lunes, noviembre 07, 2011

 

La deuda terrorífica

Sólo recuerdo que era un día de diciembre. Tengo en la memoria el año, pero no el día exacto. Debe ser por lo espeluznante del asunto que está bloqueado en mi cabeza. Estoy seguro que no soy el único al que le pasa, estoy convencido que son millones los que sufren por algo así.

Como comentaba, era casi fin de año en 1994, vivía en una euforia generalizada en materia económica, tenía coche, casa, tarjetas de crédito y todo era posible, promisorio, hasta aquella tarde. Fría, quizá no tanto, pero yo la recuerdo helada, tal vez por las circunstancias. Un nuevo presidente había asumido el cargo en el país y aun no cumplía ni el mes cuando el mundo se oscureció.

No, no fue un eclipse, ni tampoco fue un momento en que salieran zombis o un virus nos invadiera para acabar con la humanidad, aunque estoy seguro que muchos lo hubieran preferido. Porque la vida se acabó en ese instante, para muchos metafóricamente, para otros literalmente.

Después de todo, qué puede ser mas espantoso que un día te despiertes y sepas que ya no tienes nada. Sólo deudas, pero no las mismas, sino algo tan horripilante que recordarlo aún me hace un hueco en el estómago. Para mí, que sólo me ocupaba por estudiar y trabajar no era relevante lo que pasara en un lugar llamado Bolsa Mexicana de Valores, ni que hubiera algo denominado capitales golondrinos. Ahora ya sé que son esos monstruos que acabaron con millones de vidas.

En un abrir y cerrar de ojos, tus tarjetas de crédito había duplicado lo que les debías por la simple y sencilla razón de que la tasa de interés subió de forma exponencial. Pequeños empresarios vieron impagables sus pagarés y comenzó el camino al infierno, embargos, cierre de fuentes de trabajo, desempleo, desesperación, terror.

Nada como tener un nivel de vida y que te lo arrebaten de un tirón. Peor para quienes tuvieran alguna deuda en dólares, en un santiamén la paridad pasó de 3.00 pesos por dólar a 6.00. Imagínate deber el doble sólo porque alguien no hizo bien las cuentas en eso que llaman administración federal.

La piel se enchina sólo de pensarlo y recordar lo que vino después; si una situación de este tipo es escalofriante, que te agarre en plena época navideña es como sentir que un asesino de película te persiga por tu casa por horas para que al final sepas que aún falta lo peor.

Así fue en aquella ocasión. Para los muy jóvenes es un mito, casi una leyenda urbana, para otros es un recuerdo que queremos reprimir, pero no se va, se queda contigo, te trauma y atemoriza con cada vaivén económico en puerta. Es vivir con miedo para siempre. Es una historia de terror que nunca se olvida.

Por Miguel Ángel Castillo
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La crisis de diciembre de 1994 fue la última verdadera gran crisis que hemos tenido. Pero ya habían habido otros. La peor fue lad e 1982 que duró prácticamente 6 años. México cayó en cesasión de pagos, es decir, ya no pudo pagar su deuda. Lo mismo que está sufriendo Grecia hoy en día. Lo que sufrió Argentina hace 10 años. Eso México ya lo vivió en 1982 y duró 6 años. Inflaciones de 3 dígitos. Los precios subían todos los días, los salarios no. No había clase media, sólo unos cuántos ricos, y la gran mayoría en la pobreza, viviendo al día. No había créditos, todo debía ser de contado. Yo si me acuerdo, yo si tengo memoria.

Se habla de la crisis del 2008-2009, y si nos pegó y dolió. Aumentó el desempleo, más gente sin trabajo o ganando menos. Pero quienes vivimos la de diciembre del 1994 sabemos que la de éstos últimos años no es comparable con lo que sucedía antes. Y todo porque el gobierno federal gastaba más de lo que recibía. Por endeudarse para aumentar la cantidad de burócratas y políticos viviendo del Erario. No hay lonche gratis, todo cuesta. El gobierno no genera riqueza, la quita vía impuestos, y la mal reparte dizque para ayudar a los que menos tienen, pero sólo lo hacen para administrar la pobreza y que los pobres sigan votando por una despensa.

Y los que nos sumieron en las peores crisis económicas ya vienen de regreso, y no han cambiado. Siguen gobernando (SIC) y administrando (SIC) el Erario igual que antes. Ahí está Coahuila de ejemplo, también Nuevo León, o Tamaulipas. Medítalo.


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