jueves, septiembre 17, 2009

 

Lo que saldra...

"Solamente quien construye el futuro tiene derecho a juzgar el pasado".
Friedrich Nietzsche
 
Si algo quedó claro en la comparecencia del Secretario de Hacienda, Agustín Carstens, del pasado 15 de septiembre en la Cámara de Diputados es que el paquete económico presentado por el Gobierno para el 2010 no recibirá más votos que los del PAN. Esto lo condena al fracaso. La gran interrogante tiene ahora que ver con el paquete que finalmente saldrá del Congreso.

El PRI, que controla la Cámara de Diputados, y los demás partidos de oposición han rechazado ya el impuesto de 2 por ciento al consumo. Pero ¿qué harán para compensar el ingreso que se esperaba de este impuesto? ¿Recortarán el gasto en ese monto? Es poco probable. Los miembros del Congreso parecen convencidos de que la única manera de obtener apoyos políticos es repartir dinero público entre grupos de interés.

El paquete presupuestario presentado por el Secretario Carstens es un simple aumento de impuestos con la promesa de que el dinero fresco servirá para otorgar un mayor respaldo a las familias pobres. Hay, claro, razones para dudarlo. Los programas de apoyo a los pobres, como Oportunidades, tuvieron resultados positivos en un principio porque reemplazaron a subsidios generalizados, como el de la tortilla, que eran extraordinariamente dispendiosos. En los últimos años, sin embargo, la pobreza ha aumentado a pesar de estos programas asistenciales. Según las propias cifras del INEGI, el número de mexicanos en pobreza aumentó de 42.6 a 47.4 por ciento de la población y el de personas en miseria o pobreza alimentaria de 13.8 a 18.2 por ciento.

Es muy fácil decir que este tropiezo es producto de la crisis económica internacional, como lo ha sostenido el Presidente Calderón en varias ocasiones. Sólo que esa crisis no empezó a golpear a México sino hasta fines del 2008 y principios del 2009. El problema parece ser más bien de fondo y tiene que ver con el agotamiento de un sistema que inhibe la inversión de manera sistemática y que busca paliar los resultados negativos con programas de caridad.

Los legisladores del PRI y sus aliados no se atreverán a tomar medidas de fondo para resolver el problema. No recortarán la parte improductiva del gasto público ni realizarán las reformas fiscal y energética que durante tantos años se negaron a hacer, las cuales promoverían una ronda de nuevas inversiones productivas. El rechazo al impuesto al consumo se convertirá así probablemente en un aumento del déficit y de la deuda del Gobierno o en mayores impuestos especiales y sobre la renta.

Al final los mexicanos saldremos perdiendo. El impuesto al consumo es irritante y lleva la carga de la mayoría de los productos a un altísimo 17 por ciento; pero cuando menos no es distorsionante, como los impuestos especiales, ni afecta la inversión y el trabajo, como el Impuesto Sobre la Renta. La recaudación que se obtenga, ya sabemos, se utilizará para seguir aumentando el gasto corriente de una burocracia que no ha dejado de crecer ni en los años buenos ni en los malos.

Preocupa el paquete fiscal presentado por el Gobierno, pero más inquieta el que pueda salir del Congreso tras su baño de populismo. No hay ninguna indicación de que los diputados y senadores puedan acordar un presupuesto que promueva la inversión, el crecimiento y la generación de empleos. Si el presupuesto de Carstens es eminentemente recaudatorio, el de los diputados y senadores seguramente buscará pagar deudas con los grupos de interés que apoyaron sus campañas... a costa, por supuesto, de los contribuyentes.

 
Sergio Sarmiento

www.sergiosarmiento.com

 

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El subrayado y negritas es mío. Quien tenga capacidad de entenderlo que lo haga. Quien no, que pregunte.

 


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