jueves, junio 28, 2007

 

El mito del fraude

Una verdadera avalancha de libros nos lleva a revisar la jornada electoral del 2 de julio de 2006. Muchos han sido elaborados por famosos políticos o intelectuales de izquierda que reiteran la idea de que hubo un gran fraude en la elección presidencial. Ahí están "Reporte 2006: el desquite" de Socorro Díaz, "Los medios y los jueces: la guerra sucia de 2006" de Julio Scherer y Jenaro Villamil, y "La mafia nos robó la presidencia" de Andrés Manuel López Obrador, que se lanzará este próximo domingo.

Pero en medio de estos libros de autores de altos vuelos, hay uno mucho más modesto, escrito por el Dr. Fernando Pliego Carrasco, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, cuya única virtud es el rigor académico. Se trata de "El mito del fraude electoral en México" (Editorial Pax México).

El Dr. Pliego desmenuza varios de los mitos del fraude electoral del 2006 con un análisis sistemático y contundente de la información estadística. El primero de los mitos es el que sostiene que el comportamiento del PREP, el Programa de Resultados Electorales Preliminares, "no tiene una explicación lógica", como dijo en su momento López Obrador. Pliego muestra, por el contrario, que todo el desarrollo del PREP respondió exactamente a lo que podría esperarse si se consideran los grados de marginación de las comunidades y la distancia a los centros distritales desde donde se transmitieron los datos. "No encontramos entonces un 'fraude cibernético'", escribe, "sino una explicación social y geográfica para entender el comportamiento del PREP".

Algo que nunca entendió López Obrador mientras sostuvo la tesis del fraude cibernético -que después rechazó por la del fraude "a la antigüita"- es que el PREP es un simple ejercicio de comunicación cuyas cifras no tienen validez legal. El recuento oficial de los votos se realiza en los centros distritales sobre la base de las actas preparadas en las secciones (actas que, a propósito, fueron objeto de muy pocos cuestionamientos por los representantes de casilla de la Coalición por el Bien de Todos, lo que llevó a López Obrador a acusar a sus propios representantes de casilla de deshonestidad).

Pliego reconoce que "los ciudadanos participantes en las mesas directivas de las casillas... cometieron una gran cantidad de errores aritméticos cuando realizaron su trabajo de cómputo y escrutinio de votos". Pero rechaza el mito de un intento sistemático para favorecer al candidato Felipe Calderón. "Dichos errores se distribuyeron de manera semejante en el caso de las casillas ganadas por Calderón (en 58.2 por ciento de 59 mil 042 casillas) o donde López Obrador triunfó (en 61.2 por ciento de 54 mil 020)... Tal correspondencia... sólo es explicable por la índole aleatoria o involuntaria de los errores".

El investigador de la UNAM rechaza también el mito de que el recuento "voto por voto y casilla por casilla" haya podido descubrir un supuesto fraude electoral. "El recuento de 11 mil 718 casillas y la anulación de 748 casillas ordenados por el Tribunal Electoral" resultaron en modificaciones "insignificantes" a pesar de que se trataba en su mayoría de casillas protestadas por la Coalición por el Bien de Todos. La muestra de casillas objeto de recuento era suficientemente grande como para mostrar un cambio de tendencia en caso de que realmente hubiera existido alguna discrepancia sistemática entre las boletas y las actas.

Pliego considera también el mito de que el gasto gubernamental en programas como "Oportunidades" o "Microrregiones" compró votos para Calderón. Encuentra por el contrario que en las comunidades beneficiadas el voto favoreció a López Obrador y al priista Roberto Madrazo, dejando a Calderón en tercer lugar. En comparación con elecciones anteriores, los partidos de izquierda registraron su mayor crecimiento en estas zonas favorecidas por los programas sociales del Gobierno federal.

El autor estudia también el mito de que la intervención del Presidente Vicente Fox en la elección a través de anuncios y declaraciones en contra del populismo, pero que no mencionaban a López Obrador, inclinó la elección a favor de Calderón. Las encuestas disponibles, sin embargo, muestran que mientras esta campaña estuvo al aire Calderón perdió terreno. Sólo después empezó a caer López Obrador, pero esto como consecuencia de sus propios errores.

Entiendo que el doctor Pliego no es una de esas grandes vacas sagradas que están publicando libros para defender la tesis del fraude. Sus conclusiones, además, no son "políticamente correctas". Por otra parte, es claro que los mitos del fraude parten de un dogma de fe que ninguna argumentación racional puede debilitar. Pero si alguien quiere leer en esta temporada de reflexión sobre las elecciones del 2006 un trabajo realmente serio y sistemático, le recomiendo "El mito del fraude electoral en México".

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Comments:
(De Orlando, en respuesta a un mensaje que te dejó en un artículo anterior. Gracias por responder.)

Entonces no te des baños de pureza, diciendo que criticas parejo.

En las democracias MÁS avanzadas, la gente -incluso los medios- hablan abiertamente de sus preferencias. No se ponen máscara de "asépticos".

Estoy de acuerdo con el título de tu blog, y los respeto. Pero me parece que desdeñas a gente valiosa, que alguna vez se sentó en la mesa con intelectuales como Krauze, para pelear por un país –en concreto, Sergio Aguayo-.

Hay publicaciones como Proceso, que lucharon valientemente contra el terrible sistema priista, en las épocas más duras del régimen. ¿Por qué debo creer que ahora han extraviado la brújula? Si políticos de todas las filiaciones –Castillo Peraza, Maquío, etc- reconocieron en su momento que Proceso desenmascaraba nos daban las malas noticias de la realidad… ¿Por qué se habrían extraviado ahora? Y más en concreto… ¿Por qué los desdeñas?

Si Naranjo –el cartonista de Proceso y El Universal- decía que Echverría era un populista y tuvo razón. Si criticó los horribles excesos de Portillo y tuvo razón. Si criticó la pasividad de De la Madrid, y tuvo razón. La voracidad de Salinas y tuvo Razón. ¿Por qué debo creer que ahora, ese hombre con tanta autoridad moral, perdió la razón?

Una de dos: o desconoces esas historias o simplemente no te conviene verlas.

Orlando
 
¿Donde me he dado baños de pureza?

Mis preferencias son muy abiertas, obvias. Soy liberal como lo dije en el post donde escribiste tu mensaje anterior.

¿Por qué afirmas que desdeño a gente valiosa? ¿Dónde dije que Sergio Aguayo no vale la pena o algo así?

Lo mismo. ¿Dónde he hablado mal de Proceso? ¿Cuando desdeñé a Proceso?

¿Dime donde dije que Naranjo perdió la razón?

Ni las desconozco ni me hago el occiso. Simplemente me acusas de algo que no he dicho.

Y por otro lado, te preguntaría en todo caso lo mismo: ¿por qué desdeñas a gente como Krauze, Catón, Dehesa, Canales, Jorge Fernandez? Todos ellos también criticaron la falta de democracia y los regímenes priístas. ¿Por qué debo creer que ahora perdieron la razón?

Saludos
 
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