sábado, noviembre 22, 2008
El mito de la revolución mexicana
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Mito histórico
"La historia es la mentira encuadernada".
Jardiel Poncela
En la mitología oficial de nuestro país, el 20 de noviembre celebramos el aniversario de la Revolución Mexicana. Como tantos otros festejos oficiales, sin embargo, éste está hecho de mentiras.
El 20 de noviembre de 1910 fue la fecha que Francisco I. Madero estableció en su Plan de San Luis como inicio de una rebelión que no tuvo lugar. Dos días antes, tropas federales acabaron con el levantamiento que Aquiles Serdán preparaba en Puebla. El propio 20 de noviembre Madero cruzó la frontera desde Estados Unidos a Ciudad Porfirio Díaz (hoy Piedras Negras), pero al no encontrar apoyo regresó a la Unión Americana. Nada más ocurrió ese día.
En las siguientes semanas empezaron a surgir brotes de insurrección que tenían o no que ver con el Plan de San Luis. El Gobierno de Estados Unidos, molesto con Díaz, apoyó estos brotes movilizando tropas a la frontera y apostando buques frente a los puertos mexicanos. Tras algunas escaramuzas, la primera gran batalla de la Revolución tuvo lugar entre el 8 y el 10 de mayo de 1911 cuando Pascual Orozco y Pancho Villa tomaron Ciudad Juárez a pesar de que Madero se oponía a ello.
De manera sorprendente, Porfirio Díaz, que no había siquiera empezado a utilizar la fuerza del Estado contra la rebelión, buscó un acuerdo con Madero. Cansado y enfermo, consciente de la hostilidad de Washington, Díaz renunció al poder y abrió las puertas a Madero.
Quizá nadie estaba más sorprendido que el propio Madero. El 25 de mayo, Francisco León de la Barra asumió la Presidencia y el 7 de junio, día de un fuerte sismo, Madero entró a la Ciudad de México. El 6 de noviembre asumió la Presidencia, tras una elección en la que supuestamente recibió el voto de más del 98 por ciento de los ciudadanos.
Ahí terminó la revolución del 20 de noviembre, la revolución de Madero, quien pronto se enfrentó a la hostilidad de algunos grupos que habían apoyado su causa. Tres semanas después de la toma de protesta, el 25 de noviembre de 1911, Emiliano Zapata lanzó su Plan de Ayala en el que desconoció a Madero.
Empezó ahí la segunda etapa de la Revolución Mexicana, la etapa del caos. Pascual Orozco, reconocido como jefe del Plan de Ayala por Zapata, lanzó en 1912 su propio Plan de la Empacadora o Plan de Chihuahua contra el Gobierno. Madero envió al norte al general Victoriano Huerta, quien, apoyado por Villa, derrotó a Orozco.
En la Ciudad de México surgió una nueva revuelta contra Madero, la cual liberó de la cárcel al General Bernardo Reyes y a Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz, para encabezar el movimiento. Reyes murió en un intento de tomar Palacio Nacional mientras que Díaz se atrincheró en la Ciudadela. Madero recurrió nuevamente a Huerta y lo nombró comandante de plaza; pero éste se unió a los rebeldes y, con el apoyo del Embajador estadounidense, aprehendió y ejecutó a Madero. Huerta se proclamó Presidente, tras un interinato de 45 minutos de Pedro Lascuráin.
Venustiano Carranza, Gobernador de Coahuila, primero reconoció a Huerta, pero después se levantó contra él. Tuvo el apoyo de Villa, de Pablo González y de Álvaro Obregón, entre otros generales revolucionarios. En el sur, Emiliano Zapata, quien se había rebelado contra Madero, continuó la guerra contra Huerta y mandó matar a los enviados que éste le hizo llegar.
Carranza derrotó a Huerta en parte porque Estados Unidos, con un nuevo gobierno, no quiso apoyar al general golpista, al grado que tropas estadounidenses tomaron Veracruz en 1914. Huerta renunció al poder, pero Villa y Zapata se negaron a reconocer la Presidencia de Carranza y apoyaron al general villista Eulalio Gutiérrez nombrado Presidente por la Convención de Aguascalientes. Carranza derrotó a Villa con tropas comandadas por Álvaro Obregón y a Zapata con un contingente encabezado por Pablo González. Más importante que esto, sin embargo, fue el reconocimiento que logró de Estados Unidos, que, a punto de entrar a la Primera Guerra Mundial, quería un Gobierno estable en México.
