domingo, septiembre 13, 2009
IVA en alimentos y medicinas
Ésta semana la SHCP, el gobierno de Felipe Calderón, presentó en el Congreso sus iniciativas económicas para el próximo año. Como ya se esperaba, están planeando recetarnos un incremento de impuestos que cubra el agujero fiscal que tendrá el gobierno federal en el 2010 por la caída en la recaudación con los impuestos actuales causada por la crisis. En el 2009 el boquete no fue tan grande principalmente porque el gobierno federal contrató una cobertura, un seguro, contra la caída en los precios del petróleo. También se tenían algunos recursos en fondos de contingencia que se crearon precisamente para compensar si bajaban los ingresos petroleros. Pero para el 2010 ya no habrá cobertura, y el precio del petróleo no subirá, además PEMEX cada vez está exportando menos petróleo por el declive de Cantarell, el mayor yacimiento de petróleo del país que financió en buena parte al gobierno durante 30 años.
El futuro ya nos alcanzó, el petróleo se está acabando, y ahora es tiempo de que empecemos a pagar lo que durante décadas no hemos hecho. Durante décadas se han estado retrasando las reformas estructurales que el país necesita. Sólo se han hecho cambios por encimita, simple maquillaje, parches, pero no se han cambiado las cosas de fondo. Siempre estuvo ahí PEMEX, la caja chica del gobierno, de los políticos, para “salvar el día” cubriendo los enormes huecos creados con exenciones y subsidios en el ISR e IVA que han protegido a muchos sectores privilegiados, que han servido para mantener al pueblo con la mano extendida esperando las limosnas del gobierno, claro, a cambio de votos. Y PEMEX ha estado ahí incluso para generar pingües ganancias, bajo el amparo de la corrupción, no sólo a su sindicato y administradores, sino también para financiar enormes excesos de sueldos, prestaciones, prebendas, canonjías, para todos los niveles de gobierno, desde el federal hasta los municipales, y sobre todo los estatales que en los últimos años han logrado incrementar sus ingresos, sus participaciones federales, gracias al poder caciquil que han adquirido sobre los diputados y senadores en el Congreso.
Pero ya PEMEX no da para más. Las reservas probadas, al ritmo actual de extracción, sólo alcanzan para máximo 9 años más. Hay quienes afirman que es menos pues el campo de Chicontepec no está produciendo como se esperaba, por la complejidad técnica, geológica, para extraer el crudo de esa zona. Y ni hablar sobre las aguas profundas en el Golfo de México, ahí todavía no se produce nada, y si es que hay petróleo, no se verá en muchos años. Realmente el país está en crisis cuando la entidad que genera alrededor del 35% del presupuesto federal ya no podrá darlo. Pero la crisis es mucho mayor cuando la gran mayoría de los mexicanos no está acostumbrado a pagar impuestos, cuando la gran mayoría los evade, cuándo todos hemos gozado durante décadas de subsidios generalizados que no pueden ser para siempre. ¿Cómo reformar un país si la gran mayoría de la población no entiende nada de economía y finanzas, de impuestos, de costos, de subsidios?
Hoy el gobierno de Calderón está proponiendo un impuesto del 2% general a las ventas. Lo han llamado, demagógicamente, como el impuesto para el combate a la pobreza. No es más que un segundo IVA con otro nombre. Como los legisladores del PRI y del PRD, y hasta los del PAN, habían afirmado que no aprobarían ningún IVA a alimentos y medicinas, Calderón y Carstens tuvieron la ocurrencia de proponerlo pero con otro nombre. Todo mundo se burla de lo tonto de Fox, pero la propuesta que hizo su gobierno al menos le llamó a las cosas por su nombre. También están proponiendo aumentar el ISR, así como disminuir paulatinamente los subsidios a combustibles y energía eléctrica, además de incrementar el IEPS a bebidas alcohólicas, tabaco y juegos de azar.
