lunes, mayo 12, 2008
Tragedia, farsa, bufonada
No recuerdo quién decía que la historia sucede siempre dos veces. Sí me acuerdo de quién agregaba que la segunda ocasión, se aparecía como farsa. Tras la tragedia, una imitación grotesca. En "El 18 Brumario de Luis Bonaparte", su mejor ensayo político, Marx sentenciaba que los hombres hacen su historia, pero que no la hacen a voluntad, bajo circunstancias producidas por su deseo, sino bajo las condiciones impuestas por la historia. Así, los agentes de la historia tienen el cerebro enmarañado por fantasmas del pasado. Tradiciones de los muertos convertidas en pesadillas sobre el cerebro de los vivos. Así, sin percatarse siquiera de lo que hacen, los agentes de la historia toman prestados otros nombres, antiguas consignas, ropas y disfraces. El pasado secuestra al presente.
El seco economista se convertía, al escribir "El 18 Brumario...", en un dramaturgo extraordinario. Es que su libreto de la historia encontraba en la coyuntura francesa un desafío que un pensador escrupuloso no podía ignorar. Marx deja atrás las grandes categorías sobre la estructura, escapa de las gruesas sentencias sobre la mecánica del tiempo social, y deja a un lado la estricta crítica del capitalismo. Para entender eso que juzgaba como una anomalía, el filósofo de la historia deviene artista: apreciar las formas de la sociedad en movimiento; colorear la atmósfera del presente; capturar el perfil de los protagonistas.
El sabio desmenuza aquí la complejidad del presente; retrata a los personajes del momento, analiza las decisiones, siente el flujo de la historia. Apuntaba Marx: "La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa del pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido".
Para Marx, la historia, lejos de ser siempre una vía de ferrocarril, es en ocasiones una feria de absurdos y sorpresas. Absurdos que, por cierto, tenían dimensión cómica. Los tíos suelen tener sobrinos ridículos. El presente francés que tanto le intrigaba es visto por él como una mezcla de contradicciones: agentes constitucionales que conspiran contra la Constitución; revolucionarios que se presentan como defensores de la ley. "En nombre de la calma una agitación desenfrenada y vacua; en nombre de la revolución los más solemnes sermones en favor de la tranquilidad; pasiones sin verdad; verdades sin pasión; héroes sin hazañas heroicas; historia sin acontecimientos, un proceso cuya única fuerza propulsora parece ser el calendario, fatigoso por la sempiterna repetición de tensiones y relajamientos; antagonismos que sólo parecen exaltarse periódicamente para embotarse y decaer, sin poder resolverse". El economista también se vuelve aquí pintor de plomo: "si hay un pasaje de historia pintado en gris sobre gris, es éste". Hombres y acontecimientos no son más que "sombras que han perdido sus cuerpos". Sombríos personajes y ridículos en tiempos cuyo único impulso es el calendario.
Si la historia, al repetirse, deja de ser trágica para convertirse en farsa, ¿cómo se podría describir en su tercera visita? ¿Cómo se describe la reescenificación de una farsa? El 2006 quiso ser pintado como una reedición del 1988 o, con un grado de demencia mayor, como reposición de la lucha por la restauración de la República. Se pretendió vender la idea de que el autoritarismo hizo fraude en el 2006, impidiendo la llegada de una alternativa de izquierda al poder, a través de trampas que falsearon la voluntad electoral.
Insistiría en lo que se ha dicho muchas veces, el paralelo es insostenible. De 1988 al 2006 cambió un régimen. No se dio simplemente una alternancia en el 94: se transformaron las reglas, cambió la distribución de los poderes, aparecieron nuevas rutinas y se instaló la incertidumbre. También se quiso evocar el pasado juarista: frente a la ilegitimidad del emperador francés, el terco y viajero símbolo de la legitimidad. Esta analogía no vale siquiera un comentario. El hecho es que la "izquierda" lopezobradorista parece incapaz de despojarse de esas supersticiones históricas. El (Cuauhtémoc) Cárdenas valiente que no transige con el fraude; el Juárez renacido que encarna a la República; ahora el (Lázaro) Cárdenas vuelto a nacer.
