viernes, mayo 16, 2008

 

Seamos Soberanos

¿Queremos la mejor industria petrolera posible? Dejemos a un lado la constitucionalidad de la reforma propuesta. Partamos de lo que somos: una sociedad soberana que se impone sus propias reglas y que opta por diseñar la mejor política posible para el más estratégico de nuestros recursos. Si los fines que acordamos democráticamente exigen un cambio constitucional, llevémoslos a cabo.

La Constitución no es el producto de un acto divino. La hemos reformado, entre 1921 y 2008, 473 veces. Tomar el articulado constitucional como si se tratara de escritura sagrada es imponernos restricciones propias de una sociedad dogmática.

Tampoco es útil hacer de la "privatización" de Pemex el eje del debate. Se trata de una discusión que no contribuye a encontrar lo que necesitamos: una política que genere mejores incentivos para incrementar la renta que le llega a los ciudadanos y modernizar la administración de la industria petrolera.

El uso compartido por todos hasta hace poco del término privatizar era vender activos propiedad del Estado a agentes privados. En este sentido, privatizar es una opción que nadie ha puesto sobre la mesa. Lo que está en juego es cuál es la mejor forma de asociar a Pemex con privados. Hoy lo hace, pero con reglas que hacen felices a los contratistas, pero que no siempre maximizan los intereses de los mexicanos.

Sabemos que la época del petróleo barato se está terminando y que tenemos que hacer ajustes importantes en el sector. No podemos darnos el lujo de no hacer nada.

Si invirtiéramos más dinero en Pemex esta tendencia cambiaría, aunque fuera marginalmente. Este dinero hay que sacarlo de algún lado, por lo que se tiene que explicitar qué se va a dejar de gastar o qué impuestos se van a aumentar si le damos más dinero a Pemex.

Aun si tuviéramos más dinero, lo racional es invertir lo menos posible y obtener a cambio el mayor rendimiento posible. No sabemos si Pemex al extraer nuestro petróleo nos da todo lo que debería. En los últimos cuatro años ha tenido más dinero que nunca. No es claro lo que ha logrado con estas millonarias sumas de inversión a su cargo. Lo que no tiene son los mejores mecanismos para gastar ese dinero de forma eficiente.

En el autocomplaciente diagnóstico de Pemex elaborado por el Gobierno federal hay poca evidencia comparada. Hay una nota de pie de página en la que se dice que en la Cuenca de Burgos extraer gas nos cuesta mucho más que en Estados Unidos. En la zona mexicana, "el costo promedio por pozo es 10 por ciento superior; su productividad promedio es de una tercera parte y su costo global de producción es tres veces mayor". Si así es en el resto de las operaciones estamos desaprovechando de forma imperdonable nuestra riqueza.

También sabemos que todas las refinerías de Pemex pierden dinero, según cifras de Pemex, salvo una, la de Estados Unidos en sociedad con Shell. Por más dinero que le diéramos a Pemex no va a poder hacer más de un par de refinerías, que quizás hasta pierdan dinero. Seguiríamos importando gasolina. ¿No sería mejor tener esa inversión privada en México, con trabajadores mexicanos y que se paguen los impuestos acá?

Las malas cifras comparativas de Pemex no son una crítica a sus magníficos ingenieros ni a su personal en general. Pemex opera con restricciones e incentivos que la hacen ineficiente. De hecho, hay casos en donde su operación, en el marco de esas restricciones, resulta verdaderamente heroica.

No conozco país que tenga un régimen en la materia más cerrado que el nuestro, incluso frente al que tendríamos si se aprobara la iniciativa que ha propuesto el Gobierno. Mantener ese régimen cerrado debería estar justificado con datos que mostraran cómo hoy este marco cerrado, inexistente en el resto del mundo, es lo mejor para el bienestar de los mexicanos.

En estos temas nunca hay conclusiones perfectas. Ésta es una razón adicional para no poner todos los huevos en la canasta de Pemex. Por ello, debemos buscar opciones que aligeren sus compromisos. Esto le permitirá concentrarse en los proyectos prioritarios y la obligará a cierta competencia, que sirva para disciplinarla y dotar a sus dueños, que somos todos nosotros, con mejores datos para poder evaluar qué tan bien o mal se desempeña.

La reforma, aunque en el sentido correcto, es muy tímida frente a la magnitud de los retos del sector. Nos negamos a ver qué pasa en el resto del mundo. Muchos países han logrado reformas importantes en la materia, como Brasil, cuya empresa Petrobras pasó de ser más ineficiente que Pemex a ser una de las más reputadas del mundo.

Los brasileños cambiaron su constitución sin cambiar lo esencial: que el petróleo es de los brasileños. Sin miedos. Creyeron en ellos mismos.

Si tienen una mejor empresa que nosotros no es que sean más listos, si modificaron su constitución y abrieron el mercado no lo fue porque sean poco patriotas. Lo hicieron pragmáticamente pensando en el beneficio de los brasileños, la única forma de tener una soberanía sólida.

Carlos Elizondo Mayer-Serra
elizondoms@yahoo.com.mx

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Comments:
Así como el intestino expulsa la mierda como desecho, así los vamos a expulsar a ustedes, con sus mentes de chícharo. (A ustedes los Portales, Calderón -Felipitos y Paquitos-, Mouriños, Gordillos, Silva-Herzog y demás pestilencias)

¡Vendamos el pteróleo para salvar al dólar! ¿Para que alquilar equipo de exploración profunda, cuando podemos regalar nuestro petróleo a cambio de ella?

¿Para que tomar en cuenta la tendencia de las compañías petroleras punteras -rusa, china, árabe y coreana- que están re-nacionalizando, si podemos nadar a contracorriente y salvar a las quebradas petroleras gringas?

Jódanse, cerébros de chícharo, porque no nos vamos a dejar !!
 
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