Hace 2 años el gobierno de Calderón creó el IETU, un impuesto al ingreso, del mismo tipo que el ISR, pero sin deducciones ni exenciones como éste. Y se creó ese adefesio porque la oposición, el PRI y el PRD, no quisieron eliminar los enormes huecos del ISR causados por exenciones y deducciones que se han acumulado durante muchos años, mismas que han hecho del ISR un impuesto sumamente ineficiente. No es casualidad que los sectores con mayores exenciones, con beneficios fiscales, la agricultura, la ganadería, el transporte y la construcción, son los sectores donde los políticos tienen sus negocios, principalmente los del PRI. Ahora Calderón propone un nuevo IVA generalizado del 2% porque la oposición quiere mantener el mito de la tasa cero en alimentos y medicinas. A menos que ya este negociada con la oposición, y que las críticas que han hecho los del PRI y PRD sólo sean para “taparle el ojo al macho”, me cuesta entender cómo Calderón y Carstens propongan otro adefesio fiscal que no será aprobado. ¿Para qué “quemarse” con una estupidez? Mejor “quémense” con la propuesta ideal, con una reforma fiscal integral, con lo que el país verdaderamente necesita. Si de todos modos la oposición, el PRI y el PRD, no lo aprobarán, ¿qué caso tiene?
Pero no quiero extenderme más en criticar las iniciativas que están hoy en debate en el Congreso. No tiene caso. Si ya están previamente negociadas con el PRI (no creo que Calderón se haya acercado al PRD) serán aprobadas. Si no lo están, serán rechazadas y como quiera el Congreso nos recetará algún otro adefesio, con tal de mantener sus canonjías intactas, y el costo político será de cualquier forma para Calderón y el PAN. Quiero aprovechar el espacio para explicarles por qué es un mito el tema de la tasa cero en alimentos y medicinas, así como el de cobrar más ISR a las empresas. La gran mayoría de los mexicanos se opone a un impuesto al consumo en alimentos y medicinas (se mencionan esos rubros por ser los más sensibles, pero también están exentos del IVA los libros, revistas, gastos médicos, educación, etc.) porque obviamente nos pega a todos directo al bolsillo. Sin embargo quienes critican con más fuerza un IVA en alimentos y medicinas afirman que golpeará a quienes menos tienen, a los más pobres, pues la teoría dice que entre menos ingresos tenga una persona mayor proporción de los mismos los usará a lo básico: la alimentación. Y es correcto, los pobres usan prácticamente todo su ingreso en alimentos, cuando los logran adquirir. Por eso los populistas dicen que un impuesto al consumo de alimentos y medicinas es regresivo pues afecta a los pobres más que a los ricos.
Sin embargo lo que los populistas y demagogos no dicen es que un subsidio generalizado, como realmente lo es la tasa cero en alimentos y medicinas, es sumamente regresivo pues al ser generalizado lo disfrutan los pobres pero también los ricos. ¿Quiénes son los que más capacidad de compra tienen? Pues los ricos. De hecho en México el 20% más rico de la población disfruta casi del 50% del subsidio de la tasa cero en alimentos y medicinas. Mientras que el 20% más pobre de la población no recibe ni el 5% de ese subsidio. Dicho de otras manera, quienes se oponen a un IVA en alimentos y medicinas realmente está beneficiando a los más ricos del país. Lo anterior sin considerar que los más pobres no adquieren sus alimentos en el sector formal de la economía. En el campo, en las zonas rurales, que es donde se encuentra la pobreza más lacerante, la gente produce la mayoría de alimentos que consume. Incluso en las ciudades, los más pobres muchas veces compran los alimentos en los mercaditos, en los “rodantes”, que no pagan IVA. Definitivamente hay millones de familias que son de clase baja o media baja, que son obreros, que si compran sus alimentos en tiendas y supermercados que cobran IVA. Pero para ellos se podría implementar un sistema que restituya esa carga fiscal por medio de tarjetas de descuento, o monederos electrónicos de IVA; vaya un subsidio focalizado que sólo beneficie a los sectores de menores ingresos, y no a todos, incluyendo a los ricos, como está hoy en día. ¿Es esto tan difícil de entender e implementar para los políticos populistas?