El hecho es que hoy parece revivirse el enfrentamiento retórico postelectoral en la sede de lo que todavía se llama PRD. Ya tenemos el cuadro de los personajes que personifican nuevamente papeles de la historia reciente. El pleito perredista arremeda toscamente la comedia nacional de los últimos dos años. Cada bando tiene su legítimo y su pelele; cada uno abraza sus cuentos de fraude, de intervenciones indebidas, dados cargados, albazos, madruguetes y árbitros tendenciosos. El espectáculo es penoso. El pasado que restituye es demasiado cercano para no colorear de patetismo el circo. El guión anticipa el desenlace. Tras el desconocimiento de la resolución institucional, se proclamará un presidente perredista legítimo y se procederá a los actos de repudio del presidente perredista pelele. Tiene una lógica graciosa: el legítimo tendrá un partido legítimo y ese partido legítimo su dirigente legítimo. De la tragedia a la farsa; de la farsa a los porrazos de las marionetas.
Alejandro Encinas decía hace un par de días: "ya estamos igual que en la elección del 2006". Se le olvidó decir que, si entonces fue una farsa, ahora se trata de una bufonada.
Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/
El seco economista se convertía, al escribir "El 18 Brumario...", en un dramaturgo extraordinario. Es que su libreto de la historia encontraba en la coyuntura francesa un desafío que un pensador escrupuloso no podía ignorar. Marx deja atrás las grandes categorías sobre la estructura, escapa de las gruesas sentencias sobre la mecánica del tiempo social, y deja a un lado la estricta crítica del capitalismo. Para entender eso que juzgaba como una anomalía, el filósofo de la historia deviene artista: apreciar las formas de la sociedad en movimiento; colorear la atmósfera del presente; capturar el perfil de los protagonistas.
El sabio desmenuza aquí la complejidad del presente; retrata a los personajes del momento, analiza las decisiones, siente el flujo de la historia. Apuntaba Marx: "La revolución social del siglo XIX no puede sacar su poesía del pasado, sino solamente del porvenir. No puede comenzar su propia tarea antes de despojarse de toda veneración supersticiosa del pasado. Las anteriores revoluciones necesitaban remontarse a los recuerdos de la historia universal para aturdirse acerca de su propio contenido. La revolución del siglo XIX debe dejar que los muertos entierren a sus muertos, para cobrar conciencia de su propio contenido".
Para Marx, la historia, lejos de ser siempre una vía de ferrocarril, es en ocasiones una feria de absurdos y sorpresas. Absurdos que, por cierto, tenían dimensión cómica. Los tíos suelen tener sobrinos ridículos. El presente francés que tanto le intrigaba es visto por él como una mezcla de contradicciones: agentes constitucionales que conspiran contra la Constitución; revolucionarios que se presentan como defensores de la ley. "En nombre de la calma una agitación desenfrenada y vacua; en nombre de la revolución los más solemnes sermones en favor de la tranquilidad; pasiones sin verdad; verdades sin pasión; héroes sin hazañas heroicas; historia sin acontecimientos, un proceso cuya única fuerza propulsora parece ser el calendario, fatigoso por la sempiterna repetición de tensiones y relajamientos; antagonismos que sólo parecen exaltarse periódicamente para embotarse y decaer, sin poder resolverse". El economista también se vuelve aquí pintor de plomo: "si hay un pasaje de historia pintado en gris sobre gris, es éste". Hombres y acontecimientos no son más que "sombras que han perdido sus cuerpos". Sombríos personajes y ridículos en tiempos cuyo único impulso es el calendario.
