jueves, octubre 23, 2008

 

No es la reforma que el país necesita

Hoy se discutirá y se supone que aprobarán en el senado de la república los siete dictámenes que conforman la reforma petrolera. ¿Es esta la reforma que el país necesita?. Por supuesto que no, se queda corta en demasiados aspectos y lisa y llanamente no contempla otros, desde la participación privada en áreas de apoyo a la industria hasta la generación, impulso e inversión en energías alternativas. ¿Es positiva la reforma?. En algunos puntos sí: la liberación de PEMEX de los candados que le coloca Hacienda, pudiendo así invertir gradualmente en su propio desarrollo; la posibilidad de encontrar mecanismos para la explotación de los yacimientos en aguas profundas; la participación de consejeros independientes en la administración de la empresa, son aspectos positivos, pero que sirven sobre todo para reordenar la empresa y el sector.

Veamos el tema de las refinerías. Allí reina la más absoluta insensatez. Se ha mantenido y reforzado la concepción de que no puede haber inversión privada en refinerías, sin embargo, PEMEX ya tiene socios privados en refinerías, el único detalle es se encuentran en Houston, Texas, allí generan los empleos, allí pagan impuestos y allí se produce el 40 por ciento de combustible que utilizamos en México. Entonces para nuestros legisladores, sobre todo para el PRD y parte del PRI, es más nacionalista refinar el crudo mexicano en el exterior que hacerlo dentro del país.

Ayer escuchaba a un diputado perredista decir que la demostración de que en ese tema ellos y López Obrador tenían razón era que finalmente el presidente Calderón había decidido construir una nueva refinería en México con recursos públicos. En realidad es una demostración de que esos sectores y particularmente López Obrador están equivocados. Se tendrán que invertir 12 mil millones de pesos de recursos públicos en una refinería porque se cerró la posibilidad de que la construyera la iniciativa privada. Y por supuesto que con dinero del presupuesto se pueden construir una, dos o diez refinerías. El tema es que los recursos públicos son finitos y hubiera sido preferible utilizarlos en programas sociales, en infraestructura básica, en educación y salud, en lugar de en una refinería que simplemente haría lo mismo que lo que ya hace la que está en Houston (o la de los otros diez países donde se procesa petróleo mexicano y a los que les compramos gasolina y otros petroquímicos). Presentándose como una propuesta que "preserva" el patrimonio de los mexicanos, en realidad, la cerrazón en estos puntos coadyuva a dilapidarlos.

Lo mismo pasa con el sistema de ductos: ¿alguien puede explicar cómo afecta la soberanía nacional y la propiedad pública sobre PEMEX el que la iniciativa privada construya ductos para transportar el crudo y sus derivados, mismos que hoy se transportan en camiones, que son también privados?. Por supuesto que en nada, en todo caso tendrán que estar agradecidos los transportistas de carga que se encargan con un costo mucho mayor y con mayor riesgo para la gente y las comunidades a transportar esos productos por tierra. Otro legislador, también perredista, decía que permitirle a la iniciativa privada construir ductos pondría la distribución del crudo en manos de la iniciativa privada y ella podría decidir cuándo cerrar o no la llave. Es una tontería monumental: como cualquier otra área estratégica (desde los aeropuertos hasta las áreas de comunicación) el Estado en una emergencia o situación de riesgo puede tomar control de la misma. Pero en este caso ni siquiera hubiera sido necesario eso porque sería simplemente un servicio subsidiado.

Podríamos seguir con muchos otros capítulos que demuestran que esta reforma no es la solución que PEMEX requería, que se tendría que haber ido mucho más allá y no se hizo. Y no se hizo por razones estrictamente políticas, en las cuales las necesidades de PEMEX o del país, estuvieron al margen. En los hechos la idea, sembrada por López Obrador, de que se estaba privatizando PEMEX, aunque fuera irracional y no se apoyara en un solo dato, permeó en la gente que sigue concibiendo a PEMEX como un tótem intocable, aunque a lo largo de los años ha sido más manoseado y utilizado para intereses particulares que cualquier otra empresa pública del país. La idea de que se quería privatizar PEMEX, como muchas otras de esos sectores, no sólo no son nacionalistas, ni responden a los intereses populares sino que son profundamente conservadoras: en realidad lo que se busca es preservar privilegios, evitando la apertura en cualquier sentido. El hecho de que la reforma es insuficiente lo proporciona un solo dato: la industria petrolera de México es la más cerrada del mundo, aún después de la reforma, incluso por detrás de Corea del Norte, y por supuesto muy atrás de Irán, Cuba o Venezuela.

Eso no quita que, como dijimos, incluya algunos capítulos positivos o que, políticamente, casi siempre será preferible que se pueda llegar a acuerdos legislativos que a enfrentamientos partidarios sin salida, sobre todo cuando estamos a meses de una elección intermedia. En ese sentido hay quienes ganan y pocos son los que pierden: en el PRD, ganan los moderados, que demostraron que pueden sacar acuerdos que no se alejen de las posiciones históricas de su partido. Pensará López Obrador que en realidad él ganó porque impuso por la fuerza negociaciones y tiempos que podrían haberse evitado con meses de anticipación. El PRI es quien más gana: sacó una reforma en la que impuso casi todo y volvió a quedar con gozne entre el gobierno y el perredismo. Y el gobierno federal piensa que también ganó porque salió la reforma, aunque sea parcial y le sirve, sobre todo en estos momentos de crisis financiera, para solventar su programa económico anticíclico. Lo que no queda claro es si gana el país.

Por: Jorge Fernández Menéndez
Publicado en: Periódico Excelsior Fecha: Jueves, 23 de Octubre de 2008


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