viernes, septiembre 14, 2007

 

La incertidumbre la generan, los que deberían eliminarla

La definición de los derechos de propiedad es uno de los elementos que más incide en la conformación del ambiente de confianza que estimula inversiones y la creación de fuentes de empleo permanente. La falta de confianza, a contrario sensu, desestimula al inversionista -al margen de su origen- a tomar riesgos.

La falta de claridad en las leyes y la discrecionalidad del funcionario para aplicar éstas son los puntos señalados por los analistas, desde hace muchos años, como lo que debe corregirse para romper el círculo vicioso que da por resultado tasas de crecimiento bajas e incertidumbre, que reduce el horizonte de las inversiones, pues privilegia el corto plazo.

Otro elemento que merece comentarse, por la incidencia negativa que en materia de inversión tiene, es la conducta mostrada estos últimos meses por diputados y senadores, por razones que la sociedad en general, y los ciudadanos en particular, desconocen.

La predictibilidad de las políticas públicas o dicho de otra manera, la certidumbre en el hecho de que una ley estará mañana vigente y su modificación posterior no va a depender del capricho de un legislador o de un grupo de ellos, juega también una papel importante en la generación de confianza y propicia la estabilidad de toda economía. Tomar una decisión de inversión basada en las condiciones que hoy privan en tal o cual actividad económica y la certidumbre de su permanencia en el tiempo, forman parte del análisis general de una inversión que todo agente económico realiza.

Lo que hoy "cocinan" senadores y diputados es la muestra, además de la irresponsabilidad extrema de quien debe legislar en beneficio de la sociedad y no de un grupo específico –en este caso ellos mismos y sus partidos-, es la expresión del desprecio que tienen por el desarrollo del país. Sus caprichos y fobias son el argumento casi único de quienes hoy, con una representación que deshonran, legislan por ellos y para ellos.

La discusión no es, como algunos tratan de hacer ver, de pesos y centavos; querer limitarla a ese aspecto no sólo muestra ignorancia de lo que está en juego sino que al plantearlo, el que lo hace se vuelve cómplice de políticos que no han sabido perder, que no han querido aceptar que los ciudadanos los rechazaron. Están estos, en pocas palabras, a la búsqueda de venganza y no de una mejor pieza legislativa.

Hoy, por un capricho y la soberbia del derrotado, se lanzan contra un grupo de empresarios y ¿mañana? ¿Quién será el objeto de la ira de estos políticos derrotados e incapaces de aceptar que no son atractivos para el ciudadano? ¿Inventarán agravios en contra de los concesionarios de algún aeropuerto o autopista? ¿Amenazarán con alguna reforma legal a quien obtuvo legalmente y arriesgando sus recursos, un título de concesión legítimo? ¿Esto que hoy hacen, piensan acaso que va a estimular a nuevos inversionistas a tomar riesgos en México bajo la figura de la concesión?

Si lo piensan, qué ingenuos son. Lo que están haciendo es enviar un mensaje nefasto a muchos inversionistas -nacionales o extranjeros- que ven en México un lugar atractivo para invertir y obtener un retorno adecuado al nivel de riesgo a tomar.

Los rasgos de autoritarismo que hoy exhiben sin recato los promotores de estas modificaciones legales y algunas que están preparando, es querer revivir una época que creímos superada en México. Nos hemos equivocado totalmente, ese autoritarismo que tanto daño hizo al país, ahí está vivo y coleando.

Muchos de los que hoy promueven este conjunto de medidas resultado de fobias y caprichos pero no de necesidades del desarrollo, son empresarios ellos mismos; es más, algunos de ellos son empresarios de radio y televisión y no creo que estén contentos de ver cómo su patrimonio es puesto en riesgo para satisfacer el ego de un desquiciado y cumplir los caprichos de perdedores amargados.

Este es el México real; estos son nuestros políticos. No es necesario inventar peor pesadilla; el desempeño de nuestros legisladores y sus motivaciones mostradas en este tema, la superaría sin duda.

Ángel Verdugo

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No se confundan. La telecracia quiere evitar que la despojen de las pingües ganancias que obtienen todos los años por las campañas electorales. Esa es la única parte positiva, junto con al reducción de los tiempos de campaña, de la seudo reforma electoral. De ahí en fuera todo es negativo, es un retroceso. Representa realmente un ataque a la libertad de expresión, al derecho que tenemos todos los ciudadanos de ser votados. No hay reelección de legisladores, no hay reducción en el número de legisladores, no hay candidaturas independientes, no hay reducción real en los tiempos al aire para las campañas, hay un aumento en el dinero que recibirán los partidos, sobre todo los grandes. El IFE, y cualquier organismo autónomo, queda vulnerable al capricho de los políticos. Digamos NO a la partidocracia.

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