domingo, septiembre 16, 2007

 

Si existe la partidocracia

La urgencia de una reforma fiscal es evidente. Más del 30 por ciento de los recursos federales provienen de Pemex. Pero la producción está decreciendo y las reservas probadas alcanzan para apenas nueve años. Una reforma fiscal efectiva debería combatir la evasión y simplificar el pago de impuestos. El camino para alcanzar esos objetivos es gravar el consumo (todos pagan y pagan más los que más consumen) mediante la supresión de exenciones y tasas cero. La receta funciona en todo el mundo. Los diputados y senadores mejor informados lo reconocen en privado. Sin embargo, no se optó por ese camino. El PRI no está dispuesto a pagar el costo. Por eso, la reforma fiscal nos cargará la mano a los de siempre y dejará intocados a los informales. Así que ni simplificación ni ataque frontal a la evasión.

Urge una reforma energética que dote a Pemex de mayores recursos para explorar, explotar y refinar petróleo. No hay otro modo de rescatar a Petróleos Mexicanos. La empresa está quebrada. Mientras sus flujos alcanzan 30 mil millones de pesos, los pasivos ascienden a 1 billón 100 mil millones de pesos. El problema de fondo está en la operación de la paraestatal. El poder del sindicato es una traba y las fugas por mala administración y corrupción son enormes. El antídoto es bien conocido. Bastaría con permitir la inversión privada para matar dos pájaros de un tiro: captar recursos que son indispensables y mejorar los sistemas de administración y producción. Así funciona Petrobras en Brasil. Los inversionistas privados participan sin que el Estado haya perdido la dirección de la empresa. Pero la reforma energética que se está cocinando aquí no transitará por ese camino. Los priistas no están dispuestos a pagar el costo y de los perredistas ni hablamos.

Así como lo perfecto es enemigo de lo bueno, lo posible se contrapone a lo eficiente. Los senadores y los diputados le están pegando curitas a un enfermo muy grave. Es lo que se puede, dicen. Y en efecto, se puede muy poco porque se niegan a asumir su responsabilidad y tomar al toro por los cuernos. Pero esta actitud timorata no se percibe en la reforma electoral. En este campo han decidido servirse con la cuchara grande. No les importan las críticas ni les preocupa ofrecer argumentos sólidos. La reforma electoral no figuraba en las prioridades de la agenda nacional. Menos venía a cuento la decapitación de los consejeros del IFE que vulnera la autonomía de una institución que se ha forjado a lo largo de muchos años. Las protestas que esto ha generado han sido ignoradas y desacreditadas.

El espectáculo es grotesco. Hace apenas unos meses, los priistas lanzaron una ofensiva para defender a Mario Marín, gobernador de Puebla, y a Ulises Ruiz, gobernador de Oaxaca. El objetivo de sus dardos era la Suprema Corte de Justicia de la Nación. No se vale ni conviene, decían, que los ministros se asuman como un supremo poder. El razonamiento no era malo. La Constitución faculta de manera confusa y ambigua a la SCJN para efectuar investigaciones. La ofensiva fue tan exitosa que ya nadie habla de Marín y Ruiz. Sorpresas que da la vida o, más bien, los priistas. Los destituidos no fueron los gobernadores, sino los consejeros del IFE. La causa de su remoción no existe jurídicamente. Todo se reduce a un acuerdo político con claras motivaciones políticas. ¿Dónde estaba entonces el riesgo de un supremo poder conservador?

Otra de las joyas de la reforma electoral es elevar a rango constitucional la prohibición de las campañas negativas. "En la propaganda política o electoral -dice el artículo en cuestión- que difundan los partidos deberán abstenerse de expresiones que denigren a las instituciones y a los propios partidos, o que calumnien a las personas". Sobre este loable propósito cabe formular varias cuestiones: 1) Cuál es la línea divisoria entre lo prohibido y lo aceptable. Las frases: "Fulano es un peligro para México", "Mengano fue un gobernante irresponsable", ¿son calumnias y deberán ser censuradas? 2) Las campañas negativas son parte natural de cualquier sistema democrático y constituyen una fuente de información relevante para los ciudadanos. 3) Qué pasará cuando un candidato insulte a otro en un mitin; el famoso ¡Cállate, chachalaca! de López debería ser o no transmitido por los noticieros de televisión. Si sí: se viola el espíritu de la ley porque las campañas negativas correrán por ese riel. Si no: se desatará una avalancha de censuras sobre los noticieros y los programas de análisis político en la radio y la televisión.

Para decirlo en dos palabras: la prohibición de las campañas negativas eleva a rango constitucional la censura. Y en esta materia, como en la guerra, rige un principio muy simple y muy cierto: todo el mundo sabe dónde y cuándo comienza, pero nadie sabe cómo ni cuándo va a terminar.

Vayamos, finalmente, a las grandes omisiones. Si los legisladores querían efectuar una reforma política de verdad deberían haber considerado dos temas fundamentales: el de la reelección de los representantes populares y el de las candidaturas independientes. Sobre el primero no se pronunciaron siquiera y sobre el segundo tuvieron la intención de elevar a rango constitucional su prohibición, si bien en el último momento se echaron para atrás. Lo que sí estipularon con toda claridad es que la autoridad electoral debe tener mucho menos atribuciones para intervenir en la vida interna de los partidos. ¿Alguna otra evidencia de por dónde va la tirada?

Se ha querido presentar esta reforma, y el debate que ha generado, como un enfrentamiento entre las televisoras y los senadores de los tres grandes partidos. El motivo sería la prohibición de contratar publicidad y la disposición del tiempo oficial por los partidos. Pero este planteamiento es falso. La inconformidad de los medios electrónicos es generalizada e incluye a todas las cadenas de radio y de televisión por cable. La decapitación del consejo del IFE no se inscribe ni se explica por esa disputa. Y, finalmente, los partidos pequeños se han pronunciado abiertamente contra la reforma.

Los grandes perdedores de estas reformas, porque son varias, somos los ciudadanos. Los legisladores no atendieron los problemas urgentes ni les dieron solución, pero sí vulneraron la autonomía del IFE y limitaron el derecho a la libertad de expresión. Crearon regulaciones excesivas y, para colmo, les confirieron a los partidos el derecho de bombardearnos todo el tiempo con sus mensajes y propaganda sin que les cueste un solo centavo. Y luego dicen que la partidocracia... no existe.


Jaime Sánchez Susarrey


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Comments:
Con esta ley desapareceran todos los programas de debate y periodismo politico? No tienen madre.

Sera delito a partir de que se publique en el Diario Oficial de la Federacion el que reporteros hagan reportajes sobre las actividades de ese dia de los candidatos?

Sera delito ya que si uno de los candidatos habla en contra de alguna encuesta, los encuestadores respondan explicando porque la encuesta esta bien hecha?

Ummm, esto me suena a que a los partidos y sus candidatos les trae mas libertades que prohibiciones.

Estamos saliendo de un Presidencialismo todopoderoso para entrar a una Congresismo Trpartidista Todo Poderoso. Ya nomas falta que en la constitucion nos pongan que los tres Poderes de la Union son el PRD-PAN-PRI al ritmo de "entre mujeres podemos despedasarnos pero jamas nos haremos daño".

Saludos
 
No olvidemos aquella frase de Ronald Reagan:
"la política es la segunda profesión más antigua del mundo, pero se parece mucho a la primera"
 
Ò simplemente como dijo Shakira:
"la política es una mierda"
 
son tan estupidos estos miembros de los partidos que no tienen idea de lo que estan prohibiendo y lo que no esta prohibido

perdon estupidos y miembro de partido es un pleonasmo
 
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