miércoles, julio 18, 2012
Periodismo colonizante y política etnocentrista
"Dejen la manía de hacer periodismo colonizante": siete palabras espejo de la izquierda autárquica. "Mejor hagan la autocrítica por su responsabilidad en el desastre de España": 12 palabras con las que el tuitero intenta transferir responsabilidades macroeconómicas al grupo de periodistas que elaboran el periódico El País.
El pasado domingo el líder de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador, escogió la plataforma Twitter para responder a la editorial del periódico español El País titulada "Obrador es un lastre". Del título, la editorial deriva algunas ideas, como por ejemplo: "Para los correligionarios de López Obrador parece llegado el momento de preguntarse si les conviene como líder un hombre dos veces derrotado, con tendencia al victimismo conspiratorio y cuyo estilo abrasivo y anquilosado le ha enajenado una parte de su voto natural".
Entre los tolerantes, la editorial de El País referente a López Obrador sería una más de las millones de opiniones que se pueden pescar en Twitter, Google y Facebook, entre miles de medios. Sin embargo, la reacción inmediata de López Obrador lo dibujó como un personaje con rasgos etnocéntricos.
¿Qué es el periodismo colonizante? La expresión ubica, a quien pronuncia la frase, en los tiempos donde las fronteras fueron los protagonistas del odio. El periodismo en el siglo XXI es fuente global de conocimiento. Cada quien lee el periódico que mejor embona al molde ideológico que poseemos. La pluralidad demandaría un esfuerzo extra para conocer el espectro total en la oferta de noticias; sólo los fanáticos critican a los periódicos que no leen simplemente porque no embona con su pensamiento.
En el siglo XVIII, Diderot fue encarcelado por publicar la Encyclopédie. La época castigaba a quien pusiera en duda a la ley divina. La razón era descendiente del diablo. 17 volúmenes, 18,000 páginas y más de 20 millones de palabras se convirtieron en una de las más importantes contribuciones del conocimiento universal. ¿Alguien pude concebir hoy a la Encyclopédie como una arma colonizadora demencial? No comparo a un periódico con una enciclopedia. Lo que los une es su naturaleza de información.
El vocabulario es la expresión estética que mejor revela al conocimiento de un individuo. Después de que leemos un libro o una revista, nuestro cerebro es "perforado" por la experiencia del conocimiento. Si después de unos minutos la imagen se evapora, es posible que el peso cualitativo de la información haya sido inexistente y esa "perforación" desparezca. Hoy en día, en el siglo de la información, al colonialismo cultural se le debe de asociar con las sectas.
Durante el segundo debate, López Obrador dedicó dos de los siete minutos disponibles a hablar sobre su propuesta de política exterior. Es probable que el auditorio en general no se haya percatado de tan lamentable situación, debido a que la estela fonética de la propuesta de Gabriel Quadri (con su Tratado de Libre Comercio con China) permaneció durante todo el debate.
Las palabras no usan pasaportes y mucho menos visas; forman parte del patrimonio de la inteligencia humana. Que un periódico como El País le dedique una editorial a un candidato presidencial no tendría que ser considerado como acción colonizadora.
Para nadie es extraño que El País tiene su agenda (eufemismo que implica intereses económicos) como la tienen la mayoría de los periódicos incluyendo a La Jornada. (Mi tesis de maestría la dediqué a La Guerra Digital en España que ocurrió en 1996 entre el Grupo Prisa [El País] y el gobierno de José María Aznar, donde las repercusiones del pleito trastocaron el código deontológico del periódico El País).
No nos asustemos. Las sectas también son negocio.
Por Fausto Pretelin @faustopretelin