jueves, septiembre 07, 2006

 

Presidente "pirata" ...

5 de septiembre del 2006

AMLO no dice que el artículo 40 establece que es voluntad del pueblo constituirse en una República democrática

Es un lugar común decir que México es una de las naciones del mundo donde la piratería -de todo tipo de productos- ha sentado sus reales. La piratería es uno de los deportes nacionales. Se ha metido hasta la médula en las industrias electrónica, de software , cosméticos, calzado, vinos y licores, medicamentos, juguetes, ropa, libros, música y cine. Bueno, existe piratería de comediantes, como La Chilindrina , cuya creadora denunció la existencia de una veintena de clones ilegales que trabajan en circos y teatros de todo el país.

Pero en México también existen taxis piratas -conocidos como Panteras y tolerados por el gobierno capitalino-, incluso en la pasada contienda electoral del 2 de julio, existió un candidato presidencial pirata, motejado como Dr. Simi, quien a pesar de su ilegal pretensión gastó una millonada para buscar el voto popular. También existe el caso de la "resistencia civil pacífica" que ocupa el corredor Zócalo-Reforma, y que en el fondo no es más que una mala copia, pirata, de un real movimiento de resistencia civil. Y si existe piratería en todos los ramos comerciales e industriales, en muchos oficios y profesiones, ¿por qué no llevar la piratería a los cargos de elección popular, a la Presidencia de la República? Y no se trata de una broma, porque son muchas las posibilidades de que México también sea el primer país en donde exista un presidente pirata, una copia ilegal del jefe de las instituciones.

Y es que la grotesca pretensión de López Obrador de convocar a una pirata Convención Nacional Democrática -a partir de una pirata interpretación de la historia y de la Constitución-, para designar a un presidente pirata, supuestamente legítimo, no es más que la mejor muestra de las profundas raíces de la cultura de la ilegalidad y, de la impunidad. El corazón del problema es ese, que debido a la impunidad con que cualquiera puede adulterar ropa, películas, vinos, juguetes, medicinas, cómicos y hasta candidatos presidenciales, también cualquiera puede adulterar el cargo de Presidente de la República, convertirse en un presidente pirata. Y esa parece ser la pretensión de Andrés Manuel.

La piratería, como todos saben, tiene en el comercio informal sus canales privilegiados de distribución y venta de productos. De suyo, el comercio informal es también una expresión de piratería -de comercios legales-, con la diferencia de que los primeros no pagan impuestos, servicios, prestaciones y seguridad social, erogaciones que sí hacen los comerciantes formales. Pero viene a cuento el asunto porque precisamente la llamada Convención Nacional Democrática -igual que el sostenimiento de la resistencia civil-, no es más que producto de la informalidad. ¿Qué quiere decir eso? Que a dos meses de la elección del 2 de julio, y gracias a los controles corporativos que heredó el PRD del viejo PRI, tanto los plantones del corredor Zócalo-Reforma, como las asambleas informativas frente a las que AMLO decide unilateralmente sus ocurrencias, tienen a una concurrencia nutrida fundamentalmente por comerciantes informales, taxistas piratas y grupos clientelares beneficiarios de los programas sociales del GDF.

Y, por supuesto, entre los asistentes a las asambleas de AMLO también acudirán ciudadanos convencidos, que creen en su supuesto triunfo y en el fraude. Sin embargo, esos activistas cada vez son menos. En el fondo, la Convención Nacional Democrática también es un evento pirata. ¿Por qué? Primero, se debe decir que cualquier ciudadano puede ser delegado, con sólo representarse a sí mismo. Pero como no ha habido el número suficiente de delegados que representen a un grupo de ciudadanos, por pequeño que sea ese grupo -y porque ni en el padrón del PRD existe el millón de personas a las que se les puede acreditar como delegados-, entonces se ha recurrido al pirata comercio ambulante, a los taxistas piratas, y a los beneficiarios de los programas sociales. Además, la pirata resistencia civil es mantenida con dinero público, en tanto que la también pirata Convención Nacional Democrática es organizada, promovida y será concluida gracias al dinero público, que también sirve para el activismo de AMLO en la etapa postelectoral.

Pero además de que los resolutivos de la Convención también serán piratas, porque ya fueron acordados, también son piratas el argumento con el que AMLO convoca a la creación de nuevas instituciones, el llamado a un nuevo constituyente, y la designación de un nuevo presidente. ¿Por qué? Porque AMLO se ampara en el artículo 39 constitucional, que dice que la soberanía nacional reside en el pueblo, que todo poder público dimana del pueblo para beneficio de éste, y que tiene en todo tiempo el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno. Pero no dice que el artículo 40 establece que es voluntad del pueblo mexicano constituirse en una República representativa y democrática, y que el artículo 41 señala que el pueblo ejerce su soberanía mediante los Poderes de la Unión. ¿Qué quiere decir eso? Que la convención es un nuevo engaño, que sus resolutivos no tienen valor legal y que el presidente que salga de ese evento será un presidente pirata. Al tiempo.

Ricardo Alemán, aleman2@prodigy.net.mx


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