lunes, enero 15, 2007

 

AMLO y los monopolios

El PRD, López Obrador y toda esa familia conocida como Frente Amplio Progresista preparan movilizaciones contra el alza al precio de la tortilla. Están en lo suyo. Es una buena causa. Y les encanta marchar. Lo que no se entiende bien es qué van a decir por el incremento al precio de la tortilla. Porque si se les hubiera hecho caso de cerrar la frontera a las importaciones de maíz o aumentar su gravamen, el precio hoy sería, seguramente, el doble o el triple. Lo que hay que hacer es exactamente lo contrario a lo que López Obrador proponía: importar más para frenar la especulación que se ha desatado en México.

A este problema no es ajena la existencia de un monopolio que la prensa de López Obrador no se atreve a llamar por su nombre. Y, hay que decirlo, López Obrador recorre el país con una súbita y febril actitud enemiga de los monopolios que no tiene un ápice de credibilidad. Está furioso contra los monopolios... ahora, ya que perdió las elecciones. Pero en campaña nunca los mencionó como un freno al desarrollo nacional. Y cuando gobernó la capital del país los consintió, coqueteó con ellos, les dio a ganar muy buen dinero público, se fotografiaba con las cabezas de esos monopolios y les hablaba de tú a los capitostes del sector monopólico de la economía para dar a entender que eran sus amigos. ¿De cuándo acá López Obrador salió muy gallo contra los monopolios? En cada discurso se lanza contra ellos. ¿Por qué ahora?

Duro está López Obrador contra el monopolio de la telefonía que encabeza el consorcio de Carlos Slim. ¿Y por qué nunca lo mencionó en campaña? Al contrario, durante su gobierno López Obrador le entregó el Centro Histórico de la Ciudad de México a Carlos Slim. Lo invitaba a todos su actos, a los que algunos de ellos efectivamente asistía el ahora aborrecido capitán de un monopolio impresentable. Sí, Slim tiene un monopolio que encarece los servicios de telefonía en México y por eso una llamada de teléfono fijo a un celular es 134 por ciento más cara aquí que en Estados Unidos. Apenas ahora se acuerda López Obrador que en México pagamos 260 por ciento más que en Estados Unidos por el internet de banda ancha. Que pagamos 230 por ciento más por llamadas de larga distancia nacional. ¿A poco no sabía eso López Obrador cuando estaba en campaña? ¿No tenía la menor idea de cómo Slim se ha convertido en el segundo hombre más rico del mundo, a "sólo" siete mil millones de dólares de distancia de Bill Gates? Cuando se reunía con él, cuando lo agasajaba, cuando lo presumía en sus caminatas por el centro, ¿no sabía con quién se paseaba para ser retratado? López Obrador montó en cólera contra Slim porque el empresario se deslindó de él cuando no aceptó el resultado de las elecciones, tomó Reforma y empezó a echar improperios con ventilador. Fue un rompimiento por motivos personales, y no porque Slim sea la cabeza de un monopolio.

En sus nuevos discursos, en que arremete contra los monopolios que efectivamente existen en el país, López Obrador se lanza contra Cemex de Lorenzo Zambrano. En todos los mítines se le va al cuello a Cemex. ¿Por qué? ¿Hasta ahora viene a descubrir que pagamos 223 por ciento más que los estadunidenses por el cemento gris? ¿De dónde le salió la ira contra el monopolio del cemento? En campaña nunca lo mencionó. Y como jefe de Gobierno le dio a ganar a Cemex con contratos considerados leoninos para la ciudad. A Cemex le hizo el favor de recibirle cemento para los segundos pisos, a cambio de predios en la zona dorada Santa Fe que valen oro. Así se comportó con los monopolios cuando fue gobernante y cuando fue candidato. Y ahora, de pronto, le subió la fiebre antimonopólica. ¿Se puede creer en su sinceridad?

