jueves, septiembre 10, 2009

 

El costo de los mitos

Hoy estamos pagando el costo de mantener tres mitos en México: el del petróleo, el del IVA y el del gasto social.

El mito petrolero nos impidió durante muchos años hacer las inversiones necesarias para compensar la inevitable caída de la producción que iba a darse en Cantarell.

El Gobierno exprimió a la empresa petrolera para financiarse, pues por décadas se pospusieron ajustes fiscales que permitieran equidad en el pago de impuestos en México.

La maldición del IVA, surgida en marzo de 1995, impidió que el sistema fiscal mexicano se moviera en la misma dirección que muchos países, es decir, gravando el consumo y bajando las tasas en los impuestos al ingreso.

Y nos quedamos con un esquema fiscal adicto a los ingresos petroleros.

No hubo problema mientras el precio del petróleo y el volumen que México extrajo iban hacia arriba, lo que permitió un crecimiento espectacular del gasto público programable, de 56 por ciento en términos reales, hasta el 2009 con el justificante de que se trataba de gasto social.

Los excesos en el gasto fueron cuestionados desde los primeros años de la Administración Fox. Y, de hecho, en ese entonces se quiso modificar el concepto de gasto corriente, en el que se reflejaba el derroche de recursos, para caracterizarlo como inversión social.

Todavía resulta anatema en México cuestionar el gasto social. Pareciera que por el simple hecho de tener esta denominación se vuelve intocable.

Pero hay gasto educativo que es un desperdicio, como el que se canaliza a una educación que no educa en muchos de sus niveles, según hemos visto con numerosas evaluaciones, desde las pruebas Pisa de la OCDE hasta los concursos para obtener plazas de educación básica en la SEP.

Otra parte del gasto social es regresivo, es decir, privilegia a sectores con altos ingresos y castiga a los que tienen menos.

Su expansión en esta década de Gobiernos panistas debe ser observada con lupa para ver lo que no sólo no debe crecer más, sino recortarse.

Pero pareciera blindado, pues es políticamente incorrecto cuestionarlo.

En relación con la tasa cero de IVA en alimentos y medicinas, es la fórmula más ineficaz para -presuntamente- beneficiar a los que menos tienen.

Resulta que para entregar un peso de subsidio a través de este esquema a los estratos de menor ingreso, hay que desembolsar 10 pesos de subsidio a los que tienen más.

Un análisis objetivo concluiría que se trata de una de las peores dilapidaciones de recursos que se han hecho en México.

Pero es intocable porque el PAN no quiere asumir los costos políticos de proponerlo y porque el PRI y el PRD no quieren saber nada de la materia.

Regresando al tema petrolero, lo peor del caso es que ni siquiera la experiencia de estar sumidos en esta crisis fiscal por el declive productivo de Pemex nos va a hacer romper el mito.

Con todo y la reforma a Pemex que trabajosamente se aprobó el año pasado, se ve difícil que haya una recuperación próxima de los niveles de producción.

Siendo realistas, tendríamos que superar el mito y crear un esquema jurídico que permitiera invertir cantidades mucho mayores en la industria, con objeto de que pudiéramos recuperar en la próxima década los niveles de producción.

Pese a lo dicho por el Presidente desde el 1 de septiembre, como se ve la actual Legislatura, no será nada fácil hacer que prospere una propuesta de apertura más agresiva.

Si alguna vez nos decidimos, como sociedad, a ver hacia el futuro y no hacia el pasado, quizás empecemos a tomar decisiones que permitan hacer avanzar al País.

Enrique Quintana 
enrique.quintana@reforma.com


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