Carranza fue controlando el País poco a poco. Impulsó la Constitución de 1917, pero fue depuesto y asesinado en 1920 por Obregón, quien ocupó la Presidencia de 1920 a 1924. Obregón le dejó el poder a su subalterno Plutarco Elías Calles, pero fue reelecto Presidente en 1928, sólo para ser asesinado antes de regresar al poder.
La Revolución había diezmado a la población y arruinado la economía mexicana. Calles decidió ponerle punto final al no intentar mantenerse en el poder tras el asesinato de Obregón. Creó, con los caciques sobrevivientes, un partido de Estado. Uno de los propósitos era repartirse los despojos del poder; otro, crear instituciones que cerraran la puerta a la violencia.
Calles supo, sin embargo, que para garantizar el fin de la Revolución necesitaba crear un mito de la Revolución. Así lo hizo y hasta hoy, hipócrita o ingenuamente, festejamos este mito.
Sergio Sarmiento
www.sergiosarmiento.com
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Contramitos
1.La Revolución Mexicana de 1910 introdujo a México en el Siglo 20. El movimiento revolucionario sentó los cimientos del nuevo régimen. Su programa fue eminentemente libertario y social. Allí reside su fuerza y la razón de su vigencia. Por eso en su 98 aniversario es honrada por tirios, el Gobierno panista de Felipe Calderón, y troyanos, priistas y perredistas.
Falso. No hubo una sola Revolución, sino varias. La reivindicación de Francisco I. Madero, "Sufragio efectivo, no reelección", nada tenía que ver con el movimiento zapatista. De hecho, Zapata desconoció a Madero como Presidente y se levantó en armas contra el nuevo régimen. Los enfrenamientos entre villistas, carrancistas y obregonistas se prolongaron por años. Jamás hubo un solo movimiento ni una identidad única. Cada facción tenía demandas e intereses distintos. La Revolución Mexicana, así, con mayúsculas, sólo existe en los libros de texto oficiales para las escuelas primarias.
2. Hay una continuidad entre la Constitución liberal de 1857 y la Constitución promulgada en 1917. Los constituyentes de Querétaro mejoraron el contenido de la primera al agregarle adjetivos sociales a los principios liberales. Ésos son los fundamentos del liberalismo social. Por eso se habla de tres momentos históricos fundacionales: el de Independencia en 1810, la victoria de los liberales en 1857 y el advenimiento del liberalismo social en 1917.
Falso. El núcleo fundamental e "innovador" de la Constitución de 1917 es el artículo 27 que establece: "La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro del territorio nacional corresponde a la nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada".
La redacción de este artículo está inspirada en el derecho colonial que reconocía al rey de España como el propietario original del territorio conquistado. Molina Enríquez, autor del precepto, no hizo más que sustituir al Rey por una entelequia, la nación. Nada más opuesto y ajeno a los principios liberales. De haber vivido, Benito Juárez y el resto de los liberales del 57 se habrían opuesto a capa y espada a su aprobación.
3. La Revolución triunfó con el derrocamiento de la dictadura porfirista. Así se inició el movimiento que luego promulgaría la Constitución de 1917 y culminaría con la fundación del PNR en 1929, que abriría una etapa de estabilidad y progreso en el País.
Falso. La victoria de Madero sorprendió, en primer lugar, a él mismo. El gobierno de Díaz se colapsó iniciando 1911 sin librar una sola batalla importante. Vino después la elección de Madero en octubre de 1911 con el 98 por ciento de votos a favor. Pero poco duró el gusto. Un mes después, Zapata lo desconoció, promulgó el Plan de Ayala y se levantó en armas. El 18 de febrero de 1913, Victoriano Huerta dio un golpe de Estado y el 22 de febrero ordenó asesinar a Pino Suárez y a Madero.
Se cumplió así la advertencia que el propio Madero había hecho en 1908 en su libro "La Sucesión Presidencial de 1910": "Por amarga experiencia sabemos los mexicanos que siempre que hemos empuñado las armas para derrocar a algún mal gobierno, hemos sido cruelmente decepcionados por nuestros caudillos (pues) una vez obtenido el triunfo, se sienten embriagados por la victoria, y mareados por la adulación, olvidan las promesas que hicieron a la patria".