Para que se den una idea de la magnitud del problema les comparto estos datos. Ahora en el 2009 se están destinando 4 mil 500 millones de pesos al apoyo alimentario del programa Oportunidades que atiende a las familias más pobres del país. También ahora en el 2009 se están dejando de recaudar por parte del gobierno 500 mil millones de pesos (más de 100 veces más que lo que se destina al apoyo alimentario) por el subsidio a las gasolinas, a la electricidad, y por la tasa cero del IVA en alimentos y medicinas (si ésta fuera del 15% como el resto). Puesto de otra manera, por cada peso que recibe como beneficio, por esos subsidios o por tasa cero en alimentos y medicinas, el 20% más pobre de la población, el 20% más rico recibe 40 pesos. ¿No es eso más regresivo (perjudicial para los pobres), más injusto, que cobrar IVA a todos los productos y servicios?
También se les llena la boca a los populistas cuando afirman que los ricos deben pagar más impuestos, cuando exigen que se suba la tasa de ISR a las empresas para mantener todos esos subsidios generalizados (que ya vimos que benefician más a los ricos) dizque para combatir la pobreza, para ayudar a los pobres. Sin embargo lo que se ha comprobado hasta el cansancio (en otros países como Chile, Perú, Corea, España, Irlanda, etc., y de manera inversa en países comunistas como Cuba) es que la pobreza no se elimina, no disminuye, distribuyendo la riqueza existente, sino creando más riqueza. Y para crear más riqueza se requiere de inversión productiva, que haya más empresas, emprendedores, que generen más fuentes de empleo. Cuando las tasas de desempleo son muy pequeñas, los salarios empiezan a crecer. Las empresas tienen que pagar más sueldo y ofrecer mejores prestaciones para retener, atraer, a sus trabajadores. La gente tiene más dinero y gasta más. Crece el mercado interno, la demanda de productos y servicios. Las empresas producen más, y contratan más gente, que a su vez aumenta la demanda con su gasto adicional. El círculo virtuoso se autoalimenta y se mantiene. Obviamente, una mayor actividad económica aumenta los ingresos del gobierno vía impuestos, que se traduce en mayor gasto/inversión pública, que también alimenta al círculo virtuoso.
Sin embargo, la ideología conservadora (no liberal) en lo económico que ha existido en México en los últimos 50 años, en sus gobiernos, en los políticos, no entienden esa dinámica económica. Se le ha inculcado a la población la mentalidad de que sólo los ricos deben pagar impuestos que serán usados para ayudar a los pobres. Los pobres (no todos, ahí están los casos de éxito de quienes no aceptaron esa condición y emigraron a EUA convirtiéndose por su propio esfuerzo en gente productiva, autosuficiente, y en muchos casos hasta muy ricos) han aceptado esa mentalidad de tal forma que es normal, natural, lo correcto, que el gobierno sea el proveedor de todo. Por eso es políticamente correcto para la mayoría de los mexicanos (y electoralmente muy productivo) subir impuestos a las empresas, a los ricos. Pero eso sólo se queda en el papel, pues las empresas, los ricos, los dueños del capital, por lo general no se ven afectados. La mayoría podrá contratar buenos contadores y abogados fiscalistas para pagar lo menos posible. Muchos otros se llevarán su dinero a otro país donde no les cobren tantos impuestos, donde lo invertirán creando empleos allá. Y en resumidas cuentas el gobierno no aumentó su recaudación, y el país se hizo más pobre porque no se generó más riqueza con inversiones que habrían creado empleos para los mexicanos.
Cuando un inversionista evalúa, analiza, si será conveniente crear una empresa (o crecer la que ya tiene) los costos fiscales son uno de los principales factores a considerar. Si uno va invertir 100 pesos en un negocio, dicho negocio tiene que ser mucho más rentable que la tasa de interés que pagan los bancos. Poner el dinero en un banco prácticamente no tiene riesgo. Sabes que ahí lo tienes y que lo puedes retirar casi inmediatamente (muy líquido). Pero lo que pagan los bancos es poco e incluso muchas veces hasta menor a la inflación. Por eso es atractivo invertir en un negocio que te dará rendimientos mayores que el banco, aunque sea más riesgoso. Y es que pueden pasar muchas cosas cuando se invierte en un negocio nuevo. Las ventas pueden no ser lo que se esperaban, puede venir una crisis, un incendio, una huelga, una mala decisión, en fin, muchas cosas que pueden pasar y la inversión se perderá. Además, cuando se invierte en un negocio, sobre todo cuando hay que comprar máquinas e inventarios, la inversión no tiene liquidez, es decir, no se puede retirar el dinero con tanta facilidad como cuando se tiene en un banco. Por eso el riesgo en un negocio es muy alto y los inversionistas están en su derecho de exigir altos rendimientos. Y ese riesgo se puede medir, cuantificar. De esa forma, el inversionista siempre exigirá un retorno de su inversión (las utilidades netas por periodo divididas por el monto invertido original) al menos igual a la suma de la tasa de interés que pagan los bancos y el riesgo inherente a ese negocio o sector económico. Si el negocio no es rentable, el inversionista no invertirá en él. Nadie lo haría.