A Televisa está duro y dale con el asunto del monopolio. En cada discurso les suena. Tremendo contra el consorcio de Emilio Azcárraga Jean. Pero cuando fue jefe de Gobierno les pagó hasta las ganas. La auditoría de la Contaduría Mayor de Hacienda de la Asamblea del DF detectó e hizo público que el gobierno de López Obrador pagó a Televisa por spots que nunca salieron al aire. Estaba feliz con "Emilio", como familiarmente le decía. Y desde luego tenía un trato de primera en Televisa. Entrevistas extensas, como a nadie. Y nunca dijo acuso de monopolio a esa empresa a la que, dicho sea de paso, debería tenerle gratitud. Además, Televisa dejó de tener el monopolio de la televisión comercial en 1993. López Obrador rompió con Televisa y se acordó del discurso anti monopolios, cuando la televisora no lo siguió en su aventura de desconocer al gobierno constitucional. Su ruptura no fue por la existencia de un monopolio, sino por una razón personal.

En su nuevo traje, López Obrador grita a todo pulmón contra el abandono al campo. Sí, claro que se ha abandonado al campo. ¿Y dónde estaba y con quiénes estaba López Obrador cuando se relegaba al campo. El sábado José Carreño publicó en estas páginas que en el gobierno de Ernesto Zedillo, entre 1995 y 2000 se desplomó el programa de apoyos al sector rural: el presupuesto de Procampo cayó de dos mil millones de dólares en 1994 a menos de 500 millones en 2000. Además -continúa Carreño-, se le quitó el apoyo a más de 600 mil campesinos y se redujo la superficie apoyada en 100 mil hectáreas. Recordemos también que en el gobierno de Zedillo quitó del padrón de beneficiarios de tortilla gratuita a un millón de niños. ¿Dónde estaba entonces el ahora indignado López Obrador por el abandono al campo? Era presidente del PRD, y como tal declaró que él y su partido serían soldados para defender al presidente Zedillo de fuerzas oscuras, según se registra en una memorable declaración suya hecha en Veracruz y recogida a ocho columnas por La Jornada. Nada dijo contra el desmantelamiento del apoyo al campesino. Ahora va a hacer una marcha a favor de los campesinos y en contra del alza a la tortilla. Que marche, pero... ¿qué va a decir?

Tal vez repita lo que dijo el sábado en Zacatecas: "el incremento al precio de la tortilla no tiene que ver con especulaciones ni nada parecido, sino con la dependencia que México tiene de Estados Unidos". Después acusa al monopolio de Maseca que "controla el 85 por ciento (sic) de la comercialización de la harina de maíz". Entonces, ¿el problema es la dependencia de EU o el monopolio de Maseca? No tiene la menor idea de lo que dice. En México la tortilla se hace con maíz blanco, del cual somos autosuficientes. Aquí se producen 20 millones de toneladas anuales de maíz, de las cuales 18.7 millones son de maíz blanco. Para consumo humano se necesitan diez millones de toneladas de maíz blanco al año. Hay de sobra. Por eso se han autorizado exportaciones. Y hay quienes lo destinan al consumo animal. Donde no somos autosuficientes es en la producción de maíz amarillo (1.3 millones de toneladas al año), que sirve para forraje de aves, ganado vacuno y otros animales de engorda.

Lo que tenemos, efectivamente, es un monopolio en la harina de maíz. Maseca controla el 80 por ciento (y no 85 como dice AMLO), mientras que el 20 por ciento restante es abastecido por 70 mil tortillerías de nixtamal. Ahí hay un problema severo, que lo sintetiza con precisión Jorge Medina Viedas en su artículo de ayer en Milenio: "si se protegen a los monopolios como ha ocurrido en este país, al presentarse una crisis mundial del precio del maíz, son éstos los que imponen localmente la política de precios, y los que a la corta y a la larga, van a reproducir los desequilibrios y las injusticias". ¿Sabrán algo de eso los que convocan a marchar contra el alza al precio de la tortilla?

Pablo Hiriart, La Crónica de Hoy, 15 de enero 2007
phiriart@cronica.com.mx

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Comments:
yo tambien estoy arto de la apo y de amlo, y del FECAL
 
Hola,

Yo también critiqué la estupidez del presidente pirata, te invito a pasar a mi blog

http://laverdadseamaldicha.blogspot.com/

Saludos
 
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