Si la historia, al repetirse, deja de ser trágica para convertirse en farsa, ¿cómo se podría describir en su tercera visita? ¿Cómo se describe la reescenificación de una farsa? El 2006 quiso ser pintado como una reedición del 1988 o, con un grado de demencia mayor, como reposición de la lucha por la restauración de la República. Se pretendió vender la idea de que el autoritarismo hizo fraude en el 2006, impidiendo la llegada de una alternativa de izquierda al poder, a través de trampas que falsearon la voluntad electoral.
Insistiría en lo que se ha dicho muchas veces, el paralelo es insostenible. De 1988 al 2006 cambió un régimen. No se dio simplemente una alternancia en el 94: se transformaron las reglas, cambió la distribución de los poderes, aparecieron nuevas rutinas y se instaló la incertidumbre. También se quiso evocar el pasado juarista: frente a la ilegitimidad del emperador francés, el terco y viajero símbolo de la legitimidad. Esta analogía no vale siquiera un comentario. El hecho es que la "izquierda" lopezobradorista parece incapaz de despojarse de esas supersticiones históricas. El (Cuauhtémoc) Cárdenas valiente que no transige con el fraude; el Juárez renacido que encarna a la República; ahora el (Lázaro) Cárdenas vuelto a nacer.
El hecho es que hoy parece revivirse el enfrentamiento retórico postelectoral en la sede de lo que todavía se llama PRD. Ya tenemos el cuadro de los personajes que personifican nuevamente papeles de la historia reciente. El pleito perredista arremeda toscamente la comedia nacional de los últimos dos años. Cada bando tiene su legítimo y su pelele; cada uno abraza sus cuentos de fraude, de intervenciones indebidas, dados cargados, albazos, madruguetes y árbitros tendenciosos. El espectáculo es penoso. El pasado que restituye es demasiado cercano para no colorear de patetismo el circo. El guión anticipa el desenlace. Tras el desconocimiento de la resolución institucional, se proclamará un presidente perredista legítimo y se procederá a los actos de repudio del presidente perredista pelele. Tiene una lógica graciosa: el legítimo tendrá un partido legítimo y ese partido legítimo su dirigente legítimo. De la tragedia a la farsa; de la farsa a los porrazos de las marionetas.
Alejandro Encinas decía hace un par de días: "ya estamos igual que en la elección del 2006". Se le olvidó decir que, si entonces fue una farsa, ahora se trata de una bufonada.
Jesús Silva-Herzog Márquez
http://blogjesussilvaherzogm.typepad.com/
Etiquetas: AMLO, democracia, fanatismo, fascismo, fraude, intolerancia, izquierda, PRD
Comments:
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Oye por cierto, jajajaa nuestras posiciones geograficas son bien subjetivas...XD
Monterrey y D.F.... jajajaja una llena de Antipejes y otra llena de Pejistas XD
Monterrey y D.F.... jajajaja una llena de Antipejes y otra llena de Pejistas XD
Así como el intestino expulsa la mierda como desecho, así los vamos a expulsar a ustedes, con sus mentes de chícharo. (A ustedes los Portales, Calderón -Felipitos y Paquitos-, Mouriños, Gordillos, Silva-Herzog y demás pestilencias)
¡Vendamos el pteróleo para salvar al dólar! ¿Para que alquilar equipo de exploración profunda, cuando podemos regalar nuestro petróleo a cambio de ella?
¿Para que tomar en cuenta la tendencia de las compañías petroleras punteras -rusa, china, árabe y coreana- que están re-nacionalizando, si podemos nadar a contracorriente y salvar a las quebradas petroleras gringas?
Jódanse, cerébros de chícharo, porque no nos vamos a dejar !!
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¡Vendamos el pteróleo para salvar al dólar! ¿Para que alquilar equipo de exploración profunda, cuando podemos regalar nuestro petróleo a cambio de ella?
¿Para que tomar en cuenta la tendencia de las compañías petroleras punteras -rusa, china, árabe y coreana- que están re-nacionalizando, si podemos nadar a contracorriente y salvar a las quebradas petroleras gringas?
Jódanse, cerébros de chícharo, porque no nos vamos a dejar !!
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