miércoles, diciembre 05, 2007
El miedo a Ortega
Si el PRD quería llegar sin tropiezos ni raspones internos a la elección de su nueva dirigencia nacional, le va a costar. A medida que crece la posibilidad de que Jesús Ortega sea el ganador de la contienda interna, los golpes a la unidad perredista aumentan de potencia.
Ayer se conoció una carta de Andrés Manuel López Obrador en la que exhorta, en términos muy duros, a que los coordinadores perredistas en el Senado y en San Lázaro se retracten de apoyar los cambios a la legislación electoral en materia de coaliciones. Por lo que ha venido pugnando el PRD en el Congreso es que en lugar de coaliciones haya candidaturas comunes. Esto es, que en la boleta no vengan fundidos los logos de los partidos coaligados. Que si llevan el mismo candidato, en la boleta electoral haya un cuadro para cada partido con el nombre de ese candidato. Así se sabrá cuántos votos tiene cada partido.
La ciudadanía será la que diga cuánto pesa, en porcentaje, cada partido, en lugar de que ese porcentaje se acuerde entre dirigencias partidistas en los obscuros convenios de coalición. Si el Verde Ecologista o el Partido del Trabajo se quieren aliar al PRI, al PAN o al PRD, está bien: que lleven el mismo candidato, pero que no negocien previamente una cantidad determinada de curules y de prerrogativas porque eso distorsiona la expresión de la ciudadanía.
Con eso el PRD se quita el chantaje de ir coaligado con partidos que le cobran, por anticipado, seis o siete por ciento de la votación, cuando en realidad sólo tienen dos o uno por ciento del respaldo ciudadano. Si las alianzas se hacen por razones meramente mercantiles, porque a un partido le conviene ir con otro, pues le va a significar asientos en la Cámara de Diputados y dinero público que les va a entregar el IFE, estamos ante una perversión de la democracia. Y si en realidad quieren llevar al mismo candidato por razones ideológicas y de proyectos compartidos, que lo hagan cada cual con sus siglas. La nueva ley no se los impide.
En fin, el caso es que esta reforma, tal como está planteada, le conviene grandemente al PRD y perjudica a partidos que han tenido vida artificial. ¿Por qué entonces López Obrador descalificó en términos tan duros este acuerdo del PRI, el PAN y el PRD para modificar el sistema de coaliciones?
Hay quienes opinan que el plan B de López Obrador está puesto en el Partido del Trabajo, el PT. Hacia allá puede emigrar en caso necesario. O, como lo dijo Fernando Belaunzarán ayer en el programa Frente al País, en Imagen: porque "cuestionan el hecho mismo de los acuerdos". En efecto, a los lopezobradoristas les molesta que se llegue a acuerdos con otras fuerzas, aunque sean benéficos para su partido. Lo que debe imperar es la discordia, el enfrentamiento, la tensión y el agotamiento de las instituciones, el Congreso incluido. Si al país le va mal, a López Obrador le va a ir bien. Ese es su cálculo.
Por eso no quieren que Jesús Ortega llegue a la dirigencia nacional del PRD. Esa es la razón por la cual le ponen piedras, como esta enfática desautorización a las reformas al Cofipe que habían elaborado los coordinadores perredistas en el Congreso, ambos de la corriente Nueva Izquierda, de Jesús Ortega. No quieren un partido socialdemócrata. No quieren un partido que llegue a acuerdos para impulsar su agenda. Lo que quieren es un partido al servicio de una sola persona. Un partido que apueste a la desestabilización del país.
Así lo dijo ayer Porfirio Muñoz Ledo, ahora lopezobradorista furibundo, sobre los cambios al Cofipe en materia de coaliciones: "En caso de que triunfe la corriente perredista que impulsa esa reforma (la de Ortega), la existencia del Frente Amplio Progresista como polo electoral se acabaría El movimiento encabezado por López Obrador, al ver minadas sus posibilidades por la vía electoral, se radicalizaría".
Ahí esta el quid del problema, no en el Cofipe. Les molestan los acuerdos. Y a medida que se vean perdidos en la contienda interna, van a querer reventar la elección.
O irse al PT.
Etiquetas: AMLO, cofipe, congreso, demagogia, fascismo, intolerancia, Ortega, populismo, PRD