El gobierno de Madero duró apenas 15 meses. Con el golpe de Estado de Huerta terminó su movimiento. Los enfrentamientos posteriores y el surgimiento del nuevo orden en 1929, con la fundación del PNR, archivaron las consignas del maderismo. No sería sino hacia finales de los años 80 y principios de los 90 que la democracia y las elecciones libres se pondrían al orden del día.
4. La Revolución fue la expresión de un amplio movimiento campesino y popular. Fue el despertar de la conciencia y la identidad nacional. La reivindicación de lo mexicano. Dotó al Estado de un apoyo mayoritario. La alianza de los obreros, los campesinos y las clases medias se transformó en el verdadero soporte del Gobierno revolucionario y su partido.
Falso. Hoy sabemos que las gestas militares mayores y más dramáticas, las tomas de Cd. Juárez y de Celaya, dejaron apenas unos miles de muertos. Lo que obliga a concluir que el movimiento revolucionario no involucró a grandes sectores de la población. Pero lo más importante está en que los campesinos y los obreros no dieron espontáneamente su apoyo al nuevo régimen, sino que fueron organizados por el nuevo Estado revolucionario a través del PNR -refundado por Cárdenas en 1936-. La creación de la CNC privó de la libertad a los campesinos a cambio de tierra. La repartición de las haciendas y la afiliación al partido del Gobierno eran una y la misma cosa. Otro tanto ocurrió con los sindicatos obreros. Fueron cooptados y sus integrantes afiliados de manera obligatoria al PNR, primero, y, luego, al PRI.
No fueron las masas movilizadas las que organizaron y fundaron el nuevo orden, sino "la familia revolucionaria" la que las organizó y privó de su libertad política. Y no sólo eso. Esa base social se utilizó, además, como la justificación (las grandes mayorías están con el partido de la Revolución) y el mecanismo (el voto obligado de las corporaciones obreras y las centrales campesinas a favor del Gobierno) para conservar el poder a lo largo de siete décadas.
Llegamos, así, a las preguntas obligadas: ¿Entonces qué festejamos en este 98 aniversario de la Revolución Mexicana? ¿La insurrección armada de Emiliano Zapata contra el Presidente Madero el 25 de noviembre de 1911? ¿La promulgación de una Constitución antiliberal el 5 de febrero de 1917 en Querétaro? ¿La fundación del Partido Nacional Revolucionario por el General Plutarco Elías Calles en 1929? ¿La corporativización de los obreros y campesinos por el General Lázaro Cárdenas en 1936? ¿O todas y cada una de ellas, Presidente Calderón?
Jaime Sánchez Susarrey
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Toda esa sarta de mentiras, de falsos nacionalismos revolucionarios, de soberanías mal entendidas, es lo que nos ha mantenido en el retraso. Por eso al mexicano en general le cuesta aceptar el éxito del vecino. El empresario, el emprendedor, es mal visto socialmente. La inversión privada es algo malo. La idea de que "papá gobierno" nos resuelva todos los problemas, nos ayude, nos mantenga. Todo esa idiosincrasia nos fue inculcada en los libros de texto. Se mitificaron a muchos "héroes" como Juárez, Zapata o Villa, simplemente para justificar un régimen que nos "gobernó" (saqueó) por más de 70 años. Y que aún hoy domina, con su ideología, a dos de los 3 partidos principales del país, e incluso subyuga al dizque partido de la derecha.
Esa dichosa "ideología" que sólo administra la pobreza, como fuente de votos. Cuando se antepone la colectividad al individuo, en los discursos y leyes, sólo permite que grupos de poder (sindicatos, partidos, ciertos empresarios) mantengan sus privilegios a costa de la mayoría. Sólo recordemos que para cada producto o servicio todos somos consumidores, pero los productores son pocos. Lo cierto es que en México no hay ningún partido auténticamente liberal, tanto en lo social como en lo económico. Todos son reaccionarios, conservadores. No quieren que haya un cambio, quieren mantener el status quo para seguir viviendo del Erario.
Dicen que un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla. No hay duda que los mexicanos no conocemos nuestra historia, pero no estamos repitiendo nada, seguimos donde mismo, viviendo lo mismo.
Dany Portales