Los impuestos al ingreso, como el ISR en México, afectan directamente la fórmula para calcular la rentabilidad de una empresa. Entre mayores impuestos se carguen (y recordemos que en México las empresas además del ISR pagan el 10% de utilidades a los trabajadores) las utilidades netas serán menores y el retorno de la inversión también. Es por ello que las inversiones son tan sensibles al nivel de impuestos que aplique un país. Y no sólo afecta la tasa de impuestos, sino también su volatilidad, es decir, la frecuencia con la que los gobiernos de ese país cambien la tasa. Un país que cambie las tasas cada año, sin ton ni son, casi que por capricho de los políticos en turno, será menos atractivo para las inversiones pues el riesgo aumenta ya que no sabes que pasará en ese país en el futuro. En conclusión, es un suicidio económico que se aumente la tasa del ISR sobre todo en época de crisis, con el desempleo que tenemos. Se debería bajar la tasa del ISR del 28% actual a un 20% buscando que aumente la inversión, que más proyectos productivos se vuelvan rentables, y por consiguiente se generen más empleos. La recaudación principal del gobierno debería ser a través del IVA, del impuesto al consumo, que es neutral para los inversionistas, que no afecta la creación de empleos. Y el apoyo a las clases bajas debería ser con subsidios focalizados, no generalizados, principalmente en educación, salud y alimentación.
Lamentablemente todo esto que he explicado no es políticamente correcto para los legisladores, para la clase política mexicana. Si ni el PAN que dizque es un partido de derecha (como los populistas llaman a los liberales en lo económico) se atreven a proponer algo así, mucho menos lo hará el PRI o el PRD con su populismo y demagogia. Yo la verdad no pierdo tanto el tiempo criticando a Calderón y a Carstens por su nuevo adefesio fiscal, pues entiendo que, quizá de cierto modo, creyeron que eso era lo que podían lograr aprobar con el PRI. La crítica real que tenemos que hacer (y para muchos mexicanos entender y aceptar el concepto, acabar con el paradigma, con el mito) es sobre aquellos que se rasgan las vestiduras con un impuesto a alimentos y medicinas, con la eliminación de subsidios generalizados. Todo mundo critica que no se han creado empleos, que estamos en crisis, que hay que cambiar el modelo económico. Y es cierto, pero el modelo económico que tenemos que cambiar es el que ha existido en México por los últimos 40 años, que sólo ha privilegiado a unos cuantos, a los políticos, a los burócratas, a unos monopolios, en perjuicio de la mayoría de la población.
Lamentablemente no es sencillo. ¿Quién se atreverá a echarse encima a más de 2 millones de maestros cuando se realmente se les ponga a trabajar y se les exijan cuentas? ¿Quién podrá eliminar las canonjías a los sindicatos de PEMEX, CFE y LyFC sin riesgo de que paralicen al país? ¿Quién logrará que la disminución de la pobreza recaiga en la iniciativa privada con la generación de más empleos en lugar de subsidios y limosnas que sólo la han administrado, dejando muchos beneficios a los burócratas y políticos?
Todo eso sólo se logrará algún día cuando la mayoría de la población entienda los conceptos que he descrito aquí de manera superficial y empiecen a votar en consecuencia, empiecen a exigir ese tipo de reformas, y dejen de aceptar discursos populistas y demagógicos. ¿Qué harás tú al respecto?
Dany Osiel Portales Castro