domingo, diciembre 02, 2007

 

Los tres escollos de la reforma

El estancamiento que sufre en estas horas la reforma al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales responde a varias contradicciones que se derivan de las insuficiencias que mostraba la misma desde sus orígenes. Era evidente que estaba planteada y concebida en torno a los tres principales partidos, PRI, PAN y PRD, y que el objetivo central pasaba por la recuperación del control sobre el proceso comicial. Si eso en sí mismo era problemático, algunas de las decisiones adoptadas, en particular lo relacionado con los mecanismos de operación, los cambios en los integrantes del IFE y el tema de la relación con los medios de comunicación, sin duda hicieron más difícil el proceso.

Oculto, además, por la discusión en torno a la publicidad en los medios estaba otro debate: el limitado acceso que tendrían a los mismos los partidos minoritarios y los obstáculos que se les colocaban para mantener su registro, sobre todo de parte del PRI y el PRD, que habían conformado alianzas muy costosas con partidos pequeños que terminaron recibiendo mucho más de lo que podían ofrecer. Paradójicamente, fue el PAN el que resultó con mayores beneficios de ese proceso, al ir solo a la contienda y no aceptar una alianza con el Partido Verde o, por lo menos, con la corriente de Bernardo de la Garza, demasiado onerosa en posiciones y recursos. El PRI y el PRD, por el contrario, para lograr presentarse como coaliciones, invirtieron demasiado en esos aliados, con un costo alto en recursos, mas también en las posiciones legislativas que finalmente entregaron.

Entonces la reforma tenía una cara pública muy evidente que era ajustar cuentas con los medios, pero también estaba la intención de hacerlo con los partidos pequeños: quitándolos de los medios, colocando exigencias mucho más altas para mantener u obtener el registro y además obstaculizar las coaliciones y reemplazarlas por candidaturas comunes. La promesa de los tres grandes partidos a la chiquillada, como la llamó en su momento Diego Fernández de Cevallos, era que algunos de esos puntos se podrían solucionar en la ley secundaria. No ha sido así, al contrario, las exigencias y las limitaciones se acentuaron.

Es verdad que sin el actual sistema de coaliciones buena parte de esos partidos no hubieran podido mantener el registro, pero nadie obligó al PRI y al PRD a aliarse con ellos y a un costo tan alto. Sucedió lo mismo que con los medios o la publicidad: nadie obligó a los partidos a establecer un tono determinado de campaña, eso lo definieron y siguieron ellos mismos. Es falso que lo hayan marcado los medios de comunicación.

Pues bien, el martes no se pudo presentar la iniciativa de reforma del Cofipe porque los partidos pequeños se oponen a ella y se ve difícil alcanzar los consensos con miras a sacar la reforma por unanimidad. Los partidos mayores no lo necesitan y eso coloca a los pequeños contra la pared. El punto es que, desde la oposición, en términos de opinión pública, podrían torpedear la reforma y algunas alianzas, como la del llamado Frente Amplio, correrían el serio riesgo de desintegrarse. Pero en los tres grandes partidos existe la convicción de que si hoy no se llega a un acuerdo seguirán solos. Habrá que ver entonces hasta dónde llega la rebeldía de los pequeños.

Otro punto de debate es el de los medios. Debe insistirse en que el sistema planteado es muy desafortunado desde la reforma constitucional, al no dejar espacios para la contratación de publicidad a través de los partidos y ahora se ha reforzado también algo difícil de explicar: la prohibición de contratar publicidad por personas o instituciones del sector privado, tanto en medios electrónicos como en periodismo escrito. El tema es controvertido, mas resulta lesivo de los derechos individuales. Jorge Alcocer, uno de los ideólogos del tema, explicó ayer en su artículo en Reforma que únicamente se busca alejar a los ricos de la posibilidad de pagar por sus opiniones y pone un ejemplo contundente: le preguntó a su sirvienta si ella pagaría por publicidad para criticar o apoyar a un candidato y ésta se limitó a pedirle un aumento de sueldo. Y establece, en un súbito regreso a la lucha de clases, que la reforma trata de equilibrar en las elecciones a los pobres con los ricos. Un argumento que, definitivamente, no está a la altura de un hombre como Alcocer, por superficial y falso: porque no se trata de ricos y pobres y, en todo caso, buena parte de los sindicatos están en mejores condiciones de pagar este tipo de anuncios que muchas empresas a quienes se les prohíbe por ley y no se los permite su código interno. El tema puede analizarse de distintas maneras, aunque definitivamente no se esclarecerá preguntándole a la sirvienta de Alcocer, quien por cierto presentará (Alcocer, no la sirvienta), el próximo viernes, su propuesta para integrarse al futuro IFE.

Pero también está el tema de la libertad de expresión por las restricciones que se impondrían con base en los documentos originales conocidos de la reforma. En ese sentido, existiría una propuesta de integrar un artículo para explicitar que no habrá límite para la libertad de expresión en los medios y el tema de sanciones y lineamientos se referirá sólo a los spots publicitarios. Hasta el momento de escribir estas líneas, la mayor oposición a ello estaba en los perredistas. Y quedaba un tercer tema, la llamada publicidad negativa: ¿cómo prohibir en una contienda electoral que un partido o un candidato critique a otro o muestre sus insuficiencias o supuestos desaciertos anteriores?, ¿de qué se trataría, entonces? Criticar, obviamente, no es lo mismo que difamar, y el delito de difamación ya está normado en las leyes y los criterios. En este caso, sin embargo, tanto el PRI como el PRD estarían de acuerdo en no modificar ese capítulo, de los más controvertidos y menos viables de la nueva ley.

Jorge Fernández Menéndez

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Yo en en lo personal estoy a favor de que ya no se puedan hacer las coaliciones como antes. Que si puedan presentar candidaturas comunes, pero que cada partido ponga su logo y saque los votos que realmente le corresponda. Pero definitivamente me opongo a los enormes requisitos que existen para crear un partido. Son barreras para evitar la entrada de competidores lo cual sólo beneficia a los 3 "grandes". Y sobre todo a que ya no se permiten candidaturas independientes, sin la intermediación de partidos. Eso es un atentado a las libertades individuales. Tampoco me parece correcto que los ciudadanos independientes no puedan participar en politica opinando. Ya no se podrá criticar a nadie, aunque sea verdad lo que se diga. Estamos ante un retroceso en la democracia. La partidocracia se consolida y eso conllevará a que el resto de las cosas que están mal en el país (educación, pobreza, seguridad, corrupción, etc.) no se corrijan de fondo. Al tiempo.

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Comments:
Ayer no apareció por ningún lado la intransigencia chavista.

¿No que muy malote?

Claro, seguro su respuesta será una conjetura o un vaticinio. Pero en los hechos, el señor se comportó como un estadista. No como Fox que manoseó la elección.

Si no lo quieren ver, allá ustedes. Hacia el norte hay tiranos mucho peores que Satanás Chávez o Belsebú Morales, pero de ese no hablamos ¿verdad?
 
Nunca el término "Liberal" me pareció tanto un eufemismo para definir "derechoso intolerante"
 
No voy a negar que estoy gratamente sorprendido con el resultado del referendum en Venezuela y sobre todo porque Chavez aceptó el resultado.

Y sin conjeturar, pues el mismo Chavez lo dijo, creo que lo seguirá intentando. Aún quedan muchos años de aquí al 2013 para que vuelva a intentar cambiar la Constitución.

Pero por lo pronto puedo decir que Chávez le dio a AMLO una lección de democrata, aceptando el resultado por una diferencia pequeña.

Saludos
 
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