martes, octubre 14, 2008

 

Nuevo Atenco, el importante

El pleito alrededor de la Alianza por la Calidad de la Educación ilustra la relación directa entre apatía ciudadana y dificultad para cambiar las reglas del juego.

Los perjudicados por la Alianza, aunque sean unos cuantos vividores del presupuesto, se aprovechan de la apatía del resto de los mexicanos, beneficiados por el cambio, pero sin la determinación de salir a defenderlo.

El jueves pasado en Xoxocotla, al sur del Estado de Morelos, se detuvo a 16 presuntos responsables de haber bloqueado en dos ocasiones la carretera libre Alpuyeca-Jojutla. El conflicto social está en ascenso y parece que tanto al Gobernador de Morelos, Marco Antonio Adame, como a los de otros Estados les empiezan a temblar las patitas.

Adame trata de echarle la pelota al Gobierno federal: "El pacto educativo es del orden federal, por lo que no puede ser cancelado unilateralmente por la Administración estatal".

Tiene razón, pero la respuesta de un Gobernador comprometido con sus gobernados hubiera sido una defensa, sin dobleces, de la Alianza enfatizando lo que está en juego para los morelenses de hoy y para las generaciones futuras.

Del Gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz, no se espera mucho, pero su respuesta es de una indolencia impresentable: "El Gobierno federal... es el responsable de la educación con el sindicato nacional. Yo no soy el patrón de los maestros, son maestros federales que dependen de la Secretaría de Educación".

No deja pasar oportunidad el Gobernador Ruiz para dejar en claro que lo suyo es arreglarse con las mafias: "Habría que consensar con el magisterio oaxaqueño las posibilidades y la viabilidad de esa alianza... Tenemos que encontrar las coincidencias con el magisterio".

Poco importa tener al País estancado en educación, perdiendo lugares en competitividad y, particularmente a Oaxaca, en los últimos lugares en las mediciones nacionales e internacionales de rendimiento educativo. Al Gobernador lo que le mueve es tener contentos a los mafiosos que tienen secuestrada a la educación en su Estado.

Las protestas contra la Alianza al parecer se han extendido rápidamente de Morelos y Oaxaca a Quintana Roo, Puebla y Michoacán.

Aunque en los últimos días la crisis financiera internacional, la guerra contra el narcotráfico y la probable concreción de la reforma energética han sido asuntos más vistosos que la Alianza por la Educación, es en este programa donde el Presidente Felipe Calderón se juega la credibilidad de su Gobierno.

Sobre todo porque la Alianza ya está pactada, fuertemente acreditada en la opinión pública mexicana y frente a expertos internacionales, y corre ya su proceso de implementación.

Siendo así, lo que corresponde es mantenerla sin la más mínima concesión frente a grupos de maestros que no han sabido presentar un solo argumento que no tenga que ver con mantener privilegios.

Ceder en esta causa sería mucho peor que el Atenco de Fox. Aquí no está en juego la construcción de un aeropuerto, nos jugamos la educación de millones de mexicanos.

Con la Alianza estamos ante la posibilidad de verdaderamente cerrar ese círculo de la rendición de cuentas que inicia con la transparencia.

Estamos ante la expresión más clara de la transparencia con sentido estratégico.

Decía hace unos días Josefina Vázquez Mota en un evento público que, al preguntarle a un experto de la OCDE que ha asesorado a los países con mejor desempeño en materia de educación sobre cuál sería la acción prioritaria para transformar la educación en México, "no tuvo duda en responderme que si sólo pudiera tomar una decisión sería la decisión de abrir la información del sistema educativo mexicano".

Precisamente en esta dirección, el 11 de agosto pasado se dio un paso que los mexicanos no hemos sabido justipreciar y, por eso, estamos ante la amenaza del retroceso: el primer concurso por oposición en la historia de este País para plazas nuevas en el magisterio.

Sólo ese día se evaluaron 71 mil maestros en un proceso certificado por Transparencia Mexicana.

Lo que está en juego es la posibilidad de una nueva puerta de entrada de nuestros empleados públicos más importantes.

O defendemos -pare donde pare- el recién inaugurado camino meritocrático para obtener plaza de maestro o dejamos que quienes educan a millones de niños mexicanos puedan llegar ahí, no por sus cualidades como educadores, sino por haber comprado o heredado la posición.

Ésa es la disyuntiva.

 
juanciudadano@juanciudadano.com

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