jueves, julio 05, 2012

 

Talón de Aquiles de la democracia

Las complicaciones económicas y políticas en Europa desde hace algunos años, junto con las múltiples promesas que escuchamos en nuestro reciente proceso electoral, son un buen motivo para reflexionar sobre los retos que presenta la democracia a una economía.

Por principio de cuentas, como lo dijo Winston Churchill en su discurso ante la Cámara de los Comunes en 1947, 'La democracia es la peor forma de gobierno, salvo todas las otras formas que se han probado a lo largo del tiempo'.

Una opinión parecida tuvo el político indio Jawaharlal Nehru, quien fue citado en 1961 por el diario The New York Times expresando que 'La democracia es buena. Digo esto porque los otros sistemas son peores'.

Lo anterior quiere resaltar que la democracia no es un sistema perfecto, pero ha funcionado hasta ahora como la opción menos imperfecta. De hecho, muchos países consideran un avance cuando dejan atrás otros regímenes, especialmente dictaduras, para adoptar gobiernos democráticos.

En México, el funcionamiento de la democracia ha sido más claro a partir del año 2000, con la alternancia de los partidos políticos en la Presidencia de la República, en las gubernaturas estatales y en la Jefatura de Gobierno del Distrito Federal.

Pero, como lo señalaba al principio con las citas de Churchill y Nehru, la democracia no es un sistema perfecto. Entre otras, tiene una severa debilidad intrínseca que puede, en un momento determinado, conducir a la irresponsabilidad de los gobernantes y a crisis económicas futuras.

El Talón de Aquiles de la democracia tiene que ver con la necesidad de ganar el voto mayoritario, lo que lleva a los políticos que aspiran a un puesto público a prometer grandes y crecientes beneficios a la población.

De esta manera, las contiendas electorales se están convirtiendo, como lo demuestran las dificultades económicas de los países europeos, así como lo atestiguamos en México, en una competencia sobre quién ofrece más beneficios a los electores.

En nuestro caso esto se pudo apreciar en las múltiples y generosas promesas de quienes fueron los candidatos a la Presidencia, siendo las más irresponsables las del re-electo 'presidente legítimo'.

En todos lados, sin embargo, los ganadores de las elecciones tratan de cumplir concediendo algunos de los beneficios prometidos en campaña, pero eso lleva a que los nuevos candidatos a puestos de elección popular tengan que hacer ofrecimientos adicionales en la siguiente contienda electoral.

Los que los hacen, sin embargo, saben que no cuentan con los recursos para cumplirlos, pero confían que la bomba de tiempo financiera estalle cuando alguien más esté en el gobierno, por lo que continúan prometiendo todo tipo de beneficios para ganar un puesto público.

La democracia se ha convertido, así, en la nodriza del Estado benefactor, que tarde o temprano se topa con la amarga realidad de su limitada capacidad para atender satisfactoriamente las crecientes y cada vez más onerosas demandas de la población.

La limitación de recursos que tienen todas las economías, incluyendo las más avanzadas, hace que llegue un momento en que no es posible continuar en esa carrera de concesiones.

Este es el caso actual en Europa, donde particularmente los gobiernos de Grecia, Portugal y España, han tenido que frenar su gasto desordenado y aplicar un programa de ajuste económico.

Frente a ello, la población ha reaccionado negativamente y procura no sólo el mantenimiento de las concesiones ya hechas, sino que demanda nuevas. No entiende todavía que no puede seguir viviendo de prestado, así como que ahora tiene que renunciar a varias de sus 'conquistas' sociales.

Dado que las leyes económicas son, a final de cuentas, inviolables, la democracia sólo puede funcionar razonablemente bien si deja de ser el sistema generoso en que se ha convertido actualmente.

Por ello, la política española Esperanza Aguirre declaró recientemente que 'Si algo nos ha enseñado esta crisis es que lo que hemos llamado Estado de Bienestar no puede seguir creciendo indefinidamente...'.

México es todavía un país relativamente joven, pero también tiene una factura gravosa que pagar en el futuro, entre otras, por las concesiones populistas a los sindicatos de los trabajadores del Instituto Mexicano del Seguro Social y de las empresas públicas.

Es urgente, por tanto, que corrijamos desde ya esos errores, así como que evitemos elegir políticos cuyas promesas irresponsables llevarían al caos económico, porque de no hacerlo, acabaremos corriendo la misma suerte que los europeos.

Salvador Kalifa
salvadorkalifa@prodigy.net.mx
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Hay que ir creando conciencia ciudadana de que el Estado no puede ser el gran benefactor. Tenemos que entender que "no hay lonche gratis", todo cuesta. Por eso hay que poner en evidencia a todo aquél populista, demagogo, que quiera llegar al poder prometiendo subsidios y beneficios que no podrá cumplir y si los cumple, pondría en peligro la estabilidad económica.

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