucho menos a Gordillo. No sé a que viene ese comentario. Al contrario, ni el SNTE ni la CNTE sirven para algo. Ambas organizaciones estan llenas de corrupción y se venden al mejor postor. Y sobre este tema hay muchos posteos aquí.
Sobre AMLO, después de escuchar su discurso del día de ayer, no queda duda: era la peor opción.
Saludos
Así es. Muchos no pintan un país como el que yo describo en este blog. Pero muchos otros si. Entre ellos Krauze y Dehesa.
Te molesta que no haya incluido nada de Proceso. Sin embargo tu si puedes "desdeñar" a Catón. ¿Por qué tu si puedes y yo no? Es pregunta.
Nunca he defendido al SNTE y mucho menos a Gordillo. No sé a que viene ese comentario. Al contrario, ni el SNTE ni la CNTE sirven para algo. Ambas organizaciones estan llenas de corrupción y se venden al mejor postor. Y sobre este tema hay muchos posteos aquí.
Sobre AMLO, después de escuchar su discurso del día de ayer, no queda duda: era la peor opción.
Saludos
Gracias Ronkiyo por tu comentario.
Sin embargo no lo entendí. Que tiene que ver esa cita con el mesianismo tropical?
Saludos
Sin embargo no lo entendí. Que tiene que ver esa cita con el mesianismo tropical?
Saludos
De acuerdo con este post, quienes nos inclinamos por el liberalismo estamos huerfanos electoralmente hablando, ni a cual irle.
Solo tenemos la opcion de elegir al menos peor.
Vamonos organizando, no?
Saludos
Solo tenemos la opcion de elegir al menos peor.
Vamonos organizando, no?
Saludos
Si, creo que ya va siendo tiempo de que un verdadero partido liberal exista en México. Un partido con las características que describe Krauze.
Saludos
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Saludos
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